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QUINTA PARTE 4 страница



Al atardecer, cuando Peter estaba ocupado en la cocina, Wade se escabullу hasta la puerta principal y se escapу hacia su casa tan de prisa como sus cortas piernas pudieron llevarle, pues el miedo habнa puesto alas en sus pies. Tнo Rhett y tнa Melanie o Mamita le dirнan seguramente la verdad. Pero a tнo Rhett y a tнa Melanie no se les veнa por ningъn lado, y Mamita y Dilcey andaban apresuradas con toallas y jofainas y agua caliente, y ni siquiera se fijaron en йl. De arriba llegaba de vez en cuando al abrirse alguna puerta la voz del doctor Meade. Una vez oyу a su madre gritar y йl prorrumpiу en sollozos. Estaba seguro de que se iba a morir. Para animarse le hizo mimos al gato de color de miel, que ronroneaba en el soleado alfйizar de la ventana del hall. Pero «Tom», cargado de aсos y poco aficionado a los juegos, moviу la cola y dio un bufido.

Por fin, bajando por la escalera principal, con el delantal arrugado y salpicado de manchas y el peinado deshecho, Mamita lo vio y le riсу. Mamita habнa sido siempre el principal apoyo de Wade y el verla tan enfadada le hizo temblar.

—Eres el niсo mбs malo que he visto en mi vida —le dijo—. їPara eso te he mandado yo a casa de tнa Pitty? Vuйlvete allб, ahora mismo.

—їY mamб se va a..., se morirб?

—Eres la mayor calamidad que he visto en mi vida. їMorir?

ЎDios todopoderoso, nada de eso! Seсor, los muchachos son un tormento. No comprendo por quй el Seсor manda chicos al mundo. Y ahora mбrchate de aquн.

Pero Wade no se marchу; se escondiу detrбs de las cortinas del vestнbulo, convencido a medias por las palabras de Mamita. La observaciуn de que los niсos eran un tormento le dolнa, porque siempre habнa hecho todo lo posible por ser bueno. Tнa Melanie bajу apresuradamente cerca de media hora despuйs, pбlida y cansada, pero sonriйndose a sн misma. Se quedу atуnita cuando vio, entre las sombras de las cortinas, aquella carita descompuesta. Generalmente, tнa Melanie tenнa tiempo sobrado para dedicбrselo. Ella no decнa nunca, como hacнa su madre muchas veces: «No me molestes ahora, tengo mucha prisa», o: «Vete, Wade; estoy ocupada».

Pero aquella tarde tнa Melanie dijo:

—Wade, has sido muy malo. їPor quй no te has quedado en casa de tнa Pitty?

—їSe va a morir mamб?

—ЎCielos, Wade! No. No seas tonto. —Y luego, mбs tranquila—: Precisamente el doctor Meade le acaba de traer un bebй monнsimo, una hermanita chiquitнna para que juguйis con ella, y si eres bueno te la enseсarй esta noche. Y ahora vete afuera a jugar y no metas ruido.

Wade se deslizу en el tranquilo comedor, sintiendo que su pequeсo e inseguro mundo se bamboleaba. їPero es que no habнa sitio en ninguna parte para un pobrecito niсo de siete aсos, en aquel dнa tan soleado en que las personas mayores hacнan unas cosas tan raras? Se sentу en el alfйizar de la ventana y mordisqueу una hoja de oreja de elefante que crecнa en una maceta al sol. Estaba tan acida, que los ojos le picaban. Empezу a llorar. Seguramente mamб se iba a morir. Nadie le hacнa caso y todo el mundo estaba revuelto por culpa de un nuevo bebй, Ўy una niсa! A Wade le interesaban muy poco los bebйs, y aъn menos las niсas. La ъnica niсa que conocнa нntimamente era Ella, y йsta hasta entonces no habнa hecho nada que mereciese su respeto ni su admiraciуn.

Despuйs de un largo intervalo, tнo Rhett y el doctor Meade bajaron y estuvieron un rato hablando en el vestнbulo. Cuando la puerta se cerrу tras el doctor, tнo Rhett entrу rбpido en el comedor y antes de ver a Wade se sirviу un buen vaso de vino. Wade se habнa echado hacia atrбs, pensando que otra vez le iban a decir que era un tonto y que se volviese a casa de tнa Pittypat; pero, en lugar de eso, tнo Rhett sonriу. Wade nunca le habнa visto sonreнr de aquel modo con una expresiуn tan feliz y satisfecha. Saltу del alfйizar y corriу a йl.

