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MILLENNIUM 3 19 страница



Malin Eriksson sonriу.

—Esto es bueno —dijo—. Esto es muy bueno. їTъ quй quieres ser de mayor? їPeriodista? їCuбndo podrнas tener el artнculo?

—En dos semanas. Tengo que comprobar algunas cosas sobre comercio internacional. Y luego necesitamos al malo de la pelнcula, de modo que debo averiguar quiйnes son los propietarios de Vitavara AB.

—Entonces, їlo podrнamos incluir en el nъmero de junio? —preguntу Malin esperanzada.

—No problem.

El inspector Jan Bublanski observу con una mirada inexpresiva al fiscal Richard Ekstrцm. La reuniуn duraba ya cuarenta minutos y Bublanski sintiу un intenso deseo de alargar la mano y coger ese ejemplar de la Ley del Reino de Suecia que estaba sobre la mesa de Ekstrцm y darle un golpe en la cabeza con йl. Se preguntу tranquilamente quй ocurrirнa si lo hiciera. Sin duda provocarнa grandes titulares en los periуdicos vespertinos y lo mбs probable es que lo procesaran por malos tratos. Se quitу la idea de la cabeza: el sentido de ser un hombre civilizado era, precisamente, no ceder a ese tipo de impulsos, con independencia de lo provocador que resultara el comportamiento del otro. Ademбs, por lo general, era cuando alguien habнa cedido a esos impulsos cuando avisaban al inspector Bublanski.

—Bueno —dijo Ekstrцm—. Entiendo que estamos de acuerdo.

—No, no estamos de acuerdo —contestу Bublanski para, acto seguido, levantarse—. Pero tъ eres el instructor del sumario.

Iba mascullando algunas palabras cuando enfilу el pasillo que conducнa a su despacho y llamу a los inspectores Curt Svensson y Sonja Modig, quienes constituнan todo el personal con el que contaba esa tarde. Jerker Holmberg habнa decidido cogerse, muy intempestivamente, dos semanas de vacaciones.

—A mi despacho —dijo Bublanski—. Llevaos cafй.

Una vez sentados, Bublanski abriу su cuaderno, que tenнa unas notas tomadas en la reuniуn con Ekstrцm.

—La situaciуn en la que nos encontramos ahora mismo es que nuestro instructor del sumario ha sobreseнdo todos los cargos contra Lisbeth Salander respecto a los asesinatos por los que se emitiу la orden de busca y captura. Asн que, por lo que a nosotros concierne, ella ya no forma parte de la investigaciуn.

—Bueno, supongo que, a pesar de todo, eso habrб que considerarlo como un avance —dijo Sonja Modig.

Curt Svensson, fiel a su costumbre, no dijo nada.

—No estoy tan seguro —respondiу Bublanski—-. Salander sigue siendo sospechosa de graves delitos en Stallarholmen y Gosseberga. Pero eso ya no forma parte de nuestra investigaciуn. Nosotros debemos concentrarnos en encontrar a Niedermann e investigar el tema del cementerio del bosque de Nykvarn. —De acuerdo.

—Pero ya estб claro que Ekstrцm dictarб auto de procesamiento contra Lisbeth Salander. El caso se ha trasladado a Estocolmo y se ha abierto una investigaciуn independiente.

—їAh, sн?

—Y adivina quiйn va a investigar a Salander. —Me temo lo peor.

—Hans Faste se ha reincorporado al trabajo. Serб йl quien colabore con Ekstrцm en la investigaciуn sobre Salander.

—ЎJoder, pero eso es una locura! Faste es la persona mбs inapropiada del mundo para investigar a Salander.

—Ya lo sй. Pero Ekstrцm tiene un buen argumento. Faste ha estado de baja desde... bueno, desde el colapso que sufriу en abril, y necesita concentrar sus esfuerzos en un caso sencillo.

Silencio.

—Asн que esta misma tarde debemos entregarle a Faste todo el material que tenemos sobre Salander.

—їY esa historia sobre Gunnar Bjцrck y la Sдpo y el informe de 1991 ?...

