Хелпикс

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SEGUNDA PARTE 5 страница



—Basta, basta —rogу йl con una sonrisa—. Por fin ha dicho usted lo que pensaba, pero no me hable de la Causa. Estoy harto de oнr hablar de ella y apuesto a que usted tambiйn lo estб...

—їPero cуmo puede...? —volviу a decir Scarlett, perdiendo el dominio de sн misma. Y se detuvo, irritadнsima, por haber caнdo en aquella trampa.

—Me detuve un rato en el umbral de la puerta antes de que usted me viese y observй a las otras jуvenes. Parecнa que el semblante de todas estaba fundido en el mismo molde. El suyo no; usted tiene un semblante en el que se lee fбcilmente. Estaba usted distraнda y podrнa asegurar que no pensaba ni en la Causa ni en el hospital. En su rostro estaba escrito que deseaba bailar, divertirse, y que no podнa. Estaba usted furiosa por esto. Dнgame la verdad. їTengo razуn?

—No tengo nada que decirle, capitбn Butler —respondiу ella lo mбs ceremoniosamente que pudo, tratando de reunir toda su dignidad—. Pavonйese cuanto le parezca por ser el «gran burlador del bloqueo», pero abstйngase de insultar a las mujeres.

—ЎEl «gran burlador del bloqueo»! Eso es una broma. Le ruego me conceda aъn un segundo de su precioso tiempo, antes de hundirme en las tinieblas. No quisiera que una patriota tan encantadora tuviese una idea errуnea sobre mi contribuciуn a la Causa de la Confederaciуn. —No quiero escuchar sus estupideces.

—El bloqueo, para mн, es un negocio que me permite ganar dinero. Cuando no me rinda mбs, lo abandonarй. їQuй le parece?

—Me parece que es usted un mercenario... igual que los yanquis. —En efecto —sonriу burlonamente el capitбn—. Los yanquis me ayudan a ganar dinero. Figъrese que el mes pasado anclй mi nave en el mismo puerto de Nueva York para cargar mercancнas.

—їCуmo? —exclamу Scarlett, excitada e interesada a pesar suyo—. їY no lo detuvieron?

—ЎPobre inocente! Ni soсarlo. Hay en la Uniуn muchos bravos patriotas que ganan dinero vendiendo mercancнas a la Confederaciуn. Yo anclo mi nave delante de Nueva York, compro a empresas yanquis (naturalmente al contado) y despuйs me voy. Cuando la cosa es un poco peligrosa, voy a Nassau, donde los barcos patriotas han llevado para mн municiones y artнculos de moda. Es mбs cуmodo que ir a Inglaterra. A veces no es tan fбcil penetrar en Charleston o en Wilmington... ЎPero no se puede imaginar lo lejos que se va con un poco de dinero...!

—ЎOh, sabнa que los yanquis eran abyectos, pero ignoraba...!

—їPor quй meterse con los yanquis que ganan honradamente algъn dinero vendiendo a su paнs? Dentro de cien aсos nadie se acordarб de ello. Y el resultado serб el mismo. Ellos saben que la Confederaciуn serб inevitablemente vencida: їpor quй no ganar dinero con ella ademбs?

—їVencidos... nosotros?

—Sin duda.

—їQuiere hacer el favor de dejarme... o tendrй que llamar mi coche para que me lleve a casa y asн librarme de usted?

—ЎUna rebelde de lo mбs vehemente! —dijo йl con otra sonrisa burlona.

Se inclinу y se alejу, dejбndola llena de indignaciуn y de cуlera impotente. En ella habнa un amargo despecho que no conseguнa analizar, semejante al de un niсo que ve derrumbarse su ilusiуn. їCуmo se habнa atrevido aquel hombre a empaсar la gloria de los que atravesaban el bloqueo y a decir que la Confederaciуn serнa vencida? Era necesario fusilarlo por esto, fusilarlo como a un traidor. Mirу alrededor y vio las caras conocidas, tan seguras del йxito, tan valientes, tan devotas; un pequeсo escalofrнo le traspasу el corazуn. їVencidos? ЎAh, no; eso no! ЎCiertamente no! Sуlo pensarlo era imposible y desleal.

