Хелпикс

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QUINTA PARTE 5 страница



—No seсor.

—їPor quй?

—No podнa, seсor. Mamita dice que es una gentuza blanca.

—ЎBuena le voy a dar a Mamita! —gritу Scarlett, poniйndose en pie de un salto—. ЎY tъ, Wade, hablar asн de los amigos de tu madre...!

—El chico dice la verdad y Mamita tambiйn —repuso Rhett—. Claro que tъ no eres capaz de reconocer la verdad si te la encuentras en un camino... No disgustes mбs a tu hijo. No tendrбs que volver a ninguna fiesta a la que no quieras ir. Y ahora —y al decir esto sacу un billete del bolsillo—, dile a Pork que enganche el caballo y que te lleve a la ciudad. Cуmprate almendras garrapiсadas en cantidad bastante para darte un esplйndido dolor de estуmago.

Wade, radiante, se embolsу el billete y mirу ansiosamente a su madre. Pero йsta, con las cejas fruncidas, observaba a Rhett, el cual habнa cogido del suelo a Bonnie y la estrechaba en sus brazos, apretando la carita contra sus mejillas. No podнa leer en su rostro, pero en su mirada habнa algo como miedo o remordimiento.

Wade, envalentonado por la generosidad de su padrastro, se acercу a йl tнmidamente.

—Tнo Rhett, їpuedo preguntarle una cosa?

—Naturalmente —los ojos de Rhett brillaban con ansiedad, mientras apretaba aъn mбs la cabйcita de la nena—. їQuй es, Wade?

—Tнo Rhett, їestuvo usted..., peleу usted en la guerra? La mirada de Rhett se fijу en el niсo, alerta y viva, pero su voz era indiferente.

—їPor quй me preguntas eso, hijo?

—Porque Joe Whiting y Frankie Bonnel dijeron que no.

—Ў Ah! —dijo Rhett—. Y tъ їquй les contestastes?

Wade parecнa desolado.

—Yo, yo les dije... yo les dije que no sabнa... —Y luego continuу precipitadamente—: Pero que no me importaba, Ўy les peguй! їEstuvo usted en la guerra, tнo Rhett?

—Sн —dijo Rhett, violentamente—. Estuve en la guerra. Estuve ocho meses en el Ejйrcito. Luchй durante todo el camino desde Lovejoy a Franklin. Y estaba con Johnston cuando la rendiciуn.

Wade se estremeciу de alegrнa, pero Scarlett riу.

—Creн que te avergonzabas de ello —dijo—. їNo me habнas dicho que me lo callase?

—Cбllate ahora —repuso йl—. їEstбs satisfecho, Wade?

—ЎOh, sн seсor! Ya sabнa yo que usted habнa estado en la guerra, que no estuvo usted emboscado, como dicen eEos. Pero... їpor quй no estaba usted con los papas de los otros niсos?

—Porque los papas de los otros niсos fueron tan locos que todos sirvieron en infanterнa; yo era del Oeste y por eso servн en la artillerнa. En la artillerнa de campaсa, Wade, no en la de plaza. Hay que tener talento y valor para servir en la artillerнa, Wade.

—Apostarнa... —dijo Wade con el rostro radiante—. їLe hirieron alguna vez, tнo Rhett?

Rhett vacilу.

—Cuйntale lo de tu disenterнa —dijo Scarlett con burla.

Rhett dejу cuidadosamente a la nena en el suelo. Y se sacу del pantalуn la camisa y la camiseta.

—Ven aquн, Wade, y te enseсarй dуnde me hirieron.

Wade se adelantу, excitado, y mirу donde seсalaba el dedo de Rhett. Una larga cicatriz cruzaba su pecho y bajaba hasta su abdomen. Era el recuerdo de un duelo a cuchillo, en los campos aurнferos de California; pero Wade no lo sabнa, y respirу feliz.

—Yo creo que es usted casi tan valiente como mi padre, tнo Rhett.

—Casi, pero no tanto —dijo Rhett volviendo a meter la camisa en los pantalones—. Ahora, mбrchate a gastar tu dуlar, y dale su merecido a quien se atreva a decirte que yo no servн en el Ejйrcito.

