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Tercera parte 5 страница



Ella se detuvo, le sonriу y aсadiу:

—їSabes lo que me gustarнa hacer ahora mismo? —le preguntу Monica Figuerola.

—No.

—Llevarte a casa y desnudarte.

—Eso podrнa complicar las cosas.

—Ya lo sй. Pero no estaba pensando precisamente en contбrselo a mi jefe.

—No sabemos adonde nos va a llevar toda esta historia. Podrнamos ir a parar a barricadas opuestas.

—Me arriesgarй. їVienes por tu propio pie o voy a tener que esposarte?

El asintiу. Ella lo cogiу del brazo y se fueron hacia Pontonjбrgatan. A los treinta segundos de cerrar la puerta del apartamento ya estaban desnudos.

David Rosin, asesor de seguridad de Milton Security, estaba esperando a Erika Berger cuando йsta llegу a casa a eso de las siete de la tarde. Le dolнa el pie una barbaridad, asн que entrу cojeando en la cocina y se dejу caer en la silla mбs cercana. El habнa hecho cafй y le sirviу uno.

—Gracias. їPreparar cafй forma parte del acuerdo de Milton Security?

El sonriу educadamente. David Rosin era un hombre rechoncho de unos cincuenta aсos y con una perilla roja.

—Gracias por dejarme usar la cocina durante el dнa.

—No hay de quй. їCуmo va la cosa?

—Nuestros tйcnicos ya han instalado una alarma de verdad. Te enseсarй cуmo funciona ahora mismo. Tambiйn he revisado la casa desde el sуtano hasta el desvбn y he echado un vistazo por los alrededores. Lo estudiaremos todo en Milton y dentro de unos dнas tendremos listo un anбlisis que queremos comentar contigo. Pero, mientras, hay algunos temas que debemos tratar.

—Vale.

—-En primer lugar tenemos que firmar unas formalidades. El contrato final lo prepararemos mбs tarde, eso dependerб de los servicios que acordemos, pero aquн hay un documento mediante el que le encargas a Milton la alarma que te hemos instalado hoy. Se trata de un contrato estбndar mutuo que significa que nosotros te exigimos ciertas cosas y que nos comprometemos a otras, entre ellas el secreto profesional y clбusulas similares.

—їVosotros me exigнs cosas a mн?...

—Sн. Una alarma no es mбs que una alarma, pero que un chalado aparezca en medio del salуn de tu casa con un arma automбtica es algo muy distinto. Para que la seguridad tenga algъn sentido, tъ y tu marido debйis pensar en ciertos detalles y realizar algunas medidas rutinarias. Quiero repasar esos puntos contigo. —De acuerdo.

—No me adelantarй al anбlisis final, pero la situaciуn general la veo de la siguiente manera: tъ y tu marido vivнs en un chalet. Detrбs hay una playa y en las inmediaciones unos pocos chalйs grandes. Por lo que he podido apreciar, los vecinos no tienen muchas vistas sobre esta casa; se encuentra bastante aislada.

—Es verdad.

—Eso quiere decir que un intruso cuenta con muchas posibilidades de acercarse sin ser observado.

—Los vecinos de la derecha se pasan gran parte del aсo de viaje, y en el chalet de la izquierda vive una pareja mayor que se acuesta bastante temprano.

—Exacto. Y ademбs, en las fachadas laterales hay pocas ventanas. Si un intruso entra en tu jardнn trasero (le llevarнa cinco segundos salirse del camino y meterse allн), ya nadie podrб ver nada. La parte de atrбs estб rodeada por un enorme seto, el garaje y una edificaciуn independiente bastante grande.

—Es el estudio de mi marido.

—Tengo entendido que es artista.

—Correcto... Bueno, їy quй mбs?

—El intruso que rompiу la ventana e hizo esa pintada en la fachada pudo hacerlo con toda tranquilidad. Tal vez se arriesgara un poco rompiendo el cristal, porque alguien podrнa haberlo oнdo, pero el chalet estб construido en бngulo y el ruido fue amortiguado por la fachada.

