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QUINTA PARTE 10 страница



Iba a ser mucho mбs difнcil de lo que se habнa imaginado el recibir a Rhett con la indiferencia estrictamente debida y, en cuanto a decirle lo del nuevo bebй... Le mirу a la cara mientras subнa las escaleras. ЎEse rostro moreno, tan impenetrable, tan inexpresivo! No, esperarнa para decнrselo. No podнa decнrselo ahora. Y, sin embargo, semejantes noticias pertenecen lo primero al marido, porque el marido siempre se alegra de conocerlas. ЎPero no creнa que йl se fuese a alegrar.

Ella siguiу en el descansillo, inclinada subte la barandilla, preguntбndose si йl le darнa un beso. Pero no lo hizo. Sуlo dijo:

—Estбs pбlida, querida. їHay escasez de colorete?

Ni una palabra de que la hubiese echado de menos aunque no fuese verdad. Y debнa haberla besado, cuando menos por estar delante Mamita, la cual, haciendo una reverencia, se llevaba a Bonnie al cuarto de los niсos.

Йl permaneciу a su lado mirбndola.

—їAcaso significa esa palidez que me has echado de menos? —preguntу, y, aunque sus labios sonreнan, sus ojos estaban graves.

ЎDe modo que йsta iba a ser su actitud! Iba a seguir siendo tan odioso como siempre. De pronto, el hijo que llevaba en su seno se convirtiу, de algo que hasta entonces habнa soportado con alegrнa, en una carga que le producнa nбuseas. Y el hombre que estaba ante ella con el ancho panamб en la mano apoyada en la cadera, en su mбs cruel enemigo, el causante de todos sus males. Habнa odio en sus ojos cuando respondiу, odio demasiado visible para que pudiese pasar inadvertido, y la sonrisa se borrу del rostro de Rhett.

—Si estoy pбlida es por culpa tuya y no porque te haya echado de menos... Es porque.

ЎOh! No era asн como tenнa pensado decнrselo; pero las palabras insultantes se precipitaron a sus labios y ella se las lanzaba, sin preocuparse de los criados, que podнan oнdas.

—Es porque voy a tener un niсo.

Йl se quedу de repente sin respiraciуn, y sus ojos se fijaron en ella. Adelantу un paso para ponerle una mano en el brazo; pero ella se retirу bruscamente de йl y, ante el odio que leнa en su rostro, la expresiуn de Rhett se tornу dura.

—їDe veras? —dijo frнamente—. Bien, їy quiйn es el feliz papб? їAshley?

Scarlett se sujetу al remate del pasamanos hasta que las orejas del tallado leуn se le clavaron en las manos haciйndole daсo. Ni ella, que tan bien le conocнa, podнa haber imaginado semejante insulto. Desde luego, hablaba en broma; pero hay algunas bromas demasiado monstruosas para poder aguantarlas. Deseaba clavarle las afiladas uсas en los ojos y arrancar de ellos aquella extraсa luz que brillaba en ellos.

—ЎMaldito seas! —empezу a decir con voz temblorosa por la indignaciуn—. Tъ... tъ sabes muy bien que es tuyo. Y yo no lo deseo ni pizca mбs que lo deseas tъ. No, ninguna mujer podrнa desear el hijo de un canalla como tъ. Quisiera... ЎOh, santo Dios! Quisiera que fuese hijo de cualquiera con tal de no serlo tuyo. Vio cambiar el moreno rostro de Rhett de repente, y algo que ella no podнa comprender le hizo crisparse como si le pincharan.

«Vaya —pensу Scarlett en un transporte de maligno placer—. Vaya; por fin he conseguido hacerte daсo. »

Pero la mбscara de impasibilidad cubrнa ya de nuevo el rostro de su marido, que se retorciу las guнas del bigote.

—Anнmate —dijo, volviйndose y empezando a subir las escaleras—. Acaso tengas un aborto.

