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CUARTA PARTE 10 страница



—Supongo que para usted es muy honroso guardarse el dinero de la Confederaciуn. Pero no lo es. Es un robo como otro cualquiera, y eso no lo ignora usted. No me gustarнa tener una cosa asн en mi conciencia.

—ЎVaya, vaya, quй verdes estбn hoy las uvas! —exclamу йl, serio—. їYa quiйn robo yo?

Scarlett quedу en silencio, tratando de hallar quiйn era exactamente la vнctima del robo. Despuйs de todo, Rhett sуlo habнa hecho lo que hizo Frank en menor escala.

—La mitad del dinero me pertenece honradamente —continuу Rhett—. Estб ganada honradamente con la ayuda de los patriotas de la Uniуn que estuvieron dispuestos a traicionar a la Uniуn mediante un beneficio de cien por cien en sus mercancнas. Parte, lo ganй con mis pequeсas inversiones en algodуn al principio de la guerra, algodуn que comprй barato y vendн a dуlar la libra cuando los telares britбnicos comenzaron a necesitarlo. Otra parte la ganй especulando con los vнveres. їPor quй tenнa yo que regalar a los yanquis los frutos de mi trabajo? Pero el resto, eso sн, pertenecнa a la Confederaciуn. Procedнa del algodуn confederado que conseguн pasar burlando el bloqueo y vendн en Londres a elevados precios. Ese algodуn me fue entregado de buena fe para que adquiriese curtidos y fusiles y maquinarнa con el producto de la venta. Y yo lo tomй de buena fe para cumplir tales instrucciones. Tenнa уrdenes de depositar el oro en Bancos ingleses, a mi nombre, a fin de poseer buen crйdito. Se acordarб usted de cuando se apretу el bloqueo. Yo no podнa hacer salir ningъn barco de los puertos de la Confederaciуn, ni hacerlos entrar. їQuй me cabнa hacer? їRetirar todo ese dinero de los Bancos ingleses, como un cretino, y tratar de transportarlo a Wilmington? їY dejar asн que los yanquis se apoderasen de йl? їFue acaso culpa mнa que el bloqueo se estrechase tanto? їFue culpa mнa que fracasase laCausa? El dinero, es cierto, pertenecнa a la Confederaciуn. Bueno, hoy no existe la Confederaciуn..., aunque nadie lo creerнa asн juzgando por el modo que tienen de hablar algunas personas. їA quiйn debo entregar ese dinero? їAl gobierno yanqui? Nadie puede, por tanto, llamarme ladrуn.

Y mirando a Scarlett, como si estuviera muy interesado en conocer su opiniуn, sacу de su bolsillo un estuche de cuero y empezу a fumar un puro de grandes dimensiones, aspirando su aroma con complacencia.

«ЎQue se vaya al infierno! —pensу ella—. Siempre tiene mбs razуn que yo. Siempre hay algo capcioso en sus argumentos, pero nunca acierto a descubrir el quй. »

—Podrнa usted —dijo con dignidad— distribuirlo entre los pobres que lo necesitan. La Confederaciуn ha desaparecido, pero quedan muchнsimos confederados y sus familias, que se mueren de hambre.

Rhett echу la cabeza hacia atrбs y se riу descortйsmente.

—Nunca estб usted tan encantadora o tan absurda como cuando suelta alguna hipocresнa como йsa —exclamу con aire francamente divertido—. Diga siempre la verdad, Scarlett. No sabe usted mentir. Los irlandeses son los que peor mienten en el mundo entero. Vamos a ver, sea franca. A usted jamбs le importу un comino la difunta Confederaciуn, y los confederados hambrientos le importan todavнa menos. Lanzarнa usted grandes gritos de protesta si yo sugiriese siquiera distribuir todo ese dinero sin darle a usted la parte del leуn.

—No necesito su dinero —comenzу a decir la joven, tratando de adoptar un aire digno.

—їDe veras que no? Ahora mismo siente comezуn en la palma de la mano. Si le mostrase una moneda de veinticinco centavos, darнa usted un salto para cogerla.