—La llevarбn Faste y Ekstrцm.

—Eso no me gusta nada -—dijo Sonja Modig.

—A mн tampoco. Pero Ekstrцm es el jefe y cuenta con el apoyo de las altas esferas. En otras palabras: nuestra misiуn sigue siendo encontrar al asesino. Curt, їcуmo vamos?

Curt Svensson negу con la cabeza. —Niedermann sigue desaparecido. Es como si se lo hubiese tragado la tierra. Tengo que reconocer que durante todos los aсos que llevo en el cuerpo jamбs he visto un caso parecido; no hay ni un solo confidente que lo conozca ni que sepa nada sobre su posible paradero.

—ЎQuй raro! —exclamу Sonja Modig—. En fin, de todas maneras, si lo he entendido bien, se le busca por el asesinato de un policнa en Gosseberga, por un delito de lesiones graves a otro agente, por el intento de asesinato de Lisbeth Salander y por el secuestro y maltrato de la auxiliar dental Anita Kaspersson, asн como por los asesinatos de Dag Svensson y de Mia Bergman. En todos los casos, las pruebas forenses son mбs que concluyentes.

—No estб nada mal para empezar... їCуmo va la investigaciуn sobre el experto financiero de Svavelsjц MC?

—Viktor Gцransson y su pareja, Lena Nygren. Las pruebas forenses con las que contamos vinculan a Niedermann con el lugar. Sus huellas dactilares y su ADN se hallan sobre el cuerpo de Gцransson; debiу de desollarse los nudillos de lo lindo.

—-Vale. їAlgo nuevo sobre Svavelsjц MC?

—Sonny Nieminen ha asumido el cargo de jefe mientras Magge Lundin estб detenido en espera de juicio por el secuestro de Miriam Wu. Se rumorea que Nieminen ha prometido una gran recompensa para el que le sople dуnde se esconde Niedermann.

—Lo que todavнa hace mбs raro que aъn no se haya dado con йl. їQuй hay del coche de Gцransson?

—Como el coche de Anita Kaspersson lo encontramos en la casa de Gцransson, creemos que Niedermann cambiу de vehнculo. Pero no hay ni rastro de йl.

—Asн que la pregunta que debemos plantearnos es si Niedermann sigue escondido en algъn lugar de Suecia, y en ese caso dуnde y con quiйn, o si ya se ha puesto a salvo en el extranjero. їCon quй nos quedamos?

—No hay nada que indique que se ha ido al extranjero, pero la verdad es que es la ъnica hipуtesis lуgica.

—En ese caso, їquй ha hecho con el coche?

Tanto Sonja Modig como Curt Svensson movieron negativamente la cabeza. En nueve de cada diez casos, el trabajo policial resultaba bastante sencillo cuando se trataba de buscar a una persona con nombre y apellido. Tan sуlo era cuestiуn de crear una cadena lуgica y empezar a tirar del hilo. їQuiйnes eran sus amigos? їCon quiйn habнa compartido celda en el trullo? їDуnde vive su novia? їCon quiйn solнa salir a tomar copas? їDуnde estб su vehнculo? Al final de esa cadena, terminaban encontrando al tipo que buscaban.

El problema de Ronald Niedermann era que no tenнa amigos, ni novia, ni habнa pasado por el trullo y tampoco se le conocнa telйfono mуvil alguno.

Por consiguiente, una gran parte de las pesquisas se habнan centrado en encontrar el coche de Viktor Gцransson que, en teorнa, estaba utilizando Ronald Niedermann. Eso deberнa darles una idea de por dуnde continuar la bъsqueda. Al principio se imaginaron que el coche aparecerнa al cabo de unos dнas, probablemente, en algъn aparcamiento de Estocolmo. Sin embargo, a pesar de la orden nacional de bъsqueda que se cursу, el vehнculo todavнa brillaba por su ausencia.

—Y en el caso de que se encuentre en el extranjero... їdуnde estб?

—Es ciudadano alemбn, asн que lo lуgico es que se haya marchado a Alemania.

