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QUINTA PARTE 12 страница



—Tu noble peroraciуn me habнa hecho temer que tu corazуn hubiese cambiado, pero ya veo que no eres mбs sincero ahora con los demуcratas que en los demбs asuntos.

—Nada de cambio de corazуn; sencillamente, un cambio de piel. Es posible que puedas borrar las manchas de la piel de un leopardo, pero seguirб siendo un leopardo a pesar de todo.

Bonnie, a quien las voces de sus padres en el vestнbulo habнan despertado, llamу en aquel momento soсolienta pero imperiosa: «ЎPapaнto! », y Rhett inmediatamente dejу a Scarlett.

—Rhett, espera un minuto, aъn hay otra cosa que deseo decirte. Debes dejar de llevar a Bonnie contigo por las tardes a todas las reuniones polнticas. No resulta bien. ЎVaya una ocurrencia, una niсa pequeсa en esas reuniones! Y te hace parecer tonto. Yo no me podнa suponer que la llevabas hasta que tнo Henry hablу de ello creyendo que yo lo sabнa, y...

Rhett se volviу hacia Scarlett con una mirada dura en sus ojos.

—їQuй puedes ver de malo en que una nena estй sentada en las rodillas de su padre, mientras йste habla con los amigos? Puede parecerte tonto, pero no lo es. La gente recordarб aсos enteros que Bonnie estaba sentada en mis rodillas mientras yo ayudaba a expulsar de este Estado a los republicanos. La gente lo recordarб muchos aсos... —De su rostro desapareciу la expresiуn de dureza y una luz maliciosa brillу en sus ojos—. їNo sabes que cuando le preguntan a quiйn quiere mбs contesta: «A papaнto y a los demуcratas», y que cuando le preguntan a quiйn odia mбs dice: «A los scallatvags»? Gracias a Dios, la gente recuerda esas cosas.

La voz de Scarlett sonу furiosa:

—Y supongo que le dirбs que soy una scdlawag.

—ЎPapaнto! —gritу la vocecita, enfadada ahora; y Rhett, riendo aъn, cruzу el vestнbulo para reunirse con su hija.

En octubre, el gobernador Bullock dimitiу su cargo y huyу de Georgia. La malversaciуn de los fondos pъblicos, el derroche y la corrupciуn habнan alcanzado durante su administraciуn proporciones tan desmesuradas, que el edificio se derrumbaba por su propio peso. Hasta su mismo partido estaba dividido, tan grande era la indignaciуn pъblica. Los demуcratas eran ahora mayorнa en el Parlamento, y esto tenнa un hondo significado. Comprendiendo que iba a ser investigado, y temiendo la cбrcel, Bullock no esperу. Desapareciу rбpida y secretamente, arreglбndose para que su dimisiуn no trascendiese hasta que йl se encontrara a salvo en el Norte.

Cuando se hizo pъblica su huida una semana despuйs, Atlanta estaba loca de excitaciуn y alegrнa. La gente se agolpaba en las calles; los hombres, sonriendo, se estrechaban las manos, las mujeres se abrazaban, llorando. Todo el mundo organizу fiestas, y el cuerpo de bomberos estuvo ocupadнsimo apagando los fuegos ocasionados por las hogueras de los chiquillos exaltados por la alegrнa.

Lo mбs probable era que el prуximo gobernador fuese tambiйn republicano, pero la elecciуn no serнa hasta diciembre, y todo el mundo tenнa grandes esperanzas en el resultado. Y cuando llegaron las elecciones, a pesar de los desesperados esfuerzos de los republicanos, Georgia volviу a tener un gobernante demуcrata.

Tambiйn esto ocasionу excitaciуn y alegrнa, pero distinta de la que se habнa apoderado de la ciudad cuando BuQock habнa tomado las de Villadiego. Era una alegrнa mбs нntima, menos estruendosa; un sentimiento de acciуn de gracias llenу las almas; las multitudes se agolpaban en las iglesias, donde daban reverentemente gracias a Dios por la liberaciуn del Estado. Habнa tambiйn cierto orgullo mezclado con la alegrнa, porque Georgia estaba de nuevo en manos de los suyos, a pesar de todo lo que la Administraciуn de Washington pudiera hacer, a pesar del ejйrcito de los scallatvags, de los carpetbaggers y de los republicanos de la regiуn.

