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Jaime Bayly 12 страница



Ciertas circunstancias aparentemente dictadas por el azar dispusieron que Juan Balaguer asumiera la conducció n del programa dominical Panorama. Quien era fundador, director y conductor del programa, Raú l Ciccia, fue invitado a postular al Congreso por un partido conservador. A pesar de que el sueldo como congresista era inferior al que ganaba en Panorama y el trabajo prometí a ser má s arduo y menos recompensado por la gente, Ciccia no dudó en renunciar a la televisió n, una medida que sorprendió a Gustavo Parker, a Juan Balaguer y a todo el pú blico, pues, de pronto, al aire, sin previo aviso, Ciccia rompió a llorar y dijo que se sentí a llamado a entrar en polí tica «Para servir a los má s pobres y para iniciar la gran transformació n que el Perú necesita». Balaguer pensó que Ciccia habí a cometido un error y así se lo dijo: «El periodista tiene má s poder que el polí tico y vive mucho mejor que el polí tico». Pero Ciccia se mantuvo en sus trece, y como guardaba unos ahorros y la gente lo tení a por una persona decente e idealista, pensó ver si la suerte le sonreí a: podí an elegirlo congresista, lo que supondrí a dedicarse a la polí tica al menos cinco añ os, o podí an no elegirlo, en cuyo caso daba por seguro que Parker lo restituirí a como conductor del programa que é l habí a fundado (tras copiarse uno idé ntico de la televisió n argentina). Tras la renuncia de Ciccia, asumió la direcció n de Panorama un periodista joven, nervioso, enjuto, de cara afilada y gesto agrio, un muchacho que hablaba con el celo de un predicador y a menudo levantaba la voz para imponer sus opiniones. Se llamaba Fausto Peñ a. Con cá lculo maquiavé lico, Peñ a votó por Ciccia para el Congreso, lo que hací a menos probable el regreso de Ciccia a la televisió n: «Toda mi vida he soñ ado con conducir Panorama y de acá no me saca nadie», le dijo Peñ a a Juan Balaguer. Se equivocó solo en parte. Ciccia fue elegido congresista (el dí a en que juró como tal dijo sollozando lo que le pareció una frase genial y que conmovió a sus antiguos televidentes: «No descansaré hasta que los desarrapados y los desheredados tengan un mejor panorama»), pero é l mismo no duró mucho como conductor del programa dominical, pues enfermó de sida y fue inmediatamente despedido por Gustavo Parker: «No puedes ser la cara de mi canal si eres un sidoso». Peñ a dio varias entrevistas tras su despido asegurando que habí a contraí do el sida en una transfusió n de sangre y que no era homosexual, pero Balaguer sospechaba que era mentira: Peñ a era conocido por visitar las discotecas gays y por contratar muchachos para que le prestasen servicios sexuales. Fue entonces cuando Gustavo Parker le pidió a Balaguer que asumiera la conducció n de Panorama: «Estamos sufriendo una crisis de credibilidad. Primero renuncia el pelotudo de Ciccia para meterse en polí tica, luego el marica de Peñ a anuncia que tiene sida y pretende que yo le suba el sueldo y lo felicite. Tienes que ayudarme, Juan, tienes que levantar este programa que se nos está cayendo en el rating». Balaguer no dudó en aceptar el desafí o, no pidió má s dinero, intuyó que el dinero llegarí a solo, primero tení a que demostrar que era capaz de subir los niveles de audiencia del programa. Antes de firmar los nuevos contratos, Parker le habló: «Dime una cosa, ¿ tú no tienes novia o enamorada? ». Balaguer se puso nervioso, sabí a que su jefe veí a con hostilidad a los homosexuales, má s aú n desde que Peñ a habí a enfermado de sida, y por eso contestó «Sí, tengo una enamorada. Se llama Diana, Diana Garcí a». Era mentira, no tení a novia, no tení a vida amatoria de ningú n tipo con las mujeres. «¿ No será s tú tambié n mariquita como Fausto Peñ a, no? », preguntó Parker, con sonrisa cí nica, maliciosa. «No, en lo absoluto», respondió Balaguer, muy serio. Luego añ adió «A mí me gustan las mujeres, me gustan mucho, pero no he nacido para casarme y tener hijos. Mi pasió n es el periodismo y por eso prefiero vivir solo». Parker lo miró con aire desconfiado y se limitó a decir «Ya, ya».

