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Tercera parte 4 страница



Llegу a la conclusiуn de que tenнa que hablar con йl.

En vez de relajarse tumbada en el sofб delante de la tele, Erika Berger se pasу la noche en el servicio de urgencias del hospital de Nacka. El trozo de cristal habнa penetrado tan profundamente que la herida no cesaba de sangrar y en el reconocimiento mйdico se vio que todavнa tenнa clavada en el talуn una punta de cristal que habнa que extraer. Le dieron anestesia local y luego cerraron la herida con tres puntos de sutura.

Todo el tiempo que Erika Berger permaneciу en el hospital se lo pasу blasfemando e intentando llamar, ora a Greger Backman, ora a Mikael Blomkvist. No obstante, ni su marido ni su amante se dignaban coger el telйfono. A eso de las diez de la noche le habнan puesto un fuerte vendaje. Le dejaron unas muletas y cogiу un taxi hasta su casa.

Cojeando de un pie y apoyбndose en algunos dedos del otro, le llevу un buen rato barrer y limpiar el salуn. Pidiу un nuevo cristal a Glasakuten. Tuvo suerte: habнa sido una noche tranquila en el centro y los de Glasakuten llegaron en veinte minutos. Luego la suerte la abandonу: el cristal del salуn era demasiado grande y en esos momentos no disponнan de un tamaсo asн. El operario se ofreciу a cubrir el ventanal, de forma provisional, con madera de contrachapado, algo que Erika aceptу agradecida.

Mientras colocaban la madera llamу al nъmero de telйfono de guardia de la compaснa de seguros NIP, esto es,

Nacka Integrated Protection, y preguntу por quй diablos la costosa alarma de la casa no se habнa activado cuando alguien tirу un ladrillo a travйs de la ventana mбs grande de su chalet de doscientos cincuenta metros cuadrados.

Un coche de la NIP pasу para echar un vistazo y se constatу que el tйcnico que en su dнa instalу la alarma se olvidу, al parecer, de conectar los hilos de esa ventana.

Erika Berger se quedу sin palabras.

La NIP se ofreciу a enmendar el error a la maсana siguiente. Erika contestу que no se molestaran. En su lugar, llamу al nъmero de guardia de Milton Security, explicу la situaciуn y dijo que querнa un sistema de alarma completo cuanto antes. «Sн, ya sй que hay que firmar un contrato, pero dile a Dragan Armanskij que soy Erika Berger... y aseguraos de que la alarma estй instalada maсana por la maсana.»

Por ъltimo, tambiйn llamу a la policнa. Le comunicaron que en esos momentos no habнa ningъn coche patrulla disponible para ir a tomar nota de la denuncia. Le aconsejaron que se dirigiera a la comisarнa mбs cercana al dнa siguiente. «Gracias.» Fuc\off.

Luego se quedу sola y, de la misma rabia, la sangre le hirviу durante un largo rato hasta que la adrenalina le empezу a bajar y se dio cuenta de que iba a pasar la noche sola en un chalet sin alarma mientras alguien que la estaba llamando puta y que mostraba tendencia a la violencia rondaba por los alrededores.

Se preguntу por un instante si no deberнa irse al centro y pasar la noche en un hotel, pero la verdad era que Erika Berger era una de esas personas que odiaban que la expusieran a amenazas y, mucho mбs, que la obligaran a doblegarse ante ellas. Joder, me cago en diez. No voy a dejar que un puto saco de mierda me eche de mi propia casa.

Sin embargo, tomу unas sencillas medidas de seguridad.

Mikael Blomkvist le habнa contado cуmo con un palo de golf Lisbeth Salander habнa despachado al asesino en serie Martin Vanger. Asн que saliу al garaje y estuvo diez minutos buscando su bolsa de golf, a la que llevaba unos quince aсos sin acercarse. Eligiу el palo de hierro que mejor swing tenнa y lo colocу a una distancia cуmoda de la cama de su dormitorio. Colocу unputter en la entrada y un palo mбs en la cocina. Cogiу un martillo de la caja de herramientas del sуtano y lo dejу en el cuarto de baсo contiguo al dormitorio.

