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Tercera parte 6 страница



Excepto el hecho de que creнa recordar haber visto una soluciуn al teorema de Fermat, pero no se acordaba de cуmo, cuбndo ni dуnde.

Lo peor era que no tenнa ningъn tipo de interйs en el enigma. El teorema de Fermat ya no la fascinaba. Eso era un mal augurio. Pero asн solнa funcionar ella: le fascinaban los enigmas, pero en cuanto los resolvнa perdнa el interйs por ellos.

Y precisamente eso mismo le pasaba con Fermat. Ya no era aquel diablo que saltaba sobre su hombro llamando su atenciуn y retando a su intelecto. Era una simple fуrmula, unos garabatos en un papel, y no sentнa ni el mбs mнnimo deseo de entregarse al enigma.

Eso la preocupaba. Dejу el cuaderno.

Deberнa dormir.

En su lugar, volviу a coger el ordenador de mano y se conectу a la red. Tras pensarlo un instante, entrу en el disco duro de Dragan Armanskij, que no miraba desde hacнa tiempo. Armanskij colaboraba con Mikael Blomkvist, pero ella no habнa sentido ninguna necesidad inmediata de estar al corriente de sus actividades.

Leyу distraнda el correo electrуnico de Dragan.

Se topу con el anбlisis de seguridad que David Rosin habнa redactado sobre la vivienda de Erika Berger. Arqueу las cejas.

Un stalker anda detrбs de Erika Berger.

Luego encontrу un informe de la colaboradora Susanne Linder, quien, al parecer, habнa pasado la noche en casa de Erika Berger y enviado el informe a altas horas de la madrugada. Mirу la hora de envнo: poco antes de las tres. El correo informaba de que Berger habнa descubierto que los diarios personales, las cartas, las fotografнas, asн como un vнdeo de carбcter altamente personal, habнan sido robados de una cуmoda de su dormitorio:

Una vez comentado el tema con la seсora Berger, hemos podido constatar que el robo tuvo que cometerse mientras permaneciу en el hospital de Nacka tras haber pisado el trozo de cristal. Estamos hablando de un lapso de tiempo de unas dos horas y media, a lo largo de las cuales la casa se encontrу sin vigilancia y la defectuosa alarma de NIP permaneciу desconectada. En todos los demбs momentos, hasta que el robo se descubriу, o Berger o David Rosin se hallaron en la casa.

Eso nos lleva a la conclusiуn de que su acosador se mantuvo cerca de la seсora Berger, pudo observar que se fue en un taxi y, posiblemente tambiйn, que cojeaba y tenнa el pie lesionado. Y entonces aprovechу la ocasiуn para entrar.

Lisbeth saliу del disco duro de Armanskij y, pensativa, apagу el ordenador de mano. Tenнa sentimientos encontrados.

No tenнa razуn alguna para querer a Erika Berger; todavнa recordaba la humillaciуn que sintiу cuando la vio desaparecer con Mikael Blomkvist en Hornsgatan el dнa antes de Nochevieja, hacнa ahora aсo y medio.

Nunca se habнa sentido tan boba en toda su vida. Y nunca mбs se permitirнa ese tipo de sentimientos.

Todavнa recordaba el irracional odio que la invadiу y el enorme deseo de salir corriendo tras ellos y hacerle daсo a Erika Berger.

Vergonzoso.

Ya estaba curada.

Total, que lo cierto era que no tenнa ninguna razуn para querer a Erika Berger.

Un momento despuйs se preguntу quй serнa eso «de carбcter altamente personal» que contenнa el vнdeo. Ella misma tenнa uno de carбcter altamente personal que mostraba cуmo ese Nils Jodido Cerdo Asqueroso Bjurman la violaba. Y ese vнdeo se encontraba ahora en posesiуn de Mikael Blomkvist. Se preguntу cуmo habrнa reaccionado si alguien hubiese entrado en su casa y robado la pelнcula. Algo que, en realidad, era lo que Mikael Blomkvist habнa hecho, aunque su objetivo no habнa sido hacerle daсo.

Mmm.

Complicado.