Buenas noches, soy Juan Balaguer, bienvenidos al programa. (Aplausos del pú blico, unas cuarenta o cincuenta personas apiñ adas en sillas plegables, sin que las cá maras las muestren en pantalla. Aplauden azuzadas por una señ orita a la que el canal le paga justamente para instigar al pú blico a aplaudir, tenga ganas o no. ) Este es el ú ltimo programa de mi carrera, hoy me voy a despedir de la televisió n peruana. (Silencio opresivo en el pú blico, miradas de perplejidad y desconcierto entre los té cnicos y camaró grafos, la risa nerviosa de Julia, la productora del programa, í ntima amiga de Balaguer, que no sabe si el periodista está bromeando o qué. ) Cuando termine este programa, doy por hecho que el dueñ o de este canal, mi buen amigo Gustavo Parker, a quien quiero como si fuese mi padre, me habrá despedido. (Ahora Julia no se rí e porque advierte que Balaguer está hablando en serio, ahora intuye que Balaguer le mintió cuando le aseguró, un momento antes de empezar el programa, al presentarle a Soraya y a Lourdes, que Parker le habí a dado su visto bueno para entrevistarlas, que todo estaba bien, que no habrí a gritos ni represalias despué s de Panorama. ) Gustavo Parker me habrá despedido o yo tendré que renunciar, no me quedará má s remedio, porque hoy voy a desobedecer las ó rdenes expresas de mi jefe y amigo, hoy voy a hacer lo que me dicta mi conciencia y no lo que me ha dictado cordialmente el jefe del canal. (Silencio sepulcral entre el pú blico, que si bien es despistado y espera de Balaguer una cuota de entretenimiento liviano, sabe tambié n que a veces el famoso periodista se pone serio, enloquece y se lanza en una cruzada quijotesca contra alguien, y tal parece ser el caso del programa de esta noche. Entretanto, Julia mira la escena con ojos de pavor y crece un murmullo entre los té cnicos, que al parecer reciben una orden del control maestro y no saben qué hacer. Balaguer advierte todo eso y sabe que debe ir al grano, no perder tiempo, en cualquier momento pueden cortar el programa por orden de Gustavo Parker, solo hace falta que llame por telé fono al control maestro y diga «Sá quenlo del aire, carajo», y nadie osarí a contradecirlo. ) Esta noche voy a entrevistar aquí, en directo, y ya está n conmigo en el estudio, en unos segundos van a pasar a sentarse conmigo, voy a entrevistar, decí a, a una mujer piurana, Lourdes Osorio, que dice haber sido amante del candidato a la presidencia Alcides Tudela hace catorce añ os y que dice tener una hija con é l, una hija que é l no ha querido reconocer durante catorce añ os, una señ orita muy lista y muy simpá tica llamada Soraya Tudela, que asegura ser la hija negada del candidato y que, como su madre, solo le pide que se haga una prueba gené tica para saber si es o no su padre. Adelante, por favor, Lourdes Osorio y Soraya Tudela, bienvenidas al programa. (Ahora el pú blico aplaude tibiamente, porque la señ orita encargada de acicatearlos para que aplaudan se ha quedado helada, no reacciona. Julia aplaude por compromiso, sin entusiasmo, mira a Balaguer como dicié ndole está s loco, qué carajo está s haciendo, si Gustavo te dijo que no lo hicieras nos van a despedir cuando termine el programa, si logramos terminar el programa antes de que nos saquen del aire. Entretanto, Lourdes y Soraya se levantan de los asientos instalados en la primera fila, caminan resueltamente, le dan la mano y luego un beso en la mejilla a Balaguer y se sientan, ya maquilladas y con los micró fonos instalados y al parecer tranquilas o menos nerviosas que el anfitrió n. ) Bienvenida, Lourdes, bienvenida Soraya, es un honor recibirlas en el programa. (Balaguer piensa No creo que Alcides haya llegado al canal, debe de estar en camino, y ya deben de haberlo llamado y es obvio que no vendrá, se irá a su casa o a otro programa esta misma noche para ensayar una defensa persuasiva, o, quié n sabe, me sorprende y se aparece acá y se sienta con Lourdes y Soraya y las abraza con má s cariñ o que yo y las llena de besos y decide reconocer a su hija y sube diez o quince puntos en las encuestas. ) Lourdes, ¿ tú conoces a Alcides Tudela? Sí, señ or Juanito, lo conozco. ¿ Has sido amante de Tudela? Sí, Juanito, he sido su amante, de eso hace tiempo, casi quince añ os. ¿ Có mo lo conociste? En un café de Miraflores, el Haití; Alcides se me acercó y me invitó una cerveza. ¿ Qué pasó luego? Bueno, nos hicimos amigos. ¿ Quedaste embarazada de é l? Sí, Juanito, así mismo fue, no fue un embarazo planeado, fue accidental, tú sabes, pero Alcides y yo nos querí amos mucho. ¿ Y qué pasó cuando quedaste embarazada? Bueno, Alcides se molestó bastante, estaba furioso conmigo, me pidió que abortara. ¿ Y tú qué hiciste? No, Juanito, yo me negué a abortar, yo soy una dama provinciana, soy muy cató lica, estoy en contra del aborto, gracias a Dios fui firme, por eso está aquí mi linda hija Soraya. (El pú blico aplaude espontá neamente, Julia aplaude, algunos camaró grafos aplauden, Balaguer piensa Ya está, ya gané, ya es muy tarde para que Parker me saque del aire, ya lo jodí ) ¿ Soraya es hija de Alcides Tudela? Sí, Juanito, lo juro por Dios. ¿ Có mo puedes probarlo? Bueno, Juanito, hace catorce añ os vengo pidié ndole ante la justicia de Piura al señ or Alcides Tudela que se haga la prueba de ADN para demostrar que é l es el padre de Soraya, pero el señ or Tudela no quiere, se niega. ¿ Por qué crees que se niega a hacerse la prueba de ADN? Bueno, porque sabe que es el papá de Soraya; por eso tiene pá nico, por eso ha coimeado a muchos jueces; es un hombre muy malo el señ or Tudela. (Un murmullo creciente de desaprobació n recorre el estudio; un gesto de solidaridad con ellas, las pundonorosas piuranas, es fá cilmente perceptible en los rostros de los asistentes al programa. Sin duda le han creí do, piensa Balaguer, sin duda está n con nosotros) ¿ Alcides Tudela conoce a Soraya? Sí, Juanito, yo se la llevé cuando era bebita, pero no quiso saludarla; despué s la ha visto en la clí nica San Felipe, cuando lo citaron para el examen de sangre, pero no quiso saludarla, le dio la espalda. (La gente abuchea espontá neamente a