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27 de marzo. 29 de marzo



27 de marzo

 

Esta mañ ana le dije a Iva lo que habí a hecho. Ella hizo un solo comentario, a saber, que deberí a haberle consultado. Pero le dije: «Aquí no sirvo de nada», y no me respondió. Llevó el cheque al centro para cobrarlo. La esperé en los escalones de la biblioteca, sentado entre las palomas, leyendo el perió dico. Ella bajó a mediodí a y fuimos a almorzar juntos. Tení a en la cara una mancha que siempre le sale cuando está inquieta. Me sentí a dé bil, en pie bajo el sol.

La señ ora Briggs habí a pedido a las dos partes involucradas en el incidente de ayer que se fueran.

—Puedes quedarte tú sola —le dije a Iva—. No pondrá objeciones.

—Ya veremos. ¿ Cuá ndo crees que te llamará n?

—No estoy seguro. Supongo que dentro de una semana, má s o menos.

—No creo que debas pasar tu ú ltima semana metido en faenas de mudanza. Nos quedaremos un poco má s. Estoy segura de que la señ ora Briggs nos dejará.

No me dijo nada de sus propios planes.

 

29 de marzo

 

La señ ora Kiefer murió durante la noche. Cuando fui a desayunar vi la puerta abierta de par en par, su cama vací a, las cortinas de la habitació n descorridas, la ventana abierta. Má s tarde la señ ora Briggs apareció vestida de negro. Por la tarde llegaron otros deudos, que se reunieron en la sala. A las cinco de la tarde empezaron a salir de la casa. Fueron por la calle silenciosa hacia la funeraria. El olor de café surgí a de la cocina.

Aquella noche, cuando salimos del restaurante, vimos a la señ ora Bartlett al otro lado de la calle. Se habí a cambiado el uniforme blanco por un vestido de seda y una chaqueta de piel corta. Llevaba un curioso sombrero, de copa plana y con una cortina o griñ ó n que le caí a sobre el cuello, una moda que desapareció hace muchos añ os. Supusimos que se dirigí a al cine tras su largo confinamiento con la señ ora Kiefer. Apretaba bajo el brazo doblado el bolso alargado, negro y reluciente. Con pasos ené rgicos, oscilantes las grandes caderas, se encaminó a la avenida brillantemente iluminada.

 



  

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