Erika Berger no consiguiу pegar ojo en toda la noche del viernes. Anduvo cojeando de un lado a otro por todo el chalet mientras Susanne Linder la vigilaba. Su angustia flotaba por la casa como una pesada niebla.

A eso de las dos y media de la madrugada, Susanne Linder consiguiу persuadir a Erika Berger de que, por lo menos —ya que no podнa conciliar el sueсo—, se echara en la cama para descansar. Suspirу aliviada cuando Berger cerrу la puerta de su dormitorio. Abriу su ordenador portбtil e hizo un resumen de lo ocurrido en un correo que enviу a Dragan Armanskij. No habнa hecho mбs que mandarlo cuando oyу que Erika Berger se habнa vuelto a levantar y estaba de nuevo dando vueltas por la casa.

A eso de las siete de la maсana, por fin consiguiу que Erika Berger llamara al SMP para decir que estaba enferma. Erika aceptу a regaсadientes que no serнa muy ъtil en su lugar de trabajo si no podнa mantener los ojos abiertos. Luego se durmiу en el sofб del salуn, frente a la ventana que habнa sido cubierta con una madera contrachapada. Susanne Linder le echу una manta por encima. A continuaciуn se preparу cafй, llamу a Dragan Armanskij y le explicу lo que hacнa allн y que David Rosin la habнa llamado.

—Yo tampoco he pegado ojo esta noche —dijo Susanne Linder.

—De acuerdo. Quйdate con Berger. Acuйstate y descansa un par de horas —le contestу Armanskij.

—No sй cуmo lo vamos a facturar... —Ya lo resolveremos.

Erika Berger durmiу hasta las dos y media de la tarde. Se despertу y se encontrу con Susanne Linder durmiendo en un sillуn en el otro extremo del salуn.

El viernes por la maсana Monica Figuerola se quedу dormida, de modo que no tuvo tiempo de salir a correr, como hacнa habitualmente antes de irse al trabajo. Culpу a Mikael Blomkvist, se duchу y, acto seguido, lo echу a patadas de la cama.

El se fue a Millennium, donde todo el mundo se sorprendiу de verlo tan temprano. Murmurу algo, fue a por cafй y convocу a Malin Eriksson y a Henry Cortez a una reuniуn en su despacho. Dedicaron tres horas a repasar los textos del prуximo nъmero temбtico y a poner en comъn cуmo avanzaban los trabajos de ediciуn de los libros.

—El libro de Dag Svensson se enviу ayer a la imprenta —comentу Malin—. Lo sacaremos en formato bolsillo.

—De acuerdo.

—La revista se llamarб The Lisbeth Salander Story —intervino Henry Cortez—. Han estado modificando las fechas, pero el juicio se ha fijado ahora para el trece de julio. La tendremos lista para ese dнa, aunque esperaremos hasta mediados de semana para distribuirla. Tъ decides cuбndo sale.

—Bien. Entonces sуlo nos falta el libro sobre Zalachenko, que, en estos momentos, es una pesadilla. Se titularб La Secciуn. La primera mitad del libro serб mбs o menos lo mismo que lo que publicamos en Millennium. Los asesinatos de Dag Svensson y Mia Bergman constituyen el punto de partida; y luego seguimos con la caza de Lisbeth Salander, Zalachenko y Niedermann.

En la segunda parte se tratarб lo que sabemos de la Secciуn.

—Mikael, aunque la imprenta hace lo que puede por nosotros, los originales deberбn estar listos para impresiуn el ъltimo dнa de junio como muy tarde —dijo Malin—. Christer necesita al menos un par de dнas para maquetarlos. Nos quedan poco mбs de dos semanas. No sй cуmo vamos a poder.

—No nos da tiempo a desenterrar toda la historia —reconociу Mikael—. Pero creo que, aunque hubiйsemos tenido un aсo entero, no habrнamos podido hacerlo. Lo que sн haremos en este libro es dar cuenta de lo ocurrido. Si nos faltan fuentes para demostrar algo, lo dirй. Si estamos especulando, deberб quedar claro que asн es. O sea, expondremos lo que ha pasado y lo que podemos documentar, y luego escribiremos lo que pensamos que se esconde detrбs de los acontecimientos.