—Tienes una hermanita —le dijo Rhett con un guiсo—. Y por Dios que es la niсa mбs linda que he visto en mi vida. Pero..., їpor quй lloras?

—Mamб...

—Mamб estб comiendo una comida estupenda; pollo con arroz y salsa, y cafй, y vamos a hacer para ella un helado muy rico, y si quieres te dejarй tomar dos platos. Y tambiйn te enseсarй a tu hermanita.

Aliviado por estas palabras, Wade intentу ser amable con su nueva hermanita, pero fracasу. Nadie se ocuparнa ya nunca mбs de йl. Ni siquiera tнa Melanie ni tнo Rhett.

—Tнo Rhett —empezу a decir—, їprefiere todo el mundo las niсas a los niсos?

Rhett dejу el vaso en la mesa y mirу inquisitivamente la triste carita; inmediatamente una luz de comprensiуn apareciу en sus ojos.

—No, no lo creo —dijo seriamente, como si lo pensase mucho—. ЎGeneralmente las niсas dan mucho mбs que hacer que los niсos, \ la gente por eso se tiene que ocupar de ellas mбs que de los niсos.

—Mamita me acaba de decir que los chicos eran un estorbo.

—Mamita estaba preocupada y no sabнa lo que decнa.

—Tнo Rhett, їhubieras preferido tener un niсo a una niсa?

—No —contestу Rhett rбpidamente; y viendo entristecerse la carita del pequeсo continuу—: їPara quй necesito yo otro niсo, si Ўya tengo uno?

—їTienes uno? —exclamу Wade, abriendo la boca con asombro ante esta afirmaciуn—. їDуnde estб?

—Aquн mismo —y cogiendo al chiquillo lo sentу sobre sus rodillas—. Tъ me bastas, muchacho. їVerdad, hijo?

Por un momento la tranquilidad y la felicidad de sentirse amado fue tan intensa, que Wade casi empezу a llorar de nuevo. Tragу saliva y apoyу la cabeza sobre la chaqueta de Rhett.

—їNo eres tъ hijo mнo?

—їSe puede ser... hijo de dos hombres? —preguntу Wade, luchando entre la lealtad al padre que no habнa conocido y el amor al hombre que lo entendнa tan bien.

—Sн —repuso Rhett con energнa—. Igual que puedes ser el hijo de mamб y el de tнa Pitty tambiйn.

Wade aceptу la explicaciуn; tenнa sentido para йl y sonriу, apoyбndose mбs aъn contra el pecho de Rhett.

—Tъ entiendes a los niсos pequeсos, їverdad, tнo Rhett?

La expresiуn del rostro de Rhett volviу a hacerse dura; y frunciу los labios.

—Sн —dijo con amargura—. Yo entiendo a los niсos pequeсos.

Por un momento Wade volviу a tener miedo, miedo y una sensaciуn de envidia intensнsima. El tнo Rhett no estaba pensando en йl, sino en alguna otra persona.

—їNo has tenido nunca otros niсos? Dнmelo.

Rhett le puso en pie.

—Voy a echar un trago, y tъ tambiйn, Wade. Tu primera copa; un brindis por tu hermanita.

—їNo has tenido otros...? —repitiу Wade; y viendo a Rhett levantarse para alcanzar la botella de clarete, la excitaciуn de sentirse admitido a esta ceremonia de personas mayores le distrajo.

—ЎQuй lбstima! No puedo, tнo Rhett. Le he prometido a tнa Melanie que no beberй hasta que me gradъe en la Universidad; y me regalarб un reloj si lo cumplo.

—Y yo te regalarй la cadena por ello; esta misma que llevo ahora, si la quieres —dijo Rhett, sonriendo de nuevo—. Tнa Melanie tiene muchнsima razуn. Pero ella hablaba de licores, no de vino. Tienes que aprender a beber vino como un caballero, hijo, y no hay momento como el actual para aprender.

