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QUINTA PARTE 6 страница



Scarlett estaba enfadada con la nena y querнa administrarle una buena correcciуn. No podнa complacerla dejando una lбmpara encendida en el cuarto de los niсos, porque entonces Wade y Ella no podrнan dormir. Rhett, molesto pero tranquilo, declarу frнamente que si se administraba alguna azotaina serнa йl personalmente quien lo hiciese, y no a Bonnie, sino a Scarlett.

El resultado fue que Bonnie fue trasladada del cuarto de los niсos al que Rhett ocupaba solo. Se colocу la camita al lado del gran lecho y una lбmpara con pantalla luciу en la mesa durante toda la noche. La ciudad comentу la historia. Se decнa que no estaba bien que una niсa, aunque sуlo tuviese dos aсos, durmiese en la alcoba de su padre. A Scarlett la criticaban por dos motivos: primero, porque demostraba claramente que ella y su marido dormнan en distinta habitaciуn, lo que ya parecнa suficientemente escandaloso; segundo, porque, si la niсa tenнa miedo a dormir sola, su sitio estaba al lado de su madre: todos opinaban asн. Y Scarlett no creyу a propуsito explicar que le era imposible dormir con luz y que, ademбs, Rhett no querнa dejar a la niсa dormir con ella.

—No te despertarнas a no ser que chillara, y entonces probablemente le darнas un cachete —habнa dicho secamente.

Scarlett estaba molesta por la importancia que Rhett concedнa a los terrores nocturnos de la niсa; pero pensу que se arreglarнa pronto aquel estado de cosas y podrнa mandarla de nuevo al cuarto de los niсos. Todos los niсos tenнan miedo a la oscuridad y el ъnico remedio era la energнa. Rhett obraba mal haciйndola pasar por una mala madre, para vengarse de que lo hubiese echado de su alcoba.

Йl no habнa vuelto a poner los pies en su cuarto, ni siquiera habнa llamado a su puerta desde la noche en que ella le habнa dicho que no querнa tener mбs hijos. En adelante, aunque empezу a quedarse en casa por las noches, a causa de los terrores de Bonnie, era mбs frecuente que cenase fuera de casa que en ella. Algunas veces habнa permanecido fuera toda la noche, y Scarlett, acostada, pero sin poder dormir detrбs de la cerrada puerta, oнa al reloj dar las tempranas horas matinales, preguntбndose dуnde estarнa Rhett. Se acordaba de su frase: «Hay otros lechos, querida mнa». Y, aunque esto la colmase de rabia, no podнa hacer nada para remediarlo. No podнa decir nada por miedo a desencadenar una escena en la cual йl seguramente mencionarнa la cerrada puerta y la probable influencia que Ashley tenнa sobre esto. Sн, su empeсo de que Bonnie durmiera en su habitaciуn con la luz encendida podнa ser un modo mezquino de vengarse.

No comprendiу la importancia que concedнa a los terrores de la niсa ni su completo entusiasmo por la chiquilla, hasta que llegу una noche espantosa que nadie en la casa podrнa olvidar jamбs.

Aquel dнa Rhett habнa encontrado un viejo camarada y habнa tenido mucho que charlar. Adonde habнan ido a charlar y a beber, Scarlett no lo sabнa, pero desde luego se figuraba que a casa de Bella Watling. No volviу por la tarde a sacar a Bonnie de paseo, ni tampoco a cenar. Bonnie, que habнa estado en la ventana toda la tarde esperбndolo con impaciencia, deseosa de enseсar a su padre su mutilada colecciуn de escarabajos, habнa sido acostada finalmente por Lou entre gritos y protestas. Si Lou se olvidу de encender la lбmpara o si йsta se consumiу, nadie lo supo exactamente; pero cuando por fin Rhett volviу a casa, completamente beodo, la casa estaba revuelta y los alaridos de la niсa se oнan desde las cuadras. Se habнa despertado en la oscuridad, lo habнa llamado y йl no estaba allн. Todos los horrores sin nombre que poblaban su pequeсa imaginaciуn se habнan apoderado de ella. Todos los mimos que le hicieron, todas las luces que llevaron Scarlett y las muchachas, no la tranquilizaron, y Rhett, subiendo las escaleras de tres en tres, parecнa un hombre que habнa visto la muerte.