—Eso no se sostiene ni de coсa —dijo Henry Cortez.

Mikael negу con la cabeza.

—Si yo digo que un activista de la Sдpo entra en mi casa y que puedo demostrarlo con un vнdeo, entonces estб documentado. Pero si digo que lo ha hecho por encargo de la Secciуn, entonces se trata de una especulaciуn, aunque a la luz de todas las revelaciones que hacemos sea una especulaciуn lуgica. їEntiendes?

—Vale.

—No me darб tiempo a escribir todos los textos yo solo. Henry, aquн tengo una lista de textos que quiero que redactes tъ. Corresponde mбs o menos a cincuenta pбginas del libro. Malin, tъ eres un backup para Henry, exactamente igual que cuando editamos el libro de Dag Svensson. Los tres figuraremos en la portada como autores. їOs parece bien?

—Sн, claro —dijo Malin—. Pero tenemos otros problemas.

—їCuбles?

—Mientras tъ has estado trabajando en la historia de Zalachenko, se nos ha acumulado un montуn de trabajo. ..

—їY quieres decir que no he estado muy disponible para echaros una mano? Malin Eriksson asintiу. —Tienes razуn. Lo siento.

—No lo sientas. Todos sabemos que cuando te obsesionas con un reportaje no existe nada mбs. Pero eso a los demбs no nos vale. Al menos a mн. Erika Berger me tenнa a mн como apoyo. Yo tengo a Henry y йl es un as, pero estб tan metido en tu historia como tъ. Y aunque contemos contigo, la verdad es que nos faltan dos personas en la redacciуn.

—De acuerdo.

—Y yo no soy Erika Berger. Ella tenнa una experiencia que yo no tengo. Yo estoy aprendiendo todavнa. Monica Nilsson se deja la piel. Y Lottie Karim tambiйn. Pero no tenemos tiempo ni de parar para ponernos a pensar.

—Esto es algo temporal. En cuanto comience el juicio...

—No, Mikael: en cuanto comience el juicio nada... cuando comience el juicio esto serб un autйntico infierno. їO ya no te acuerdas del caso Wennerstrцm? Lo que sucederб es que en unos tres meses no te vamos a ver el pelo porque tъ estarбs de gira por los platos.

Mikael suspirу. Asintiу lentamente.

—їY quй propones?

—Si queremos que Millennium sobreviva al prуximo otoсo, hay que contratar a mбs gente. Por lo menos a dos personas, tal vez mбs. No tenemos capacidad para hacer lo que estamos haciendo y...

—Y yo no estoy segura de querer seguir haciйndolo. —Lo entiendo.

—Te lo digo en serio. Como secretaria de redacciуn soy un hacha, y si encima tengo a Erika Berger como jefa, esto es pan comido. Quedamos en que probarнa con el cargo durante el verano... Vale, ya lo he probado. No soy una buena redactora jefe.

—ЎNo digas tonterнas! —exclamу Henry Cortez.

Malin negу con la cabeza.

—De acuerdo —contestу Mikael—. Te entiendo. Pero ten en cuenta que estamos pasando por una situaciуn extrema.

Malin sonriу.

—Considйralo una queja del personal —dijo ella.

La unidad operativa del Departamento de protecciуn constitucional consagrу el viernes a intentar analizar la informaciуn que les habнa proporcionado Mikael Blomkvist. Dos de los colaboradores se habнan trasladado a un local provisional de Fridhemsplan, adonde llevaron toda la documentaciуn. Era poco prбctico, ya que el sistema informбtico interno se hallaba en el edificio de jefatura, algo que implicaba que tuvieran que andar yendo y viniendo unas cuantas veces al dнa. Aunque sуlo se trataba de un paseo de diez minutos, les suponнa cierto fastidio. A la hora de comer ya contaban con un amplio material que daba fe de que tanto Fredrik Clinton como Hans von Rottinger habнan estado vinculados a la policнa de seguridad durante los aсos sesenta y tambiйn a principios de los setenta.