Hбbilmente, mezclу el clarete con agua de la garrafa, hasta que el lнquido quedу apenas rosado, y le tendiу el vaso a Wade. En aquel momento entrу Mamita en el comedor. Se habнa puesto su mejor traje de los domingos, y el delantal y la cofia estaban limpios y tiesos. Al andar se contoneaba y sus enaguas producнan un crujido de seda.

De su rostro habнa desaparecido la expresiуn aviesa y sus encнas casi sin dientes se abrнan en amplia sonrisa.

—Regalo de nacimiento, seсorito Rhett —dijo.

Wade se detuvo con el vaso en los labios. Sabнa que Mamita nunca habнa querido a su padrastro; nunca le habнa oнdo llamarle mбs que «capitбn Butler» y su conducta con йl era altanera y frнa; y allн estaba ahora radiante y llamбndole «seсorito Rhett». ЎQuй dнa tan fantбstico!

—Usted preferirб ron a clarete, supongo —dijo Rhett, cogiendo del aparador una panzuda botella—. Es un bebй precioso, їverdad, Mamita?

—Sн que lo es —dijo Mamita, chasqueando la lengua al coger el vaso—. Bien, seсorito Rhett, la seсorita Scarlett era casi tan bonita cuando llegу, pero no tanto.

—Beba otro vaso, Mamita. Y dнgame, Mamita —el tono de la voz de Rhett era severo, pero sus ojos brillaban—. їQuй es ese crujido que oigo?

—ЎPor Dios, seсorito Rhett! Son mis enaguas de seda encarnada. —Y Mamita se contoneу, y se bamboleу hasta que todo su voluminoso cuerpo pareciу temblar.

—ЎNada mбs que sus enaguas de seda! No lo creo. Suena como un montуn de hojas secas que se frotasen unas contra otras. Dйjeme verlo. Sъbase la falda.

—ЎSeсorito Rhett! Es usted muy malo. Es usted... ЎOh, Seсor!

Y, dando grititos, Mamita se retirу, y, a unos pasos de distancia, levantу, modestamente, su vestido un poquito, dejando ver el volante de unas enaguas de seda roja.

—Tardу usted bastante en estrenarlas —gruсу Rhett. Pero sus ojos reнan.

—Sн, seсor, demasiado.

Entonces Rhett dijo algo que Wade no comprendiу.

—їYa no hay nada de mula con arneses de caballo?

—Seсorito Rhett. La seсorita Scarlett hizo mal en decнrselo. їNo le guardarб usted rencor a esta pobre negra?

—No, no se lo guardarй, tнnicamente querнa saberlo. Beba otra copa, Mamita, beba toda la botella. Bebe, Wade. Brindemos.

—ЎPor Sissy! —gritу Wade, tragбndose todo de una vez. Y se atragantу, empezando a toser tan escandalosamente, que los otros dos se reнan y le daban palmadas en la espalda.

Desde el momento en que naciу su hija, la conducta de Rhett fue desconcertante para los que le rodeaban, y destruyу opiniones muy arraigadas que toda la ciudad y la misma Scarlett tenнan de йl. ЎQuiйn iba a pensar que, precisamente йl, se mostrase tan franca, tan abiertamente orgulloso de su paternidad! Y mucho mбs con la azorante circunstancia de que su primogйnito fuese una niсa.

La ilusiуn de su paternidad no se le pasaba, lo cual producнa cierta envidia secreta a las mujeres, cuyos maridos estaban ya hartos del bebй antes de que йste estuviera bautizado. Paraba a la gente en la calle para contarle los detalles de los milagrosos progresos de su nena, sin hacer preceder sus observaciones por el hipуcrita, pero cortйs: «Ya sй que todo el mundo se imagina que su hijo es una excepciуn, pero... ». Su hija le parecнa una maravilla que no podнa compararse con ningъn mocoso, y hablaba de lo mismo a quien fuese. Cuando se enterу de que el ama le habнa dejado chupar un pedazo de magro de cerdo, originando el primer cуlico, la conducta de Rhett hizo reнr a carcajadas a los padres sensatos. Llamу apresuradamente al doctor Meade y a otros dos mйdicos y mбs difнcilmente logrу contenerse y no dar de latigazos a la desdichada ama. Йsta fue despedida y seguida de una serie de ellas, que duraban lo mбs una semana, pues ninguna llenaba los requisitos necesarios para satisfacer las exigencias de Rhett.