—Si ha venido usted aquн para insultarme y burlarse de mi pobreza, le deseo muy buenos dнas —replicу ella, tratando de desembarazar su regazo del pesado libro mayor, a fin de poder levantarse y causarle mбs impresiуn. Al instante, йl fue quien se puso en pie, inclinбndose hacia ella y riйndose al empujarla otra vez a su sitio.

—їCuбndo se le curarб esa predisposiciуn a enfadarse en cuanto le dicen la verdad? Nunca tiene usted inconveniente en oнrla si se trata de los demбs. їPor quй la irrita, pues, que se la digan a usted? Yo no la insulto. Creo mбs bien que la manнa adquisitiva, el afбn de poseer, es una excelente cualidad que debнa ser reconocida y admirada por todos. No estaba muy segura de saber quй era eso de la manнa adquisitiva; pero, como йl la alababa, se sintiу algo mбs calmada.

—No he venido aquн a gozarme en su pobreza, sino a desearle larga vida y felicidad en su matrimonio. A propуsito, їquй le pareciу a su hermanita Suellen su latrocinio?

—їMi quй?

—ЎQue le quitase a Frank delante de sus propias narices!

—Yo no...

—Bueno, no discutamos el calificativo. їQuй dijo?

—No dijo nada—repuso Scarlett. Sus ojos saltaron desmintiendo sus palabras.

—ЎMuy generoso por su parte! Ahora, dнgame algo sobre su pobreza. Tengo seguramente el derecho de saber algo despuйs de su reciente excursiуn a la cбrcel. їNo tiene Frank tanto dinero como usted esperaba?

No habнa medio de escapar de su insolencia. O tenнa que aguantarla o pedirle que se marchase. Y, ahora, no querнa que se fuese. Sus palabras llevaban un agudo aguijуn, pero era el aguijуn de la verdad. Йl sabнa lo que ella habнa hecho y por quй lo habнa hecho, y no parecнa que eso la rebajase en su concepto. Era una persona a quien siempre podнa decir la verdad. Y, si bien sus preguntas eran enojosamente brutales, parecнan estar inspiradas por un autйntico interйs hacia ella. Era un alivio poder decir la verdad, porque hacнa muchнsimo tiempo que no podнa hablar a nadie francamente acerca de ella misma y de sus motivos. En cuanto querнa ser franca, todo el mundo parecнa horrorizarse. Hablar con Rhett era comparable sуlo a una cosa: a la sensaciуn de comodidad y de agrado que se experimenta al ponerse unas zapatillas viejas despuйs de haber estado bailando con zapatos demasiado estrechos.

—їNo consiguiу el dinero para la contribuciуn? No me diga que en Tara se hallan ustedes en lamisma situaciуn crнtica. —Su voz tenнa ahora un tono muy diferente.

Ella levantу los ojos para mirarlo y sorprendiу una expresiуn que le chocу y la intrigу al principio y luego le hizo sonreнr repentinamente, una sonrisa dulce y encantadora que ahora aparecнa muy raramente en su fisonomнa. ЎQuй gran canalla era, pero quй simpбtico sabнa hacerse en ocasiones! Scarlett adivinaba ahora que el verdadero motivo de su visita no era el de torturarla, sino el de asegurarse de que ella habнa logrado el dinero que tan desesperada la puso. Comprendнa ahora que йl se habнa precipitado a ir a verla tan pronto como quedу en libertad, sin querer aparentar prisa alguna, para prestarle el dinero si todavнa lo necesitaba. Y, sin embargo, tenнa que atormentarla e insultarla, y negarнa que hubiese tenido tales intenciones si ella lo acusase de tenerlas. Era un hombre incomprensible. їSe interesaba por ella realmente mбs de lo que querнa admitir? їO tenнa algъn otro motivo? Probablemente esto ъltimo, pensу. Pero їquiйn podrнa decirlo? ЎHacнa cosas tan extraсas!

—No —dijo—, la situaciуn no es ya tan crнtica. Obtuve el dinero.

—Pero no sin lucha, estoy cenvencido. їConsiguiу usted reprimirse hasta tener el anillo nupcial en el dedo?

Procurу no sonreнrse al escuchar una sнntesis tan exacta de su conducta, pero no pudo menos de dejar ver dos hoyuelos en sus mejillas. Rhett volviу a sentarse otra vez, estirando cуmodamente sus largas piernas.

