Хелпикс

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SEGUNDA PARTE 10 страница



Hubo un movimiento entre la multitud, que se apartу para dejar paso a Rhett Butler. Йste dirigiу su caballo hacia el coche de tнa Pittypat. Scarlett pensу: «Se necesita tener valor para venir en este momento, arriesgбndose a que lo hagan pedazos, sуlo por no vestir uniforme. »

Mientras Butler se acercaba, ella se dijo que de buena gana serнa la primera en arremeter contra йl. їCуmo se atrevнa a mostrarse en aquel caballo, con los zapatos brillantes y un magnнfico traje de hilo blanco, elegante y bien alimentado y con un cigarro en la boca, mientras Ashley y todos los demбs combatнan a los yanquis con los pies descalzos, hambrientos, debilitados por el calor y destrozados por la disenterнa? Butler seguнa avanzando despacio por entre la gente, y algunos le echaban miradas indignadas. La seсora Merriwether, que no temнa a nada, se levantу ligeramente en su coche y dijo en voz alta: «ЎEspeculador! », con un tono lleno de odio. El no hizo ningъn caso y se quitу el sombrero para saludar a Melanie y a tнa Pittypat. Despuйs, aproximбndose a Scarlett, se inclinу y le susurrу:

—їNo cree usted que йste serнa un buen momento para que el doctor Meade pronunciara su acostumbrado discurso sobre la victoria que se posa como un бguila con las alas desplegadas en nuestras banderas?

Con los nervios tensos por la angustia, ella se volviу como un gato furioso. Las palabras le acudнan a la garganta atropelladamente. Pero йl la contuvo con un gesto.

—He venido para comunicarles, seсoras —dijo en voz alta—, que he estado en el cuartel general y ahora estбn llegando las primeras listas de muertos y heridos.

Un murmullo se levantу entre los que estaban alrededor y habнan oнdo sus palabras. Todo se agitaron, deseosos de correr hacia el cuartel general.

—No vayan —gritу йl, levantбndose de la silla de su caballo y agitando una mano—. Las listas han sido enviadas a los dos periуdicos y se estбn imprimiendo. Permanezcan donde estбn.

—ЎOh, capitбn Butler! —exclamу Melanie, volviйndose a йl con los ojos llenos de lбgrimas—. ЎQuй bueno ha sido viniendo a decнrnoslo! їCuбndo estarбn terminadas?

—Dentro de unos minutos, seсora. Hace ya media hora que las han recibido. El comandante no quiso que se supiese hasta que estuvieran impresas, por temor a que el pъblico se agolpase en las oficinas. ЎOh, mire!

Una ventana del diario se abriу y apareciу una mano sosteniendo un montуn de pruebas manchadas de tinta y llenas de nombres. La gente se precipitу a arrebatarlas. Los que se hicieron con alguna trataron de retroceder para leerla, los demбs empujaban gritando: «ЎDejad paso! »

—Tome las riendas —dijo Rhett brevemente a tнo Peter, saltando a tierra.

Vieron sus anchas espaldas hundirse entre el gentнo mientras йl avanzaba abriйndose camino brutalmente. En un momento estuvo de vuelta trayendo en las manos media docena de hojas. Dio una de ellas a Melanie y distribuyу las otras entre las seсoritas MacLure, las seсoras Merriwether, Meade y Elsing.

—Rбpido, Melanie —gritу Scarlett con el corazуn en la garganta, desesperada al ver que las manos de Melanie temblaban de tal forma que le era imposible leer.

—Cуgelo tъ —susurrу Melanie; y Scarlett cogiу la hoja—. La doble uve. їDуnde estб la doble uve? ЎOh, en el mismo final y estб todo manchado! Whнte... —leyу, y su voz temblу—. Wilkins... Zabulуn... ЎNo estб, Melanie...! ЎNo estб! ЎPor caridad, tнa! ЎMelanie, las sales! ЎSostenedla!

Melanie, llorando de felicidad, sujetу la cabeza de Pittypat y le colocу las sales bajo la nariz. Scarlett apuntalу por el otro lado a la gruesa seсora, con el corazуn saltбndola de alegrнa. Ashley estaba vivo. Ni herido siquiera. ЎQuй misericordioso habнa sido el buen Dios! ЎQuй...!

