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Tercera parte 3 страницаDesde que Erika Berger tuvo que meterse en el traje del difunto redactor jefe Hбkan Morander, su vida se habнa llenado, dнa y noche, de un sinfнn de reuniones y trabajo. Se sentнa en todo momento mal preparada, incapaz y poco puesta al dнa. Hasta la tarde del miйrcoles, casi dos semanas despuйs de que Mikael Blomkvist le diera la carpeta de la investigaciуn de Henry Cortez sobre el presidente de su junta directiva, Magnus Borgsjу, Erika no tuvo tiempo para dedicarse a ese asunto. Cuando la abriу se dio cuenta de que su tardanza tambiйn se debнa al hecho de que no le apetecнa mucho abordar ese tema. Ya sabнa que, hiciera lo que hiciese, acabarнa en catбstrofe. Llegу al chalet de Saltsjуbaden mбs pronto de lo habitual, a eso de las siete de la tarde, desactivу la alarma de la entrada y constatу sorprendida que su marido, Greger Backman, no estaba en casa. Tardу un rato en recordar que esa maсana ella lo habнa besado con un cariсo especial porque йl se iba a Parнs para dar unas conferencias y no volverнa hasta el fin de semana. Fue consciente de que no tenнa ni idea de a quiйn le iba a dar las charlas, ni de quй trataban ni de cuбndo habнa recibido la invitaciуn. Mire, perdone, pero he perdido a mi marido. Se sintiу como el personaje de un libro del doctor Richard Schwartz y se preguntу si necesitarнa la ayuda de un psicoterapeuta. Subiу a la planta superior, llenу la baсera y se desnudу. Cogiу la carpeta de la investigaciуn, se metiу con ella en la baсera y dedicу la siguiente media hora a leerla. Cuando terminу no pudo reprimir una sonrisa: Henry Cortez iba a ser un periodista formidable. Tenнa veintiseis aсos y llevaba cuatro trabajando en Millennium, desde que se licenciу. Ella sintiу un cierto orgullo. Toda esa historia de los inodoros y del seсor Borgsjу llevaba la firma de Millennium de principio a fin y no habнa ni una sola lнnea que no estuviera muy bien documentada. Pero tambiйn se sintiу triste. Magnus Borgsjу era una buena persona y le caнa bien. Era discreto, escuchaba, tenнa encanto y no le parecнa nada arrogante. Ademбs, era su jefe y el que le habнa dado el trabajo. Maldito Borgsjу. .. їCуmo cono has podido ser tan estъpido? Reflexionу un rato intentando encontrar una conexiуn alternativa o alguna circunstancia atenuante, pero ya sabнa que no iba a dar con nada que le sirviera de excusa. Dejу la carpeta de la investigaciуn en el alfйizar de la ventana y se estirу en la baсera para meditar sobre el tema. Era inevitable que Millennium publicara el reportaje. Si ella hubiese seguido como redactora jefe de la revista, no lo habrнa dudado ni un segundo, y el hecho de que la hubieran puesto al corriente de la historia con antelaciуn no era mбs que un gesto personal que dejaba claro que Millennium, en la medida de lo posible, querнa paliar los daсos que a ella, como persona, le pudiesen ocasionar. Si la situaciуn hubiera sido al revйs —esto es: si el SMP hubiese encontrado alguna mierda oculta sobre el presidente de la junta de Millennium (aunque, en realidad, fuera ella)—, tampoco habrнa dudado sobre si publicarlo o no. La publicaciуn iba a daсar seriamente a Magnus Borgsjу. En realidad, lo mбs grave del asunto no era que su empresa Vitavara AB le hubiese pedido inodoros a una empresa de Vietnam que figuraba en la lista negra que la ONU habнa confeccionado con las empresas que se dedican a la explotaciуn laboral infantil. En este caso concreto, la empresa utilizaba, ademбs, mano de obra esclava, la de los prisioneros, algunos