Хелпикс

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CUARTA PARTE 22 страница



—Bueno, no hable mбs si no quiere —dijo ella suavemente, aunque la consumiera la curiosidad—. Pero no puedo figurбrmelo en su papel de tutor.

Y se echу a reнr, esperando desconcertarlo.

—Ya lo supongo. Su imaginaciуn es graciosamente limitada.

No dijo mбs y siguiу fumando su cigarro en silencio durante un rato. Ella hubiera querido lanzarle alguna rйplica desagradable, pero no se le ocurriу ninguna.

—Le estimarнa que no hablase de esto a nadie —dijo йl por ъltimo—. Aunque me imagino que pedir a una mujer que cierre la boca es pedir un imposible.

—Sй guardar un secreto —dijo ella, con dignidad ofendida. —їSabrб usted guardarlo? Es algo insospechado entre amigos. Ahora, no se enfurruсe usted, Scarlett. Siento haber sido бspero, pero se lo merecнa usted por curiosa. Concйdame una sonrisa y sea agradable durante un minuto o dos, antes de que aborde un tema desagradable.

«ЎOh, Dios mнo! —pensу ella—. ЎAhora va a hablar de Ashley y de la serrerнa! » Y se apresurу a sonreнr, mostrando sus hoyuelos para alegrarle.

—їDуnde mбs ha estado usted, Rhett? їHa permanecido todo el tiempo en Nueva Orleбns?

—No, estos ъltimos meses estuve en Charleston. Ha muerto mi padre.

—ЎOh, lo siento!

—No se moleste. Estoy seguro de que a йl no le ha disgustado morirse y de que a mн no me desagrada que se haya muerto.

—їPor quй dice usted esas cosas atroces, Rhett?

—Serнa mucho mбs atroz que fingiera sentirlo cuando no es asн, їverdad? Entre nosotros no ha existido afecto. El viejo siempre estuvo en contra mнa. Me parecнa demasiado a su propio padre y йl odiaba cordialmente a su padre. Y, cuando fui mayor, su desaprobaciуn hacia mн se convirtiу claramente en antipatнa; reconozco que no hice nada para hacerle variar de opiniуn. Todo cuanto mi padre pretendнa de mн Ўme aburrнa de tal modo! Y, finalmente, me largу por el mundo sin un centavo y desprovisto de toda educaciуn; yo no era mбs que un seсorito de Charleston, buen tirador de pistola y excelente jugador de poker. Y para йl fue como una afrenta personal que no me muriese de hambre y utilizase, en cambio, mi destreza en el poker como una magnнfica ventaja y sacase un regio provecho del juego. Se sintiу tan avergonzado de que un Butler fuera un punto en el juego que, cuando volvн a casa la primera vez, prohibiу a mi madre que me viese. Y durante toda la guerra, cuando lograba yo llegar a Charleston, mi madre se veнa obligada a mentir y a escaparse secretamente para verme. Naturalmente, esto no aumentу en lo mбs mнnimo mi cariсo hacia йl.

—ЎOh, no sabнa nada de eso!

—Era lo que se llama un distinguido y viejo caballero, de la antigua escuela, es decir, ignorante, testarudo, intolerante e incapaz de pensar de otro modo que los otros caballeros de la antigua escuela. Todos lo admiraban enormemente porque me habнa desheredado y me consideraba muerto. «Si tu ojo derecho te ofende, arrбncatelo. » Yo era su ojo derecho, su primogйnito, y me arrancу con toda su alma.

Sonriу йl, y su dura mirada brillу, divertida, al recordar.

—Bueno, pude haber perdonado todo esto, pero no puedo perdonar lo que hizo a mi madre y a mi hermana cuando terminу la guerra. Estaban materialmente en la miseria. La casa de la plantaciуn incendiada y los arrozales convertidos en tierras pantanosas. Y la casa de la ciudad se fue al diablo por las contribuciones y ellas tuvieron que vivir en dos habitaciones inhabitables hasta para los negros. Mandй dinero a mi madre, pero mi padre lo devolviу —Ўdinero corrompido, comprenderб usted! — y fui varias veces a Charleston y di dinero a hurtadillas a mi hermana. Pero mi padre se lo encontraba siempre y se burlaba de ella, hasta que le hizo imposible la vida a la pobre muchacha. Y me devolvнa siempre el dinero. No sй cуmo han vivido... Sн, lo sй. Mi hermano daba lo que podнa; aunque era poco y no querнa tampoco aceptar nada de mн... ЎYa sabe usted que el dinero de los especuladores es dinero maldito! Y han vivido tambiйn de la caridad de los amigos. Su tнa Eulalie ha sido muy buena. Ya sabe usted que es una de las mejores amigas de mi padre. Le ha dado vestidos y... ЎDios mнo! ЎMi madre obligada a vivir de la caridad!