Siete veces, el Congreso habнa dictado leyes contra el Estado para hacer de йl una provincia conquistada; tres veces, el Ejйrcito habнa echado a un lado la ley civil. Los negros habнan realizado verdaderas orgнas a travйs del Parlamento; forasteros rapaces habнan abusado del poder, individuos particulares se habнan Henrycido con los fondos pъblicos. Georgia se habнa visto impotente, sin ayuda, atormentada, burlada, desgarrada. Pero ahora, venciйndolo todo, Georgia se pertenecнa de nuevo gracias a los esfuerzos de su pueblo.

La caнda repentina de los republicanos no fue motivo de alegrнa para todo el mundo. Reinaba la consternaciуn en las filas de los scdlawags, carpetbaggers y republicanos. Los Gelert y los Hundon, enterados probablemente de la huida de Bullock antes de que su dimisiуn se hiciese pъblica, abandonaron la ciudad apresuradamente, volviendo al olvido del que habнan salido. Los otros carpetbaggers y scallawags que se quedaron estaban indecisos y asustados y se agrupaban para darse бnimos; pensaban, inquietos, quй serнa lo que el nuevo Parlamento descubrirнa de sus asuntos privados. Ya no se mostraban insolentes. Estaban aturdidos y asustados. Y las seсoras que iban a visitar a Scarlett comentaban una y otra vez:

—їPero quiйn habнa de pensar que las cosas cambiarнan de este modo? Nosotras creнamos que el gobernador era mбs poderoso; nosotras creнamos que estaba aquн para largo tiempo; nosotras creнamos...

Scarlett estaba tan asombrada como ellas por el cambio de los acontecimientos, a pesar del aviso de Rhett sobre la direcciуn que iban a tomar. No es que estuviese disgustada porque se hubiera marchado Bullock y hubieran vuelto los demуcratas; aunque nadie pudiera creerlo, ella tambiйn sentнa disimulada alegrнa de que por fin Georgia se viese libre de la ley yanqui. Se acordaba demasiado vivamente de sus luchas en los primeros dнas de reconstrucciуn y del temor de que le fuesen confiscados su dinero y sus bienes. Recordaba su desamparo, y su pбnico, y su odio a los yanquis que habнan impuesto al Sur aquellas horribles leyes. Y nunca habнa cesado de odiarlos. Pero, intentando hacer lo mejor, intentando obtener la seguridad completa, se habнa puesto del lado de los vencedores. Poco le importaba el que no le gustasen; se habнa rodeado de ellos y separado de sus antiguos amigos y su antigua vida. Y ahora el poder de los vencedores se acababa. Habнa jugado a la duraciуn del rйgimen de Bullock y habнa perdido.

Al mirar a su alrededor en aquellas Navidades de 1871, las mбs felices que el Estado habнa conocido desde hacнa diez aсos, Scarlett se sentнa inquieta. No podнa por menos de ver que Rhett, que habнa sido el hombre mбs odiado de Atlanta, era ahora uno de los mбs populares porque se habнa retractado humildemente de sus antiguas herejнas y habнa dado su tiempo, dinero y trabajo a la lucha por la liberaciуn de Georgia. Cuando pasaba a caballo por las calles, sonriente, saludando, con aquel paquetito azul que era Bonnie encaramada delante de йl en la silla, todo el mundo le sonreнa, le hablaba con entusiasmo y miraba con cariсo a la nena. Mientras que Scarlett...

Nadie ponнa en duda que Bonnie Butler se estaba haciendo una salvaje y necesitaba una mano severa que la dominase. Pero, como era el mimo de toda Atlanta, nadie tenнa corazуn para emplear la necesaria severidad. Primero se habнa acostumbrado a que nadie la mandara en los meses que pasу viajando con su padre. Cuando estuvo con Rhett en Nueva Orleбns y en Charleston, la habнa dejado acostarse a la hora que se le antojaba; y se habнa dormido en brazos de su padre en teatros, restaurantes o mesas de juego. Desde entonces no hubo fuerza humana capaz de hacerla acostarse a la misma hora que la obediente Ella. Mientras estuvo fuera con Rhett, йste le habнa dejado ponerse el traje que quisiera, y desde entonces cogнa terribles rabietas cada vez que Mamita intentaba vestirla con trajecitos de percal y delantales en lugar de terciopelo azul y cuellos de encaje.