Tudela, Julia mira a Balaguer como dicié ndole eres un genio, te admiro, quizá Parker te felicite al final del programa y no nos despida. ) ¿ Y qué salió en la prueba de sangre? Obviamente, que el señ or Alcides Tudela es el papá de Soraya. ¿ Al cien por ciento? No, al noventa y cinco por ciento, Juanito, pero si queremos estar seguros al cien por ciento, Tudela tiene que hacerse la prueba de ADN, es bien fá cil, demora un má ximo de tres dí as y allí se probará que es el papá de mi hija Soraya. Y conste, Juanito, que yo no busco sacarle plata, yo soy una señ ora provinciana que tiene sus recursos y su dignidad, yo no quiero plata, yo solo quiero que respeten a mi hija, que mi hija sepa quié n es su papá, que no sea una hija negada como ha sido toda su vida, eso me parece muy cruel, Juanito, muy injusto con ella. (La gente aplaude a Lourdes Osorio; Balaguer la aplaude tambié n. ) Soraya, buenas noches. Buenas noches, señ or Balaguer, gracias por invitarnos a su programa; hoy me ha demostrado usted que es un periodista de verdad, lo felicito por eso. (El pú blico aplaude, no se sabe si a Soraya, que habla con aplomo y fluidez, como si ella fuera la madre y Lourdes la hija, como si no estuviera para nada nerviosa o intimidada, o si a Balaguer por haber tenido el valor de llevar a esas dos mujeres al programa, sabiendo el pú blico, como sin duda sabe, que Gustavo Parker, el dueñ o del canal, apoya a Tudela, y que Balaguer mismo apoya o apoyaba a Tudela, y que, como es obvio, Balaguer se está jugando el programa y la carrera por esas dos mujeres, lo que parece un gesto de honor que la gente aplaude de un modo sincero y entusiasta, y ya la señ orita instigadora de los aplausos aplaude tambié n, persuadida por el pú blico. ) ¿ Alcides Tudela es tu papá? Sí, es mi papá. ¿ Có mo lo sabes? Estoy segura; mi mamá no me mentirí a. ¿ Quieres conocerlo? Ya lo conozco, lo conocí en la clí nica San Felipe. ¿ Te gustarí a ser su amiga, tener una relació n cordial con é l? No, no quiero ser su amiga, quiero que me reconozca como hija, eso es todo. Para amigas, tengo de sobra a mis amigas del colegio en Piura. (Ahora la gente aplaude; Lourdes mira a su hija embobada y aplaude tambié n. ) ¿ Qué le pedirí as al señ or Alcides Tudela? Que se haga la prueba de ADN y que cuando salga que es mi papá, que le pida disculpas a mi mamá, que me reconozca, que me firme como su hija y que le dé un dinero mensual a mi mamá, lo que ordene la justicia; nada má s, solo eso. ¿ No le pedirí as tambié n que trate de verte cada tanto y que tenga una relació n cariñ osa contigo? No, eso no me interesa, señ or Balaguer. Soraya, ¿ tú odias a Alcides Tudela? No, no lo odio. ¿ Qué sientes por é l? Me da pena, me da mucha lá stima. ¿ Te gustarí a tener otro padre? No, señ or Balaguer, me gustarí a tener un padre, y mi padre no es otro que Alcides Tudela, y creo que es justo que los peruanos lo sepan antes de elegirlo su presidente. ¿ Tú votarí as por é l, Soraya? No, yo no voto, soy menor de edad. Pero si pudieras, ¿ votarí as por é l? No, no votarí a por é l, no podrí a votar por un hombre que niega a su hija bioló gica, por un hombre que, como mi papá, ha coimeado a los jueces para no hacerse la prueba de ADN y ha dicho a los jueces de Piura que mi mamá es una prostituta. No, señ or Balaguer, no podrí a votar por el señ or Alcides Tudela, que dice que es el candidato del cambio, de la moralidad, pero es un inmoral, porque me niega como su hija. Por eso estamos acá en su programa, señ or Balaguer, para decirle al pueblo peruano que el señ or Alcides Tudela es un mentiroso y no merece ser elegido presidente. (El pú blico aplaude, Lourdes asiente, Soraya mira fijamente a Balaguer como retá ndolo, Balaguer piensa Esta niñ a es de otro planeta, qué dominio de cá maras, qué seguridad, qué aplomo, no me cabe duda de que ha convencido a casi todos, ¿ qué estará haciendo ahora mismo Tudela? ) Vamos a una pausa comercial y regresamos con Lourdes Osorio, que dice haber sido amante de Alcides Tudela, y con la brillante y encantadora niñ a Soraya Tudela, que sin duda es idé ntica a Alcides Tudela, aunque, claro, mucho má s valiente e inteligente que é l (risas del pú blico, aplausos), y que afirma, y yo por supuesto le creo, y creo que ustedes en sus hogares tambié n le está n creyendo, que es la hija negada, escondida, oculta, no reconocida de Alcides Tudela. Señ or Tudela, por el amor de Dios, dé jese ya de trampas y cobardí as, por respeto a Soraya y a su madre y a los ciudadanos del Perú, ¡ há gase la prueba de ADN! (Aplausos rendidos del pú blico, Julia aplaude, todos los camaró grafos aplauden, Balaguer piensa Este es un momento de gloria, ya mañ ana me verá n culeando con Mamanchura, pero ahora estoy quedando como un tipo decente, con cojones, y esto es sin duda lo que debí a hacer, pase lo que pase mañ ana, ya veremos luego có mo bajamos esa ola) Y antes de la publicidad, quiero decir algo má s: mi querido amigo el señ or Gustavo Parker, dueñ o de este canal, y yo tratamos de que Alcides Tudela llegara a un acuerdo privado y amigable con estas dos admirables mujeres, pero el señ or Tudela, en la casa del señ or Parker, no quiso reconocer a Soraya como su hija y siguió negá ndola, fue realmente terco e insensible, humilló una vez má s a esta señ orita, que no me cabe la menor duda de que es su hija, humilló a la mamá de Soraya, a la que, me consta porque he visto los expedientes judiciales, ha acusado de ejercer la prostitució n, de haberse acostado con todo un equipo de fú tbol, el Alianza Atlé tico de Sullana (murmullos de escá ndalo y repudio entre el pú blico, un gesto de contrariedad en Lourdes, como dicié ndole a Balaguer tal vez podrí as haberte ahorrado ese detalle, Juanito, me has hecho quedar como una puta, ahora la gente en Piura pensará que soy una cualquiera), y por eso esta noche no me ha quedado otra alternativa, habié ndole ofrecido a Tudela la oportunidad de resolver este asunto en privado y como un caballero, y habié ndome encontrado con la negativa frí a y desalmada del señ or Tudela, no me ha quedado otra alternativa, decí a, que hacer pú blico este caso y salir