Sacу su bote de gas lacrimуgeno de su bolso y lo puso en la mesilla de noche. Finalmente buscу una cuсa de goma, cerrу la puerta del dormitorio y metiу la cuсa por debajo. Luego casi deseу que ese maldito idiota que la llamaba puta y que se dedicaba a romper los cristales de su casa volviese durante la noche.

Cuando se sintiу satisfactoriamente escudada era ya la una de la madrugada. Debнa estar en el SMP a las ocho. Consultу su agenda y constatу que, a partir de las diez, tenнa concertadas cuatro reuniones. El pie le dolнa muchнsimo y cojeaba. Se desnudу y se metiу bajo las sбbanas. Como ella no utilizaba camisones, se preguntу si no deberнa ponerse una camiseta o algo asн, pero decidiу que, como habнa dormido desnuda desde que era adolescente, un ladrillo por la ventana del salуn no iba a cambiar sus hбbitos.

Luego, claro estб, se quedу despierta cavilando. Puta.

Habнa recibido nueve correos que contenнan la palabra «puta» y que parecнan proceder de distintas fuentes dentro de los medios de comunicaciуn. El primero llegу desde su misma redacciуn, pero el remitente era falso.

Saliу de la cama y cogiу el nuevo Dell laptop que le habнan dado nada mбs empezar a trabajar en el SMP.

El primer correo —que tambiйn era el mбs vulgar y amenazador y en el que le decнan que le dieran por el culo con un destornillador— habнa llegado el 16 de mayo, hacнa ya diez dнas.

El segundo apareciу dos dнas mбs tarde, el 18 de mayo.

Cesaron una semana y luego volviу a recibirlos, esta vez con un intervalo de aproximadamente veinticuatro horas. Despuйs, el ataque contra su casa. Puta.

Mientras tanto, Eva Carlsson, de cultura, habнa recibido unos cuantos correos idiotas que daban la impresiуn de proceder de la propia Erika. Y si Eva Carlsson habнa recibido ese tipo de correos, era perfectamente posible que el autor tambiйn se hubiese aplicado en otros lares: o sea, que mбs personas desconocidas por ella hubieran recibido supuestos correos de «ella».

Era un pensamiento desagradable.

Sin embargo, lo que mбs la preocupaba era el ataque contra su chalet de Saltsjуbaden.

Significaba que alguien se habнa molestado en ir allн, localizar su casa y tirar un ladrillo por la ventana. El ataque habнa sido preparado: el agresor se habнa traнdo un bote de pintura en spray. Un instante despuйs se quedу helada cuando se dio cuenta de que posiblemente hubiera que aсadir otra agresiуn a la lista; alguien le habнa pinchado las cuatro ruedas del coche cuando pasу la noche con Mikael Blomkvist en el Hilton de Slussen.

La conclusiуn resultaba tan obvia como desagradable: un stalker andaba tras ella.

Ahн fuera habнa ahora una persona que, por razones desconocidas, se dedicaba a acosar a Erika Berger.

Que la casa de Erika fuese objeto de un ataque resultaba comprensible: estaba donde estaba y era difнcil esconderla o cambiarla de lugar. Pero que su coche hubiese sido objeto de un ataque mientras se encontraba aparcado en una calle cualquiera del barrio de Sodermalm querнa decir que el stalker siempre rondaba a su alrededor.


Capнtulo 18

Jueves, 2 de junio

 

Una llamada de mуvil despertу a Erika Berger a las nueve menos cinco.

—Buenos dнas, seсora Berger. Dragan Armanskij. Tengo entendido que anoche sucediу algo.

Erika contу lo ocurrido y preguntу si Milton Security podнa reemplazar a Nacka Integrated Protection.

—Por lo menos sabemos instalar una alarma y hacer que funcione —dijo Armanskij con sarcasmo—. El problema es que el coche mбs cercano del que disponemos por las noches se encuentra en el centro de Nacka. Tardarнa en llegar unos treinta minutos. Si aceptamos el trabajo, tendrнa que sacar su casa a contrata: hemos firmado un acuerdo de colaboraciуn con una empresa local, Adam Sбkerhet, de Fisksбtra, cuyo tiempo de llegada serнa de unos diez minutos si nada falla.