—Bueno, cuйnteme algo acerca de su pobreza. їLa engaсу ese zorro de Ftank acerca de sus circunstancias? Merecerнa una paliza por abusar asн de una mujercita tan candida. ЎHala, Scarlett, cuйntemelo todo! No deberнa usted tener secretos conmigo. Seguramente conozco ya los peores.

—ЎOh, Rhett, es usted el mбs...; bueno, no sй lo que iba a llamarle! No, no es que me engaсase, pero... —Repentinamente fue un gran placer para ella descargarse de todo lo que pesaba sobre su mente—. Rhett, si Frank cobrase siquiera todo el dinero que le deben, no me inquietarнa lo mбs mнnimo. Pero hay una cincuentena de personas que le deben dinero, y йl no quiere apretarles. ЎEs tan escrupuloso! Dice que un caballero no puede portarse asн con otro caballero. Y, posiblemente, pasarбn meses antes de que cobremos ese dinero, si lo cobramos.

—Bueno, їy quй? їNo tienen ustedes lo suficiente para comer hasta que йl cobre?

—Sн, pero...; bueno, el caso es que no me vendrнa mal un poco de dinero, en esЎe momento. —Sus ojos brillaron al acordarse del taller de, aserrar—. Acaso...

—їPara quй? їMбs impuestos?

—їLe importa a usted algo?

—Sн, porque se estб usted preparando para pedirme un prйstamo. ЎOh, conozco los sнntomas! Y se lo concederй, querida seсora Kennedy, sin esa tentadora «garantнa colateral» que usted me ofreciу pocos dнas atrбs. Por supuesto que si usted insiste en darla...

—Es usted el mбs brutal...

—De ningъn modo. Sуlo querнa tranquilizarla. Sabнa que estarнa preocupada por ese detalle. No mucho, pero algo. Y estoy dispuesto a concederle el prйstamo. Pero quiero saber en quй va usted a gastar el dinero. Creo tener derecho a saberlo. Si es para comprarse vestidos bonitos, o un coche, ahн va y que le aproveche. Pero, si es para comprarle a Ashley Wilkes un calzуn nuevo de montar, siento tener que negarme al prйstamo. Roja de cуlera, Scarlett tartamudeу antes de poder coordinar las palabras.

—ЎAshley Wilkes jamбs ha tomado un centavo mнo! ЎNi lo tomarнa aunque se muriese de hambre! ЎEs usted incapaz de comprender lo caballero y lo soberbio que es! їCуmo lo va a comprender siendo usted... lo que es?

—No comencemos otra vez con los calificativos. Yo podrнa llamarle unas cuantas cosas que no desmerecerнan de todas las que me pudiera usted llamar a mн. Se olvida de que he seguido sus pasos a travйs de la seсorita Pittypat, y ella es tan bondadosa que cuenta todo lo que sabe en cuanto encuentra a alguien interesado en escucharla. Sй que Ashley estб en Tara desde que regresу de Rock Island. Sй que incluso usted ha tolerado tener a su mujer a su lado, lo que le habrб costado gran esfuerzo.

—Ashley es...

—ЎOh, sн! —dijo йl agitando la mano negligentemente—. Ashley es demasiado sublime para mi terrenal comprensiуn. Pero haga usted el favor de acordarse de que fui testigo interesado de su tierna escenita con йl en Doce Robles, y algo me dice que Ashley no ha cambiado desde entonces. Ni usted tampoco. No hizo un papel tan sublime aquel dнa, a lo que me parece recordar. Y no creo que el papel que hace ahora sea mucho mejor. їPor quй no saca de allн a su familia y se pone a trabajar? Por supuesto que ello serб un capricho mнo, pero no tengo intenciуn de prestarle a usted un centavo para Tara y contribuir a la manutenciуn de Ashley. Entre hombres hay un nombre muy feo para los que permiten que una mujer los mantega.

—їCуmo se atreve usted a decir tales cosas? ЎHa estado trabajando como un peуn negro! —A pesar de su cуlera, se le desgarraba el corazуn al recuerdo de Ashley cortando leсa para la cerca de Tara.

