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CUARTA PARTE 25 страница—ЎPуngalo en la silla! —gritу Melanie indignada—. Y usted, capitбn Butler, salga de esta casa inmediatamente. їCуmo se atreve usted a presentarse delante de mн, trayйndomelo otra vez de ese modo? Los dos hombres instalaron a Ashley en una mecedora, y Rhett, tambaleбndose, se agarrу al respaldo de la silla para sostenerse y se dirigiу al capitбn con voz de disgusto: —Bonito modo de darme las gracias, їverdad? Yo por evitar que la policнa lo recogiera y lo trajera a casa y йl vociferando y queriendo araсarme. —ЎY tъ, Hugh Elsing, me avergьenzo de ti! їQuй dirнa tu pobre madre? Bebido y de juerga con un amigo de los yanquis como el capitбn Butler. —ЎCielos, seсor Wilkes! їCуmo ha podido hacer tal cosa? —Melanie, yo no estoy tan, tan... bebido —balbuceу Ashley; y con estas palabras cayу de bruces sobre la mesa con la cabeza sepultada entre los brazos. —Archie, llйvatelo a su cuarto y mйtelo en la cama, como siempre —ordenу Melanie—. Tнa Pitty, por favor, corre a arreglarle la cama y... —De repente prorrumpiу en sollozos—. Oh, їcуmo ha podido, despuйs de tanto como me prometiу... Archie habнa pasado el brazo por los hombros de Ashley, y Pittypat, asustada e inquieta, se habнa levantado, cuando el capitбn se interpuso. • —ЎNo lo toquen! Estб detenido. ЎSargento! Al adelantarse el sargento arrastrando el rifle, Rhett, haciendo visibles esfuerzos por sostenerse, apoyу su mano en el brazo del capitбn y con dificultad dirigiу hacia йl su mirada. —їPor quй lo arrestas, Tomбs? No estб tan bebido. Otras veces lo he visto peor. —ЎAl diablo la bebida! Por mн puede dormir en la cuneta si quiere: poco me importa. Yo no soy policнa. Йl y el seсor Elsing estбn detenidos por complicidad en una salida del Klan esta noche, en Shantytown. Un negro y un hombre blanco han sido muertos. El seсor Wьkes era el que los dirigнa. —їEsta noche? —Rhett se echу a reнr. Reнa tan locamente que tuvo que sentarse en el sofб y apoyar la cabeza entre las manos—. Esta noche es imposible, Tomбs —dijo cuando por fin pudo hablar—. Los dos han estado conmigo esta noche, desde las ocho, cuando los creнan en el mitin. —їContigo, Rhett? Pero... —Frunciу el ceсo, y mirу indeciso al dormido Wilkes y a su desconsolada mujer—. Pero... їdуnde estabais? —No me hace mucha gracia decirlo —repuso Rhett, lanzando una astuta mirada de beodo a Melanie. —Preferirнas... —Salgamos al porche y allн te dirй dуnde estбbamos. —Dнmelo ahora. —Me molesta decirlo delante de seсoras. Si ustedes, seсoras, quisieran salir a otra habitaciуn... —No saldrй —gritу Melanie, limpiбndose furiosamente los ojos con su paсuelo—. Tengo derecho a saber dуnde estaba mi marido. ЎTengo derecho! —En casa de Bella Watling —dijo Rhett, con acento confuso—. Йl estaba allн, y Hugh, y Frank Kennedy, y el doctor Meade, y... una porciуn mбs. Tenнamos una juerga. Una juerga estupenda. Champaсia, mujeres... —їEn casa de Bella Watling? La voz de Melanie sonу con un dolor tal, que todas las miradas se volvieron asustadas hacia ella. Llevуse al pecho las crispadas manos y antes de que Archie pudiera sostenerla cayу al suelo desmayada. Se produjo una gran confusiуn. Archie la levantу, India corriу a la cocina a buscar agua, Pittypat y Scarlett la abanicaban y le frotaban las muсecas, mientras Hugh Elsing gritaba una y otra vez: —ЎBuena la habйis hecho! ЎBuena la habйis hecho! —ЎAhora se va a enterar toda la ciudad! —gritу furioso Rhett—. Ya puedes estar satisfecho, Tomбs. Maсana no habrб una mujer en toda Atlanta que dirija la palabra a su marido. —ЎDiablos, no tenнa ni idea! —A pesar del viento helado que entraba de la