Wade se marchу bailando de alegrнa y llamу a Pork. Rhett volviу a coger a la chiquilla.

—їSe puede saber a quй vienen todas esas mentiras, valiente soldadito? —preguntу Scarlett.

—Un chico necesita estar orgulloso de su padre o de su padrastro. No puedo permitir que se avergьence delante de los otros rapaces. ЎQuй crueles son los niсos!

—Ridiculeces...

—Nunca pensй en lo que eso podнa significar para Wade —dijo Rhett con calma—. Nunca pensй en lo que estб sufriendo. Pero no va a pasarme lo mismo con Bonnie.

—їLo mismo? їQuй?

—їCrees que voy a consentir que mi Bonnie se avergьence de su padre? їQue no la conviden a las fiestas cuando tenga nueve o diez aсos? їCrees que voy a consentir que tenga que humillarse como Wade por culpas que no son suyas, sino tuyas o mнas?

—ЎBah! ЎFiestas de niсos!

—Fiestas de niсos, de muchachas, de presentaciуn en sociedad. їCrees que voy a permitir que mi hija crezca fuera de toda la sociedad decente de Atlanta? No voy a enviar a mi hija a educarse a un colegio del Norte porque en ninguno de aquн, ni en Charleston, ni en Nueva Orleбns, ni en Savannah, la quieran. No voy a verla obligada a casarse con un yanqui o con un extranjero, porque ninguna familia decente quiera recibirla... porque su madre fuera una loca y su padre un canalla.

_Wade, que habнa vuelto a la puerta, era un oyente interesado y perplejo.

—Bonnie puede casarse con Beau, tнo Rhett.

La ira se borrу del rostro de Rhett al volverse hacia el chiquiEo, y considerу sus palabras con aparente seriedad, como hacнa siempre que hablaba con niсos.

—Tienes razуn, Wade. Bonnie puede casarse con Beau Wilkes. Pero їcon quiйn te casarбs tъ?

—ЎOh! Yo no pienso casarme con nadie —dijo Wade confidencialmente, muy orgulloso de una conversaciуn de hombre a hombre con la ъnica persona, a excepciуn de tнa Melanie, que nunca le reснa y siempre le animaba—. Yo pienso ir a Harvard a estudiar leyes, como mi padre, y luego voy a ser un soldado muy valiente, exactamente igual que йl.

—Quisiera que Melanie se callase —exclamу Scarlett—. Wade, no irбs a Harvard, porque es una escuela yanqui, y yo no quiero que vayas a una escuela yanqui. Irбs a la Universidad de Georgia y, despuйs de que te hayas graduado, me ayudarбs a dirigir el almacйn. Y en cuanto a lo de que tu padre era un valiente soldado...

—ЎCalla! —interrumpiу Rhett, para quien no pasу inadvertido el fulgor de los ojos del niсo al oнr hablar del padre que no habнa conocido—. Tъ crece y hazte un hombre honrado como tu padre, Wade. Procura parecerte a йl, porque era un hйroe, y no permitas que nadie te diga nunca lo contrario. Se casу con tu madre, їverdad? Bien, pues eso es suficiente prueba de heroнsmo. Y ya me ocuparй yo de que vayas a Harvard a hacerte abogado. Y ahora corre y dile a Pork que te lleve a la ciudad.

—Te agradecerнa que me dejases educar a mis hijos —dijo Scarlett, mientras Wade, obediente, salнa dй la habitaciуn.

—Eres una estupenda educadora. Has destruido todas las ventajas que Wade y Ella podнan tener. Pero no te dejarй hacer lo mismo con Bonnie. Bonnie va a ser una princesita y todo el mundo la querrб; no habrб un solo lugar en el mundo al que ella no pueda ir. ЎSanto Dios! їCrees que la voy a dejar crecer y tratarse con toda la gentuza que llena esta casa?

—Son suficientemente buenos para ti...

—Y demasiado para ti, cariсo. Pero no para Bonnie. їCrees que la voy a dejar casarse con alguno de esos ladrones con los que tъ pasas el tiempo? Irlandeses sin educaciуn, yanquis, gentuza blanca, nuevos ricos. Mi Bonnie, con la sangre de Butler y su linaje de Robillard...

