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Tu eres la hacker. ЎAverigualo! Kalle B. 7 страница



—Queremos saber cuбndo piensas publicar tu texto. Ahora mismo la investigaciуn se estб llevando a cabo con la mбxima confidencialidad, de manera que, si actъas antes de que Edklinth termine, podrнas echarlo todo a perder.

—Mmm. їY cuбndo quieres que lo publique? їDespuйs de las prуximas elecciones?

—Eso lo decides tъ; yo no puedo influir sobre eso. Lo que te pido es que, antes de hacerlo, nos avises para que nosotros sepamos quй fecha lнmite tenemos para llevar a cabo nuestra investigaciуn.

—Entiendo. Antes mencionaste algo sobre una colaboraciуn.. .

El primer ministro asintiу.

—Primero quiero decir que, en circunstancias normales, ni se me habrнa pasado por la cabeza pedirle a un periodista que asistiera a una reuniуn como йsta.

—Creo que en circunstancias normales habrнas hecho todo lo que hubiera estado en tu mano para mantener alejados a los periodistas de una reuniуn asн.

—Sн. Pero tengo entendido que a ti te motivan varios factores. Como periodista tienes fama de no andarte con chiquitas cuando se trata de corrupciуn. En ese caso, no hay ninguna discrepancia con respecto a nosotros.

—їNo?

—No. Ni la mбs mнnima. O, mejor dicho... si hay alguna, es mбs bien de carбcter jurнdico, pero no en lo que se refiere al objetivo. Si es verdad que existe ese club de Zalachenko, no sуlo se trata de una organizaciуn criminal, sino tambiйn de una amenaza para la seguridad del paнs. Hay que pararlos y los responsables tienen que ser entregados a la justicia. En eso tъ y yo estamos de acuerdo їno?

Mikael asintiу.

—Tengo entendido que conoces esta historia mejor que nadie. Lo que te proponemos es que compartas tus conocimientos. Si esto hubiera sido una investigaciуn policial normal y corriente en torno a un simple delito, el que instruyera el caso podrнa haberte convocado a un interrogatorio. Pero esto es, como ya sabes, una situaciуn extrema.

Mikael permaneciу callado un instante mientras reflexionaba sobre el asunto.

—їY quй me dais a cambio si colaboro?

—Nada. No voy a negociar contigo. Si quieres publicar el texto maсana mismo, hazlo. No quiero verme envuelto en ningъn tipo de regateo que pueda ser dudoso desde un punto de vista constitucional. Pido tu colaboraciуn por el bien de la naciуn.

—Nada puede ser bastante —dijo Mikael Blomkvist—. Dйjame decirte una cosa: estoy muy cabreado. Estoy muy cabreado con el Estado, con el gobierno, con la Sдpo y con esos malditos cabrones que, sin ninguna razуn, encerraron a una niсa de doce aсos en el manicomio para luego asegurarse de que la declaraban incapacitada.

—Lisbeth Salander se ha convertido en un asunto gubernamental —dijo el primer ministro, sonriendo incluso—. Mikael: personalmente estoy muy indignado por todo lo que le ha pasado. Y crйeme cuando te digo que los responsables van a pagar por lo que han hecho. Pero antes de hacer nada, necesitamos saber quiйnes son.

—Tъ tienes tus problemas. El mнo es que quiero que se absuelva a Lisbeth Salander y que anulen su declaraciуn de incapacidad.

—Ahн no te puedo ayudar. No estoy por encima de la ley y no puedo dictar lo que han de decidir los fiscales y los jueces. Debe ser absuelta en un juicio.

—De acuerdo —dijo Mikael Blomkvist—. Quieres una colaboraciуn. Dame acceso a la investigaciуn de Edklinth y contarй quй es lo que pienso publicar y cuбndo.

—No puedo. Eso me pondrнa a mн con respecto a ti en la misma situaciуn que viviу el predecesor del ministro de Justicia con aquel Ebbe Carlsson.

—Yo no soy Ebbe Carlsson —dijo Mikael tranquilamente.

—Eso ya me ha quedado claro. Sin embargo, Torsten Edklinth sн que puede decidir, claro estб, quй informaciуn es la que desea compartir mientras el marco de su misiуn se lo permita.