Durante un momento de vйrtigo, Scarlett vio claramente todo lo que el embarazo representaba; las nбuseas que la destrozaban, la tediosa espera, el abultamiento de su figura, las horas de dolor. Cosas que ningъn hombre podнa imaginar. ЎY se atrevнa a burlarse! Le daban ganas de araсarlo. Ъnicamente el ver sangre sobre su rostro moreno podнa calmar el dolor que sentнa en el corazуn. Se lanzу contra йl, бgil como un gato; pero, con un ligero movimiento, Rhett se echу a un lado, poniйndose el brazo delante de la cara para defenderse. Ella estaba de pie en el borde del escalуn superior, reciйn encerado, y cuando su brazo, cargado con todo el peso de su cuerpo, chocу contra el de Rhett, perdiу el equilibrio. Hizo un esfuerzo desesperado para agarrarse a la barandilla, pero le fallу. Cayу de espaldas por las escaleras, sintiendo un intenso dolor en los rнсones y, demasiado atontada para poder detenerse, rodу escaleras abajo hasta el final del tramo.

Era la primera vez que Scarlett estaba enferma, excepto cuando tenнa los niсos, y esas veces no se contaban. Entonces no se habнa sentido tan desesperada y tan asustada como ahora, dйbil y dolorida, atormentada y aturdida. Sabнa que estaba mucho mбs grave de lo que se atrevнan a decirle, y dйbilmente se daba cuenta de que iba a morir. La costilla rota le punzaba al respirar; la cara y la cabeza, acardenaladas, le dolнan, y todo el cuerpo estaba en poder de unos demonios que la desgarraban con garfios ardiendo y la aserraban con cuchiEos mellados y la dejaban algunos momentos tan exhausta y sin fuerzas, que no podнa reponerse para defenderse de ellos cuando volvнan. No, el parto no habнa sido asн. Habнa sido capaz de comer manjares agradabilнsimos a las dos horas del nacimiento de Wade, de Ella y de Bonnie; pero, ahora, el pensar en nada que no fuera agua frнa le producнa nбuseas.

ЎQuй sencillo era tener un hijo y quй doloroso el no tenerlo! ЎY cuan extraсo! ЎQuй doloroso habнa sido, en medio de tanto dolor, el saber que no iba a tener ya aquel hijo! Verdaderamente extraсo que ello sucediera con el primer hijo que realmente deseara. Se esforzу por comprender por quй lo deseaba; pero estaba muy abatida, demasiado abatida para pensar en algo que no fuese el temor a la muerte. La muerte estaba en la habitaciуn y ella no tenнa fuerza para hacerle frente y luchar con ella, y por eso tenнa miedo. Deseaba tener a su lado a alguien que fuese muy fuerte, que la retuviera por la mano, que luchara con la muerte hasta que a ella le volviera la fuerza suficiente para defenderse por sн misma.

La ira habнa desaparecido ante el dolor, y deseaba ver a Rhett; pero Rhett no estaba allн, y ella no podнa resolverse a llamarlo.

El ъltimo recuerdo que tenнa de йl era su expresiуn cuando la habнa recogido al pie de los escalones en el oscuro vestнbulo. Tenнa el rostro lнvido y con un terror espantoso reflejado en йl, llamando como loco a Mamita. Y luego tenнa una vaga idea de que la subнan, y despuйs ya la oscuridad habнa envuelto su mente. Y dolor, y mбs dolor, y el cuarto lleno de voces que cuchicheaban, y los sollozos de tнa Pittypat, y las bruscas уrdenes del doctor Meade, y pasos presurosos en las escaleras y quedos alrededor de su alcoba; y luego, como un cegador rayo de luz, el conocimiento de la muerte y el miedo, que le hicieron sentir deseos de gritar un nombre, y el grito fue un susurro.

Pero aquel susurro desesperado tuvo una respuesta inmediatamente en algъn sitio, en la oscuridad, al lado de la cama, y la voz suave de la persona a quien llamaba contestу en tono acariciador.

—Estoy aquн, querida, he estado aquн siempre.

El terror y la muerte cedieron un paso cuando Melanie tomу con dulzura su mano, apoyбndola contra su fina mejilla. Scarlett quiso volverse para verle la cara, pero no pudo. Melanie iba a tener un hijo y los yanquis estaban llegando. La ciudad estaba ardiendo y tenнa que darse prisa, mucha prisa. Pero Melanie iba a tener un niсo y ella no podнa darse prisa. Tenнa que quedarse con Melanie hasta que naciese el niсo y ser fuerte, porque Melanie necesitaba su fortaleza. Melanie tenнa unos dolores terribles y por doquier habнa garfios ardiendo, y cuchillos mellados, y olas de dolor. Tenнa que coger la mano de Melanie.