—їQuй estabais murmurando? —preguntу Melanie, volviйndose apenas se alejaron sus clientes—. He visto que la seсorita Merriwether no te quitaba la vista de encima, y sabes que tiene la lengua larga...

—ЎAh, ese hombre es insoportable! ЎUn verdadero villano! —respondiу Scarlett—. En cuanto a la vieja Merriwether, dйjala que hable. Estoy harta de hacer la chiquilla por su culpa.

—ЎPero, Scarlett! —exclamу Melanie, escandalizada.

—ЎChist! —hizo Scarlett—. El doctor Meade va a pronunciar otro discurso.

Las charlas se interrumpieron nuevamente y la voz del doctor se elevу una vez mбs, para dar las gracias a las seсoras que habнan ofrecido generosamente sus joyas.

—Y ahora, seсoras y seсores, les propondrй una sorpresa: una innovaciуn que, quizб, pueda desagradar a algunos de ustedes. Pero les ruego consideren que todo esto se hace para los hospitales y a beneficio de nuestros jуvenes heridos o enfermos.

Todos se callaron, tratando de adivinar lo que podrнa proponer el doctor, un hombre tan serio.

—Vamos a empezar el baile. El primer nъmero serб sin duda, una danza escocesa, un reel[11] seguido de un vals. Los bailes siguientes, polcas, mazurcas y valses, irбn precedidos de breves reels. Conozco la simpбtica rivalidad que existe en bailar bien los reels, y por eso... —el doctor arqueу las cejas y echу una mirada burlona hacia el rincуn donde su mujer estaba sentada junto a las seсoras ancianas—, si ustedes, seсores, desean bailar un reel con la dama de su elecciуn, deben concurrir a una puja de la que yo serй el pregonero. Las damas serбn adjudicadas a los mejores oferentes y el producto irб a los hospitales.

Los abanicos se detuvieron de repente y la sala fue atravesada por una ola de murmullos excitados. El бngulo de las seсoras estaba en pleno tumulto y la seсora Meade, deseosa de sostener a su marido en una acciуn que de corazуn desaprobaba, se encontraba en absoluta desventaja.

Las seсoras Elsing, Merriwether y Whiting estaban rojas de indignaciуn. Pero, de improviso, la Guardia Nacional lanzу un «viva» que fue respondido por todos los presentes. Las muchachas palmotearon y saltaron excitadas.

—їNo te parece que es..., que es... como una puja de esclavas en pequeсo? —susurrу Melanie, mirando indecisa al belicoso doctor, que hasta entonces le habнa parecido siempre perfecto.

Scarlett no dijo nada, pero sus ojos brillaron y su corazуn se contrajo con una ligera pena. ЎSi al menos no fuese viuda! ЎSi fuese aъn Scarlett O'Hara, con un vestido verde manzana adornado de terciopelo verde oscuro y nardos en los cabellos negros....! Entonces serнa ella la que conducirнa la danza. Sн, sin duda. Habrнa una docena de hombres dispuestos a batirse por ella y a pagar al doctor buenas cantidades. ЎOh, tener que estar aquн sentada sirviendo de adorno, contra su voluntad, y ver a Fanny o Maybelle llevar la danza como la muchacha mбs bella de Atlanta!

Por encima del tumulto resonу la voz del pequeсo zuavo con su acento criollo:

—Veinte dуlares por la seсorita Maybelle Meriwether.

Maybelle se escondiу, enrojeciendo, detrбs del hombro de Fanny y las dos muchachas ocultaron el rostro la una en el cuello de la otra, sonriendo mientras otras voces empezaban a gritar otros nombres y otras cifras. El doctor Meade comenzу a sonreнr, desoyendo completamente los susurros indignados que venнan de las seсoras del comitй hospitalario.

Desde el principio, la seсora Merriwether declarу firmemente y en alta voz que su Maybelle no participarнa nunca en semejante subasta; pero al constatar que el nombre de su hija se oнa cada vez con mбs frecuencia y la cifra superaba los setenta y cinco dуlares, sus protestas empezaron a disminuir.