Von Rottinger procedнa del servicio de inteligencia militar, y durante varios aсos trabajу en la oficina que coordinaba Defensa con la policнa de seguridad. Fredrik Clinton habнa hecho carrera en las Fuerzas Aйreas y empezado a trabajar para el Departamento de control de personal de la policнa de seguridad en 1967.

Sin embargo, los dos salieron de allн a principios de la dйcada de los setenta: Clinton en 1971 y Von Rottinger en 1973. Clinton se marchу a la industria privada como asesor y Von Rottinger fue contratado por el уrgano internacional de energнa atуmica para ponerse al frente de las comisiones de investigaciуn. Lo destinaron a Londres.

Hasta bien entrada la tarde, Monica Figuerola no pudo acudir al despacho de Edklinth para comunicarle que las carreras profesionales de Clinton y de Von Rottinger desde que abandonaron la DGP/Seg eran, con toda seguridad, inventadas. La de Clinton se hacнa difнcil de rastrear. Ser asesor de una industria privada podнa significar prбcticamente cualquier cosa, y un asesor no tiene ninguna obligaciуn de dar cuenta de sus actividades privadas ante el Estado. De sus declaraciones de la renta se deducнa que ganaba un buen dinerito; por desgracia, sus clientes parecнan ser, en su mayor parte, empresas anуnimas establecidas en Suiza o paнses similares. De manera que resultaba imposible probar que aquello no era mбs que una mentira.

Von Rottinger, sin embargo, nunca puso los pies en ese despacho de Londres donde presuntamente estuvo trabajando: en 1973, el edificio de oficinas donde se suponнa que trabajaba habнa sido derribado y sustituido por una ampliaciуn de la King's Cross Station. Sin duda, alguien metiу la pata cuando se inventу la tapadera. A lo largo del dнa, el equipo de Figuerola se dedicу a entrevistar a varios colaboradores jubilados de aquel уrgano internacional de energнa atуmica. Ninguno de ellos habнa oнdo hablar de un tal Hans von Rottinger.

—Bueno, pues ya lo sabemos —concluyу Edklinth—. Sуlo nos queda averiguar a quй se dedicaban en realidad.

Monica Figuerola hizo un gesto afirmativo.

—їY quй hacemos con Blomkvist?

—їQuй quieres decir?

—Le prometimos tenerlo al corriente de todo lo que encontrбramos sobre Clinton y Rottinger. Edklinth reflexionу.

—Vale. De todos modos lo acabarб averiguando... Es mejor llevarnos bien con йl. Puedes informarle. Pero utiliza tu sentido comъn.

Monica Figuerola se lo prometiу. A continuaciуn, dedicaron un par de minutos a hablar del fin de semana: dos de sus colaboradores continuarнan trabajando. Ella se lo tomarнa libre.

Luego fichу, saliу y se fue al gimnasio de Sankt Eriksplan, donde pasу dos frenйticas horas recuperando el tiempo perdido. Llegу a casa a eso de las siete de la tarde; se duchу, preparу una cena ligera y encendiу la tele para ver las noticias. A las siete y media ya se sentнa inquieta y se puso un chбndal para salir a correr. Se detuvo delante de la puerta y escuchу a su cuerpo. Maldito Blomkvist. Cogiу el mуvil y llamу a su Tнo.

—Hemos obtenido alguna informaciуn sobre Rottinger y Clinton.

—Cuйntame —pidiу Mikael.

—Si te pasas a verme, te lo contarй.

—Mmm —dijo Mikael.

—Acabo de cambiarme para ir a correr y quitarme un poco de encima la tensiуn acumulada —dijo Monica Figuerola—. їMe voy o te espero?

—їTe parece bien si paso sobre las nueve?

—Estupendo.

A eso de las ocho de la tarde del viernes, Lisbeth Salander recibiу una visita del doctor Anders Jonasson. Se sentу en la silla destinada a las visitas y se recostу.

—їMe vas a reconocer? —preguntу Lisbeth Salander.

—No. Esta tarde no.

—Vale.