de los cuales podrнan ser definidos, sin duda, como prisioneros polнticos. Lo mбs grave era que Magnus Borgsjу conocнa esas circunstancias y, aun asн, habнa elegido continuar solicitando los inodoros de Fong Soo Industries. Se trataba de una avaricia que, tras la estela dejada por otros gбnsteres capitalistas como el destituido director ejecutivo de Skandia, no gustaba mucho al pueblo sueco. Magnus Borgsjу, naturalmente, afirmarнa que no conocнa las condiciones de trabajo de Fong Soo, pero Henry Cortez tenнa una buena documentaciуn al respecto, de modo que, en el instante en que Borgsjу intentara poner esa excusa, tambiйn serнa tachado de mentiroso. Porque la verdad era que en el mes de junio de 1997, Magnus Borgsjу viajу a Vietnam para firmar los primeros contratos. En esa ocasiуn pasу diez dнas en el paнs y, entre otras cosas, visitу las fбbricas de la empresa. Si intentara mantener que nunca supo que varios de los trabajadores de la fбbrica sуlo tenнan doce o trece aсos, quedarнa como un idiota. La cuestiуn de la posible falta de conocimientos de Borgsjу se zanjarнa definitivamente por el hecho de que Henry Cortez podrнa probar que la comisiуn de la ONU que se ocupaba de estudiar la explotaciуn laboral de los niсos incluyу en 1999 a Fong Soo Industries en la lista de empresas que utilizaban mano de obra infantil. Eso provocу la apariciуn de numerosos artнculos en la prensa e indujo a dos organizaciones sin бnimo de lucro, independientes entre sн, entre ellas la mundialmente reconocida International Joint Effort Against Child Labour de Londres, a escribir una serie de cartas a empresas que eran clientes de Fong Soo. A Vitavara AB se mandaron no menos de siete, dos de las cuales se dirigieron personalmente a Magnus Borgsjу. La organizaciуn de Londres, encantada, habнa entregado la documentaciуn a Henry Cortez y aprovechу para comentarle que Vitavara AB no habнa contestado a ninguna de las cartas. Sin embargo, Magnus Borgsjу viajу a Vietnam en otras dos ocasiones —2001 y 2004— para renovar los contratos. Ese era el golpe de gracia. Todas las posibilidades con que Borgsjу contaba para alegar ignorancia se acababan ahн. La atenciуn mediбtica que se desencadenarнa sуlo podrнa conducir a una sola cosa: si Borgsjу fuera inteligente, pedirнa perdуn pъblicamente y dimitirнa de todos sus cargos, porque si se intentara defender, serнa aniquilado en el proceso. A Erika le daba igual que Borgsjу fuese el presidente de la junta de Vitavara AB o no. Para ella, lo mбs grave era que tambiйn fuera presidente del SMP. La publicaciуn de todo ese asunto significarнa que se verнa obligado a dimitir. En una йpoca en la que el periуdico se encontraba al borde del abismo y se acababa de poner en marcha un plan de renovaciуn, el SMP no se podнa permitir un presidente de junta que tuviera una vida dudosa. Perjudicarнa al periуdico. Asн que йl tendrнa que irse del SMP. A Erika Berger, por consiguiente, se le presentaban dos lнneas distintas de actuaciуn: Podнa ir a hablar con Borgsjу, ponerle las cartas sobre la mesa, enseсarle la documentaciуn e inducirlo a que йl mismo llegara a la conclusiуn de que debнa dimitir antes de que se publicara el reportaje. Pero si ponнa trabas, entonces convocarнa a los miembros de la junta, les informarнa de la situaciуn y les obligarнa a destituirlo. Y si la junta no estuviera de acuerdo con esa forma de proceder, se verнa obligada a dimitir de inmediato como redactora jefe del SMP. Cuando Erika Berger llegу a ese punto de su reflexiуn, el agua de la baсera ya se habнa enfriado. Se duchу, se secу, entrу