—Los O'Hara...

—Los O'Hara quizб fueran antaсo reyes de Irlanda, pero tu padre no era mбs que un ente vulgar sin educaciуn. Y tъ no eres mejor... Pero, bueno, la falta tambiйn es mнa. He andado por la vida como un loco salido del infierno, no preocupбndome nunca de lo que hacнa porque nada me importaba. Pero Bonnie me importa. ЎSeсor, quй loco he sido! A Bonnie no la recibirбn en Charleston, aunque mi madre, o tu tнa Eulalie, o tu tнa Pauline hagan lo que sea. Y es evidente que no la recibirбn aquн, a no ser que nosotros hagamos algo en seguida.

—ЎOh, Rhett! Lo tomas tan en serio que me resulta divertidнsimo. Con nuestro dinero...

—ЎMaldito sea nuestro dinero! Todo nuestro dinero no puede comprar lo que yo quiero para ella. Preferirнa que invitasen a Bonnie a comer pan seco en la pobre casa de los Picard, o en el desvencijado granero de los Elsing, que a ser la reina en un baile republicano. Scarlett, has sido una loca; debнas haber asegurado un lugar para tus hijos en el edificio social desde hace muchos aсos..., pero no lo has hecho. Ni siquiera te has preocupado de conservar la posiciуn que tenнas. Y es demasiado esperar que a estas alturas corrijas tus costumbres. Estбs demasiado ansiosa de hacer dinero y te gusta demasiado apabullar a la gente.

—Considero todo este asunto como una tempestad en un vaso de agua —dijo Scarlett frнamente, volviendo a sus papeles para demostrar que, en lo que a ella concernнa, la discusiуn habнa terminado.

—Sуlo tenemos a la seсora Wilkes para ayudarnos y tъ haces todo lo posible por molestarla e insultarla. ЎOh!, ahуrrame las observaciones sobre su pobreza y sus trajes pasados de moda. Es el alma y el centro de cuanto hay dй distinguido en Atlanta... Doy gracias a Dios por ella. Me ayudarб en lo que se pueda hacer.

—їY quй es lo que vas a hacer?

—Voy a cultivar la amistad de lo mбs aguerrido de las mujeres de la vieja guardia, especialmente la de las seсoras Merriwether, Elsing, Whiting y Meade. Si tengo que arrastrar mi vientre ante cada uno de esos viejos gatos que me odian, lo harй. Serй de miel ante su aspereza, y me arrepentirй de mis pasadas culpas. Contribuirй a sus condenadas limosnas y acudirй a sus condenadas iglesias. Reconocerй y pregonarй mis servicios a la Confederaciуn y, en fin, si no hubiera otro remedio, me afiliarй a su condenado Klan. Aunque espero que un Dios misericordioso me evite semejante penitencia. Y no vacilarй en recordar a los locos cuya cabeza salvй que me deben su vida. Y tъ, seсora, tendrбs la bondad de no deshacer a mis espaldas todo mi trabajo, concertando hipotecas con las gentes a quienes yo estoy conquistando, vendiйndoles madera podrida o con cualquier otra de tus cien mil maneras de insultarlas. Y el gobernador Bullock no volverб a poner los pies en esta casa. їMe oyes? Y ninguno de esa banda de ladrones elegantes de que te has rodeado, tampoco. Si invitas a alguno de ellos a pesar de mi ruego, te encontrarбs en el desagradable caso de no tener invitados en tu casa. Si entran en esta casa, me pasarй el dнa en el bar de Bella Watling, diciendo a quien quiera oнrlo que no permanecerй con ellos bajo el mismo techo.

Scarlett, que habнa estado fingiйndose indiferente a sus palabras, riу brevemente.

—їDe modo que el jugador de los barcos del rнo y el especulador se va a volver respetable? Bien, tu primer impulso hacia la respetabilidad me figuro que serб la venta de la casa de Bella Watling.

Fue un palo de ciego. Nunca habнa estado completamente segura de que Rhett fuese el dueсo de la casa. Йl se riу, como si leyese en su mente.

—Gracias por el consejo.

