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Tercera parte 10 страница



Susanne levantу la mirada y se topу con los ojos de Peter Fredriksson.

—Ya era una puta entonces.

—Fascinante —dijo Susanne Linder.

—Se tirу a todos los chicos del instituto.

—Lo dudo.

—Era una maldita...

—No me lo digas: no te dejу que le quitaras las bragas. їA que no?

—Me tratу como a una mierda. Se riу de mн. Y cuando empezу en el SMP, ni siquiera me reconociу.

—Ya, ya —le espetу Susanne Linder cansinamente—. Y ahora me vendrбs con eso de que has tenido una infancia muy dura. Vale, їpodemos hablar ya en serio?

—їQuй quieres?

—No soy policнa —le aclarу Susanne Linder—. Soy alguien que se encarga de gente como tъ.

Esperу y dejу que la imaginaciуn de йl hiciera el trabajo.

—Quiero saber si has colgado sus fotos en Internet. Йl negу con la cabeza. —їSeguro? Йl asintiу.

—Serб Erika Berger quien decida si quiere poner una denuncia contra ti por acoso, amenazas ilнcitas y allanamiento de morada o si, por el contrario, prefiere llegar a un acuerdo contigo.

Йl no dijo nada.

—Si ella decide pasar de ti, que me parece que es el ъnico desgaste de energнa que te mereces, yo te vigilarй. Levantу la porra en el aire.

—Si alguna vez te acercas a la casa de Erika Berger o le envнas un correo o la acosas de alguna otra manera, yo volverй a verte. Y te darй tal somanta de palos que no te reconocerб ni tu madre. їMe has entendido?

Йl no dijo nada.

—En otras palabras, el final de esta historia estб en tus manos. їTe interesa? Asintiу lentamente.

—En ese caso yo convencerй a Erika Berger para que permita que te vayas. No te molestes en aparecer por el trabajo; estбs despedido a efectos inmediatos.

Йl asintiу.

—Desaparecerбs de su vida y de Estocolmo. Me importa una mierda lo que hagas o adonde vayas. Bъscate un trabajo en Gotemburgo o en Malmц. Pide la baja. Haz lo que quieras. Pero deja en paz a Erika Berger.

Asintiу.

—їEstamos de acuerdo?

De repente Peter Fredriksson se echу a llorar.

—No querнa hacerle daсo —dijo—. Sуlo querнa...

—Sуlo querнas convertir su vida en un infierno y lo has conseguido. їTengo tu palabra? Asintiу.

Ella se agachу, lo puso boca abajo y le quitу las esposas. Se llevу la bolsa de Konsum con la vida de Erika Berger y lo dejу tirado en el suelo.

Eran las dos y media de la madrugada del lunes cuando Susanne Linder saliу por el portal del edificio de Peter Fredriksson. Su primera intenciуn fue esperar hasta el dнa siguiente, pero luego pensу que, si se hubiese tratado de ella, le habrнa gustado enterarse esa misma noche. Ademбs, su coche seguнa aparcado en Saltsjуbaden. Llamу a un taxi.

Greger Backman abriу la puerta antes de que le diera tiempo a tocar el timbre. Llevaba vaqueros y no parecнa reciйn despertado.

—їEstб despierta Erika? —preguntу Susanne Linder.

Asintiу.

—їHay novedades? —preguntу.

Susanne asintiу y sonriу.

—Entra. Estamos hablando en la cocina.

Entrу.

—Hola, Berger —dijo Susanne Linder—. Deberнas intentar dormir de vez en cuando. —їQuй ha pasado? Le dio la bolsa de Konsum.

—A partir de ahora Peter Fredriksson promete dejarte en paz. Sabe Dios si nos podemos fiar de una promesa tal, pero si mantiene su palabra, nos causarб menos quebraderos de cabeza que poner la denuncia y pasar por un juicio. Tъ decides.

—їEse/?

Susanne Linder asintiу. Greger Backman sirviу cafй, pero Susanne lo rechazу: llevaba unos cuantos dнas tomando demasiado cafй. Se sentу y les contу lo que habнa ocurrido esa misma noche ante su misma casa.