Era una de las raras veces en que ella lo veнa sin mбscara, con el rostro endurecido por un justo odio hacia su padre y por el dolor que le causaba su madre.

—ЎTнa Eulalie! ЎPero, Dios mнo, Rhett, si ella no tiene mбs que lo que yo le mando!

—ЎAh! їЙsa es su procedencia? Es poco delicado en usted echбrmelo en cara, querida, para humillarme. Permнtame que se lo devuelva.

—Con mucho gusto —dijo Scarlett, torciendo el gesto de repente; y йl sonriу a su vez prontamente.

—ЎAh, Scarlett, cуmo brillan sus ojos pensando en los dуlares! їEstб usted segura de no tener algo de sangre escocesa o judнa, ademбs de sangre irlandesa?

—ЎNo sea usted odioso! No he tenido intenciуn de echarle en cara lo de la tнa Eulalie. Pero ella cree honradamente que yo fabrico dinero. Me escribe sin cesar que le dй mбs, y bien sabe Dios que no tengo el suficiente para sostener lo de Charleston. їDe quй ha muerto su padre?

—De noble inaniciуn, creo... y deseo... Se lo merecнa. Querнa que muriesen de hambre mi madre y Rosa Marнa, con йl. Ahora que ha muerto, podrй ayudarlas. Les he comprado una casa en la Baterнa y tienen criadas. Naturalmente, ellas no quieren que se sepa de dуnde les viene el dinero.

—їPor quй no?

—Ya conoce usted lo que es Charleston. Usted ha estado allн. Mi familia tiene derecho a ser pobre, pero no por eso queda dispensada de mantener un rango. Ahora bien, ese rango no podrнan mantenerlo mucho tiempo si se supiera que aceptaban el dinero de un jugador, de un especulador y de un carpetbagger. No, no, mi madre y mi hermana han hecho correr el rumor de que mi padre estaba asegurado por una suma fabulosa, que habнa hecho un gran esfuerzo para pagar un seguro tan importante y que gracias a йl tenнan con quй vivir desahogadamente. En una palabra, han dicho tantas cosas, que despuйs de su muerte mi padre pasa aъn mбs por una de esas austeras figuras de antaсo... Se le considera poco menos que un mбrtir. Estoy seguro de que le molesta en su sueсo saber que mamб y Rosa Marнa viven ahora bien, a pesar de sus esfuerzos para impedirlo... En cierto sentido lamento que haya muerto... ЎTenнa tal deseo de morirse!

—їPor quй?

—ЎOh, su verdadera muerte sucediу el dнa en que Lee se rindiу! Ya conoce usted a esos tipos. Nunca ha podido adaptarse a las circunstancias. Nunca dejaba de hablar de los tiempos de antaсo.

—Rhett: las personas de edad son todas asн.

Scarlett pensaba en Gerald y en lo que Will habнa dicho de йl.

—ЎNo, por Dios! Mire, ahн tiene usted a su tнo Henry y a ese buen viejo de Merriwether, por no citar mбs que a ellos dos. Los dos han firmado un nuevo contrato con la vida cuando han entrado en fuego con la guardia local. Y me da la impresiуn de que, desde entonces, estбn rejuvenecidos y le sacan mбs jugo a la existencia. Esta maсana me he encontrado al viejo Merriwether. Conducнa el coche del reparto de Rene e insultaba al caballo igual que hubiera hecho un sargento que mandara una expediciуn de acarreos. Me ha dicho que se sentнa diez aсos mбs joven desde que ha escapado a la tiranнa de su nuera. Y su tнo Henry encuentra otra clase de placer. Combate a los yanquis en el Palacio de Justicia y defiende a la viuda y al huerfanito contra los carpetbaggers... Ўy sin pedirles honorarios! ЎMiedo me da! Sin la guerra, harнa tiempo que habrнa renunciado a la abogacнa y se hubiera metido en casita a cuidarse el reuma. Estos hombres estбn rejuvenecidos porque aъn sirven para algo y se dan cuenta de que se tiene necesidad de ellos. Y no maldicen esta йpoca que ha ofrecido a los viejos una nueva posibilidad. Sin embargo, hay un montуn de viejos y de jуvenes que piensan como mi padre y como el suyo. No pueden ni quieren adaptarse, y esto me lleva a la cuestiуn desagradable que querнa tratar con usted, Scarlett.