—ЎY debe valer su peso en oro como tal peуn! Debe ser listнsimo con el estiйrcol y...

—Йl es...

—Sн, ya lo sй. Concedamos que hace todo lo que puede, pero no es una gran ayuda, me imagino. De Wilkes, jamбs se conseguirб un peуn agrнcola, ni nada ъtil. Su raza es puramente ornamental. Ahora baje usted de esas erizadas plumas y no haga caso de mis rudos comentarios acerca del orgulloso y honorable Ashley. Es extraсo que persistan tales ilusiones aun en mujeres que razonan frнamente como usted. .. їCuбnto dinero necesita y para quй lo quiere?

Al ver que ella no contestaba, repitiу:

—їPara quй lo quiere? A ver si se las compone para decirme la verdad. Sirve lo mismo que cualquier embuste. De hecho, es mбs prбctico, porque, si me miente, seguramente lo habrй de averiguar, y piense cuan embarazoso serнa esto para usted. Recuerde siempre, Es carlata, que de usted lo puedo tolerar todo, todo menos la mentira...: su antipatнa, sus iras, todas sus tretas de oficio, pero no la mentira. Bueno, їpara quй lo quiere?

Rabiosa como estaba por lo que Rhett habнa dicho de Ashley, hubiera dado cualquier cosa por poder escupirle y arrojarle orgullosamente a su burlona cara la oferta de dinero que hacнa. Por un momento estuvo a punto de hacerlo, pero la frнa mano del sentido comъn la contuvo. Devorу su cуlera de mala gana y tratу de asumir una expresiуn de placentera dignidad. Йl seguнa recostado sobre el respaldo de la silla con las piernas estiradas hacia la estufa.

—Si hay algo en el mundo que me divierta de veras —observу йl— es el espectбculo de sus luchas mentales cuando una cuestiуn de principio estб en pugna con una cuestiуn prбctica, como es el dinero. Naturalmente, en usted el lado prбctico siempre vence, pero yo continъo a su alrededor para ver si el lado mejor de su naturaleza logra triunfar algъn dнa. Y, cuando llegue ese dнa, harй la maleta y me marcharй de Atlanta para siempre. Hay demasiadas mujeres en las que triunfan siempre los buenos instintos... Bueno, volvamos a los negocios. їCuбnto y para quй?

—No sй cuбnto necesitarй exactamente —dijo hoscamente Scarlett—. Pero quiero comprar un taller de aserrar... y creo poderlo comprar barato. Y necesitarй un carro y un par de muнas. Quiero que sean muнas buenas. Y un cochecillo y un caballo para mi uso personal.

—їUn taller de aserrar?

—Sн, y, si me presta usted el dinero, podemos hacer el negocio a medias.

—їY quй demonio harнa yo con un taller de aserrar?

—ЎHacer dinero! Podemos hacer muchнsimo dinero. O bien le pagarй los intereses del prйstamo... Vamos a ver, їquй interйs se considera como remunerativo?

—El cincuenta por ciento se considera como muy satisfactorio.

—Cincuenta... ЎOh, estб usted de broma! No se rнa usted. Hablo en serio.

—Por eso es por lo que me rнo. Me pregunto si otra persona que no sea yo puede comprender todo lo que pasa en esa cabeza que hay detrбs de su carita tan engaсosamente ingenua.

—Bueno, їa quiйn le importa nada de todo eso? Уigame, Rhett, y vea si esto no le parece buen negocio. Frank me hablу de ese hombre que es dueсo de un molino de aserrar, uno pequeсito que hay en el extremo de Peachtree Street. Ese hombre necesita dinero contante cuanto antes, y estб dispuesto a venderlo barato. No hay muchos aserraderos por aquн, hoy en dнa, y, dado el modo que la gente tiene de estar reconstruyйndolo todo, puede vender la madera cortada y alisada a cualquier precio. El propietario se quedarнa y dirigirнa el taer a sueldo. Frank comprarнa el aserradero йl mismo si tuviese dinero. Me figuro que se proponнa comprarlo con el dinero que me dio para la contribuciуn.