Erika Berger permaneciу en silencio un largo rato. Luego se levantу, subiу a la planta superior y volviу con su ejemplar del anuario del instituto. Contemplу la cara de Peter Fredriksson durante mucho tiempo.

—Lo recuerdo —terminу diciendo—. Pero no tenнa ni idea de que se trataba del mismo Peter Fredriksson que trabajaba en SMP. Hasta que no lo he visto aquн ni siquiera me acordaba de su nombre.

—їQuй pasу? —preguntу Susanne Linder.

—Nada. Absolutamente nada. El era un chico callado y sin ningъn tipo de interйs que estaba en otra clase del mismo curso. Creo que estuvimos juntos en alguna asignatura. Francйs, si no recuerdo mal.

—Me dijo que pasaste de йl.

Erika asintiу.

—Es posible. Yo no lo conocнa y no formaba parte de nuestra pandilla.

—їLe acosasteis o algo parecido?

—ЎNo, por Dios! Nunca he aprobado ese tipo de cosas. En el instituto tenнamos campaсas en contra del acoso escolar y yo era la presidenta del consejo de alumnos. No puedo recordar que se dirigiera a mн ni una sola vez ni que intercambiara una sola palabra con йl.

—Vale —dijo Susanne Linder—. Lo que estб claro, en cualquier caso, es que te guardaba bastante rencor. Ha estado de baja durante dos largos perнodos por estrйs y porque sufriу un colapso. Quizб las causas de esas bajas fueran otras que no conocemos.

Se levantу y se puso la cazadora de cuero.

—Me llevo su disco duro. Tйcnicamente se trata de material robado y no deberнas tenerlo aquн. No te preocupes, lo destrozarй nada mбs llegar a casa.

—Espera, Susanne... їCуmo voy a poder agradecerte esto?

—Bueno, me puedes apoyar cuando toda la furia desatada de Dragan Armanskij me caiga encima como una tormenta del cielo.

Erika la contemplу seriamente.

—їTe la has jugado con esto?

—No sй... la verdad es que no lo sй.

—Podemos pagarte por...

—No. Pero Armanskij quizб te facture esta noche. Espero que sн, porque significarб que aprueba lo que he hecho y, entonces, difнcilmente podrб despedirme.

—Me asegurarй de que me pasa la factura.

Erika Berger se levantу y le dio un largo abrazo a Susanne Linder.

—Gracias, Susanne. Si alguna vez necesitas ayuda, aquн tienes a una amiga. Sea lo que sea.

—Gracias. No dejes esas fotos en cualquier lugar. Por cierto, Milton Security te puede instalar unos armarios de seguridad muy chulos.

Erika Berger sonriу.


Capнtulo 22

Lunes, 6 de junio

 

El lunes, Erika Berger se despertу a las seis de la maсana. A pesar de no haber dormido mбs que un par de horas se sentнa extraсamente descansada. Supuso que se trataba de algъn tipo de reacciуn fнsica. Por primera vez en muchos meses, se puso ropa de hacer footing y saliу a correr a un ritmo furioso hasta el muelle del barco de vapor. Sin embargo, lo de furioso sуlo fue verdad durante unos cuantos centenares de metros; luego su lesionado talуn empezу a dolerle tanto que aminorу la marcha y continuу corriendo con mбs parsimonia. Disfrutaba del dolor del pie a cada paso que daba.

Se sentнa renacida. Era como si el Hombre de la guadaсa hubiera pasado por delante de su puerta y, en el ъltimo momento, hubiera cambiado de opiniуn y continuado hasta la casa del vecino. No le entraba en la cabeza la suerte que habнa tenido: Peter Fredriksson habнa tenido sus fotos durante cuatro dнas y no habнa hecho nada con ellas. El escaneado que habнa realizado daba a entender que tenнa algo en mente pero que aъn no lo habнa llevado a cabo.

Pasase lo que pasara, este aсo sorprenderнa a Susanne Linder con un regalo de Navidad caro. Pensarнa en algo especial.

