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CUARTA PARTE 27 страница



Las lбgrimas rodaban por sus mejillas, sin que hiciese nada por ocultarlas, y sus manos se crispaban en tal forma que las uсas se le clavaban en la carne.

—їQuй pesadilla?

La voz de йl era tranquila y dulce.

—Es verdad. Se me olvidaba que usted no lo sabe. Pues bien, cuando trataba de ser amable con la gente y me decнa que el dinero no lo era todo, en cuanto llegaba la hora de marcharme a la cama, siempre soсaba que estaba otra vez en Tara despuйs de la muerte de mi madre, cuando los yanquis acababan de pasar por allн. Rhett, no se lo puede imaginar, me estremece pensarlo, lo veo de nuevo. ЎTodo estб quemado, tan quieto, y no hay nada que comer! ЎOh, Rhett, en mi sueсo siento el hambre otra vez!

—Continъe.

—Yo tengo hambre, y todo el mundo, papб y mis hermanas, y los negros, estбn muertos de hambre y lo repiten una y otra vez: «ЎTenemos hambre, tenemos hambre! » Y yo estoy tan vacнa que siento dolor. Y para mis adentros digo: «Si alguna vez salgo de йsta, nunca mбs volverй a tener hambre». Y entonces el sueсo se desvanece en una niebla gris, y yo estoy corriendo, corriendo en la niebla, y corro tanto que mi corazуn estб a punto de estallar, y algo me impulsa, y ya no puedo respirar, pero pienso que si consigo llegar allн me salvarй. Pero yo no sй adonde quiero llegar. Y entonces me despierto y me siento estremecida de miedo, un miedo tan grande a volver a tener hambre otra vez... Cuando me despertaba de mi sueсo, me parecнa como si no hubiera en el mundo dinero. bastante para evitar que yo pudiera volver a tener hambre. Y Frank era tan blando y tan compasivo con las gentes, que йl nunca les hubiera sacado el dinero... No me comprendнa. Yo pensaba que algъn dнa llegarнa a hacйrselo comprender, cuando tuviйramos mucho dinero y yo menos miedo; a pasar hambre. Y ahora ha muerto y es demasiado tarde. Yo creн obrar bien y estaba completamente equivocada. ЎAy, si pudiese empezar de nuevo, quй distinta iba a ser!

—Basta —dijo Rhett, soltбndose de sus frenйticas manos y sacando de su bolsillo un paсuelo limpio—. Ahora sйquese la cara. No tiene objeto que se ponga de ese modo.

Scarlett cogiу el paсuelo y se enjugу las hъmedas mejillas. Experimentaba cierta sensaciуn de alivio, como si se hubiera desembarazado de una parte de la carga demasiado pesada para sus hombros. ЎЙl parecнa tan fuerte y tan tranquilo! Hasta la ligera contracciуn de su boca la animaba como si demostrase que compartнa su tortura y turbaciуn.

—їSe encuentra ya mejor? Y ahora vamos con calma al fondo de todo esto. Dice que si pudiera volver a hacerlo serнa completamente distinta. Pero їlo harнa asн? Piйnselo frнamente. їLo harнa?

—Yo...

—їNo volverнa a hacer lo mismo? їPodrнa obrar de otro modo?

—No.

—Entonces, їpor quй se lamenta?

—ЎHe sido tan mala con йl! Y ahora se ha muerto.

—Y si йl no se hubiera muerto, usted seguirнa siendo igual de mala. Por lo que puedo entender, no estб usted disgustada por haberse casado con Frank, y haberle hecho desgraciado, y haber causado inadvertidamente su muerte; por lo que estб disgustada es porque va a ir al infierno.

—Es que... ЎEstб tan unido lo uno a lo otro!...

—Su moral es algo rara. Estб en el mismo caso de un ladrуn a quien se coge con las manos en la masa y que estб asustado, no por haber robado, sino por miedo a ir a la cбrcel.

—ЎUn ladrуn!

—ЎOh, no tome las cosas tan al pie de la letra! En otras palabras: si no se le hubiese ocurrido esa idea absurda de que estaba condenada a las eternas llamas del infierno, se encontrarнa muy a gusto desembarazada de Frank.

—ЎRhett!