—ЎPobre Frank! їQuй va a decir cuando usted le cuente que lo ha comprado y se lo ha arrebatado? їY cуmo piensa usted explicar un prйstamo de ese dinero sin comprometer su reputaciуn?

Scarlett no habнa pensado para nada en ello, concentrada su mente como estaba en el dinero que el taller habrнa de reportarle.

—Con no decirle nada...

—Pero йl sabe que el dinero no se encuentra por las calles.

—Le dirй...; ya estб... Le dirй que le vendн a usted mis arracadas de brillantes... Y se las darй. Йsta serб mi garantнa cola...; bien, como usted la llame...

—Yo no la privarй de sus arracadas.

—No las quiero. No me gustan. No son mнas en realidad, їsabe?

—їDe quiйn son?

La imaginaciуn de Scarlett se retrotrajo prontamente a aquella calurosa maсana de verano, en que el silencio campestre envolvнa Tara y el hombre vestido de azul yacнa al pie de la escalera.

—Me las dejу... alguien que ha muerto... Son mнas, mнas realmente. Tуmelas. No las quiero. Prefiero su valor en dinero.

—ЎPor Dios santo! —exclamу йl, con impaciencia—. їNo sabe usted pensar mбs que en el dinero?

—No —replicу ella con franqueza, volviendo hacia йl sus verdes ojos—. Y, si usted hubiese pasado lo que yo, tampoco sabrнa pensar en otra cosa. He descubierto que el dinero es lo mбs importante del mundo, y Dios me sea testigo de que me propongo no verme sin dinero de aquн en adelante.

Rememoraba el ardiente sol, la blanda tierra rojiza bajo sus pies, el olor a negros de la cabana tras de las ruinas de Doce Robles. Recordу el estribillo que su corazуn repetнa: «ЎNunca he de volver a tener hambre! ЎNunca he de volver a tener hambre! »

—Volverй a poseer dinero algъn dнa, mucho dinero, para poder comer todo lo que se me antoje. Y nunca mбs aparecerбn las gachas o los guisantes secos en mi mesa. Y voy a tener preciosas ropas, todas ellas de seda...

—їTodas?

—Todas —repitiу ella secamente, sin molestarse siquiera en ruborizarse por la insinuaciуn—. Voy a tener dinero suficiente para que los yanquis no puedan desposeerme de Tara. Voy a poner en Tara un tejado nuevo, y nuevo establo, y buenas muнas para arar, y mбs algodуn del que haya usted visto en su vida. Y Wade no va a saber jamбs lo que es tener que pasarse sin las cosas que necesite. ЎJamбs! Va a poseer todo lo que quiera. Y toda mi familia jamбs volverб a pasar hambre, se lo aseguro. Usted no comprende esto; es usted un miserable egoнsta. Nunca tuvo usted esos advenedizos yanquis queriйndole arrojar de su casa. Usted jamбs se ha visto helado y harapiento y teniendo que matarse a trabajar para no morir de hambre.

Йl contestу quietamente:

—Estuve ocho meses en el Ejйrcito confederado. No conozco lugar mejor para aprender lo que es el hambre.

—ЎEl Ejйrcito! ЎBah! Usted jamбs ha tenido que recoger algodуn ni destruir las malas hierbas entre el maнz. Usted ha... ЎNo se rнa usted de mн!

Las manos de Rhett se posaron otra vez sobre las suyas al oнrla gritar.

—No me reнa de usted. Me reнa de la gran diferencia que hay entre lo que parece usted ser y lo que es realmente. Y recordaba la primera vez que la vi en una merienda al aire libre, en casa de los Wilkes. Llevaba un vestido verde y zapatitos verdes, y estaba archirrodeada de hombres y muy pagada de su personita. Apostarнa a que usted no sabнa entonces cuбntos centavos tenнa un dуlar. Sуlo habнa entonces una idea en su cerebro: la de pescar a Ashley.

Scarlett desasiу violentamente sus manos de las de Rhett.

—Rhett, si hemos de continuar tratбndonos, tendrб usted que abtenerse de hablar de Ashley Wilkes. Siempre discrepamos, porque usted no puede comprenderle.