Pero por fin estaba allн el doctor Meade; hubiera ido aunque le hubiesen necesitado los soldados en la estaciуn, porque le oyу decir:

—Delira. їDуnde estб el capitбn Butler?

La noche era oscura y otras veces llena de luces, y ahora era ella la que iba a tener un niсo, y luego era Melanie la que gritaba; pero, por encima de todo, Melanie seguнa siempre allн, y sus manos estaban frescas, y no se movнa inъtilmente ni sollozaba como tнa Pitty. Siempre que Scarlett abrнa los ojos, decнa: «Melanie», y la voz le contestaba. Y muchas veces estaba a punto de decir: «Rhett, quiero a Rhett», y se acordaba, como en un sueсo, de que Rhett no la querнa a ella, que la cara de Rhett era negra como la de un indio, y sus dientes, blancos, con una mueca irуnica. Ella lo querнa y йl no la querнa a ella.

Una voz dijo: «Melly», y la voz de Mamita dijo: «Soy yo, niсa», poniйndole un paсo frнo sobre la frente. Y Scarlett gritу frenйtica: «ЎMelly, Melanie! »; pero, durante un buen rato, Melanie no llegу. Porque Melanie estaba sentada al borde de la cama de Rhett, y Rhett borracho y sollozante, estaba tirado en el suelo con la cabeza apoyada en el regazo de Melanie.

Cada vez que habнa salido del cuarto de ella, lo habнa visto sentado sobre la cama, con la puerta de su habitaciуn abierta de par en par y mirando a la puerta de la habitaciуn de Scarlett. El cuarto estaba sucio, sembrado de colillas y de platos con la comida sin tocar. La cama estaba revuelta y sin hacer, y йl sentado sobre ella, sin afeitar y repentinamente adelgazado, fumando sin parar. Nunca le preguntaba nada al verla; pero Melanie se detenнa siempre un minuto en el umbral para darle noticias. «Lo siento mucho. Estб peor. » O bien: «No, todavнa no ha preguntado por usted; la pobre estб delirando». O: «No debe usted perder toda esperanza, capitбn Butler. Dйjeme usted traerle un cafй caliente y algo que comer; se va usted a poner malo».

Cuando veнa cуmo estaba, el corazуn se le llenaba de compasiуn, y eso que estaba demasiado cansada y soсolienta para poder sentir nada. їCуmo podrнa la gente decir de йl cosas tan horribles? Que no tenнa corazуn, que era perverso, que era infiel a Scarlett... ЎCuando ella veнa cуmo se iba quedando en los huesos y la expresiуn atormentada de sus ojos! A pesar de lo cansada que estaba, procuraba siempre ser mбs cariсosa de lo corriente cuando le daba el parte del estado de la enferma. Sн, parecнa un alma condenada esperando el juicio; era como un niсo en aquel mundo hostil. Pero todo el mundo era como un niсo con Melanie.

Pero cuando por fin se acercу alegre a su puerta para decirle que Scarlett estaba mejor, Melanie no estaba preparada para el cuadro que encontrу. Encima de la mesilla de noche habнa una botella de whisky casi vacнa y el cuarto apestaba a alcohol. Йl la mirу con ojos brillantes y vidriosos y los mъsculos de su mandнbula temblaban a pesar de sus esfuerzos por encajar los dientes.

—їHa muerto?

—ЎOh, no! Estб mucho mejor.

—ЎOh, Dios mнo! —dijo йl, y escondiу la cabeza entre las manos.