Scarlett tenнa los codos apoyados en el mostrador y miraba casi ferozmente a la multitud excitada que reнa agrupбndose alrededor de la plataforma, con las manos llenas de billetes de banco de la Confederaciуn.

Ahora, todos bailarнan, menos ella y las seсoras de edad. Todos se divertirнan, menos ella. Vio a Rhett Butler detrбs del doctor y, antes de que pudiese cambiar la expresiуn de su rostro, йl la mirу, bajу una de las comisuras de la boca y levantу una ceja. Scarlett alzу la barbilla y se volviу a otro lado. En aquel momento oyу su nombre, pronunciado por una inconfundible voz charlestoniana que sobrepasу el griterнo:

—Por la seсora de Charles Hamilton..., ciento cincuenta dуlares... en oro.

Un repentino murmullo atravesу la multitud al oнr la suma y el nombre. Scarlett quedу tan aturdida que no pudo ni moverse. Permaneciу sentada con la barbilla entre las manos y los ojos abiertos, asombrados. Todos se volvieron a mirarla. Vio al doctor inclinarse en la plataforma y decirle algo a Butler. Probablemente decнa que ella estaba de luto y no podнa bailar. Pero Rhett alzу los hombros con indiferencia.

—їQuizбs otra de nuestras bellezas? —sugiriу el doctor.

—No —respondiу Rhett, obstinado, mirando a la gente—. La seсora Hamilton.

—Le digo que es imposible —insistiу el doctor—. La seсora Hamilton no querrб...

La voz de Scarlett saliу de su boca casi involuntariamente, desconocida.

—ЎSн; estoy dispuesta!

Se puso en pie. El corazуn le martilleaba tan violentamente que temiу no poder sostenerse, trastornada por la excitaciуn de ser nuevamente el centro de la atenciуn, de ser la mбs deseada y, Ўsobre todo!, por la perspectiva de bailar...

—ЎNo, no me importa! ЎNo me importa lo que digan! —murmurу, arrastrada por una especie de locura. Levantу la cabeza y saliу del mostrador taconeando con un ruido de castaсuelas y llevando su abanico completamente desplegado. Por un momento mirу el rostro incrйdulo de Melanie, la expresiуn de las seсoras, a las muchachas petulantes y a los soldados que aprobaban con entusiasmo. Se encontrу en medio de la sala y vio a Rhett Butler que avanzaba hacia ella, entre un pasillo de gente, con su burlona y detestable sonrisa. Pero esto no le importaba... Iba a bailar... A llevar el reel. Le hizo una seсal y le dirigiу una sonrisa fascinadora. Йl se inclinу con una mano en el pecho.

Levi, aunque horrorizado por lo que veнa, se repuso rбpidamente y gritу:

—ЎEscojan sus damas!

La orquesta entonу el reel mбs hermoso: Dixie.

—їCуmo se ha atrevido a destacarme asн, capitбn Butler?

—ЎMi querida seсora Hamilton, era tan evidente que lo deseaba usted!

—їCуmo ha podido gritar mi nombre tan pъblicamente?

—Hubiera usted podido rehusar...

—Pero... me debo a la Causa... No podнa pensar en mн misma cuando usted ofreciу tanto dinero y en oro. No se rнa: todos nos miran.

—Nos mirarбn igual. No trate de engatusarme con esta fбbula de la Causa. Usted deseaba bailar y yo le he dado la oportunidad. Esta marcha es la ъltima parte del reel, їverdad?

—Sн, ahora debo ir a sentarme.

—їPor quй? їLe he pisado un pie?

—No... Hablarбn mal de mн.

—ЎAh! їPero eso la aflige?

—Es que..

—No estб usted cometiendo ningъn delito. їPor quй no baila el vals conmigo?

—Si mamб viese lo...

—їAъn estб cosida a la falda de su mamб?

—Tiene usted un modo detestable de representar como estъpida toda virtud.

—Las virtudes son todas estъpidas. їQuй le importa lo que diga la gente?

—Nada..., pero... No hablemos mбs de ello. Por fortuna, ahora empieza el vals. El reel me deja siempre sin respiraciуn.

—No eluda mi pregunta. їLe ha importado alguna vez lo que digan las otras mujeres?