Aunque Rhett se lo hubiese propuesto, no hubiera hallado momento menos propicio para su vuelta a la buena sociedad. Nunca, antes ni despuйs, llegaron los nombres de republicano y scdlawag a inspirar odio mбs intenso, ya que tambiйn el rйgimen de los carpetbaggers alcanzaba la cumbre de la corrupciуn. Y, desde la rendiciуn, el nombre de Rhett habнa estado нntimamente unido a yanquis, republicanos y scallawags.

En 1866 la gente de Atlanta habнa creнdo que nada podнa ser peor que la dura ley militar que soportaban; pero ahora, bajo Bullock, estaban aprendiendo que aъn existнa algo peor.

Se habнa dicho a los negros que en la Biblia sуlo se mencionaban dos partidos polнticos: los republicanos y los pecadores. Ningъn negro querнa incorporarse a un partido compuesto exclusivamente de pecadores; asн, se apresuraron a incorporarse al republicano. Sus nuevos amos les hacнan votar una y otra vez eligiendo a blancos pobres y a scdlawags para los altos puestos; eligiendo tambiйn alguna vez a negros. Estos negros se instalaban en el Parlamento, donde pasaban el tiempo comiendo golosinas y poniйndose y quitбndose los zapatos nuevos para ver si por fin conseguнan encontrarse a gusto en ellos. ЎPocos habнa que supiesen leer y escribir! Llegaban directamente de las plantaciones de algodуn o de caсa de azъcar; pero podнan votar impuestos y bonos y presupuestos altнsimos para ellos y sus amigos republicanos. Y los votaban. El Estado se tambaleaba bajo los impuestos, que se pagaban con indignaciуn: era sabido que la mayor parte de ese dinero pasaba a bolsillos particulares.

Rodeando por completo el poder polнtico del Estado habнa una hueste de oportunistas, especuladores, gente que iba a la busca de contratas productivas o que esperaba sacar provecho de la orgнa de gastos, y muchos de eЬos se estaban haciendo fabulosamente ricos. No les costaba ningъn trabajo conseguir dinero del Estado para la construcciуn de ferrocarriles que nunca llegaban a construirse, para comprar vagones y mбquinas que ni se habнan de comprar, para edificar edificios pъblicos que no existнan mбs que en la imaginaciуn de los que los gestionaban.

La emisiуn de bonos se elevaba a millones. La mayorнa de ellos eran ilegales y fraudulentos, pero se emitнan exactamente igual. El tesorero del Estado, que era republicano, pero hombre honrado, protestaba contra las emisiones ilegales y se negaba a firmarlas; mas йl y otros que intentaban restringir tales abusos eran impotentes contra la marea que los arrollaba.

La adquisiciуn de caminos de hierro por el Estado habнa sido, alguna vez, un negocio ventajoso, pero ahora era sumamente arriesgado y las deudas se elevaban a mбs de un millуn. No existнa ni un solo ferrocarril, pero sн un inmenso lodazal sin fondo en el cual los cerdos podнan emborracharse y revolcarse. Muchos de sus empleados eran mantenidos por razones polнticas, sin preocuparse de lo que pudieran saber de la cuestiуn de ferrocarriles. Los republicanos tenнan por todas partes pases de libre circulaciуn, y vagones cargados de negros rodaban en alegres excursiones por todo el Estado para votar y volver a votar en las mismas elecciones.

La mala administraciуn de los ferrocarriles del Estado era lo que mбs indignaba a los contribuyentes. De las ganancias de estos ferrocarriles debнa salir el dinero para las escuelas pъblicas, pero no habнa ganancias, sino tan sуlo deudas y, por lo tanto, tampoco habнa escuelas. Pocos eran los que tenнan dinero para enviar a sus hijos a escuelas de pago, y asн existнa una generaciуn de niсos que crecнa en la ignorancia y que sembrarнa mбs tarde la semilla del analfabetismo.