—Aja.

—La otra cosa es que tienes una casa grande de doscientos cincuenta metros cuadrados, sin contar el sуtano y el desvбn. Son once habitaciones distribuidas en dos plantas.

—Es un monstruo de casa. Greger la heredу de sus padres.

—-Tambiйn hay mъltiples maneras de entrar en ella. Por la puerta principal, por la de la terraza de atrбs, por el porche de la planta superior y por el garaje. Ademбs, algunas ventanas de la planta baja y seis ventanas del sуtano carecнan completamente de alarma. Por ъltimo, tambiйn podrнa entrar por la ventanilla del desvбn, que sуlo estб cerrada con un gancho, valiйndome de la escalera de incendios trasera.

—Dicho asн, da la sensaciуn de que lo ъnico que le falta a la casa son puertas giratorias. їQuй vamos a hacer?

—La alarma que te hemos puesto hoy es provisional. Volveremos la semana que viene para hacer una instalaciуn en condiciones, con una alarma en cada ventana de la planta baja y del sуtano. Esa serнa la protecciуn antiintrusos para cuando tъ y tu marido os encontrйis de viaje.

—Vale.

—Pero la situaciуn actual ha surgido porque eres vнctima de la amenaza directa de un individuo concreto. Eso es mucho mбs serio. No tenemos ni idea de quiйn es ese tipo, ni de cuбles son sus motivos ni hasta dуnde estб dispuesto a llegar, pero podemos sacar unas cuantas conclusiones. Si sуlo se tratara de anуnimos correos de odio, lo considerarнamos una amenaza menor, pero en este caso se trata de una persona que, de hecho, se ha molestado en ir a tu casa, y Saltsjуbaden no estб lo que se dice a la vuelta de la esquina, y cometer un atentado. Resulta bastante inquietante.

—No podrнa estar mбs de acuerdo.

—Hoy he hablado con Armanskij y coincidimos en que hay una amenaza clara y evidente.

—Ya.

—-Mientras no sepamos mбs detalles sobre la persona en cuestiуn, tenemos que jugar sobre seguro. —Lo cual quiere decir...

—Primero: la alarma que te hemos puesto hoy contiene dos componentes. Por una parte es una alarma antiintrusos normal y corriente que deberбs conectar cuando no estйs en casa, y por la otra es un detector de movimientos de la planta baja que activarбs por las noches cuando te encuentres en la planta superior.

—De acuerdo.

—Es un poco rollo porque tendrбs que desactivar la alarma cada vez que bajes a la planta baja. —Ya.

—Segundo, tambiйn te hemos cambiado la puerta del dormitorio.

—їHabйis cambiado la puerta?

—Sн. Hemos instalado una puerta de seguridad de acero. No te preocupes, estб pintada de blanco y parece una puerta normal. La diferencia es que echa la llave automбticamente cuando la cierras. Para abrir desde dentro sуlo necesitas bajar la manivela como en cualquier puerta. Pero para abrirla desde fuera deberбs marcar un cуdigo de tres cifras en un teclado que se encuentra incorporado a la manivela.

—De acuerdo.

—De modo que si entran en la casa, tienes una habitaciуn segura donde refugiarte. Las paredes son sуlidas y les llevarб un buen rato derribar esa puerta, aunque dispongan de herramientas. Tercero: vamos a instalar unas cбmaras de vigilancia para que puedas ver lo que ocurre en el jardнn trasero y en la planta baja cuando estйs en el dormitorio. Eso lo haremos esta misma semana, al igual que la instalaciуn de detectores de movimiento de fuera.

—Ay, ay, ay. Me parece que a partir de ahora mi dormitorio no va a ser un sitio muy romбntico.

—Es un monitor pequeсo. Podemos colocarlo en un ropero o en un armario cualquiera para que no tengas que verlo todo el tiempo.

—Bien.

•—Mбs adelante tambiйn me gustarнa cambiar la puerta del despacho y la de una habitaciуn de aquн abajo. Si ocurriera algo, deberбs meterte ahн de inmediato y echarle el cerrojo a la puerta mientras vienen en tu ayuda.