—Supongo que usted lee en йl como en un libro —dijo Rhett con malicia—. No, Scarlett, si le presto el dinero ha de ser reservбndome el derecho de discutir sobre Ashley todo lo que quiera. Renuncio al derecho de percibir intereses sobre el prйstamo, pero a eso otro no. Y hay un gran nъmero de cosas referentes a ese joven que me interesarнa saber.

—No tengo por quй hablar de йl con usted —contestу Scarlett con sequedad.

—ЎOh, sн tiene por quй! Yo poseo los cordones de la bolsa, ya lo sabe. Algъn dнa, cuando sea usted rica, tendrб facultades para hacer lo mismo con otras personas... Es obvio que todavнa le quiere.

—No le quiero.

—ЎOh, se ve en la manera de apresurarse a defenderlo! Usted...

—No tolero que se haga mofa de mis amigos.

—Bueno, dejemos eso a un lado por el momento. Y йl, їla quiere todavнa, o Rock Island le hizo olvidarla? їO es que ya ha aprendido a apreciar la joya que tiene por esposa?

A la menciуn de Melanie, Scarlett comenzу a respirar trabajosamente, y apenas pudo abstenerse de contarle todo y decirle que solamente el honor retenнa a Ashley al lado de Melanie. Abriу la boca para hablar, pero la cerrу en seguida.

—їNo tiene aъn el suficiente buen sentido para apreciar a su mujer? їY los rigores de la prisiуn no entibiaron su ardor por usted?

—No necesito discutir el asunto.

—Yo sн deseo discutirlo —insistiу Rhett—. Habнa en su voz una iiota baja que Scarlett no comprendнa ni le gustaba percibir—. Y, vive Dios, lo discutirй y espero que usted me responda. їAsн que, cstб todavнa enamorado de usted?

—Bueno, їy quй si lo estб? —gritу Scarlett, perdida ya la paciencia—. No quiero hablar de йl con usted porque no puede comprenderle ni a йl ni la нndole de su amor. Usted sуlo comprende esa #specie de amor..., sн, ese amor que siente por las criaturas como la Watling.

—ЎOh! —dijo Rhett suavemente—. їEs que yo sуlo soy capaz de Sentir apetitos carnales?

—Bien sabe usted que es verdad.

—Ahora comprendo sus escrъpulos en discutir el asunto conmigo. jWis sucios labios profanan la pureza de su amor. —Bueno, sн..., algo por el estilo. —Me interesa ese amor tan puro.

—No sea usted tan malvado, Rhett. Si es usted tan ruin que cree ha podido existir algo censurable entre nosotros...

—ЎOh, esa idea jamбs entrу en mi cabeza, de veras! Pero їpor quй no ha existido nada criticable entre ustedes dos? —Si piensa usted que Ashley podrнa jamбs... —ЎAh! Luego es Ashley y no usted quien luchу para que no se perdiese esa pureza. La verdad, Scarlett, no deberнa usted delatarse tanfбcilmente.

Scarlett dirigiу una mirada rebosante de confusiуn y de ira a la amable pero enigmбtica fisonomнa de Rhett.

—No hay por quй continuar la conversaciуn y no necesito su dinero. Por lo tanto, vбyase.

—Sн, necesita usted mi dinero, y, puesto que hemos profundizado ra tanto en el asunto, їpor quй abandonarlo? Seguramente no puede laber mal alguno en discutir un idilio tan casto..., ya que no ha labido en йl nada pecaminoso. їDe modo que Ashley la quiere a tsted por su inteligencia, por su alma, por su nobleza de carбcter? Scarlett se estremeciу interiormente al oнr tales palabras. Era evidente que Ashley ъnicamente la querнa por estas cualidades. Era una certidumbre lo que le permitнa soportar la existencia, la certidumbre de que Ashley, esclavo de su honor, la querнa y la respetaba por todas las cosas bellas encerradas en el fondo de sн misma y que sуlo йl podнa ver. Sin embargo, todo perdнa su belleza sublime cuando Rhett hablaba de ello en tono meloso lleno de sarcasmo.