Pero mбs fuerte que la indignaciуn por el gasto y la mala administraciуn, y el soborno, era el resentimiento por lo mal que, intencionadamente, el gobernador los representaba en el Norte. Cuando Georgia se indignaba contra la corrupciуn, el gobernador se trasladу precipitadamente al Norte, acudiу al Congreso y hablу de ultrajes de los blancos contra los negros, de que Georgia estaba prepa^da para una nueva sublevaciуn y de la necesidad de un fuerte y severo gobierno militar. Ni un solo georgiano deseaba camorra con los negros y procuraban evitarlo por todos los medios. Nadie querнa otra guerra, nadie necesitaba una dictadura militar. Lo que querнa Georgia era que la dejasen en paz para que el Estado pudiera reponerse. Pero, con la faena que llegу a conocerse como «la fбbrica de calumnias del gobernador», el Norte vio tan sуlo un Estado rebelde que necesitaba una mano dura, y con mano dura se le tratу.

Era una maravillosa orgнa para la banda que sujetaba a Georgia por el cuello. Era una orgнa de despojo, pero por encima de todo, un cinismo frнo de las autoridades para tratar al ladrуn, que producнa nбuseas. Las protestas y los esfuerzos por resistir no conseguнan nada, porque el Gobierno del Estado estaba sostenido y apoyado por el Ejйrcito de los Estados Unidos.

Atlanta maldecнa el nombre de Bullock y el de sus scdlawags y republicanos; y maldecнa tambiйn el de todo el que tuviera relaciуn con ellos. Y Rhett estaba relacionado con aquella gente. Habнa estado con ellos, se decнa, en todos sus planes. Pero ahora se volvнa contra la corriente, por la que de tan buena gana se habнa dejado arrastrar hasta hacнa poco, y empezaba a nadar contra ella.

Iniciу su campaсa despacio, sutilmente, cuidando de no despertar las sospechas de Atlanta al mostrarse como un leopardo que trata de cambiar su guarida por la noche No se avergonzу de su historial durante la guerra, y no se le volviу a ver en compaснa de oficiales yanquis, de republicanos ni de scdlawags. Asistiу a reuniones de los demуcratas y votу ostensiblemente la candidatura demуcrata. Abandonу el juego y renunciу casi por completo a la bebida. Si volviу alguna vez a casa de Bella Watling, lo hizo de noche y a escondidas, como hacнan los mбs prestigiosos ciudadanos, en lugar de dejar el caballo atado frente a su puerta por la tarde, como un aviso de que estaba allн.

Y a los feligreses de la iglesia episcopal les faltу poco para caerse de sus bancos cuando Butler entrу humildemente, algo retrasado para los oficios, y llevando a Wade de la mano. La congregaciуn quedу tan asombrada por la presencia del niсo como por la de Rhett, pues todos creнan que el pequeсo era catуlico. Por lo menos, Scarlett, lo era, o se suponнa que lo era; pero ella no habнa puesto los pies en la iglesia desde hacнa mucho tiempo y habнa olvidado las enseсanzas religiosas de su madre, lo mismo que habнa olvidado todas las demбs. Todos pensaron que habнa descuidado la educaciуn religiosa de su hijo, y se alabу a Rhett por tratar de rectificar el descuido, aun cuando hubiese llevado al niсo a la iglesia episcopal en vez de conducirlo a la catуlica.

Rhett podнa mostrarse serio y agradable cuando se molestaba en refrenar su lengua y en evitar que sus ojos bailoteasen maliciosamente. Hacнa muchos aсos que habнa renunciado a molestarse en hacerlo, pero lo intentу ahora, apelando a la mayor seriedad y cortesнa. Hasta llegу a usar chalecos de colores mбs sobrios. No resultaba difнcil ganar un montуn de amistades entre los hombres que le debнan la vida. Le habrнan demostrado su aprecio hacнa largo tiempo si Rhett no hubiera obrado como si su aprecio le importase muy poco. Ahora Hugh Elsing y Rene, los chicos de Simmon, Andy Bonnel y los demбs, lo encontraron agradable, poco amigo de ponerse en evidencia y azorado cuando ellos hablaban de lo agradecidos que le estaban.

—No fue nada —protestу—. En mi lugar, todos ustedes hubieran hecho lo mismo.

Suscribiу una generosa cantidad para el fondo de reparaciones de la iglesia episcopal y contribuyу con otra grande —pero no tan grande que pudiese resultar exagerada— a la Asociaciуn para el Embellecimiento de las Tumbas de los Gloriosos Muertos del Sur. Llamу aparte a la seсora Elsing para entregarle el donativo y le suplicу, turbado, que guardase secreta su limosna, perfectamente convencido de que eso serнa un acicate para extender la noticia. A la seсora Elsing le molestaba mucho aceptar su dinero, dinero procedente de especulaciones; pero la Asociaciуn estaba muy necesitada.