Este brusco giro de la conversaciуn causу tal sorpresa a Scarlett, que se puso a balbucear:

—їQuй, quй...?

«ЎOh, Seсor, ya llegу! », aсadiу para sн.

—Conociйndola como la conozco, no deberнa haber esperado de usted ni lealtad, ni honor, ni honradez. Sin embargo, he sido tan necio que he confiado en su palabra.

—No sй lo que quiere decirme.

—Sн, lo sabe usted perfectamente. Tiene usted un aire de culpa que no engaсa. Hace un momento, seguнa la calle del Acebo para venir aquн a su casa, cuando oн que me llamaban: «ЎBuenos dнas, eh! ». їQuiйn podнa llamarme asн sino la seсora de Wilkes? Naturalmente, me detuve y me puse a charlar con ella.

—їEn serio?

—Y tan en serio. Hemos tenido una conversaciуn muy agradable. Me ha dicho que siempre habнa deseado felicitarme por mi bravura. ЎQuй quiere usted! Me admira por haber abrazado la causa de la Confederaciуn en una hora tan adversa.

—ЎOh, Melanie estб loca! El heroнsmo de usted a poco mбs le cuesta la vida a ella aquella noche.

—Estoy convencido de que habrнa muerto pensando que mi sacrificio no era inъtil. Cuando le preguntй lo que hacнa por Atlanta, se mostrу muy sorprendida de mi ignorancia y me contу que su marido y ella se habнн n instalado aquн porque usted habнa tenido la bondad de tomar al seсor Wilkes como asociado.

—Bueno, їy quй? —dijo Scarlett en un tono seco.

—Al prestarle dinero para comprar esa serrerнa, estipulй con usted una clбusula que usted firmу. Ese dinero no debнa, bajo ningъn pretexto, servir para ayudar a Ashley Wilkes.

—ЎLo veo a usted muy agresivo! Le he devuelto ya su dinero. La serrerнa me pertenece y tengo derecho a hacer lo que me viene en gana.

—їLe molestarнa decirme cуmo ha ganado usted el dinero que le ha permitido devolverme el prйstamo?

—Ў Vendiendo madera, seсor mнo!

—Usted ha ganado dinero gracias a la cantidad que le prestй para dedicarse a los negocios. Mi dinero sirve para ayudar a Ashley. Es usted una mujer sin honor y, si no me hubiera reembolsado, sentirнa un gran placer exigiendo que me pagara en el acto o procediendo al embargo, si no podнa hacerlo.

Rhett aparentaba un tono ligero, pero en sus ojos llameaba la ira.

Scarlett se apresurу a llevar las hostilidades al campo enemigo.

—їPor quй odia usted tanto a Ashley? їEs que estб usted celoso?

Apenas hubo pronunciado estas palabras, se mordiу la lengua. Rhett echу atrбs la cabeza y se puso a reнr a carcajadas. Scarlett se ruborizу hasta las orejas.

—Eso es, aсada usted la vanidad al deshonor —dijo Rhett—. Usted creerб siempre que sigue siendo la Reina del Condado. Se cree en un pedestal y se figura que todos los hombres estбn muertos de amor por usted.

—ЎEs falso! —exclamу ella con vehemencia—. Lo ъnico que no entiendo es por quй detesta de ese modo a Ashley y no encuentro otra explicaciуn.

—Pues no; trate de encontrar otra, encanto, porque no es йsta. En cuanto a odiar a Ashley... ЎBah, no tengo por йl mбs simpatнa que odio! La verdad es que el ъnico sentimiento que me inspira es una especie de compasiуn.

—їDe compasiуn?