—Es mejor que la NIP, que no aparece.

—Quiero informarle de que se trata de una empresa familiar compuesta por el padre, dos hijos y un par de primos. Griegos, buena gente; conozco al padre desde hace muchos aсos. Tienen cobertura unos trescientos veinte dнas al aсo. Cuando ellos no pueden acudir, por vacaciones u otras razones, me lo comunican con antelaciуn y entonces es nuestro coche de Nacka el que estб disponible.

—Me parece muy bien.

—Le voy a enviar una persona. Se llama David Rosin y puede que ya estй en camino. Va a hacer un anбlisis de seguridad. Si no va a estar ahн, necesitarб las llaves y su permiso para revisarlo todo de arriba abajo. Harб fotos de la casa, del jardнn y de los alrededores.

—De acuerdo.

—Rosin tiene mucha experiencia. Luego le haremos una propuesta de medidas de seguridad. La tendrб lista en unos cuantos dнas. Comprende alarma antiagresiуn, seguridad contra incendios, evacuaciуn y protecciуn ante posibles intrusos.

—Vale.

—Si ocurre algo tambiйn queremos que sepa lo que debes hacer durante los diez minutos que tarda en llegar el coche de Fisksбtra.

-їSн?

—Esta misma tarde le instalaremos la alarma. Despuйs habrб que firmar el contrato.

Inmediatamente despuйs de la llamada de Dragan Armanskij Erika se dio cuenta de que se habнa dormido. Cogiу el mуvil, llamу al secretario de redacciуn Peter Fredriksson, le explicу que se habнa hecho daсo y le pidiу que cancelara la reuniуn de las diez.

—їNo te encuentras bien? —preguntу.

—Me he hecho un corte en el pie —dijo Erika—. Irй en cuanto pueda. Cojeando.

Lo primero que hizo fue ir al baсo contiguo al dormitorio. Luego se puso unos pantalones negros y le cogiу a su marido una zapatilla que podrнa colocarse en el pie lesionado. Eligiу una blusa negra y fue a por una americana. Antes de quitar la cuсa de goma de debajo de la puerta del dormitorio se armу con el bote de gas lacrimуgeno.

Recorriу la casa en estado de mбxima alerta, se dirigiу a la cocina y encendiу la cafetera elйctrica. Desayunу en la mesa, atenta constantemente a cualquier ruido que se produjera alrededor. Acababa de servirse un segundo cafй cuando David Rosin, de Milton Security, llamу a la puerta.

Monica Figuerola fue paseando hasta Bergsgatan y reuniу a sus cuatro colaboradores para una temprana charla matutina.

—Ahora tenemos un deadline —dijo Monica Figuerola—. Nuestro trabajo tiene que estar para el trece de julio, fecha del juicio de Lisbeth Salander. Asн que nos queda un mes y pico. Hagamos una puesta en comъn y decidamos quй cosas son las mбs importantes ahora mismo. їQuiйn quiere empezar?

Berglund se aclarу la voz.

—Ese hombre rubio que se ve con Mбrtensson... їquiйn es?

Todos asintieron con la cabeza. Iniciaron la conversaciуn:

—Tenemos fotos suyas, pero ni idea sobre cуmo dar con йl. No podemos salir con una orden de busca y captura.

—їY Gullberg? Tiene que haber un hilo del que tirar. Trabajу para la Policнa Secreta del Estado desde principios de los aсos cincuenta hasta 1964, cuando se fundу la DGP/Seg. Luego desapareciу.

Figuerola asintiу.

—їDebemos sacar la conclusiуn de que el club de Zalachenko fue algo que se fundу en 1964? O sea, їmucho antes de que llegara Zalachenko?

—El objetivo tuvo que ser otro: una organizaciуn secreta dentro de la organizaciуn.

—Eso fue despuйs de lo de Wennerstrцm. Todo el mundo andaba paranoico.

