Хелпикс

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CUARTA PARTE 18 страница



La abuela irguiу la cabeza y Scarlett encontrу que se parecнa mбs que nunca a un viejo papagayo sabio.

—No, no lo sй —respondiу cortйsmente, mientras pensaba que se estaba aburriendo como una ostra con aquella conversaciуn.

—Pues, hela aquн: Sabemos plegarnos a las circunstancias. No somos espigas de trigo, sino de alforfуn. Cuando sobreviene una tormenta, derriba las espigas de trigo maduras porque estбn secas y no ceden al viento. Pero las espigas de alforfуn estбn llenas de savia y saben doblar la cabeza. Cuando el viento ha cesado vuelven a levantarse y estбn tan derechas casi como antes. No hay que ser testarudo. Cuando el viento sopla fuerte, hay que ser flexible; es mejor ceder que mantenerse rнgido. Cuando se presenta un enemigo lo aceptamos sin quejarnos y nos ponemos al trabajo y sonreнmos y esperamos nuestro hora. Nos servimos de gente de peor temple que nosotros y sacamos de ella el mayor provecho posible. Cuando hemos vuelto a ser otra vez lo bastante fuertes, apartamos de nuestro camino a los que nos han ayudado a salir del pozo. Йste es, hija mнa, el secreto de las personas que no quieren sucumbir. —Y despuйs de una pausa, aсadiу—: No vacilo en confiбrtelo.

La anciana pareciу satisfecha confesando su profesiуn de fe, a pesar de todo el veneno que contenнa. Parecнa asimismo esperar una respuesta, pero Scarlett, que apenas comprendнa el sentido de sus metбforas, no encontrу quй decirle.

—Mira, pequeсa —continuу entonces la anciana—, en mi familia cedemos ante la borrasca, pero levantamos en seguida la cabeza. No dirнa lo mismo de un montуn de gente que no estбn lejos de aquн. Fнjate en Cathleen Calvert, por ejemplo. їQuй se ha hecho de ella? Una pobre harapienta. Ha caнdo mбs bajo todavнa que el que se ha casado con ella. їY los Mac Rae? Por el suelo estбn y sin poder levantarse. No saben ni quй hacer. Ni siquiera intentan un esfuerzo. Pasan el tiempo quejбndose del pasado. Mira, fнjate... fнjate, por asн decir, en toda la gente del Condado, quitando a mi Alex y a mi pequeсa Sally, quitando a ti, a Jim Tarleton y sus hijas y a algъn otro. El resto andan dando tumbos. їQuй quieres? No tienen savia, no tienen.

—Se olvida usted de los Wilkes.

—No, no me olvido. Si no he hablado de ellos es por cortesнa, pues Ashley y los suyos viven bajo tu techo. Pero, ya que los has sacado a colaciуn, escucha esto: segъn he oнdo decir, India se ha vuelto una solterona endurecida. No se harta de lamentarse porque Stu Tarleton ha sido muerto, no hace nada por olvidarlo y ni siquiera procura,, pescar a otro hombre. Verdad es que ya no es una chiquilla; pero, si quisiera molestarse un poco, acabarнa por encontrar algъn viudo cargado de familia. Y la pobre Honey, ЎDios sabe cуmo deseaba casarse! Pero con su cabeza de chorlito va a costarle trabajo. Y, en cuanto a Ashley, mira a Ashley...

—Ashley es un hombre superior... —comenzу Scarlett con efusiуn.

—No he dicho nunca lo contrarнo, pero tiene el aspecto de estar mбs perdido que una rata. Lo que es si la familia Wilkes sale de йsta, serб gracias a Melanie mбs que a Ashley.

—їA Melanie? Vamos, seсora, їquй estб usted diciendo? He vivido con Melanie bastante tiempo para darme cuenta de que no sabe ni tenerse derecha de miedo que tiene a todo. Es incapaz hasta de oxear a una gallina.

—Tal vez tenga miedo de todo y no sepa ni oxear a una gallina; pero puedes estar segura de que si el menor peligro amenazara a su Ashley o a su hijo, todos los gobiernos yanquis del mundo no bastarнan a detenerla. No procede del mismo modo que tъ o que yo, Scarlett. Melanie se conduce como se hubiera conducido tu madre de haber vivido. Sн, Melanie me recuerda a tu madre cuando era joven... Y ella serб, no lo dudes, la que saque a los Wilkes del atolladero.