—Mmm —murmurу Mikael Blomkvist—. Quiero saber quiйn era Evert Gullberg.

Un silencio se instalу en el salуn.

—Lo mбs probable es que, durante muchos aсos, Evert Gullberg fuera el jefe de esa secciуn de la DGP/Seg a la que tъ llamas El club de Zalachenko —dijo Edklinth.

El primer ministro le echу una mirada incisiva a Edklinth.

—Creo que eso ya lo sabнa —dijo Edklinth, excusбndose.

—Es correcto —intervino Mikael—. Empezу en los aсos cincuenta en la Sдpo y en los sesenta se convirtiу en jefe de algo llamado Secciуn para el Anбlisis Especial. Fue йl quien se ocupу de todo el asunto Zalachenko.

El primer ministro negу con la cabeza.

—Sabes mбs de lo debido. Y me encantarнa enterarme de cуmo lo has averiguado. Pero no te lo voy a preguntar.

—Mi historia tiene algunos agujeros —dijo Mikael—. Y quiero taparlos. Dame la informaciуn que me falta y no os pondrй la zancadilla.

—Como primer ministro no puedo darte esa informaciуn. Y Torsten Edklinth estarнa en la cuerda floja si lo hiciera.

—ЎY una mierda! Yo sй lo que querйis. Tъ sabes lo que yo quiero. Si me dais esa informaciуn, os tratarй como fuente, con toda la garantнa de anonimato que eso implica. No me malentendбis: en mi reportaje voy a contar la verdad tal y como yo la veo. Si tъ estбs implicado, te dejarй en evidencia y me asegurarй de que nunca jamбs vuelvas a ser elegido. Pero, de momento, no tengo motivos para creer que йse sea el caso.

El primer ministro mirу de reojo a Edklinth. Tras un instante de duda, moviу afirmativamente la cabeza. Mikael lo vio como una seсal de que el primer ministro acababa de violar la ley —si bien era cierto que de un modo muy teуrico— dando su consentimiento a que Mikael pudiese acceder a informaciуn clasificada.

—Esto se soluciona de una forma bastante sencilla —dijo Edklinth—. Soy el responsable de una comisiуn unipersonal, de modo que yo mismo elijo a mis colaboradores. Tъ no puedes formar parte de esa comisiуn, ya que eso implicarнa que te vieras obligado a firmar una declaraciуn de secreto profesional. Pero no hay nada que me impida contratarte como asesor externo.

Desde que Erika Berger tuvo que meterse en el traje del difunto redactor jefe Hбkan Morander, su vida se habнa llenado, dнa y noche, de un sinfнn de reuniones y trabajo. Se sentнa en todo momento mal preparada, incapaz y poco puesta al dнa.

Hasta la tarde del miйrcoles, casi dos semanas despuйs de que Mikael Blomkvist le diera la carpeta de la investigaciуn de Henry Cortez sobre el presidente de su junta directiva, Magnus Borgsjу, Erika no tuvo tiempo para dedicarse a ese asunto. Cuando la abriу se dio cuenta de que su tardanza tambiйn se debнa al hecho de que no le apetecнa mucho abordar ese tema. Ya sabнa que, hiciera lo que hiciese, acabarнa en catбstrofe.

Llegу al chalet de Saltsjуbaden mбs pronto de lo habitual, a eso de las siete de la tarde, desactivу la alarma de la entrada y constatу sorprendida que su marido, Greger Backman, no estaba en casa. Tardу un rato en recordar que esa maсana ella lo habнa besado con un cariсo especial porque йl se iba a Parнs para dar unas conferencias y no volverнa hasta el fin de semana. Fue consciente de que no tenнa ni idea de a quiйn le iba a dar las charlas, ni de quй trataban ni de cuбndo habнa recibido la invitaciуn.

Mire, perdone, pero he perdido a mi marido. Se sintiу como el personaje de un libro del doctor Richard Schwartz y se preguntу si necesitarнa la ayuda de un psicoterapeuta.