—ЎOh, si debo ser sincera..., no! Pero una muchacha debe ser cauta. Esta noche, sin embargo, no me importa nada, de verdad, absolutamente nada. —ЎBravo! Ahora empieza usted a pensar con su cabeza, en vez de dejar a los otros que piensen por usted. Йste es el principio de la sabidurнa.

—Pero...

—Mientras que a su costa no se hable tanto como a la mнa, no le dй ninguna importancia. Piense que no hay una sola casa en Charleston donde se me reciba. Ni mi tributo a nuestra justa y santa Causa ha sido bastante para rehabilitarme.

—ЎTerrible!

—Nada de eso. Hasta que uno no ha perdido la reputaciуn, no comprende que era un peso enorme y que la libertad es algo formidable.

—ЎDice usted cosas escandalosas!

—Escandalosas y verdaderas. Si se tiene valor... y dinero, para nada sirve la reputaciуn.

—No todo se puede comprar con el dinero.

—Esto se lo debe haber dicho alguien. Usted sola no habrнa pensado semejante tonterнa. їQuй no se puede comprar?

—Ahora no sabrнa... Por ejemplo, la felicidad o el amor.

—Naturalmente que se puede comprar eso. Y, cuando no es posible, se compra alguno de sus mejores sustitutivos.

—їY usted tiene tanto dinero, capitбn Butler?

—ЎQuй pregunta tan materialista, seсora Hamilton! Estoy sorprendido. Pero le dirй que sн. Teniendo en cuenta que fui un chico que se encontrу en su primera juventud solo frente a la vida y sin un cйntimo, he prosperado bastante. Ademбs, el bloqueo me rendirб un milloncejo.

—ЎNo!

—ЎOh, sн! La gente parece no comprender que se puede ganar tanto dinero con el naufragio de una civilizaciуn como con la construcciуn de otra.

—їY quй significa todo esto?

—Su familia, como la mнa y todas las que estбn aquн esta noche, han hecho su fortuna transformando un desierto en un lugar civilizado. Esto se llama construir un imperio. Y la construcciуn de un imperio hace ganar mucho dinero. Pero se gana aъn mucho mбs en su destrucciуn.

—їDe quй imperio estб usted hablando?

—De este imperio en el que vivimos..., del Sur..., la Confederaciуn... El reino del algodуn..., de йste que estб a nuestros pies. Sуlo los bobos no lo ven y no saben sacar ventaja de esta confusiуn. Yo, por el contrario, estoy edificando gracias a este desastre mi fortuna.

—їCree usted verdaderamente que nos vencerбn?

—Sн. їPor quй esconder la cabeza como un avestruz?

—Dios mнo, cуmo me fastidia hablar de esto... їUsted no dice nunca cosas agradables, capitбn?

—їLe agradarнa a usted que le dijese que sus ojos son pequeсos acuarios llenos de una maravillosa agua verde y que cuando los pececitos vienen a nadar en ellos, como ahora, estбn diabуlicamente preciosos?

—No, no me gusta eso... їNo es bonita esta mъsica? ЎOh, podrнa estar valseando sin interrupciуn...!

—Es usted la mбs admirable bailarina que jamбs he tenido entre mis brazos.

—ЎCapitбn Butler, me aprieta demasiado! Todos nos miran...

—Si nadie nos viese, їprotestarнa usted igualmente?

—Capitбn, me parece que se estб usted propasando.

—Nada de eso. їCуmo podrнa, teniйndola entre los brazos...? їQuй mъsica es йsta? їUna novedad?

—Sн. їNo es bonita? La hemos robado a los yanquis.

—їCуmo se llama?

Cuando la guerra cruel termine.

—їCуmo es la letra? Cбntemela.

Y ella comenzу:

 

Querido amor mнo, їte acuerdas

de cuando nos vimos por ъltima vez?

їCuando me declaraste tu amor

arrodillado a mis pies?

ЎOh, quй orgulloso estabas ante mн

con tu uniforme gris!

ЎCuando juraste eterna, fe

a tu amada y a tu patria!

ЎAhora lloro triste y sola

y mis suspiros y mis lбgrimas son vanos!