—Hoy hemos hecho la evaluaciуn de tu estado y hemos avisado al fiscal de que estamos dispuestos a darte el alta.

—De acuerdo.

—Querнan trasladarte a la prisiуn de Gotemburgo esta misma noche. —їTan rбpido? El asintiу.

—Por lo visto, los de Estocolmo estбn presionando. Les he dicho que maсana por la maсana tenнa que hacerte unas pruebas finales y que no te darй de alta hasta el domingo.

—їPor quй?

—No lo sй. Me ha irritado que sean tan insistentes.

Por raro que pueda parecer, Lisbeth Salander sonriу. Si le dieran un par de aсos, sin duda podrнa convertir al doctor Anders Jonasson en un buen anarquista. Por lo menos tenнa talento para la desobediencia civil.

—Fredrik Clinton —dijo Mikael Blomkvist, contemplando desde la cama el techo de la habitaciуn de Monica Figuerola.

—Como enciendas ese cigarro te lo apagarй en el ombligo —lo amenazу Monica Figuerola.

Mikael se quedу mirando, sorprendido, el cigarrillo que habнa sacado del bolsillo de su americana.

—Perdуn —dijo—. їPuedo salir al balcуn?

—Sуlo si te lavas los dientes despuйs.

Asintiу y se envolviу con una sбbana. Ella lo siguiу hasta la cocina y abriу el grifo para llenar un gran vaso de agua frнa. Se apoyу contra el marco de la puerta, junto al balcуn.

—їFredrik Clinton?

—Todavнa vive. El es el vнnculo con el pasado.

—Se estб muriendo. Necesita un riсon nuevo y se pasa la mayor parte del tiempo en diбlisis o con algъn otro tipo de tratamiento.

—Pero vive. Podrнamos contactar con йl y hacerle preguntas directamente. Tal vez estй dispuesto a hablar con nosotros.

—No —zanjу Monica Figuerola—. Para empezar esto es una investigaciуn preliminar y la hace la policнa. En ese sentido no hay ningъn «nosotros» en esta historia. En segundo lugar, recibes informaciуn segъn lo acordado con Edklinth, pero te has comprometido a no hacer nada que pueda interferir en la investigaciуn.

Mikael la mirу y sonriу. Apagу el cigarrillo.

—ЎAy! —dijo—. La policнa de seguridad tira de la correa.

De repente ella se quedу pensativa. —Mikael, esto no es ninguna broma.

El sбbado por la maсana, Erika Berger se fue a la redacciуn del Svenska Morgуn-Posten con un nudo en el estуmago. Sentнa que empezaba a tener control sobre lo que constituнa la propia producciуn del periуdico y la verdad era que habнa estado pensando en la posibilidad de permitirse un fin de semana libre —el primero desde que empezу en el SMP—, pero el descubrimiento de que sus recuerdos mбs нntimos y personales habнan desaparecido junto con la carpeta de la investigaciуn sobre Borgsjу hizo que le resultara imposible desconectar.

A lo largo de la noche, que en su mayorнa pasу en vela hablando en la cocina con Susanne Linder, Erika esperaba que El boli venenoso atacara de nuevo y que esas fotos, que eran cualquier cosa menos favorecedoras, se difundieran con toda celeridad. Internet era una herramienta perfecta para los hijos de puta. Dios mнo, un maldito vнdeo que muestra cуmo estoy follando con mi marido y con otro hombre. Acabarй en las portadas de todos los tabloides del mundo. Lo mбs privado.

Pasу esa noche llena de pбnico y angustia.

Al final, Susanne Linder la obligу a irse a la cama.

A las ocho de la maсana, se levantу y se fue al SMP, No podнa mantenerse alejada; si amenazaba tormenta, querнa ser la primera en enfrentarse a ella.

Pero en la redacciуn del sбbado, con sуlo la mitad de la plantilla, todo se le antojу normal. El personal la sa­ludу amablemente cuando pasу por el mostrador central. Anders Holm tenнa el dнa libre. Peter Fredriksson hacнa de jefe de Noticias.

—Buenos dнas. Creнa que librabas hoy —le comentу.