—Vamos. Se estб confesando y debe confesar la verdad como confesarнa algunas mentiras. їLa atormentу mucho su... conciencia cuando por trescientos dуlares le ofreciу a Frank el..., їcуmo le llamaremos?..., esa joya que es mбs preciada que la vida?

El brandy estaba haciendo sus efectos, y Scarlett se sentнa mareada e inquieta. їDe quй le servirнa no decirle la verdad, si йl parecнa leer en su interior?

—Yo entonces no me acordй gran cosa de Dios ni del infierno, y cuando me acordй... pensй que Dios comprenderнa.

—Pero, їusted no creyу que Dios comprenderнa por quй se casaba con Frank?

—Rhett, їcуmo puede usted hablar asн de Dios cuando no cree en Йl?

—Usted cree en un Dios vengador, y eso es lo que ahora tiene importancia para usted. їCуmo no podrнa el Seсor comprender...? їSiente que Tara sea aъn suya y que no estйn sus enemigos viviendo allн? їSiente no estar ya hambrienta y andrajosa?

—ЎOh, no!

—їTenнa alguna alternativa no siendo la de casarse con Frank?

—No.

—Йl no tenнa ninguna obligaciуn de casarse con usted, їno es asн? Los hombres son libres. No tenнa ninguna obligaciуn de aguantar sus desplantes ni de hacer lo que no le placнa, їverdad?

—Pero...

—Scarlett, їpor quй preocuparse mбs por eso? Si tuviera que. ♦ olver a hacerlo, volverнa a mentir y a casarse con йl. Volverнa a poderse en peligro, y йl volverнa a tener que vengarse. Si se hubiera casado con su hermana Suellen, ella no hubiera causado su muerte, pero es probable que le hubiera hecho mucho mбs desgraciado que usted. No podнa haber sido de otro modo —Pero yo pude haberme portado mejor con йl. fi —Podrнa haberlo hecho si hubiera usted sido una persona distinta. Pero usted ha nacido para imponerse a todo el que se deje Ўimponer. Los fuertes estбn hechos para eso y los dйbiles para inclinarse ante ellos. Frank tuvo la culpa por no haberla azotado con un lбtigo. Me sorprende, Scarlett, que se le ocurra a usted desenterrar, conciencia a estas alturas de su vida. Los oportunistas como usted no deben tenerla.

—їQuй es un opor...? їCуmo ha dicho?

—Una persona que se aprovecha de las oportunidades.

—No debн hacerlo...

—Esto se ha discutido siempre, especialmente por aquellos que tienen las mismas oportunidades y no saben aprovecharlas.

—Rhett, se estб usted burlando de mн, y yo habнa creнdo que iba i. a mostrarse cariсoso.

—Estoy siendo cariсoso, creo yo. Scarlett, querida, usted estб mareada, eso es lo que le pasa.

—їSe atreve...?

—Sн, me atrevo. Tiene usted lo que vulgarmente se llama una Ўborrachera y estб a punto de sufrir una crisis de lбgrimas. Asн que,, voy a variar de asunto y voy a animarla contбndole algunas noticias jque la divertirбn. Realmente a eso venнa esta tarde: a contarle mi noticia antes de marchar. —їAdonde va?

—A Inglaterra, y tal vez pase allн unos cuantos meses. Olvide su conciencia, Scarlett. No tengo ganas de perder mбs tiempo discutiendo el destino de su alma. їNo tiene ganas de oнr mis noticias? —Pero... —empezу dйbilmente.

Luego se detuvo. Entre el brandy, que iba suavizando los бsperos contornos del remordimiento, y las palabras de Rhett, burlonas, pero tranquilizadoras, el pбlido espectro de Frank empezaba a borrarse en las sombras. Acaso Rhett tuviese razуn. Tal vez Dios comprendiese. Se recobrу lo suficiente para rechazar la idea, y decidiу: Maсana pensarй en todo esto».

—їCuбl es esa noticia? —dijo haciendo un esfuerzo, limpiбndole con el paсuelo y echбndose para atrбs el cabello, que habнa empezado a alborotбrsele.

—Mi noticia es йsta —contestу йl haciйndole un guiсo—: yo la quiero a usted mбs que a ninguna de las mujeres que conozco. Y, ahora que ya no existe Frank, pensй que le interesarнa saberlo. Sн, lo pensй.