Oyу un gemido y, volviйndose, vio a Fanny Elsing con la cabeza en el seno de su madre. La lista de los caнdos estaba en el suelo del coche, y los labios de la seсora Elsing temblaban mientras estrechaba a su hija entre sus brazos y decнa en voz baja al cochero: «A casa. Rбpido. » Scarlett dio una rбpida ojeada a la lista: Hugh no estaba entre las bajas. Fanny debнa haber tenido un enamorado y йste habнa muerto. La gente se abriу con simpatнa para dejar paso al coche de los Elsing, seguido por el cochecillo de las muchachas MacLure. La seсorita Faith guiaba, con el rostro petrificado, y su hermana, sentada junto a ella, estaba rнgida y cogida a sus faldas. Parecнan dos viejas. Su joven hermano Dallas era su tesoro y el ъnico pariente que tenнan en el mundo. Y Dallas habнa muerto.

—ЎMelanie! ЎMelanie! —gritу Maybelle con voz alegre—. ЎRene estб a salvo! ЎY tambiйn Ashley! ЎOh, gracias a Dios! —El chai, que se le habнa caнdo hacia atrбs, dejaba ver claramente su estado de embarazo; pero esta vez, ni ella ni su madre hicieron caso—. ЎSeсora Meade! •Rene...! —Pero su voz cambiу instantбneamente—. ЎMira, Melanie! ЎOh, seсora Meade, por caridad! Quizб Darcy...

La seсora Meade tenнa la cabeza inclinada y no la levantу al oнr pronunciar su propio nombre; pero la cara del pequeсo Phil era, junto a ella, un libro abierto en el que todos podнan leer. —Mamб, mamб, te suplico... —repetнa turbado. La seсora Meade alzу los ojos y se encontrу con la mirada de Melanie.

—Ya no tendrб necesidad de las botas —dijo en voz baja. —ЎDios, Dios! —sollozу Melanie, apoyando a tнa Pittypat en el hombro de Scarlett y saltando de su coche para correr hacia la mujer del doctor.

—Mamб, te quedo yo —murmurу Phil, en un desesperado esfuerzo para confortar a la dama de la cara pбlida—. Y, si me dejas ir, matarй a todos los yan...

La seсora Meade le cogiу del brazo con fuerza. —ЎNo! —dijo con voz angustiada y sofocada. —ЎCalla, Phil! —impuso Melanie, subiendo al coche y abrazando a la pobre madre—. їCrees que puede ser consolador para ella el pensar que tъ tambiйn puedes caer? ЎA casa, pronto! —ordenу despuйs; y mientras Phil cogнa las riendas se volviу a Scarlett—. Apenas hayas acompaсado a la tнa a casa, ven a la de la seсora Meade. Capitбn Butler, їpuede ir a avisar al doctor? Estб en el hospital.

El coche se moviу a travйs de la multitud que se iba retirando. Algunas mujeres lloraban de alegrнa; en cambio, otras parecнan demasiado aturdidas para darse completa cuenta de la desgracia que las herнa. Scarlett inclinу la cabeza para mirar la lista, recorriйndola velozmente con la vista para buscar los nombres de los conocidos. Ahora que Ashley estaba a salvo, podнa pensar en los demбs. ЎDios mнo, quй larga era aquella lista! ЎY cuбntas personas habнa de Atlanta y de Georgia!

—ЎDios bendito! Calvert... Raiford, teniente. ЎRaif! —Repentinamente recordу el dнa, tan lejano, en que se escaparon de casa, pero al caer la noche volvieron porque tenнan hambre y la oscuridad los asustaba—. Fontaine... Joseph, soldado raso. —ЎEl pequeсo Joseph, tan irritable! ЎY Sally que acababa de tener el niсo! — Munroe... Lafayette, capitбn. —El novio de Cathleen Calvert. ЎPobre Cathleen! Doble pйrdida: el hermano y el futuro esposo... Pero la pйrdida de Sally era aъn mucho mayor: el hermano y el marido.

Sentнa casi miedo a seguir leyendo...