—Yo tambiйn. Pero como ayer no vine y tengo cosas que hacer... їHa pasado algo?

—No, es una maсana tranquila. Lo mбs caliente que ha entrado es que la industria maderera de Dale-carlia ha obtenido beneficios y que han cometido un atraco en Norrkуping en el que una persona ha resul­tado herida.

—Vale. Me voy a mi jaula de cristal a trabajar un rato.

Se sentу, apoyу las muletas contra la librerнa y se co­nectу a Internet. Empezу por consultar el correo. Habнa recibido numerosos mails pero ninguno de El boli vene­noso. Frunciу el ceсo: ya habнan pasado dos dнas desde que le robу la carpeta y todavнa seguнa sin actuar con algo que deberнa suponerle un verdadero tesoro de posibilida­des. їPor quй no? їPiensa cambiar de tбctica? їChantaje? їQuiere tenerme en ascuas?

No tenнa ningъn trabajo particular que urgiera, asн que abriу el documento de la nueva estrategia del SMP que estaba redactando. Se quedу observando fijamente la pantalla durante quince minutos sin ver las letras.

Habнa llamado a Greger, pero no consiguiу contactar con йl. Ni siquiera sabнa si su mуvil funcionaba en el ex­tranjero. Naturalmente, habrнa podido localizarle si hu­biese hecho un esfuerzo, pero se sentнa completamente apбtica. Error: se sentнa desesperada y paralizada.

Intentу dar con Mikael Blomkvist para informarle de que habнan robado la carpeta de Borgsjу. No contestу al mуvil.

A las diez todavнa no habнa hecho nada y decidiу irse a casa. Acababa de alargar la mano para apagar el orde­nador cuando su ICQ hizo clin. Perpleja, mirу la barra del menъ. Sabнa lo que era el ICQ pero no solнa chatear, y desde que empezу en. el SMP no habнa usado el programa nunca.

Llena de dudas, hizo clic en Contestar.

—Hola, Erika.

—Hola. їQuiйn eres?

—Asunto privado. їEstбs sola?

їUna trampa?їEl boli venenoso?

—Sн. їQuiйn eres?

—Nos conocimos en casa de Mikael Blomkvist cuan­do йl volviу de Sandhamn.

Erika Berger se quedу mirando la pantalla. Le llevу varios segundos en hacer la asociaciуn. Lisbeth Salander. Imposible.

—їSigues ahн?

—Sн.

—Nada de nombres. їSabes quiйn soy?

—їCуmo sй que no eres un impostor?

—Sй cуmo se hizo Mikael la cicatriz del cuello.

Erika tragу saliva. Habнa cuatro personas en todo el mundo que sabнan cуmo se la hizo. Lisbeth Salander era una de ellas.

—Vale. Pero їcуmo puedes chatear conmigo?

—Se me dan bien los ordenadores.

Lisbeth Salander es un hacha con los ordenadores. Pero їcуmo cono harб para comunicarse conmigo desde el hospital de Sahlgrenska donde estб aislada desde el mes de abril? Esto me supera.

—Vale.

—їPuedo fiarme de ti? —їQuй quieres decir?

—Esta conversaciуn no debe filtrarse.

No quiere que la policнa sepa que tiene acceso a Internet. Claro que no. Asн que por eso chatea con la redactora jefe de uno de los periуdicos mбs grandes de Suecia.

—Tranquila. їQuй quieres?

—Pagar.

—їQuй quieres decir? —Millennium me ha apoyado. —Hemos hecho nuestro trabajo. —Otros periуdicos no. —No eres culpable de lo que te acusan. —Tъ tienes un stall^er siguiйndote los pasos. De repente, a Erika Berger le dio un vuelco el cora­zуn. Dudу un largo instante. —їQuй es lo que sabes? —Vнdeo robado. Han entrado en tu casa. —Sн. їPuedes ayudarme?

Erika Berger se sorprendiу a sн misma haciйndole esa pregunta. Era completamente absurdo. Lisbeth Salander estaba ingresada en Sahlgrenska y los problemas perso­nales le salнan por las orejas. Resultaba disparatado diri­girse a ella con la esperanza de que le pudiera ofrecer al­gъn tipo de ayuda.