en defensa de estas dos mujeres que piden algo sin duda esencialmente digno y justo: que Alcides Tudela se haga la prueba de ADN, y si resulta que es el padre de Soraya Tudela, como consta en la inscripció n de esta niñ a en los registros pú blicos de Piura, entonces que reconozca a su hija y que deje de patearla como si fuera una pelota de fú tbol (aplausos del pú blico). Y si mi amigo Gustavo Parker decide despedirme al final del programa o si mi amigo Gustavo Parker decide cortar esta emisió n del programa, sentiré que he terminado mi carrera de un modo digno, respetando al pú blico y jugá ndomelo todo por la verdad, la decencia y la justicia (gran ovació n). Regresamos despué s de la pausa, si regresamos, claro. (Risas nerviosas del pú blico. Julia se acerca a Balaguer, le pasa un celular, Balaguer contesta, escucha la voz de Gustavo Parker que le dice a gritos «¡ ¿ Qué está s haciendo, carajo?! ¡ Te dije que no lo hicieras!, ¡ ya me jodiste!, ¡ si gana Tudela me va a cobrar todo lo que debo por impuestos atrasados! ¡ En mi canal se hace lo que yo mando, no lo que te da la gana, carajo!, ¿ o tú me vas a pagar la deuda cuando el cholo hijo de puta venga con un cuchillo a cobrá rmela? ». )

Alcides Tudela tení a veinticuatro añ os cuando un terremoto de 7, 8 grados en la escala de Richter destruyó varias ciudades del norte del Perú. La catá strofe dejó aproximadamente cien mil muertos. La ciudad de Yungay y los pueblos vecinos del distrito de Ranrahirca quedaron sepultados bajo un gigantesco alud que se desprendió de la cordillera como consecuencia del terremoto, y murieron aplastadas por el fango y las piedras unas veinticinco mil personas. En Yungay solo se salvaron los que corrieron hacia el cementerio, que ocupaba un cerro; los que habí an asistido al estadio a ver un partido de fú tbol a las tres de la tarde, media hora antes de la desgracia; y unos centenares de niñ os con sus padres que habí an asistido a un circo que visitaba la ciudad y se exhibí a en una gran carpa a pocos kiló metros, el circo Ventolino, de unos payasos italianos. El puerto de Chimbote tambié n sufrió dañ os considerables. Muchas personas perdieron la vida, entre ellas la madre de Alcides Tudela, Mercedes Menchaca de Tudela, que murió cuando su casa se vino abajo y el techo le partió la cabeza. Tudela se enteró del terremoto en el Perú escuchando la radio en su Ford Mustang, a la salida de clases, pasado el mediodí a. Trató de llamar por telé fono pero las lí neas estaban averiadas, era imposible comunicarse con Lima o con las ciudades de provincias, no tení a noticias de su familia en Chimbote, presentí a que algo terrible habí a ocurrido, se desesperó, entró en una crisis de nervios, en tal estado de crispació n y ansiedad que volvió a hablar en españ ol, sobre todo a rezar en españ ol, le prometió a Dios que si sus padres y hermanos en Chimbote habí an salvado la vida, volverí a a asistir a misa los domingos y dejarí a los tragos y la marihuana y los hongos alucinó genos de los Miller. Tres dí as despué s del terremoto, don Arquí medes Tudela pudo hablar por telé fono con su hijo Alcides y le dio la triste noticia: «Diosito se llevó a tu viejita». Alcides preguntó, las piernas temblá ndole, un pitido agudo chillando en sus oí dos como si fuera a desmayarse, «¿ Có mo murió? ». «Le cayó el techo encima. Yo habí a salido a caminar despué s de la siesta, ella se quedó en la cama. Demoramos como tres horas en encontrarla. » «¿ La encontraron con vida? » «Sí, estaba viva cuando la sacamos de los escombros, nos reconoció, nos sonrió. » «¿ Qué dijo?, ¿ qué dijo? », se desesperó Tudela. «Solo rezaba avemarí as. Tení a las piernas rotas, lloraba de dolor. Y antes de morirse se acordó de ti. » Alcides Tudela sintió una llamarada de angustia que lo abrasaba, pensó que cuando su madre estaba murié ndose é l habí a estado lejos, distraí do, pasá ndola bien, mirando a las chicas guapas de la universidad: le habí a fallado a su madre, la habí a abandonado, nunca se repondrí a de esa miseria, se dijo, desolado, y preguntó «¿ Qué dijo la viejita? ». «Dijo “Dí ganle a Alcides que regrese al Perú y que se meta en polí tica, é l va a ser presidente del Perú ”. »

Tudela rompió a llorar. «¿ Eso dijo? », volvió a preguntar. «Eso mismo dijo», respondió don Arquí medes. «Lo juro por tu madre difunta. » «¿ Qué má s dijo? », insistió Tudela. «Nada má s. Ya luego se murió. Antes de morirse se molestó con nosotros. » «¿ Por qué? » «Porque querí amos cargarla y le dolí a peor. » «¿ Dijo algo má s? » «Sí. Dijo “Dé jenme morir tranquila, carajo”, y se murió con los ojos bien abiertos. » Tudela lanzó un alarido de dolor: «¡ No, carajo, no! ¡ Mi viejita no! ». Don Arquí medes quedó en silencio, sollozando. «Viajaré al Perú ahora mismo. Espé renme para el entierro», avisó Alcides. «No vale la pena, hijito, ya la hemos enterrado esta mañ ana. » Alcides se enfureció: «¡ No, carajo, no! ¡ Có mo la han enterrado sin mi presencia! ¡ Có mo me han traicionado! ». La respuesta de su padre estuvo impregnada de una antigua tristeza que parecí a un modo digno y resignado de sufrir y aceptar las desgracias: «Es que ya apestaba, hijito». «Igual viajaré al Perú, aunque tenga que ir en barco o nadando», aseguró Tudela. Se dirigió al aeropuerto de San Francisco y quiso comprar un boleto aé reo al Perú, pero le dijeron que los vuelos hacia Lima habí an sido cancelados, que el aeropuerto Jorge Chá vez habí a quedado dañ ado y los aviones no podí an aterrizar allí. Luego fue al puerto y quiso tomar un barco, pero le dijeron que demorarí a varias semanas en llegar y ademá s recordó que viajar en barco le daba mareos y lo hací a vomitar. Resignado, pensó Si me voy a marear, mejor me emborracho. Estuvo tres dí as bebiendo, intoxicá ndose con todo el alcohol que encontró a mano, llorando sin que nadie pudiera consolarlo, hablando solo, rezá ndole de rodillas a su madre muerta, durmiendo en las bancas de la plaza Sydney, a una cuadra del mar, y en las de la calle Embarcadero. Elsa Kohl y los Miller lo buscaban en vano por todos los bares de la ciudad, hasta que por fin lo encontraron en el bar Wine.