—їUna especie de policнa de espнas secreta?

—La verdad es que hay algunos casos paralelos en el extranjero. En Estados Unidos se creу en los aсos sesenta un grupo especial de cazadores internos de espнas dentro de la CIA. Fue liderado por un tal James Jesъs Angleton y estuvo a punto de dar al traste con toda la CIA. La pandilla de Angleton se componнa de fanбticos y paranoicos: sospechaban que todos los de la CIA eran agentes rusos. Uno de los resultados de sus empeсos fue que gran parte de la actividad de la CIA quedara prбcticamente paralizada.

—Pero eso no son mбs que especulaciones... —їDуnde se guardan los antiguos expedientes del personal?

—Gullberg no figura ahн. Ya lo he buscado.

—їY el presupuesto? Una operaciуn asн debe ser financiada de alguna manera...

Siguieron hablando hasta la hora de la comida, cuando Monica Figuerola se disculpу y se fue al gimnasio para poder reflexionar con tranquilidad.

Erika Berger entrу cojeando en la redacciуn del SMP a mediodнa. Le dolнa tanto el pie que no podнa apoyar la planta ni lo mбs mнnimo. Fue saltando a la pata coja hasta su jaula de cristal y, aliviada, se dejу caer en la silla. Peter Fredriksson la vio desde el lugar que ocupaba en el mostrador central. Ella le hizo seсas para que viniera.

—їQuй te ha pasado? —preguntу. —Pisй un trozo de cristal que se rompiу y se quedу dentro del talуn.

—Pues vaya gracia...

—Pues sн, vaya gracia. Peter, їalguien ha recibido algъn nuevo correo electrуnico raro? —Que yo sepa no.

—Vale. Estate atento. Quiero saber si estб pasando algo extraсo en torno al SMP.

—їQuй quieres decir?

—Me temo que algъn chalado estб mandando correos envenenados y que me ha elegido a mн como su vнctima. Asн que quiero que me informes si te enteras de algo.

—їTipo el correo que recibiу Eva Carlsson?

—Cualquier historia que te parezca rara. Yo he recibido un montуn de correos absurdos que me acusan de todo y que proponen diversas cosas perversas que deberнan hacerse conmigo.

El rostro de Peter Fredriksson se ensombreciу.

—їDurante cuбnto tiempo?

—Un par de semanas. Venga, ahora cuйntame: їquй vamos a poner en el periуdico maсana? —Mmm. —їMmm quй?

—Holm y el jefe de la redacciуn de asuntos jurнdicos estбn en pie de guerra. —Vale, y їpor quй?

—Por Johannes Frisk. Has prolongado su suplencia y le has encargado un reportaje, y йl no quiere comentar de quй va.

—No puede hacerlo. Ordenes mнas.

—Eso es lo que йl dice. Lo cual ha provocado que Holm y la redacciуn de asuntos jurнdicos estйn molestos contigo.

—Entiendo. Concierta una reuniуn con ellos para esta tarde a las tres; se lo explicarй.

—Holm estб bastante mosqueado...

—Y yo estoy bastante mosqueada con йl, asн que estamos en paz.

—Estб tan mosqueado que se ha quejado a la junta.

Erika levantу la vista. Mierda. Tengo que ocuparme del tema de Borgsjу.

—Borgsjу viene esta tarde y quiere reunirse contigo. Sospecho que es por Holm.

—De acuerdo. їA quй hora? —A las dos.

Empezу a repasar la agenda del mediodнa.

El doctor Anders Jonasson visitу a Lisbeth Salander durante la comida. Ella apartу un plato de verduras en salsa. Como siempre, le realizу un breve reconocimiento, pero ella notу que йl ya no ponнa tanto empeсo. —Estбs bien —constatу.

—Mmm. Deberнas hacer algo con la comida de este sitio.

—їCon la comida?

—їNo podrнas conseguirme una pizza o algo asн? —Lo siento. El presupuesto no da para tanto. —Me lo imaginaba.

—Lisbeth, maсana tendremos una reuniуn para hablar de tu estado de salud... —Entiendo. Ya estoy bien.

