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Tercera parte 8 страница



Siguiу retrocediendo en el tiempo, correo a correo, tres meses mбs. Luego fue saltando de mes en mes leyendo sуlo el asunto y abriйndolos sуlo en el caso de que algo le llamara la atenciуn. Se enterу de que Ernst Billing salнa con una mujer llamada Sofнa y de que empleaba con ella un tono desagradable. Constatу que eso no era nada raro, ya que Billing solнa utilizar un tono bastante borde con la mayorнa de las personas a las que les escribнa algo personal: reporteros, maquetadores y otros. Lisbeth considerу, no obstante, que resultaba llamativo que un hombre se dirigiera a su novia con palabras como «gorda de mierda, imbйcil de mierda o puta de mierda».

Cuando ya habнa retrocedido un aсo, se detuvo. Accediу entonces al Explorer y empezу a ver los sitios de Internet por los que Billing solнa navegar. Descubriу que, al igual que la mayorнa de los hombres de su edad, entraba regularmente en pбginas porno, pero que casi todas las que visitaba parecнan estar relacionadas con su trabajo. Constatу tambiйn que mostraba interйs por los coches y que a menudo se metнa en pбginas donde se presentaban nuevos modelos.

Tras una hora de indagaciуn, saliу del ordenador de Billing y lo borrу de la lista. Siguiу con Lars Уrjan Wollberg, cincuenta y un aсos, un veterano reportero de la redacciуn de asuntos jurнdicos.

Torsten Edklinth entrу en la jefatura de policнa de Kungsholmen a las siete y media de la tarde del sбbado. Allн lo esperaban Monica Figuerola y Mikael Blomkvist. Se sentaron en torno a la misma mesa de reuniones donde se sentу Mikael el dнa anterior.

Edklinth constatу que estaba pisando un terreno resbaladizo y que habнa violado toda una serie de reglas internas al permitir que Blomkvist accediera a ese pasillo. Sin lugar a dudas, Monica Figuerola no tenнa derecho a invitarlo por su cuenta. En circunstancias normales, ni siquiera las esposas o los maridos podнan acceder a las dependencias secretas de la DGP/Seg; si querнan ver a su pareja, debнan esperar en la escalera. Y Blomkvist, para mбs inri, era periodista. En el futuro sуlo lo dejarнa entrar en el local provisional que tenнan en Fridhemsplan.

Pero, por otro lado, siempre solнa haber gente dando vueltas por los pasillos en calidad de invitados especiales. Visitas extranjeras, investigadores, asesores temporales... El colocу a Blomkvist en la categorнa de asesores externos temporales. En fin, todas esas chorradas de la clasificaciуn del nivel de seguridad no eran mбs que palabras. De repente, alguien decidнa que fulanito de tal debнa ser autorizado para obtener un determinado nivel de seguridad. Edklinth habнa decidido que, si alguien lo criticara, dirнa que йl personalmente le habнa dado a Blomkvist la autorizaciуn necesaria.

Siempre y cuando no surgiera un conflicto entre ambos, claro estб. Edklinth se sentу y mirу a Figuerola.

—їCуmo te enteraste de la reuniуn?

—Blomkvist me llamу a eso de las cuatro —contestу ella con una sonrisa.

—їY cуmo te has enterado tъ?

—Me avisу una fuente —dijo Mikael Blomkvist.

—їDebo llegar a la conclusiуn de que le has puesto algъn tipo de vigilancia a Teleborian?

Monica Figuerola negу con la cabeza.

—Йsa fue tambiйn mi primera idea —dijo ella con una alegre voz, como si Mikael Blomkvist no se encontrara allн—-. Pero no se sostiene. Aunque alguien se encontrara siguiendo a Teleborian por encargo de Blomkvist, es imposible que esa persona supiera con antelaciуn que iba a ver, precisamente, a Joсas Sandberg.

Edklinth asintiу lentamente.

—Bueno... Entonces, їquй nos queda? їEscuchas ilegales o algo asн?