Cuando finalmente tuvo entre sus brazos a la niсa y entre sus entrecortados sollozos pudo distinguir una sola palabra: «oscuro», se volviу a Scarlett y a los negros hecho una furia.

—їQuiйn apagу la luz? їQuiйn la dejу sola en la oscuridad? Prissy, te voy a arrancar el pellejo. Tъ...

—ЎDios mнo! ЎSeсorito Rhett, no fui yo, fue Lou!

—ЎPor Dios! Seсorito Rhett, yo...

—ЎCбllate! Ya sabнas mis уrdenes. Vete de aquн. No vuelvas.

—Scarlett, dale algъn dinero y que se marche sin que yo la vuelva a ver; y ahora todo el mundo largo de aquн. ЎTodo el mundo!

Los negros se precipitaron fuera de la habitaciуn; la infortunada Lou, llorando y secбndose con el delantal. Pero Scarlett se quedу. Era muy duro para ella ver a su hija predilecta calmarse en brazos de Rhett, cuando tanto habнa chillado en los suyos. Era duro verlo, era duro ver que ella no habнa conseguido sacar de la nena nada coherente y ahora, con los bracitos anudados al cuello de su padre, le contaba con voz entrecortada lo que la habнa asustado.

—De manera que se sentу sobre tu pecho —dijo Rhett suavemente—. їY era muy grande?

—ЎOh, sн! ЎMuy grande! ЎY con garras!

—їY garras tambiйn? Bueno, ahora me voy a sentar aquн a tu lado, y como vuelva le pego un tiro. —La voz de Rhett era seria y acariciadora, y los sollozos de Bonnie se fueron calmando. Su vocecita se fue tornando menos entrecortada, segъn iba haciйndole una minuciosa descripciуn del monstruo, con lenguaje que sуlo su padre era capaz de comprender. La tensiуn nerviosa de Scarlett iba en aumento, mientras oнa a Rhett discutir la cuestiуn como si hubiera sido algo real.

—ЎPor amor de Dios, Rhett!

Pero йl hizo seсas para que se callase. Cuando Bonnie se hubo dormido por fin, la dejу en la cama y la arropу.

—A esa negra le voy a arrancar el pellejo a tiras —dijo tranquilo—. Y es culpa tuya tambiйn. їPor quй no viniste a ver si la luz estaba encendida?

—No seas loco, Rhett —murmurу—. Se ha puesto asн porque tъ la educas mal. Muchнsimos niсos tienen miedo a la oscuridad, pero se les acostumbra. A Wade le daba mucho miedo, pero yo no lo consentн. Si la dejases chillar una noche o dos...

—ЎDejarla chillar! —Por un momento, Scarlett creyу que su marido iba a darle un golpe—. ЎO estбs loca o eres la mujer mбs despiadada del mundo! Nunca he visto...

—No quiero que se haga nerviosa y cobarde.

—їCobarde? ЎPor los cuernos de Satanбs! No tiene un pelo de cobarde. Pero tъ no tienes ni pizca de imaginaciуn y, por lo tanto, no puedes comprender la tortura de una persona que la tiene, especialmente si es una niсa... Si algo con garras y cuernos llegase y se sentase sobre tu pecho, lo mandarнas al diablo y te quedarнas tan fresca, їverdad? ЎEso ya lo verнamos! Haz el favor de recordar, seсora, que yo te he visto despertarte chillando como un gato escaldado, sencillamente porque soсabas que estabas corriendo rodeada de niebla. Y no hace tanto tiempo de eso.

Scarlett se quedу cortada, porque no le gustaba que le recordase aquel sueсo. Y ademбs, la molestaba pensar que Rhett la habнa tranquilizado entonces, de la misma manera que habнa tranquilizado ahora a Bonnie. Asн, pues, variу de tбctica.

—La estбs mimando, y...

—Y tengo la intenciуn de seguir haciйndolo. Asн se sobrepondrб y acabarб por olvidar su pesadilla.

—Entonces —dijo Scarlett, agriamente—, si quieres hacer de niсera, tendrбs que volver a casa todas las noches, y sobrio ademбs, para variar.