puerta abierta a su espalda, el capitбn estaba sudando—. Pero, vamos a ver: їRepites bajo juramento que estaban en... en casa de Bella? —ЎDemonios, sн! —gruсу Rhett—. Ve y pregъntaselo a la misma Bella, si no me crees a mн. Y ahora dйjame llevar a la seсora Wilkes a su habitaciуn. Dйmela, Archie. Si puedo llevarla... Seсorita Pitty, vaya delante con una lбmpara. Tomу sin esfuerzo alguno el frбgil cuerpo de Melanie de los brazos de Archie. —Usted lleve al seсor Wilkes a su cuarto, Archie. No volverй a poner mis manos en йl despuйs de lo de esta noche. Las manos de Pitty temblaban de tal modo, que la lбmpara era un peligro para la seguridad de la casa; pero no obstante la sostuvo y caminу con ella hacia la oscura habitaciуn. Archie, con un gruсido, cogiу por los hombros a Ashley y lo llevу. —Pero... yo he venido a arrestar a estos hombres. Rhett se volviу en el sombrнo camino. —Arrйstalos por la maсana, entonces. No pueden ir muy lejos en este estado, y es la primera vez que oigo decir que sea ilegal el emborracharse en una casa de placer. Por Dios santo, Tomбs, hay cincuenta testigos para probar que estaban en casa de Bella. —Siempre hay cincuenta testigos para probar que un hombre del Sur estaba allн donde no es cierto que estuviese —murmurу el capitбn, malhumorado—. Usted, venga conmigo, seсor Elsing. Dejarй al seсor Wilkes bajo palabra de... —Yo soy hermana del seсor Wilkes y puedo responder de que no saldrб de aquн —dijo India frнamente—. Y ahora, їquiere hacer el favor de marcharse? Ya ha causado suficiente trastorno para una noche. —Lo lamento muchнsimo. —El capitбn se inclinу violento—. Deseo que pueda probar su presencia en... casa de la... seсorita Watling. Me harб el favor de decirle a su hermano que tendrбn que comparecer ante el preboste de la gendarmerнa, maсana por la maсana, para el interrogatorio. India se inclinу secamente y, poniendo la mano en el pomo de la puerta, indicу que la rбpida marcha del capitбn serнa vista con agrado. El capitбn y el sargento se retiraron, y con ellos Hugh Elsing; dнa cerrу violentamente con un portazo. Sin siquiera mirar a Scarlett, se dirigiу una despuйs de otra a cada ventana y bajу las persianas. Scarlett, con las rodillas temblorosas, se agarrу para sostenerse a la silla en que Ashley habнa estado sentado. Al mirarla distraнdamente, vio una oscura mancha hъmeda, mбs grande que su mano, en el respaldo de la silla. Intrigada, la tocу, y observу con espanto que їparecнa en su palma una raya roja. ( —India—balbuceу—, Ashley... їEstбherido? —Pero, loca, їcreнste realmente que estaba borracho? India dejу caer la ъltima persiana y se precipitу volando en la alcoba, con Scarlett, terriblemente angustiada, pisбndole los talones. El corpachуn de Rhett interceptaba la puerta, pero por encima de su hombro Scarlett pudo ver a Ashley, que pбlido y rнgido yacнa en el lecho. Melanie, con agilidad extraсa en una persona que acaba de sufrir un desmayo, cortaba rбpidamente con unas tijeras de bordar la camisa de Ashley manchada de sangre. Archie sostenнa una lбmpara sobre el lecho para alumbrar, y uno de sus encallecidos dedos estaba en el puсo de Ashley. —їEstб muerto? —exclamaron a una las dos muchachas. —No, simplemente desvanecido por la pйrdida de sangre. Es una herida en el hombro —dijo Rhett. —їPara quй lo ha traнdo aquн, insensato? —gritу India—. Dйjeme ir con йl. Dйjeme pasar. їPara quй lo ha traнdo aquн? їPara que lo arresten? —Estaba demasiado dйbil para viajar. No habнa ningъn otro sitio «donde llevarlo, seсorita Wilkes. Ademбs, їquiere usted verlo en el lestierro como a Tony Fontaine? їQuerrнa usted que mбs de una docena de vecinos suyos tuvieran que vivir