Parecнa imposible recobrar el terreno perdido mientras la niсa estuvo lejos de casa, y, luego, mientras Scarlett estuvo enferma en Tara. Al crecer Bonnie, Scarlett intentу educarla un poco, evitar que se hiciera demasiado terca y mimada, pero con poco йxito. Rhett se ponнa siempre de parte de la niсa por disparatados que fuesen sus deseos o por muy mal que se hubiese portado. La animaba a hablar y la trataba como a una persona mayor, escuchando sus opiniones con aparente seriedad y simulando dejarse guiar por ellas. El resultado fue que Bonnie interrumpнa a los mayores cuando le venнa en gana, contradecнa a su padre y le hacнa callar. Йl se limitaba a reнrse y no permitнa a Scarlett ni dar un cachete en la mano a la chiquilla a guisa de reprimenda.

—Si no fuese una criatura tan cariсosa, serнa insoportable —decнa Scarlett, comprobando con disgusto que tenнa una hija con una voluntad tan firme como la suya propia—. Adora a Rhett, y si йl quisiera conseguirнa de ella que se portase mejor.

Pero Rhett no mostraba intenciones de mejorar la conducta de Bonnie. Cualquier cosa que la pequeсa hiciese estaba bien hecha, y si se le hubiese antojado la luna la hubiera tenido, si su padre hubiera podido alcanzбrsela. El orgullo de Rhett por la belleza, los rizos, los hoyuelos, los graciosos ademanes de la niсa, no tenнa lнmites. Le gustaban su descaro, su ingenio, la extraсa manera que tenнa de demostrarle su cariсo. A pesar de sus caprichosas y voluntariosas maneras, era una nena tan adorable que Rhett no tenнa valor para corregirla. Йl era el dios, el centro del pequeсo mundo de la niсa. ЎY esto era de demasiado valor, para arriesgarse a perderlo riсйndola!

Bonnie iba siempre pegada a йl como su sombra. Le despertaba mбs temprano de lo que йl querнa despertarse, se sentaba a su lado en la mesa, comiendo alternativamente de su plato y del de ella, cabalgaba delante de йl en su caballo, y no permitнa que nadie que no fuese Rhett la desnudase y la acostase en su cunita al lado de la cama grande.

A Scarlett la divertнa y conmovнa a un tiempo el ver la fйrrea mano con que la pequeсa gobernaba a su padre. їQuiйn iba a haber imaginado que Rhett, precisamente Rhett, habнa de tomar la paternidad tan en serio? Pero algunas veces una espina de celos araсaba a Scarlett, porque Bonnie a los cuatro aсos entendнa a Rhett mejor que ella lo habнa entendido nunca, y lo manejaba como ella nunca lo habнa menejado.

Cuando Bonnie cumpliу los cuatro aсos, Mamita empezу a refunfuсar de lo impropio que parecнa que la niсa montase en una silla de hombre delante de su padre con todo el traje levantado. Rhett prestу atenciуn a tal observaciуn como la prestaba a todas las observaciones de Mamita sobre lo que era propio e impropio en la educaciуn de las niсas. El resultado fue adquirir una jaquita de Shetland, castaсa y blanca, con largas y sedosas crines y cola, y una sillita de mujer con remaches de plata. Aparentemente, la jaca fue para los tres niсos, y Rhett comprу tambiйn una silla de montar para Wade. Pero Wade preferнa cien mil veces su perro de San Bernardo y Ella tenнa un miedo horrible a cualquier animal. Asн, la jaca llegу a ser propiedad de Bonnie, y se llamу «Seсor Butler». La ъnica nube en la felicidad de su tierna propietaria era que ya no podнa montar a horcajadas como su padre; pero, despuйs de que йste le hubo explicado que era mucho mбs fбcil el montar en silla de seсora, se consolу y aprendiу rбpidamente. El orgullo de Rhett por el aplomo y firmes manos de su hija era enorme.