en el dormitorio y se puso una bata. Luego cogiу el mуvil y llamу a Mikael Blomkvist. No hubo respuesta. En su lugar, bajу a la planta baja para preparar cafй y, por primera vez desde que habнa empezado a trabajar en el SMP, comprobar si, por casualidad, ponнan alguna pelнcula en la tele con la que poder relajarse. Al pasar por delante de la entrada del salуn sintiу un agudo dolor en el pie, bajу la mirada y descubriу que sangraba profusamente. Dio otro paso y el dolor le recorriу todo el pie. Se acercу hasta una silla de йpoca saltando sobre una pierna y se sentу. Al levantar el pie descubriу, para su horror, que se habнa clavado un trozo de cristal en el talуn. Al principio se sintiу desfallecer. Luego se armу de valor, agarrу el trozo de cristal y se lo sacу. Le doliу endiabladamente y la sangre empezу a salir a borbotones de la herida. Abriу un cajуn de la cуmoda de la entrada donde tenнa los fulares, los guantes y los gorros. Encontrу un fular que se apresurу a envolver alrededor del pie y atar con fuerza. No fue suficiente y lo reforzу con otra improvisada venda. El flujo de sangre se redujo un poco. Asombrada, se quedу mirando el ensangrentado trozo de cristal. їCуmo ha venido a parar hasta aquн? Luego descubriу mбs cristales en el suelo. їQuй cono... ? Se levantу, echу un vistazo al salуn y vio que el gran ventanal panorбmico con vistas al mar se hallaba roto y que todo el suelo estaba lleno de cristales. Fue retrocediendo hasta la puerta y se puso los zapatos que se habнa quitado al llegar a casa. Bueno, se puso un zapato, introdujo los dedos del pie daсado en el otro y entrу mбs o menos saltando a la pata coja para observar los destrozos. Luego descubriу un ladrillo en medio de la mesa del salуn. Se acercу cojeando hasta la puerta de la terraza y saliу. En la fachada, alguien habнa pintado con spray una palabra cuyas letras tenнan un metro de alto:
PUTA
Eran mбs de las nueve de la noche cuando Monica Figuerola le abriу la puerta del coche a Mikael Blomkvist. Acto seguido, rodeу el vehнculo y se sentу al volante. —їTe llevo a casa o quieres que te deje en algъn otro sitio? Mikael Blomkvist miraba al vacнo. —Si te soy sincero... no sй muy bien dуnde. Es la primera vez que presiono a un primer ministro. Monica Figuerola se riу. —Has jugado tus cartas bastante bien —dijo—. No tenнa ni idea de que tuvieras tanto talento para jugar al pуquer y marcarte esos faroles. —Todo lo que he dicho iba en serio. —Ya, me refiero a que has dado la impresiуn de saber bastante mбs de lo que en realidad sabes. Me di cuenta de ello cuando entendн cуmo me habнas identificado. Mikael volviу la cabeza y mirу el perfil de Monica. —Te quedaste con la matrнcula de mi coche cuando estaba aparcado en la cuesta de delante de tu casa. El asintiу. —Les has hecho creer que estabas al corriente de todo lo que se hablaba en el despacho del primer ministro. —їY por quй no has dicho nada? Ella le echу una rбpida mirada y se incorporу a Grev Turega tan. —Son las reglas del juego... No deberнa haber aparcado allн. Pero fue el ъnico sitio que encontrй. Joder, cуmo controlas tus alrededores, tнo. —Estabas con un plano en al asiento delantero y hablando por telйfono. Cogн la matrнcula y la comprobй por pura rutina. Como hago con todos los coches que me llaman la atenciуn. En general, sin resultados. Pero en tu caso descubrн que trabajas para la Sдpo. —Seguнa a Mбrtensson. Luego me enterй de que tъ ya lo estabas controlando con la ayuda de Susanne Linder, de Milton Security. —Armanskij la puso allн para que documentara todo lo que sucediera