—Volverй a casa mбs temprano, pero tan borracho como una cuba si se me antoja.

Volviу mucho mбs temprano desde entonces, llegando con tiempo sobrado para acostar a Bonnie. Se sentaba a su lado con una manita de ella entre las suyas, hasta que el sueсo hacнa que la niсa le soltase. Sуlo entonces, bajaba de puntillas, dejando la lбmpara encendida y la puerta entornada, para oнrla si se despertaba asustada. Toda la casa estaba pendiente de la lamparita. Scarlett, Mamita, Prissy y Pork subнan de vez en cuando de puntillas para cerciorarse de si seguнa luciendo.

Tambiйn volviу mбs sobrio, pero no era por la influencia de Scarlett. Durante varios meses siguiу bebiendo, aunque sin llegar a emborracharse por completo, y una noche en que su aliento tenнa un fuerte olor a whisky, al llegar a casa, cogiу a la niсa diciйndole:

—їNo vas a darle un beso a tu novio?

Ella, arrugando la nariz y volviendo la carita, intentу desasirse de sus brazos.

—No —dijo f rancamente—. Ў Sucio!

—їQuй?

—ЎHueles mal! Tнo Ashley nunca huele mal.

—ЎMaldito sea! —dijo bruscamente, dejando a la niсa en el suelo—. Nunca esperй encontrar una abogada de la sobriedad en mi misma casa.

Pero desde entonces limitу su bebida a un vaso de vino despuйs de cenar. Bonnie, que bebнa siempre el ъltimo sorbo del vaso, no encontraba que el vino oliese mal. De resultas de esto la hinchazуn que habнa empezado a borrar la firme lнnea de las mejillas de Rhett desapareciу, y tenнa las ojeras menos oscuras y marcadas. Como a Bonnie le gustaba pasear montada en el arzуn de la silla de su caballo, Rhett se pasaba la mayor parte del dнa fuera, y el sol y el aire empezaron a curtirle la piel. Parecнa mбs sano y estaba mбs alegre y recordaba al brillante joven que habнa cautivado a Atlanta al principio de la guerra.

Personas que nunca habнan podido soportarlo, empezaron a sonreнr cuando lo veнan pasar con la chiquitнna encaramada delante de йl en la silla. Mujeres que siempre habнan pensado que ninguna mujer estaba segura a su lado empezaron a pararse y a hablar con йl en la calle para ver a Bonnie. Hasta las seсoras mбs rancias comprendieron que un hombre capaz de discutir las dolencias y los problemas de la infancia como йl lo hacнa no podнa ser del todo malo.

Era el cumpleaсos de Ashley, y Melanie preparaba en su honor una recepciуn para aquella tarde. Todo el mundo estaba enterado de la recepciуn excepto Ashley. Hasta Wade y el pequeсo Beau lo sabнan, pero se habнan juramentado para guardar el secreto, lo cual los colmaba de orgullo. Toda la gente distinguida de Atlanta habнa sido invitada y pensaba asistir. El general Gordon y su familia habнan aceptado complacidos. Alexander Stephens estarнa presente, si su delicada salud se lo permitнa, y hasta se esperaba a Bob Toombs, el бguila de la Confederaciуn.

Durante toda aquella maсana, Scarlett, Melanie, India y tнa Pittypat se afanaban por la casita dirigiendo a los negros mientras colgaban las reciйn planchadas cortinas, limpiaban la plata, daban cera al piso y cocinaban, agitaban y probaban los refrigerios que se habнan de servir. Scarlett no habнa visto nunca a Melanie tan excitada y tan feliz.

—їSabes, querida? Ashley no ha tenido nunca una fiesta de cumpleaсos, desde, desde... їTe acuerdas del barbacoa en Doce Robles, el dнa en que nos enteramos de que mнster Lincoln pedнa voluntarios? Bueno, pues no habнa tenido una fiesta de cumpleaсos desde entonces. Y trabaja tanto, y estб tan cansado cuando vuelve a casa por las noches, que ni siquiera se ha acordado de que son hoy sus dнas. ЎQuй sorpresa despuйs de cenar cuando llegue todo el mundo!

—їCуmo se arreglarб para poner estos faroles en el jardнn sin que los vea el seсor Wilkes cuando venga a cenar? —gruсу Archie.