«Esperad a que tenga edad para cazar —alardeaba—. No va a haber otra como ella. La llevarй a Virginia, que es donde se caza de verdad. Y a Kentucky, que es donde aprecian a los buenos jinetes. »

Cuando hubo que hacerle un traje de amazona, fue llamada como siempre para elegir el color y, como siempre tambiйn, eligiу el azul.

—Pero, monina, no puede ser ese terciopelo azul. El terciopelo azul estб bien para un traje de noche para mн —riу Scarlett—. Un paсo negro suave es lo que llevan las niсas. —Y viendo el ceсo de la chiquilla—: ЎPor amor de Dios, Rhett! Dile lo poco a propуsito que resultarнa y lo sucio que iba a ser.

—ЎOh! Dйjala que tenga su terciopelo azul. Cuando se ensucie, se le hace otro y en paz —dijo Rhett tranquilamente.

Asн, pues, Bonnie tuvo su traje de terciopelo azul, con una falda que colgaba por el costado de la jaca, y un sombrero negro adornado con una pluma roja, porque las historias que tнa Melanie le contaba de la pluma de Jeb Stuart habнan conmovido su imaginaciуn.

En los dнas claros y soleados se les veнa a los dos paseando por Peachtree Street, Rhett sujetando las riendas de su gran caballo negro para igualar su paso con el de la fuerte jaquita. Algunas veces pasaban a galope por los tranquilos senderos de la ciudad, espantando pollitos, y perros, y niсos. Bonnie atizando a «Seсor Butler» con su fusta, al aire los enderezados rizos, y Rhett refrenando su caballo con mano firme para que la niсa pudiese creer que ganaba la carrera.

Cuando Rhett se hubo asegurado por completo de su aplomo, de la firmeza de sus manos y de la completa tranquilidad de la niсa, decidiу que habнa llegado el momento de enseсarle a dar los pequeсos saltos que estaban al alcance de las cortas piernas de «Seсor Butler». A este fin construyу una valla en la parte de atrбs del jardнn, y pagу a Wash —uno de los sobrinillos del tнo Peter— veinticinco centavos diarios para que enseсase a «Seсor Butler» a saltar. Empezу con una barra a dos pulgadas del suelo, y poco a poco la fue levantando hasta la altura de un pie.

Este arreglo no fue del agrado de ninguna de las tres partes que mбs interesadas estaban en ello: Wash, «Seсor Butler» y Bonnie. Wash tenнa miedo a los caballos, y sуlo la principesca suma ofrecida le indujo a llevar a la terca jaquita sobre el obstбculo docenas de veces al dнa. «Seсor Butler», que aguantaba con paciencia que su amita le tirase de la cola, y examinase sus herraduras continuamente, pensaba que el creador de las jacas no las destinaba a pasar su voluminoso cuerpo por encima de obstбculos; Bonnie no podнa soportar que otra persona montase su jaca y rabiaba de impaciencia mientras «Seсor Butler» tomaba lecciones.

Cuando por fin Rhett decidiу que la jaca conocнa su obligaciуn lo suficientemente bien para confiarle a Bonnie, la nerviosidad y jъbilo de la pequeсa no tuvieron lнmites. Dio su primer salto brillantemente, y desde entonces el cabalgar por el campo al lado de su padre fue para ella una felicidad sin trabas. Scarlett no podнa por menos de reнrse al ver el entusiasmo del padre y de la hija. Sin embargo, pensу que, una vez pasada la novedad, Bonnie querrнa otras cosas y la vecindad tendrнa algъn momento de tranquilidad. Pero aquel deporte no perdiу su encanto. Se hizo un sendero desde el emparrado del extremo del jardнn hasta la valla, y durante toda la maсana el patio resonaba con los gritos de excitaciуn. El abuelo Merriwether, que habнa tomado parte en la incursiуn de 1849, decнa que los alaridos eran iguales a los de los apaches despuйs de una afortunada caza de cabelleras.

Pasada la primera semana, Bonnie pidiу una valla mбs alta, una valla que se levantase pie y medio del suelo...

—Cuando tengas seis aсos —dijo Rhett—. Entonces serбs bastante crecida para un salto mбs alto, y te comprarй un caballo mбs grande. Las piernas de «Seсor Butler» no son bastante largas.