—Sн, y un poco de desprecio. Vamos, sea usted sincera y dнgame si no prefiere usted mil veces a un canalla de mi especie y si hago mal sintiendo por йl desprecio y compasiуn. Cuando se haya calmado, ya le dirй lo que entiendo por eso, si le interesa.

—No me interesa lo mбs mнnimo.

—Se lo dirй de todas maneras, porque me resultarнa muy desagradable seguir oyйndola hablar de mis celos. Le tengo compasiуn, porque mas valdrнa que se hubiera muerto; lo desprecio, porque no sabe de quй lado volverse, ahora que el mundo de sus sueсos ha desaparecido.

Esta idea no era absolutamente nueva para Scarlett. Recordaba vagamente haber oнdo emitir una reflexiуn anбloga, pero ya no se acordaba dуnde ni cuбndo. Por lo demбs, no tratу apenas de averiguarlo, tan ofuscada la tenнa la cуlera.

—Si a usted le dejaran, no habrнa un hombre decente en el Sur.

—Y, si se les dejara las manos libres, creo que los tipos como Ashley preferirнan la muerte. No les disgustarнa reposar bajo una pequeсa losa que llevara, grabadas, estas palabras: «Aquн yace un soldado de la Confederaciуn caнdo por la Causa del Sur», o «Dulce et decorum est»... , o cualquiera de los epitafios corrientes.

—No sй por quй.

—Usted no sabe nunca lo que ocurre en sus mismas narices, їno es verdad? Si esos hombres se hubieran muerto, habrнan terminado sus inquietudes y no tendrнan que habйrselas con problemas insolubles. Ademбs, sus familias los venerarнan, durante generaciones y generaciones. He oнdo decir que los muertos son felices. їCree usted que Ashley Wilkes sea feliz?

—No veo por quй... —empezу Scarlett. De repente se detuvo, recordando la expresiуn que habнa sorprendido en los ojos de Ashley recientemente.

—їCree usted que Ashley, Hugh Elsing o el doctor Meade son mucho mбs felices que lo eran mi padre o el suyo?

—Tal vez no lo son tanto como debieran, porque han perdido toda su fortuna.

—No se trata de eso, querida —dijo Rhett, sonriendo—. No, yo le hablo de otra pйrdida..., de la desapariciуn del mundo en que habнan sido educados. Son como peces fuera del agua o como gatos a los que hubieran crecido de pronto alas. Habнan sido educados para desempeсar un papel, para hacer unas cosas determinadas, para ocupar tal o cual sitio, y ese papel, esas cosas y esos sitios dejaron de existir el dнa en que el general Lee se rindiу en Appomatox. ЎOh, Scarlett, no ponga usted ese gesto de boba! їQuй le queda por hacer a Ashley Wilkes, ahora que ya no tiene casa, que le han confiscado la plantaciуn por no poder pagar los impuestos y que hay veinte mil como йl que van a la caza de un dуlar? їPuede ganarse la vida con sus manos? їPuede emplear de algъn modo sus facultades intelectuales? Apuesto a que ha perdido usted dinero desde que estб al frente de su serrerнa.

—ЎNo!

—ЎQuй buen corazуn! їMe dejarнa echar una ojeada a sus libros de cuentas uno de esos domingos por la tarde en que usted puede disponer de tiempo?

—ЎVayase al demonio! ЎY vayase de prisa. ЎAnde! Para lo agradable que me es su compaснa...

—Conozco muy bien al demonio, querida. Es un sujeto bien tonto. No volverй mбs a verlo, ni siquiera por sus bellos ojos... En fin, veo que sabe usted aceptar mi dinero cuando le hace falta y que sabe emplearlo a su gusto. Sin embargo, nos habнamos puesto de acuerdo sobre la manera en que usted se servirнa de йl, pero usted ha roto su compromiso. Pues bien, de todos modos, acuйrdese de esto: El dнa menos pensado, mi querida tramposilla, me volverб a pedir sumas mucho mбs importantes. Querrб usted que yo ponga dinero en Sus negocios a un interйs ridнculo, para comprar otras serrerнas, otras muнas y hacer construir otros cafйs. Bien, pues ya estб usted lista, crйame.

—Muchas gracias. Cuando necesite dinero, me dirigirй a mi Banco —declarу Scarlett, en un tono seco, mientras la rabia le levantaba el seno.