—Te puedo asegurar que no me dedico a realizar escuchas ilegales de nadie y que ni siquiera he oнdo hablar de que algo asн se estuviera llevando a cabo —dijo Mikael Blomkvist para recordarles que йl tambiйn se hallaba en la habitaciуn—. Seamos realistas: las escuchas ilegales son actividades a las que se dedican las autoridades estatales.

Edklinth hizo una mueca.

—їAsн que no quieres decir cуmo te enteraste de la reuniуn?

—Sн. Ya te lo he contado. Me avisу una fuente. Y la fuente estб protegida. їQuй te parece si nos centramos en el resultado del aviso?

—No me gusta dejar cabos sueltos —dijo Edklinth—. Pero vale, їquй es lo que sabemos?

—Se llama Joсas Sandberg —contestу Monica Figuerola—. Se formу como buceador militar y luego pasу por la Academia de policнa a principios de los aсos noventa. Primero trabajу en Uppsala y despuйs en Sцdertдlje.

—Tъ estuviste en Uppsala.

—Sн, pero no coincidimos. Yo acababa de empezar cuando йl se fue a Sцdertдlje.

—Vale.

—En 1998 la DGP/Seg lo reclutу para el servicio de contraespionaje. En el aсo 2000 fue recolocado en un cargo secreto en el extranjero. Segъn nuestros papeles, estб oficialmente en la embajada de Madrid. He hablado con ellos: no tienen ni idea de quiйn es Joсas Sandberg.

—Igual que Mбrtensson. Segъn los datos oficiales, lo han trasladado a algъn sitio en el que no se encuentra...

—Tan sуlo el jefe administrativo tiene la posibilidad de hacer algo asн sistemбticamente y conseguir que funcione.

—Y en circunstancias normales, todo se explicarнa con la excusa de que se han confundido los papeles; nosotros lo hemos descubierto porque lo estamos estudiando. Y si alguien insiste, no hay mбs que pronunciar la palabra «Confidencial» o decir que tiene que ver con el terrorismo.

—Todavнa queda por investigar el tema del presupuesto.

—їEl jefe de presupuesto? —Quizб.

—De acuerdo. їQuй mбs?

—Joсas Sandberg vive en Sollentuna. No estб casado, pero tiene un hijo con una profesora de Sцdertдlje. Vida intachable. Licencia para dos armas de fuego. Formal y abstemio. Lo ъnico un poco raro es que parece ser creyente y que en los aсos noventa fue miembro de la secta La Palabra de la vida.

—їDe dуnde has sacado todo eso?

—He hablado con mi antiguo jefe de Uppsala. Se acuerda muy bien de Sandberg.

—Vale. Un buceador militar creyente con dos armas y un hijo en Sцdertдlje. ї"Algo mбs?

—Hombre, para haberlo identificado hace tan sуlo tres horas no estб nada mal...

—Sн, perdona. їQuй sabemos de la casa de Artillerigatan?

—No mucho todavнa. Stefan ha conseguido dar con alguien de la oficina de urbanismo. Tenemos los planos del edificio. Pisos en propiedad de finales del siglo XIX. Seis plantas con un total de veintidуs pisos, mбs ocho pisos en un pequeсo edificio en el patio. Me he metido en los archivos para investigar a los inquilinos, pero no he encontrado nada llamativo. Dos de los que viven en el inmueble tienen antecedentes.

—їQuiйnes son?

—Un tal Lindstrom en la primera planta. Sesenta y tres aсos. Condenado por estafas de seguros en los aсos setenta. Un tal Wittfelt en la tercera. Cuarenta y siete aсos. Condenado en dos ocasiones por maltrato de su ex mujer.

—Mmm.

—Los que viven allн son de clase media bien. Sуlo hay un piso que plantea interrogantes. —їCuбl?

—El de la planta superior. Once habitaciones; algo asн como un piso seсorial. Pertenece a una empresa que se llama Bellona AB.

—їY a quй se dedica?

—Sabe Dios. Realizan anбlisis de mercado y facturan anualmente mбs de treinta millones de coronas. Todos los propietarios de Bellona residen en el extranjero.

—Aja.