—Sн lo son. He saltado los rosales de tнa Melanie, que son enormes de altos.

—No; tienes que esperar —dijo Rhett, enйrgico, por una vez en la vida; pero la energнa fue cediendo ante las repetidas protestas y rabietas de Bonnie.

—ЎOh, muy bien! —dijo una maсana riendo; y levantу la barra blanca un poco mбs—. Si te caes, no chilles, ni me eches la culpa.

—ЎMadre! —gritу Bonnie, volviйndose hacia la ventana de la alcoba de Scarlett—. ЎMadre, mнrame! Papaнto dice que puedo.

Scarlett, que se estaba cepillando el pelo, se acercу a la ventana sonriendo a la figurilla tan alegre, tan absurda con el manchado traje azul.

«No tengo mбs remedio que encargarle otro traje —pensу—. Aunque sуlo Dios sabe cуmo me voy a arreglar para hacer que se quite el sucio. »

—Madre, mнrame.

Al levantar Rhett a la niсa y colocarla sobre la jaca, Scarlett sintiу una oleada de orgullo contemplando su recta espalda y la altiva apostura de la cabecita.

—Eres una preciosidad.

—Y tъ lo mismo —dijo Bonnie generosamente, y, clavando la espuela en los ijares de «Seсor Butler», galopу por el sendero hacia el emparrado.

—Mamб, mira cуmo salto йste —gritу, echбndose sobre el cuello del animal.

«Mira cуmo salto йste. »

El grito de la niсa resonу en la memoria de Scarlett como si no fuera aquйlla la primera vez que lo oнa, con recuerdos de tiempos lejanos. Habнa algo trбgico en aquellas palabras. їCуmo no conseguirнa recordar? Mirу a la pequeсa tan ligera montada en la galopante jaquita y frunciу el ceсo, sintiendo que un escalofrнo recorrнa su espalda. Bonnie llegaba a todo galope, con los negros rizos flotando sobre la espalda, con los azules ojos lanzando chispas.

«Son como los ojos de papб —pensу Scarlett—. Ojos azules, como los de los irlandeses. Es exacta a йl en todo. »

Y, al pensar en Gerald, el recuerdo que hacнa un momento no habнa conseguido atraer se presentу rбpido, llegу a su corazуn con la cegadora luz de un dнa de verano, inundando momentбneamente todo el campo de extraordinaria claridad. Podнa escuchar una voz de acento irlandйs, oнr el golpeteo de los cascos del caballo, en aquel prado de Tara, y oнr una voz animosa, tan parecida a la voz de su hija: «Ellen, mira cуmo lo salto».

—ЎNo! —gritу— Ўno; para, Bonnie!

En el momento de inclinarse sobre la ventana se oyу un espantoso ruido de maderas, un terrible grito de Rhett, un revuelo de terciopelo azul y de cascos de caballo en tierra. Y «Seсor Butler» se levantу y huyу con la silla vacнa.

 

La tercera noche, despuйs de la muerte de Bonnie, Mamita subнa lentamente, con su paso pesado, las escaleras posteriores de casa de Melanie. Iba vestida de negro, desde los anchos zapatos de hombre, desatados para dejar mбs libertad a los dedos, hasta la negra cofia. Sus arrugados ojillos estaban inyectados en sangre y tenнa los pбrpados rojos. Todo su aspecto denotaba dolor, escrito claramente en cada rasgo de su rudo rostro. Su cara arrugada, petrificada en la triste expresiуn de un mono viejo, estaba sin embargo, llena de resoluciуn.

Dijo unas palabras a Dilcey, que inclinу la cabeza amablemente, como si en su antigua enemistad hubiese un mudo armisticio. Dilcey dejу las fuentes de la cena que llevaba en aquel momento y se dirigiу al comedor cruzando la despensa. Al minuto Melanie estaba en la cocina con la servilleta en la mano y la ansiedad dibujada en el rostro.

—їLa seсorita Scarlett no estб...?

—La seсorita Scarlett estб sobrellevбndolo como todos nosotros —dijo Mamita lentamente—. Pero no he venido a interrumpirle la comida, seсorita Melanie. Puedo esperar para decirle a usted lo que tengo en la cabeza.