—Sн, їeh? Pruebe a ver. Soy uno de los accionistas mбs importantes del Banco.

—їEs cierto?

—Sн; tengo intereses en una serie de negocios honrados.

—Hay otros bancos.

—Infinidad de ellos, estamos de acuerdo; pero, si depende de mн, puede esperar sentada si quiere obtener un dуlar. Cuando le haga falta dinero puede dirigirse a los carpetbaggers, que son unos usureros.

—Me dirigirй a ellos de muy buena gana.

—Ya desistirб, cuando vea los intereses que le exigen. Las raterнas se pagan siempre en el mundo de los negocios, querida. Hubiera sido mбs ventajoso para usted haber jugado limpio conmigo.

—Usted se considera un hombre extraordinario, їno es verdad? ЎTan rico, tan influyente! Pero esto no le impide aprovecharse de la situaciуn de los que han caнdo, como Ashley o yo.

—No se ponga al mismo nivel de Ashley. Usted no ha caнdo y nada la harб caer tampoco. Йl sн, йl ha mordido el polvo y seguirб derribado, a menos que lo levante alguien enйrgico y lo guнe y lo proteja mientras viva. En todo caso, no siento ningъn deseo de que mi dinero aproveche a un tipo como йl.

—Pues amн... bien me ha ayudado a levantarme y...

—Lo he hecho a tнtulo de experiencia, querida. Era bastante arriesgado ayudarla asн, pero me interesaba. їPor quй? Pues porque usted no ha querido vivir a expensas de los hombres de su familia, lamentбndose sobre el pasado. Usted se ha despabilado sуlita y hoy su fortuna reposa sуlidamente sobre el dinero arrancado a la cartera de un muerto y sobre el dinero robado a la Confederaciуn. Tiene usted muchas cosas en su haber. No solamente pesa sobre usted una muerte, sino que ha tratado, ademas, de seducir al novio de una muchacha, ha pretendido entregarse a la fornicaciуn, ha mentido y ha faltado a su palabra de honor. Omito multitud de pequeсas bajezas que saldrнan a relucir en cuanto profundizбramos un poco. Todo eso es admirable y demuestra que es usted una persona enйrgica y decidida, a quien, al prestarle dinero, ello no se hace sin riesgo. Yo prestarнa diez mil dуlares, sin recibo siquiera, a esa vieja matrona romana que es la seсora Merriwether. Empezу vendiendo pastelillos con una cestita y ahн la tiene usted: media docena de personas trabajan ya en su pastelerнa, el abuelo estб encantado con el coche del reparto y ese holgazбn criollo de Rene, que antes no trabajaba ni aunque lo matasen, se da ahora buen garbo... Y ese pobre diablo de Tommy Wellburn, que hace el trabajo de dos hombres. Y... їpara quй seguir? Temo abrumarla.

—Sн, me abruma usted. Me abruma y me da dolor de cabeza —declarу Scarlett, con la esperanza de que Rhett se enfadara y olvidara a Ashley. Pero Rhett no cayу en la trampa.

—Esa gente sн es digna de que la ayuden. Pero Ashley Wilkes... Los tipos de su calaсa no son de ninguna utilidad en un mundo agitado como el nuestro. Son los que primero desaparecen en la revuelta. їY por quй no, por otra parte? No merecen sobrevivir, puesto que no aceptan el combate y no saben luchar. No es la primera vez que ha habido trastornos en el mundo y no serб la ъltima. Cuando esto ocurre, cada uno pierde lo que poseнa y todos quedan a un mismo nivel. . Entonces uno empieza la batalla sin mбs armas que su inteligencia y su fuerza. Pero hay personas que, siguiendo el ejemplo de Ashley, no quieren servirse de ellas. Йsos se quedan en su sitio y acaban por hundirse. Es una ley natural, y le aseguro que el mundo prescinde sin pena de ellos. Otros, por el contrario, los mбs audaces, se abren camino y no tardan en recobrar el lugar que ocupaban antes de la catбstrofe.

—ЎUsted ha sido pobre! Hace un momento me ha dicho que su padre lo echу de casa, sin un cйntimo —dijo Scarlett, furiosa—. ЎCreн que comprenderнa usted a Ashley y que sentirнa sus desgracias!