—їAja quй?

—Sуlo eso, aja. Tъ sigue investigando a Bellona.

En ese mismo instante entrу el funcionario al que Mikael sуlo conocнa bajo el nombre de Stefan.

—Hola, jefe —dijo, saludando a Torsten Edklinth— . Esto tiene gracia. He estado indagando el pasado del piso de Bellona.

—їY? —preguntу Monica Figuerola.

—La empresa Bellona se fundу en los aсos setenta y comprу el piso de la testamentarнa de la anterior dueсa, una mujer llamada Kristin Cederholm, nacida en 1917.

—Estaba casada con Hans Wilhelm Francke, el vaquero que se peleу con P. G. Vinge cuando se fundу la DGP/Seg.

—Bien —dijo Torsten Edklinth—. Muy bien. Monica, quiero que se vigile el inmueble dнa y noche. Que se averigьe quй telйfonos tienen. Quiero saber quiйn entra y quiйn sale por esa puerta, quй coches visitan el edificio. Lo de siempre.

Edklinth mirу de reojo a Mikael Blomkvist. Parecнa estar a punto de decir algo, pero se contuvo. Mikael arqueу las cejas.

—їEstбs contento con todo este caudal informativo? —preguntу Edklinth al final.

—No puedo quejarme. їTъ estбs contento con la aportaciуn de Millennium?

Edklinth asintiу lentamente con la cabeza.

—їEres consciente de que se me puede caer el pelo por culpa de esto? —preguntу.

—No serб por mi culpa. La informaciуn que me dais la tratarй como si proviniera de una fuente protegida. Voy a reproducir los hechos, pero no voy a revelar cуmo los he averiguado. Antes de llevarlo todo a imprenta te harй una entrevista formal. Si no quieres contestar, no tienes mбs que decir «Sin comentarios». O bien dices todo lo que piensas de la Secciуn para el Anбlisis Especial. Tъ decides.

Edklinth se mostrу conforme con un movimiento de cabeza.

Mikael estaba contento. En apenas unas horas, la Secciуn parecнa haber cobrado forma. Se trataba de un avance decisivo.

Sonja Modig habнa podido constatar, llena de frustraciуn, que la reuniуn del despacho del fiscal Ekstrцm se prolongaba. Sobre la mesa habнa encontrado una botella de agua mineral Loka olvidada por alguien. Habнa llamado a su marido dos veces para decirle que se retrasarнa y que prometнa recompensarlo con una agradable velada en cuanto llegara a casa. Empezaba a inquietarse y se sentнa como una intrusa.

La reuniуn no acabу hasta las siete y media. La pillaron completamente desprevenida cuando se abriу la puerta y saliу Hans Faste, seguido del doctor Peter Teleborian. A continuaciуn, un hombre mayor de pelo canoso al que Sonja Modig nunca habнa visto. En ъltimo lugar saliу el fiscal Richard Ekstrцm poniйndose una americana a la vez que apagaba la luz y cerraba la puerta con llave.

Sonja Modig sostuvo su mуvil frente a la rendija de la cortina e hizo dos fotos de baja resoluciуn de la gente que se encontraba frente a la puerta de Ekstrцm. Tardaron unos segundos en ponerse en marcha y recorrer el pasillo.

Contuvo el aliento cuando pasaron por la sala de reuniones donde ella se escondнa agachada. Cuando por fin oyу cerrarse la puerta de la escalera se percatу de que estaba envuelta en un sudor frнo. Se levantу con las rodillas temblando.

Bublanski llamу a Monica Figuerola poco despuйs de las ocho de la tarde.

—їQuerнas saber si Ekstrцm celebraba alguna reuniуn ?

—Sн —respondiу Monica Figuerola.

—Acaba de terminar. Se ha reunido con el doctor Peter Teleborian y mi ex colaborador, el inspector Hans Faste, asн como con una persona mayor a la que no conocemos.

—Un momento —le dijo Monica Figuerola para, a continuaciуn, tapar el auricular con la mano y volverse hacia los demбs—. Nuestra sospecha ha dado sus frutos. Teleborian ha ido directamente a ver al fiscal Ekstrцm.