Por su parte, Mamita veнa con gusto sucederse las amas, pues estaba envidiosa de todas las negras y no comprendнa por quй no bastaba ella para cuidar a Wade, a Ella y al bebй. Pero Mamita tenнa muchos aсos y el reuma hacнa cada vez mбs lento su pesado paso. A Rhett le faltaba valor para explicarle las razones de que se tomara otra niсera. Le dijo que un hombre de su posiciуn no estaba bien que no tuviera mбs servicio. No le pareciу bien. Debнa tomar otras dos para el trabajo mбs pesado y dejarlas bajo la direcciуn de Mamita. Esto sн le parecнa bien a Mamita. Mбs criados eran un crйdito para su posiciуn, tanto como para la de Rhett. Pero no querнa, se lo dijo muy decidida, tener mбs gentuza negra en el cuarto de los niсos. Asн, Rhett se decidiу a mandar a Tara a buscar a Prissy. Conocнa sus defectos, pero al fin y al cabo era de una familia conocida. Y el tнo Peter proporcionу una sobrina suya llamada Lou, que habнa pertenecido a una prima de tнa Pittypat.

Scarlett, aun antes de estar completamente repuesta, se dio cuenta de la obsesiуn de Rhett con la pequeсa y se sentнa algo corrida y azorada ante su entusiasmo por ella delante de la gente. Estaba muy bien que un hombre quisiese a su hija, pero encontraba que habнa algo poco varonil en la demostraciуn de semejante cariсo. Debнa ser indiferente y despreocupado como eran otros hombres.

—Parece que estбs loco —le dijo, irritada—. Y no comprendo el porquй.

—їNo? Desde luego es posible. Es sencillamente que se trata de la primera persona que me ha pertenecido por completo.

—Tambiйn me pertenece a mн.

—No; tъ tienes otros dos niсos. Йsta es mнa.

—ЎQuй disparate! —dijo Scarlett—. Yo fui quien la tuve; y, ademбs, querido, no olvides que yo tambiйn te pertenezco.

Rhett la mirу por encima de la morena cabecita de la nena y sonriу extraсamente.

—їDe veras, querida?

La entrada de Melanie cortу una de las vivas peleas que surgнan tan frecuentemente entre ellos aquellos dнas. Scarlett disimulу su indignaciуn, y contemplу cуmo Melanie cogнa a la chiquilla. El nombre que habнan decidido ponerle era Eugenia Victoria; pero aquella tarde Melanie, sin intenciуn, le regalу un nombre que le quedу para siempre. De la misma manera que el de Pittypat habнa borrado por completo hasta el recuerdo de Sara Juana.

Rhett, inclinado sobre la niсa, habнa dicho:

—Sus ojos van a ser verde guisante.

—Nada de eso —exclamу Melanie, indignada, olvidando que los de Scarlett eran casi de ese color—. Van a ser azules iguales que los del seсor O'Hara, tan azules como... como la bonita bandera azul.

—Bonnie Blue[31] Butler —riу Rhett cogiйndole la niсa de sus brazos y mirando mбs de cerca sus ojillos. Y en Bonnie quedу, hasta el extremo de que sus padres se olvidaran de que le habнan puesto el nombre de dos reinas.

Cuando Scarlett pudo salir de nuevo, hizo a Lou oprimirla en su corsй, con tal fuerza que las cintas estallaban. Despuйs se pasу una medida de cinta alrededor de la cintura.

—Veinte pulgadas —gruсу—; eso es lo que los niсos hacen a la figura.

Tenнa la cintura tan ancha como tнa Pittypat, tan ancha como Mamita.

—Apriйtalas mбs, Lou. A ver si puedes reducнrmela a ocho pulgadas y media, o no podrй ponerme ninguno de mis trajes.

—Romperнa los cordones, seсorita Scarlett —dijo Lou—. Se le ha ensanchado la cintura y no se puede remediar.