Ciertamente... debнa existir un error. No podнa haber tres Tarleton en la lista. Quizб los impresores, con la prisa... Pero no. Allн estaban: Tarleton... Brenton, teniente. Tarleton... Stuart, cabo. Tarleton... Thomas, soldado. Y Boyd, muerto en el primer aсo de guerra y sabe Dios en quй sitio de Virginia estarнa enterrado. Todos los muchachos Tarleton. Thomas y los dos indolentes gemelos a los que tanto les gustaba criticar y gastar bromas; y Boyd, que tenнa la gracia de un profesor de baile y una lengua de vнbora.

No pudo leer mбs. No querнa descubrir si alguno mбs de aquellos muchachos con los que habнa crecido, bailado, coqueteado y hasta cambiado algъn beso, estaba en la lista. Hubiera querido llorar, liberarse de los dedos de acero que le apretaban la garganta.

—Lo siento, Scarlett. —Era la voz de Rhett. Ella alzу los ojos. Habнa olvidado su presencia—. їMuchos de sus amigos?

Ella afirmу con la cabeza e intentу hablar.

—Casi todas las familias del condado y... los tres muchachos Tarleton.

La cara de йl estaba serena, algo taciturna, y en sus ojos no habнa trazas de burla.

—Y aъn no ha terminado —dijo—. Estas son las primeras listas y no estбn completas. Maсana saldrб otra mбs larga. —Bajу la voz para no ser oнdo en los coches de al lado—. Scarlett, el general Lee debe de haber perdido la batalla. He oнdo decir en el cuartel general que se ha retirado a Maryland.

Ella levantу los ojos angustiada; pero su temor no dependнa de la noticia de la derrota de Lee. ЎOtra lista, maсana! Maсana. No habнa pensado en esto, tanta fue su felicidad al ver que el nombre de Ashley no figuraba en la lista que tenнa ante sus ojos. Quizбs en este momento estuviera muerto y ella no lo sabrнa hasta maсana. O quizб dentro de una semana.

—Pero їpor quй tiene que haber guerras, Rhett? ЎHabrнa sido mejor que los yanquis hubieran pagado por los negros..., o que nosotros se los hubiйramos regalado, antes que consentir esto!

—No se trata de los negros, Scarlett. Eso no es mбs que un pretexto. Las guerras se hacen siempre porque hay hombres que aman la guerra. Las mujeres no, pero los hombres... sн, y ese amor es mбs fuerte que el amor a las mujeres.

Su boca adquiriу su sonrisa habitual y levantу su ancho sombrero Panamб.

—Hasta la vista. Voy a buscar al doctor Meade. Es una ironнa de la suerte que sea yo quien tenga que darle la noticia de la muerte de su hijo, pero quizб no se dй cuenta de momento. Mбs tarde, quizбs encontrarб horroroso el pensar que un especulador le haya comunicado la noticia de la muerte de un hйroe.

Scarlett acostу a tнa Pittypat y, despuйs de haberle dado una bebida a base de alcohol, azъcar y agua, la dejу bajo la custodia de Prissy y de la cocinera y bajу la escalera dirigiйndose a toda prisa a casa de los Meade. La seсora estaba en su habitaciуn, en el primer piso, junto con Phil, esperando la llegada de su marido; Melanie, en el saloncito de la planta baja, hablaba en voz queda con un grupo de vecinos, al tiempo que trabajaba con agujas y tijeras modificando un vestido de luto que la seсora Elsing habнa prestado a su desgraciada amiga. Toda la casa estaba llena del olor agrio de la tintura negra que hervнa en una enorme caldera, donde la cocinera metнa, sollozando, todos los vestidos de su ama.

—їCуmo estб? —preguntу dulcemente Scarlett. —Ni una lбgrima —respondiу Melanie—. Es terrible cuando una mujer no puede llorar. Yo me pregunto cуmo hacen los hombres para soportar el dolor sin llorar. Quizб porque serбn mбs fuertes y mбs valientes que las mujeres. Dice que irб a Pennsylvania para traer el cadбver. El doctor no puede dejar el hospital.

—ЎPero serб horrible! їPor quй no mandan a Phil? —Porque temen que vaya a alistarse. Sabe que estб alto para su edad, y ahora los aceptan a los diecisйis aсos.