A las siete y media dejу que Greger siguiera durmiendo, se sentу en su BMW y condujo hasta la redacciуn del SMP, en Norrtull. Aparcу en el garaje, cogiу el ascensor hasta la redacciуn y se instalу en su cubo de cristal. La primera medida que tomу fue llamar a un conserje.

—Peter Fredriksson ha dimitido del SMP a efectos inmediatos —dijo—. Coge sus pertenencias personales de su mesa, mйtelas en una caja y envнasela a su casa esta misma maсana.

Contemplу el mostrador de noticias. Anders Holm acababa de llegar. Sus miradas se encontraron y йl la saludу con un movimiento de cabeza.

Ella le devolviу el saludo.

Holm era un cabrуn, pero tras el enfrentamiento que tuvieron unas cuantas semanas atrбs habнa dejado de crear problemas. Si continuara mostrando esa misma actitud, quizб sobreviviera como jefe de Noticias. Quizб.

Sintiу que era capaz de cambiar el rumbo del barco.

A las 8.45divisу a Borgsjу cuando йste saliу del ascensor y desapareciу por la escalera interna para dirigirse a su despacho, en la planta de arriba. Tengo que hablar con йl hoy mismo.

Fue a por cafй y le dedicу un rato a la agenda de la maсana: se presentaba pobre en noticias. El ъnico texto interesante lo constituнa una noticia breve que comunicaba de forma asйptica que el domingo Lisbeth Salander habнa abandonado el hospital y que ya se le habнa aplicado la prisiуn preventiva. Dio su visto bueno y se lo enviу a Anders Holm.

A las 8.59Borgsjу la llamу.

—Berger: sube ahora mismo a mi despacho.

Luego colgу.

Magnus Borgsjу estaba lнvido cuando Erika Berger abriу la puerta. Se puso de pie, se la quedу mirando y dio un buen golpe en la mesa con una pila de papeles.

—їQuй cono es esto? —le gritу.

A Erika Berger se le encogiу el corazуn. Le bastу con echarle un vistazo a la portada para saber quй era lo que Borgsjу se habнa encontrado esa maсana en su correo.

A Fredriksson no le habнa dado tiempo a hacer nada con las fotos de Erika. Pero sн a enviarle el reportaje de Henry Cortez a Borgsjу.

Erika se sentу tranquilamente delante de йl.

—Eso es un texto que el reportero Henry Cortez ha escrito y que la revista Millennium tenнa intenciуn de publicar en el nъmero que saliу hace una semana.

Borgsjу daba la impresiуn de estar desesperado.

—їCуmo cono te atreves? Yo te traigo al SMP y lo primero que haces es empezar a conspirar contra mн. їQuй tipo de puta mediбtica eres?

Erika Berger entornу levemente los ojos y se quedу gйlida. Ya estaba harta de la palabra «puta».

—їPiensas realmente que esto le importa a alguien? їCrees que vas a poder acabar conmigo echбndome mierda encima? їY por quй cojones me lo has enviado de forma anуnima?

—No es asн, Borgsjу.

—Entonces cuйntame cуmo es.

—El que te ha enviado el texto de forma anуnima ha sido Peter Fredriksson. Estб despedido del SMP desde ayer.

—їQuй cono estбs diciendo?

—Es una larga historia. Pero llevo dos semanas con ese texto intentando pensar en alguna manera apropiada para sacar el tema contigo.

—їTъ estбs detrбs de este texto?

—No, no lo estoy. Henry Cortez investigу y escribiу toda la historia. Yo no tenнa ni idea.

—їY esperas que me lo crea?

—En cuanto mis colegas de Millennium se dieron cuenta de que tъ aparecнas en el reportaje, Mikael Blomkvist parу la publicaciуn. Me llamу y me dio una copia. Por consideraciуn hacia mн. Me robaron el texto y al final ha terminado en tus manos. Millennium quiso brindarme la oportunidad de hablar contigo antes de publicarlo. Algo que piensan hacer en el nъmero de agosto.

—Jamбs he conocido a nadie en el mundo del periodismo con menos escrъpulos. Te llevas la palma.