Melanie vio que sus anchos hombros se estremecнan como en un escalofrнo y, cuando lo contemplaba compasiva, su piedad se trocу en terror porque notу que estaba llorando. Melanie nunca habнa visto llorar a un hombre, Ўy ver ahora precisamente llorar a Rhett, tan suave, tan burlуn, tan seguro siempre de sн mismo! El extraсo ruido de sus sollozos le daba miedo. Se le ocurriу la idea espantosa de que estaba borracho. Melanie tenнa un miedo horrible a la embriaguez. Pero, cuando le vio levantar la cabeza y pudo ver un momento su mirada, Melanie entrу rбpida en la habitaciуn, cerrу tras sн la puerta y se acercу a Rhett. No habнa visto nunca llorar a un hombre, pero habнa consolado las lбgrimas de muchos niсos. Cuando ella le puso una mano en el hombro, los brazos de Rhett rodearon sъbitamente sus faldas. Antes de que supiera cуmo ocurriу, Melanie estaba sentada sobre la cama y Rhett, en el suelo, con la cabeza en su regazo y los brazos y las manos agarrбndola con una fuerza inconsciente que le hacнa daсo.

Cariсosamente, le dio unas palmaditas en la cabeza y dijo:

—Vamos, vamos; se va a poner pronto buena.

Aestas palabras, los brazos de йl la ciсeron aъn mбs fuertemente y empezу a hablar de prisa, rudo, a hablar como a una tumba que nunca habrнa de repetir sus secretos, diciendo la verdad por primera vez en su vida, dejando desnuda su alma ante Melanie, que al principio se sentнa totalmente desconcertada, invadida por una emociуn maternal. Йl hablaba entrecortadamente, hundiendo la cabeza en su regazo, dando nerviosos tirones a los vuelos de su falda. Unas veces, sus palabras eran apagadas, borrosas; otras, llegaban demasiado claramente a los oнdos de Melanie: duras palabras de confesiуn y de rebajamiento; hablando de cosas que nunca, ni siquiera a una mujer, las habнa oнdo ella contar, cosas secretas que traнan el rubor de la modestia a sus mejillas y la hacнan alegrarse de que йl tuviese la cabeza inclinada.

Ella, acariciando su cabello como hacнa con el pequeсo Beau, dijo:

—Cбllese, capitбn Butler; no debe usted decirme esas cosas. No se da usted cuenta de lo que dice.

Pero la voz de йl continuaba como en un desbordamiento, y su mano aferraba el vestido de Melanie como una tabla de salvaciуn.

Se acusу de actos que ella no comprendнa, balbuceу el nombre de Bella Watling y luego la hizo estremecerse al gritar con violencia:

—Yo he matado a Scarlett, la he matado. Usted no lo comprende; ella no querнa ese niсo y...

—Tiene usted que callarse. No estб usted en sus cabales. їQue no querнa ese niсo? Todas las mujeres quieren...

—No, no. Usted sн quiere hijos. Pero ella no. No los hijos mнos...

—Cбllese.

—Usted no me entiende. Ella no querнa un hijo, y yo tuve la culpa. Este hijo... Es mi condenada culpa. Llevбbamos mucho tiempo sin dormir juntos...

—Cбllese, capitбn Butler. No estб bien... —Yo estaba borracho y loco y querнa herirla, porque ella me habнa herido a mн. Yo deseaba... y lo hice. Pero ella no me querнa, nunca me habнa querido, nunca me ha querido, y yo intentaba, intentaba con todas mis fuerzas y... Yo no sabнa nada de ese niсo hasta el otro dнa, cuando se cayу. Ella no sabнa dуnde estaba yo para escribirme y decнrmelo, pero no me hubiera escrito aunque lo hubiera sabido. Le aseguro a usted, le aseguro que hubiera venido corriendo a casa si hubiera sabido... Me quisiera ella en casa o no...

—ЎOh, sн, ya sй que hubiera venido!

—ЎDios, he estado loco estas semanas, loco y borracho! Y cuando me lo dijo, allн en la escalera... їQuй hice yo? їQuй dije? Me echй a reнr y le dije: «Anнmate. Tal vez tengas un aborto». Y ella...

Sъbitamente, Melanie se quedу lнvida y sus ojos se agrandaron por el horror cuando mirу la atormentada cabeza que se revolvнa sobre su regazo. El sol del atardecer entraba a raudales por la ventana abierta, y de repente vio, como si fuese por primera vez, lo grandes, y lo morenas, y lo fuertes que eran sus manos, y quй espeso era el vello negro que cubrнa su dorso. Involuntariamente se retirу de ellas. Parecнan tan rapaces, tan rudas y, sin embargo, apoyadas en su falda, tan destrozadas, tan desamparadas...