en los alrededores de mi casa. —La vi entrar en el portal, asн que supongo que Armanskij ha instalado algъn tipo de vigilancia oculta en tu domicilio. —Correcto. Tenemos un excelente vнdeo de cуmo entran en mi apartamento y revisan todos mis papeles. Mбrtensson llevaba consigo una fotocopiadora portбtil. їHabйis identificado al cуmplice de Mбrtensson? —Un tipo sin importancia. Un cerrajero con un pasado delictivo al que probablemente estбn pagando para que abra tu puerta. —їNombre? —їEstoy protegida como fuente? —Por supuesto. —Lars Faulsson. Cuarenta y siete aсos. Le llaman Falъn. Condenado por reventar una caja fuerte en los aсos ochenta y otras cosillas. Tiene un negocio en Norrtull. —Gracias. —Pero dejemos los secretos para la reuniуn de maсana. La reuniуn con el primer ministro habнa acabado en un acuerdo que significaba que, al dнa siguiente, Mikael Blomkvist visitarнa el Departamento de protecciуn personal para iniciar el intercambio de informaciуn. Mikael reflexionу. Acababan de pasar la plaza de Sergel. —їSabes una cosa? Me muero de hambre. Comн sobre las dos y habнa pensado preparar pasta al llegar a casa, pero justo entonces me pillaste tъ. їHas cenado? —Hace un rato. —Llйvame a algъn garito donde den comida decente. —Toda la comida es decente. Mikael la mirу por el rabillo del ojo. —Yo pensaba que tъ eras una fanбtica de la dieta sana. —No, yo soy una fanбtica del ejercicio. Y si haces ejercicio, puedes comer lo que quieras. Dentro de unos lнmites razonables, claro estб. Ella fue frenando en el viaducto de Klaraberg sopesando las alternativas. En vez de girar hacia Sodermalm siguiу recto hasta Kungsholmen. -—No sй cуmo son los restaurantes de Sodermalm, pero conozco un excelente restaurante bosnio en Fridhemsplan. Tienen un bure\ fantбstico. —Eso suena muy bien —dijo Mikael Blomkvist. Tocando las letras una a una con el puntero, Lisbeth Salander iba avanzando en su redacciуn. Trabajaba una media de cinco horas al dнa. Se expresaba con exactitud. Tenнa mucho cuidado en ocultar todos los detalles que pudieran ser utilizados en su contra. El hecho de que estuviera encerrada se habнa convertido en una bendiciуn. Podнa trabajar cada vez que la dejaban sola en la habitaciуn y siempre recibнa el aviso de que habнa que esconder el ordenador de mano cuando oнa el sonido de un llavero o de una llave que se introducнa en la cerradura. Cuando estaba a punto de cerrar con llave la casa de Bjurman, en las afueras de Stallarholmen, llegaron Carl-Magnus Lundin y Sonny Nieminen en sendas motos. Debido al hecho de que llevaban un tiempo buscбndome por encargo de Zalachenko/Niedermann se asombraron al verme allн. Magge Lundin se bajу de la moto y comentу: «Creo que la bollera necesita una buena polla». Tanto йl como Nieminen se comportaron de una forma tan amenazadora que me vi obligada a recurrir a mi derecho de actuar en legнtima defensa. Abandonй el lugar montada en la moto de Lundin, la cual dejй luego delante del recinto ferial de Бlvsjу. Leyу el pбrrafo y asintiу para sн misma en seсal de aprobaciуn. No habнa razones para aсadir que, ademбs, Magge Lundin la habнa llamado puta y que, por eso, ella se agachу, cogiу el P-83 Wanad de Nieminen y castigу a Lundin pegбndole un tiro en el pie. La policнa, sin duda, podнa imaginбrselo, pero era cosa suya probar que fue eso lo que ocurriу. No tenнa ninguna intenciуn de facilitarles el trabajo confesando algo que le podrнa acarrear una sentencia de cбrcel por lesiones graves. El texto contaba ya con el equivalente a treinta y tres pбginas y se estaba acercando al final. En