—No lo sй. Dйjame intentarlo.

—їCуmo?

—Pregunta: їcrees que ese hijo de puta estб en el SMP?

—No puedo demostrarlo. —їPor quй lo crees?

Erika meditу la respuesta un largo rato antes de res­ponder.

—Es un presentimiento. Todo empezу cuando entrй a trabajar aquн. Otras personas del periуdico han recibido desagradables correos de El boli venenoso que parecen proceder de mн.

—їEl boli venenoso?

—Es el nombre que le he puesto a ese cabrуn. —Vale. їPor quй has sido tъ y no otra la que ha sido objeto de atenciуn de El boli venenoso ? —No lo sй.

—їHay alguna cosa que te haga creer que es algo personal?

—їQuй quieres decir?

—їCuбntos empleados hay en el SMP?

—Mбs de doscientos treinta, incluida la editorial.

—їA cuбntos conoces en persona?

—No lo sй muy bien. A lo largo de todos estos aсos he conocido a varios de los periodistas y colaboradores en distintas situaciones.

—їAlguien con quiйn te hayas peleado alguna vez?

—No. No especнficamente.

—їAlguien que pienses que querrнa vengarse de ti? —їVengarse? їDe quй? —La venganza es un buen motivo. Erika se quedу mirando la pantalla mientras inten­taba entender a quй se referнa Lisbeth Salander. —їSigues ahн?

—Sн. їPor quй me preguntas lo de la venganza? —He leнdo la lista de Rosin con todos los incidentes que relacionas con El boli venenoso. їPor quй no me sorprende? —їїїVale???

—No creo que sea obra de un stalker. —їQuй quieres decir?

—Un stalt^er es una persona motivada por una obsesiуn sexual. Este me parece alguien que estб imitando a nnstal/^er. Darle por culo con un destornillador... Por fa­vor, parodia pura.

—їSн?

—Yo he visto a stalkers de verdad. Son bastante mбs pervertidos, vulgares y grotescos. Expresan amor y odio al mismo tiempo. Hay algo que no cuadra en todo esto.

—їNo te parece lo bastante vulgar?

—No. El correo a Eva Carlsson no me cuadra en absoluto con el perfil de un stalker. Es sуlo alguien que quiere fastidiarte.

—Entiendo. No me lo habнa planteado de esa manera.

—Stalker no es. Va dirigido a ti en persona. —De acuerdo. їY quй propones? —їConfнas en mн? —Quizб.

—Necesito acceder a la red interna del SMP. —Para, para.

—Ahora. Dentro de poco me van a trasladar y no tendrй Internet.

Erika dudу unos diez segundos. Dejar el SMP en manos de... їquiйn? їUna loca? Puede que Lisbeth no fuera culpable de asesinato pero, definitivamente, no era una persona normal.

—Pero їquй podнa perder?

—їCуmo?

—Necesito introducir un programa en tu ordenador.

—Tenemos cortafuegos.

—Tienes que ayudarme. Inicia Internet.

—Ya estб.

—їExplorer?

—Sн.

—Te voy a escribir una direcciуn. Copнala y pйgala en Explorer. —Hecho.

—Ahora ves que te aparece una lista con una serie de programas. Haz clic en Asphyxia Server y descбrgalo. Erika siguiу las instrucciones. —Ya estб.

—Inicia Asphyxia. Haz clic en instalar y pincha en Explorer.

Nos ha llevado tres minutos.

—Listo. Perfecto. Ahora tienes que reiniciar el ordenador. Perderemos el contacto durante un rato. —Vale.

—Cuando lo retomemos, transferirй tu disco duro a un servidor de Internet. —Vale.

—Reinнcialo. Estaremos en contacto dentro de un ratito.

Erika Berger mirу fascinada la pantalla mientras su ordenador se reiniciaba lentamente. Se preguntу si no se habrнa vuelto loca. Luego su ICQ volviу a hacer clin.

—Hola de nuevo.

—Hola.