—Vale.

—Si activas la alarma antiintrusos por error, llama enseguida a la central de Milton y anula el servicio. Para poder hacerlo, serб necesario que les des la clave que previamente habrбs registrado con nosotros. Si se te olvidara esa clave, el coche saldrнa de todos modos y te cobrarнamos una determinada cantidad de dinero.

—Entiendo.

—Cuatro: ya hay alarmas antiagresiуn en cuatro sitios. Aquн en la cocina, en la entrada, en tu despacho de la planta superior y en vuestro dormitorio. La alarma antiagresiуn consiste en dos botones que se han de pulsar a la vez y durante tres segundos. Puedes hacerlo con una mano, pero no puedes hacerlo por error.

—Vale.

—Si la alarma antiagresiуn se activa, ocurrirбn tres cosas. La primera es que Milton mandarб varios coches. El mбs cercano vendrб de Adam Sбkerhet, en Fisksбtra. Son dos fornidos soldaditos que se personarбn en diez o doce minutos. Segunda: que un coche de Milton saldrб de Nacka. Su tiempo de llegada es, en el mejor de los casos, de veinte minutos, pero lo mбs probable es que sean veinticinco. Y la tercera es que se avisa en el acto a la policнa. En otras palabras, llegarбn varios coches con escasos minutos de intervalo.

—De acuerdo.

—Una alarma antiagresiуn no se anula de la misma manera que una antiintrusos. O sea, no podrбs llamar y decir que ha sido una falsa alarma. Aunque salgas a nuestro encuentro y digas que se trata de un error, la policнa entrarб en la casa. Querremos asegurarnos de que nadie estб apuntando a tu marido con una pistola o algo asн. Esta alarma sуlo la deberбs usar cuando te encuentres realmente en peligro. -—Entiendo.

—No hace falta que sea una agresiуn fнsica. Basta con que alguien intente entrar o aparezca en el jardнn, o algo por el estilo. Si te sientes mнnimamente amenazada acciуnala, pero no lo hagas a la primera de cambio; utiliza tu buen criterio.

—Lo prometo.

—He observado que has colocado palos de golf por todas partes.

—Sн. Esta noche la he pasado sola.

—Yo me habrнa ido a un hotel. No me importa que tomes medidas de seguridad por tu cuenta. Pero espero que tengas claro que con un palo de golf puedes matar a un agresor con mucha facilidad.

—Mmm.

—Y si lo haces, lo mбs probable es que te procesen por homicidio. Si encima luego reconoces que has dejado allн los palos con la intenciуn de armarte podrнan, incluso, acusarte de asesinato.

—O sea, que debo...

—No digas nada. Ya sй lo que vas a decir.

—Si alguien me atacara, creo que le destrozarнa la cabeza.

—Te entiendo. Pero la idea de contratar a Milton Security es, precisamente, que eso no ocurra. Vas a tener en todo momento la posibilidad de pedir ayuda y, sobre todo, no vas a acabar en una situaciуn en la que no te quede mбs remedio que partirle el crбneo a alguien.

—De acuerdo.

—Y, por cierto, їquй piensas hacer con los palos de golf si el agresor va armado con una pistola? Cuando hablamos de seguridad hablamos de ir un paso por delante de la persona que te quiere hacer daсo.

—їY quй quieres que haga con un stalker a mis espaldas?

—Asegъrate de que nunca se le brinde la oportunidad de acercarse a ti. Tal y como estбn las cosas, hasta dentro de unos dнas no terminaremos de instalarlo todo; y luego tambiйn hay que hablar con tu marido... El tiene que ser tan consciente como tъ de la seguridad.

—Vale.

—Hasta entonces, la verdad es que no quiero que te quedes aquн.

—No me puedo ir a ningъn sitio. Mi marido volverб dentro de un par de dнas. Lo cierto es que tanto йl como yo viajamos a menudo, cada uno por su lado, y pasamos aquн mucho tiempo solos.