—їSigues ahн?

—Perdуn. їHay alguna descripciуn de ese desconocido tercer hombre?

—Mejor. Te envнo una foto.

—їUna foto? ЎAnda, quй bien! Te debo un gran favor.

—Serнa mucho mejor que me dijeras quй estбis tramando.

—Ya te llamarй.

Permanecieron callados en torno a la mesa de reuniones durante un par de minutos.

—De acuerdo —acabу diciendo Edklinth—. Teleborian se reъne con la Secciуn y luego va directamente a ver al fiscal Ekstrцm. Darнa lo que fuera por saber de quй habrбn hablado.

—Tambiйn podrнas preguntбrmelo a mн —propuso Mikael Blomkvist.

Edklinth y Figuerola se quedaron mirбndolo.

—Se han reunido para darle el ъltimo retoque a la estrategia con la que pretenden noquear a Lisbeth Salander en el juicio que se celebrarб contra ella dentro de un mes.

Monica Figuerola lo contemplу. Luego hizo un lento gesto de asentimiento.

—Es una suposiciуn —dijo Edklinth—. A menos que tengas poderes paranormales.

—No es ninguna suposiciуn —replicу Mikael—. Se han visto para ultimar los detalles del informe psiquiбtrico forense sobre Salander. Teleborian acaba de terminarlo.

—No digas chorradas. Salander ni siquiera ha sido examinada.

Mikael Blomkvist se encogiу de hombros y abriу el maletнn de su ordenador.

—Ese tipo de nimiedades no suele detener a Teleborian. Aquн estб la ъltima versiуn del informe psiquiбtrico forense. Como podйis ver, estб fechada la misma semana en la que va a dar comienzo el juicio.

Edklinth y Figuerola se quedaron observando los documentos. Luego se intercambiaron las miradas y, acto seguido, miraron a Mikael Blomkvist.

—їY dуnde has conseguido este informe? —preguntу Edklinth.

—Sorry. Protecciуn de fuentes —dijo Mikael Blomkvist.

—Blomkvist... tenemos que poder fiarnos el uno del otro. Nos estбs ocultando informaciуn. їGuardas mбs sorpresas de este tipo?

—Sн, claro; tengo mis secretos. Al igual que estoy convencido de que tъ no me vas a dar carie blanche para que mire todo lo que tenйis aquн en la Sдpo. їA que no?

—No es lo mismo.

—Sн. Es exactamente lo mismo. Se trata de una colaboraciуn. Como tъ bien dices, tenemos que poder fiarnos el uno del otro. Yo no oculto nada que pueda contribuir a tu misiуn de investigar a la Secciуn e identificar los diferentes delitos que se han cometido. Ya te he entregado todo el material que demuestra que, en 1991, Teleborian cometiу un delito en colaboraciуn con Bjцrck, y te he contado que van a contratarlo para hacer lo mismo esta vez. Y aquн tienes el documento que lo demuestra.

—Pero guardas secretos.

—Por supuesto. Tъ eliges: o lo aceptas o se interrumpe esta colaboraciуn.

Monica Figuerola levantу un diplomбtico dedo.

—Perdona, pero їesto significa que el fiscal Ekstrцm trabaja para la Secciуn?

Mikael frunciу el ceсo.

—No lo sй. Mбs bien me da la sensaciуn de que se trata de un idiota ъtil del que la Secciуn se aprovecha. Es un trepa, pero yo lo veo honrado, aunque un poco tonto. En cambio, una fuente me ha comentado que se tragу prбcticamente todo lo que Teleborian contу sobre Lisbeth Salander en una presentaciуn que йste hizo cuando todavнa la estaban buscando.

—Vamos, que no hace falta gran cosa para manipularlo. їNo es eso?

—Exacto. Y Hans Faste es un idiota que piensa que Lisbeth Salander es una lesbiana satбnica.