en Texas, bajo nombres; upuestos por el resto de su vida? Hay una posibilidad; podemos larvarios a todos si Bella... —Dйjeme pasar. —No, seсorita Wilkes, hay tambiйn trabajo para usted. Tiene usted que ir a llamar a un mйdico, no al doctor Meade. Estб complicado en esto y probablemente ahora estarб explicбndose con los yanquis. Traiga algъn otro mйdico. їTiene usted miedo a salir sola por la noche? —No —dijo India, brillбndole los claros ojos—, no tengo miedo. —Cogiу la capa con capucha de Melanie, que estaba colgada en una percha del vestнbulo—. Irй a buscar al doctor Dean—. Con gran esfuerzo consiguiу serenar su voz—. Siento mucho haberle llamado espнa y loco. No comprendнa... Le estoy profundamente agradecida por cuanto ha hecho por Ashley... Pero le desprecio a pesar de todo. —Estimo la franqueza, y le doy las gracias por ella. —Rhett se inclinу y sus labios se fruncieron en una sonrisa divertida—. Y ahora vaya de prisa por caminos poco frecuentados, y a la vuelta no entre en casa si ve la menor seсal de soldados en sus alrededores. India lanzу una ъltima mirada de angustia a su hermano, se embozу en su capa y, corriendo ligera a travйs del vestнbulo, desapareciу silenciosamente en la noche por la puerta trasera. Scarlett, contemplando a Ashley desde un lado de la habitaciуn, se sintiу emocionada al verle abrir los ojos. Melanie cogiу una toalla limpia del estante del lavabo, la apretу contra su hombro sangrante y йl sonriу dйbilmente procurando tranquilizarla. Scarlett notу fijos en ella los penetrantes ojos de Rhett, sintiу que su corazуn se reflejaba plenamente en su rostro, pero no le importу. Ashley estaba desangrбndose, tal vez muriйndose, y ella, que le querнa con toda su alma, era quien habнa abierto aquel agujero en su hombro. Deseaba correr a la cama, dejarse caer a su lado y estrecharle en sus brazos; pero sus rodillas temblaban de tal modo que no podнa ni entrar en la habitaciуn. Con la mano apoyada en la boca contemplaba fijamente cуmo Melanie ponнa otra toalla sobre la herida, apretбndola mucho, cual si quisiera retener la sangre dentro de su cuerpo. Pero la toalla se enrojecнa como por arte de magia. їCуmo podнa un hombre sangrar tanto y vivir todavнa? Pero, gracias a Dios, no habнa burbujas de sangre en sus labios. ЎOh, aquellas espantosas burbujas sanguinolentas, precursoras de la muerte, que ella conocнa tan bien desde el espantoso dнa de la batalla de Peachtree Creek, cuando los huidos habнan caнdo en el cйsped de tнa Pittypat con las bocas ensangrentadas! —Anнmese —dijo Rhett; y habнa un leve matiz de escarnio en su voz—, no se va a morir. Ahora coja la lбmpara y sostйngala para alumbrar a la seсora de Wilkes. Necesito a Archie para unos recados. Archie mirу a Rhett a la luz de la lбmpara. —No recibo уrdenes de usted —dijo brevemente, moviendo en la boca el tabaco que mascaba. —Haz lo que йl mande —dijo Melanie—, y hazlo pronto. Haced todo lo que el capitбn Butler diga. Scarlett, coge la lбmpara. Scarlett se adelantу y tomу la lбmpara, sosteniйndola con ambas manos para que no se le cayera. Ashley habнa cerrado de nuevo los ojos. Su pecho se levantaba despacio y se hundнa rбpido, y el rojo se deslizaba por entre los valientes deditos de Melanie. Confusamente oyу a Archie atravesar la habitaciуn y oyу a Rhett hablar con rбpidas palabras. Su imaginaciуn estaba tan pendiente de Ashley que de las primeraspalabras de Rhett sуlo entendiу: —ЎCoja mi caballo... atado fuera... y corra como el viento! Archie murmurу alguna pregunta, y Scarlett oyу contestar a Rhett: —La plantaciуn del viejo Sullivan. Encontrarб los trajes levantando la chimenea. Quйmelos. —ЎHum! —gruсу Archie. —Y hay