Les sorprendió verlo tan tranquilo. Era porque Tudela ya habí a llorado todo lo que tení a que llorar y se le habí a ocurrido una idea para ayudar a los peruanos que habí an sufrido las consecuencias devastadoras del terremoto. Sin perder tiempo, Tudela les contó la idea y, con la ayuda de los Miller, la puso en prá ctica: creó la fundació n Help Peru Earthquake, abrió cuentas en los principales bancos de la ciudad, distribuyó afiches y panfletos en la universidad y visitó todas las radios en españ ol de San Francisco, contando có mo habí a perdido a su madre y rogando que los espí ritus sensibles donasen dinero para aliviar el sufrimiento de los peruanos que habí an padecido el terremoto. Todos los dí as improvisaba charlas, conferencias, mí tines, y contaba en fluido inglé s la desgracia que se habí a ensañ ado con é l, y terminaba llorando desconsolado y genuino a su madre. La gente se conmoví a y no tardaba en dar dinero a la fundació n de Tudela, quien, ya puesto a contar el terremoto, de pronto se encontraba fabulando y decí a que su madre seguí a enterrada y podí a estar con vida y que por eso era urgente recibir dinero para intentar hallarla, o que todos sus hermanos habí an muerto en la escuela, aplastados por las paredes que se desplomaron, o que su madre se le aparecí a todas las noches y le cantaba en quechua unas canciones muy tristes, canciones que é l entonaba sollozando, tomando con disimulo un vaso de vodka con naranja. El espí ritu de solidaridad y compasió n de los vecinos de San Francisco permitió que la fundació n Help Peru Earthquake recaudase un milló n trescientos mil dó lares. Enterada de que habí an logrado reunir ese dinero y Alcides Tudela pensaba enviarlo a un instituto de caridad del departamento de Á ncash, Elsa Kohl montó en có lera y le dijo «Ni loca voy a permitir que les regales esa plata a los ladrones de tu paí s. Se la van a robar toda, ¿ no te das cuenta? Tendrí as que ser muy imbé cil para mandar la plata al Perú ». Tudela se quedó sorprendido. Preguntó: «¿ Entonces qué propones, Elsita? ». Elsa Kohl no lo dudó: «Podemos donar cincuenta mil dó lares, no má s, a los muertos de hambre de tu familia, y el resto nos lo quedamos nosotros para asegurar nuestro futuro». A pesar de la tristeza, Alcides Tudela sintió que lo invadí a una sensació n de aliento. «Buena idea, Elsita», dijo, sonriendo.