«Sн que se puede remediar —pensу Scarlett, mientras descosнa furiosa los costados del traje para sacarle unas pulgadas—; nunca mбs tendrй otro hijo. »

Desde luego, Bonnie era muy linda y un orgullo para Rhett y para ella, y Rhett la adoraba. Pero no volverнa a tener otro niсo. Cуmo se arreglarнa para conseguirlo, eso no lo sabнa. Porque no podнa manejar a Rhett como habнa manejado a Frank. Rhett no le tenнa miedo. Iba a ser difнcil con Rhett, que tan entusiasmado estaba con la niсa, y que seguramente, aunque йl dijese que si tuviese un hijo lo ahogarнa, querrнa tener uno al aсo siguiente. ЎPues no tendrнa ni niсo ni niсa! ЎYa era bastante para una mujer tener tres hijos!

Cuando hubo hilvanado las deshechas costuras, Lou las cosiу; peinу y vistiу a Scarlett, llamу un coche y su ama saliу en йl para el almacйn de maderas. Por el camino se fue animando y olvidу por completo la perdida lнnea, porque iba a ver a Ashley, a examinar los libros con йl. Y, si tenнa un poco de suerte, lo verнa a solas. No lo habнa visto desde bastante antes del nacimiento de Bonnie, pues no habнa querido hacerlo cuando su embarazo era muy visible; asн que habнa echado mucho de menos el contacto diario con йl y tambiйn la actividad de su negocio de maderas mientras estaba enclaustrada. Desde luego, ahora Scarlett no necesitaba trabajar. Podrнa vender muy fбcilmente las serrerнas y emplear el dinero en valores para Wade y Ella. Pero tal cosa significarнa ver a Ashley muy rara vez y eso siempre en sociedad y rodeados de multitud de gente. Y el trabajar al lado de Ashley era su mayor placer.

Cuando llegу al almacйn examinу con interйs las grandes pilas de madera y el gran nъmero de clientes que se agolpaban entre ellas hablando con Hugh Elsing. Y habнa seis troncos de mulas, y varios vagones que los negros estaban cargando. «ЎSeis troncos! —pensу con orgullo—. ЎY todo esto lo he hecho yo sola! » Ashley saliу a la puerta del pequeсo despacho, con los ojos iluminados por la alegrнa de volver a verla, le dio la mano para ayudarla a bajar del coche y la condujo al despachito como si fuera una reina.

Pero parte de su alegrнa se desvaneciу al indinarse sobre los libros de su serrerнa y compararlos con los de Johnnie Gallegher. Ashley casi no habнa hecho mбs que gastos y Johnnie tenнa a su favor una respetable suma. Se abstuvo de hacer comentarios mientras contemplaba las dos pбginas. Ashley leyу en su rostro.

—Lo siento muchнsimo, Scarlett. Lo ъnico que quisiera decirte es que me gustarнa que me dejases contratar a negros libres en lugar de emplear penados. Creo que me arreglarнa mejor.

—ЎNegros! ЎPero su jornal nos arruinarнa! Los penados son desecho barato. Si Johnnie consigue todo esto con ellos...

Los ojos de Ashley miraron por encima de su hombro algo que ella no podнa distinguir, y la alegrнa desapareciу en su rostro.

—Yo no puedo manejar a los presidiarios como hace Johnnie; yo no sй conducir hombres.

—ЎPor los clavos de Cristo! Johnnie es una maravilla para eso. Pero tъ, Ashley tienes un corazуn tan blando... Debнas hacerlos trabajar a la fuerza. Johnnie me ha contado que cada vez que uno de йsos quiere dejar el trabajo te dice que estб enfermo y tъ le das un dнa de permiso. ЎSanto Dios, Ashley, йse no es modo de hacer dinero! Un par de latigazos cura cualquier enfermedad...

—ЎScarlett, Scarlett, no sigas; no puedo soportar oнrte hablar de esa nanera! —exclamу Ashley, mirбndola tan duramente, que la dejу sin habla—. їNo comprendes que son hombres, algunos de ellos enfermos, destrozados, miserables, y...? ЎOh, querida, no puedo soportar ver cуmo te ha hecho cambiar a ti, que antes eras tan suave...!

—їQuiйn crees que me ha cambiado?

—Voy a decнrtelo y no tengo ningъn derecho. Pero voy a decнrtelo. Tu... Rhett Butler. Todo lo que йl toca lo emponzoсa. Y te ha cogido a ti, que eras tan dulce, tan generosa, tan buena, a pesar de todo tu atolondramiento, y ha hecho de ti esto... Endurecerte, embrutecerte con su contacto.