—Vale. Ya lo has leнdo, y tal vez tambiйn le hayas echado un vistazo a la parte de la investigaciуn. Cortez tiene un reportaje sin fisuras; para ir derechito a imprenta, vamos. Y tъ lo sabes.

—їY eso quй cojones significa?

—Que si continъas siendo el presidente de la junta del SMP cuando Millennium publique el artнculo, le harбs daсo al periуdico. Me he devanado los sesos intentando encontrar una salida, pero no he encontrado ninguna.

—їQuй quieres decir?

—Que tienes que dimitir.

—їMe estбs tomando el pelo? Yo no he hecho nada que viole ninguna ley.

—Magnus, їen serio no eres consciente de la envergadura de esta denuncia? No me hagas convocar a la junta. Resultarб vergonzoso.

—Tъ no vas a convocar a nadie. Tu trabajo en el SMP ha terminado.

—Sorry. Tan sуlo la junta puede despedirme. Deberбs convocar una reuniуn extraordinaria. Sugerirнa que esta misma tarde.

Borgsjу rodeу la mesa y se acercу tanto a Erika Berger que ella pudo sentir su aliento.

—Berger: tienes una sola oportunidad de sobrevivir a esto. Vas a ir a ver a tus malditos amigos de Millennium y te asegurarбs de que esta historia no vaya a la imprenta nunca jamбs. Si juegas bien tus cartas, puede que me plantee olvidar todo este asunto.

Erika Berger suspirу.

—Magnus, no entiendes la gravedad del asunto. Yo no tengo ningъn tipo de influencia sobre lo que Millennium vaya a publicar. Esta historia verб la luz con independencia de lo que yo diga. Lo ъnico que a mн me interesa es cуmo va a afectar al SMP. Por eso debes dimitir.

Borgsjу agarrу el respaldo de la silla con las dos manos y se inclinу hacia ella.

—Tal vez tus amiguitos de Millennium se lo piensen mejor si se enteran de que tъ serбs despedida en el mismo instante en el que futren esas putas difamaciones.

El se incorporу.

—Hoy voy a ir a Norrkуping a una reuniуn —dijo. Se quedу mirбndola y luego aсadiу con йnfasis: —SveaBygg. —Aja.

—Maсana, a mi regreso, me informarбs de que este asunto estб ya zanjado. їEntendido?

Se puso la americana. Erika Berger lo observу con los ojos entornados.

—Arregla esto con discreciуn y quizб sobrevivas en el SMP. Ahora, fuera de mi vista.

Ella se levantу, volviу a su cubo de cristal y permaneciу quieta en su silla durante veinte minutos. Luego cogiу el telйfono y le pidiу a Anders Holm que viniera a su despacho. Йl ya habнa aprendido la lecciуn y se presentу en menos de un minuto.

—Siйntate.

Anders Holm arqueу una ceja y se sentу.

—Bueno, їy quй es lo que he hecho mal esta vez? —preguntу irуnicamente.

—Anders, йste es mi ъltimo dнa en el SMP. Voy a presentar mi dimisiуn ahora mismo. Convocarй al vicepresidente y al resto de la junta a una reuniуn para la hora de comer.

Йl la mirу perplejo.

—Voy a proponerte como redactor jefe en funciones. —їQuй?

—їTe parece bien?

Anders Holm se reclinу en la silla y contemplу a Erika Berger.

—Joder, pero si yo nunca he querido ser redactor jefe —dijo.

—Ya lo sй. Pero tienes suficiente mano dura. Y estбs dispuesto a andar pisoteando cadбveres para publicar una buena historia. Sуlo desearнa que esa cabecita tuya fuera un poco mбs sensata.

—їQuй ha pasado?

—Yo tengo un estilo diferente al tuyo. Tъ y yo siempre hemos discutido sobre cуmo enfocar las cosas y nunca nos pondremos de acuerdo.

—No —dijo—. Nunca estaremos de acuerdo. Pero es posible que mi estilo estй anticuado.