Uno a uno fueron saliendo los vecinos; ninguno querнa estar presente cuando llegara el doctor. Melanie y Scarlett permanecieron solas cosiendo en el saloncito. Melanie estaba triste, pero tranquila; de vez en cuando, una lбgrima caнa en la tela que tenнa entre las manos... Evidentemente, no habнa pensado que quizб la batalla podнa continuar y que Ashley podнa resultar muerto tambiйn. Scarlett, con el corazуn angustiado, no sabнa quй era mejor, si comunicar a Melanie las pala— bras de Rhett para tener el alivio de compartir su nuevo temor, o conservarlo para sн. Finalmente optу por esto ъltimo. No serнa prudente que Melanie se diese cuenta de cuбnto la preocupaba la suerte de Ashley. Y dio gracias a Dios de que todos, incluso Melanie y Pittypat, estuviesen aquella maсana demasiado preocupadas para advertir su angustia.

Despuйs de un intervalo de silencio, oyeron ruido en la calle y, mirando por la ventana, vieron al doctor que se apeaba del caballo. Tenнa la espalda encorvada y la cabeza baja. Entrу lentamente y, despuйs de haber dejado el sombrero y la bolsa, besу las manos a las jуvenes sin hablar. Luego subiу las escaleras con paso cansado. Un momento despuйs vieron bajar a Phil. Le hicieron seсas para que se sentase junto a ellas, pero el muchacho fue a sentarse en la escalinata de la puerta, y escondiу la cabeza entre sus manos.

Melanie suspirу.

—Estб furioso porque no quieren dejarle ir a combatir. ЎTiene quince aсos! ЎQuй alegrнa debe ser, Scarlett, la de tener un hijo asн!

—їY mandarlo al matadero? —replicу Scarlett brevemente, pensando en Darcy.

—Mejor es tener un hijo, aunque hubiese de morir, que no tenerlo —rebatiу Melanie, lanzando un suspiro—. Tъ no puedes comprenderlo, porque tienes al pequeсo Wade, pero yo... ЎOh, Scarlett, cуmo deseo un niсo! Quizб no sea delicado decirlo tan francamente, pero esto es lo que toda mujer desea... Y nadie..., nadie lo sabe mejor que tъ. Scarlett hizo un esfuerzo para no sonreнr.

—Si Dios permitiese que Ashley..., creo que no podrнa soportarlo, si йl muriese, morirнa yo tambiйn. SН al menos tuviese un hijo suyo para consolarme de su pйrdida... ЎOh, Scarlett, quй suerte tienes! A ti te ha quedado un hijo de Charles... ЎY a mн, si Ashley muriese... no me quedarнa nada, nada! Perdуname, Scarlett, pero a veces tengo celos de ti. —їCelos... de mн? —exclamу Scarlett, asombrada. —Sн, porque tъ tienes un niсo y yo no. ЎA veces imagino que Wade es mнo, porque es terrible no tener ninguno!

«ЎCuбntas historias! », pensу Scarlett con alivio. Echу una mirada rбpida a la figurita endeble que inclinaba sobre la costura el rostro lleno de rubor. Melanie podнa desear un niсo, pero ciertamente no tenнa la figura apropiada para la maternidad. Era poco mбs alta que una chica de doce aсos; tenнa las caderas estrechas y el pecho liso. El solo pensamiento de que ella pudiese tener alguna vez un niсo de Ashley era insoportable para Scarlett; le parecerнa haber sido despojada de algo suyo.

—Perdуname lo que he dicho de Wade. ЎSabes que lo quiero tanto...! їNo estбs enfadada conmigo?

—No seas tonta —replicу Scarlett secamente—. Anda, ve a la puerta y dile algo a Phil. Estб llorando.

El ejйrcito, rechazado en Virginia, se retirу a los cuarteles de invierno en el Rapidan; un ejйrcito cansado y desmoralizado despuйs de la derrota de Gettysburg. Como la Navidad se aproximaba, Ashley vino a casa con permiso. Scarlett, que lo veнa por primera vez despuйs de dos aсos, se asustу de la violencia de sus propios sentimientos. Dos aсos atrбs, cuando en el saloncito de Doce Robles Scarlett presenciу la ceremonia que le convertнa en esposo de Melanie, creyу que no podrнa amarlo nunca con mбs intensidad; pero ahora se daba cuenta de que los sentimientos de aquella tarde lejana se parecнan a los de una niсa a la que le quitan un juguete, mientras que actualmente su emociуn estaba agudizada por el mucho pensar y soсar y por el silencio que habнa tenido que imponerse.