Habнa estado toda la maсana sentado, vigilando los preparativos, muy interesado, pero sin querer reconocerlo. Nunca habнa presenciado entre bastidores recepciones numerosas y era para йl una novedad. Hacнa comentarios sobre las mujeres que corrнan por la casa como si hubiera fuego, simplemente porque iban a llegar visitas; pero ni unos caballos salvajes hubieran conseguido arrancarle del espectбculo. Los farolillos de colores que con tanto entusiasmo habнan hecho y pintado la seсora Elsing y Fanny para la fiesta le interesaban especialmente.

—ЎMisericordia! ЎNo habнa pensado en eso! —gritу Melanie—. ЎQuй suerte que se te haya ocurrido! ЎSeсor, Seсor! їQuй voy a hacer? Habнa que colgarlos en los бrboles y arbustos y ponerles una vela dentro para encenderla cuando vayan a llegar los invitados. Scarlett, їpodrнas mandarme a Pork para que los arregle y los encienda mientras cenamos?

—Seсora Wilkes, tiene usted mбs sentido comъn que la mayorнa de las mujeres, pero cuando se apura lo pierde por completo —dijo Archie—. Y, en cuanto a ese negro loco de Pork, no sabe hacer nada mбs que visajes. Prenderнa fuego a todo en un minuto. Son muy bonitos —concediу—. Yo los colgarй mientras el seсor Wilkes y usted estйn comiendo.

—ЎOh, Archie, quй amable! —Melanie le dirigiу una mirada infantil de agradecimiento—. No sй lo que harнa sin ti. їCrees que podrнas ir poniйndoles las velas y siempre habrнa ese tiempo ganado?

—Acaso pueda —dijo Archie, gruсуn. Y se dirigiу renqueando hacia las escaleras del sуtano.

—Se cazan mбs moscas con una cucharada de miel que con un tonel de vinagre —murmurу Melanie cuando el bigotudo viejo hubo desaparecido escaleras abajo—. Estaba deseando que Archie pusiera esos faroles, pero ya sabйis como es. No hace nada si se le manda. Y ahora hemos conseguido quitбrnoslo de encima un rato. A los negros los cohibe tanto, que nunca hacen nada bien cuando le tienen encima, respirando sobre sus cuellos, como quien dice.

—Melanie, por nada del mundo tendrнa yo a ese viejo en mi casa —dijo Scarlett de mal humor. Odiaba a Archie tanto como Archie la odiaba a ella, y apenas se dirigнan la palabra. La de Melanie era la ъnica casa en la que йl hubiera consentido hallarse por un momento estando Scarlett presente; y aun en casa de Melanie la miraba siempre con recelo o desdйn—. Te harб algъn daсo. Acuйrdate de mis palabras.

—ЎOh! Es inofensivo si le das un poco de coba y le haces creer que no puedes pasar sin йl. Y quiere tanto a Ashley y a Beau, que yo siempre me encuentro mбs segura sabiйndole cerca.

—ЎQuerrбs decir que te quiere tanto a ti, Melanie! —dijo India. Y su pбlido rostro se distendiу en una calurosa sonrisa mientras miraba cariсosamente a su cuсada—. Yo creo que eres la primera persona a quien ese viejo rufiбn ha tomado cariсo desde que su mujer... Creo que le gustarнa que alguien te insultase para matarle, demostrбndote su cariсo de ese modo.

—ЎMisericordia! ЎQuй ocurrencias, India! —repuso Melanie, poniйndose como la grana—. Sabes de sobra que me cree completamente boba.

—Bueno —interrumpiу Scarlett bruscamente—. No comprendo la importancia que pueda tener lo que piense ese estafermo. Tengo que marcharme. Aъn debo comer, luego ir al almacйn y pagar a los dependientes, y despuйs al depуsito de maderas a pagar a los conductores y a Hugh Elsing.

—їVas a ir al depуsito de maderas? —preguntу Melanie—. Ashley tiene que ir tambiйn a ъltima hora de la tarde a ver a Hugh. A ver si puedes entretenerlo hasta las cinco. Si vuelve antes, seguramente nos encontrarб acabando algъn pastel o algo por el estilo, y entonces, Ўadiуs sorpresa!