—La cena puede esperar tambiйn —repuso Melanie—. Dilcey, sigue sirviendo a los seсores. Mamita, ven conmigo.

Mamita la siguiу, contoneбndose por el vestнbulo, donde Ashley estaba sentado a la cabecera de la mesa, con su pequeсo Beau junto a йl y los dos niсos de Scarlett enfrente armando un gran repiqueteo con sus cucharas. Las voces alegres de Wade y de Ella llenaban la habitaciуn. Era una diversiуn inesperada para eЪos el hacerle a tнa Melanie una visita tan larga. ЎTнa Melanie era siempre tan buena y estos dнas parecнa serlo mбs aъn! La muerte de su hermanita los habнa afectado muy poco. Bonnie se habнa caнdo de su jaca, y mamб habнa llorado mucho, y tнa Melanie se los habнa llevado a su casa a jugar en el jardнn con Beau y a comer todos los pasteles que quisieran.

Melanie se dirigiу al gabinetito que servнa de biblioteca, cerrу la puerta e indicу a Mamita que se sentase en el sofб.

—Iba a ir en seguida de cenar —dijo Melanie—. Ahora que la madre del capitбn Butler ha llegado, me figuro que el entierro serб maсana por la maсana. —Eso es —dijo Mamita—. Seсorita Melanie, estamos en una gran aflicciуn, y yo he venido a buscar su ayuda. ЎEs un peso terrible, es un peso terrible!

—їLe ha dado un ataque a la seсorita Scarlett? —preguntу Melanie asustada—. Apenas la he visto desde que Bonnie... Se pasa el tiempo metida en su habitaciуn, y el capitбn Butler estб fuera de casa, y...

De pronto las lбgrimas empezaron a correr por las negras mejillas de Mamita. Melanie se sentу a su lado y le dio unas palmaditas en el brazo; y al cabo de un momento Mamita levantу el borde de su falda y se secу los ojos.

—Tiene usted que venir a ayudarnos, seсorita Melanie. Yo he hecho lo que he podido; pero no sй hacer cosa que valga.

—La seсorita Scarlett...

Mamita se enderezу.

—Seсorita Melanie, usted conoce a la seсorita Scarlett como la conozco yo. Lo que esa criatura tiene que soportar, el buen Dios le da fuerza para soportarlo. Esto le ha destrozado el corazуn; pero lo soporta. Es por el seсorito Rhett por quien he venido.

—Me hubiera gustado verlo, pero siempre que he ido estaba fuera, en la ciudad, o bien encerrado en su habitaciуn con..., y Scarlett estб como un fantasma y no quiere hablar palabra... Hable de prisa, Mamita. Ya sabe que yo la ayudarй si puedo.

Mamita se secу la nariz con el revйs de la mano.

—He dicho que la seсorita Scarlett puede soportar lo que el Seсor le envнa; y en este caso lo estб soportando, pero el seсorito Rhett... Seсorita Melanie, nunca ha tenido nada que sufrir. No estб acostumbrado. Es por йl por quien he venido a verla.

—Pero...

—Seсorita Melanie, venga usted a casa conmigo esta noche. —Habнa un tono de urgencia en la voz de Mamita—. Tal vez el seсorito Rhett le haga caso a usted. Todo el mundo hace mucho caso de su opiniуn.

—Pero, Mamita, їquй pasa? їQuй es lo que ocurre?

Mamita enderezу sus hombros.

—Seсorita Melanie, el seсorito Rhett debe..., debe de haber perdido la cabeza. No nos deja llevarnos a la pequeсa.

—їPerdido la cabeza? ЎOh, Mamita, no!

—Yo no le digo ninguna mentira. Es tan verdad como hay Dios. No nos quiere dejar que enterremos a la niсa. Me lo ha dicho a mн misma no hace ni una hora.

—Pero йl no puede... No estб...

—Por eso es por lo que he venido a decirle que ha perdido la cabeza. —Pero cуmo...