—Entiendo. Aunque sуlo se trata de un par de dнas, hasta que lo instalemos todo. їNo podrнas irte a casa de alguna amiga?

En un principio, Erika pensу en el apartamento de Mikael Blomkvist, pero luego se dio cuenta de que no era una buena idea.

—Gracias... pero creo que prefiero quedarme en casa.

—Me lo temнa. En ese caso, quiero que estйs acompaсada en lo que queda de semana.

—Mmm.

—їNo tienes a nadie que pueda venirse contigo?

—Sн, claro. Pero no a las siete y media de la tarde si hay un asesino loco rondando por el jardнn.

David Rosin reflexionу un instante.

—Vale. їTe importarнa que te acompaсara una empleada de Milton? Puedo hacer una llamada para ver si una chica que se llama Susanne Linder estб libre esta noche. Seguro que no le importarб ganarse un dinero extra.

—їCuбnto cuesta?

—Eso lo tendrбs que arreglar con ella. Esto queda al margen de cualquier acuerdo formal. Es que, de verdad, no quiero que estйs sola.

—La oscuridad no me da miedo.

—Te creo. Si asн fuera, no habrнas pasado la noche aquн. Pero Susanne Linder, ademбs, es ex policнa. No serбn mбs que unos cuantos dнas. Contratar a un guardaespaldas serнa algo muy distinto y bastante mбs caro.

El tono serio de David Rosin hizo que Erika se decidiera. De repente, se dio cuenta de que Rosin estaba hablando con la mayor naturalidad de la posibilidad de que existiera una amenaza contra su vida. їEra exagerado? їDeberнa ignorar su preocupaciуn profesional? Y entonces, para empezar: їpor quй habнa llamado a Milton?

—Vale. Llбmala. Le prepararй la cama en el cuarto de invitados.

Monica Figuerola y Mikael Blomkvist no salieron de la habitaciуn hasta las diez de la noche, envueltos en sбbanas, y fueron a la cocina para preparar, con los restos que habнa en la nevera, una ensalada frнa de pasta con atъn y beicon. Bebieron agua. De repente, a Monica Figuerola se le escapу una risita tonta. —їQuй?

—Sospecho que Edklinth se molestarнa de lo lindo si nos viera ahora mismo. No creo que se refiriera al sexo cuando me dijo que debнa vigilarte de cerca.

—Fuiste tъ quien empezу. Sуlo me diste la opciуn de elegir entre venir esposado o por mi propio pie.

—Lo sй. Pero tampoco fue demasiado difнcil convencerte.

—Tal vez no seas consciente de ello, aunque creo que sн, pero tu cuerpo pide sexo a gritos. їQuй hombre serнa capaz de resistirse?

—Gracias. Pero no creo que sea tan sexy. Y tampoco tengo tantas relaciones sexuales.

—Mmm.

—Es verdad. No suelo acabar en la cama con demasiados hombres. Esta primavera he estado mбs o menos saliendo con uno. Pero se terminу. —їPor quй?

—Era bastante mono, pero nos pasбbamos el dнa echбndonos pulsos y resultaba muy cansado. Yo era mбs fuerte y йl no lo pudo soportar.

—Ya.

—їEres tъ uno de esos tнos que va a querer echar un pulso conmigo?

—їTe refieres a si me supone un problema que tъ estйs en mejor forma y seas mбs fuerte que yo? No.

—Si te soy sincera, me he dado cuenta de que bastantes hombres se interesan por mн, pero luego empiezan a desafiarme e intentan buscar diferentes maneras de dominarme. Sobre todo cuando descubren que soy poli.

-—Yo no pienso competir contigo. Yo hago lo mнo mejor que tъ. Y tъ haces lo tuyo mejor que yo.

—Bien. Con esa actitud puedo vivir.

—їPor quй has querido liarte conmigo?

—Suelo ceder a mis impulsos. Y tъ has sido uno de ellos.

—Vale. Pero eres poli, de la Sдpo para mбs inri, y encima estбs metida en una investigaciуn en la que yo soy uno de los implicados...