їSerнa tal vez posible que hubiera oнdo la infame mentira sobre Scarlett y Ashley y estuviera celoso? Verdaderamente, habнa abandonado la ciudad inmediatamente despuйs del escбndalo, pero... No, no podнa ser por eso. El capitбn Butler siempre estaba haciendo viajes precipitados. No podнa haber creнdo aquella chismografнa. Era demasiado inteligente. Ademбs, si hubiera sido йsta la causa de tal trastorno, їno hubiera intentado matar a Ashley? O, por lo menos, їno habrнa pedido explicaciones?

No, no podнa ser eso. Era sencillamente que estaba bebido y enfermo por la tensiуn y que su imaginaciуn estaba corriendo desenfrenada, como la de un hombre delirante, diciendo barbaridades. Los hombres no pueden soportar la tensiуn tan bien como las mujeres. Algo le habнa trastornado, tal vez habнa tenido una pequeсa disputa con Scarlett y las circunstancias le hacнan darle proporciones desmesuradas. Tal vez alguna de las cosas terribles que habнa dicho fuera verdad. Pero todas ellas no podнan serlo. ЎOh, esa ъltima seguramente no lo era! Ningъn hombre podнa decir semejante cosa a una mujer a quien amaba locamente como йl amaba a Scarlett. Melanie nunca habнa visto la maldad, nunca habнa visto la crueldad, y ahora que las veнa por primera vez le resultaban ambas imposibles de concebir. Estaba bebido y enfermo. Y a los niсos enfermos hay que mimarlos.

—Bueno. Cбllese ahora —dijo, cariсosa—. Ya comprendo.

Йl levantу la cabeza violentamente y la mirу con sus ojos sanguinolentos, retirando las manos. —ЎNo, por Dios! No lo entiende usted. No puede usted entender. Es usted, es usted... demasiado buena para entender. No me cree usted. Pero todo es verdad y yo soy un perro. їSabe usted lo que hice? Estaba loco, trastornado por los celos. Ella nunca me ha querido y yo tenнa la esperanza de conseguir que me quisiera. Pero nunca le he importado un comino. No me quiere a mн. Quiere a...

Su mirada apasionada de borracho se encontrу con la suya y se detuvo con la boca abierta, como si por primera vez se diera cuenta de con quiйn estaba hablando. El rostro de Melanie estaba pбlido y tenso, pero sus ojos eran tranquilos y dulces y estaban llenos de incredulidad y de misericordia. Habнa en ellos una serenidad luminosa, y la inocencia de las dulces pupilas oscuras lo conmoviу como un golpe en pleno rostro, haciendo desaparecer parte de su borrachera, detenido sus locas palabras a mitad de camino. Hizo una mueca, sus ojos se apartaron de los de ella, moviу rбpidamente los pбrpados como intentando coordinar las ideas.

—Soy un idiota —dijo, dejando caer de nuevo la cansada cabeza en su regazo—. Pero no tan idiota como todo eso. Si se lo dijese, usted no me creerнa, їverdad? Es usted demasiado buena para creerme. Nunca, antes, he conocido una persona verdaderamente buena. No me creerнa usted, їverdad?

—No, no le creerнa —dijo dulcemente, volviendo a acariciar su cabello—. Pronto estarб buena otra vez. Vamos, capitбn Butler, no llore. Pronto estarб buena otra vez.

La mujer que un mes mбs tarde dejу Rhett en el tren de Jonesboro era una mujer pбlida y delgada. Wade y Ella, que iban a hacer el viaje con su madre, estaban quietos y callados al ver su rostro blanco y triste, y se arrimaban a Prissy, atemorizados por la atmуsfera de frialdad que hasta sus mentes infantiles no podнan por menos de sentir entre su madre y su padrastro.

A pesar de lo dйbil que estaba Scarlett, se marchaba a Tara. Hubiera enloquecido, de permanecer un dнa mбs en Atlanta, con la imaginaciуn dando vueltas y mбs vueltas alrededor de las mismas ideas en aquel tumulto en que se debatнa. Estaba dйbil de cuerpo y cansada de espнritu y se encontraba como una niсa perdida en una regiуn de pesadilla en la que no veнa nada familiar que pudiese guiarla.