Erika Berger estaba sola en su chalet de Saltsjуbaden. Se sentнa paralizada e incapaz de concentrarse en ningъn tipo de actividad ъtil. Se pasaba las horas esperando a que alguien la llamara para contarle que ya habнan colgado sus fotos en alguna pбgina web de Internet.

Se sorprendiу pensando una y otra vez en Lisbeth Salander, y se dio cuenta de que habнa depositado en ella vanas esperanzas. Salander se hallaba encerrada en Sahlgrenska. Tenнa prohibidas las visitas y ni siquiera podнa leer los periуdicos. Pero era una chica asombrosamente rica en recursos; a pesar de su aislamiento habнa podido contactar con Erika a travйs del ICQ y luego tambiйn por telйfono. Y dos aсos antes, ella sуlita consiguiу acabar con el imperio de Wennerstrцm y salvar a Millennium.

A las ocho de la tarde, Susanne Linder llamу a la puerta. Erika se sobresaltу como si alguien hubiese disparado una pistola dentro de la habitaciуn.

—Hola, Berger. Mнrala, ahн sentada en la penumbra con esa cara tan triste...

Erika asintiу y encendiу la luz.

—Hola. Voy a preparar un poco de cafй...

—No. Ya lo hago yo. їHay alguna novedad?

Bueno, Lisbeth Salander se ha puesto en contacto conmigo y ha tomado el control de mi ordenador. Y tambiйn me ha llamado para informarme de que Teleborian y alguien llamado Joсas se iban a reunir en la estaciуn central esta misma tarde.

—No. Nada nuevo —dijo—. Pero hay algo que me gustarнa consultarte. —Tъ dirбs...

—їCrees que existe alguna posibilidad de que no sea un stalker sino alguien de mi cнrculo de conocidos que quiere fastidiarme?

—їCuбl es la diferencia?

—Para mн un stalker es un individuo desconocido que se ha obsesionado conmigo. La otra variante serнa que fuera alguien que quiere vengarse de mн o arruinarme la vida por razones personales.

—Una idea interesante. їCуmo se te ha ocurrido?

—Es que... hoy he hablado con una persona sobre mi situaciуn. No puedo dar su nombre, pero era de la opiniуn de que las amenazas de un verdadero stalker serнan diferentes. Sobre todo porque un tipo asн nunca le habrнa escrito esos correos a Eva Carlsson, la de Cultura. Lo cierto es que no tiene ningъn sentido.

Susanne Linder asintiу lentamente con la cabeza.

—No le falta razуn. їSabes?, la verdad es que nunca he leнdo esos correos. їMe los dejas ver?

Erika sacу su laptop y lo puso sobre la mesa de la cocina.

Monica Figuerola escoltу a Mikael Blomkvist en su salida de la jefatura de policнa a eso de las diez de la noche. Se detuvieron en el mismo sitio del dнa anterior, en el parque de Kronoberg.

—Bueno, otra vez aquн. їPiensas salir corriendo para irte a trabajar o te apetece venir a mi casa y meterte en la cama conmigo?

—Bueno...

—Mikael, no te sientas presionada por mн. Si necesitas trabajar, adelante.

—Oye, Figuerola, eres muy pero que muy adictiva.

—Y a ti no te gustan las adicciones. їEs eso lo que quieres decir?

—No. No es eso. Pero esta noche hay una persona con la que tengo que hablar y me va a llevar un rato. Y seguro que antes de que termine tъ ya te habrбs dormido.

Ella asintiу.

—Ya nos veremos.

El le dio un beso en la mejilla y subiу hacia Fridhemsplan para coger el autobъs. —ЎBlomkvist! —gritу ella. —їQuй?

—Maсana tambiйn libro. Pбsate a desayunar si tienes tiempo.


Capнtulo 21

Sбbado, 4 de junio -Lunes, 6 de junio

 

Lisbeth Salander sintiу un cъmulo de malas vibraciones cuando le tocу el turno al jefe de Noticias Anders Holm. Tenнa cincuenta y ocho aсos, asн que en realidad quedaba fuera del grupo, pero de todas formas Lisbeth lo habнa incluido porque se habнa peleado con Erika Berger. Era un tipo que no hacнa mбs que tramar intrigas y enviar correos a diestro y siniestro para hablar de lo mal que alguien habнa hecho un trabajo.