—їQuieres decir que ha sido muy poco profesional por mi parte? Tienes razуn. No deberнa haberlo hecho. Y me causarнa grandes problemas si se llegara a saber. Edklinth montarнa en cуlera.

—No me voy a chivar.

—Gracias.

Permanecieron un instante en silencio.

—No sй adonde nos llevarб esto. Tengo entendido que eres un hombre que liga bastante. їEs una descripciуn acertada?

—Sн. Me temo que sн. Pero no estoy buscando una novia formal.

—Vale. Estoy advertida. Creo que yo tampoco estoy buscando un novio formal. їPodemos mantener esto en plan amistoso?

—Mejor. Monica: no le dirй a nadie que nos hemos enrollado. Pero si las cosas se tuercen, podrнa acabar metido en un conflicto de la hostia con tus colegas.

—La verdad es que no lo creo. Edklinth es honrado. Y realmente queremos acabar con ese club de Zalachenko. Si tus teorнas se confirman, todo eso es una absoluta locura.

—Ya veremos.

—Tambiйn te has enrollado con Lisbeth Salander.

Mikael levantу la mirada y mirу a Monica Figuerola.

—Oye... Yo no soy un diario abierto que todo el mundo pueda leer. Mi relaciуn con Lisbeth no es asunto de nadie.

—Es la hija de Zalachenko.

—Sн. Y tendrб que vivir con eso. Pero no es Zalachenko. Hay una gran diferencia. їNo te parece?

—No querнa decir eso. Sуlo me preguntaba hasta dуnde llega tu compromiso en toda esta historia.

—Lisbeth es mi amiga. Con eso basta.

Susanne Linder, de Milton Security, llevaba vaqueros, cazadora de cuero negra y zapatillas de deporte. Llegу a Saltsjуbaden alrededor de las nueve de la noche, recibiу las instrucciones de David Rosin y dio una vuelta por la casa con йl. Iba armada con un portбtil, una porra telescуpica, gas lacrimуgeno, esposas y cepillo de dientes en una bolsa militar verde que deshizo en el cuarto de invitados de Erika Berger. Luego, Erika la invitу a cafй.

—Gracias. Pensarбs que te ha caнdo una invitada a la que debes entretener de mil maneras. En realidad no es asн; soy un mal necesario que de pronto se ha metido en tu vida aunque sуlo sea para un par de dнas. Fui policнa durante seis aсos y ahora llevo cuatro trabajando para Milton Security. Soy guardaespaldas profesional. —Muy bien.

—Hay una amenaza contra ti y yo estoy aquн para servirte de centinela, para que tъ puedas dormir tranquilamente o trabajar o leer un libro o hacer lo que te apetezca. Si necesitas hablar con alguien, te escucharй con mucho gusto. Si no, he traнdo un libro para entretenerme.

—De acuerdo.

—Lo que quiero decir es que sigas con tu vida normal y que no sientas que me tienes que entretener. Entonces yo me convertirнa en un ingrediente molesto de tu vida cotidiana. Asн que lo mejor serб que me veas como una compaсera de trabajo temporal.

—-Debo admitir que esta situaciуn es nueva para mн. He sufrido amenazas con anterioridad, cuando era redactora jefe de Millennium, pero pertenecнan al бmbito profesional. En este caso se trata de un tipo jodidamente desagradable...

—Que se ha obsesionado contigo.

—Algo asн.

—Contratar un guardaespaldas de verdad para que te proteja te supondrнa mucho dinero y, ademбs, es un tema que deberнas tratar con Dragan Armanskij. Para que te mereciera la pena, las amenazas tendrнan que ser muy claras y muy concretas. Esto es sуlo un trabajillo extra para mн. Cobro quinientas coronas por cada noche que pase aquн en lo que queda de semana. Es barato y muy por debajo de lo que te facturarнamos si yo realizara este trabajo por encargo de Milton. їTe parece bien?

—Me parece muy bien.