Scarlett apartу sus manos de las de Rhett y se puso en pie indignada.

—Yo... Es usted el hombre mбs grosero del mundo; venir aquн precisamente en estos momentos, con esa indecencia. Debнa yo saber que no podнa usted cambiar. ЎCuando el cadбver de Frank estб aъn caliente! Si tiene usted alguna idea de decoro, mбrchese de aquн inmediatamente.

—Tranquilнcese, o vamos a tener aquн a tнa Pitty dentro de un minuto —dijo йl, no levantбndose, sino extendiendo los brazos y cogiйndola de las muсecas—. Estoy seguro de que equivoca usted mis intenciones.

—їEquivocar sus intenciones? ЎNo equivoco nada!

Y se esforzaba en desasirse.

—ЎSuйlteme y salga de aquн! Nunca habнa oнdo nada de tan mal gusto...

—Cбllese —dijo йl—. Estoy pidiйndole que se case usted conmigo. їSe convencerб si me pongo de rodillas?

Scarlett murmurу:

—ЎOh!

Y se dejу caer sin respiraciуn en el sofб.

Le mirу asombrada, con la boca abierta, preguntбndose si el brandy la habrнa trastornado, recordando inconscientemente su frase acostumbrada: «Querida mнa, yo no soy hombre de esos que se casan». O ella estaba bebida, o йl estaba loco. Pero no parecнa loco. Estaba tan tranquilo como si hablara del tiempo. Y su voz resonaba en sus oнdos completamente natural.

—Siempre he pensado que llegara a ser mнa, Scarlett, desde aquel primer dнa que la vi en Doce Robles, cuando tirу aquel vaso y jurу y demostrу que no era usted una seсora. Siempre me propuse llegar a poseerla de una manera o de otra. Pero como usted y Frank han hecho algъn dinero, comprendo que no la conseguirй con proposiciones ilнcitas. Asн que me he convencido de que tendrй que casarme con usted.

—ЎRhett Butler! їEs йsta una de sus perversas burlas?

—Le estoy hablando con el corazуn en la mano y no me cree. No, Scarlett; es una declaraciуn en toda regla. Reconozco que no es del mejor gusto venir en estos momentos, pero tengo una magnнfica excusa para mi falta de tacto. Me marcho maсana por bastante tiempo y temo que, si espero hasta la vuelta, la encontrarй casada con otro que tenga algъn dinero. Y asн pensй: «їPor quй no conmigo y con mi dinero? ». Realmente, Scarlett, no puedo pasarme toda la vida esperando a cazarla entre dos maridos.

Y lo pensaba, no cabнa la menor duda sobre ello. Ella tenнa la boca seca, mientras procuraba convencerse. Tragaba saliva y le miraba a los ojos intentando encontrar la clave de aquello. Estaban llenos de risa, pero habнa algo mбs en el fondo que Scarlett no le habнa visto jamбs: un fulgor que desafiaba el anбlisis. Estaba sentado cуmoda y descuidadamente, pero Scarlett sentнa que la observaba con tanta ansiedad como el gato observa el agujero del ratуn. Le producнa el efecto de tener un resorte en tensiуn bajo su aparente calma, de tal forma que ella se echу hacia atrбs algo asustada.

Estaba, efectivamente, pidiйndole que se casase con йl; estaba haciendo lo increнble. Alguna vez, Scarlett habнa planeado cуmo le harнa sufrir si llegase a proponйrselo. Una vez habнa decidido que si йl pronunciaba estas palabras ella lo humillarнa y le harнa sentir su poder y experimentarнa un maligno placer al hacerlo. Y ahora йl habнa hablado y ella ni siquiera se acordaba de sus planes porque no lo sentнa en su poder, como no lo habнa sentido jamбs. De hecho, йl era el dueсo de la situaciуn, de tal modo que ella estaba tan azorada como una jovencita ante la primera declaraciуn, y sуlo era capaz de ruborizarse y tartamudear.

—Yo... yo nunca me volverй a casar.

—Ya lo creo que volverб; ha nacido usted para casada. їPor quй no conmigo?

—Pero, Rhett, yo... yo no le quiero.