—Seсorita Melanie, voy a decнrselo a usted todo. No debнa decнrselo a nadie, pero usted es de la familia, y es la ъnica a quien se lo dirнa. Se lo voy a contar todo. Ya sabe usted lo entusiasmado que estaba con esta niсa. Yo nunca habнa visto un hombre, ni blanco ni negro, tan entusiasmado con una niсa. Pareciу que se volvнa de plomo cuando el doctor Meade dijo que se habнa partido la nuca. Cargу el fusil y corriу desolado a pegarle un tiro a la jaca. ЎY por Dios que yo creн que se lo iba a pegar a sн mismo! Yo estaba con la seсorita Scarlett, que se habнa desmayado, y todos los vecinos empezaban a llegar, y el seсorito Rhett, que volvнa, cogiу en brazos a la niсa, sin dejarme siquiera que le lavase la cara, que tenнa manchada de tierra... Y, cuando la seсorita Scarlett volviу en sн, pensй: «ЎGracias a Dios que ahora podrбn consolarse uno a otro! ».

De nuevo empezaron a correr las lбgrimas por las mejillas de Mamita, que ni siquiera se molestу en secarlas.

—Pero cuando la seсorita Scarlett volviу en sн, entrу en la habitaciуn donde йl estaba sentado con la seсorita Bonnie en los brazos y le dijo: «Dame mi hija, a la que tъ has matado».

—ЎOh, no! No pudo decir eso.

—Sн seсora. Eso fue lo que dijo. Dijo: «Tъ la has matado». Y a mн me dio tanta pena del seсorito Rhett, que me echй a llorar, porque parecнa un perro a quien dan de latigazos, y dije: «Dele esa niсa a su Mamita. No quiero que mi seсorita pequeсa tenga asн la cara». Y cogн a la niсa, la llevй a su cuarto y le lavй la cara. Y les estaba oyendo hablar, y me helaba la sangre oнr lo que decнan. La seсorita Scarlett llamaba asesino al seсorito por haber dejado a la niсa dar aquel salto tan alto; y йl decнa que a la seсorita Scarlett nunca le habнan importado nada ni la seсorita Bonnie ni ninguno de sus hijos...

—Calla, Mamita, no me digas mбs. No estб bien que me cuentes eso —exclamу Melanie, aterrada por el cuadro que las palabras de Mamita evocaban.

—Ya lo sй. Y no llevo mala intenciуn al decнrselo. Pero mi corazуn estб rebosante y ya no sй ni lo que digo. Luego, el seсorito Rhett cogiу a la niсa y la puso en la camita, en su habitaciуn, Y cuando la seсorita Scarlett dijo que tenнa que estar en el salуn, en el ataъd, creн que el seсorito le iba a pegar. Y le dijo muy frнamente: «Se quedarб en mi habitaciуn». Y, volviйndose hacia mн: «Mamita, vigile para que se quede ahн hasta que yo vuelva». Despuйs saliу corriendo de la casa, montу a caballo y se marchу hasta el anochecer. Cuando volviу a casa vi que habнa estado bebiendo, y bebiendo mucho, pero que, como de costumbre, lo aguantaba bien. Entrу corriendo en la casa, y ni siquiera hablу con la seсorita Scarlett, ni con la seсorita Pitty, ni con las otras seсoras que estaban de visita. Echу a correr escaleras arriba, se metiу en su cuarto y empezу a llamarme a gritos. Cuando lleguй todo lo de prisa que pude, lo encontrй de pie en medio de la habitaciуn, aunque apenas podнa verlo porque las persianas estaban echadas. Me dijo muy enfadado: «ЎAbra las persianas, que estб esto muy oscuro! ». Las abrн de par en par, y йl me mirу y... ЎPor Dios, seсorita Melanie, se me doblaban las rodillas!, Ўes tan extraсo!; y dijo entonces: «Traiga luces, traiga muchas luces. Y cuide de que ardan, y no eche cortinas ni persianas. їNo sabe usted que la seсorita Bonnie tiene miedo de la oscuridad? ».

Los ojos de Melanie, agrandados por el terror, se encontraron con los de Mamita, y йsta bajу la cabeza asintiendo.

—Eso es lo que dijo: «La seсorita Bonnie tiene miedo de la oscuridad».

Mamita se estremeciу.