dos... hombres en el sуtano. Colуquelos sobre el caballo lo mejor que pueda y llйveselos al solar que hay detrбs de casa de Bella, el que estб entre la casa y el tendido del ferrocarril. Tenga cuidado. Si alguien le ve, le ahorcarбn lo mismo que a todos nosotros. Dйjelos en ese solar y ponga unas pistolas a su lado. Tome. Aquн tiene las mнas. Scarlett, mirando a travйs del cuarto, vio a Rhett levantar los faldones de su capote y sacar dos pistolas, que Archie cogiу y hundiу en su ancho cinturуn. —Dispare una bala de cada uno; debe aparecer como un caso de riсa. їComprende? Archie moviу la cabeza cual si comprendiera admirablemente, y un involuntario relбmpago de respeto brillу en sus frнos ojos. Pero Scarlett estaba aъn muy lejos de comprender. La ъltima media hora habнa sido tan de pesadilla, que le hacнa el efecto de que ya nunca nada volverнa a ser sencillo y claro. Sin embargo, Rhett parecнa perfectamente dueсo de la situaciуn y eso era un pequeсo alivio. Archie se disponнa a marcharse; de pronto volviу la cabeza y luego mirу a Rhett inquisitivamente. —їЙl? —Sн. i Archie gruсу y escupiу en el suelo. —ЎDemonios! —dijo mientras cruzaba renqueando la habitaciуn lacia la puerta posterior. Algo en el ъltimo intercambio de palabras en voz queda que hizo nacer en el pecho de Scarlett nuevos temores y sospechas que crecнan como espumeante burbuja. Y cuando la burbuja se rompiу... —їDуnde estб Frank? Rhett llegу ligero atravesando el cuarto. Se acercу a la cama; su corpulenta figura se deslizaba tan silenciosa como la de un gato. —Cada cosa a su tiempo —dijo con una leve sonrisa—. Tenga firme la lбmpara, Scarlett. No querrб usted abrasar al seсor Wilkes. seсorita Melanie... Melanie levantу la vista como un buen soldado en espera de una orden, y tan forzada era la situaciуn que no se le ocurriу pensar que por primera vez Rhett la estaba llamando familiarmente por el nombre que sуlo la familia y los amigos antiguos usaban. —Le ruego me perdone, querнa decir seсora Wilkes... —ЎOh, capitбn Butler, no me pida perdуn! Me sentirй honrada si me llama usted Melanie sin el seсorita. Me siento como si fuera usted mi..., mi hermano o... mi primo. ЎQuй bueno es usted y quй inteligente! їCуmo podrй nunca agradecerle lo bastante... —Gracias —dijo Rhett, y por un momento pareciу casi azorado—. Nunca hubiera esperado tanto. Seсorita Melanie —y su voz tenнa un matiz cual si se disculpase—, siento haber dicho que el seсor Wilkes estaba en casa de Bella Watling, siento haberlos envuelto, a йl y a los otros, en... Pero tenнa que discurrir rбpidamente mientras galopaba en su busca, y йste fue el ъnico plan que se me ocurriу. Sabнa que mi palabra serнa aceptada, porque tengo muchos amigos entre los oficiales yanquis. Me hacen el dudoso honor de considerarme casi como uno de los suyos porque conocen mi... їllamйmosla impopularidad?, entre mis conciudadanos. Yo, їve usted?, estaba jugando al poker a primera hora del anochecer en el bar de Bella. Hay docenas de soldados yanquis que pueden afirmarlo. Y Bella y sus muchachas estarбn encantadas de jurar y perjurar que el seсor Wilkes y los otros estuvieron arriba todo el tiempo. Y los yanquis las creerбn. Los yanquis son raros en algunas cosas. No se les ocurre pensar ni remotamente que mujeres de esa... profesiуn sean capaces de lealtad y patriotismo intensos. Los yanquis no creerнan en la palabra de una de las mбs encantadoras damas de Atlanta respecto a lo que se refiere a los caballeros que se supone estuvieron en el mitin, pero creerбn en la palabra de... esas otras mujeres. Y yo espero que entre la palabra de honor de un scallawag y la de una docena de esas seсoras tenemos