Scarlett sonriу para sus adentros, sintiйndose de nuevo de buen humor.

—Sн, lo entretendrй —contestу.

Mientras hablaba, los inexpresivos ojos de India la miraban penetrantemente: «Siempre me mira asн cuando hablo de Ashley», pensу Scarlett.

—Bueno, entretйnlo todo el tiempo que puedas despuйs de las cinco —dijo Melanie—. Y entonces India puede pasar a recogerlo... Scarlett, ven temprano esta noche. No quiero que pierdas ni un minuto de la fiesta.

«No quiere que pierda ni un minuto de la fiesta, їeh? Pues їpor quй no me invita a recibir con ella, como a India y a tнa Pitty? », pensaba Scarlett, malhumorada, mientras volvнa a su casa.

Generalmente a Scarlett se le hubiera dado un ardite recibir o no en las recepciones de Melanie. Pero aquйlla era la fiesta mбs notable que habнa dado, y sobre todo era la fiesta de cumpleaсos de Ashley, y a Scarlett le hubiera gustado poder estar a su lado y recibir con йl. Pero sabнa muy bien por quй no se le habнa invitado a ello. Y, si ella no lo hubiera sabido, el comentario de Rhett sobre el asunto habнa sido suficientemente franco.

—їUna scallawag recibiendo cuando todo lo mбs importante ex confederado y demуcrata va a estar allн? Tienes unas ocurrencias tan divertidas como absurdas. Desengбсate, ha sido necesaria toda la lealtad de Melanie para que te haya invitado...

Aquella tarde, Scarlett se arreglу con mбs detenimiento que de costumbre para ir al almacйn y al depуsito de maderas. Se puso el traje verde oscuro de seda con irisaciones que a ciertas luces parecнa de color lila, y el sombrero nuevo verde pбlido, rodeado de plumas verde oscuro. Si Rhett la hubiese dejado cortarse algo de flequillo y ponйrselo rizado por la frente, Ўcuбnto mejor le sentarнa la toquita! Pero йl declarу que le afeitarнa toda la cabeza si se cortaba el flequillo. Y aquellos dнas estaba haciendo tales atrocidades, que era capaz de realizar йsa tambiйn.

Era una tarde deliciosa, soleada pero no demasiado calurosa; clara pero no deslumbradora, y la templada brisa que hacнa susurrar los бrboles a lo largo de Peachtree Street agitaba las plumas del gorrito de Scarlett. Se sentнa feliz, como siempre que iba a ver a Ashley. Tal vez, si pagaba temprano a los conductores y a Hugh Elsing, йstos se marcharнan a casa y los dejarнan a ella y a Ashley solos en el despachito del depуsito de maderas. ЎAquellos dнas resultaba tan difнcil ver a Ashley a solas! ЎY pensar que Melanie le habнa encargado a ella que lo entretuviera!... Era divertido. Se sentнa feliz cuando llegу al almacйn y pagу a Willie y a los otros empleados, sin preguntarles siquiera quй tal se habнa dado el dнa. Era sбbado, el mejor dнa de la semana para el almacйn, porque todos los campesinos iban ese dнa a la ciudad a comprar; pero no preguntу nada.

En su camino al depуsito se detuvo una docena de veces para hablar con seсoras republicanas que iban en esplйndidos carruajes (no tan esplйndidos como el suyo, pensу complacida) y con hombres que cruzaban el rojo polvo del camino para presentarle, sombrero en mano, sus respetos. La tarde era hermosa, se sentнa feliz, se encontraba bonita y su carruaje era verdaderamente regio. A causa de tales retrasos, llegу al depуsito mбs tarde de lo que era su propуsito y se encontrу a Hugh y a los carreteros sentados sobre un montуn de maderas esperбndola.

—їEstб ahн Ashley?

—Sн, estб en el despacho —dijo Hugh, abandonando la expresiуn habitualmente huraсa de su rostro para sonreнr al verla tan contenta—. Estб intentando..., quiero decir, estб con los libros.

—ЎOh, no tiene que molestarse en eso hoy! —dijo ella; y luego, bajando la voz—: Melanie me ha mandado para que lo entretenga mientras ponen la casa en orden para la fiesta de esta noche.