ЎCuando la guerra cruel termine

quiera Dios que nos veamos!

 

—ЎVerdaderamente decнa «uniforme azul», pero nosotros lo hemos cambiado por «gris»...! Baila usted el vals muy bien, capitбn Butler. їSabe usted que muchos grandes hombres no saben bailar? ЎY pensar que pasarбn aсos y aсos antes de que yo vuelva a bailar otra vez!

—Sуlo pocos minutos. La comprometo para el prуximo reel..., y despuйs para el siguiente y el otro.

—ЎOh, no; no puedo! ЎNo debo! ЎMi reputaciуn quedarнa destrozada!

—їQuй importa un baile mбs? Quizб yo permita que otros bailen con usted despuйs que hayamos bailado cinco o seis piezas; pero la ъltima la quiero yo.

—Estб bien. Sй que es una locura, pero no me importa. No me importa nada de lo que digan. Estoy harta de estar en casa. Quiero bailar, bailar. ЎY no vestir mбs de negro! Detesto el crespуn fъnebre.

—Quнteselo.

—ЎOh, no puedo quitarme el luto...! No debe apretarme tanto, capitбn. Harб usted que me enfade.

—Estб usted magnнfica cuando se enfada. Ahora la aprieto mбs..., asн, a ver si se enfada de verdad. No se puede dar una idea de lo deliciosa que estaba aquel dнa en Doce Robles, cuando, enfadadнsima, tiraba los objetos...

—ЎOh..., se lo ruego...! їNo puede olvidar aquel dнa?

—No; es uno de mis recuerdos mбs bellos..., una delicada y bien formada belleza meridional en la cual hierve la sangre irlandesa... Es usted muy irlandesa, їlo sabe?

—ЎDios mнo, la mъsica termina...! ЎOh, tнa Pittypat que sale de la sala de los refrescos! Estoy segura de que la seсora Merriwether debe habйrselo dicho. Por caridad, alejйmonos; vamos a asomarnos a la ventana. No quiero que me hable ahora. Tнa Pittypat tiene los ojos desorbitados...

A la maсana siguiente, mientras desayunaban, Pittypat estaba llorosa y Melanie en silencio. Scarlett tenнa un aire provocativo.

—No me importa lo que digan. Sй que he hecho ganar mбs dinero para el hospital que todas las demбs... con todas las antiguallas que han vendido.

—Pero їquй importa el dinero, tesoro mнo? —gemнa Pittypat, retorciйndose las manos—. Yo no podнa creer lo que veнan mis ojos... ЎPensar que el pobre Charles muriу apenas hace un aсo...! Y ese tremendo capitбn Butler poniйndote en evidencia... ЎEs una persona horrible, Scarlett! La prima de la seсora Whiting, una tal seсora Coleman, cuyo marido vino de Charleston, me ha contado que es la oveja negra de una familia muy buena. ЎOh! їCуmo es posible que semejante individuo haya salido de la familia Butler? Nadie lo recibe en Charleston: tiene una pйsima reputaciуn y hay tambiйn una historia con una muchacha..., algo horrible que ni siquiera la seсora Coleman sabнa bien. —No creo que sea tan horroroso —interrumpiу Melanie dulcemente—. Parece un caballero; y si se piensa en el valor que demuestra forzando el bloqueo...

—No es nada valiente —rebatiу Scarlett con perversidad, poniйndose un poco de miel en la tostada—. Lo hace para ganar dinero. Me lo ha dicho йl. No le importa nada la Confederaciуn y dice que perderemos la guerra. Pero baila divinamente.

Las otras dos mujeres habнan enmudecido de horror. —Estoy cansada de estar en casa y no quiero permanecer mбs en ella. Si anoche se hablу de mн, mi reputaciуn estб desprestigiada; de modo que no me importa nada de lo que puedan decir.

No pensaba que esta idea procedнa de Rhett Butler. ЎEra tan simple y se adaptaba tan bien a sus sentimientos!