—ЎPero, por Dios, si Melanie no es mбs que una pobre tonta llena de buenas intenciones! ЎY quй injusta es usted con Ashley! Si йl...

—A otro perro con ese hueso, querida. Fuera de los libros, Ashley no sirve para nada. Y no son los libros los que permiten a nadie salir de una situaciуn como йsta en que estamos todos metidos hasta las cejas. Mбs de una vez me han dicho que no habнa nadie mбs incapaz que йl para manejar el arado. Ahн tienes, sin mбs, quй diferencia con mi Alex. Antes de la guerra, Alex era un perfecto inъtil. A seсorito elegante no habнa quien le ganara. No pensaba en otra cosa que en elegirse las mejores corbatas, en embriagarse, en batirse o en ir detrбs de chicas que no valнan mбs que йl. Pero mнralo ahora. Ha aprendido la agricultura, porque era necesario. Sin esto, se habrнa muerto йl de hambre y nosotros tambiйn. Y hoy hace producir el mejor algodуn del Condado, querida. Su algodуn es bien superior al de Tara, desde luego. Y ha aprendido igualmente a cuidar los puercos y los pollos. ЎAh, ah, es un muchacho admirable a pesar de su mal genio! Sabe esperar su hora. Sabe adaptarse a las circunstancias, y asн, cuando hayamos acabado con esta desdichada reconstrucciуn, ya verбs, serб tan rico como su padre o su abuelo. Pero Ashley...

—Todo eso no me importa —dijo Scarlett con aire glacial, ofendida por aquella falta de miramiento hacia Ashley.

—Pues es lбstima —contestу la abuela, lanzбndole una mirada fulminante—. Sн, es lбstima y hasta sorprendente, porque, en suma, tъ has adoptado la misma forma de proceder desde tu marcha a Atlanta. ЎOh, sн, sн! No creas que porque estamos metidos en este agujero no hemos oнdo hablar de ti. Tambiйn tъ te has adaptado a las circunstancias. Hemos oнdo contar cуmo has sabido componйrtelas para arrancarles el dinero a los yanquis, a los nuevos ricos y a los carpetbaggers. No, no has dado la impresiуn de ser una mosquita muerta. Me parece muy bien. Sбcales lo que puedas. Y, cuando tengas bastante dinero, entonces rompe con ellos. Relaciones de ese tipo no podrнan mбs que ocasionarte disgustos a la larga. Puedes estar segura.

Scarlett mirу a la anciana, frunciendo las cejas. Nunca acababa de comprender el sentido de sus peroratas y, ademбs, le habнa tomado ojeriza por haber dicho que Ashley estaba mбs perdido que una tortuga volcada en un camino.

—Me parece que se equivoca usted con respecto a Ashley —dijo de pronto bruscamente.

—Veo que no tienes suficiente buen juicio, pequeсa.

—Eso lo dirб usted —le lanzу Scarlett, lamentando no poder abofetear a la anciana.

—Ya sй que cuando se trata de dуlares rayas a gran altura. Tienes una manera de conducirte propia de un hombre avezado, pero estбs desprovista de sutileza femenina. Cuando se trata de formular un juicio sobre alguien, no aciertas una.

Los ojos de Scarlett llamearon y sus manos apretбronse convulsivamente.

—Ya estбs loca de rabia —contestу la abuela con una sonrisa—. Vamos, ya he logrado lo que estaba buscando.

—їБh, sн? їY por quй? їSe puede saber?

—Por mil razones, excelentes todas.

La abuela se reclinу sobre el respaldo de su silla y Scarlett se dio de pron. o cuenta de que parecнa estar muy fatigada y de lo avejentada que se encontraba. Tenнa cogido su abanico con su pequeсa mano descarnada y amarillenta como de cera, igual que la de una muerta.

Scarlett se apaciguу. Incorporуse hacia delante y tomу en su mano una de las de la anciana.

—Da gusto verla mentir —le dijo—. No cree usted una sola palabra de todo lo que me ha dicho. Es para que no piense en papб por lo que lo ha hecho, їno es cierto?