—No sй si «anticuado» es la palabra mбs adecuada. Eres un periodista de noticias cojonudo pero te comportas como un cabrуn. Algo completamente innecesario. Aunque lo cierto es que la mayorнa de las veces nos hemos peleado porque tъ has sostenido en todo momento que, como jefe de Noticias, no puedes dejar que las consideraciones personales influyan en la cobertura de las noticias.

De repente, Erika Berger le dedicу una maliciosa sonrisa. Abriу su bolso y sacу el original del reportaje sobre Borgsjу.

—Veamos entonces cуmo evalъas tъ las noticias. Esto que ves aquн es un reportaje que nos ha dado Henry Cortez, colaborador de la revista Millennium. La decisiуn que he tomado esta maсana es que lo publiquemos como la principal noticia del dнa.

Echу la carpeta a las rodillas de Holm.

—Tъ eres jefe de Noticias. Va a ser muy interesante saber si compartes mi evaluaciуn de la noticia.

Anders Holm abriу la carpeta y se puso a leer. Ya en la introducciуn sus ojos se abrieron de par en par. Se incorporу en la silla y, recto como un palo, mirу fijamente a Erika Berger. Luego bajу la vista y leyу el texto de principio a fin. Abriу tambiйn el sobre con la documentaciуn y la estudiу detenidamente. Le llevу diez minutos. Acto seguido, dejу lentamente la carpeta. —Se va a armar la de Dios.

—Ya lo sй. Por eso hoy es mi ъltimo dнa aquн. Millennium pensaba publicarlo en el nъmero de junio, pero Mikael Blomkvist lo parу. Me dio el texto para que pudiera hablar con Borgsjу antes.

-їY? _

—Borgsjу me ha ordenado callarlo.

—Entiendo. їAsн que piensas publicarlo en el SMP como acto de rebeldнa?

—No. Como acto de rebeldнa no. Es nuestra ъnica opciуn. Si el SMP publica la historia tendremos una oportunidad de salir de йsta con la cabeza bien alta. Borgsjу debe dimitir. Pero eso tambiйn significa que yo no podrй quedarme.

Holm permaneciу callado durante dos minutos.

—Joder, Berger... No pensaba que fueras tan dura. Creнa que nunca te lo dirнa, pero, si tienes tantos cojones, la verdad es que lamento que te vayas.

—Tъ podrнas impedir la publicaciуn, pero si los dos damos nuestro visto bueno... їpiensas publicarlo?

—Claro que lo publicaremos. Va a filtrarse de todos modos.

—Exacto.

Anders Holm se levantу e, inseguro, permaneciу junto a la mesa de Erika.

—Vete a trabajar —le ordenу Erika Berger.

Cuando Holm hubo abandonado el despacho, Erika dejу pasar cinco minutos antes de levantar el auricular del telйfono y marcar el nъmero que Malin Eriksson tenнa en Millennium.

—Hola, Malin. їEstб Henry Cortez por ahн?

—Sн. En su mesa.

—їPuedes decirle que vaya a tu despacho y conecte los altavoces del telйfono? Tenemos que negociar una cosa.

Quince segundos despuйs Henry Cortez ya se hallaba allн.

—їQuй pasa?

—Henry, hoy he hecho algo poco йtico. —їAh, sн?

—Le he entregado tu reportaje a Anders Holm, el jefe de Noticias del SMP. -ї•Sн?...

—Le he ordenado que lo publique maсana en el SMP. Con tu byline. Y, como es natural, te pagaremos. Puedes cobrar lo que te parezca.

—Erika... ї"Quй cono estб pasando?

Le resumiу lo sucedido durante las ъltimas semanas y cуmo Peter Fredriksson por poco la destroza.

—ЎJoder! —exclamу Henry Cortez.

—Sй que йsta es tu historia, Henry. Pero no me ha quedado otra elecciуn. їTe parece bien?

Henry Cortez permaneciу en silencio durante unos segundos.

—Gracias por llamarme, Erika. Vale, publica el reportaje con mi byline. Si a Malin le parece bien, por supuesto.

—Estб bien —dijo Malin.