—їQuй dirб tu madre cuando lo sepa? їQuй pensarб de mн? Una frнa turbaciуn se apoderу de Scarlett al pensar en la consternaciуn de Ellen cuando conociese la escandalosa conducta de su hija. Pero cobrу valor al pensar en los cuarenta kilуmetros de distancia que separaban a Atlanta de Tara. Ciertamente Pittypat no dirнa nada a Ellen, para no quedar mal como acompaсante. Si Pittypat no decнa nada, Scarlett estaba salvada.

—Creo —respondiу Pittypat— que harй bien en escribir a Henry sobre este asunto... Aunque me fastidia hacerlo... Йl es el ъnico pariente que tenemos, y le rogarй presente sus quejas al capitбn Butler... Dios mнo..., si Charles viviese... ЎNo debes hablar mбs con ese hombre, Scarlett!

Melanie estaba sentada en silencio, con las manos cruzadas. Los buсuelos se enfriaban en su plato. Se levantу y, situбndose detrбs de Scarlett, le pasу los brazos alrededor del cuello.

—Tesoro —le dijo—, no te preocupes. Comprendo que lo que hiciste anoche es un gesto valeroso y que aportarб una gran ayuda al hospital. Y, si alguien intenta decir una palabra en contra tuya, se las verб conmigo. No llores, tнa Pitty. Es doloroso para Scarlett no figurar en nada: piensa que es una niсa. —Y jugueteу levemente con los negros cabellos de Scarlett—. Quizбs hagamos bien todas en ir de vez en cuando a alguna reuniуn. Hemos sido demasiado egoнstas permaneciendo encerradas en nuestro dolor. Vivir en tiempo de guerra es diferente. Cuando pienso en todos los soldados que estбn en esta ciudad, lejos de sus familias y sin amigos con los que pasar el tiempo..., y en los convalecientes que estбn en condiciones de dejar la cama, pero no lo suficiente bien para incorporarse a su regimiento... Sн, hemos sido egoнstas. Deberнamos albergar a tres convalecientes en casa, como todos, y algunos de los soldados que estбn aquн de servicio deben venir a comer los domingos. Vamos, Scarlett, no te inquietes. La gente no murmurarб cuando comprenda... Nosotras sabemos que tъ querнas a Charles.

Scarlett estaba bien lejos de sentir inquietud, y las dulces manos de Melanie entre sus cabellos la irritaban. Sentнa deseos de echar hacia atrбs la cabeza y gritar: «ЎOh, cuбntas historias! », porque guardaba vivo recuerdo de cуmo los miembros de la Guardia Nacional, la Milicia y los soldados del hospital se habнan disputado el placer de bailar con ella la noche anterior.

Melanie era la persona cuya defensa menos deseaba Scarlett en el mundo. Que pensase en defenderse a sн misma, y si aquellas viejas brujas tenнan ganas de araсar..., Ўbah, no tenнa por quй ocuparse de ellas! Habнa en el mundo demasiados oficiales apuestos para molestarse por lo que dijeran cuatro viejas.

Pittypat se enjugaba los ojos, algo calmada por las palabras de Melanie, cuando Prissy entrу con una carta.

—Para usted, seсora Melanie. La ha traнdo un negrito.

—їPara mн? —dijo Melanie, asombrada, rasgando el sobre.

Scarlett estaba comiendo sus buсuelos, sin ocuparse de nada, hasta que el llanto de Melanie le hizo alzar la cabeza y ver a la tнa Pittypat que se llevaba la mano al corazуn.

—ЎHa muerto Ashley! —gritу la solterona, echando la cabeza hacia atrбs y dejando caer los brazos inertes.

—ЎOh, Dios! —exclamу Scarlett, sientiendo helбrsele la sangre.

—ЎNo, no! —gritу Melanie—. ЎPronto trбeme las sales, Scarlett! Vamos, querida tнa Pitty, їte encuentras mejor? Respira asн, profundamente. No, no es Ashley. Siento mucho haberte asustado; lloraba porque me siento feliz... —Abriу el puсo que tenнa cerrado y se llevу a los labios algo que lanzу un destello. Scarlett vio que era un anillo de oro—. ЎSoy tan feliz! —Y empezу nuevamente a llorar—. Lee, lee —dijo, seсalando la carta, que habнa caнdo al suelo—. ЎOh, quй simpбtico, quй bueno!