Subiу a la planta superior, llenу la baсera y se desnudу. Cogiу la carpeta de la investigaciуn, se metiу con ella en la baсera y dedicу la siguiente media hora a leerla. Cuando terminу no pudo reprimir una sonrisa: Henry Cortez iba a ser un periodista formidable. Tenнa veintiseis aсos y llevaba cuatro trabajando en Millennium, desde que se licenciу. Ella sintiу un cierto orgullo. Toda esa historia de los inodoros y del seсor Borgsjу llevaba la firma de Millennium de principio a fin y no habнa ni una sola lнnea que no estuviera muy bien documentada.

Pero tambiйn se sintiу triste. Magnus Borgsjу era una buena persona y le caнa bien. Era discreto, escuchaba, tenнa encanto y no le parecнa nada arrogante. Ademбs, era su jefe y el que le habнa dado el trabajo. Maldito Borgsjу. .. їCуmo cono has podido ser tan estъpido?

Reflexionу un rato intentando encontrar una conexiуn alternativa o alguna circunstancia atenuante, pero ya sabнa que no iba a dar con nada que le sirviera de excusa.

Dejу la carpeta de la investigaciуn en el alfйizar de la ventana y se estirу en la baсera para meditar sobre el tema.

Era inevitable que Millennium publicara el reportaje. Si ella hubiese seguido como redactora jefe de la revista, no lo habrнa dudado ni un segundo, y el hecho de que la hubieran puesto al corriente de la historia con antelaciуn no era mбs que un gesto personal que dejaba claro que Millennium, en la medida de lo posible, querнa paliar los daсos que a ella, como persona, le pudiesen ocasionar. Si la situaciуn hubiera sido al revйs —esto es: si el SMP hubiese encontrado alguna mierda oculta sobre el presidente de la junta de Millennium (aunque, en realidad, fuera ella)—, tampoco habrнa dudado sobre si publicarlo o no.

La publicaciуn iba a daсar seriamente a Magnus Borgsjу. En realidad, lo mбs grave del asunto no era que su empresa Vitavara AB le hubiese pedido inodoros a una empresa de Vietnam que figuraba en la lista negra que la ONU habнa confeccionado con las empresas que se dedican a la explotaciуn laboral infantil. En este caso concreto, la empresa utilizaba, ademбs, mano de obra esclava, la de los prisioneros, algunos de los cuales podrнan ser definidos, sin duda, como prisioneros polнticos. Lo mбs grave era que Magnus Borgsjу conocнa esas circunstancias y, aun asн, habнa elegido continuar solicitando los inodoros de Fong Soo Industries. Se trataba de una avaricia que, tras la estela dejada por otros gбnsteres capitalistas como el destituido director ejecutivo de Skandia, no gustaba mucho al pueblo sueco.

Magnus Borgsjу, naturalmente, afirmarнa que no conocнa las condiciones de trabajo de Fong Soo, pero Henry Cortez tenнa una buena documentaciуn al respecto, de modo que, en el instante en que Borgsjу intentara poner esa excusa, tambiйn serнa tachado de mentiroso. Porque la verdad era que en el mes de junio de 1997, Magnus Borgsjу viajу a Vietnam para firmar los primeros contratos. En esa ocasiуn pasу diez dнas en el paнs y, entre otras cosas, visitу las fбbricas de la empresa. Si intentara mantener que nunca supo que varios de los trabajadores de la fбbrica sуlo tenнan doce o trece aсos, quedarнa como un idiota.

La cuestiуn de la posible falta de conocimientos de Borgsjу se zanjarнa definitivamente por el hecho de que Henry Cortez podrнa probar que la comisiуn de la ONU que se ocupaba de estudiar la explotaciуn laboral de los niсos incluyу en 1999 a Fong Soo Industries en la lista de empresas que utilizaban mano de obra infantil. Eso provocу la apariciуn de numerosos artнculos en la prensa e indujo a dos organizaciones sin бnimo de lucro, independientes entre sн, entre ellas la mundialmente reconocida International Joint Effort Against Child Labour de Londres, a escribir una serie de cartas a empresas que eran clientes de Fong Soo. A Vitavara AB se mandaron no menos de siete, dos de las cuales se dirigieron personalmente a Magnus Borgsjу. La organizaciуn de Londres, encantada, habнa entregado la documentaciуn a Henry Cortez y aprovechу para comentarle que Vitavara AB no habнa contestado a ninguna de las cartas.