—Estбs lo suficientemente bien como para que te trasladen a Estocolmo, a los calabozos de Kronoberg. Ella asintiу.

—A lo mejor podrнa prolongar el traslado una semana mбs, pero mis colegas empezarнan a sospechar. —No lo hagas. —їSeguro?

Ella hizo un gesto afirmativo.

—Estoy preparada. Y tarde o temprano tenнa que ocurrir.

—Vale —dijo Anders Jonasson—. Entonces maсana darй luz verde para que te trasladen. Lo cual significa que es muy probable que lo hagan de inmediato.

Ella asintiу.

—Es posible, incluso, que lo hagan este mismo fin de semana. La direcciуn del hospital no te quiere aquн. —Lo entiendo.

—Y... bueno, tu juguete...

—Se quedarб en el hueco de detrбs de la mesilla. Ella seсalу el sitio. —-De acuerdo.

Permanecieron un momento en silencio antes de que Anders Jonasson se levantara.

—Tengo que ver a otros pacientes mбs necesitados de mi ayuda.

—Gracias por todo. Te debo una.

—Sуlo he hecho mi trabajo.

—No. Has hecho bastante mбs. No lo olvidarй.

Mikael Blomkvist entrу en el edificio de la jefatura de policнa de Kungsholmen por la puerta de Polhemsgatan. Monica Figuerola lo recibiу y lo acompaсу hasta las dependencias del Departamento de protecciуn constitucional. Mientras subнan en el ascensor, en silencio, se miraron de reojo.

—їEs realmente una buena idea que yo me deje ver por aquн? —preguntу Mikael—. Alguien podrнa descubrirme y empezar a preguntarse cosas.

Monica Figuerola asintiу.

—Esta serб la ъnica reuniуn que mantengamos aquн. En lo sucesivo nos veremos en un pequeсo local que hemos alquilado junto a Fridhemsplan. Nos darбn las llaves maсana. Pero no pasa nada. Protecciуn constitucional es una unidad pequeсa y prбcticamente autosuficiente de la que nadie de la DGP/Seg se preocupa. Y no estamos en la misma planta que el resto de la Sдpo.

Saludу a Torsten Edklinth con un simple movimiento de cabeza, sin extenderle la mano, y a dos colaboradores que, por lo visto, formaban parte de la investigaciуn de Edklinth. Se presentaron como Stefan y Anders. Mikael advirtiу que no dijeron sus apellidos.

—їPor dуnde empezamos? —preguntу Mikael.

—ї"Quй os parece si empezamos por servirnos un poco de cafй? Monica...

—Sн, por favor —dijo Monica Figuerola.

Mikael se percatу de que el jefe de protecciуn constitucional vacilу un segundo antes de levantarse e ir a por la cafetera para traerla hasta la mesa donde ya habнan puesto las tazas; sin duda, Torsten Edklinth habrнa preferido que eso lo hubiera hecho Monica Figuerola. Pero tambiйn se percatу de que Edklinth sonriу para sн, algo que Mikael interpretу como una buena seсal. Luego Edklinth se puso serio.

—Para serte sincero, no sй muy bien cуmo manejar esta situaciуn: que haya un periodista presente en las reuniones de trabajo de la policнa de seguridad debe de ser un hecho singular. Como ya sabйis, lo que aquн se va a tratar es, en muchos aspectos, informaciуn clasificada.

—No me interesan los secretos militares; me interesa el club de Zalachenko —dijo Mikael.

—Pero es necesario que encontremos un equilibrio entre nuestros intereses. Primero: los colaboradores aquн presentes no serбn mencionados en tus escritos.

—De acuerdo.

Edklinth mirу asombrado a Mikael Blomkvist.

—Segundo: sуlo te comunicarбs conmigo o con Monica Figuerola. Seremos nosotros los que decidamos quй informaciуn podemos compartir contigo.

—Si tienes una larga lista de exigencias, deberнas habйrmelo comentado ayer.

—Ayer todavнa no me habнa dado tiempo a reflexionar sobre el tema.