Hugh sonriу, porque iba a asistir a la fiesta. Le gustaban mucho y pensу que, a juzgar por la expresiуn de Scarlett esta tarde, a ella tambiйn le debнan gustar. Ella pagу a los carreteros y a Hugh y, dejбndolos bruscamente, se dirigiу al despachito, demostrando a las claras con su actitud que no deseaba que la acompaсasen. Ashley la recibiу en la puerta, de pie bajo los rayos del sol, con los ojos brillantes y en sus labios una sonrisa que casi era una mueca.

—Bueno, Scarlett... їCуmo es posible que estйs aquн a estas horas en lugar de estar en mi casa ayudando a Melanie a preparar la sorpresa?

—ЎPero, Ashley! —exclamу ella, indignada—. ЎSi creнa que no sabнas ni una palabra de eso! ЎQuй desilusiуn se va a llevar Melanie si no te sorprendes!

—No se enterarб. Serй el hombre mбs sorprendido de toda Atlanta —dijo Ashley, con la risa en los ojos.

—їPero quiйn ha sido tan vil como para contбrtelo?

—Realmente, todos los hombres invitados por Melanie. El general Gordon el primero. Dice que sabe por experiencia que cuando las mujeres dan fiestas de sorpresa para agasajar a sus maridos generalmente escogen el dнa en que los hombres han decidido limpiar y arreglar todas las escopetas de la casa. Y el viejo Merriwether tambiйn me avisу: dice que, una vez, la seсora Merriwether tambiйn le quiso sorprender con una fiesta en su honor y la mбs sorprendida fue ella, porque el viejo habнa estado curбndose su catarro, el muy pillo, con una botella de whisky y estaba demasiado borracho para levantarse de la cama... ЎOh! Todos los hombres a quienes se ha querido sorprender alguna vez con una fiesta dada en su honor me han avisado.

—ЎQuй necios! —dijo Scarlett, aunque no pudo menos de sonreнr.

Cuando Ashley sonreнa de aquel modo, parecнa el antiguo Ashley de Doce Robles. ЎY era tan raro que sonriese ahora! El aire era suave, el sol benigno, el rostro de Ashley alegre, su charla tan natural que el corazуn de Scarlett saltу de alegrнa; se hinchaba dentro del pecho hasta que llegу a dolerle materialmente de placer, como si tuviera un peso demasiado grande de felicidad, de lбgrimas dichosas. Sintiу el loco impulso de lanzar su sombrerito al. aire y gritar: «Ўhurra! ». Entonces pensу en el asombro que esto causarнa a Ashley, y de repente se echу a reнr; riу hasta que las lбgrimas acudieron a sus ojos. Йl riу tambiйn, echando atrбs la cabeza como cuando se rнe con muchas ganas, creyendo que su alegrнa era producida por la amistosa traiciуn de los hombres que habнan divulgado el secreto de Melanie.

—Entra, Scarlett. Vamos a ver los libros.

Entraron en el despachito baсado por el sol de la tarde y ella se sentу delante del pupitre. Ashley, que la seguнa, se instalу en una esquina de la mesa de pino balanceando las piernas despreocupadamente.

—Vaya, no nos aburramos con los libros esta tarde, Ashley. No tengo ganas de preocupaciones. Cuando estreno sombrero me hace el efecto de que todos los nъmeros que conozco se borran de mi cabeza.

—Los nъmeros estбn bien borrados cuando el sombrero es tan bonito como йse —dijo Ashley—. Estбs mбs linda cada dнa, Scarlett.

Se deslizу de la mesa y riendo le cogiу las manos apartбndoselas para poder contemplar el vestido.

—ЎEstбs preciosa! No puedo creer que llegues nunca a ser vieja.

A su contacto, ella comprendiу que, sin darse cuenta de ello, habнa estado deseando que esto ocurriese. Todo aquel alegre atardecer habнa estado esperando el calor de sus manos, la ternura de su mirada, una palabra que indicase que йl la querнa. Йsta era la primera vez, desde aquella helada tarde en el pomar de Tara, que se encontraban completamente solos, la primera vez que sus manos se encontraban en un ademбn que no fuera de mera formalidad, y despuйs de tantos meses que estaba hambrienta de su contacto. Pero ahora...