—Allн estб en busca y captura. Ademбs, no parece que se haya puesto en contacto con sus viejos amigos de Hamburgo.

Curt Svensson agitу la mano.

—Si su plan era huir a Alemania... їpara quй iba a ir a Estocolmo? їNo deberнa dirigirse hacia Malmц y coger el puente de Oresund o alguno de los ferris?

—Sн, es verdad. Durante los primeros dнas Marcus Erlander encaminу las pesquisas en esa direcciуn. La policнa de Dinamarca estб avisada de los datos del coche de Gцransson, y sabemos que Niedermann no ha cruzado en ningъn ferri.

—Pero fue a Estocolmo y a Svavelsjц MC, donde matу al contable del club y, supuestamente, desapareciу con una desconocida suma de dinero. їCuбl serнa su prуximo paso?

—Salir de Suecia como fuera —dijo Bublanski—. Lo lуgico serнa coger alguno de los ferris que van hasta los paнses bбlticos. Pero Gцransson y su pareja fueron asesinados durante la noche del nueve de abril. Eso significa que Niedermann podrнa haber cogido el barco a la maсana siguiente. Nos dieron el aviso unas diecisйis horas despuйs de que los hubieran matado y, desde ese momento, buscamos el vehнculo.

—Si hubiese cogido el ferri por la maсana, el coche de Gцransson deberнa haber sido hallado en alguno de los puertos de donde salen los barcos —constatу Sonja Modig.

Curt Svensson asintiу.

—їY no podrнa ser algo tan simple como que no hemos dado con el coche de Gцransson porque Niedermann abandonу el paнs por el norte, vнa Haparanda? Una vuelta larguнsima rodeando el golfo de Botnia, aunque en unas diecisйis horas podrнa haber conseguido cruzar la frontera con Finlandia.

—Sн, pero luego tendrнa que haberse deshecho del coche en algъn lugar en Finlandia y, a estas alturas, nuestros colegas de allн ya deberнan haberlo encontrado.

Permanecieron callados un largo rato. Al final, Bublanski se levantу y se puso junto a la ventana.

—Va en contra de toda lуgica, pero el hecho es que el coche de Gцransson sigue sin aparecer. їEs posible que haya encontrado un escondite y que se haya instalado allн? Una casa de campo o algo...

—En una casa de campo lo veo difнcil. A estas alturas del aсo, todos los propietarios se acercan hasta sus casas de campo para echar un vistazo.

—Y tampoco en ningъn sitio que estй relacionado con Svavelsjц MC. No creo que quiera toparse con ninguno de ellos.

—їY con eso ya queda excluido todo el mundo del hampa?... Puede que tenga alguna novia que no conocemos. ..

Les sobraban las teorнas pero carecнan de datos concretos en los que centrarse.

Cuando Curt Svensson se fue a su casa, Sonja Modig volviу al despacho de Jan Bublanski y llamу a la puerta. El le hizo seсas para que entrara.

—їTienes dos minutos?

—їQuй pasa?

—Salander.

—De acuerdo.

—No me gusta nada este montaje de Ekstrцm y Faste y del nuevo juicio. Tъ has leнdo el informe de Bjцrck. Yo he leнdo el informe de Bjцrck. A Lisbeth le destrozaron la vida en 1991 y Ekstrцm lo sabe. їQuй diablos estarбn tramando?

Bublanski se quitу las gafas de leer y se las guardу en el bolsillo de la pechera de la camisa. —No lo sй.

—їTienes alguna idea?

—Ekstrцm afirma que tanto el informe de Bjцrck como su correspondencia con Teleborian son falsificaciones.

—Y una mierda. Si asн fuera, Bjцrck nos lo habrнa dicho cuando lo trajimos a comisarнa.

—Ekstrцm dice que Bjцrck se negу a comentar el tema porque se trata de un asunto clasificado. Me ha criticado por haberme adelantado a los acontecimientos y haberlo traнdo para interrogarlo.

—Ekstrцm cada vez me gusta menos.