ciertos pasajes se mostrу enormemente parca con los detalles y se esmerу mucho en asegurarse de que en ningъn momento presentaba pruebas que pudieran demostrar alguna de las muchas afirmaciones que hacнa. Llegу incluso al extremo de ocultar ciertas pruebas obvias para, en su lugar, centrarse en el siguiente eslabуn de la cadena de acontecimientos. Reflexionу un rato y volviу a leer esa parte del escrito en la que daba cuenta de la sбdica y brutal violaciуn cometida por el abogado Nils Bjurman. Era el pasaje al que le habнa dedicado mбs tiempo y uno de los pocos que redactу varias veces hasta que estuvo contenta con el resultado final. El pбrrafo comprendнa diecinueve lнneas. En un tono neutro y objetivo daba cumplida cuenta de cуmo йl le pegу, la tirу boca abajo sobre la cama, le tapу la boca con cinta y la esposу. A continuaciуn explicaba que, a lo largo de la noche, practicу con ella repetidos y violentos actos sexuales en los que se incluнan tanto la penetraciуn oral como la anal. Despuйs describнa cуmo, en una de las violaciones, йl cogiу una prenda de ella —su camiseta—, se la pasу alrededor del cuello y se la mantuvo apretada durante tanto tiempo que, en algunos momentos, ella llegу a perder la conciencia. A todo eso le seguнan unas cuantas lнneas mбs en las que hacнa alusiуn a los objetos que йl usу durante la violaciуn, como por ejemplo un lбtigo corto, un tapуn anal, un grueso consolador y unas pinzas con las que le pellizcу los pezones. Frunciу el ceсo y estudiу el texto. Despuйs levantу el puntero y redactу unas cuantas lнneas mбs. En una ocasiуn en la que todavнa tenнa la boca tapada, Bjurman comentу el hecho de que yo llevara varios tatuajes y piercings, entre ellos un arito en el pezуn izquierdo. Me preguntу si me gustaban los piercings y, acto seguido, dejу un instante la habitaciуn. Volviу con una aguja con la que me perforу el pezуn derecho. Tras leerlo dos veces, asintiу de forma aprobatoria. El tono burocrбtico le conferнa al pasaje un carбcter tan surrealista que parecнa una absurda fabulaciуn. Dicho de forma simple: la historia no sonaba creнble. Eso era, justamente, lo que Lisbeth Salander pretendнa. En ese instante oyу el sonido del llavero del vigilante de Securitas. Apagу enseguida el ordenador de mano y lo colocу en el hueco de detrбs de la mesilla. Era Annika Giannini. Frunciу el ceсo: eran mбs de las nueve de la noche y Giannini no solнa aparecer tan tarde. —Hola, Lisbeth. —Hola. —їCуmo estбs? —No la he terminado todavнa. Annika Giannini suspirу. —Lisbeth: han fijado la fecha del juicio para el trece de julio. —Estб bien. —No, no estб bien. El tiempo pasa y no confнas en mн. Empiezo a tener miedo de haber cometido un terrible error aceptando ser tu abogada. Si queremos tener la mбs mнnima oportunidad, has de fiarte de mн. Debes colaborar conmigo. Lisbeth examinу a Annika Giannini durante un buen rato. Al final echу la cabeza hacia atrбs y mirу al techo. —Ya sй cуmo lo vamos a hacer -—dijo Lisbeth—. He entendido el plan de Mikael. Y tiene razуn. —No estoy tan segura —dijo Annika. —Pero yo sн. —La policнa quiere volver a interrogarte. Un tal Hans Faste, de Estocolmo. —Deja que me interrogue. No dirй ni una palabra. —Debes dar una explicaciуn. Lisbeth mirу fijamente a Annika Giannini. —Repito: no le vamos a decir ni una sola palabra a la policнa. Cuando nos presentemos en la sala del juicio, el fiscal no va a tener ni una sola sнlaba sobre la que apoyarse. Todo lo que conseguirб serб la declaraciуn que estoy preparando ahora y que, en su mayorнa, le va a parecer absurda. Y se la