Amigos televidentes, hace un momento se fueron del canal la señ ora Lourdes Osorio y su hija Soraya Tudela, que han hecho una denuncia explosiva, estremecedora, contra el candidato presidencial Alcides Tudela. Me cuenta Julia, mi productora, que el señ or Alcides Tudela ha llegado intempestivamente y exige derecho de ré plica, así que, por favor, recibamos con un aplauso a Alcides Tudela. Adelante, Alcides, por favor. (El pú blico aplaude tibiamente, Tudela saluda con aspavientos, sonrí e, es un gesto impostado, forzado por las circunstancias, la sonrisa de un polí tico veterano, entrenado en el oficio de seducir a los incautos, a los cá ndidos. Balaguer se pone de pie, estrecha la mano de Tudela, Tudela lo mira con frialdad, con bien disimulado rencor, como dicié ndole ya te jodiste, traidor, mañ ana todo el paí s sabrá la clase de alimañ a que eres, mañ ana veremos quié n sobrevive y quié n se quema para siempre. ) Buenas noches, Alcides, qué gusto recibirte en el programa. Buenas noches, señ or Balaguer, he venido porque usted me invitó, yo soy un hombre de palabra, soy un hombre serio, soy un provinciano educado en las mejores universidades del mundo, yo no me corro, señ or, no tengo rabo de paja, el que no la debe no la teme, aquí estoy, dando el pecho por la democracia y la justicia social, porque té ngalo muy claro, señ or Balaguer, ¡ a mí el Perú me duele, me duele! (Algunos partidarios de Tudela, que han llegado al estudio acompañ á ndolo, estallan en aplausos, gritan vivas a su candidato. Julia los mira disgustada y les pide que se callen, que no interrumpan. «Esto no es un mitin, un poco de respeto, por favor», les dice, susurrando, para que no se escuche en la televisió n. ) Alcides, como seguramente te habrá n informado, hace un momento estuvieron en el programa la señ ora Lourdes Osorio y su hija Soraya Tudela y afirmaron que… ¡ No las conozco, señ or! ¡ No sé quié nes son! ¡ Nunca en mi vida las he visto! ¡ Es falso de toda falsedad lo que esas dos fé minas de la acogedora provincia de Piura (vayan de paso mis saludos al noble pueblo piurano) han dicho en su programa! ¡ Es una patrañ a, una calumnia, un golpe bajo! (De nuevo los veinte o treinta allegados de Tudela rompen en aplausos vigorosos y gritan a coro «¡ Tudela presidente, Tudela presidente! ¡ Tudela, amigo, el pueblo está contigo! ». ) Pero, Alcides, el pú blico televidente no es tonto, ¿ por qué Lourdes y Soraya estarí an mintiendo? Muy simple, muy simple, señ or Balaguer: ¡ porque está n pagadas por la campañ a de Lola Figari! ¡ Han recibido dinero sucio de los operadores de mi adversaria Lola Figari! ¡ Tengo pruebas de que estas dos mujeres que me han difamado de una manera inmunda, nauseabunda (y con su complicidad, señ or Balaguer, ¡ con su complicidad! ), han sido pagadas por Lola Figari! ¡ Denuncio al Perú y al mundo que esto es una burda maniobra de mis enemigos polí ticos! ¡ Mañ ana lunes voy a dar entrevistas a la CNN y a la BBC mostrando las pruebas de que la señ ora Lola Figari, en su desesperació n por estar rezagada en las encuestas, ha contratado a estas fé minas para que salgan a atacarme tirá ndome una tonelada de basura! (Julia mira con rostro adusto, preocupado, a Balaguer, como dicié ndole no será que Lourdes es una tramposa y te ha sorprendido y ha venido a lloriquear mentiras. Balaguer le devuelve una mirada tranquila, intenta decirle no pasa nada, Julia, ya no importa quié n tiene la razó n, acá lo que importa es que estamos haciendo buena televisió n, estamos haciendo treinta puntos de rating por lo menos, có mo le va a quedar la cara de atropellada mañ ana a Malena Delgado, la cagamos, la hicimos puré, Julia. ) Pero, Alcides, no es cuestió n de gritar, es cuestió n de ser razonables. Nuestro pú blico televidente es muy inteligente y se merece un respeto: la señ ora Lourdes Osorio ha traí do un gran volumen de papeles que demuestran que ella te viene enjuiciando por la paternidad de Soraya desde hace catorce añ os. ¡ Catorce añ os de juicios y má s juicios, Alcides! ¡ Todo eso es falsificado, señ or Balaguer! ¡ No se deje sorprender por los cantos de sirena! ¡ No sea un tonto ú til de los agentes de la corrupció n! ¡ Nunca he sido enjuiciado por esa señ ora, nunca, jamá s! ¡ Niego tajantemente, repito, tajantemente, que yo tenga un juicio abierto por esa señ ora contra mí! ¡ Lo niego! (El pú blico se mira desconcertado, no sabe a quié n creer, Balaguer siente que es Lourdes y no Tudela quien inspira má s credibilidad o alguna credibilidad, siente que Tudela está mintiendo, tal vez porque levanta mucho la voz, la engola, se retuerce actuando un dolor que le parece exagerado, teatral, mueve los brazos y las manos ampulosamente, como quejá ndose, a diferencia de Lourdes y Soraya, que hablaron con serenidad, con aplomo, sin abandonarse a los recursos histrió nicos de los que, piensa Balaguer, Tudela abusa un poco, quizá pensando que los televidentes, sus votantes potenciales, son vulnerables a esas poses y a esos latigazos retó ricos. ) Alcides, la pregunta es bien simple: ¿ Soraya es tu hija? ¡ No! ¡ No es mi hija! ¡ Nunca ha sido mi hija, nunca será mi hija! ¡ Yo no tengo ninguna hija negada, yo soy un hombre í ntegro, jamá s he negado a una hija de mi propia sangre, oiga usted! (Aplausos para Tudela, que los recibe sonriendo, saludando al pú blico, moviendo los brazos como si quisiera abrazar a toda esa gente. ) Entonces, Alcides, ¿ cuá ntas hijas tienes? ¡ Una, pues! ¡ Solo una! Mi hija Chantilly, Dios la bendiga, es la luz que me ilumina, el faro que guí a mis pasos, es un á ngel mi Chantilly, ahora está estudiando Filosofí a en la Universidad de La Sorbona, es la primera de su clase, la primera de su promoció n, ademá s ha