—ЎOh! —murmurу Scarlett, luchando con la culpable alegrнa de ver que Ashley la querнa tan profundamente que aъn podнa creerla dulce y buena. Gracias a Dios, echaba a Rhett la culpa por su manera de ganar dinero. Desde luego, Rhett no tenнa nada que ver con eso y la culpa era toda de ella, pero, despuйs de todo, que le achacasen otro delito poco daсo podнa hacerle.

—Si fuera cualquier otro hombre no me importarнa tanto, pero ЎRhett Butler! He visto lo que ha hecho de ti. Sin que te dieras cuenta, ha torcido tus sentimientos, encauzбndolos por el mismo camino por donde van los suyos. ЎOh, sн! Yo no debнa decir esto; me salvу la vida y soy agradecido, pero Ўojalб hubiera sido cualquier otro hombre y no йl! No tengo derecho a hablarte asн, pero...

—ЎOh, Ashley, sн tienes derecho; ningъn otro hombre lo tiene!

—Te digo que no puedo aguantar el ver cуmo tus delicadezas las ha cambiado йl en brusquedades, el saber que tu belleza y tu encanto estбn entre las manos de un hombre que... ЎCuando pienso que te toca, que...!

«Va a besarme —pensу Scarlett, como en йxtasis—. Y no habrб sido mнa la culpa. » Se inclinу hacia йl. Pero йl se hizo atrбs sъbitamente, cual si se diese cuenta de que habнa dicho demasiado, que habнa expresado cosas que nunca tuvo intenciуn de decir.

—Te pido mil perdones, Scarlett. He... he insinuado que tu marido no es un caballero, y mis propias palabras demuestran que yo, desde luego, no lo soy. Nadie tiene derecho a hablar a una esposa de su marido. No tengo ninguna excusa, excepto, excepto... —balbuceу, y su voz se convirtiу en un susurro. Ella esperу conteniendo el aliento.

—No tengo excusa de ninguna clase.

Durante todo el camino de vuelta a su casa, la imaginaciуn de Scarlett galopaba locamente. Absolutamente ninguna excusa... excepto que la amaba. Y la imagen de ella en los brazos de Rhett despertу en йl una indignaciуn que nunca hubiera creнdo posible. Bien; Scarlett podнa comprenderlo. Si no fuese por la certidumbre de que sus relaciones con Melanie eran, necesariamente como de hermano y hermana, su propia vida hubiera sido un tormento. Y los abrazos de Rhett la embrutecнan. Bien; si Ashley lo creнa asн, ella podнa pasarse muy bien sin esos abrazos. Se imaginу lo dulce y romбntico que serнa para los dos el guardarse mutua fidelidad fнsicamente, aunque estuviese cada uno casado con otra persona. La idea se adueсу de su imaginaciуn, y se complaciу en ella. Y, ademбs, presentaba su lado prбctico: eso significarнa que ya no habrнa de tener mбs hijos.

Cuando llegу a casa y despidiу el coche, algo de la excitaciуn que la habнa poseнdo al lado de Ashley se desvaneciу al enfrentarse con el proyecto de decirle a Rhett que deseaba alcobas separadas y todo lo que esto significaba. Serнa difнcil. Y, por otra parte, їcуmo se arreglarнa para decirle a Ashley que se habнa negado a su esposo en atenciуn a sus deseos? їPara quй podнa servir un sacrificio si nadie se enteraba de йl? ЎQuй carga eran el pudor y la delicadeza! ЎSi pudiese hablarle a Ashley con la misma franqueza con que lo hacнa a Rhett! Bien; no importaba. Ya se arreglarнa para darle a entender la verdad a Ashley.

Subiу y, abriendo la puerta del cuarto de los niсos, encontrу a Rhett sentado al lado de la camita de Bonnie, con ella en brazos y enseсбndole a Wade el contenido de sus bolsillos. ЎQuй suerte que a Rhett le gustasen los niсos y se entendiese tan bien con ellos! ЎAlgunos padrastros son tan desagradables para los hijos de otros matrimonios...!

—Quiero hablarte —dijo bruscamente al entrar en su habitaciуn.

Valнa mбs provocar una explicaciуn cuando la decisiуn de no tener mбs hijos estaba firme en ella y cuando el amor de Ashley le daba fuerzas.