—Entonces te dirй una cosa: йsta es, sin duda, la primera y la ъltima vez en toda mi carrera profesional que le voy a contar a un policнa el contenido de un artнculo que aъn no ha sido publicado. Asн que, como tъ mismo has dicho... para serte sincero, no sй muy bien cуmo manejar esta situaciуn.

Un breve silencio se instalу en torno a la mesa. —Quizб...

—їQuй os parece si...?

Edklinth y Monica Figuerola se pusieron a hablar al mismo tiempo y, acto seguido, se callaron.

—Yo le sigo la pista al club de Zalachenko. Vosotros querйis procesar al club de Zalachenko. Centrйmonos en eso nada mбs.

Edklinth asintiу.

—їQuй tenйis?

Edklinth dio cuenta del resultado de las pesquisas de Monica Figuerola y su grupo. Mostrу la foto de Evert Gullberg acompaсado del coronel espнa Stig Wennerstrцm.

—Bien. Quiero una copia de esa foto.

—La tienes en el archivo de Бhlйn & Бkerlund —dijo Monica Figuerola.

—La tengo delante de mis ojos. Con un texto al dorso —replicу Mikael.

—De acuerdo. Dale una copia —le ordenу Edklinth.

—Eso quiere decir que Zalachenko fue asesinado por la Secciуn.

—Un asesinato y un intento de suicidio cometidos por un hombre que, ademбs, se estб muriendo de cбncer. Gullberg sigue vivo, pero los mйdicos le dan, como mucho, un par de semanas. Tras su intento de suicidio, sufre lesiones cerebrales de tal calibre que prбcticamente se ha convertido en un vegetal.

—Y se trata de la persona que era el principal responsable de Zalachenko cuando йste desertу.

—їCуmo lo sabes?

—Gullberg se reuniу con Thorbjцrn Fдlldin seis semanas despuйs de la deserciуn de Zalachenko. —їPuedes probarlo?

—Sн. El libro de visitas de la Cancillerнa del Gobierno de Rosenbad. Gullberg acompaсу al que era jefe de la DGP/Seg por aquel entonces.

—Que ya ha fallecido.

—Pero Fдlldin vive y estб dispuesto a hablar del asunto.

—їHas...?

—No, yo no he hablado con Fдlldin. Pero otra persona sн lo ha hecho. No puedo decir quiйn. Protecciуn de fuentes.

Mikael explicу cуmo habнa reaccionado Fдlldin a la informaciуn sobre Zalachenko y cуmo йl mismo habнa ido a Holanda para entrevistar a Janeryd.

—Asн que el club de Zalachenko se esconde en algъn sitio de esta casa —dijo Mikael, seсalando la foto con el dedo.

—En parte. Pensamos que se trata de una organizaciуn dentro de la organizaciуn. El club de Zalachenko no podrнa existir sin el apoyo de ciertas personas clave de aquн dentro. Pero creemos que la llamada Secciуn para el Anбlisis Especial se estableciу en algъn lugar fuera del edificio.

—O sea, que una persona puede ser contratada por la Sдpo, cobrar la nуmina de la Sдpo y luego, en realidad, trabajar para otro jefe.

-—Mбs o menos.

—Entonces, їquiйn ayuda al club de Zalachenko aquн dentro?

—Aъn no lo sabemos. Pero tenemos algunos sospechosos.

—Mбrtensson —propuso Mikael. Edklinth asintiу.

—Mбrtensson trabaja para la Sдpo, pero cuando lo necesitan en el club de Zalachenko lo sacan de su puesto habitual —dijo Monica Figuerola.

—їY cуmo se hace eso en la prбctica?

—Muy buena pregunta —dijo Edklinth con una ligera sonrisa—. їNo te gustarнa empezar a trabajar con nosotros ?

—En la vida —respondiу Mikael.

—Sуlo estaba bromeando. Pero es la pregunta lуgica. Tenemos un sospechoso, aunque todavнa no podemos probar nada.

—A ver... Debe de ser alguien con poderes administrativos.