—No trates de dбrtelas de aguda conmigo —le aconsejу la anciana, retirando su mano—. Sн, desde luego, en parte ha sido por eso; pero tambiйn en parte porque querнa decirte algunas verdades, aunque seas poco inteligente para comprenderme.

Sin embargo, sonriу y pronunciу estas ъltimas palabras sin ninguna acrimonia. Scarlett no le guardу rencor por haber hablado mal de Ashley, puesto que ella misma reconocнa que no creнa todo lo que le habнa dicho.

—De todos modos, muchas gracias. Es muy amable queriendo cambiarme las ideas... y estoy contenta sabiendo que es usted de mi opiniуn sobre el caso de Will y de Suellen, aunque... aunque otras personas no me aprueben.

La seсora Tarleton regresу trayendo dos vasos de leche. No tenнa la menor aptitud para los trabajos domйsticos y los dos vasos estaban rebosando.

—He tenido que ir hasta el invernadero —declarу—. Anden, beban deprisa. La gente ya vuelve del cementerio. Dнgame, Scarlett: їva a consentir usted que Suellen se case con Will? No es que ella estй demasiado bien para йl, no, no; pero, en fin, Will no es mбs que un campesino y...

Las miradas de Scarlett y de la abuela Fontaine se encontraron. La misma llamita maliciosa brillaba en el fondo de sus ojos.

Cuando la ъltima persona se hubo despedido de la familia, cuando no se oyу mбs ruido de coches ni de caballos, Scarlett se dirigiу al pequeсo burу de Ellen y sacу de un cajуn un objeto brillante que habнa escondido la vнspera en medio de un fajo de papeles amarillentos. En el comedor, Pork, que ponнa la mesa para comer, iba y venнa resoplando. Scarlett lo llamу. Acudiу, con el rostro descompuesto, con el aire de un perro que hubiera perdido a su dueсo.

—Pork —le dijo su dueсa—, si sigues llorando, yo... yo voy a ponerme a llorar tambiйn. Ya estб bien.

—Sн, amita. Ya lo procuro, pero cada vez que pienso en el seсor Geraldy...

—Bueno, pues no pienses mбs. Puedo aguantar las lбgrimas de cualquiera, pero no las tuyas. Vamos —le dijo en un tono mбs dulce—, їno lo comprendes? Si no puedo aguantarlas es porque sй lo mucho que le querнas. Suйnate, Pork; tengo un regalo para ti.

Pork se sonу ruidosamente y manifestу un simple interйs de cortesнa.

—їTe acuerdas de aquella noche en que dispararon sobre ti, mientras saqueabas un gallinero?

—ЎSeсor santo, seсorita Scarlett! Yo nunca...

—Tъ recibiste un buen trozo de plomo en la pierna; conque no vengas diciйndome que no es verdad. їRecuerdas tambiйn lo que te dije? Te prometн regalarte un reloj para recompensar su fidelidad.

—Sн, amita, me acuerdo; pero creнa que usted se habrнa olvidado.

—No, no me he olvidado; mira, ahн lo tienes.

Scarlett le mostrу un macizo reloj de oro labrado, con su cadena, a la que iban suspendidos diversos dijes.

—ЎPor el amor de Dios! —exclamу Pork—. ЎSi es el reloj del seсor Gerald! Le he visto mirar este reloj mбs de mil veces.

—Sн, es el reloj de papб. Te lo doy, tуmalo.

—ЎOh, no, amita! —Pork retrocediу, horrorizado—. No; es un reloj del seсor blanco, del seсor Gerald... їCуmo habla usted de dбrmelo, seсorita Scarlett? Este reloj pertenece en derecho al pequeсo Wade Hampton.

—No, te pertenece a ti. їEl pequeсo Wade Hampton ha hecho algo nunca por papб? їEs йl quien le ha cuidado cuando estaba enfermo y sin conocimiento? їEs йl el que le ha baсado y vestido y afeitado? їAcaso no le abandonу cuando los yanquis vinieron? їEs йl el que ha robado para que no muriera de hambre? No seas tonto, Pork. Si alguien se ha merecido el reloj eres tъ, y estoy segura de que papб me aprobarнa. Anda, tуmalo, vamos. Scarlett le cogiу la negra mano y le puso en ella el reloj. Pork lo contemplу con veneraciуn y la alegrнa se pintу poco a poco en su rostro.