—Si ocurriera algo, quiero que te encierres en el dormitorio y que dejes que yo me ocupe de todo. Tu trabajo consiste en pulsar el botуn de alarma antiagresiуn.

—De acuerdo.

—Lo digo en serio. No te quiero ver por ahн en medio si hay algъn jaleo.

Erika Berger se fue a la cama a eso de las once de la noche. Al cerrar la puerta del dormitorio oyу el clic de la cerradura. Se desnudу, pensativa, y se metiу bajo las sбbanas.

A pesar de haberla instado a no entretener a su invitada, lo cierto es que se pasу dos horas sentada a la mesa de la cocina con Susanne Linder. Descubriу que se llevaban estupendamente y que su compaснa le resultaba agradable. Hablaron de las razones psicolуgicas que inducen a ciertos hombres a perseguir a las mujeres. Susanne Linder explicу que todo ese rollo psiquiбtrico le traнa al fresco. Le dijo que lo importante era pararles los pies a esos descerebrados y que se encontraba muy a gusto trabajando para Milton Security, ya que gran parte de su labor consistнa en ofrecer resistencia a esos pirados.

—їPor quй dejaste la policнa? —preguntу Erika Berger.

—Mejor pregъntame por quй me hice policнa.

—Vale. їPor quй te hiciste policнa?

—Porque cuando tenнa diecisiete aсos, tres guarros asaltaron y luego violaron a una нntima amiga mнa en un coche. Me hice policнa porque tenнa la imagen romбntica de que la policнa estaba para impedir ese tipo de delitos.

—No pude impedir una mierda; siempre llegaba despuйs de que se hubiese cometido el delito. Encima, no soportaba la jerga estъpida y chula del furgуn. Y aprendн enseguida que ciertos delitos ni siquiera se investigan. Tъ eres un buen ejemplo de ello. їHas intentado llamar a la policнa y contarle lo que te ha ocurrido?

—Sн.

—їY vinieron pitando?

—No exactamente. Me dijeron que pusiera una denuncia en la comisarнa mбs cercana al dнa siguiente.

—Bueno, pues ya lo sabes. Y ahora trabajo para Armanskij y entro en escena antes de que se cometa el delito.

—їMujeres amenazadas?

—Me ocupo de todo tipo de cosas: anбlisis de seguridad, guardaespaldas, vigilancia y encargos similares. Pero a menudo se trata de personas que se encuentran amenazadas y estoy mucho mбs a gusto en Milton que en la policнa.

—Ya.

-—Hay un inconveniente, claro. —їCuбl?

—Que sуlo ofrecemos nuestros servicios a gente que pueda pagarlos.

Ya en la cama, Erika Berger reflexionу sobre lo que Susanne Linder le acababa de decir. No todo el mundo se podнa costear una vida segura. Ella, por su parte, habнa aceptado sin pestaсear las propuestas hechas por David Rosin: cambiar las puertas, pequeсas reformas, sistemas de alarma dobles, etcйtera, etcйtera. La suma total ascenderнa a cerca de cincuenta mil coronas. Ella se lo podнa permitir.

Reflexionу un momento sobre la sensaciуn que tuvo de que la persona que la estaba amenazando pertenecнa al бmbito del SMP. El tipo en cuestiуn sabнa que se habнa hecho un corte en el pie. Pensу en Anders Holm. No le caнa bien, algo que, evidentemente, contribuнa a aumentar su desconfianza hacia йl, pero, por otra parte, la noticia de su herida habнa corrido como la pуlvora desde el mismo segundo en que la vieron entrar con muletas en la redacciуn.

Y todavнa tenнa que abordar el tema de Borgsjу.

De pronto, se incorporу en la cama, frunciу el ceсo y mirу a su alrededor. Se preguntу dуnde habнa colocado la carpeta sobre Vitavara AB de Henry Cortez.

Se levantу, se puso la bata y se apoyу en una muleta. Luego abriу la puerta del dormitorio, fue hasta su despacho y encendiу la luz. No, no habнa entrado allн desde... la noche anterior, cuando leyу la carpeta en la baсera. La habнa dejado en el alfйizar de la ventana.