—Me devuelve mis ideales de adolescente el saber que un amor asн puede existir en este picaro mundo —continuу diciendo Rhett—. їDe modo que no hay obsolutamente nada de carnal en su amor por usted? їSerнa igual si fuese usted fea y no poseyese esa piel tan blanca? їY si no tuviese esos ojos verdes que le hacen a un hombre desear saber lo que usted harнa si йl la cogiese entre sus brazos? їY un modo de mecer las caderas que es una tentaciуn para cualquier hombre que no haya cumplido noventa aсos? їY esos labios, que son...? Bueno, no debo permitir que aparezcan mis carnales apetitos. їNo ve Ashley nada de esto? O, si lo ve, їno le produce ningъn efecto?

Sin proponйrselo, la imaginaciуn de Scarlett se retrotrajo al dнa en que, en el huerto, los brazos de Ashley la sacudнan violentamente entre los suyos mientras la tenнa asida, en que su boca parecнa quemar la de ella, como si no pudiese despegarse. Un color rojo vivo se esparciу sobre sus mejillas, y ello no pasу inadvertido a Rhett.

—Ya lo veo. La quiere sуlo por su cerebro —dijo en un tono vibrante, casi de cуlera, en su voz.

їCуmo se atrevнa йl a escudriсar con sus sucios dedos, haciendo que lo ъnico bello y sagrado que existнa en su vida pareciese bajo y ruin? Frнamente, resueltamente, forzaba los ъltimos reductos de Scarlett y la informaciуn que йl exigнa iba a aparecer.

—ЎSн, sуlo por eso! —gritу, procurando deshacerse del recuerdo de los labios de Ashley.

—Querida mнa: no se ha enterado siquiera de si usted tiene o no cerebro. Si era su cerebro lo que le atraнa, no hubiera necesitado luchar contra usted como debe haber hecho para mantener este amor tan... їdiremos tan santo? Podнa vivir muy tranquilo, porque, despuйs de todo, un hombre puede admirar la mente y el alma de una mujer y ser no obstante un dignнsimo caballero y un hombre fiel a su esposa. Pero debe ser difнcil para йl reconciliar el honor de los Wilkes con el deseo de su cuerpo que sin duda siente.

—ЎJuzga usted los pensamientos de los demбs por los propios, tan ruines!

—ЎOh, yo no he negado nunca que la deseaba, si esto es a lo que usted se refiere! Pero, a Dios gracias, a mн no me estorban los escrъpulos del honor. Lo que deseo, lo tomo si puedo, y por lo tanto no tengo que luchar ni con бngeles ni con demonios. ЎQuй vida mбs infernal debe de haber proporcionado usted al pobre Ashley! Soy capaz hasta de compadecerle.

—їYo... hacer su vida infernal?

—ЎSн, usted! Allн estaba usted, una tentaciуn constante para йl, pero, como la mayor parte de los de su cuerda, йl prefiere lo que aquн pasa por ser el honor a cualquier amor verdadero. Y me parece que el pobre diablo se ha quedado sin honor y sin amor que pueda consolarle. —ЎTiene amor!... Quiero decir, Ўme ama!

—їLa ama? Entonces contйsteme a lo que voy a decirle y termino ya por hoy y puede coger el dinero y tirarlo por la alcantarilla si quiere, por lo que a mн respecta.

Rhett se puso en pie y arrojу su cigarro a medio fumar en la escupidera. Habнa en sus movimientos la misma soltura pagana y la misma fuerza contenida que Scarlett habнa observado en йl la noche de la caнda de Atlanta, algo siniestro y terrible.

—Si la amaba, їcуmo demonios le permitiу venir a Atlanta a buscar el dinero para la contribuciуn? Antes de que yo permitiese a una mujer que amo hacer esto, yo...

—ЎNada sabнa! No tenнa la menor idea de que yo... —їNo se le ocurre que debiera haberlo sabido? —Habнa en su voz brutalidad apenas reprimida—. Queriйndola como dice usted que la quiere, deberнa saber lo que usted habrнa de hacer en su desesperaciуn. ЎDebiу matarla antes de dejarla venir aquн... y a buscarme a mн precisamente! ЎSanto cielo! —ЎPero йl no lo sabнa!

—Si no lo adivinу sin necesidad de que se lo dijesen, jamбs conocerб a usted ni a su sublime cerebro.

: ЎQuй injusto era! ЎComo si Ashley pudiese leer los pensamientos!