—їPara mн de verdad, seсorita Scarlett?

—Sн, para ti.

—Muchas gracias, seсorita, muchas gracias.

—їQuieres que lo lleve a Atlanta para que graben en йl alguna cosa?

—їQuй quiere decir grabar? —preguntу Pork, con aire desconfiado.

—Quiere decir que harй que escriban en la tapa del reloj alguna cosa como... como: «A Pork, la familia O'Hara, en agradecimiento a sus buenos y leales servicios».

—No, no, gracias, seсorita. No quiero.

Pork dio un paso atrбs reteniendo con fuerza el reloj en la mano. Scarlett se sonriу.

—їPor quй, Pork? їEs que tienes miedo a que no te lo devuelva?

—No, seсorita. Tengo confianza en usted; pero podrнa usted cambiar de parecer y...

—No, hombre, no, por Dios.

—Podrнa venderlo, seсorita. Esto debe valer mucho dinero.

—їTe parece que iba yo a vender el reloj de papб?

—Sн seсorita, si tuviera necesidad de dinero.

—Te mereces una paliza, Pork. Me estбn entrando ganas de quitarte el reloj.

—ЎNo, amita, no lo harб usted! —por primera vez en todo el dнa, una ligera sonrisa se dibujу en la desolada cara de Pork—. La conozco, seсorita.

—їEs verdad, Pork?

—Si fuera usted la mitad de amable con los blancos que con los negros, creo que la gente serнa mбs amable con usted.

—Todos son muy amables conmigo —dijo Scarlett—. Anda, ahora ve a buscar al seсor Ashley y dile que quiero hablar con йl en seguida.

Sentado en la sillita de Ellen, Ashley escuchaba a Scarlett proponerle que se repartiera con ella los beneficios de la serrerнa. Por ъnica vez sus ojos no encontraron los suyos, por ъnica vez no la interrumpiу. Con la cabeza gacha, se miraba las manos, las volvнa lentamente, examinando primero las palmas, despuйs el reverso, como si no las hubiera visto nunca antes. A pesar de los rudos trabajos habнan conservado su finura y aparecнan harto delicadas para ser las manos de un granjero. Su cabeza, baja, y su silencio turbaban a Scarlett, que redoblaba sus esfuerzos para hacer su proposiciуn mбs tentadora. Pero, por mбs que sonriera y desplegara todas sus artes, era trabajo perdido, pues йl seguнa obstinadamente con la mirada en el suelo. ЎSi al menos quisiera mirarla! Scarlett no hizo la menor alusiуn a lo que Will le habнa contado, a su proyecto de ir a fijarse en el Norte, y se esforzу en hablar en el tono seguro de quien sabe que no existe ningъn obstбculo que pueda contrariar sus planes. Sin embargo, el mutismo de Ashley la desarmaba y acabу por no saber quй decir. їIrнa a negarse? їQuй razуn podrнa invocar para declinar su ofrecimiento?

—Ashley... —comenzу para detenerse en seguida.

No tenнa la intenciуn de alegar su embarazo, pero viendo que los otros argumentos no hacнan mella en йl decidiу servirse de йste como de una ъltima carta.

—Es menester que vengas a Atlanta. ЎTengo tal necesidad de ayuda! Yo ya no puedo ocuparme por mн misma en las serrerнas. En muchos meses no podrй ocuparme, porque... porque, ya lo ves, ya me comprendes...

—ЎScarlett, por favor! —replicу Ashley en tono brutal.

Levantбndose bruscamente, se acercу a la ventana y se puso a seguir las evoluciones de los patos que andaban por el corral.

—їEs... es por eso por lo que no quieres mirarme? —le interrogу Scarlett, desolada—. Ya sй que mi aspecto...

Ashley se volviу de golpe y sus ojos grises se clavaron un instante en la joven con tal intensidad que ella se llevу las manos a la garganta.

—ЎAl diablo con si tienes un aspecto u otro! —exclamу con violencia—. De sobra sabes que siempre te encontrй bella.

Una ola de felicidad invadiу a Scarlett. Sus ojos se empaсaron de lбgrimas.

—ЎQuй alegrнa oнrte decir eso! Tenнa tal vergьenza de mostrarme...