Scarlett, sombrada, recogiу la carta y leyу estas lнneas escritas por una mano firme y viril:

—«La Confederaciуn puede tener necesidad de la sangre de sus hombres; pero no pide aъn la del corazуn de sus mujeres. Acepte, apreciada seсora, esta muestra de respeto por su sacrificio y no crea que su acciуn ha sido inъtil, porque este anillo ha sido rescatado por diez veces su valor. Capitбn Rhett Butler. »

Melanie se puso el anillo y lo mirу con ternura.

—їNo te dije que era un caballero? —aсadiу, volviйndose a Pittypat, con una sonrisa que brillaba en su rostro inundado en lбgrimas—. Sуlo un hombre lleno de delicadeza y de sensibilidad podнa comprender que se me habнa destrozado el corazуn... Mandarй en su lugar mi cadena. Tнa Pitty, debes escribirle invitбndole a cenar el domingo, para que yo pueda darle las gracias.

En la excitaciуn del momento, nadie pensу que el capitбn no habнa restituido tambiйn el anillo nupcial de Scarlett. Pero ella lo notу con despecho. Sabнa que el gesto del capitбn no fue dictado por su delicadeza. Querнa ser invitado a casa de Pittypat y habнa encontrado, hбbilmente, el medio.

 

«Me he disgustado mucho al conocer tu reciente conducta», escribнa Ellen. Scarlett, que leнa apoyada en la mesa, arrugу la frente. Las malas noticias corrнan rбpidamente. En Savannah y en Charleston siempre habнa oнdo decir que la gente de Atlanta era muy chismosa y que se ocupaba de los asuntos ajenos mбs que la de cualquier otra ciudad del Sur; ahora estaba convencida de ello. La rifa se habнa realizado la noche del lunes y hoy era jueves. їCuбl de las viejas brujas se habнa tomado la molestia de escribir a Ellen? Por un momento sospechу de Pittypat, pero abandonу inmediatamente este pensamiento. La pobre Pittypat tenнa demasiado temor a ser reprendida por haber permitido aquella locura de Scarlett, y serнa la ъltima en notificar a Ellen el resultado de su escasa vigilancia. Mбs bien serнa la seсora Merriwether.

«Me resisto a creer que hayas podido comprometer tu dignidad y educaciуn. Pasarй por alto la incorrecciуn de aparecer en pъblico estando de luto, realizando asн tu deseo de ayudar al hospital. ЎPero bailar, y con un hombre como el capitбn Butler! He oнdo hablar mucho de йl (їy quiйn no ha oнdo otro tanto? ) y tambiйn la semana pasada me escribiу Pauline, diciendo que es un individuo de pйsima reputaciуn, despreciado hasta por su familia de Charleston, excepciуn hecha, naturalmente, de su desgraciada madre. Es un truhбn que se ha aprovechado de tu inocencia para ponerte en ridнculo y deshonrarte pъblicamente, a ti y a tu familia. їCуmo ha podido la tнa Pittypat descuidar asн su deber hacia ti? »

Scarlett mirу a su tнa a travйs de la mesa. La pobre seсora habнa reconocido la letra de Ellen y su boquita estaba apretada con una expresiуn de miedo, igual a la de un niсo que teme una regaсina y espera alejarla con las lбgrimas.

«Tengo el corazуn destrozado pensando que has olvidado tu buena educaciуn. Pensй reclamarte inmediatamente a casa; pero dejarй esta decisiуn a tu padre. Йl estarб en Atlanta el viernes para hablar con el capitбn Butler y para acompaсarte aquн. Temo que sea muy severo contigo, a pesar de mis sъplicas. Espero y ruego que haya sido sуlo la juventud y tu falta de juicio lo que haya permitido una actitud tan descarada. Nadie desea mбs que yo servir a nuestra Causa y estoy contenta de que mis hijas tengan los mismos pensamientos, pero una conducta tal... »

Continuaba en el mismo tono, pero Scarlett no terminу la lectura. Esta vez estaba verdaderamente asustada. No se sentнa ya audaz y temeraria. Se sentнa acobardada y culpable como cuando tenнa diez aсos y echу a Suellen una tostada untada de manteca por encima de la mesa. Las бsperas amonestaciones de su madre, siempre tan dulce, y el pensar que su padre venнa expresamente a hablar con el capitбn Butler, la angustiaban grandemente. Ahora comprendнa la gravedad de su acciуn. Gerald serнa severo. Antes sabнa evitar los castigos sentбndose en sus rodillas, haciйndose la gatita y acariciбndole.