Lo mismo que habнa huido de Atlanta una vez ante un ejйrcito invasor, lo mismo huнa ahora, relegando al fondo de su mente las ideas desagradables con su acostumbrada inhibiciуn ante las preocupaciones: «No quiero pensar en eso ahora, no podrнa soportarlo, ya lo pensarй maсana en Tara; maсana serб otro dнa». Le parecнa que, si podнa volver a la tranquilidad de los verdes campos de algodуn, todas sus preocupaciones desaparecerнan y hallarнa medio de hacer con sus destrozados pensamientos algo que no le impidiese vivir.

Rhett se quedу contemplando el tren hasta que se perdiу de vista, y en su rostro habнa una expresiуn de amargura que no resultaba nada agradable. Suspirу, despidiу el coche y, montando en su caballo, cabalgу calle abajo hacia casa de Melanie.

Era una maсana calurosa. Melanie estaba sentada bajo la parra del porche zurciendo calcetines, de los que tenнa una gran cesta Ьena. Experimentу viva confusiуn cuando vio a Rhett bajarse del caballo y echar las riendas al negrito de hierro que habнa a la entrada. No le habнa visto a solas desde aquel espantoso dнa, cuando Scarlett estaba tan enferma y йl estaba... bueno, sн, tan borracho. Melanie odiaba hasta el pensar en esa palabra. Sуlo le habнa hablado alguna vez durante la convalecencia de Scarlett, y en tales casos hizo lo posible por no encontrar su mirada. Йl, desde luego, en estas ocasiones habнa estado lo mismo que siempre, y nunca, ni con miradas ni con palabras, habнa dado a entender que entre ellos se hubiera desarrollado semejante escena. Ashley le habнa dicho una vez que era muy frecuente en los hombres el no recordar las cosas que habнan hecho hallбndose en estado de embriaguez, y Melanie deseaba de todo corazуn que la memoria del capitбn Butler le hubiera fallado en esta ocasiуn. Notaba que preferirнa morir a enterarse de que recordaba sus expansiones. Se sintiу llena de timidez y azoramiento, y oleadas de rubor cubrieron sus mejillas al verle acercarse por el camino. Pero tal vez no fuese mбs que a preguntar si Beau podrнa ir a pasar el dнa con Bonnie. Seguramente no tendrнa el poco tacto de ir a darle las gracias por lo que habнa hecho por йl aquel dнa.

Se levantу para recibirlo, observando con sorpresa, como le ocurrнa siempre, lo бgilmente que se movнa siendo un hombre tan grande.

—їSe ha marchado Scarlett?

—Sн. Tara le sentarб bien —dijo йl sonriendo—. Algunas veces pienso que le ocurre lo que al gigante Anteo, que se hacнa mбs fuerte cada vez que se ponнa en contacto con la madre tierra. No le conviene a Scarlett pasar demasiado tiempo lejos de aquel rincуn lleno de barro rojo al que tanto ama. El ver crecer el algodуn le harб mбs provecho que todos los tуnicos del doctor Meade.

No quiere usted sentarse? —preguntу Melanie, que no sabнa quй hacer con sus manos.

ЎRhett era tan grande y tan fuerte! Las personas tan grandes y fuertes siempre la desconcertaban. Parecнan irradiar una fuerza y una vitalidad que la hacнan sentirse mбs dйbil y mбs menuda aъn de lo que realmente era. Йl tenнa un aspecto formidable y los duros mъsculos de sus hombros resaltaban en la blancura de su chaqueta de hilo de un modo que la asustaba. Le parecнa imposible haber visto abatida tanta fuerza e insolencia. ЎY ella habнa sostenido aquella cabeza en su regazo!

«ЎOh Dios mнo! », pensу azorada; y se ruborizу de nuevo.

—Melanie —dijo Rhett amablemente—, їla molesta mi presencia? їPrefiere que me vaya? Por favor, dнgame la verdad.