—Perfecto —contestу Erika—. Podйis avisar a Mikael, supongo que aъn no ha llegado.

—Yo hablarй con Mikael —respondiу Malin Eriksson—. Pero, Erika: їesto significa que desde hoy estбs en el paro?

Erika se riу.

—He decidido que voy a tomarme unas vacaciones durante lo que queda de aсo. Crйeme, unas semanas en el SMP han sido mбs que suficientes.

—No me parece buena idea que empieces a planear tus vacaciones —dijo Malin. —їPor quй no?

—їTe podrнas pasar por Millennium esta tarde? —їPara quй?

—Necesito ayuda. Si quieres volver a ser la redactora jefe, puedes empezar maсana mismo.

—Malin, tъ eres la redactora jefe de Millennium. Y punto.

—Vale. Entonces empieza como secretaria de redacciуn —dijo Malin, riйndose. —їHablas en serio?

—Por Dios, Erika: te echo tanto de menos que creo que me voy a morir. Aceptй el puesto de Millennium, entre otras cosas, para tener la oportunidad de trabajar contigo. Y de repente coges y te me vas a otro sitio.

Erika Berger permaneciу callada durante un minuto. Ni siquiera se le habнa pasado por la cabeza la posibilidad de volver a Millennium.

—їSerнa bienvenida? —preguntу con cierta prudencia.

—їTъ quй crees? Mucho me temo que montarнamos una enorme fiesta y que yo serнa la primera en organizarнa. Y regresarнas justo a tiempo para la publicaciуn de lo que tъ ya sabes.

Erika mirу el reloj de su mesa: las diez menos cinco. En menos de una hora todo su mundo habнa dado un giro radical. De pronto, se dio cuenta de cuбnto echaba de menos volver a subir las escaleras de Millennium.

—Aquн tengo todavнa para unas cuantas horas de trabajo. їTe parece bien que pase sobre las cuatro?

Susanne Linder mirу a Dragan Armanskij directamente a los ojos mientras le contaba con toda exactitud lo sucedido durante la noche. Lo ъnico que omitiу fue el pirateo del ordenador de Fredriksson y su propia convicciуn de que habнa sido obra de Lisbeth Salander. Y lo hizo por dos razones: por una parte porque le pareciу demasiado irreal; por la otra, porque sabнa que Dragan Armanskij, al igual que Mikael Blomkvist, andaba implicado en grado sumo en el asunto Salander.

Armanskij la escuchу con atenciуn. Cuando Susanne Linder terminу, permaneciу callada esperando su reacciуn.

—Greger Backman me llamу hace una hora —dijo. —Aja.

—El y Erika Berger se pasarбn a lo largo de esta semana para firmar un contrato. Quieren darle las gracias a Milton y en especial a ti por el trabajo realizado.

—Entiendo. Es bueno que los clientes estйn contentos.

—Tambiйn ha solicitado un armario de seguridad para su casa. Lo instalaremos esta misma semana, al igual que todas las demбs alarmas.

—Bien.

—Quiere que facturemos el trabajo que has hecho este fin de semana. —Mmm.

—En otras palabras, que va a ser una factura bastante gorda lo que les vamos a enviar. —Aja.

Armanskij suspirу.

—Susanne, їeres consciente de que Fredriksson puede ir a la policнa y denunciarte por un montуn de cosas? Ella asintiу.

—Es cierto que, si lo hace, lo pagarб muy caro, pero quizб piense que merece la pena.

—No creo que tenga los suficientes cojones para ir a la policнa.

—Tal vez, pero te has saltado por completo todas las instrucciones que te di.

—Lo sй —reconociу Susanne Linder.

—їCуmo crees que debo reaccionar ante eso?

—Eso sуlo lo puedes decidir tъ.

—Pero їcуmo piensas que deberнa reaccionar?

—Lo que yo piense es lo de menos. Siempre te quedarб la opciуn de despedirme.

—No creo. No me puedo permitir perder a un colaborador de tu calibre.

—Gracias.

—Pero si vuelves a hacer algo parecido, me voy a cabrear mucho.