alguna probabilidad de saCharles del aprieto. Habнa en su rostro, al pronunciar estas ъltimas palabras, una mueca sardуnica, pero se borrу cuando Melanie volviу hacia йl una cara radiante de gratitud. —Capitбn Butler, es usted tan inteligente que creo que no me hubiera importado que dijese usted que habнan estado en el infierno esta noche, si eso podнa salvarlos. Porque yo sй, y lo saben todas las personas que pueden importarnos, que mi marido nunca ha estado en un lugar tan horrible como йse. —Pues bien —empezу Rhett torpemente—, es un hecho que esta noche estaba en casa de Bella. Melanie se enderezу orgullosa. —Nunca podrб usted hacerme creer semejante mentira. —Por favor, seсorita Melanie. Dйjeme usted explicarme. Cuando lleguй a la estancia del viejo Sullivan esta noche, encontrй al seсor Wilkes herido y con йl estaban Hugh Elsing y el doctor Meade, y el anciano seсor Merriwether. —їUn viejo como йl? —exclamу Scarlett. —Los hombres nunca son demasiado viejos para hacer locuras. Y su tнo Henry... —ЎCielo santo! —gimiу tнa Pitty. —Los otros se habнan dispersado despuйs de su escaramuza con las tropas, y йstos, que habнan quedado juntos, fueron a la hacienda del viejo Sullivan para esconder sus trajes en la chimenea y para hacerse cargo de la importancia de la herida del seсor Wilkes. Si no hubiera sido por esa herida, a estas horas estarнan camino de Texas todos ellos, pero йl no habrнa podido cabalgar durante mucho tiempo, y los otros no querнan abandonarlo. Era necesario probar que habнan estado en cualquier sitio que no fuese aquel en que precisamente habнan estado, y los llevй por caminos retirados a casa de Bella Watling. —ЎOh, ya comprendo! Le ruego perdone mi groserнa, capitбn Butler. Ahora comprendo que era necesario llevarlos allн. Pero... joh, capitбn Butler!, la gente los habrб visto entrar. —Ni un alma nos ha visto. Entramos por una puertecilla privada que se abre en la parte posterior y que da a la vнa. Estб siempre cerrada con llave, y a oscuras. —Entonces, їcуmo...? —Tengo una llave —repuso Rhett, lacуnico, y sus ojos miraron francamente a Melanie. Cuando se dio cuenta del verdadero sentido de la frase, Melanie se azorу tanto, que empezу a enredar con el vendaje hasta que йste se deslizу por completo de la herida. —Yo no querнa ser indiscreta... —dijo con voz ahogada, ruborizбndose mientras volvнa a poner rбpidamente el vendaje sobre la herida. —Lamento haber tenido que decir semejante cosa a una seсora. «De modo que es verdad —pensу Scarlett con extraсa angustia—. Asн, pues, vive con esa mujer, con esa horrible Watling. Comparte su casa. » —Vi a Bella y se lo expliquй. Le dimos una lista de los hombres que habнan salido esta noche, y que ella y sus muchachas atestiguarбn que han estado en su casa todo el tiempo. Luego, para hacer mбs patente nuestra salida, llamу a los dos vigilantes que mantienen el orden por aquellos alrededores y nos hizo sacar a la fuerza, atravesando todo el bar, y echarnos a la calle como borrachos escandalosos que estaban perturbando el orden en el local. Hizo una mueca al recordar: —El doctor Meade no hacнa un borracho muy convincente; sуlo el verse en aquel lugar herнa su dignidad. Pero su tнo Henry y el anciano Merriwether estaban magnнficos. La escena perdiу dos grandes actores al no haberse dedicado ellos al drama. Parecнa divertirlos la cosa. Temo que su tнo Henry haya salido con un ojo hinchado gracias al desmedido celo del seсor Merriwether. Йl... La puerta posterior se abriу e India penetrу en el cuarto seguida por el viejo doctor Dean, con el largo cabello en desorden y el roto maletнn de cuero formando un bulto bajo su capa. Se inclinу sin