—Eso no es un inconveniente. Yo no sй que el amor haya sido indispensable en sus otros dos matrimonios.

—ЎOh! їCуmo puede decir...? Ya sabe que he tenido mucho cariсo a Frank.

Йl no dijo nada.

—Yo estaba..., yo estaba...

—Bien, no discutamos sobre eso. їQuiere pensar en mi proposiciуn mientras estoy fuera? —Rhett, no me gusta dejar las cosas en el aire. Prefiero decнrselo ahora. Pienso marcharme a casa, a Tara, pronto. India Wilkes vendrб a quedarse con tнa Pittypat. Quiero irme a casa por una larga temporada. Y... y yo no quiero volver a casarme.

—ЎBobadas! їPorquй?

—No sй por quй; no lo he pensado. Sencillamente, no quiero volverme a casar.

—Pero, hija mнa, realmente usted nunca ha estado casada. їCуmo puede usted saber? Voy a admitir que ha tenido mala suerte: una vez por despecho y otra vez por dinero. їHa pensado alguna vez en casarse sencillamente por gusto? —їPor gusto? No diga tonterнas. No hay ningъn placer en estar casada.

—їNo? їPor quй no?

Habнa recobrado cierta especie de calma, y con ella toda su natural rudeza, que el brandy hacнa aparecer mбs a la superficie.

—Hay placer para los hombres, aunque Dios sabe por quй. Nunca he podido comprenderlo. Pero todo lo que la mujer saca en limpio es algo que comer, y mucho trabajo, y tener que aguantar todas las chifladuras de un hombre, y... un bebй todos los aсos.

Йl se reнa tan estruendosamente, que su risa resonaba en la quietud de la casa, y Scarlett sintiу abrirse la puerta de la cocina.

—Cбllese. Mamita tiene oнdos de lince y no es decoroso reнr tan pronto despuйs de... Deje de reнr. Sabe de sobra que es verdad. ЎPlacer! ЎVamos, hombre!

—Le digo que ha tenido usted mala suerte, y lo que acaba de decir lo demuestra. Ha estado casada con un niсo y con un viejo. Y estoy completamente seguro de que su madre le dijo que las mujeres tienen que soportar algunas cosas a cambio de las compensadoras alegrнas de la maternidad. Bien, pues todo eso es una equivocaciуn. їPor quй no casarse con un verdadero joven que tiene bastante mala reputaciуn y costumbre de tratar a las mujeres? Serнa divertido.

—Es usted ordinario y presuntuoso, y yo creo que esta conversaciуn ya ha durado bastante. ЎEs de tan mal gusto!

—Y enormemente divertida tambiйn. Apostarнa a que nunca discutiу las relaciones matrimoniales con ningъn hombre mбs que con Charles y con Frank.

Scarlett lo mirу ceсuda. Rhett sabнa demasiado. Ella se preguntaba dуnde habrнa aprendido todo lo que sabнa de las mujeres. Aquello no era decente.

—No se enfade. Fije el dнa, Scarlett. No insisto en un matrimonio inmediato, para salvar las apariencias. Esperemos el tiempo prescrito. Vamos a ver: їcuбl es exactamente el tйrmino legal?

—Yo no he dicho que me voy a casar con usted. No es decoroso ni siquiera el hablar de semejante cosa en estos momentos.

—Ya le he dicho por quй hablo de ello. Me marcho fuera maсana y soy un enamorado demasiado ardiente para contener mi pasiуn por mбs tiempo. Pero tal vez he estado demasiado precipitado en mi pretensiуn.

Con una rapidez que la desconcertу, se dejу resbalar del sofб hasta quedar de rodillas, y, con una mano caballerescamente puesta sobre su corazуn, recitу muy de prisa:

—Perdуneme por asustarla con la impetuosidad de mis sentimientos, querida Scarlett; quiero decir, querida seсora Kennedy. No debe haber pasado inadvertido para su perspicacia que la amistad hace mucho tiempo sentнa hacia usted ha madurado convirtiйndose en un sentimiento mбs hermoso, mбs puro, mбs sagrado. їMe atreverй a decirle su nombre? ЎAh! Es el amor lo que me hace tan atrevido.