«ЎOh! —pensу Melanie—. Se acuerda y se da cuenta de lo violenta que estoy. »

Le vio implorante y, de pronto, el azoramiento y la confusiуn desaparecieron. La mirada de йl era tan tranquila, tan cariсosa, tan comprensiva, que Melanie no pudo menos de preguntarse cуmo habнa podido ser tan tonta para sentirse asustada. Tenнa el rostro cansado y, pensу Melanie, bastante triste. їCуmo se le pudo ocurrir que iba a ser tan poco educado para tratar de asuntos que los dos preferirнan olvidar?

«iPobre hombre! ЎQuй preocupado ha estado con lo de Scarlett! », pensу. Y, sonriendo, le dijo:

—Haga el favor de sentarse, capitбn Butler.

Rhett se sentу pesadamente y la observу mientras recogнa su costura.

—Melanie: he venido a pedirle un favor grandнsimo —dijo sonriendo—. A pedir su ayuda en un engaсo que sй que la repelerб.

—їUn engaсo?

—Sн, en realidad he venido a hablarle de negocios. —ЎSeсor! Entonces no es a mн, es a mi marido a quien tiene usted que ver. Yo soy una mujer torpe para los negocios. No soy tan inteligente como Scarlett.

—Mucho me temo que Scarlett sea demasiado inteligente, mбs de lo que le conviene —dijo йl—. Y precisamente de esto es de lo que deseaba hablarle. Ya sabe usted lo enferma que ha estado. Cuando vuelva de Tara, otra vez empezarб con preocupaciones y disgustos con el almacйn y con esas serrerнas que yo quisiera ver arder. Temo por su salud, Melanie.

—Sн, se preocupa demasiado. Debe usted obligarla a dejarlo todo y a cuidarse.

Йl se riу.

—Ya sabe usted lo terca que es; yo nunca intento ni discutir con ella. Es igual que una chiquilla voluntariosa. No me deja que la ayude; no dejarнa que nadie la ayudara. He intentado inducirla a vender su parte en las serrerнas; pero no quiere. Y ahora, Melanie, llegamos a lo del negocio. Yo sй que Scarlett accederнa a vender el resto de su participaciуn en las serrerнas al seсor Wilkes, pero a nadie mбs. Y yo desearнa que el seсor Wilkes se lo comprase.

—ЎOh! Eso serнa estupendo, pero...

Melanie se detuvo mordiйndose los labios. No podнa hablar de la cuestiуn de dinero con una persona con quien no tenнa bastante confianza. No sabнa cуmo, a pesar de lo que ganaban con la serrerнa. Ashley no tenнa nunca bastante dinero. La disgustaba ver lo poco que ahorraban. No sabнa adonde iba a parar el dinero. Ashley le daba lo suficiente para el manejo de la casa, pero en cuanto habнa algъn gasto extraordinario se veнan apurados. Desde luego, las cuentas del mйdico eran muy elevadas, y los libros y muebles que Ashley encargaba a Nueva York costaban un rнo de oro. Y daban de comer y vestнan a una porciуn de granujas que vivнan en las buhardillas de su casa. Y Ashley no era capaz de negar un prйstamo a nadie que hubiese servido en el Ejйrcito federal. Y...

—Melanie, yo deseaba prestarles a ustedes el dinero —dijo Rhett.

—Es usted muy bueno, pero nunca podrнamos devolvйrselo.

—No quiero que me lo devuelvan. No se enfade usted conmigo, Melanie. Por favor, escъcheme. Me pagarнa con creces el saber que Scarlett no estaba quedбndose sin fuerzas con tantas idas diarias a las serrerнas. El almacйn serнa suficiente para tenerla ocupada y feliz. їNo lo comprende usted?

—Sн, desde luego —dijo Melanie, indecisa.

—Usted quiere que su hijo tenga una jaca, їverdad? Y quiere usted que vaya a la Universidad, a Harvard, y a hacer un gran viaje por Europa.

—Ya lo creo —gritу Melanie, con el rostro iluminado como siempre que se le hablaba de Beau—. Yo quiero muchas cosas para йl, pero... bueno, todo el mundo estб tan pobre ahora que...

—El seсor Wilkes podrнa ganar una barbaridad de dinero con esas serrerнas —dijo Rhett—. Y le gustarнa ver a Beau disfrutar de todas las ventajas que se merece.