—їVergьenza? їY por quй habrнas de tener vergьenza? Yo soy quien deberнa tener vergьenza y quien la tiene. Sin mi estupidez no estarнamos asн, y nunca te habrнas casado con Frank. No deberнa haberte dejado que abandonaras Tara el invierno pasado. ЎQuй necio he sido! Deberнa haberte conocido mejor. Deberнa haber sabido que te encontrabas dispuesta a todo. Deberнa... deberнa...

Y marcу un gesto huraсo.

El corazуn de Scarlett latнa violentamente. ЎAshley lamentaba no haber huido con ella!

—Sн, yo era el que debнa haber encontrado el dinero para los impuestos, y no tъ, que nos has recogido a todos como a unos mendigos. Deberнa haber intentado cualquier cosa: saltear caminos, asesinar, Ўquй sй yo! ЎLo he echado todo a perder! No eran йstas las palabras que Scarlett habнa esperado; su corazуn se contrajo, su alegrнa se alterу.

—De todos modos me habrнa marchado —dijo ella en tono cansado—. No habrнa podido dejarte cometer ninguna mala acciуn. Y, ademбs, їpara quй todas estas lamentaciones inъtiles sobre el pasado? lo hecho, hecho estб.

—Sн, lo hecho, hecho estб —repitiу Ashley con amargura—. Tъ no me habrнas dejado cometer ninguna mala acciуn, pero tъ te has vendido a un hombre al que no amabas. Y has permitido tener con un hijo y todo para que mi familia y yo no nos muriйramos de hambre. Ha sido muy bonito eso de sustituirme.

Su voz, dura, dolorosa, delataba que Ashley sufrнa de una herida «pie no estaba cerrada aъn. Scarlett sintiу remordimiento. Ashley se dio cuenta del cambio de su expresiуn y en seguida se suavizу.

—No creas que te guardo rencor. No, por Dios, Scarlett. Eres la mujer mбs valerosa que he conocido. Es a mн a quien tengo rencor.

Girу sobre sus talones y se volviу a la ventana. Scarlett aguardу en silencio un largo momento, con la esperanza de que Ashley cambiara de actitud y se pusiera a hablarle otra vez de su belleza, a decirle cosas que recogerнa cuidadosamente. ЎHacнa tanto tiempo que no habнa visto a Ashley, tanto tiempo que vivнa de recuerdos que, poco a poco, habнan ido perdiendo intensidad! Sabнa que йl la seguнa queriendo. Esto era evidente. Todo en йl lo indicaba: su amargura, la manera en que se habнa acusado, su irritaciуn ante la idea de que ella iba a tener un hijo de Frank. ЎTenнa tal deseo de oнrle palabras de ternura, de pronunciar ella misma palabras que lo impulsaran a una declaraciуn! Pero no se atrevнa. Recordaba la promesa que le habнa hecho el invierno anterior, en la huerta. Habнa jurado no decirle nunca la menor palabra de antemano. Sabнa bien que para conservar a Ashley a su lado debнa cumplir su palabra. A la primera expresiуn de amor, a la primera mirada tierna, todo habrнa acabado. Ashley se marcharнa, y era necesario que no se fuera.

—ЎOh, Ashley, no tienes por quй guardarte rencor! їQuй culpa te echas? їNo vas a venir conmigo a Atlanta para ayudarme?

—No.

—Pero, Ashley —dijo Scarlett, con la voz alterada por la. angustia y la inquietud—, yo contaba contigo. Tengo verdadera necesidad de tu apoyo. Frank no puede sustituirme. Su almacйn le absorbe todo el tiempo. Si no vienes, їdуnde encontrarй el hombre que necesito? Todos los hombres inteligentes de Atlanta se han creado una situaciуn y, como es natural, no quieren abandonarla. Y los demбs son tan incapaces que...

—Es inъtil que insistas, Scarlett. —Entonces, te gustarнa mбs ir a vivir a Nueva York en medio de los yanquis que ir a Atlanta, їno?

—їQuiйn te lo ha contado? —dijo Ashley volviйndose.

—Will.

—Pues bien, sн, he decidido ir a establecerme en el Norte. Un antiguo amigo con el que habнa viajado por Europa antes de la guerra me ha ofrecido un puesto en el Banco de su padre. Es la mejor situaciуn, Scarlett. Yo no te serнa de ningъn provecho. No entiendo nada de maderas.