—їNo... no son malas noticias? —balbuceу Pittypat.

—Papб llega maсana para castigarme —dijo Scarlett apenada.

—Pnssy, bъscame las sales —susurrу Pittypat, retirando la silla de la mesa donde estaba su plato medio vacнo—. Siento..., me parece que me voy a desmayar.

—Estбn dentro del bolsillo de sus enaguas —dijo Prissy, que giraba alrededor de Scarlett previendo un drama sensacional que la habrнa llenado de alegrнa.

Ver a Gerald enfadado era siempre una cosa divertida, siempre que su ira no recayese sobre ella. Pitty rebuscу en su falda y se llevу el frasquito a la nariz.

—Vosotras debйis permanecer junto a mн y no dejarme sola ni un minuto —exclamу Scarlett—. Papб os quiere tanto que si estбis conmigo no me dirб tantas historias.

—No podrй —dijo Pitty dйbilmente y poniйndose en pie—. Me... me siento mal. Debo ir a acostarme. Estarй acostada maсana, todo el dнa. Presentadle mis excusas.

«ЎBellaca! », pensу Scarlett, mirбndola irritada.

Melanie vino en su socorro, aunque pбlida y asustada ante la perspectiva de encontrarse ante el furibundo seсor O'Hara.

—Yo... te ayudarй a explicarle lo que has hecho por el hospital. Ciertamente lo comprenderб.

—No, no comprenderб —se lamentу Scarlett—. ЎMe morirй si tengo que volver a Tara en desgracia, como amenaza mamб!

—ЎNo, no puedes volver a casa! —exclamу Pittypat, prorrumpiendo en llanto—. Si tъ te vas, me verй obligada..., sн, obligada a rogar a Henry que resida con nosotras, y tъ sabes que con Henry yo no puedo vivir. Ademбs, Ўme pone nerviosa el estar de noche en casa, sola con Melanie, con tantos extranjeros en la ciudad! ЎTъ eres tan valiente que contigo no me importa que no haya un hombre en casa!

—ЎNo, no puedes irte a Tara! —dijo Melanie, que parecнa a punto de llorar—. Йsta es ahora tu casa. їQuй haremos sin tн?

«Te alegrarнas de que me fuera si supieras lo que verdaderamente pienso de ti», dijo para sн Scarlett, descontenta, deseando que fuera otra persona en lugar de Melanie la que le ayudara a hacer frente a las amenazas de Gerald. Era fastidioso ser defendida por una persona que le resultaba tan antipбtica.

—Quizб debamos aplazar la invitaciуn del capitбn Butler —propuso Pitty.

—ЎImposible! ЎSerнa el colmo de la descortesнa! —exclamу Melanie desolada.

—Acompбсame a mi habitaciуn. Me siento mal —gimiу Pitty—.

ЎOh, Scarlett! їCуmo has podido dar lugar a esto?

Pittypat estaba en cama cuando llegу Gerald la tarde del siguiente dнa. Pitty le repitiу muchas veces, a travйs de la puerta cerrada, lo mucho que sentнa estar indispuesta, y dejу a las dos muchachas asustadas presidir la mesa durante la cena.

Gerald observaba un silencio amenazador, a pesar de haber besado a Scarlett y pellizcado las mejillas de Melanie afectuosamente, llamбndola «primita». Scarlett hubiera preferido imprecaciones, gritos y acusaciones. Fiel a su promesa, Melanie permaneciу adherida a las faldas de Scarlett, como una sombra; Gerald era demasiado hidalgo para reсir a su hija delante de ella. Scarlett se vio obligada a reconocer que Melanie se portaba muy bien, mostrбndose como si no hubiese ocurrido nada, y hasta consiguiendo que Gerald conversara de otras cosas despuйs de la cena.



  

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