—ЎOh! Capitбn Butler, es usted una malнsima persona —exclamу Melanie, sonriendo—. Apelando al orgullo maternal... Puedo leer en usted como en un libro abierto.

—Espero que no —dijo Rhett, y por primera vez hubo un resplandor de risa en sus ojos—. Y ahora, їme dejarб usted que le preste el dinero?

—Pero, їdуnde estб el engaсo?

—Debemos ser conspiradores y engaсar a Scarlett y al seсor Wilkes.

—Me serнa imposible. ЎCuбnto lo siento!

—ЎSi Scarlett supiese que he estado conspirando a espaldas de ella, aunque sea por su bien...! Pero ya conoce usted su carбcter. Y me temo mucho que el seсor Wilkes rehusase cualquier prйstamo que yo le ofreciera. Asн, pues, ninguno de los dos debe saber de dуnde viene el dinero.

—ЎOh! Pero estoy segura de que mi marido no rehusarнa si comprendiese bien. ЎQuiere tanto a Scarlett!

—Estoy seguro de ello —dijo amablemente Rhett—. Pero, a pesar de todo, rehusarнa. Ya sabe usted lo orgullosos que son todos los Wilkes.

—ЎCuбnto lo siento! —dijo Melanie, disgustadнsima—. Quisiera... Verdaderamente, capitбn Butler, no puedo mentir a mi marido.

—їNi siquiera para ayudar a Scarlett?

Rhett parecнa ofendido.

—Y ella, que la quiere a usted tanto...

En los pбrpados de Melanie temblaron las lбgrimas.

—Sabe usted que harнa cualquier cosa del mundo por ella. Nunca, nunca, podrй pagarle ni la mitad de lo que ella ha hecho por mн. Ya sabe usted...

—Sн —dijo rбpidamente—, sй todo lo que ha hecho por usted. їNo puede usted decirle al seсor Wilkes que el dinero es el legado de algъn pariente?

—ЎOh! Capitбn Butler, no tengo un pariente que posea un centavo.

—Bien. Y si yo le mando el dinero por correo al seсor Wilkes sin que йl sepa quiйn se lo envнa, їse ocuparнa usted de que el dinero se emplee en la compra de las serrerнas y no... en darlo a los ex confederados hambrientos? Al principio, ella pareciу ofendida por sus ъltimas palabras, como si йstas implicasen una crнtica de Ashley; pero Rhett sonriу tan comprensivamente que Melanie le devolviу la sonrisa.

—Desde luego, asн lo harй.

—De modo que estб decidido. їSerб nuestro secreto?

—Pero yo nunca he tenido un secreto para mi marido...

—Estoy seguro de ello, Melanie.

Al mirarlo, Melanie pensу cuan acertada habнa estado ella siempre en sus juicios sobre йl y quй equivocados estaban todos los demбs. La gente decнa que era brutal e irуnico y que tenнa malas maneras, y hasta que no era honrado. Aunque mucha gente de lo mбs distinguido de Atlanta admitнa ahora que se habнa equivocado. Bueno, ella, desde el principio, habнa comprendido que Rhett era una buenнsima persona. Ella nunca habнa recibido de йl mбs que atenciones, favores, respeto profundo y comprensiуn. ЎY quй enamorado estaba de Scarlett! ЎQuй bueno era dando tanto rodeo por evitarle trabajo!

En un impulso expansivo, exclamу:

—Tiene suerte Scarlett con un marido tan atento con ella.

—їLo cree usted asн? Mucho me temo que ella no estarнa de acuerdo con usted si la oyese... Ademбs, tambiйn trato de ser atento con usted, Melanie. Le estoy dando a usted mбs de lo que le estoy dando a Scarlett.

—їA mн? —preguntу Melanie intrigada—. ЎAh, quiere usted decir para Beau!

Rhett cogiу su sombrero y se levantу. Permaneciу de pie un momento, contemplando el rostro sin encanto, de forma de corazуn, y los graves ojos oscuros. Un rostro extraсo.

—No, a Beau no. Estoy tratando de darle a usted algo mбs precioso que Beau, si usted puede imaginarse algo que lo sea...

—No, no puedo —dijo ella, asombrada otra vez—. No hay nada en el mundo mбs precioso para mн que Beau, excepto Ash..., excepto mi marido.



  

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