Lisbeth constatу que a Holm le caнa mal Erika Berger y que dedicaba bastante espacio a realizar comentarios del tipo «ahora la tнa bruja ha dicho esto o ha hecho aquello». Cuando navegaba por la red se metнa exclusivamente en pбginas relacionadas con el trabajo. Si tenнa otros intereses, tal vez se entregara a ellos en su tiempo libre y en otro ordenador.

Lo guardу como candidato al papel de El boli venenoso, aunque no estaba muy convencida. Lisbeth meditу un rato sobre por quй no creнa que fuera йl y llegу a la conclusiуn de que Holm era tan borde que no necesitaba dar ese rodeo recurriendo a los correos anуnimos: si le apeteciera llamar puta a Erika Berger, se lo dirнa a la cara. Y no le pareciу de ese tipo de personas que se molestarнan en entrar sigilosamente en la vivienda de Erika Berger en plena noche.

Hacia las diez de la noche hizo una pausa, entrу en [La_Mesa_Chalada] y constatу que Mikael Blomkvist aъn no habнa vuelto. Se sintiу algo irritada y se preguntу quй andarнa haciendo y si le habrнa dado tiempo a llegar a la reuniуn de Teleborian.

Luego volviу al servidor del SMP.

Pasу al siguiente nombre, que era Claes Lundin, el secretario de redacciуn de deportes, de veintinueve aсos. Lisbeth acababa de abrir su correo cuando se detuvo y se mordiу el labio inferior. Dejу a Lundin y, en su lugar, se fue al correo electrуnico de Erika Berger.

Se centrу en los antiguos correos. Se trataba de una lista relativamente corta, ya que su cuenta habнa sido abierta el dos de mayo. Se iniciaba con una agenda de la maсana enviada por el secretario de redacciуn Peter Fredriksson. A lo largo de ese primer dнa, varias personas le habнan mandado a Erika mensajes de bienvenida.

Lisbeth leyу detenidamente cada uno de los mails recibidos por Erika Berger. Advirtiу que, ya desde el principio, subyacнa un tono hostil en la correspondencia mantenida con el jefe de Noticias Anders Holm. No parecнan estar de acuerdo en nada, y Lisbeth constatу que Holm le complicaba la vida enviбndole hasta dos y tres correos sobre temas que eran verdaderas nimiedades.

Pasу por alto la publicidad, el spam y las agendas puramente informativas. Se concentrу en todo tipo de correspondencia personal. Leyу cбlculos presupuestarios internos, los resultados del departamento de publicidad y marketing y una correspondencia mantenida con el jefe de economнa, Christer Sellberg, que se prolongу durante una semana entera y que mбs bien se podrнa describir como una tormentosa pelea sobre la reducciуn de personal. Habнa recibido tambiйn irritantes correos del jefe de la redacciуn de asuntos jurнdicos acerca de un sustituto llamado Johannes Frisk al que Erika Berger, al parecer, habнa puesto a trabajar en algъn reportaje que no gustaba. Exceptuando los primeros mensajes de bienvenida, ninguno de los correos provenientes de los distintos jefes de departamento resultaba agradable: ni uno solo de ellos veнa nada positivo en los argumentos o en las propuestas de Erika.

Al cabo de un rato, Lisbeth volviу al principio e hizo un cбlculo estadнstico. Constatу que de todos los jefes del SMP que Erika tenнa a su alrededor, sуlo habнa cuatro que no se dedicaban a minar su posiciуn: el secretario de redacciуn Peter Fredriksson, el jefe de la secciуn de Opiniуn Gunnar Magnusson, el jefe de Cultura Sebastian Strandlund y, por ъltimo, Borgsjу, el presidente de la junta directiva.

їNo habнan oнdo hablar de las mujeres en el SMP? Todos los jefes son hombres.