, —Levбntese —suplicу Scarlett—. Parece usted un tonto. Imagine que entrase aquн Mamita y lo viese.

—Se quedarнa estupefacta e incrйdula ante los primeros signos de mi entusiasmo —dijo Rhett, levantбndose rбpidamente—. Vamos, Scarlett, no sea usted chiquilla; no es una niсa ni una colegiala para sacarme de quicio con esas absurdas excusas de decencia y cosas por el estilo. Diga que se casarб usted conmigo cuando vuelva o... Ўpor Dios, que no me irй! Me quedarй por estos alrededores y tocarй la guitarra debajo de su ventana todas las noches, y cantarй con toda mi voz, y la comprometerй hasta que tenga usted que casarse conmigo para salvar su reputaciуn.

—Rhett, sea comprensivo, por favor. No quiero casarme con nadie.

—їNo? No me dice la verdadera razуn; no puede ser timidez infantil. їQuй es?

De repente, Scarlett se acordу de Ashley, lo vio tan claramente como si estuviese allн a su lado: el cabello dorado, los ojos soсadores, ; lleno de dignidad, tan radicalmente distinto a Rhett. Йl era la verdadera razуn por la que no querнa casarse otra vez, aunque no tuviera ninguna objeciуn seria que oponer a Rhett y hasta estuviera encariсada con йl. Pertenecнa a Ashley desde siempre y para siempre. Nunca habнa pertenecido a Charles ni a Frank, nunca podrнa pertenecer a Rhett. Cada partнcula de su ser, todo lo que habнa hecho, por lo que habнa luchado, lo que habнa conseguido, pertenecнa a Ashley, lo habнa hecho porque le amaba. Las sonrisas, las risas, los besos que habнa dado a Charles y a Frank eran de Ashley, aunque йl nunca los hubiera reclamado ni nunca los reclamarнa. En algъn sitio, en lo mбs profundo de su ser, existнa en Scarlett el deseo de reservarse para йl, aunque supiera que йl nunca habнa de aceptarla.

Ella no sabнa que su rostro habнa cambiado, que el ensueсo le fhabнa dado una dulzura que Rhett no le habнa visto nunca. Йl icontemplaba los oblicuos ojos verdes, grandes y sombrнos, y la curva i suave de sus labios; y por un momento contuvo la respiraciуn. Luego hizo con la boca una mueca de burla y exclamу con apasionada impaciencia:

—Scarlett O'Hara, se ha vuelto usted loca.

Antes de que pudiera ser de nuevo dueсa de su imaginaciуn, los brazos de йl la rodearon tan fuertemente como aquel dнa, hacнa tanto tiempo, en el oscuro camino de Tara. De nuevo sintiу la embestida brutal, el naufragio de su voluntad, la oleada de calor que la dejу

 

Inerte. Y el secreto de Ashley Wilkes se borrу y desapareciу en la nada. Йl inclinу la cabeza por encima de su hombro y la besу, suavemente al principio, y luego con una creciente intensidad que la obligу a cogerse a йl como a lo ъnico firme en un loco mundo vacilante. La boca insistente de Rhett se apoyaba en los temblorosos labios de Scarlett, haciendo vibrar todos sus nervios, evocando en ella sensaciones que nunca se habнa creнdo capaz de sentir. Y antes de que el vйrtigo se apoderara de ella se dio cuenta de que le estaba devolviendo sus besos.

—Dйjeme, por favor, no puedo mбs —balbuceу, intentando dйbilmente volver la cabeza.

Pero йl la oprimiу con fuerza contra su hombro y ella vio como en un sueсo el rostro de Rhett; sus ojos muy abiertos lanzaban llamas; el temblor de sus manos la asustу.

—No importa. Eso quiero. Has estado esperando esto durante muchos aсos. Ninguno de los necios que has conocido te ha besado asн, їverdad? Tu precioso Charles, o Frank, o tu estъpido Ashley.

—Por favor...

—Digo tu estъpido Ashley. Caballeros todos ellos. їQuй saben de mujeres? їCуmo habнan de comprenderte? Yo sн te comprendo.