Mirу en el baсo: la carpeta no estaba en la ventana.

Se quedу parada un buen rato reflexionando.

Salн de la baсera, me acerquй a la cocina para preparar cafй, pisй el cristal y a partir de ahн ya tuve otras cosas en las que pensar.

No recordaba haber visto la carpeta por la maсana. Pero no la habнa cambiado de sitio.

De repente, un frнo glacial le recorriу el cuerpo. Dedicу los siguientes cinco minutos a buscar sistemбticamente por el cuarto de baсo y a revisar las pilas de papeles y periуdicos de la cocina y del dormitorio. Al final, no le quedу mбs remedio que aceptar que la carpeta no estaba.

En algъn momento del tiempo transcurrido entre que pisу el cristal y apareciу David Rosin por la maсana, alguien entrу en el cuarto de baсo y cogiу el material de Millennium sobre Vitavara AB.

Luego cayу en la cuenta de que guardaba mбs secretos en la casa. Volviу cojeando apresuradamente al dormitorio y abriу el cajуn inferior de la cуmoda que estaba junto a la cama. Se le encogiу el corazуn. Todo el mundo tiene secretos y ella guardaba los suyos en un cajуn de su dormitorio. Erika Berger no escribнa un diario regularmente, pero hubo йpocas en las que sн lo hizo. En ese cajуn tambiйn estaban las cartas de amor de su juventud.

Allн habнa, ademбs, un sobre con fotografнas que le parecieron divertidas en su momento, pero que no resultaba nada apropiado publicar. Cuando Erika tenнa unos veinticinco aсos fue miembro del Club Xtreme, que organizaba fiestas privadas de citas para los aficionados al cuero y al charol. Si uno miraba las fotos en estado sobrio, se podrнa pensar que se trataba de una autйntica loca.

Y lo mбs catastrуfico de todo: allн habнa un vнdeo rodado a principios de los aсos noventa durante unas vacaciones en las que ella y su marido fueron invitados a la casa de verano que el artista del cristal Torkel Bollinger tenнa en la Costa del Sol. Durante su estancia en aquel lugar, Erika descubriу que su marido tenнa una tendencia marcadamente bisexual y los dos acabaron en la cama con Torkel. Habнan sido unas vacaciones maravillosas. Las cбmaras de vнdeo seguнan siendo un fenуmeno bastante nuevo, y la pelнcula que grabaron como simple diversiуn no era apta para todos los pъblicos.

El cajуn estaba vacнo.

їCуmo cono he podido ser tan estъpida?

En el fondo del cajуn, alguien habнa pintado con spray las consabidas cuatro letras.


Capнtulo 19

Viernes, 3 de junio -Sбbado, 4 de junio

 

Lisbeth Salander terminу su autobiografнa a eso de las cuatro de la maсana del viernes y enviу una copia a Mikael Blomkvist al foro de Yahoo [La_Mesa_Chalada]. Luego se quedу quieta en la cama mirando fijamente al techo.

Se dio cuenta de que la noche de Walpurgis ya habнa pasado y de que habнa cumplido veintisiete aсos, pero ni siquiera habнa reflexionado sobre el hecho de que fuera su cumpleaсos. Lo habнa pasado encerrada. Igual que cuando estuvo en la clнnica psiquiбtrica de Sankt Stefan, y, si las cosas no salнan bien, cabнa la posibilidad de que tuviera que pasar otros muchos cumpleaсos privada de libertad en algъn manicomio.

Algo a lo que no estaba dispuesta.

La ъltima vez que estuvo encerrada apenas habнa llegado a la pubertad. Ahora era adulta y tenнa otros conocimientos y otras actitudes. Se preguntу cuбnto tiempo le llevarнa huir, ponerse a salvo en algъn paнs extranjero y hacerse con una nueva identidad y una nueva vida.