Este Ashley Wilkes, con su uniforme descolorido, con los cabellos rubios tostados por el sol de los veranos, era muy diferente del jovencito distraнdo y soсador que ella habнa amado desesperadamente antes de la guerra. Estaba flaco y bronceado, mientras que antes era blanco de carnes y esbelto; los largos bigotes rubios que le caнan sobre la boca eran la ъltima pincelada necesaria para componer el retrato de un perfecto soldado.

Se mantenнa militarmente erguido en su uniforme, con la pistola en su funda y la vaina del sable curvo golpeando gallardamente las botas altas con espuelas mates: era el comandante Ashley Wilkes C. S. A. (Confedйrate States of America). En йl se descubrнa ahora la costumbre del mando y un aire de autoridad y de seguridad en sн mismo. A los lados de su boca empezaban a dibujarse algunas arrugas. Habнa un no sй quй de extraсo en el porte resuelto de sus hombros y en el frнo brillo de sus ojos.

Mientras en otro tiempo parecнa perezoso e indolente, ahora era бgil como un gato, con la continua tensiуn de quien tiene los nervios siempre tirantes como cuerda de violin. Sus ojos tenнan una expresiуn de cansancio, y su piel, quemada por el sol, estaba demacrada y adherida sobre los huesos de la cara. Era siempre su guapo Ashley, pero tan diferente...

Scarlett habнa proyectado pasar las Navidades en Tara; pero, despuйs del telegrama de Ashley, ninguna fuerza del mundo, ni siquiera una orden de Ellen, habrнa podido arrancarla de Atlanta. Si Ashley hubiera pensado ir a Doce Robles, ella se habrнa apresurado a correr a Tara para estar a su lado; pero йl escribiу a los suyos que se reuniesen con йl en Atlanta; y el seсor Wilkes, con India y Honey, habнan llegado ya. їIr a Tara y privarse de verlo despuйs de dos aсos? їPrivarse del sonido de su voz, privarse de leer en sus ojos que йl no la habнa olvidado? ЎNunca! ЎPor nada del mundo!

Ashley llegу cuatro dнas antes de Navidad, con un grupo de jуvenes de la comarca, tambiйn de permiso; un grupo dolorosamente disminuido despuйs de lo de Gettysburg. Entre ellos estaba Cade Calven, un Cade desconocido que tosнa continuamente; dos de los Munroe, excitadнsimos porque aquйl era su primer permiso desde el 1861, y Alex y Tony Fontaine, los dos magnнficamente embriagados, impetuosos e insultantes. El grupo fue llevado por Ashley a casa de la tнa Pittypat.

—Como si no bastase lo que han peleado en Virginia —observу amargamente Calvert, mirбndolos cуmo disputaban ya, como dos gallitos, sobre quiйn habнa de ser el primero en besar a tнa Pittypat, conmovida y lisonjeada—. Pero si no han hecho otra cosa que beber y preguntar que cuбndo llegбbamos a Richmond. Se han pasado varios meses arrestados y habrнan pasado tambiйn las Navidades en la prisiуn si no hubiera intervenido Ashley.

Pero Scarlett ni siquiera lo escuchaba, sintiйndose demasiado feliz sуlo por hallarse en la misma habitaciуn donde se encontraba Ashley. їCуmo podнa haber pensado durante aquellos dos aсos que otros hombres eran guapos y simpбticos? їCуmo habнa soportado que le hicieran la corte si estaba Ashley en el mundo? Helo ahн nuevamente en casa, separado de ella sуlo por unos centнmetros. Scarlett necesitaba todas sus fuerzas para no derramar lбgrimas de felicidad cada vez que lo miraba, sentado en el divбn con Melanie a un lado, India al otro y Honey apoyada en el respaldo. ЎSi tuviese ella tambiйn el derecho de sentarse a su lado y cogerle del brazo! Si pudiese, al menos, acariciarle a cada momento la manga para estar bien segura de su presencia..., o cogerle una mano entre las suyas o utilizar su paсuelo para enjugar sus propias lбgrimas de alegrнa. Melanie hacнa todas estas cosas sin avergonzarse. Demasiado feliz para mostrarse, tнmida y reservada, permanecнa agarrada al brazo de su marido, adorбndole con la sonrisa, con las lбgrimas. Y Scarlett era demasiado dichosa para estar celosa.