—Lo presionan por todos lados. —No es una excusa.

—No tenemos el monopolio de la verdad. Ekstrцm asegura que tiene pruebas que demuestran que el informe estб falsificado: no existe ningъn informe verdadero con ese nъmero de registro. Tambiйn afirma que la falsificaciуn es muy hбbil y que el contenido es una mezcla de verdad y fantasнa.

—їY quй parte se supone que es la verdadera y cuбl la inventada?

—El marco de la historia es mбs o menos cierto. Zalachenko es el padre de Lisbeth y era un cabrуn que maltrataba a su madre. El problema es el mismo de siempre: la madre nunca quiso denunciarlo y, por consiguiente, el maltrato continuу durante varios aсos. El cometido de Bjцrck era investigar quй ocurriу cuando Lisbeth intentу matar a su padre con una bomba incendiaria. Mantuvo correspondencia con Teleborian, pero la que hemos visto nosotros es una falsificaciуn. Teleborian le hizo a Salander un examen psiquiбtrico completamente normal, constatу que estaba loca y un fiscal decidiу no procesarla. Necesitaba asistencia mйdica y eso fue lo que recibiу en Sankt Stefan.

—Si se trata de una falsificaciуn... їquiйn se supone que la hizo? їY con quй objetivo?

Bublanski hizo un gesto de ignorancia con las manos.

—їMe estбs tomando el pelo?

—Segъn tengo entendido, Ekstrцm va a volver a exigir un examen psiquiбtrico de Salander. —No lo acepto.

—Ya no es asunto nuestro. Ya no trabajamos en el caso Salander.

—Pero Hans Faste, sн. Jan, si esos cabrones vuelven a meterse con Salander irй a los medios de comunicaciуn...

—No, Sonja. No lo hagas. En primer lugar porque el informe ya no estб en nuestro poder, de manera que no podrбs probar lo que digas. Te tomarбn por una maldita paranoica y tu carrera se habrб acabado.

—Yo sн tengo el informe —dijo Sonja Modig en voz baja—. El fiscal general reclamу las copias antes de que pudiera dar a Curt Svensson la que habнa hecho para йl.

—Pero si difundes esa investigaciуn, no sуlo te despedirбn, sino que ademбs serбs culpable de grave prevaricaciуn y de haber filtrado un informe clasificado a los medios de comunicaciуn.

Sonja Modig se quedу callada un segundo contemplando a su jefe.

—Sonja, promйteme que no harбs nada.

Ella dudу.

—No, Jan, no te lo puedo prometer. Algo huele a podrido en toda esta historia. Bublanski asintiу.

—Sн. Hay algo podrido. Pero ahora mismo no sabemos quiйnes son nuestros enemigos. Sonja Modig ladeу la cabeza. —їY tъ piensas hacer algo?

—Eso no te lo voy a decir. Confнa en mн. Es viernes por la tarde. Cуgete el fin de semana. Vete a casa. Esta conversaciуn nunca ha tenido lugar.

Era la una y media de la tarde del sбbado cuando el vigilante jurado de Securitas, Niklas Adamsson, levantу la vista del libro sobre economнa polнtica, asignatura de la que tenнa un examen dentro de tres semanas. Oyу el rotar de los cepillos de la mбquina limpiadora que avanzaba con su discreto y habitual zumbido y constatу que se trataba del moro que cojeaba. Siempre solнa saludar de modo educado, pero se mostraba muy callado y no solнa reнrse cuando Niklas intentaba bromear con йl. Lo vio sacar un bote de Ajax, echar dos veces spray sobre el mostrador de la recepciуn y limpiarlo con un trapo. Luego cogiу una fregona y se puso a limpiar unos rincones de la recepciуn a los que no llegaban los cepillos de la mбquina limpiadora. Niklas Adamsson volviу a sumergirse en su libro y siguiу leyendo.