—Le comprendo admirablemente —replicу Rhett—, pero maldito si me complazco de sus desdichas, como dice usted. Despuйs de la rendiciуn, Ashley se encontraba en mejor situaciуn que yo cuando fui arrojado de casa por mi padre. Al menos йl ha contado con amigos para recogerlo. Mientras que yo, yo era como Ismael. Y їquй se ha hecho de Ashley?

—Sн, se compara usted con йl. ЎQuй vanidad tiene! Gracias a Dios, se le parece muy poco. No serнa йl quien se ensuciara las manos con el dinero de los carpetbaggers, de los scallawags y de los yanquis. Es un hombre de escrъpulos, un perfecto caballero.

—Sus escrъpulos y su caballerosidad no le impiden aceptar el dinero y la ayuda de una mujer. —їQuй otra cosa podнa hacer?

—їSoy yo el llamado a saberlo? Lo ъnico que sй es lo que he echo yo, durante y despuйs de la guerra, y cuando, antes, me echу mi padre de casa. Y tambiйn sй lo que han hecho muchos hombres, hemos visto el partido que podнamos sacar de la ruina de una civilizaciуn y nos hemos aprovechado. Unos han recurrido a medios lнcitos, otros a medios clandestinos, pero todos hemos estado a la altura de las circunstancias y continuamos estбndolo. Los Ashley de este mundo tenнan las mismas posibilidades que nosotros, pero no han sabido quй hacer. Les falta energнa, Scarlett, y sуlo los que tienen energнa merecen salvarse del naufragio.

Scarlett apenas escuchaba lo que decнa Rhett, pues el recuerdo hque habнa tratado en vano de precisar unos minutos antes se hacнa ahora mбs preciso. Recordaba la huerta de Tara, barrida por el viento helado. Le parecнa ver a Ashley, sentado junto a un haz de leсa. Йl la habнa mirado sin verla y le habнa dicho... їquй era exactamente lo que habнa dicho? Habнa pronunciado una palabra extraсa, una palabra extravagante, habнa hablado tambiйn del fin del mundo. De momento, ella no habнa penetrado el sentido de sus palabras, pero ahora comenzaba a comprender y experimentaba una sensaciуn de angustia indecible.

—Ashley me dijo un dнa... —їEl quй?

—Un dнa, en Tara, me hablу de... de un crepъsculo de los dioses y del fin del mundo.

—Ah, un Gуtterdаmmerung\ —exclamу Rhett, mostrando gran interйs—. їY quй mбs le dijo?

—No recuerdo bien. Apenas prestaba atenciуn a lo que hablaba. Ў Pero, sн..., esto es..., me dijo poco mбs o menos que los fuertes siempre salнan de las pruebas, y los dйbiles fenecнan.

—Asн que йl mismo se da cuenta. Eso es mбs penoso para йl. La mayor parte de esa gente no comprenden nada ni lo comprenderбn jamбs. Se pasarбn la vida entera preguntбndose por la vida pasada. Pero йl, por lo visto, sabe que su suerte estб echada.

—No; mientras me queden arrestos, no le ocurrirб nada. —Scarlett —la interrogу Rhett, cuyos rasgos se habнan contraнdo—, їcуmo se las ha arreglado para lograr que Ashley viniera a Atlanta a dirigir su serrerнa? їOpuso mucha resistencia?

Scarlett recordу la escena que habнa seguido a los funerales de su padre. Sin embargo, alejу en seguida aquel recuerdo.

—No: їpor quй habнa de oponerse? —replicу con indignaciуn—. Le expliquй que lo necesitaba, porque no podнa fiarme del sinvergьenza que dirigнa la serrerнa, y que Frank estaba demasiado ocupado en el almacйn para poder ayudarme. Le dije que iba a..., en una palabra, que Ella Lorena..., ya me comprende. Y a йl le encantу poder serme ъtil, sacбndome del apuro.

—ЎQuй agradable excusa, la maternidad! Asн es como se ha hecho usted con йl, їeh? Sн, ha conseguido usted sus fines. He aquн al pobre diablo tan ligado a usted por el agradecimiento como sus forzados a las cadenas. Les deseo a los dos mucha suerte. Pero, como se lo he declarado al principio de esta discusiуn, no obtendrбn nada mбs de mн para andar con sus pequeсas intrigas, mi querida farsante.