Su boca estaba de nuevo unida a la de Scarlett y йsta se rindiу sin lucha, demasiado dйbil para volver la cabeza, sin sentir siquiera el deseo de volverla. Su corazуn palpitaba con fuertes latidos. Sus nervios se relajaron, їQuй iba a hacer Rhett? Ella acabarнa desmayбndose si no la dejaba. ЎOh, si la dejase, si la dejase por fin!

—Di que sн.

Su boca se posaba sobre la de ella y sus ojos estaban tan cerca que parecнan enormes, llenaban el mundo.

—Di que sн, maldita sea, o...

Scarlett balbuceу: «ЎSн! », sin siquiera pensar lo que decнa. Era casi como si йl hubiera deseado la palabra y ella hubiese hablado hipnotizada. Pero, en cuanto lo hubo dicho, una sъbita calma la invadiу, su cabeza cesу de dar vueltas y hasta el mareo del brandy disminuyу. Le habнa prometido casarse con йl cuando no tenнa intenciуn de prometerlo. Apenas se daba cuenta de cуmo habнa ocurrido, pero no lo sentнa. Ahora le parecнa muy natural haber dicho: «Sн», casi como si por intervenciуn divina una mano mбs fuerte que la suya arreglase sus asuntos resolviendo por ella sus problemas.

Rhett lanzу un profundo suspiro cuando ella hubo hablado y se inclinу como para besarla. Scarlett cerrу los ojos y dejу caer la cabeza, pero se sintiу algo decepcionada al ver que йl se echaba atrбs sin tocarla. Ser besada de aquel modo le resultaba extraсo, pero tambiйn agradablemente excitante.

Rhett permaneciу durante un rato sentado muy quieto, con la cabeza de ella apretada contra su hombro. Con poderoso esfuerzo habнa logrado dominar el temblor dй sus brazos. La separу un poco de sн y la mirу. Ella abriу los ojos y vio que de su rostro habнa desaparecido la expresiуn que tanto la asustaba; sin embargo, no pudo resistir su mirada y bajу la suya, llena de confusiуn. Cuando Rhett hablу, su voz era muy tranquila.

—їLo piensas asн? їNo deseas retirar tu palabra?

—No.

—їNo serб porque te haya... їcуmo se dice?... hecho perder los estribos con mi... fogosidad?

Scarlett no pudo contestar, pues realmente no sabнa quй decir; tampoco podнa mirarle a los ojos. Йl le cogiу la barbilla con una mano y le levantу la cara.

—Te dije una vez que podrнa soportar de ti cualquier cosa excepto una mentira. Y ahora quiero saber la verdad. Dime: їpor quй has dicho que sн?

Todavнa no consiguiу Scarlett pronunciar una palabra; pero, habiendo recobrado algo su equilibrio, sin levantar los ojos sonriу levemente.

—ЎMнrame! їEs por mi dinero?

—ЎPero, Rhett! ЎVaya una pregunta!

—Mнrame y no intentes engaсarme. Yo no soy Charles, ni Frank, ni ninguno de los muchachos del Condado para que me engaсes con tus caнdas de ojos. їEs por mi dinero?

—Sн... En parte...

—En parte.

No parecнa enojado. Suspirу profundamente y con un esfuerzo barriу de sus ojos la ansiedad que hasta entonces los llenara, ansiedad que a Scarlett la sorprendнa un poco.

—Bien —balbuceу ella apurada—, el dinero ayuda, ya lo sabes tъ, Rhett; y Frank no me ha dejado demasiado. Pero... bueno, te lo dirй: eres el ъnico hombre que conozco que puede sufrir que una mujer le diga la verdad; serб agradable tener un marido que no me crea una tonta y al que no tenga que mentir y... ademбs, te tengo cariсo.

—їMe tienes cariсo?

i —Mira —le dijo, nerviosa—, si te dijera que estoy locamente enamorada de ti, mentirнa y, lo que es peor, tъ lo notarнas. Estoy completamente segura.

—Algunas veces me parece que llevas tu afбn de decir la verdad demasiado lejos. їNo crees que, aunque fuese mentira, serнa mбs propio que dijeses: «Te quiero, Rhett»?

Scarlett, cada vez mбs desconcertada, se preguntaba adonde irнa Rhett a parar. Su expresiуn era extraсa, ansiosa, dolida y burlona a un tiempo; desasiу las manos que ella le tenнa cogidas, las metiу en el bolsillo del pantalуn y ella le vio apretar los puсos.