Susanne Linder asintiу.

—їQuй has hecho con el disco duro?

—Lo he destruido. Lo fijй esta maсana a un torno de sujeciуn y lo hice aсicos.

—De acuerdo. Hagamos borrуn y cuenta nueva.

Erika Berger se pasу el resto de la maсana llamando a los miembros de la junta directiva del SMP. Localizу al vicepresidente en su casa de campo de Vaxholm y lo hizo meterse en el coche y dirigirse a la redacciуn a toda prisa. Tras el almuerzo, se reuniу una junta considerablemente diezmada. Erika Berger dedicу una hora a dar cumplida cuenta del contenido de la carpeta de Cortez y de las consecuencias que habнa tenido.

Como cabнa suponer, las propuestas de buscar una soluciуn alternativa —en cuanto terminу de hablar— no se hicieron esperar. Erika explicу que el SMP tenнa la intenciуn de publicar la historia en el nъmero del dнa siguiente. Tambiйn les informу de que era su ъltimo dнa de trabajo y de que su decisiуn era irrevocable.

Erika consiguiу que la junta aprobara e incluyera en las actas dos decisiones: que se le pidiera a Magnus Borgsjу que pusiera de inmediato su cargo a disposiciуn de la junta y que Anders Holm pasara a ser redactor jefe en funciones. A continuaciуn, se disculpу y dejу que los demбs miembros de la junta debatieran la situaciуn sin su presencia.

A las dos de la tarde bajу al Departamento de recursos humanos y redactу un contrato. Luego subiу a la redacciуn de Cultura para hablar con el jefe de la secciуn, Sebastian Strandlund, y con la reportera Eva Carlsson.

—Segъn tengo entendido, aquн en Cultura considerбis que Eva Carlsson es una buena reportera y que tiene talento.

—Asн es —dijo el jefe de Cultura Strandlund.

—Y en la peticiуn presupuestaria de los dos ъltimos aсos solicitasteis que se ampliara la secciуn de Cultura con, al menos, dos personas.

—Sн.

—Eva, teniendo en cuenta toda esa correspondencia en la que te has visto envuelta, quizб surjan maliciosos rumores si te doy un puesto fijo. їSigues interesada?

—Por supuesto que sн.

—-En ese caso, mi ъltima decisiуn en el SMP serб la firma de este contrato. —їTu ъltima decisiуn?

—Es una larga historia. Termino hoy. їPodrйis hacerme el favor de guardar silencio al respecto durante una o dos horas?

—їQuй?...

—Dentro de un rato os llegarб un comunicado. Erika Berger firmу el contrato y se lo pasу a Eva Carlsson.

—Buena suerte —dijo sonriendo.

—El desconocido hombre mayor que participу en la reuniуn celebrada en el despacho de Ekstrцm el sбbado pasado se llama Georg Nystrуm y es comisario —dijo Monica Figuerola, dejando las fotos sobre la mesa, delante de Torsten Edklinth.

—Comisario —murmurу Edklinth. —Stefan lo identificу anoche. Llegу en coche al piso de Artillerigatan.

—їQuй sabemos de йl?

—Procede de la policнa abierta y trabaja en la DGP/Seg desde 1983. En 1996 le ofrecieron un puesto como investigador con responsabilidad propia, en el que aъn continъa. Hace controles internos y analiza los asuntos ya concluidos por la DGP/Seg.

—De acuerdo.

—Desde el pasado sбbado, un total de seis personas de interйs han entrado en el portal de Artillerigatan. Aparte de Joсas Sandberg y Georg Nystrуm, en la casa tambiйn se encuentra Fredrik Clinton, aunque esta maсana se lo llevaron al hospital para su sesiуn de diбlisis.

—їY los otros tres?

—Un seсor que se llama Otto Hallberg. Trabajу en la DGP/Seg en los aсos ochenta, pero en realidad ahora se encuentra vinculado al Estado Mayor de la Defensa. Pertenece a la Marina y al servicio de inteligencia militar.

—Aja. їPor quй no me sorprende?