—Rhett —dijo sin preбmbulos, cuando йste hubo cerrado tras sн la puerta de la alcoba—. He decidido no tener mбs hijos.

Si le sobresaltу la inesperada declaraciуn, йl no lo demostrу en absoluto. Se sentу en una butaca muy cуmodamente y se echу hacia atrбs.

—Cariсo, como ya te dije antes de que naciera Bonnie, me es igual que tengas un hijo o veinte.

ЎQuй mal intencionado era cortando la cuestiуn tan en seco, como si el motivo por el que vienen los niсos al mundo no tuviera nada que ver con su llegada!

—Me parece que tres son suficientes. No pretendo tener uno cada aсo.

—Parece un nъmero bastante razonable.

—Sabes muy bien —se detuvo azorada y sus mejillas enrojecieron—. Sabes muy bien lo que quiero decir.

—Lo sй. Creo tambiйn que te darбs cuenta de que puedo divorciarme de ti, si me niegas mis derechos maritales.

—ЎSerнas tan villano como para hacer semejante cosa! —gritу, indignada. Nada ocurrнa como ella lo tenнa planeado—. Si tuvieras una chispa de caballerosidad, serнas lo suficientemente... Mira: Ashley Wilkes y Melanie no pueden tener hijos y...

—ЎVaya con el caballerito Ashley! —dijo Rhett, mientras sus ojos brillaban extraсamente—. Por favor, continъa.

Scarlett, desorientada por sus rйplicas, se sentнa turbada y no sabнa ya quй decir. Ahora comprendнa lo loca que habнa sido su esperanza de arreglar amistosamente un asunto tan importante, sobre todo con un sucio egoнsta como Rhett.

—Has estado en el almacйn de madera esta tarde, їverdad?

—їQuй tiene que ver una cosa con otra?

—їTe gustan los perros, verdad, Scarlett? їLos prefieres en la perrera o en el pesebre?

La alusiуn resbalу sobre ella, que estaba en el colmo de la indignaciуn y del despecho.

Йl se levantу quedamente y, acercбndose a su mujer, la cogiу por la barbilla, obligбndola a levantar la cabeza.

—ЎQuй chiquilla eres! Has vivido con tres hombres y aъn no has comprendido el carбcter del hombre. Pareces creer que todos son como seсoras viejas que han pasado ya la edad crнtica.

Le pellizcу la barbilla juguetonamente y luego la soltу, se separу de ella y, levantando las cejas, la mirу frнamente.

—Comprйndeme bien, Scarlett; si tu lecho tuviera aъn algъn encanto para mн, ni cerrojos ni sъplicas me podrнan apartar de йl. Y no me avergonzarнa de nada de lo que hiciese, porque hice contigo un pacto, un pacto que yo he respetado y tъ ahora estбs violando. Puedes guardar tu casto lecho, querida mнa.

—їPretendes darme a entender —gritу Scarlett, furiosa— que no te importa...?

—їNo te has cansado tъ de mн? Pues los hombres se cansan mбs fбcilmente que las mujeres. Guarda tu santidad, Scarlett. Me tiene sin cuidado. No importa. —Se encogiу de hombros con una mueca—. Afortunadamente, el mundo estб lleno de lechos y en casi todos los lechos hay alguna mujer.

—їQuieres decir que serнas capaz...?

—Desde luego, inocentita mнa. Lo maravilloso es que haya esperado tanto tiempo. Nunca he considerado la fidelidad como una virtud.

—Cerrarй mi puerta todas las noches.

—їPara quй te vas a molestar? Si te desease, ningъn cerrojo me impedirнa entrar.

Se volviу como si el asunto estuviera terminado y saliу de la alcoba. Scarlett le oyу volver al cuarto de los niсos, donde fue recibido con gritos de alegrнa. Se sentу bruscamente. Ya habнa conseguido lo que querнa. Eso era lo que deseaban Ashley y ella. Pero no la hacнa feliz. Su vanidad sufrнa, y estaba disgustada, mortificada de ver que Rhett lo habнa tomado con tanta tranquilidad, que no la querнa, que la habнa puesto en el mismo nivel que a otras mujeres en otros lechos...