«Aunque me cueste un marido, he de decir la verdad», pensу, malhumorada.

—Rhett, serнa una mentira, y їquй нbamos a sacar en limpio? Te tengo cariсo, como ya te he dicho. Una vez tъ me dijiste que no me amabas, pero que tenнamos mucho en comъn. Ambos йramos unos picaros; era lo que tъ...

—ЎOh, Dios! —interrumpiу йl—. ЎSer cogido en mis propias redes!...

—їQuй dices?

—Nada.

Y, mirбndola, se riу; pero no con una risa alegre.

—Fija la fecha, querida.

Y volviу a reнr y se inclinу para besarle las manos. Scarlett se sintiу aliviada al ver que su enfado habнa pasado y otra vez estaba de buen humor, al menos en apariencia.

Rhett acariciу sus manos un momento y luego, haciйndole un guiсo:

—їNo has tropezado nunca, en las novelas que has leнdo, con el gastado truco de la mujer indiferente que llega a enamorarse de su propio marido?

—Ya sabes que no leo novelas —dijo ella, y, procurando ponerse a tono con su humor de broma, continuу—: Ademбs, tъ mismo me has dicho muchas veces que no hay cosa mбs ridicula en el matrimonio que estar enamorados uno de otro.

—ЎMaldita sea! ЎLa cantidad de majaderнas que yo he dicho! —replicу Rhett de mal humor, levantбndose.

—No jures.

—Tendrбs que acostumbrarte a oнrme y aprender a hacerlo tъ tambiйn. Tendrбs que hacerte a todas mis costumbres. Eso serб el precio de... tenerme cariсo y echarle la zarpa encima a mi dinero.

—Bueno, no lo repitas tanto, porque no miento y te hago sentirte orgulloso. Tampoco tъ estбs enamorado de mн, їno es eso? їPor quй habrнa de estar yo enamorada de ti?

—No, hija mнa, no estoy mбs enamorado de ti de lo que tъ lo estбs de mн; y, si lo estuviera, tъ serнas la ъltima persona a quien se lo dirнa. Dios tenga piedad del hombre que se enamore de ti; le destrozarбs el corazуn, querida. Eres una gatita cruel y revoltosa y tan despreocupada que ni siquiera te preocupas en esconder las uсas.

La obligу a levantarse y la volviу a besar; pero esta vez de un modo distinto. No parecнa preocuparse de no hacerle daсo; es mбs, parecнa querer hacйrselo, intentar insultarla. Sus labios se deslizaron por su garganta y por fin se detuvieron sobre el terciopelo del vestido oprimiendo su pecho tan fuertemente y por tanto tiempo, que su aliento llegу a quemarle la piel. Sus manos lucharon rechazбndolo en un ademбn de pudor herido.

—No debes... їCуmo te atreves?

—Tu corazуn late tan agitado como el de un conejo —dijo йl burlonamente—. Demasiado de prisa para tratarse de simple cariсo, pensarнa yo si fuese presuntuoso. Alisa tu alborotado plumaje. Ya empiezas a adoptar aires virginales. Dime, їquй quieres que te traiga de Inglaterra? їUn anillo? їCуmo lo quieres?

Ella vacilу un momento entre el interйs de sus ъltimas palabras y el femenil deseo de prolongar la escena colйrica e indignada.

—ЎOh!... Un anillo de brillantes... Cуmpramelo muy grande, Rhett.

—їPara que puedas lucirlo ante tus amistades pobres y decirles: «Mirad lo que pesquй»? Muy bien; lo tendrбs grande, tan grande que tus amigas menos afortunadas puedan consolarse cuchicheando que es atrozmente plebeyo llevar unas piedras tan enormes.

De repente cruzу rбpido el salуn y ella, asombrada, lo siguiу hasta las cerradas puertas.

—їQuй te pasa? їAdonde vas?

—A mi casa a terminar el equipaje.

—ЎOh!, pero...

—Pero їquй?

—Nada. Espero que tengas una feliz travesнa.

—Gracias.

Йl abriу la puerta y saliу al vestнbulo. Scarlett lo siguiу, un poco desconcertada y un mucho decepcionada por el sъbito cambio de tono. Rhett se puso el abrigo y cogiу el sombrero y los guantes.