Monica Figuerola puso otra foto sobre la mesa.

—A este chico no lo hemos identificado. Se fue a comer con Hallberg. A ver si conseguimos identificarlo esta tarde, cuando vuelva a casa despuйs del trabajo.

—Sin embargo, la persona mбs interesante es йsta.

Colocу otra foto en la mesa.

—A йste lo conozco —dijo Edklinth.

—Se llama Wadensjуу.

—Exacto. Trabajу en la brigada antiterrorista harб unos quince aсos. General de despacho. Fue uno de los candidatos al puesto de jefe aquн en la Firma. No sй lo que pasу con йl.

—Presentу su dimisiуn en 1991. Adivina con quiйn estaba comiendo hace mбs o menos una hora.

Monica Figuerola depositу la ъltima foto sobre la mesa.

—El jefe administrativo Albert Shenke y el jefe de presupuesto Gustav Atterbom —seсalу Edklinth—. Quiero que se vigile a todos estos tipos las veinticuatro horas del dнa. Quiero saber con quiйn se reъnen.

—Imposible. Sуlo dispongo de cuatro personas. Y al­gunos tienen que trabajar con la documentaciуn.

Edklinth asintiу y, pensativo, se pellizcу el labio infe­rior. Un instante despuйs, levantу la vista y mirу a Mo-nica Figuerola.

—Necesitamos mбs gente —dijo—. їCrees que po­drнas contactar discretamente con el inspector Jan Bu-blanski y preguntarle si le apetecerнa cenar conmigo esta noche despuйs del trabajo? Digamos sobre las siete.

Edklinth se estirу para coger el telйfono y marcу un nъmero de memoria.

—Hola, Armanskij. Soy Edklinth. їMe dejarнas que te devolviera esa cena tan agradable a la que me invitaste hace poco?... No, insisto. їTe parece bien las siete?

 

 

Lisbeth Salander habнa pasado la noche en la prisiуn de Kronoberg, en una celda cuyas dimensiones serнan de dos por cuatro metros. Del mobiliario no habнa mucho que decir. Se durmiу cinco minutos despuйs de que la ence­rraran y se despertу el lunes por la maсana, muy tem­prano. Se puso a hacer los ejercicios de estiramiento que el fisioterapeuta de Sahlgrenska le habнa mandado. Acto seguido, le trajeron el desayuno y luego se quedу sentada en la litera mirando al vacнo en silencio.

A las nueve y media la condujeron hasta una sala de interrogatorios situada en el otro extremo del pasillo. El guardia era un seсor mayor de baja estatura, calvo, con cara redonda y unas gafas que tenнan la montura de pasta. La tratу con una apacible y bondadosa correcciуn.

Annika Giannini la saludу amablemente. Lisbeth ig­norу a Hans Faste. Luego conociу al fiscal Richard

Ekstrуm y se pasу la siguiente media hora sentada en una silla y con la mirada puesta en un punto de la pared que quedaba un poco mбs arriba de la cabeza de Ekstrуm. No pronunciу palabra alguna y no moviу ni un solo mъsculo.

A las diez, Ekstrуm interrumpiу su fracasado inte­rrogatorio. Le irritaba no haber conseguido provocar la mбs mнnima reacciуn en ella. Por primera vez, se mostrу inseguro al contemplar a esa delgada chica que parecнa una muсeca. їCуmo era posible que hubiese podido agre­dir a Magge Lundin y Sonny Nieminen en Stallarhol-men? їEl tribunal se llegarнa a creer esa historia? їInclu­so si йl presentaba pruebas convincentes?

A las doce, le dieron a Lisbeth un almuerzo sencillo, y la siguiente hora la dedicу a resolver ecuaciones en su mente. Se centrу en un pasaje de astronomнa esfйrica de un libro que habнa leнdo hacнa ya dos aсos.

A las dos y media la volvieron a llevar a la sala de in­terrogatorios. El guardia que la acompaсу esta vez era una mujer joven. La sala estaba vacнa. Se sentу en una si­lla y siguiу meditando sobre una ecuaciуn particular­mente compleja.



  

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