ЎQuй extraсo que el contacto de sus manos no la emocionase! Antes, su sola proximidad la hubiera hecho estremecerse. Ahora sentнa una curiosa sensaciуn de calurosa amistad y de satisfacciуn. No se comunicaba fiebre alguna de las manos de Ashley a las suyas, y su corazуn latнa con plбcida felicidad. Esto la intrigaba y la desconcertaba un poco. Aъn era su Ashley, su ardiente amado, y le querнa mбs que a su vida, pero...

Desechу esa idea de su imaginaciуn. Era suficiente estar con йl y que йl le cogiera las manos y que sonriesen completamente como amigos, sin tensiуn ni fiebre. Parecнa imposible que pudiera ser asн cuando pensaba en todas las cosas calladas que habнa entre ellos. Los ojos de Ashley se clavaron en los de ella, claros y brillantes, sonriendo como antiguamente, como a ella le gustaba, como si nunca hubiera habido entre ellos mбs que felicidad. No habнa barrera entre los ojos de los dos. Ella riу.

—ЎOh!, ЎAshley, me estoy volviendo vieja y decrйpita!

—ЎQuй disparate! No, Scarlett; cuando tengas sesenta aсos, a mн me seguirбs pareciendo la misma. Yo siempre te recordarй como estabas aquel dнa de nuestro ъltimo barbacoa, sentada bajo un roble con una docena de muchachos a tu alrededor. Podrнa decirte con todo detalle cуmo estabas vestida: con un traje blanco salpicado de florecillas verdes y un chai blanco sobre los hombros. Lucнas chinelas verdes con lacitos negros y un enorme sombrero de paja con largas cintas. Me sй ese traje de memoria, porque, cuando estaba en la cбrcel y las cosas se ponнan demasiado mal, me dedicaba a recordar y me parecнa contemplar los cuadros del pasado con minucioso detalle.

Se detuvo bruscamente, borrбndose de sus ojos la luz de ansiedad. Dejу caer las manos suavemente y ella permaneciу sentada esperando..., esperando las prуximas palabras.

—Hemos andado mucho los dos. їVerdad, Scarlett? Hemos caminado por caminos por los que nunca habнamos pensado caminar. Tъ has llegado rбpida y directamente, yo despacio y de mala gana.

Volviу a sentarse en la mesa, la mirу y sonriу de nuevo; pero no era una sonrisa como la que la habнa hecho tan feliz un momento antes; era una sonrisa frнa.

—Sн, llegaste de prisa, atбndome a las ruedas de tu carro. Scarlett, algunas veces no puedo menos de preguntarme quй hubiera sido de mн sin ti.

Scarlett acudiу rбpidamente a defenderlo de sн mismo; muy de prisa porque, traidoramente, la opiniуn de Rhett sobre el mismo asunto se presentу a su imaginaciуn.

—Pero si yo nunca he hecho nada por ti, Ashley... Sin mн tъ hubieras llegado a ser lo mismo. Algъn dнa hubieras llegado a ser un hombre rico, un gran hombre como lo vas a ser.

—No, Scarlett, la semilla de la grandeza nunca estuvo en mн. Creo que, si no hubiera sido por ti, hubiera caнdo en el olvido, como la pobre Ca. hleen Calvert y otros muchos que antaсo tuvieron grandes nombres, viejos nombres. —ЎOh, Ashley! No hables asн; parece que estбs triste.

—No, no estoy triste. Ya no lo estoy. Lo estuve hace tiempo. Ahora sуlo estoy...

Se detuvo de repente. Ella estaba leyendo su pensamiento. Era la primera vez que era capaz de hacerlo, cuando los ojos de Ashley miraban mбs allб cristalinos y ausentes. Mientras la locura de su amor habнa hecho latir su corazуn, su mente habнa estado cerrada para ella. Ahora, en la tranquila amistad que reinaba entre ambos, podнa leer en su mente, comprenderle un poco. Ahora ya no estaba triste, habнa estado triste despuйs de la rendiciуn, triste cuando ella le habнa suplicado que viniera a Atlanta. Ahora sуlo estaba resignado.