darй unos pocos dнas antes del juicio. —їY cuбndo vas a coger un boli y terminar esa presentaciуn? —Te la darй dentro de unos dнas. Pero el fiscal no la verб hasta poco antes del juicio. Annika Giannini parecнa escйptica. De repente, Lisbeth mostrу una prudente y torcida sonrisa. —Hablas de confianza. їYo me puedo fiar de ti? —-Por supuesto. —Vale, їpuedes pasarme a escondidas un ordenador de mano para que me mantenga en contacto con la gente por Internet? —No. Claro que no. Si se descubriera, me procesarнan y perderнa mi licencia de abogada. —Pero їy si otra persona me pasara uno... lo denunciarнas a la policнa? Annika arqueу las cejas. —Bueno, si no lo conociera... —Pero їy si lo conocieras? їCуmo actuarнas? Annika reflexionу un largo rato. —Harнa la vista gorda. їPor quй? —Dentro de poco, ese hipotйtico ordenador te enviarб un hipotйtico correo. Cuando lo hayas leнdo, quiero que vuelvas a visitarme. —Lisbeth... —Espera. Verбs, esto es asн: el fiscal juega con las cartas marcadas. Haga lo que haga, me encuentro en una posiciуn de inferioridad, y el objetivo del juicio es volver a encerrarme en una clнnica psiquiбtrica. —Lo sй. —Si quiero sobrevivir, tambiйn tengo que recurrir a mйtodos ilegales. Al final, Annika Giannini asintiу. —Cuando viniste a verme por primera vez me diste saludos de parte de Mikael Blomkvist. Me ha dicho que te lo ha contado casi todo sobre mн, excepto algunas cosas. Una de esas excepciones es la destreza que йl descubriу en mн cuando estuvimos en Hedestad. —Sн. —Se referнa a que soy cojonuda con los ordenadores. Tan cojonuda que puedo leer y copiar lo que hay en el ordenador del fiscal Ekstrцm. Annika Giannini palideciу. —Tъ no puedes implicarte en eso. Quiero decir que no puedes usar ese material en el juicio —le aclarу Lisbeth. —No, claro que no. —O sea, que no lo sabes. —De acuerdo. —En cambio, otra persona, digamos tu hermano, puede publicar determinadas partes de ese material. Eso lo debes tener en cuenta cuando planees nuestra estrategia de cara al juicio. —Entiendo. —Annika, este juicio lo ganarб quien utilice los mйtodos mбs duros. —Ya lo sй. —Estoy contenta contigo como abogada. Confнo en ti y necesito tu ayuda. —Mmm. —Pero si vas a ponerme trabas porque yo tambiйn empleo mйtodos poco йticos, entonces perderemos. —Sн. —Y si eso es asн, quiero saberlo ya. Pero me verй obligada a despedirte y buscar a otra persona. —Lisbeth, no puedo violar la ley. —-Tъ no vas a violar ninguna ley. Pero tienes que cerrar los ojos cuando yo lo haga. їPodrбs hacerlo? Lisbeth Salander esperу pacientemente durante casi un minuto hasta que Annika Giannini hizo un gesto afirmativo. —Bien. Dйjame que te ponga al tanto de las lнneas generales de mi presentaciуn. Hablaron durante mбs de dos horas. Tenнa razуn Monica Figuerola cuando dijo que el burek^ del restaurante bosnio era fantбstico. Mikael Blomkvist la mirу con disimulo mientras ella volvнa del cuarto de baсo. Se movнa con la gracia de una bailarina de ballet, pero su cuerpo era como... Mikael no podнa remediar sentirse fascinado. Reprimiу el impulso de alargar la mano y tocarle los mъsculos de las piernas. —їDesde cuбndo haces deporte? —preguntу. —Desde que era joven. —їY cuбntas horas por semana le dedicas? —Dos horas al dнa. A veces tres. —їPor quй? Quiero decir, entiendo por quй debe uno hacer ejercicio y todo eso, pero... —Te parece que es exagerado. -—No sй muy bien quй es lo que me parece. Ella sonriу y en absoluto pareciу irritarse por sus preguntas. —Tal vez sуlo sea que te molesta ver a una tнa con mъsculos y que piensas que es poco