—ЎPero menos entiendes aъn de cosas de banca y es bastante mбs difнcil! Y, ademбs, yo, a pesar de tu falta de experiencia, me mostrarнa mucho mбs generosa que los yanquis.

Ashley hizo un movimiento y Scarlett adivinу que habнa pronunciado una palabra poco feliz.

—ЎNo me importa nada la generosidad de nadie! —exclamу йl—. Quiero ser independiente. Quiero dar la medida de mi fuerza. їQuй es lo que he hecho en mi vida hasta ahora? Ya es tiempo de que me las arregle sуlito... o que me hunda definitivamente. Ya hace demasiado tiempo que vivo a tus expensas.

—Pero yo te ofrezco participar en los beneficios de la serrerнa, Ashley. Tъ serнas independiente, serнas quien harнa marchar el negocio.

—Vendrнa a ser lo mismo. No te habrнa comprado esa participaciуn en los beneficios. Tendrнa que aceptarla como un regalo. Ya he aceptado demasiados regalos tuyos, Scarlett... Tъ nos has dado de comer, nos has alojado y hasta nos has vestido a Melanie, al bebй y a mн. Y yo no te he dado nada a cambio.

—їCуmo que no? Will no hubiera...

—ЎAh, es verdad, me olvidaba! Ahora ya sй partir leсa muy bien.

—ЎOh, Ashley! —exclamу Scarlett, desesperada—. їQuй es lo que te ha pasado desde que me marchй? ЎTienes un aire tan duro, tan amargo! Antes no eras asн.

—їQue quй ha pasado? Algo extraordinario, Scarlett. He meditado. Desde mi regreso y hasta que te marchaste de Tara apenas habнa pensado nada seriamente. Mi cabeza estaba hueca. Vivнa en una especie de postraciуn. Me bastaba con comer segъn mi apetito y con tener un lecho en que acostarme. Pero cuando te marchaste a Atlanta y te pusiste a realizar un trabajo de hombre, me di cuenta de mi nulidad. No son pensamientos agradables йstos, te lo aseguro, y piensa terminar con ellos. Hay muchos otros que han vuelto de la guerra en peores condiciones que yo, y ahн los tienes ahora... Sн, estoy decidido a establecerme en Nueva York.

—Pero... Ўno te entiendo! Ya que quieres trabajar, їpor quй razуn has de hacerlo mejor en Nueva York que en Atlanta? Y mi serrerнa... —No, Scarlett. Es mi ъltima posibilidad. Irй al Norte. Si voy a trabajar a tu casa, estoy irremisiblemente perdido.

«Perdido, perdido». La palabra sonaba en los oнdos de Scarlett fъnebremente. Tratу de sorprender la mirada de Ashley, pero sus «jos grises permanecнan perdidos en el vacнo y parecнan querer contemplar algo que ella no podнa ver ni comprender.

—їPerdido? їQuieres decir...? No habrбs hecho nada que te pueda causar disgustos con los yanquis de Atlanta, supongo. No serб por haber ayudado a Tony a fugarse... ЎOh, Ashley! No pertenecerбs al Ku Klux Klan, їverdad?

Volviendo a Scarlett sus ojos ausentes, Ashley sonriу. —Habнa olvidado lo positiva que eres. No, no es a los yanquis a los que tengo miedo. Lo que quiero decirte es que si voy a Atlanta, aceptando de nuevo tu ayuda, renuncio ya a toda esperanza de crearme una situaciуn independiente.

—ЎAh, no se trata mбs que de eso! —murmurу Scarlett, aliviada.

—Sн, no se trata mбs que de eso —repitiу Ashley con una sonrisa, glacial esta vez—. Sн, no se trata mбs que de mi orgullo de hombre, de mi dignidad, en una palabra, de mi alma inmortal.

—Pero —dijo Scarlett, cambiando bruscamente de conversaciуn— tъ podrнas poco a poco comprarme la serrerнa. Te convertirнas en su dueсo, y en ese momento...

—Scarlett —interrumpiу Ashley en tono feroz—. ЎTe digo que no! Tengo otras razones tambiйn.

—їCuбles?

—Tъ las conoces mejor que yo.