Sin embargo, Magnus Borgsjу viajу a Vietnam en otras dos ocasiones —2001 y 2004— para renovar los contratos. Ese era el golpe de gracia. Todas las posibilidades con que Borgsjу contaba para alegar ignorancia se acababan ahн.

La atenciуn mediбtica que se desencadenarнa sуlo podrнa conducir a una sola cosa: si Borgsjу fuera inteligente, pedirнa perdуn pъblicamente y dimitirнa de todos sus cargos, porque si se intentara defender, serнa aniquilado en el proceso.

A Erika le daba igual que Borgsjу fuese el presidente de la junta de Vitavara AB o no. Para ella, lo mбs grave era que tambiйn fuera presidente del SMP. La publicaciуn de todo ese asunto significarнa que se verнa obligado a dimitir. En una йpoca en la que el periуdico se encontraba al borde del abismo y se acababa de poner en marcha un plan de renovaciуn, el SMP no se podнa permitir un presidente de junta que tuviera una vida dudosa. Perjudicarнa al periуdico. Asн que йl tendrнa que irse del SMP.

A Erika Berger, por consiguiente, se le presentaban dos lнneas distintas de actuaciуn:

Podнa ir a hablar con Borgsjу, ponerle las cartas sobre la mesa, enseсarle la documentaciуn e inducirlo a que йl mismo llegara a la conclusiуn de que debнa dimitir antes de que se publicara el reportaje.

Pero si ponнa trabas, entonces convocarнa a los miembros de la junta, les informarнa de la situaciуn y les obligarнa a destituirlo. Y si la junta no estuviera de acuerdo con esa forma de proceder, se verнa obligada a dimitir de inmediato como redactora jefe del SMP.

Cuando Erika Berger llegу a ese punto de su reflexiуn, el agua de la baсera ya se habнa enfriado. Se duchу, se secу, entrу en el dormitorio y se puso una bata. Luego cogiу el mуvil y llamу a Mikael Blomkvist. No hubo respuesta. En su lugar, bajу a la planta baja para preparar cafй y, por primera vez desde que habнa empezado a trabajar en el SMP, comprobar si, por casualidad, ponнan alguna pelнcula en la tele con la que poder relajarse.

Al pasar por delante de la entrada del salуn sintiу un agudo dolor en el pie, bajу la mirada y descubriу que sangraba profusamente. Dio otro paso y el dolor le recorriу todo el pie. Se acercу hasta una silla de йpoca saltando sobre una pierna y se sentу. Al levantar el pie descubriу, para su horror, que se habнa clavado un trozo de cristal en el talуn. Al principio se sintiу desfallecer. Luego se armу de valor, agarrу el trozo de cristal y se lo sacу. Le doliу endiabladamente y la sangre empezу a salir a borbotones de la herida.

Abriу un cajуn de la cуmoda de la entrada donde tenнa los fulares, los guantes y los gorros. Encontrу un fular que se apresurу a envolver alrededor del pie y atar con fuerza. No fue suficiente y lo reforzу con otra improvisada venda. El flujo de sangre se redujo un poco.

Asombrada, se quedу mirando el ensangrentado trozo de cristal. їCуmo ha venido a parar hasta aquн? Luego descubriу mбs cristales en el suelo. їQuй cono... ? Se levantу, echу un vistazo al salуn y vio que el gran ventanal panorбmico con vistas al mar se hallaba roto y que todo el suelo estaba lleno de cristales.

Fue retrocediendo hasta la puerta y se puso los zapatos que se habнa quitado al llegar a casa. Bueno, se puso un zapato, introdujo los dedos del pie daсado en el otro y entrу mбs o menos saltando a la pata coja para observar los destrozos.

Luego descubriу un ladrillo en medio de la mesa del salуn.

Se acercу cojeando hasta la puerta de la terraza y saliу. En la fachada, alguien habнa pintado con spray una palabra cuyas letras tenнan un metro de alto:

 



  

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