—No comprendo por quй usted, precisamente usted, se va a suscribir —dijo бsperamente.

Cuando Rhett le dijo, con actitud humilde, que lo movнa a contribuir el recuerdo de antiguos compaсeros de armas, mбs valientes, pero menos afortunados que йl, y que ahora descansaban en ignoradas tumbas, la altanerнa aristocrбtica de la seсora de Elsing se sintiу dominada. Dolly Merriwether le habнa contado que Scarlett afirmaba siempre que el capitбn Butler habнa servido en el Ejйrcito, pero desde luego no lo habнa creнdo. Nadie, con toda seguridad, lo habнa creнdo. —їUsted en el Ejйrcito? їEn quй compaснa? їEn quй regimiento?

Rhett se lo dijo.

—ЎOh, la artillerнa! Toda la gente que yo conozco sirviу en infanterнa o en caballerнa. Asн se explica...

Se detuvo desconcertada, esperando ver los ojos de Butler brillar de malicia. Pero Rhett bajу la mirada, mientras jugaba con la cadena de su reloj.

—Me hubiera gustado la infanterнa —dijo, haciendo caso omiso de la insinuaciуn—. Pero cuando supieron que yo habнa sido alumno de West Point, aunque no habнa llegado a graduarme por culpa de una diablura de muchacho, me mandaron a la artillerнa, artillerнa de campaсa, no de la milicia. Necesitaban hombres que tuviesen conocimientos especiales. Ya sabe usted la tremenda cantidad de bajas que hubo en esta ъltima campaсa. Estaba muy solo sirviendo en la artillerнa. No encontrй una persona conocida. No creo que viera ni a un solo hombre de Atlanta durante todo el servicio.

—Bien —murmurу la seсora Elsing, confusa.

Si йl habнa servido en el Ejйrcito, entonces ella estaba equivocada. Habнa hecho una porciуn de observaciones sobre su cobardнa y el recordarlas la hacнa sentirse culpable.

—Bien, їy por quй no hablу a nadie de su campaсa? Obra usted como si se avergonzase de ella.

Rhett la mirу rectamente a los ojos con rostro inexpresivo.

—Seсora Elsing —dijo seriamente—, crйame si le digo que estoy mбs orgulloso de mis servicios a la Confederaciуn que de nada que haya podido hacer nunca o que haga en lo futuro. Me siento..., me siento...

—Bien, y entonces їpor quй los oculta?

—Me avergonzaba hablar de ello a causa de... algunos de mis pasados actos.

La seсora de Elsing contу lo del donativo y la conversaciуn a la seсora Merriwether con todo detalle.

—Y te doy mi palabra, Dolly, que cuando dijo eso de sentirse avergonzado los ojos se le llenaron de lбgrimas. Sн, lбgrimas. Como que por poco me echo a llorar yo.

—Chifladuras y disparates —dijo, incrйdula, la seсora Merriwether—. No creo que se le llenaran los ojos de lбgrimas, como tampoco creo que sirviera en el Ejйrcito. Y me puedo enterar inmediatamente si estuvo en esa baterнa. Yo me enterarй de la verdad, porque el coronel Carleton, que la mandaba, se casу con una hija de una de las hermanas de mi abuelo, y voy a escribirle.

Escribiу al coronel Carleton y, con gran dolor de su corazуn, recibiу una respuesta hablando de Rhett en los tйrminos mбs elogiosos. Un artillero nato, soldado valiente, un caballero sin tacha, un hombre modesto que ni siquiera era capaz de aceptar una comisiуn cuando se la ofrecнan.

—Bueno —dijo la seсora Merriwether, enseсбndole aquella carta a la seсora Elsing—. Estoy que podrнan ahogarme con un cabello. Hemos juzgado mal a ese bribуn al decir que no habнa servido en el Ejйrcito; tal vez debнamos haber dado crйdito a Scarlett y a Melanie, que nos dijeron que se habнa alistado el dнa que cayу la ciudad. Pero no nos hemos equivocado al decir que es un scбllawag y un bribуn, y a mн no me gusta.