ganado la competencia de ajedrez en las olimpiadas de La Sorbona, es un cerebro mi hija. Chantilly, mamita, si me está s viendo allá en Parí s (seguro que esto lo van a subir a YouTube y lo verá s mañ ana), te mando un saludo y te pido disculpas por este barro asqueroso, inmundo, que me han arrojado en la cara hoy en el programa del señ or Juan Balaguer. Tú me conoces, Chantilly, tú sabes de qué madera noble está hecho este cholo que no se rinde nunca, tú bien sabes, mi Chanti, que yo jamá s harí a las cosas tan feas de las que me han acusado esta noche. Chantilly te llevo en el corazó n, hijita querida, perdó nalos, porque no saben lo que hacen, ¡ no saben, Chantilly! ¡ No saben que aunque me ataquen con calumnias vamos a ganar las elecciones, nadie nos va a detener! (Otra vez el pú blico simpatizante de Tudela grita consignas en favor de su candidato. ) Pero, Alcides, si está s tan seguro de que Soraya no es tu hija como has afirmado esta noche, si está s tan seguro de que Lourdes está difamá ndote para ayudar polí ticamente a Lola Figari, entonces es muy simple: hazte la prueba de ADN y demuestra que no está s mintiendo, demuestra de un modo cientí fico, irrefutable, que es Lourdes Osorio la que miente y que Soraya no es tu hija. ¿ Por qué no te haces la prueba de ADN y zanjas el asunto de una vez y para siempre? (Ahora Julia y la señ orita instigadora de los aplausos hacen señ as conminatorias para que el pú blico bata palmas por la pregunta y, en efecto, algunos, má s bien pocos, se dignan aplaudir, aunque sin mayor entusiasmo, la pregunta. Tudela mira a Balaguer con un fulgor vengativo, espera a que se acallen los aplausos. ) Anuncio humildemente a todo el paí s que no, ¡ no me haré ninguna prueba de ADN! ¡ No caeré en la trampa de mis enemigos, no me voy a prestar al juego sucio de la señ ora Lola Figari! ¡ No voy a perder mi tiempo dignificando los ataques innobles, el juego repugnante de los payasos y los bufones al servicio de la corrupció n y la mafia! ¡ Todo mi tiempo seguirá dedicado a luchar contra la pobreza y la injusticia social, y a robustecer, a consolidar la democracia todaví a endeble que tenemos! ¡ Alcides Tudela no es un tonto ú til de Lola Figari! ¡ Alcides Tudela es un luchador incansable, indesmayable, un cholo terco, un cholo honrado, un cholo que no se casa con nadie! ¡ Y nada ni nadie nos va a detener en nuestra marcha segura y victoriosa hacia el poder, para iniciar el gran cambio moral que este paí s reclama con urgencia! (Grandes aplausos, Tudela se siente ganador, se levanta, saluda, hace una venia, mira hacia arriba, se le humedecen los ojos, simula abrazar a quienes lo aplauden, mira a la cá mara, levanta el dedo pulgar en señ al de victoria. Balaguer piensa Este cholo es má s falso que billete de tres soles, este cholo es un camaleó n, un actor de circo de provincia. ¿ Quié n carajo le va a creer que Soraya no es su hija? Es obvio que es su hija, es idé ntica a é l. Hazte el pendejo, cholo mañ oso, pero no creo que puedas ganar la elecció n, ya te jodiste; mañ ana estaré jodido yo con el escá ndalo de Mamanchura, pero yo no soy candidato, el que va a perder las elecciones por mentiroso y tramposo eres tú, necio) ¿ O sea que niegas que Soraya sea tu hija? ¡ Lo niego, señ or, lo niego enfá ticamente, rotundamente! ¿ Y no vas a hacerte la prueba de ADN? ¡ Ya se lo dije, señ or Balaguer, no se haga el sordo, por favor, ya todo el paí s sabe que usted va a votar por la señ ora Lola Figari y que está tratando de enlodarme! ¡ No me haré ninguna prueba de ADN porque yo no caigo en el juego de mis enemigos, que está n desesperados porque saben que van a perder las elecciones! Muy bien, Alcides, muy bien, pero dé jame aclararte un par de cosas. Primero, no es verdad que yo vaya a votar por Lola Figari, yo pensaba votar por ti, quiero votar por ti, sabes que siempre te he apoyado, pero no puedo votar por ti si no demuestras claramente, con la prueba de ADN, no con palabras inflamadas y gritos cantineros, que no eres el papá de Soraya. ¡ No me llame «cantinero», oiga usted! ¡ No me falte el respeto! No te he llamado «cantinero», Alcides; he dicho que está s gritando como si esta fuera una cantina, y no lo es, a lo mejor ya está s pasado de tragos pero este es un programa serio de televisió n, un programa netamente periodí stico, el programa nú mero uno de la televisió n peruana. ¡ No estoy pasado de tragos! ¡ He tomado unos vinitos, lo normal, lo que cualquier padre de familia toma un domingo por la noche! Y si hace falta, ¡ me someto a un dosaje etí lico, me pongo a disposició n de la honorable Policí a Nacional! ¡ Yo solo bebo licor socialmente, nunca lo hago a solas, bebo en ocasiones sociales o de camaraderí a polí tica! (Tudela mira a la cá mara, se remanga la camisa blanca, enseñ a el brazo descubierto, como si fueran a pincharlo con una jeringa, como si estuviera listo para que le saquen sangre. Balaguer piensa Este cholo es una peste, qué manera de faltarle el respeto a la gente, creerá que todos somos unos huevones y que con sus alaridos histrió nicos nos va a convencer. ) Alcides, te digo esto como amigo, te lo aconsejo cordialmente, con la mejor de las intenciones: hazte la prueba de ADN si quieres ganar las elecciones; es la ú nica manera de despejar esta duda que se cierne sobre tu cará cter moral, este nubarró n que de pronto echa sombras sobre tu carrera polí tica y tus aptitudes para representarnos a los peruanos. ¡ Ya le dije que no caeré en ese juego tramposo y asqueroso de mis enemigos, de la rata de Lola Figari, que ha orquestado toda esta tramoya! ¡ No insista, señ or Balaguer, no caeré en su juego sucio, inmundo! ¡ No caeré con esta zancadilla de la señ ora Lola Figari, a quien