—Sospechamos del jefe administrativo Hans Shenke —dijo Monica Figuerola.

—Y aquн nos topamos con el primer escollo —aclarу Edklinth—. Te hemos dado un nombre, pero el dato no estб documentado. їCуmo piensas actuar?

—No puedo publicar un nombre sin tener pruebas contra йl. Si Shenke es inocente, denunciarб a Millennium por difamaciуn.

—Bien. Entonces estamos de acuerdo. Esta colaboraciуn debe basarse en una confianza mutua. Te toca. їQuй tienes?

—Tres nombres —contestу Mikael—. Los dos primeros fueron miembros del club de Zalachenko en los aсos ochenta.

Edklinth y Figuerola aguzaron el oнdo.

—Hans von Rottinger y Fredrik Clinton. Rottinger ha muerto. Clinton se ha retirado. Pero los dos formaban parte del cнrculo mбs нntimamente vinculado a Zalachenko.

—їY el tercer nombre? —quiso saber Edklinth.

—Teleborian estб relacionado con una persona a la que llaman Joсas. Ignoramos su apellido pero sabemos que forma parte del club de Zalachenko, promociуn del 2005... Lo cierto es que hemos llegado a creer que quizб sea йl quien aparece con Mбrtensson en las fotos del Copacabana.

—їY cуmo surge el nombre de Joсas?

—Lisbeth Salander ha pirateado el ordenador de Peter Teleborian y hemos podido leer correspondencia que demuestra que Peter Teleborian estб conspirando con ese tal Joсas de la misma manera que conspirу con Bjцrck en 1991. Joсas le da instrucciones a Teleborian. Y ahora llegamos al segundo escollo —dijo Mikael, sonriendo a Edklinth—. Yo puedo probar mis afirmaciones, pero no puedo daros la documentaciуn sin revelar una fuente. Tenйis que confiar en mн. Edklinth parecнa pensativo.

—Tal vez se trate de algъn colega de Teleborian de Uppsala —imaginу—. De acuerdo. Empezamos con Clinton y Von Rottinger. Cuйntanos quй sabes.

El presidente de la junta directiva, Magnus Borgsjу, recibiу a Erika Berger en su despacho, contiguo a la sala de reuniones de la junta. Parecнa preocupado.

—Me han dicho que te has hecho daсo —comentу, seсalando el pie de Erika.

—-Se me curarб —respondiу Erika para, acto seguido, apoyar las muletas contra la mesa y sentarse en la silla.

—Bueno, eso estб bien. Erika, ya llevas aquн un mes y yo querнa reunirme contigo para que tuviйramos ocasiуn de hacer un balance de todo este tiempo. їCуmo va todo?

Tengo que hablar de lo de Vitavara con йl. Pero їcуmo? ї Cuбndo?

—Empiezo a hacerme una idea. Hay dos aspectos bбsicos que querнa comentarte: por un lado, como ya sabes, el SMP tiene problemas econуmicos y el presupuesto estб a punto de hundir al periуdico; por el otro, hay una increнble cantidad de carroсa en la redacciуn.

—їNo hay nada positivo?

—Sн. Un montуn de periodistas profesionales que saben cуmo hacer su trabajo. El problema es que hay otros que no les dejan hacerlo.

—Holm ha hablado conmigo...

—Ya lo sй.

Borgsjу arqueу las cejas.

—Tiene unas cuantas opiniones con respecto a ti. Casi todas son negativas.

—No pasa nada. Yo tambiйn tengo las mнas sobre йl.

—їNegativas? Pues si no podйis trabajar juntos...

—Yo no tengo ningъn problema en trabajar con йl. Es йl quien lo tiene conmigo.

Erika suspirу.

—Me saca de quicio. Holm ya estб muy rodado y es sin duda uno de los jefes de Noticias mбs competentes que he conocido. Pero eso no quita que sea un hijo de puta. Anda intrigando y creando desconfianzas entre el personal. Llevo veinticinco aсos en los medios de comunicaciуn y nunca me he encontrado con un jefe asн.

—En un puesto como el suyo la mano dura se hace imprescindible. Le presionan desde todos los lados.