Se levantу de la cama y fue al baсo, donde se mirу en el espejo. Ya no cojeaba. Se pasу la mano por la cadera: el agujero de la herida de bala habнa cicatrizado. Girу los brazos de un lado a otro para estirar los hombros. Le tiraba, pero en la prбctica estaba recuperada. Se golpeу la cabeza con los nudillos. Suponнa que su cerebro no habнa sufrido mayores daсos a pesar de haber sido perforado por una bala revestida.

Habнa tenido una suerte loca.

Hasta que tuvo acceso a su ordenador de mano no parу de darle vueltas a cуmo salir de esa habitaciуn cerrada del hospital de Sahlgrenska.

Luego, el doctor Anders Jonasson y Mikael Blomkvist dieron al traste con todos sus planes entregбndole a escondidas su ordenador de mano. Fue entonces cuando leyу los textos de Mikael Blomkvist y reflexionу sobre ellos. Hizo un anбlisis de las consecuencias, meditу su plan y sopesу las posibilidades. Por una vez en su vida, decidiу hacer lo que йl le proponнa. Iba a poner a prueba al sistema. Mikael Blomkvist la habнa convencido de que, de hecho, no tenнa nada que perder, al tiempo que le ofreciу la posibilidad de huir de una manera del todo distinta. Y si el plan fracasara, simplemente tendrнa que planificar su huida de Sankt Stefan o de algъn otro manicomio.

Lo que de verdad le habнa hecho tomar la decisiуn de jugar al juego de Mikael fue su sed de venganza. No perdonaba nada.

Zalachenko, Bjцrck y Bjurman estaban muertos. Pero Teleborian vivнa.

Y su hermano, Ronald Niedermann, tambiйn. Aunque йl, en principio, no era problema suyo. Era cierto que йl habнa contribuido a matarla y enterrarla, pero le parecнa un personaje secundario. Si algъn dнa me cruzo con йl, ya veremos, pero hasta entonces es un problema de la policнa.

Aunque Mikael llevaba razуn en eso de que detrбs de la conspiraciуn tenнa que haber otras caras desconocidas que habнan contribuido a conformar su vida. Necesitaba los nombres y los nъmeros de identificaciуn personal de esos rostros anуnimos.

Asн que decidiу seguir el plan de Mikael. Redactу una бrida autobiografнa de cuarenta pбginas en la que contaba la verdad, desnuda y sin maquillar, de su vida. Tuvo mucho cuidado a la hora de elegir las palabras. El contenido de cada frase era cierto. Habнa aceptado el razonamiento de Mikael, segъn el cual los medios de comunicaciуn suecos ya habнan dicho sobre ella tantas afirmaciones grotescas que unas cuantas aberraciones mбs, esta vez verнdicas, no mancharнan su reputaciуn.

Sin embargo, la biografнa era falsa en el sentido de que Lisbeth distaba mucho de contar toda la verdad sobre sн misma y su vida. No tenнa por quй hacerlo.

Volviу a la cama y se metiу bajo las sбbanas. Sentнa una irritaciуn que no alcanzaba a definir. Se estirу para coger un cuaderno que Annika Giannini le habнa dado y que apenas habнa usado. Abriу la primera pбgina donde habнa escrito una sola lнnea:

 

(X3 + y3 = z3)

 

El invierno anterior habнa pasado varias semanas en el Caribe devanбndose los sesos hasta mбs no poder con el teorema de Fermat. Al volver a Suecia, y antes de verse involucrada en la persecuciуn de Zalachenko, siguiу jugando con las ecuaciones. El problema era que tenнa la irritante sensaciуn de haber visto la soluciуn... de haber experimentado la soluciуn.

Y de no haberla podido recordar.

El no recordar algo era un fenуmeno desconocido para Lisbeth Salander. Habнa entrado en internet para probarse a sн misma cogiendo al azar unos cуdigos HTML que memorizу tras leer de corrido para, acto seguido, reproducirlos con toda exactitud.

No habнa perdido su memoria fotogrбfica, lo cual se le antojaba una maldiciуn.

Todo seguнa igual en su cabeza.



  

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