—Me disgusta oнrte hablar asн, Ashley —dijo vehementemente—. Hablas lo mismo que Rhett. Siempre estб machacando en esas cosas y en lo que йl llama los supervivientes de la lucha, hasta que me desespera de tal modo que me dan ganas de llorar.

Ashley sonriу.

—їNo se te ha ocurrido nunca pensar, Scarlett, que Rhett y yo somos fundamentalmente iguales?

—ЎOh, no! ЎTъ eres tan delicado, tan honrado, y йl...! —se interrumpiу, confusa.

—Pues lo somos. Procedemos de la misma clase de gente, nos hemos educado en el mismo ambiente, acostumbrados a pensar las mismas cosas. Y, en algъn cruce del camino, seguimos distinta direcciуn. Aъn pensamos igual, pero tenemos distintas reacciones. Como, por ejemplo: ninguno de los dos tenнa confianza en la guerra, pero yo me alistй y combatн y йl permaneciу a un lado hasta casi el final. Los dos sabнamos que era una lucha inъtil. Algunas veces pienso que era йl el que tenнa razуn, y entonces...

—ЎOh, Ashley! їCuбndo vas a dejar de mirar siempre los dos lados de las cuestiones? —preguntу Scarlett. Pero no hablу impaciente como lo hubiera hecho hacнa poco tiempo—. No se va a ningъn lado estudiбndolo todo tan a fondo.

—Eso es verdad, Scarlett. Pero dime, їadonde quieres ir tъ? Muchas veces lo he pensado. Yo no deseo ir a ningъn sitio. Sуlo deseo ser yo mismo.

їAdonde querнa llegar Scarlett? Era una pregunta tonta. Dinero y seguridad. Y luego... Su imaginaciуn se confundнa. Tenнa dinero, y tanta seguridad como se puede tener en este inseguro mundo. Pero, ahora que lo pensaba, no era bastante. Ahora que lo pensaba despacio, esto no la habнa hecho feliz, aunque sн sentirse menos agobiada, menos temerosa del maсana. «Si tuviera dinero, y seguridad, y a ti —pensу, mirбndole con ansia—, habrнa llegado adonde deseaba ir. » Pero no pronunciу las palabras, temerosa de romper el encanto que reinaba entre ellos, temerosa de que su mente se cerrase para ella. —Sуlo deseas ser tъ mismo —dijo, riendo con un poco de burla—. No ser yo misma ha sido siempre mi mayor preocupaciуn. En cuanto a dуnde querнa ir, creo que realmente he llegado: deseaba ser rica y tener tranquilidad, y...

—Pero, Scarlett, їno se te ha ocurrido nunca que a mн no me importa ser rico o no?

No; a Scarlett no se le habнa ocurrido nunca que hubiera alguien a quien no le importara ser o no rico.

—Entonces, їquй deseas?

—Ahora ya no lo sй. Lo supe hace tiempo, pero casi lo he olvidado. Principalmente que me dejen en paz; que la gente que no aprecio no me acose para obligarme a hacer cosas que no me gustan. Acaso quisiera que volviesen los tiempos pasados, pero no volverбn nunca; y me persigue su recuerdo y el del universo desplomбndose ante mis ojos.

Scarlett apretу los labios con terquedad. No era esto; no sabнa lo que significaba. El tono de su voz hacнa resurgir aquellos dнas como nada lo hubiese hecho, y la herнa en el corazуn al recordar. Pero desde aquel dнa en que en el jardнn de Doce Robles, enferma y desolada, se habнa prometido no volver nunca la vista atrбs, siempre habнa cumplido su propуsito.

—Me gustan mбs los dнas presentes —dijo ella, aunque no se atreviу a mirarlo mientras hablaba—. Ahora siempre estбn ocurriendo cosas divertidas, fiestas o cosas por el estilo. Todo tiene un brillo nuevo. Aquellos dнas eran tan sombrнos... —(ЎOh, aquellos dнas lбnguidos y calurosos, hasta la hora del crepъsculo campesino! Las alegres risas de los braceros. La dorada vida, el tranquilizador conocimiento de que maсana habнa de traer horas iguales... )

—Prefiero los tiempos presentes —dijo otra vez; pero su voz era trйmula.



  

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