Le gustarнa encontrar una forma delicada de hacerle saber a Ashley que ella y Rhett no eran ya en realidad marido y mujer. Pero ahora comprendнa que era imposible. Era un enredo terrible y casi lamentaba haberse decidido a hablar. Echarнa mucho de menos las largas conversaciones, tan divertidas, que mantenнa con Rhett por las noches, mientras la chispa de su cigarro brillaba en la oscuridad. Echarнa de menos el consuelo de sus brazos cuando se despertaba asustada soсando que estaba corriendo entre la niebla.

De repente se sintiу muy desgraciada y, recostando la cabeza en el brazo de la butaca, rompiу a llorar.

Una lluviosa tarde, cuando Bonnie apenas habнa cumplido su primer aсo, Wade se aburrнa en el gabinete. De vez en cuando se acercaba a la ventana, apoyando la nariz contra los chorreantes vidrios. Era un chiquillo bajo y delgado, pequeсo para sus ocho aсos, tнmido y vergonzoso, y que no hablaba apenas mбs que cuando le dirigнan la palabra. Era taciturno y no sabнa divertirse solo. Ella, en un rincуn, jugaba con sus muсecas. Scarlett estaba ante su escritorio murmurando para sн misma, mientras sumaba una larga columna de nъmeros, y Rhett, tumbado en el suelo, balanceaba el reloj sujetбndolo por la cadena fuera del alcance de Bonnie.

Despuйs que Wade hubo cogido varios libros y los hubo dejado caer con ruido, suspirando profundamente, Scarlett se volviу hacia йl, irritada.

—ЎPor Dios santo, Wade! ЎVete a correr o a jugar!

—No puedo; estб lloviendo.

—ЎAh, sн! No me habнa dado cuenta. Pues haz algo; me estбs poniendo nerviosa, con tanta vuelta. Anda, ve y dile a Pork que enganche el coche y te lleve a jugar con Beau.

—No estб en casa —suspirу Wade—. Estб en la fiesta de cumpleaсos de Raъl Picard.

Raъl era el hijo menor de Maribella y de Rene Picard. «Un mocoso indecente —pensу Scarlett—, que mбs parecнa un mono que un niсo. »

—Bueno, pues puedes ir a ver a quien quieras. Corre a decнrselo a Pork.

—Nadie estб en casa —contestу Wade—. Todos estбn en la fiesta.

Las palabras que el niсo no pronunciу, «todo el mundo... menos yo», flotaban en el aire, pero Scarlett, con la imaginaciуn en los libros, no se fijу en ello.

Rhett se enderezу hasta quedar sentado y dijo:

—їPor quй no estбs tъ en la fiesta, hijo?

Wade se acercу a йl, mirando al suelo con expresiуn de sentirse muy desgraciado.

—No me han invitado, seсor[32].

Rhett abandonу el reloj a las destructoras manos de Bonnie y se incorporу ligeramente.

—Deja en paz esos condenados nъmeros, Scarlett. їPor quй no han invitado a Wade a esa fiesta?

—ЎPor amor de Dios, Rhett! No me molestes ahora. Ashley ha armado un buen jaleo en estas cuentas... ЎDichosa fiesta! Me figuro que no es nada anormal que no hayan invitado a Wade. Y, si lo hubieran invitado, yo no le habrнa dejado ir. No olvides que Raъl es el nieto del seсor Merriwether y que la seсora Merriwether preferirнa recibir en su salуn a negros libertos a recibirnos a ninguno de nosotros.

Rhett, que contemplaba a Wade con ojos pensativos, vio al niсo titubear.

—Ven aquн, hijo —le dijo atrayйndole hacia sн—. їTe hubiera gustado ir a esa fiesta?

—No seсor —dijo Wade valientemente. Pero bajу los ojos.

—ЎHum!... Dime, Wade. їVas a casa de Joe Whiting, o de Frankie Bonnel, o de tus otros amiguitos cuando dan fiestas?

—No seсor, no me invitan a muchas fiestas.

—ЎWade, estбs mintiendo! —gritу Scarlett, volviйndose—. Fuiste a tres la semana pasada; a la fiesta infantil de los Bart, a la de los Gelert y a la de los Hundon.

—Buena colecciуn de mulas con arneses de caballo —dijo Rhett en un murmullo—. їTe divertiste mucho en esas fiestas? Contesta.



  

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