atractivo y poco femenino. —-No. En absoluto. Lo cierto es que te sienta bien. Te hace muy sexy. Ella volviу a reнrse. —Ahora estoy bajando el ritmo. Hace diez aсos me dediquй en serio al culturismo; me machaquй mucho en el gimnasio. Era divertido. Pero ahora debo tener cuidado para que todos los mъsculos no se conviertan en grasa y empiece a engordar. Asн que sуlo hago pesas una vez por semana y el resto del tiempo me dedico a correr, nadar, jugar al bбdminton y cosas por el estilo. Ejercicio mбs que entrenamiento duro. —Vale. —Si hago ejercicio es porque me resulta placentero. Es un fenуmeno normal entre los que nos entrenamos mucho. El cuerpo desarrolla una sustancia analgйsica que te crea adicciуn. Al cabo de un tiempo te produce sнndrome de abstinencia si no sales a correr todos los dнas. Es un subidуn enorme de bienestar darlo absolutamente todo. Casi tan bueno como el sexo. Mikael se riу. —Tъ tambiйn deberнas hacer ejercicio —dijo ella—. Se te empieza a notar la tripa. —Ya lo sй —respondiу—. Es un eterno cargo de conciencia. De vez en cuando me da la neura y salgo a correr para quitarme un par de kilos, pero luego me lнo con temas del trabajo y no hago nada durante uno o dos meses. -—Has estado bastante ocupado durante los ъltimos meses. De repente se puso serio. Luego asintiу. —En las ъltimas dos semanas he leнdo un montуn de cosas sobre ti —siguiу Monica Figuerola—. Le diste mil vueltas a la policнa cuando conseguiste localizar a Zalachenko e identificar a Niedermann. —Lisbeth Salander fue mбs rбpida. —їCуmo diste con Gosseberga? Mikael se encogiу de hombros. —Investigaciуn normal y corriente. No fui yo quien la encontrу sino nuestra secretaria de redacciуn, la actual redactora jefe, Malin Eriksson. Lo consiguiу a travйs del registro de sociedades. Niedermann era miembro de la junta de la empresa de Zalachenko, KAB. —Entiendo. —їPor quй te convertiste en activista de la Sдpo? —preguntу Mikael. —Lo creas o no, estoy tan pasada de moda como un demуcrata. Opino que la policнa es necesaria y que una democracia necesita una protecciуn polнtica. Por eso me siento muy orgullosa de poder trabajar para la protecciуn constitucional. —Mmm —dijo Mikael Blomkvist. —No te gusta la Sдpo. -—No me gustan las instituciones que estбn por encima del control parlamentario habitual: es una invitaciуn al abuso de poder, por muy buenas que sean las intenciones. їPor quй te interesa el deнsmo de la Antigьedad? Ella arqueу las cejas. —-Estabas leyendo un libro sobre ese tema en mi escalera. —Ah sн, es verdad. El tema me fascina. —-Aja. —Me interesan bastantes cosas. En mi йpoca de policнa estudiй Derecho y Ciencias Polнticas. Y antes hice algunos cursos de Historia de las ideas y Filosofнa. —їNo tienes ningъn defecto? —No leo ficciуn, nunca voy al cine y no veo mбs que las noticias de la tele. Y tъ, їpor quй te hiciste periodista? —Porque existen instituciones como la Sдpo en las que no hay transparencia ni control parlamentario y es preciso denunciarlas de vez en cuando. Mikael sonriу. -—Si te digo la verdad, no lo sй muy bien. Pero en realidad la respuesta es la misma que la tuya: creo en una democracia constitucional a la que hay que defender de vez en cuando. —Como hiciste con el financiero Hans-Erik Wennerstrцm. —Algo asн. —No estбs casado. їEstбs con Erika Berger? —Erika Berger estб casada. —Vale. De modo que todos esos rumores que circulan sobre vosotros no son mбs que chorradas... їTienes novia? —Ninguna fija. —Asн que esos rumores tambiйn son verdaderos... Mikael se encogiу de hombros y volviу a sonreнr. La redactora