—Mano dura vale, pero no ser un imbйcil. Por desgracia, Holm es un desastre y una de las razones principales por las que resulta prбcticamente imposible que los colaboradores trabajen en equipo. Su lema parece ser «Divide y vencerбs».

—Palabras duras.

—Le darй un mes mбs para que cambie su actitud. Luego lo relevarй de su cargo.

—No puedes hacer eso. Tu trabajo no consiste en cargarte la estructura de la organizaciуn.

Erika se callу y observу al presidente de la junta.

—Perdona que te lo recuerde, pero me has contratado para eso. Incluso hemos redactado un contrato que me da vнa libre para realizar los cambios que considere necesarios dentro de la redacciуn. Mi trabajo consiste en renovar el periуdico y eso no se conseguirб sin modificar la organizaciуn y los hбbitos laborales.

—Holm ha consagrado toda su vida al SMP.

—Sн. Pero tiene cincuenta y ocho aсos y se jubilarб dentro de seis, y no me puedo permitir que sea una carga durante todo ese tiempo. No me malinterpretes, Magсus. Desde el mismo instante en que me sentй en esa jaula de cristal, la misiуn de mi vida pasу a consistir en mejorar la calidad del SMP y en aumentar la tirada. Holm es libre de elegir entre hacer las cosas a mi manera o hacer lo que quiera. Pero yo voy a quitar de en medio a la persona que se interponga en mi camino o que, de uno u otro modo, intente hacer daсo al SMP.

Joder... tengo que sacar el tema de Vitavara. Van a despedir a Borgsjу.

De repente Borgsjу sonriу.

—Veo que a ti tampoco te falta mano dura.

—No, y en este caso es lamentable porque no deberнa ser necesaria. Mi trabajo es hacer un buen periуdico y eso sуlo se consigue con una direcciуn que funcione y unos colaboradores que estйn a gusto.

Tras la reuniуn con Borgsjу, Erika volviу cojeando a su jaula de cristal. Se sentнa incуmoda. Habнa hablado con Borgsjу durante cuarenta y cinco minutos sin comentar ni una sola palabra sobre Vitavara. Dicho de otra forma: no habнa sido especialmente directa ni sincera con йl.

Cuando Erika encendiу su ordenador vio que habнa recibido un correo de MikBlom@millennium.nu. Como sabнa muy bien que en Millennium no existнa tal direcciуn, no le fue demasiado difнcil deducir que su cyber stalker volvнa a dar seсales de vida. Abriу el correo:

їCREES QUE BORGSJO VA A PODER SALVARTE, PUTITA? їQUЙ TAL EL PIE?

Automбticamente levantу la vista y observу a la redacciуn. Su mirada se depositу en Holm. El la estaba mirando. Luego йl la saludу con la cabeza y le sonriу.

«Es alguien del SMP el que estб escribiendo los correos,» pensу Erika.

La reuniуn del Departamento de protecciуn constitucional no terminу hasta las cinco. Acordaron celebrar otra la semana siguiente y decidieron que Mikael Blomkvist se dirigiera a Monica Figuerola si necesitaba contactar antes con la DGP/Seg. Mikael cogiу el maletнn de su portбtil y se levantу.

—їCуmo salgo de aquн? —preguntу.

—No creo que sea buena idea que andes solo por ahн —respondiу Edklinth.

—Te acompaсo —se apresurу a decir Monica Figuerola—. Espйrame unos minutos, voy a recoger las cosas de mi despacho.

Al salir, atravesaron juntos el parque de Kronoberg en direcciуn a Fridhemsplan.

—їY ahora quй? —quiso saber Mikael.

—Estaremos en contacto —contestу Monica Figuerola.

—Me empieza a gustar estar en contacto con la Sдpo —dijo Mikael, mostrбndole una sonrisa.

—їTe apetece cenar conmigo esta noche? —le soltу Monica Figuerola.

—їEl bosnio otra vez?

—No, no me puedo permitir cenar fuera todas las noches. Estaba pensando mбs bien en algo sencillo en mi casa.



  

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