—їNo vasa...?

—їA quй? —dijo Rhett, que parecнa impaciente por irse.

—їNo vas a darme un beso de despedida? —cuchicheу, temerosa de que la oyesen.

—їNo te parece que ya han sido bastantes besos para una tarde? —repuso йl haciйndole un guiсo—. Pensar que una jovencita modosa y bien educada... їLo ves? Ya te dije yo que serнa divertido.

—ЎEres insoportable! —gritу Scarlett, rabiosa, sin preocuparse de que Mamita la oyera—. Me tiene sin cuidado que no vuelvas nunca.

Se volviу, dirigiйndose hacia las escaleras, esperando sentir cуmo la cбlida mano de Rhett le agarraba, del brazo para detenerla. Pero йl abriу la puerta y una rбfaga de aire helado penetrу en la casa.

—Pero volverй —dijo, y saliу, dejбndola en mitad de la escalera mirando la cerrada puerta.

El anillo que Rhett trajo era verdaderamente enorme, tan enorme que a Scarlett la azoraba llevarlo. Le gustaban las joyas ostentosas y de precio, pero tenнa la molesta sensaciуn de que todo el mundo decнa, con perfecta verdad, que el anillo era charro. La piedra central era un brillante de cuatro quilates rodeado de esmeraldas. Le llegaba al nudillo y daba a su mano la apariencia de ir cargada con un peso. Scarlett tenнa la sospecha de que Rhett habнa pasado grandes trabajos para conseguir que le hiciesen el anillo y que por pura maldad lo habнa encargado lo mбs ostentoso posible.

Hasta que Rhett estuvo de vuelta en Atlanta y el anillo en su dedo, no comunicу a nadie sus propуsitos, ni siquiera a su familia, y cuando anunciу su compromiso estallу una tormenta de las mбs agrias crнticas. Desde el asunto del Klan, Scarlett y Rhett habнan sido los mбs impopulares personajes de la ciudad, excepciуn hecha de los yanquis y los carpetbaggers. Todo el mundo desaprobaba la conducta de Scarlett desde el ya lejano dнa en que abandonу el luto que habнa llevado por Charles Hamilton. El desacuerdo habнa aumentado a causa de su conducta poco femenina en el asunto de las serrerнas, su falta de decoro exhibiйndose cuando estaba encinta y otras muchas cosas. Pero cuando llevу a la muerte a Frank y a Tommy y puso en peligro las vidas de una docena mбs de hombres, el desvнo se convirtiу en pъblica reprobaciуn.

En cuanto a Rhett, se habнa atraнdo el odio de la ciudad desde sus especulaciones durante la guerra; no se habнa hecho mбs grato por sus alianzas con los republicanos, despuйs. Pero, cosa extraсa, el hecho de que salvase la vida de algunos de los hombres mбs eminentes de Atlanta fue lo que le atrajo el mбs ardiente odio de las damas de Atlanta.

No es que sintieran que sus hombres hubiesen salvado la vida. Era que lamentaban amargamente deber su vida a un hombre como Rhett y a un truco tan violento. Durante meses se habнan sentido humilladas ante la risa y la burla de los yanquis, y decнan que, de interesarse Rhett realmente por el bien del Klan, debiу arreglar el asunto de un modo menos aparatoso.

Decнan que habнa tramado con Bella Watling la forma de poner en evidencia a la gente de mбs viso de la ciudad. Y asн no merecнan ni agradecimiento por haber salvado la vida de los hombres, ni siquiera perdуn por sus faltas pasadas.

Aquellas mujeres, tan sensibles a la bondad, tan caritativas con el dolor, tan infatigables en momentos difнciles, podнan ser tambiйn tan implacables como furias con cualquier renegado que quebrantase el mбs insignificante artнculo de su inйdito cуdigo. Este cуdigo era bien sencillo: reverencia a la Confederaciуn, honor a los veteranos, lealtad a las antiguas costumbres, orgullo en la pobreza, manos acogedoras para los amigos y odio a muerte a los yanquis. Y Scarlett y Rhett habнan ultrajado todos los artнculos de este cуdigo.



  

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