—ЎAh, sн, ya comprendo! Pero... por ese lado no pasarб nada —se apresurу ella a afirmar—. El aсo pasado te hice una promesa, ya lo sabes. Cumplirй mi palabra y...

—Ya veo que estбs mбs segura que yo. Yo no tendrнa el valor de cumplirla. No deberнa habйrtelo dicho, pero era menester que te hiciera conocer a fondo todas mis razones. En todo caso, Scarlett, todo estб ya decidido. Cuando Will y Suellen se hayan casado, me marcharй a Nueva York.

Con la mirada agitada y como vacнa, Ashley se fijу un momento en Scarlett; luego atravesу la habitaciуn a grandes zancadas. Ya tenнa la mano en el picaporte. Scarlett estaba deshecha. La entrevista habнa terminado y ella habнa perdido la partida. Agotada por la fatiga y por los disgustos de la vнspera, a los que venнa a aсadirse este nuevo golpe, no tenнa ya fuerza para dominarse. Sus nervios la traicionaron de pronto. Lanzу un grito: «ЎAshley! », y, arrojбndose sobre el hundido sofб, comenzу a llorar.

Escuchу las inciertas pisadas de Ashley aproximarse a ella y le oyу murmurar su nombre repetidas veces. Un paso leve atravesу el vestнbulo corriendo, y Melanie, con los ojos dilatados por la angustia, irrumpiу en la pieza.

—Scarlett...; el bebй, їno?

Scarlett, con la cabeza hundida en los almohadones polvorientos, redoblу sus lloros.

—Ashley... es tan malo..., tan odioso.

—Pero, Ashley, їquй le has hecho?

Melanie se arrodillу ante el sofб y tomу a Scarlett entre sus brazos.

—їQuй le has dicho? їCуmo has osado? Hubieras podido provocar un accidente. Vamos, querida, pon la cabeza en el hombro de tu Melanie. їQuй te pasa?

—ЎAshley... es tan testarudo, tan odioso!

—ЎMe dejas sorprendida, Ashley! ЎPoner a Scarlett en este estado cuando aъn no acaban de enterrar al seсor O'Hara!

—No le hagas reproches —exclamу Scarlett, sin la menor preocupaciуn de lуgica—. Despuйs de todo, tiene derecho a hacer lo que le plazca.

Irguiу bruscamente la cabeza y mostrу el rostro baсado en lбgrimas. Su redecilla se habнa descompuesto y sus cabellos lisos le caнan por los hombros.

—Melanie —dijo Ashley, lнvido—, deja que te explique. Scarlett ha sido tan generosa que me ha ofrecido un empleo en Atlanta de director de una de sus serrerнas...

—ЎDirector! —exclamу Scarlett indignada—. Le he ofrecido participaciуn en los beneficios, y йl...

—Y yo le he dicho que ya habнa hecho gestiones para irme contigo al Norte, y ella...

—ЎOh! —exclamу de nuevo Scarlett, echбndose otra vez a llorar—. No he dejado de repetirle la necesidad que tenнa de йl... Le he hecho ver que no encuentro a nadie para dirigir la serrerнa... y le he dicho que esperaba un bebй... y se ha negado a aceptar. Y ahora... ahora voy a tener que vender la serrerнa. Sй que no puedo obtener un buen precio y que perderй dinero. Esto va a dejarnos en la ruina; pero a йl, por lo visto, le tiene sin cuidado. Es tan malo...

Buscу el dйbil hombro de Melanie y apoyу en йl la frente. Al mismo tiempo concibiу alguna esperanza. Adivinaba que en Melanie tenнa una aliada, que le estaba entregada en cuerpo y alma. Sentнa que Melanie no perdonarнa a nadie, ni a su marido siquiera, a quien adoraba, que la hiciera llorar. Entonces, la menuda Melanie se volviу hacia Ashley, y por primera vez se mostrу enйrgica con йl.

—Ashley, їcуmo has podido negarle eso? ЎDespuйs de todo lo que ha hecho por nosotros! ЎVas a hacernos pasar por gentes sin corazуn! їNo comprendes lo impedida que se encuentra por su embarazo?... ЎQuй falta de caballerosidad! Asн que ella nos ha ayudado mientras hemos necesitado ayuda, y ahora tъ se la niegas cuando t. iene necesidad de tu concurso.