denuncio ante la prensa nacional e internacional por ser la mano negra detrá s de esta conspiració n contra mí! ¡ Hay una mano negra, señ ores! ¡ Denuncio esa mano negra! (Balaguer pensó, avergonzado, La mano negra es la que verá n mañ ana si sueltas mi video sexual, la mano negra de Mamanchura golpeá ndome las nalgas mientras me cabalga, rabioso. ) ¿ Qué pierdes hacié ndote la prueba de ADN, Alcides? ¿ Qué pierdes? ¿ Por qué te pones tan terco, tan intransigente? ¡ Pierdo credibilidad, pierdo mi palabra, pierdo mi sentido del honor! ¡ Mí honor no se negocia, señ or! ¡ Mi palabra de caballero vale má s que ninguna prueba trucada de ADN! Te equivocas, Alcides, y gravemente, y puede que pierdas la elecció n debido a este error; en cambio, si te haces la prueba de ADN y es tu hija, la reconoces como un buen padre, la abrazas y le das un beso, quedas bien con el paí s y con tu conciencia, y sobre todo con ella, con Soraya. (Julia estalla en aplausos, pero solo aplaude ella, nadie má s, y Balaguer la mira como dicié ndole no exageres, Julia, no te pases, todo el mundo sabe que aplaudes porque te pago, ahó rrate el esfuerzo, cuida tus manos, tan lindas. ) Y si sale en la prueba de ADN, que Soraya no es tu hija, entonces habrá s demostrado que podemos creer en ti, y la mamá de Soraya, la señ ora Osorio, quedará completamente desacreditada, Alcides, y ya nadie podrá dudar de que alguien le ha pagado para hacerte un dañ o polí tico, para boicotear tu triunfo electoral. En nombre de los peruanos decentes, de bien, que queremos que ganes sin pisar en el camino a ninguna adolescente que merece saber quié n es su padre, te pido por favor, Alcides, que te hagas la prueba de ADN. ¿ Y si se la hace usted, señ or Balaguer? ¿ Por qué no se hace usted la prueba de ADN y se deja de majaderí as conmigo? Tanto quiere una bendita prueba de ADN, entonces há gasela usted, ¡ y basta ya de tanta cochinada, oiga! No, pues, Alcides, esa salida es infantil, Lourdes no me está acusando a mí de haber sido su amante y de que Soraya sea mi hija. Si me estuviera acusando, con el mayor de los gustos me harí a la prueba de ADN, y no una, sino tres veces, para no dejar duda alguna sobre quié n es o quié n no es el padre de la encantadora niñ a Soraya Tudela. ¡ No se lo permito, señ or Balaguer! ¡ No le permito que se haga usted el perfecto, el virtuoso, el ejemplo de la juventud peruana! ¡ No nos tome por tontos, oiga usted! ¡ Algunos conocemos bien la inmoralidad que es su vida privada! ¡ Algunos sabemos que usted recurre a la prostitució n para dar rienda suelta a sus bajos instintos, señ or Balaguer! ¡ Yo denuncio ante el paí s y el mundo, y mañ ana en CNN mostraré las pruebas, que es usted un degenerado, un inmoral, un consumidor de drogas, un corruptor de la juventud estudiosa de este paí s! ¡ Yo lo denuncio por doble cara, por falso y por hipó crita, señ or Balaguer! (Tudela se pone de pie, agitado, blande el dedo acusador, sube la voz, trepidante, quebrada por un rictus de emoció n. ) ¡ Yo denuncio aquí y ahora que el señ or Juan Balaguer es un practicante del vicio nefando, del sexo contra natura, un sodomita encubierto y un pagador de prostitució n masculina! (Balaguer enrojece, Julia queda demudada, el pú blico guarda silencio, incré dulo. De pronto los papeles han cambiado y Tudela es el acusador y Balaguer, el acusado; y el tono inflamado, flamí gero de Tudela, así como el rostro culposo y ensombrecido de Balaguer parecen sugerir que algo hay de verdad en la acusació n, pues el periodista, normalmente tan fluido con las palabras, tan articulado para defenderse y poner en aprietos a sus interlocutores, se ha quedado con la lengua tiesa, enredada, la mirada vací a, delatando que algo encubre, que algo só rdido lleva escondido, algo que Tudela ha visto y acaso el paí s entero verá en unas horas. Tudela sigue de pie, no ya mirando a Balaguer, sino mirando a la cá mara, cuya luz roja encendida le indica que es la cá mara que lo enfoca, que a esa cá mara debe dirigirse. ) Pueblo peruano, hombres y mujeres de esta noble nació n que aspiro humildemente a representar, yo, Alcides Tudela, el abanderado del cambio moral, de la justicia y la limpieza, de la lucha infatigable por los pobres, les digo esta noche que el señ or Juan Balaguer está al servicio de la candidatura de Lola Figari, que el señ or Juan Balaguer es un mercenario y un vendido que ha recibido plata sucia para bajarle la llanta a mi candidatura; denuncio que Juan Balaguer ha montado esta burda patrañ a para favorecer a Lola Figari, y es má s, amigos y amigas, ¡ denuncio que Juan Balaguer es un proxeneta! ¡ Denuncio que Juan Balaguer es un sodomita! ¡ Denuncio al mundo entero que Juan Balaguer financia una red de prostitució n masculina con sede en el hotel Los Delfines! ¡ Mañ ana presentaré las pruebas en CNN, porque en este programa ya no se puede confiar! ¡ Qué vergü enza, señ or Balaguer, qué vergü enza la que he sentido viendo có mo usted paga con su dinero mal habido a jó venes pundonorosos para que le presten servicios sexuales que van a dejar bien en claro qué clase de rata es usted, señ or! ¡ Me retiro! ¡ Me niego a seguir hablando con un mercenario y un inmoral! (Tudela se retira con gesto airado del estudio, lo acompañ a su sé quito de adulones, Julia le hace señ as a Balaguer para que diga algo, para que salga de su silencio. Balaguer dice secamente «Mil disculpas por este incidente tan bochornoso. Vamos a la publicidad y luego daré una explicació n. Ya regresamos». Luego piensa Casi mejor si Gustavo Parker levanta el programa del aire y no regresamos nunca y corro hasta el aeropuerto y tomo el primer vuelo a Buenos Aires. )



  

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