jefe Malin Eriksson estuvo trabajando en la mesa de la cocina de su casa de Бrsta hasta bien entrada la madrugada. Se pasу la noche con los ojos pegados a unas copias del presupuesto de Millennium y se la veнa tan ocupada que, al cabo de un rato, su novio, Antуn, desistiу en sus intentos de mantener una conversaciуn normal con ella. Asн que primero se puso a fregar y despuйs se preparу un intempestivo sandwich y un cafй. Luego la dejу en paz y se sentу ante la tele para ver una reposiciуn de CSI. Hasta ese momento, Malin Eriksson no habнa administrado en su vida mбs presupuesto que el domйstico, pero habнa visto cуmo Erika hacнa los balances mensuales, de manera que entendнa bien los principios. Ahora se habнa convertido de repente en redactora jefe, lo que conllevaba una cierta responsabilidad presupuestaria. Pasada la medianoche, decidiу que, ocurriera lo que ocurriese, necesitaba a alguien con quien hablar de esos temas. Su colega Ingela Oscarsson, que se encargaba de la contabilidad una vez por semana, no tenнa ninguna responsabilidad en cuanto al presupuesto y no era de ninguna ayuda cuando se trataba de decidir cuбnto pagarle a un freelance o si se podнan permitir una nueva impresora lбser cogiendo dinero de fondos distintos a los destinados a las mejoras tйcnicas. En la prбctica era una situaciуn ridicula; Millennium incluso producнa beneficios, pero eso era gracias al hecho de que Erika Berger siempre habнa hecho equilibrios para cerrar los balances con un presupuesto cero. Algo tan sencillo como una nueva impresora lбser de color de cuarenta y cinco mil coronas tenнa que convertirse en una de blanco y negro de ocho mil. Por un segundo, sintiу envidia de Erika Berger: en el SMP contaban con un presupuesto en el que un gasto asн se habrнa considerado calderilla. La situaciуn econуmica de Millennium resultу positiva en la ъltima junta anual, pero el excedente del presupuesto procedнa fundamentalmente del libro de Mikael Blomkvist sobre el asunto Wennerstrцm. La cantidad destinada a inversiones iba reduciйndose a un ritmo preocupante. Una de las causas que habнan contribuido a crear esa situaciуn eran los gastos de Mikael en relaciуn con la historia Salander. Millennium no disponнa de los recursos que se requerнan para mantener a un colaborador con un presupuesto corriente y hacer frente a todos los gastos que eso conllevaba, como coches de alquiler, habitaciones de hotel, taxis, compras de material de investigaciуn y telйfonos mуviles, y cosas similares. Malin le dio su visto bueno a una factura dt\freelance Daniel Olofsson de Gotemburgo. Suspirу. Mikael Blomkvist habнa aprobado una suma de catorce mil coronas para investigar, durante una semana, una historia que ni siquiera se iba a publicar. Los honorarios a un tal Idris Ghidi de Gotemburgo se incluнan en el presupuesto dedicado a honorarios de fuentes anуnimas cuyo nombre no se podнa mencionar, algo que provocarнa que el contable los criticara por la ausencia de recibos y que el asunto se convirtiera en un gasto que tendrнa que ser aprobado por la junta. Para mбs inri, Millennium le pagaba unos honorarios a Annika Giannini, que aunque ciertamente iba a ser retribuida con fondos pъblicos, necesitaba dinero para los billetes de tren y otros gastos. Dejу el bolнgrafo y se quedу mirando los totales obtenidos. Mikael Blomkvist se habнa fundido, sin ninguna consideraciуn, mбs de ciento cincuenta mil coronas en la historia Salander, lo cual se escapaba por completo del presupuesto. No podнa continuar asн.
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