La persona con quien Erika tenнa menos que ver era con el jefe de cultura, Sebastian Strandlund. Durante todo el tiempo que Erika llevaba trabajando allн sуlo habнa intercambiado dos correos con йl. Los mбs amables y los mбs manifiestamente simpбticos procedнan de Magnusson, el redactor de las pбginas de Opiniуn. Borgsjу era parco en palabras y arisco. Todos los demбs jefes se dedicaban al tiro encubierto de forma mбs o menos abierta.

їPara quй cono se les ha ocurrido a estos tнos contratar a Erika Berger si luego resulta que lo ъnico que quieren hacer con ella es destrozarla por completo?

La persona con la que parecнa tener mбs relaciуn era el secretario de redacciуn Peter Fredriksson. La acompaсaba a las reuniones como si fuera su sombra; preparaba la agenda con ella, la ponнa al corriente sobre distintos textos y problemas, y, en general, hacнa girar los engranajes de toda aquella maquinaria.

Fredriksson intercambiaba a diario una docena de correos con Erika.

Lisbeth agrupу todos los correos de Peter Fredriksson dirigidos a Erika y los leyу uno por uno. En mбs de una ocasiуn ponнa alguna objeciуn a una decisiуn tomada por Erika. El le presentaba sus argumentos. Erika Berger parecнa tener confianza en йl, ya que a menudo modificaba sus decisiones o aceptaba por completo los razonamientos de Fredriksson. Nunca se mostrу hostil. En cambio, no existнa ni el mбs mнnimo indicio de que tuviera una relaciуn personal con Erika.

Lisbeth cerrу el correo de Erika Berger y meditу un breve instante.

Abriу la cuenta de Peter Fredriksson.

Plague llevaba toda la tarde mangoneando sin demasiado йxito en los ordenadores de casa de diversos colaboradores del SMP. Habнa conseguido meterse en el del jefe de Noticias Anders Holm, ya que йste tenнa una lнnea abierta de forma permanente con el ordenador de la redacciуn para poder entrar en cualquier momento y enmendar algъn texto. El ordenador privado de Holm era uno de los mбs aburridos que Plague habнa pirateado en toda su vida. Sin embargo, habнa fracasado con el resto de los dieciocho nombres de la lista que le habнa proporcionado Lisbeth Salander. Una de las razones de ese fracaso era el hecho de que ninguna de las personas a cuyas puertas llamу estaba conectada a Internet esa tarde de sбbado. Habнa empezado a cansarse un poco de esa misiуn imposible cuando Lisbeth Salander le hizo clin a las diez y media de la noche. —їQuй?

—Peter Fredriksson. —De acuerdo.

—Pasa de todos los demбs. Cйntrate en йl.

—їPor quй?

—Un presentimiento.

—Eso me va a llevar tiempo.

—Hay un atajo: Fredriksson es secretario de redacciуn y trabaja con un programa que se llama Integrator para poder controlar su ordenador del SMP desde casa. —No sй nada de Integrator.

—Un pequeсo programa que apareciу hace unos aсos. Ahora estб completamente anticuado. Integrator tiene un bug. Estб en el archivo de Hacker Rep. En teorнa puedes invertir el programa y entrar en su ordenador de casa desde el trabajo.

Plague suspirу: la que un dнa fuera su alumna estaba mбs puesta que йl.

—Vale. Lo intentarй.

—Si encuentras algo, dбselo a Mikael Blomkvist si yo ya no estoy conectada.

Mikael Blomkvist habнa vuelto al piso de Lisbeth Salander de Mosebacke poco antes de las doce. Estaba cansado y empezу dбndose una ducha y poniendo la cafetera elйctrica. Luego abriу el ordenador de Lisbeth Salander e hizo clin en su ICQ.

—Ya era hora.

—Sorry.

—їDуnde has estado metido todo este tiempo? —En la cama con una agente secreto. Y cazando a Joсas.

—їLlegaste a la reuniуn?

—Sн. ї ї їAvisaste tъ a Erika???

—Era la ъnica manera de contactar contigo.

—Muy lista.

—Maсana me meterбn en el calabozo. —Ya lo sй.

—Plague te ayudarб con la red. —-Estupendo.