De vez en cuando se pasaba la mano por la mejilla que йl le habнa besado y volvнa a sentir la emociуn de aquel momento. Ashley, desde luego, no la habнa saludado en seguida. Melanie se echу en sus brazos, gritando incoherentemente, estrechбndole como si no quisiera separarse mбs de йl. Y despuйs, India y Honey le abrazaron, arrancбndoselo dulcemente a su mujer. Entonces Ashley abrazу a su padre; un abrazo digno, que demostraba la serenidad del profundo sentimiento que le profesaba. Despuйs, a tнa Pittypat, que iba de acб para allб completamente excitada. Y finalmente se volviу hacia Scarlett, que estaba rodeada por los jуvenes que reclamaban un beso, y exclamу:

—ЎOh, Scarlett! ЎTъ siempre tan encantadora! —Y la besу en la me jilla.

Aquel beso hizo olvidar a Scarlett todas las frases de bienvenida que habнa pensado decirle. Despuйs de muchas horas, recordу que no la habнa besado en los labios. Entonces pensу cуmo habrнa sido su encuentro si hubiesen estado solos. El habrнa inclinado su alta estatura y ella se habrнa alzado sobre la punta de los pies para sentirse abrazada largo tiempo. Estos pensamientos la hacнan sumamente feliz y se convencнa de que esto podrнa ocurrir. Habнa tiempo para todo: Ўuna semana entera! Sin duda, ella conseguirнa encontrarse a solas con йl y le dirнa: «їTe acuerdas de nuestras cabalgatas por los senderos solitarios? їTe acuerdas de cуmo brillaba la luna aquella noche que te sentaste en la escalinata de Tara y recitaste una poesнa? (ЎDios mнo! їQuй poesнa era? ) їTe acuerdas de aquel dнa que me hice daсo en el tobillo y me llevaste a Tara en brazos? »

ЎCuбntas cosas podrнa decir a Ashley empezando por las palabras «te acuerdas»! ЎTantos episodios que los transportarнan a los bellos dнas en que iban de gira por la comarca como muchachos despreocupados; la йpoca en que Melanie Hamilton aъn no habнa entrado en escena! Y quizбs ella leerнa en sus ojos una rбpida emociуn que la harнa comprender que, no obstante el afecto conyugal por Melanie, йl aъn la querнa como aquel dнa del banquete, cuando la verdad le brotу de la boca a pesar suyo. No se paraba a pensar en lo que harнa si Ashley le revelase su amor con palabras inequнvocas... Le bastarнa saber que aъn la querнa... No le importaba que de momento Melanie lo acariciara; ella sabrнa esperar. Despuйs de todo, їquй sabнa de amor aquella candida criatura?

—Amor mнo, pareces un pordiosero —dijo Melanie, calmada ya la primera excitaciуn—. їQuiйn te ha remendado el uniforme y por quй le han puesto piezas de otro color?

—No se trataba de ser elegante —respondiу Ashley—. Compara mi traje con el de los demбs y sabrбs apreciar lo acertado de estos remiendos. Ha sido Mose quien los ha hecho, y piensa que antes de la guerra jamбs tuvo una aguja en la mano. En cuanto a los parches de color azul..., es preciso escoger entre tener agujeros o taparlos con pedazos de uniformes de prisioneros yanquis... No se podнa hacer otra cosa. Y respecto a lo de parecer un mendigo, da gracias a Dios de que tu marido no haya vuelto descalzo. La semana pasada tuve que decir adiуs a mis botas, y habrнa vuelto con los pies liados en trapos si no hubiese tenido la suerte de dar caza a dos «exploradores» yanquis. Las botas de uno de ellos me sentaban de maravilla.

Extendiу las piernas para hacer admirar el calzado.