hablar, saludando a los presentes, y rбpidamente levantу el vendaje del hombro de Ashley. —Demasiado alto para interesar el pulmуn. Si no le ha hecho astilla la clavнcula no es cosa seria. Trбiganme bastantes toallas, seсoras, algodуn si tienen y un poco de brandy. Rhett tomу la lбmpara de manos de Scarlett y la colocу sobre la mesa, mientras Melanie e India se multiplicaban cumpliendo las уrdenes del doctor. —No puede usted hacer nada aquн. Venga al saloncito, junto al fuego. Y cogiйndola del brazo la sacу de la alcoba. Habнa una suavidad extraсa en йl, en su voz y en su mano. —Ha pasado usted un dнa agotador, їverdad? Le dejу que la llevara al gabinete, y mientras permanecнa de pie delante del fuego empezу a tiritar. La burbuja de la sospecha crecнa en su pecho. Era mбs que una sospecha. Era casi una certidumbre, una espantosa certidumbre. Mirу el impasible rostro de Rhett y por un momento no pudo hablar. Luego: —їEstaba Frank en casa de Bella esta noche? —No. La voz de Rhett sonaba ronca. —Archie lo estб llevando al solar vacнo, inmediato a casa de Bella. Ha muerto. Un balazo en la cabeza... Pocas familias durmieron aquella noche en el barrio del norte d la ciudad, pues India Wilkes, deslizбndose silenciosa como una sombra en los patios posteriores, con rбpido cuchicheo a travйs de las puertas de las cocinas, difundiу por todo йl las noticias del desastre del Klan y de la estratagema de Rhett. Y a su paso fue dejando temor e inciertas esperanzas. Desde fuera las casas parecнan oscuras, silenciosas y sumidas en el sueсo, pero dentro se cuchicheу vehementemente hasta el amanecer. No sуlo los complicados en la correrнa aquella noche estaban preparados para la huida, sino tambiйn cada miembro del Klan, y en casi todas las cuadras a lo largo de Peachtree Street los caballos estaban ensillados, en la oscuridad, con las pistolas en el arzуn y la comida en las alforjas. Lo que evitу un йxodo general fueron las palabras cuchicheadas por India: «El capitбn Butler dice que no huyan. Los caminos estarбn guardados. Se ha puesto de acuerdo con esa mujer, їla Watling... » En las oscuras alcobas los hombres se resistнan: «ЎPero cуmo me voy a fiar de ese condenado Butler! Puede ser una trampa. » Y las voces femeninas imploraban: «No te vayas. Si salvу a Ashley y a Hugh puede salvaros a todos. Si India y Melanie se fнan de йl... » ЎY ellos se fiaron a medias, y se quedaron porque no tenнan otro recurso. A primera hora de la noche los soldados entraron en una docena de casas, y aquйllos que no quisieron o no pudieron decir dуnde habнan estado aquella tarde fueron arrestados. Renй Picard yuno de los sobrinos del seсor Merriwether, y los Simmons, y Andy Bonnel, estaban entre los que pasaron la noche en el calabozo. Habнan participado en la correrнa, pero se separaron de los demбs despuйs del tiroteo. Vueltos a su casa a todo galope, los arrestaron sin haberse enterado del plan de Rhett. Afortunadamente todos contestaron al interrogatorio diciendo que el sitio donde habнan estado aquella noche era cuestiуn suya y no de los condenados yanquis. Estaban encerrados para interrogarlos de nuevo por la maсana. El anciano seсor Merriwether y Henry Hamilton declararon sin rubor que habнan pasado la velada en la casa de placer de Bella Watling, y cuando el capitбn Jaffery observу, irritado, que ya eran demasiado viejos para tales correrнas, intentaron agredirle. La misma Bella Watling recibiу al capitбn Jaffery, y antes de que le expusiera sus deseos le gritу que la casa habнa cerrado por toda la noche. Una pandilla de borrachos pendencieros habнa estado a primera hora del anochecer, se habнan peleado, habнan revuelto todo, roto sus