—Cuando le hube llevado una docena de luces, dijo: «Mбrchese». Cerrу la puerta y se quedу con la seсorita pequeсa. Ya no abriу la puerta, ni siquiera cuando la seсorita Scarlett fue a llamarle. Y de este modo ha pasado dos dнas. No dice una palabra del entierro. Por la maсana cierra la puerta con llave y se marcha a caballo a la ciudad. Vuelve borracho, al anochecer, y se encierra otra vez con llave. Y no come ni duerme nada. Ahora su mamб, la anciana seсora Butler, ha venido de Charleston al entierro y la seсorita Suellen y el seсorito Will han venido de Tara. Pero el seсorito Rhett no quiere hablar con ninguno de ellos. ЎOh, seсorita Melanie! Esto es espantoso. Y aъn serб peor, y la gente va a empezar a murmurar. Y luego, esta tarde... —Mamita hizo otra pausa y de nuevo se limpiу la nariz con el dorso de la mano—. La seсorita Scarlett consiguiу alcanzarlo en el vestнbulo de arriba cuando llegу, y entrу con йl en el cuarto, y le dijo: «El entierro estб dispuesto para maсana por la maсana». Y йl dijo: «Hazlo, y te mato maсana».

—Ў Oh, tiene que haber perdido la cabeza!

—Sн seсora. Y entonces empezaron a hablar mбs bajo, de modo que no podнa oнr todo lo que decнan; sуlo que йl decнa otra vez que la seсorita Bonnie tenнa miedo de la oscuridad y que la tumba era terriblemente oscura. Y despuйs de un rato la seсorita Scarlett decнa: «Tъ eres un cнnico por tomarlo asн, despuйs que la has matado por complacer tu vanidad». Y йl dijo: «їNo tienes piedad? » Y ella dijo: «No tengo hija tampoco. Y me da vergьenza ver cуmo te estбs portando desde que Bonnie se matу. Eres el escбndalo de toda la ciudad. Estбs siempre borracho, y si crees que no sй cуmo pasas los dнas eres un necio. Sй que has estado en casa de esa mujer, esa Bella Watling».

—ЎOh, Mamita, no!

—Sн seсora, eso fue lo que la seсorita dijo. Y es la verdad, seсorita Melanie. Los negros se enteran de todo en seguida antes que nadie. Y yo sй que es allн dуnde ha estado; pero yo no habнa dicho ni una palabra. Y йl no lo negу. Йl dijo: «Sн, seсora, allн es donde he estado. Y no necesitas ocuparte de ello, ya que no te importa un comino. Un lupanar es un puerto de refugio, despuйs de esta casa de infierno. Y Bella tiene un buen corazуn. No me echa en cara el haber matado a mi hija».

—ЎOh! —gritу Melanie, conmovida hasta el fondo de su corazуn.

Su vida era tan agradable, tan protegida, tan rodeada por personas que la querнan, tan llenas de bondad, que lo que Mamita le contaba estaba casi fuera del alcance de su comprensiуn, y apenas podнa darle crйdito. Sin embargo, trajo a su mente un recuerdo, una imagen que rбpidamente alejу de su imaginaciуn como hubiera alejado el recuerdo de la desnudez de alguien. Rhett habнa hablado de Bella Watling aquel dнa que llorу con la cabeza sobre sus rodillas. Pero йl amaba a Scarlett. Melanie no podнa haberse equivocado aquel dнa. Y, desde luego, Scarlett le amaba a йl. їQuй podнa haber ocurrido entre ellos? їCуmo podнan un marido y su mujer despedazarse mutuamente como con agudos cuchillos?

Mamita continuу lentamente su historia.

—Despuйs de un rato, la seсorita Scarlett saliу de la habitaciуn, blanca como una sбbana, pero con rostro enйrgico. Me vio allн esperando y me dijo: «El entierro serб maсana por la maсana, Mamita». Y pasу como un fantasma. Entonces el corazуn me dio un vuelco, porque cuando la seсorita Scarlett dice una cosa la hace. Y cuando el seсorito Rhett dice una cosa la hace tambiйn. Y йl habнa dicho que la matarнa si hacнa eso. Yo me quedй como si fuera de plomo, seсorita Melanie, porque yo habнa hecho algo que me pesaba en la conciencia. Seсorita Melanie, fui yo quien causу a la seсorita pequeсa el miedo a la oscuridad.



  

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