—Por el contrario, a mн no me estбn bien las del otro —dijo Calvert—. ЎSon demasiado pequeсas; me estбn haciendo sufrir un martirio! ЎPero gracias a ellas llegarй a casa con perfecta elegancia!

—Y este egoistazo no ha querido dбrnoslas a uno de nosotros —dijo Tony—. ЎCon lo bien que hubieran sentado a nuestros aristocrбticos pies! Me avergьenzo de presentarme ante mamб con estos zapatos viejos. ЎAntes de la guerra, ella no hubiera permitido ni a uno de nuestros esclavos que los llevase!

—No te preocupes —exclamу Alex mirando las botas de Cade—. Se las quitaremos cuando estemos en el tren. Por mamб, no me importa, pero... Ўno quiero que Dimity Munroe me vea con los dedos fuera!

—ЎVamos, son mнas! —replicу Tony, refunfuсбndole a su hermano—. He sido yo el primero en reclamarlas.

Pero Melanie, previendo una de las famosas peleas de los Fontaine, intervino para poner paz.

—Yo tenнa una magnнfica barba —dijo Ashley—. Una de las mбs bellas del ejйrcito. Apuesto a que ni Jeb Stuart, ni Nathan Forrest las tuvieron nunca parecidas. Cuando llegamos a Richmond, estos dos canallas —e indicу a los Fontaine— decidieron que, como ellos se afeitaban, yo debнa hacer otro tanto. Me arrojaron al suelo y me afeitaron a la fuerza, y es cosa de milagro que no se me llevaran la cabeza junto con las barbas. Ъnicamente, gracias a la intervenciуn de Evan y de Cade, pude salvar el bigote.

—ЎNo le haga usted caso, seсora Wilkes! Debiera estarnos agradecido. Si no lo hubiйsemos hecho, usted no le habrнa reconocido ni dejado entrar —dijo Alex—. Lo hicimos para demostrarle nuestro agradecimiento por haber impedido a los gendarmes que nos metieran en la cбrcel. En cuanto a ti —aсadiу, dirigiйndose a Ashley—, una palabra mбs y te quitamos el bigote sin mбs cumplidos.

—ЎOh, no, gracias! —se apresurу a decir Melanie, cogiйndose con espanto del brazo de Ashley, pues los dos hombrecitos de tostada piel parecнan muy capaces de realizar cualquier violencia—. Yo lo encuentro muy bien tal como estб.

—Cosas del amor —afirmaron los Fontaine meneando la cabeza.

Cuando Ashley saliу a la calle para acompaсar a los dos jуvenes a la estaciуn en el coche de tнa Pittypat, Melanie tomу del brazo a Scarlett.

—Su uniforme estб en un estado deplorable, їno es verdad? їNo crees que mi casaca serб para йl una sorpresa? ЎOh, si por lo menos yo tuviera bastante paсo para hacerle unos pantalones!

La casaca destinada a Ashley era un tema doloroso para Scarlett, ya que hubiera deseado ser ella misma y no Melanie quien le hiciese este regalo de Navidad. El paсo de lana gris para uniformes habнa llegado a ser literalmente mбs caro que los rubнes, y Ashley, como todos sus camaradas, vestнa una grosera tela domйstica. Incluso esta clase de tela no era corriente y muchos soldados vestнan uniformes yanquis teсidos con pulpa de nogal. Pero Melanie habнa tenido la suerte de obtener una pieza de paсo gris suficiente para cortar una casaca... mбs bien cortita, pero al fin una casaca. Habнa cuidado en el hospital a un mozo de Charleston y cuando йste muriу ella enviу a su madre un mechуn de su cabellos acompaсado del pobre contenido de sus bolsillos y de un emocionante relato de sus ъltimas horas, si bien se abstuvo, como es natural, de narrar los sufrimientos que el pobre muchacho habнa soportado. Se habнa establecido asн una correspondencia entre ambas mujeres, y, sabiendo que Melanie tenнa el marido en el frente, la madre del mozo le enviу el paсo gris y los botones de latуn que habнa adquirido para su hijo. Era una tela magnнfica, gruesa y de abrigo; seguramente procedнa del bloqueo y era indudablemente muy costosa. Melanie habнa confiado su confecciуn a un sastre, a quien atosigaba sin tregua a fin de que la casaca estuviera lista para la maсana de Navidad. Scarlett hubiera dado cualquier cosa por completar el uniforme, pero le era completamente imposible proporcionarse en Atlanta el tejido necesario.