Scarlett se morнa de rabia, pero al mismo tiempo estaba entonces sin reservas econуmicas. Desde hacнa algunas semanas proyectaba pedir de nuevo un prйstamo a Rhett para comprar un terreno en el que se proponнa construir un almacйn de madera.

—ЎNo necesito su dinero! —exclamу—. Gano mбs del que me hace falta con la serrerнa de Galleher. Y, ademбs, tengo colocado dinero sobre hipotecas que me producen beneficios, y el almacйn de Frank va muy bien.

—Sн, ya he oнdo hablar de sus inversiones de dinero. ЎQuй hбbil, їeh?, apretar a las pobres gentes indefensas, a las viudas, a los huйrfanos, a los ignorantes! Pues, ya que se dedica a robar a sus semejantes, Scarlett, їpor quй no pone mejor su mira en los ricos y fuertes en vez de hacerlo en los pobres y dйbiles? Desde los tiempos de Maricastaсa se considera aquella forma de robo como una acciуn de alta moralidad.

—Porque es mбs fбcil y mбs seguro robar, como dice usted, a los pobres —replicу Scarlett, concisamente.

—Es usted una sinvergьenza, Scarlett —decjarу Rhett, riendo tan fuertemente que sus hombros experimentaron una sacudida.

ЎUna sinvergьenza! El epнteto la hiriу y la dejу sorprendida. «No, no soy una sinvergьenza», se dijo con vehemencia. O, al menos, no tenнa intenciуn de serlo. Querнa ser toda una seсora. Scarlett volviу la vista a varios aсos atrбs y vio otra vez a su madre, con su vestido de seda, al cual imprimнa, cuando andaba, un exquisito balanceo; vio sus manos, que habнan cuidado a tanta gente, sus manos infatigables. Todo el mundo querнa a Ellen. Todo el mundo la respetaba y la rodeaba de consideraciones. Su corazуn se encogiу de sъbito.

—Si trata usted de irritarme, estб perdiendo el tiempo —le dijo en tono cansado—. Ya sй que no soy ni tan... escrupulosa, ni tan buena, ni tan agradable como debiera. Pero es algo mбs fuerte que yo, Rhett. Verdaderamente me es imposible serlo. їQuй nos hubiera ocurrido a mн, a Wade, a Tara y a todos nosotros, si hubiera tratado de ser... dulce, cuando los yanquis vinieron a robarnos? Podrнa haber sido..., pero prefiero no pensar en ello. Y cuando Jonnas Wilkerson quiso incautarse de nuestra casa... їdуnde estarнamos ahora si me hubieran detenido los escrъpulos? Y їdуnde estarнamos igualmente si yo hubiera sido una pobre infeliz muy dulce y no hubiera obligado a Frank a que cobrara? Tal vez sea una sinvergьenza, Rhett, pero no seguirй siйndolo siempre. Incluso en este momento, їcуmo podrнa salir del lнo en que me encuentro si no fuera como soy? Durante estos ъltimos aсos tengo la impresiуn de estar remando en medio de una tempestad, de estar conduciendo una barca cargada hasta arriba. Me cuesta tanto mantener a flote mi barca, que no he titubeado en tirar por la borda todo lo que me molestaba y no me parecнa estrictamente necesario.

—Orgullo, honor, virtud, lealtad, bondad— enumerу Rhett con voz melosa—. Sн, Scarlett, tiene usted razуn, todas estas cosas no cuentan cuando un barco estб a punto de zozobrar. Pero mire usted a sus amigos. O bien abordan en lugar seguro con toda su carga intacta, o bien se van a pique en alta mar, con las banderas desplegadas.

—Son una partida de imbйciles —declarу Scarlett—. Para todo hay tiempo. Cuando tenga dinero, tambiйn serй una mujer honorable.

—Tiene todo lo necesario para ello... pero no podrб conseguirlo. Es difнcil recuperar las mercancнas arrojadas al mar, y, aun en el caso de lograrlo, se da uno cuenta de que estбn perdidas de todos modos. Temo que el dнa en que se encuentre en disposiciуn de poder recuperar el honor, la virtud y la bondad que ha arrojado usted por la borda, se dй cuenta de que su estancia bajo el agua no les ha sido provechosa. Rhett se levantу bruscamente y cogiу su sombrero.