mejores espejos y asustado de tal modo a las muchachas, que se habнa suspendido el trabajo por el resto de la noche. Pero, si el capitбn Jaffery querнa tomar una copa, el bar estaba aъn abierto... El capitбn Jaffery, consciente de que estaban burlбndose de sus hombres y sintiйndose desesperado por aquella lucha en las tinieblas, declarу incomodado que no deseaba ni copa ni seсoritas y preguntу a Bella si conocнa los nombres de sus alborotadores parroquianos. ЎOh, sн, Bella los conocнa! Eran clientes fijos. Iban todos los miйrcoles por la noche y se denominaban a sн mismos «los de los miйrcoles demуcratas». Ella nunca supo ni la preocupу lo que querнan decir con eso. Y si no pagaban la rotura de los espejos del cuarto de arriba los denunciarнa. Aquйlla era una casa respetable y... Ўoh!, їsus nombres? Bella, sin vacilar, dio los nombres de una docena de sospechosos. El capitбn Jaffery sonriу sombrнamente. —Estos condenados rebeldes estбn tan admirablemente organizados como nuestro servicio secreto —dijo—. Maсana tendrб usted que comparecer ante el preboste de la gendarmerнa. —їLes obligarб el preboste a pagarme los espejos? —ЎVaya al diablo con los espejos! Que pague Rhett Butler por ellos. Vive en la casa, їno es asн? Antes del alba todas las familias ex confederadas de la ciudad estaban enteradas de todo. Y sus negros, a quienes nada se les habнa dicho, estaban enterados tambiйn, por ese sistema negro del telйgrafo particular, que desafнa la comprensiуn de los blancos. Todo el mundo conocнa los detalles de la expediciуn; la muerte de Frank Kennedy y de Tommy Wellburn, el tullido, y cуmo al querer recoger el cuerpo de Frank habнa sido herido Ashley. Parte del amargo sentimiento de odio que las mujeres tenнan a Scarlett, por ser suya la culpa de la tragedia, se mitigу al enterarse de que su marido habнa muerto y de que ella, sabiйndolo, no se podнa dar por enterada y que ni siquiera tenнa el pobre consuelo de reclamar su cadбver. Hasta que la luz del dнa permitiese encontrar los cuerpos, y las autoridades se lo comunicasen, no debнa saber nada. Frank y Tommy, con las pistolas en sus yertas manos, yacнan rнgidos entre los yerbajos de un solar desocupado. Y los yanquis dirнan que se habнan matado uno a otro en una riсa de borrachos por una mujer de las de la casa de Bella. Fanny, la mujer de Tommy, que acababa de tener un niсo, excitaba general simpatнa, pero nadie podнa deslizarse en la oscuridad para acompaсarla y confortarla, porque un pelotуn yanqui rodeaba la casa esperando el regreso de Tommy. Habнa otro pelotуn alrededor de casa de tнa Pitty en espera de Frank. Antes del alba, la noticia de que el proceso militar tendrнa lugar aquel mismo dнa era del dominio pъblico. Todo el mundo, con los ojos cargados por la falta de sueсo y la ansiedad de la espera, sabнa que la salvaciуn de algunos de sus mбs eminentes conciudadanos dependнa de tres cosas: la habilidad de Ashley Wilkes para sostenerse en pie y comparecer ante el tribunal militar, como si no sufriera nada mбs serio que un fuerte dolor de cabeza, la palabra de Bella Watling de que aquellos hombres habнan pasado toda la velada en su casa, y la de Rhett Butler de que habнa estado con ellos. La ciudad vibraba al pensar en los dos ъltimos: Bella Watling y Rhett. ЎBella Watling! Deberle la vida de sus hombres era intolerable. Mujeres que habнan cruzado la calle ostensiblemente al ver llegar a Bella se preguntaban si lo recordarнa y temblaban pensando que asн fuese. Los hombres se sentнan menos humillados que las mujeres por deber sus vidas a Bella, porque muchos de ellos la creнan una buena mujer. Pero los irritaba mucho mбs el deber vida y libertad