—Es mбs rбpido si lo haces tъ: conйctate a Internet y copia y pega la direcciуn que te voy a mandar. —Vale.

—Ahora te saldrб una pregunta. Haz clic en Start. —De acuerdo.

—Ahora te pregunta cуmo vas a llamar al disco duro. Llбmalo SMP-2. —Vale.

—Ve a tomarte un cafй. Esto tardarб un rato.

Monica Figuerola se despertу a eso de las ocho de la maсana del sбbado, mбs de dos horas despuйs de lo habitual. Se incorporу en la cama y contemplу a Mikael Blomkvist. Estaba roncando. «Well. Nobody isperfect.»

Se preguntу adonde la llevarнa su historia con Mikael Blomkvist. El no pertenecнa a ese tipo de hombres fieles con los que se podнa planificar una relaciуn a largo plazo; teniendo en cuenta su curriculum, eso le quedaba muy claro. Por otro lado, ella no estaba segura de si en realidad buscaba una relaciуn estable con novio, frigorнfico y niсos. Tras una docena de fracasados intentos que se remontaban a su juventud, habнa empezado a inclinarse, cada vez mбs, hacia la teorнa de que las relaciones estables estaban sobrevaloradas. Su relaciуn mбs larga la tuvo con un colega de Uppsala con el que conviviу durante dos aсos.

A eso habнa que aсadirle que ella tampoco era una chica muy dada a one night stands, aunque consideraba que el sexo estaba subestimado como remedio contra prбcticamente todo tipo de dolencias. Y el sexo con Mikael Blomkvist estaba bien. Bueno, mucho mбs que bien, la verdad. Y ademбs era una buena persona. Te hacнa desear volver a por mбs.

їUn rollo de verano? їEnamoramiento? їEstaba ella enamorada?

Se fue al baсo, se lavу la cara, se lavу los dientes y luego se puso unos pantalones cortos y una chaqueta fina de deporte, y saliу del apartamento andando de puntillas. Hizo unos cuantos estiramientos y corriу durante cuarenta y cinco minutos, pasando por el hospital de Rбlambshov, bordeando Fredhбll y volviendo por Smedsudden. A las nueve ya estaba de vuelta y constatу que Blomkvist continuaba durmiendo. Se agachу y le mordiу la oreja hasta que йl abriу los ojos desconcertado.

—Buenos dнas, cariсo. Necesito a alguien que me frote la espalda.

El la mirу y murmurу algo.

—їQuй has dicho?

—Que no hace falta que te duches. Estбs chorreando.

—He estado corriendo. Deberнas acompaсarme.

—Sospecho que si intentara seguir tu ritmo, tendrнas que llamar a una ambulancia. Paro cardнaco en Norr Mбlarstrand.

—ЎNo digas tonterнas! Venga, hora de levantarse.

El le frotу la espalda y le enjabonу los hombros. Y las caderas. Y el vientre. Y los pechos. Y al cabo de un rato, Monica Figuerola ya habнa perdido completamente el interйs por la ducha y se lo llevу de nuevo a la cama. Hasta las once de la maсana no llegaron a Norr Mбlarstrand para desayunar.

—Podrнas convertirte en una mala costumbre —dijo Monica Figuerola—. Sуlo hace unos cuantos dнas que nos conocemos.

—Me atraes un montуn. Pero creo que eso ya lo sabes.

Ella asintiу.

—їPor quй?

—Sorry. No puedo contestar a esa pregunta. Nunca he entendido por quй de repente una determinada mujer me atrae y otra no me despierta ningъn interйs.

Ella sonriу pensativa.

—Tengo el dнa libre —dijo ella.

—Yo no. Tengo un montуn de trabajo hasta que empiece el juicio y he pasado las tres ъltimas noches contigo en vez de trabajando.

—Quй pena.

El asintiу, se levantу y le dio un beso en la mejilla. Ella le agarrу la manga de la camisa.

—Blomkvist, me gustarнa mucho seguir viйndote.

—A mн tambiйn —afirmу—. Pero hasta que no hayamos terminado este reportaje, me temo que mi vida va a ser un poco caуtica.



  

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