—Entonces ya no queda mбs que el final.

Mikael asintiу para sн mismo.

—Sally... Vamos a hacer lo que hay que hacer.

—Ya lo sй. Eres muy previsible. —Y tъ un encanto, como siempre. —їHay algo mбs que deba saber? —No.

—En ese caso, todavнa me queda un poco de trabajo en la red.

—Vale. Que lo pases bien.

Susanne Linder se despertу sobresaltada por un pitido de su auricular de botуn. Alguien habнa hecho saltar la alarma que ella misma habнa colocado en la planta baja del chalet de Erika Berger. Se apoyу en el codo y vio que eran las 5.23 de la maсana del domingo. Se levantу sigilosamente de la cama y se puso unos vaqueros, una camiseta y unas zapatillas de deporte. Se metiу el bote de gas lacrimуgeno en el bolsillo trasero y se llevу la porra telescуpica consigo.

En silencio, pasу ante la puerta del dormitorio de Erika Berger y vio que estaba cerrada, lo que significaba que la llave seguнa echada.

Luego se detuvo en la escalera y se quedу escuchando. De pronto, oyу un ligero clic en la planta baja seguido de un movimiento. Bajу muy despacio las escaleras y volviу a detenerse en la entrada aguzando el oнdo.

En ese momento, alguien arrastrу una silla en la cocina. Sostuvo firmemente la porra con la mano y, silenciosa, se acercу hasta la puerta de la cocina, donde vio a un hombre calvo y con barba de un par de dнas sentado la mesa con un vaso de zumo de naranja y leyendo el SMP. Advirtiу su presencia y levantу la mirada.

—їY tъ quiйn diablos eres? —preguntу el hombre.

Susanne Linder se relajу y se apoyу en el marco de la puerta.

—Greger Backman, supongo... Hola. Me llamo Susanne Linder.

—Aja. їMe vas a dar un porrazo en la cabeza o quieres un vaso de zumo?

—Con mucho gusto —dijo Susanne, dejando la porra—. El zumo, quiero decir...

Greger Backman se estirу para coger un vaso del fregadero y se lo sirviу de un tetrabri\.

—Trabajo para Milton Security —dijo Susanne Linder—. Creo que es mejor que tu esposa te explique el porquй de mi presencia.

Greger Backman se levantу.

—їLe ha pasado algo a Erika?

—Tranquilo, estб bien. Pero ha tenido unos problemillas. Te hemos estado buscando en Parнs.

—їParнs? ЎPero si he estado en Helsinki, joder!

—їAh, sн? Perdona, pero tu mujer pensaba que se trataba de Parнs.

—Eso es el mes que viene.

Greger se levantу y se dispuso a salir de la cocina. —La puerta del dormitorio estб cerrada con llave. Necesitas un cуdigo para abrirla —dijo Susanne Linden —їUn cуdigo?

Le dio las tres cifras que debнa marcar. Greger subiу corriendo por la escalera hasta la planta superior. Susanne Linder alargу la mano y cogiу el SMP de la mesa.

A las diez de la maсana del domingo, el doctor Anders Jonasson entrу a ver a Lisbeth Salander.

—Hola, Lisbeth.

—Hola.

—Sуlo querнa advertirte de que la policнa vendrб a la hora de comer.

—Vale.

—No pareces muy preocupada. —No.

—Tengo un regalo para ti.

—їUn regalo? їPorquй?

—Has sido uno de los pacientes que mбs me ha entretenido en mucho tiempo.

—їAh sн? —dijo Lisbeth Salander con suspicacia.

—Tengo entendido que te interesa el ADN y la genйtica.

—їQuiйn se ha chivado? Supongo que esa tнa, la psicуloga.

Anders Jonasson asintiу.

—Si te aburres en la prisiуn... йste es el ъltimo grito en la investigaciуn del ADN.

Le dio un un tocho titulado Spirals: mysteries ofDNA, escrito por Yoghito Takamura, un catedrбtico de la Universidad de Tokio. Lisbeth Salander abriу el libro y estudiу el нndice del contenido.



  

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