—Sin embargo —repuso la seсora de Elsing con acento de duda—, sin embargo, yo no lo creo tan malo. Un hombre que luchу por la Confederaciуn no puede ser del todo malo. Es Scarlett la que es mala. їSabes, Dolly? Yo realmente creo que йl, bueno..., que estб avergonzado de Scarlett, pero que es demasiado caballero para dejarlo ver.

—їAvergonzado? ЎBah! ЎSi estбn los dos cortados por el mismo patrуn! їDe dуnde has podido sacar idea tan absurda?

—No es absurda —dijo, indignada, la seсora Elsing—. Ayer, durante el chaparrуn, tenнa a los tres niсos, hasta a la chiquitнna, en el coche, dando vueltas por Peachtree Street. Y, cuando yo le dije: «Capitбn Butler, pero їse ha vuelto usted loco? ЎTener a estos niсos en la calle con el frнo que hace! їPor quй no los mete usted en casa? », йl no contestу una palabra, pero parecнa violento. Entonces, Mamita contestу por йl y dijo: «La casa estб llena de gentuza y resulta mбs sano para los niсos estar bajo la lluvia que en casa».

—їY quй dijo йl?

—їQuй iba a decir? Dirigiу una mirada a Mamita y se hizo el distraнdo. Ya sabes que ayer por la tarde Scarlett tenнa una gran reuniуn para jugar al whist, a la que iban todas esas mujeres vulgares y ordinarias. Me figuro que Butler no querнa que besaran a los niсos.

—Ya, ya... —dijo la seсora Merriwether, vacilando, mas sin darse aъn por vencida.

Pero, a la semana siguiente, tambiйn ella capitulу.

Rhett ahora tenнa un destino en el Banco. Lo que hacнa en йl, los sorprendidos empleados del Banco no lo sabнan; pero representaba una parte demasiado considerable de su capital para atreverse a protestar de su presencia. Al poco tiempo olvidaron que le habнan hecho alguna objeciуn, porque era tranquilo y atento y realmente sabнa bastante de banca y de inversiones. Sea como fuese, йl se pasaba en su ocupaciуn todo el dнa aparentando gran aplicaciуn, porque querнa estar en igualdad de condiciones con sus respetables conciudadanos que trabajaban intensamente.

La seсora Merriwether, deseando dar nuevo impulso a su floreciente tahona, habнa intentado que el Banco le hiciese un prйstamo de dos mil dуlares con la casa como fianza. Se lo habнan negado, porque realmente habнa ya demasiadas hipotecas sobre la casa. Estaba la anciana seсora despotricando contra el Banco, cuando Rhett la atajу diciйndole:

—Tiene que haber una equivocaciуn, seсora Merriwether, alguna equivocaciуn absurda. ЎPor Dios! ЎNo debнa tener que preocuparse en buscar un socio! Yo le prestarнa a usted el dinero sencillamente sobre su palabra: una seсora capaz de crear el negocio que usted ha creado es la mejor fianza del mundo. El Banco necesita prestar dinero a personas como usted. Siйntese usted aquн en mi despacho, que voy a ocuparme yo de esa cuestiуn.

Cuando volviу sonreнa inexpresivamente, diciendo que, como йl se lo habнa imaginado, habнa habido una equivocaciуn. Los dos mil dуlares estaban allн esperando a que ella quisiera molestarse en volver a busCharles. Respecto a lo de su casa: їharнa el favor de firmar aquel papel?

La seсora Merriwether, rebosando indignaciуn, furiosa de tener que deberle el favor a un hombre a quien despreciaba, apenas le dio las gracias.

Pero йl pareciу no notarlo. Y, mientras la acompaсaba a la puerta, le dijo:

—Seсora Merriwether, siempre he sentido gran admiraciуn por sus conocimientos y quisiera consultarle a usted una cosa.

Las plumas del sombrero de la mujer apenas se movieron al inclinar ella la cabeza.

—їQuй hacнa usted cuando su Maribella era chiquitнna y se chupaba el dedo?