ЎComo si Ashley hubiese podido retenerla, aun sabiendo! Pero, ahora lo comprendнa repentinamente, Ashley podнa haberla detenido. La mбs leve insinuaciуn suya en el huerto de que acaso algъn dнa las circunstancias variarнan, y jamбs hubiera pensado ella en salir de Tara.

Una palabra de ternura, una simple caricia de despedida cuando subнa al tren, la hubieran retenido allн. Pero sуlo habнa hablado del honor. No obstante..., їtendrнa razуn Rhett? їDebнa Ashley haber conocido sus propуsitos? Se apresurу a descartar de sн tal desleal idea. Por supuesto, йl nada sospechaba. Ashley no podнa sospechar mбs que ella pudiese soсar tan siquiera en hacer algo tan inmoral.

Ashley era demasiado decente para abrigar tales pensamientos. Rhett sуlo trataba de destrozar su amor. Trataba de destruir lo mбs precioso que existнa para ella. Algъn dнa, pensу con encono, cuando la tienda uncionase como debнa y el aserradero estuviese en marcha y ella tuviese dinero, harнa pagar a Rhett la tortura y la humillaciуn que ahora le causaba.

Йl estaba de pie a su lado, mirбndola vagamente divertido. La Emociуn que le habнa agitado estaba disipada.

—їQuй le importa eso a usted despuйs de todo? —preguntу—. Es cosa de Ashley y mнa, no de usted.

—Solamente esto. Siento una profunda e impersonal admiraciуn por su temple, Scarlett, y detesto ver su espнritu aplastado por tantas piedras de molino. Estб Tara. Esto ya es una empresa mбs que regular para cualquiera. Estб su padre, enfermo por aсadidura. Jamбs podrб ayudarla en nada. Y tiene a las chicas y a los negros. Y ahora se ha echado encima a un marido y probablemente a la seсorita Pittypat tambiйn. Lleva ya bastantes cargas para que caigan sobre usted Ashley y su familia.

—No es una carga. Йl ayuda...

—ЎOh, por amor de Dios! —prorrumpiу йl, impacientemente—. ЎNo me venga mбs con eso! No es una ayuda. Es una carga y lo serб para usted o para otro, hasta que se muera. Personalmente, estoy harto de йl como tema de conversaciуn... їCuбnto dinero quiere usted?

Afluyeron a los labios de Scarlett mil palabras injuriosas. Despuйs de todos sus insultos, despuйs de arrebatarle todo lo que era mбs precioso para ella y pisotearla, Ўcreнa todavнa que ella iba a aceptar su dinero!

Pero estas palabras no llegaron a pronunciarse. ЎQuй maravilloso serнa poder despreciar su ofrecimiento y arrojarlo de la tienda! Mas sуlo los que son ricos y estбn muy seguros pueden permitirse tales lujos. Mientras fuese pobre, tendrнa que soportar escenas como йsta. Pero, cuando fuese rica, no tolerarнa nada que no le gustase, no se abstendrнa de nada que desease, no serнa ni siquiera cortйs con las gentes a menos que le fuesen simpбticas.

«Entonces les dirй a todos que se vayan al quinto infierno, Ўy Rhett Butler serб el primero! »

El placer de pensarlo hizo chispear sus verdes ojos y dibujу una semisonrisa en sus labios. Rhett se sonriу tambiйn.

—Es usted una criatura muy bonita, Scarlett —le dijo—. Especialmente cuando estб meditando alguna maldad. Y, sуlo por haber visto esos hoyuelos, estoy dispuesto a comprarle una docena de muнas, si las quiere.

Se abriу la puerta de la calle y entrу el chico del mostrador limpiбndose los dientes con una pluma de ave. Scarlett se levantу, se arrebujу en su chal y anudу las cintas de la capota por debajo de su barbilla. Habнa tomado una decisiуn.

—їEstб usted ocupado esta tarde? їPuede usted venir ahora conmigo? —le preguntу.

—їAdonde?

—Quiero que venga usted conmigo al taller de aserrar. Prometн a Frank que no saldrнa sola en el coche fuera de la ciudad.

—їAl taller con esta lluvia?



  

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