—їSe marcha usted?

—Sн. їNo le resulta agradable? La dejo sola con lo que le queda de conciencia.

Se detuvo y contemplу a la niсa, a la que tendiу un dedo que ella estrechу en su manecita.

—Supongo que Frank no cabrб en sн de orgullo.

—Evidentemente.

—Seguro que ha hecho ya mil proyectos para su hija.

—Ya sabe usted... ЎLos hombres se encaprichan tanto con sus hijos...!

—Entonces dнgale esto —murmurу Rhett, con una expresiуn extraсa—: dнgale que harнa bien quedбndose un poco mбs en casa por las noches, si es que quiere realizar los proyectos que tiene formados para su hija.

—їQuй quiere usted decir?

—Nada mбs que eso. Aconsйjele que se quede en casa.

—ЎOh, quй innoble es usted! Insinuar que el pobre Frank...

—ЎSanto Dios! —exclamу Rhett, echбndose a reнr—. No querнa decirle que Frank anduviera de picos pardos. ЎFrank! ЎOh, quй gracia tiene!

Y bajando la escalera, alejуse, riendo.

Soplaba el viento, y Scarlett, que en la frнa tarde de marzo se dirigнa en coche a la serrerнa explotada por Johnnie Gallegher, se envolviу en su gruesa manta de viaje. Sabнa que sus solitarias caminatas eran cada vez mбs peligrosas, ahora que los negros escapaban de todo control. Tal como lo habнa predicho Ashley, la situaciуn habнa empeorado bruscamente desde que el Parlamento se habнa opuesto al voto de la reforma. El Norte, enfurecido, habнa considerado su negativa como una bofetada en pleno rostro y no habнa tardado en vengarse. El Norte estaba bien resuelto a imponer a toda costa el voto de los negros en Georgia, y con este fin, despuйs de declarar al Estado en rebeliуn, le habнa aplicado la ley marcial mбs severa. Georgia ya no existнa como Estado, habiйndose convertido, juntamente con Florida y Alabama, en el «territorio militar nъmero 3», puesto bajo el mando de un general federal.

Si la vida habнa sido difнcil e incierta antes, ahora lo era mбs. El bando de guerra del aсo anterior era cosa de broma comparado con el que acababa de proclamar el general Pope. El porvenir se presentaba sombrнo, y el desdichado paнs, que estaba yugulado por los vencedores, hacнa esfuerzos desesperados por reaccionar. Los negros, por su parte, llenos de orgullo por su situaciуn y sabiйndose respaldados por los soldados yanquis, se entregaban a actos de violencia cada vez mбs frecuentes. Nadie estaba al abrigo de sus caprichos.

Todo el mundo vivнa en el terror y en la angustia. Tambiйn Scarlett tenнa miedo, pero estaba decidida a defenderse y no salнa nunca de casa sin llevar a mano la pistola de Frank. Maldecнa para sн al Parlamento, que era el causante de todo el mal. їA quй venнa su gesto, que todos encontraban heroico? Ъnicamente a agravar la situaciуn, bastante tirante ya para hacer tonterнas.

Al acercarse al camino que, adentrбndose en medio de unos бrboles desnudos, descendнa hacia el pequeсo valle en el que se elevaba Shantytown[24], Scarlett chasqueу la lengua para que el caballo alargara el paso. Cada vez que pasaba cerca de ese poblado sуrdido de tiendas de campaсa del tiempo de la guerra y de cabanas hechas con tablas, se sentнa a disgusto. No habнa lugar en la regiуn con peor fama que ese barrio de Atlanta, donde vivнan hacinados los negros arrojados de todas partes, las prostitutas de color y los blancos de la mбs baja estofa. Pasaba por ser el refugio ordinario de los criminales blancos o negros, y los soldados yanquis siempre empezaban por allн sus registros cuando se trataba de perseguir algъn malhechor. Los tiroteos y las riсas al arma blanca eran tan habituales, que las autoridades preferнan no intervenir y optaban por dejar a los habitantes de Shantytown que arreglaran sus cuentas entre ellos. En los bosques, por los alrededores, habнa alguna que otra tabernucha en la que se servнa un whisky de нnfima calidad y por la tarde se oнan en todo momento los juramentos y los gritos de los borrachos.



  

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