—їCуmo?

—Mi Bonnie se chupa el dedo y no consigo quitarle ese vicio.

—Tiene usted que quitбrselo; le estropearнa la lнnea de la boca —repuso vigorosamente la seсora Merriwether.

—Ya lo sй, ya lo sй. ЎY tiene una boca tan bonita! Pero no sй quй hacer.

—Scarlett debe saberlo; ya ha tenido otros dos niсos.

Rhett se mirу la punta de los pies y suspirу.

—He probado a tintarle jabуn en las uсas —dijo, sin recoger la observaciуn sobre Scarlett.

—їJabуn? ЎBah! El jabуn no sirve de nada. Yo a Maribella le ponнa quinina en el pulgar. ЎY la aseguro, capitбn Butler, que dejу de chupбrselo en seguida!

—їQuinina? No se me hubiera ocurrido. Muchнsimas gracias, seсora Merriwether. ЎMe preocupaba tanto!

Y le dirigiу una sonrisa tan amable, tan agradecida, que la seсora Merriwether vacilу un momento; pero al decirle adiуs sonriу tambiйn. Le desagradaba tener que confesar a la seсora Elsing que se habнa equivocado al juzgar a aquel hombre; pero, como al fin eEa era una persona honrada, le dijo que tenнa que haber algo bueno en un hombre que tanto querнa a su hija. ЎQuй lбstima que Scarlett no se ocupara de una chiquilla tan linda como Bonnie! Habнa algo emocionante en un hombre tratando de educar йl solo a su hijita. Rhett se daba perfecta cuenta del patetismo de este espectбculo, y si ello era otra mancha en la reputaciуn de Scarlett le importaba muy poco.

En cuanto la niсa empezу a andar, la llevaba con йl continuamente en el coche o en el arzуn de la silla de su caballo. Aquella tarde, al volver del Banco, la sacу a dar un paseo por Peachtree Street, llevбndola de la mano, amoldando sus grandes zancadas a sus diminutos pasitos, contestando pacientemente a sus infinitas preguntas.

A esta hora de la puesta del sol, casi todo el mundo estaba en el jardнn o en el porche, y como Bonnie era una criaturita tan sociable, tan linda, con sus tirabuzones negros y sus ojos azules, pocos podнan resistir el deseo de charlar con ella. Rhett nunca se mezclaba en esas conversaciones, pero se detenнa, rebosando paternal orgullo y satisfacciуn al ver el йxito de su nena.

Atlanta tenнa muy buena memoria y era desconfiada y lenta para variar de opiniуn. Los tiempos eran difнciles y se consideraba agriamente a todo el que hubiera tenido relaciуn con Bullock y su gente; pero Bonnie poseнa el encanto de Scarlett y de Rhett cuando ellos se lo proponнan y fue la primera cuсa que Rhett introdujo en el muro de frialdad de Atlanta.

Bonnie creciу rбpidamente y cada dнa se hacнa mбs evidente que era nieta de Gerald O'Hara. Tenнa las piernecillas cortas y gruesas, unos ojos grandes, azules como los de los irlandeses, la mandнbula cuadrada, que denotaba una obstinada voluntad. Tambiйn tenнa de Gerald el carбcter vivo, que demostraba con rabietas, olvidadas tan pronto como se colmaban sus deseos. Cuando su padre estaba con ella, estos deseos eran atendidos inmediatamente. La echaba a perder a pesar de todos los esfuerzos de Mamita y de Scarlett, porque todos los caprichos de la niсa le hacнan gracia a su padre; todos menos uno: su miedo a la oscuridad.

Hasta que cumpliу los dos aсos dormнa apaciblemente en el cuarto de los niсos, que compartнa con Wade y con Ella. Entonces, sin razуn aparente, empezу a sollozar en cuanto Mamita salнa de la habitaciуn llevбndose la lбmpara. Luego, durante la noche se despertaba, gritando con terror, asustando a sus hermanos y alarmando a toda la casa. Una vez hubo que llamar al doctor Meade, y Rhett no estuvo demasiado cortйs al oнr su diagnуstico: «Sуlo pesadillas». Lo ъnico que se consiguiу sacar de la niсa fue una palabra: oscuro.



  

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