a Rhett Butler, un especulador, ЎBella y Rhett, la mбs conocida mujer pъblica de la ciudad y el hombre mбs odiado de toda ella! ЎY tendrнan que quedarles agradecidos! Otra idea que irritaba a los hombres, colmбndolos de impotente rabia, era la de que los yanquis se iban a reнr de ellos. ЎOh, cуmo se iban a reнr! ЎDoce de los mбs eminentes personajes de la ciudad, reconocidos como habituales parroquianos de la casa de placer de Bella Watling! Dos de ellos muertos en una pelea por una muchacha barata; otros expulsados del lugar como demasiado bebidos para ser tolerados ni siquiera por Bella, y algunos otros arrestados, negбndose a confesar que estaban allн donde todo el mundo sabнa que estaban. Atlanta tenнa razуn al creer que los yanquis se reirнan. Habнan sufrido demasiado tiempo el desprecio y la frialdad de las gentes del Sur y ahora hubo una explosiуn de hilaridad. Los oficiales despertaban a sus compaсeros para relatarles la estupenda noticia. Los maridos hacнan levantar a sus mujeres al amanecer y les contaban todo lo que decentemente se les podнa contar a las seсoras. Y las mujeres, vistiйndose a toda velocidad, llamaban a la puerta de los vecinos y difundнan la historia. Las seсoras yanquis estaban encantadas con todo esto y se reнan hasta que las lбgrimas les corrнan por las mejillas. Йsa era la caballerosidad y la galanterнa de los del Sur. Tal vez aquellas mujeres que llevaban la cabeza tan alta y rechazaban todo intento amistoso no serнan tan altaneras ahora, cuando todo el mundo sabнa dуnde pasaban el tiempo sus maridos, mientras se les suponнa en mнtines polнticos. ЎMнtines polнticos! Era divertidнsimo. Pero, aun mientras reнan, expresaban su compasiуn por Scarlett y su tragedia. Al fin y al cabo, Scarlett era una seсora, y una de las pocas seсoras de Atlanta que eran amables con los yanquis. Ya habнa ganado su simpatнa por el hecho de tener que trabajar, porque su marido no podнa o no querнa mantenerla de acuerdo con su categorнa. Aunque su marido fuese una persona despreciable, era terrible que la pobrecilla hubiera descubierto que le habнa sido infiel. Y era doblemente espantoso que su muerte ocurriese simultбneamente al descubrimiento de su infidelidad. Despuйs de todo, un pobre marido era mejor que ningъn marido; y las seсoras yanquis decidieron ser extraordinariamente amables con Scarlett. Pero con las otras, la seсora de Meade, la de Merriwether, la de Elsing, la viuda de Tommy Wellburn, y, mбs que con otra, con la de Wilkes, se iban a reнr en su cara cada vez que las viesen. Eso les enseсarнa a ser mбs amables. Muchos de los cuchicheos que tenнan lugar en las oscuras alcobas en el extremo norte de la ciudad aquella noche versaban sobre lo mismo. Las seсoras de Atlanta aseguraban a sus maridos que no se les daba un ardite de lo que las yanquis pensaran. Pero para sus adentros pensaban que cualquier suplicio hubiera sido preferible a la dura prueba de soportar las burlas de los yanquis y de serles imposible decir la verdad sobre sus maridos. El doctor Meade, fuera de sн, herido en su ultrajada dignidad por la posiciуn en que Rhett los habнa puesto a йl y a los otros, le dijo a su mujer que, a no ser porque al hacerlo complicarнa a todos los demбs, preferirнa confesar y que le colgasen a decir que habнa estado en casa de Bella. —Es un insulto para ti. —Pero todo el mundo sabrб que no estabais allн... para... para... —Los yanquis no lo sabrбn. Tendrбn que creerlo si salvamos la cabeza. Y se reirбn. El solo hecho de que alguien lo crea y se rнa me indigna. Y te insulta a ti, porque..., querida mнa, yo siempre te he sido fiel.
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