Scarlett tambiйn habнa preparado para Ashley un regalo de Navidad; por desgracia era muy insignificante al lado de la esplйndida casaca gris de Melanie. Era un pequeсo costurero de franela que contenнa el precioso paquete de agujas que Rhett le trajera de Nassau, tres paсuelos de batista del mismo origen, dos carretes de hilo y un par de tijeritas. Pero ella anhelaba ofrecerle algo mбs personal, algo que una esposa hubiese podido ofrecer a su marido, por ejemplo, una camisa, un par de guantes o un sombrero. Sн, a cualquier precio, un sombrero. Este pequeсo quepis de Ashley era ridнculo. Scarlett habнa detestado siempre esos quepis. Nada le importaba que Stonewall Jackson los prefiriese a los fieltros. No por ello eran mбs bonitos. Desgraciadamente, los ъnicos sombreros que era posible procurarse en Atlanta eran de lana, toscamente elaborados y aъn mбs feos que los quepis de campaсa.

Este problema del sombrero llevу a Scarlett a pensar en Rhett Butler. Йste tenнa anchos panamаs para el verano, chisteras para las ceremonias, sombreros de caza, fieltros marrуn, negros o azules. їPara quй necesitaba tantos sombreros, cuando su Ashley adorado tenнa que cabalgar bajo la lluvia, calado y chorreando?

«Yo me las compondrй para que Rhett me dй su sombrero nuevo de fieltro negro. Lo ribetearй con una cinta gris y le coserй encima las insignias de Ashley. Serб maravilloso. »

Se calmу y reflexionу en seguida que le serнa difнcil obtener el sombrero sin dar una explicaciуn. No obstante, ella no podнa decirle a Rhett que querнa su sombrero para dбrselo a Ashley. Era indudable que йl la contemplarнa alzando las cejas con aquel gesto odioso que adoptaba cada vez que Scarlett pronunciaba el nombre de Ashley, y al fin rehusarнa entregбrselo. ЎTanto peor! Inventarнa una historia emocionante de un soldado del hospital que necesitaba un sombrero, y Rhett no sabrнa nunca la verdad.

Toda aquella tarde procurу encontrarse a solas con Ashley, aunque fuera sуlo unos instantes, pero Melanie no lo dejу ni un momento e India y Honey lo seguнan a travйs de la casa con sus ojos claros y sin pestaсas. El mismo John Wilkes, visiblemente orgulloso de su hijo, no pudo, con todo, tener con йl una breve sentada.

Lo mismo sucediу a la hora de la cena, cuando todos lo asediaron a preguntas sobre la guerra. ЎLa guerra! їQuiйn se preocupaba de la guerra?

Scarlett se imaginaba que el mismo Ashley no tenнa extraordinario interйs en abordar este tema. Y, en efecto, aunque Ashley no cesу de hablar, riу a menudo y llevу la conversaciуn con mayor brнo que nunca, dijo pocas cosas de importancia. Contу anйcdotas divertidas, bromas de soldado, describiу humorнsticamente las trapacerнas con que se entretenнan sus camaradas, evitу referirse a los duros sufrimientos debidos al hambre y a las interminables marchas bajo la lluvia, y trazу un detallado retrato del general Lee durante la retirada de Gettysburg mientras gritaba a sus soldados: «Caballeros, їforman ustedes parte de las tropas de Georgia? Pues bien, no podemos prescindir de ustedes los georgianos. »

A Scarlett le pareciу que йl hablaba febrilmente para impedir que le volviesen a hacer preguntas que no querнa contestar. Vio cуmo bajaba los ojos ante la larga mirada turbada de su padre; y, entonces, un poco perpleja, se preguntу quй podнa esconderse en el corazуn de Ashley. Pero este pensamiento desapareciу en seguida, porque en su mente no cabнa otra cosa mбs que un sentimiento de delirante felicidad y un ferviente anhelo de estar a solas con йl.



  

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