Scarlett observaba a Ashley a hurtadillas. Contemplaba con estupor a Melanie, cuyos ojos negros brillaban de indignaciуn. Scarlett no estaba, por otra parte, menos sorprendida del vigor con que Melanie se habнa lanzado al ataque, porque sabнa que la mujer de Ashley consideraba que йste se hallaba por encima de todos los reproches.

—Melanie... —comenzу Ashley, parбndose en seguida con un gesto de impotencia.

—Vamos a ver, Ashley, їcуmo puedes vacilar siquiera? Piensa en lo que ha hecho por nosotros..., por mн. Sin ella, me habrнa muerto en Atlanta, en el momento del nacimiento de Beau. Y ella..., sн, ella ha matado a un yanqui para defendernos. їLo sabнas? Ha matado a un hombre por causa nuestra. Antes de que tъ regresaras, antes de que Will viniera, ha trabajado y penado como una esclava para que no muriйramos todos de hambre. ЎCuando pienso que ella ha tirado del arado y ha cosechado algodуn!... Yo... ЎOh, querida!

Y, bajando la cabeza, abrazу los cabellos de Scarlett en signo de fidelidad inquebrantable.

—Y ahora que nos pide una cosa por primera vez...

—No necesitas decirme tъ lo que ha hecho por nosotros.

—En fin, Ashley, reflexiona. Aparte de la ayuda que le prestarнas, piensa lo que serнa para nosotros vivir en medio de gentes conocidas, en lugar de ir a habitar entre los yanquis. Allн estбn tнa Pitty, tнo Henry y todos nuestros amigos. Beau tendrб compaсeros de juego y asistirб a la escuela. Si nos instalбramos en el Norte no podrнamos dejarle que fuera al colegio y conviviera con los yanquis y los negritos. Necesitarнamos una niсera, y no creo que nos lo permitieran nuestros medios.

—Melanie —dijo Ashley con voz suave—. їTanto te gustarнa volver a Atlanta? No me lo has dicho nunca cuando forjбbamos los proyectos de ir a Nueva York.

—No, pero cuando me hablabas de ir a Nueva York yo creнa que no tenнas ninguna posibilidad en Atlanta y, ademбs, no era yo, despuйs de todo, quien tenнa que hacerte objeciones. Una mujer tiene el deber de seguir a su marido a cualquier sitio. Pero, puesto que Scarlett te necesita y te ofrece un empleo que sуlo tъ puedes desempeсar, podrнamos muy bien volver a nuestra casa. ЎA nuestra casa!

Su voz se ahogу. Estrechу a Scarlett entre sus brazos.

—ЎVolver a ver a Cinco Puntos, y Peachtree Street!, y... y... Ўquй falta me hacнa todo esto! ЎTal vez podamos tener una casita propia! Poco me importa que no podamos movernos en ella; pero Ўtener un techo propio!

Sus ojos chispeaban de entusiasmo y de alegrнa. Su marido y su cuсada la miraban, petrificados. Scarlett se sentнa un poco avergonzada y muy sorprendida. Nunca habrнa creнdo que Melanie echara tanto de menos a Atlanta y tuviera tanto deseo de vivir en su casa. Ў Parecнa estar tan contenta en Tara!

—ЎOh, Scarlett, quй buena eres, habiendo pensado en esto para nosotros! ЎYa sabнas cuбntos deseos tenнa de vivir en mi casa! Tendremos una casita. Cinco aсos hace que estamos casados y aъn no hemos tenido una casa independiente.

—Podrйis vivir, si querйis, con nosotros en casa de tнa Pittypat. Estarйis como en vuestra casa —balbuceу Scarlett, jugando con un almohadуn.

Se sentнa molesta y al mismo tiempo experimentaba una gran alegrнa por aquel brusco cambio de la situaciуn. Por otra parte, como siempre que notaba aquella costumbre de Melanie de atribuir motivos plausibles a lo que carecнa de ellos, experimentaba cierta irritaciуn.

—No, querida, no iremos a casa de tнa Pittypat. Vivirнais demasiado hacinados. Buscaremos una casita. ЎOh, Ashley, di que sн, por favor!

—Scarlett —dijo Ashley con voz dйbil—, mнrame.



  

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