El limpiador tardу diez minutos en llegar hasta donde estaba Adamsson, al final del pasillo. Se saludaron con un movimiento de cabeza. Adamsson se levantу para dejar que el empleado se encargara del suelo de alrededor de la silla que estaba delante de la habitaciуn de Lisbeth Salander. Habнa visto a ese hombre prбcticamente todos los dнas que habнa tenido turno de vigilancia, pero por mucho que lo intentara no era capaz de recordar su nombre. En fin, un nombre moro, en cualquier caso. Adamsson no creнa necesario comprobar su tarjeta identificativa. En parte porque no iba a limpiar en la habitaciуn de la mujer retenida —eso lo hacнan por la maсana dos seсoras de la limpieza— y en parte porque no veнa que el limpiador que cojeaba supusiera mayor amenaza.

En cuanto el limpiador terminу con el final del pasillo abriу con llave una puerta contigua a la de la habitaciуn de Lisbeth Salander. Adamsson lo mirу de reojo, pero tampoco pensaba que eso constituyera una desviaciуn de sus rutinas diarias: era el cuarto de la limpieza. Durante los siguientes cinco minutos, vaciу el cubo, limpiу los cepillos y llenу el carrito de la limpieza con bolsas de plбstico para las papeleras. Por ъltimo metiу el carrito en el trastero.

Idris Ghidi tenнa muy en mente la presencia del vigilante jurado de Securitas. Se trataba de un chico rubio de unos veinticinco aсos que solнa estar allн dos o tres veces por semana y que estudiaba libros de economнa polнtica. Ghidi sacу la conclusiуn de que trabajaba en Securitas a tiempo parcial, compaginбndolo con los estudios, y que le prestaba a su entorno mбs o menos la misma atenciуn que un ladrillo.

Idris Ghidi se preguntу quй harнa Adamsson si alguien intentara en serio entrar en la habitaciуn de Lisbeth Salander.

Idris Ghidi tambiйn se preguntу quй serнa lo que en realidad andaba buscando Mikael Blomkvist. No tenнa ni idea. Como habнa leнdo —claro estб— los periуdicos, hizo la conexiуn entre el periodista y la paciente del 11 C, de modo que esperaba que Mikael le pidiera que le entregara algo a Lisbeth de forma clandestina. En ese caso se verнa obligado a negarse, ya que no tenнa acceso a su habitaciуn y nunca la habнa visto. Pero fuera lo que fuese lo que йl se habнa imaginado no tenнa nada que ver con lo que Blomkvist le pidiу.

No vio nada ilegal en el encargo. Mirу de reojo por la rendija de la puerta y constatу que Adamsson se habнa vuelto a sentar en su silla y que de nuevo estaba leyendo su libro. Se alegraba de que no hubiera nadie mбs en los alrededores, algo que por lo general solнa ocurrir, ya que el cuarto de la limpieza se hallaba situado en un callejуn sin salida, justo al final del pasillo. Se metiу la mano en el bolsillo de la bata y sacу un telйfono mуvil nuevo de Sony Ericsson, modelo Zуoo. Idris Ghidi habнa visto el telйfono en un anuncio y sabнa que valнa mбs de tres mil quinientas coronas y que contaba con las ъltimas y mбs avanzadas prestaciones del mercado.

Echу un vistazo a la pantalla y notу que el mуvil estaba encendido pero que tenнa desactivados tanto el timbre de llamada como la funciуn de vibraciуn. Luego se puso de puntillas y quitу, girбndola, una blanca y redonda tapa colocada en una rejilla de ventilaciуn que conducнa a la habitaciуn de Lisbeth Salander. Colocу el mуvil dentro del conducto, fuera de la vista de todo el mundo, exactamente como le habнa pedido Mikael Blomkvist.

El proceso le llevу en total unos treinta segundos. Al dнa siguiente necesitarнa tan sуlo alrededor de diez segundos. Lo que tendrнa que hacer entonces serнa coger el mуvil, cambiarle la baterнa y volver a colocarlo en el conducto de ventilaciуn. La otra baterнa deberнa llevбrsela a casa y cargarla durante la noche.

Esa era toda la misiуn de Idris Ghidi.

Sin embargo, eso no ayudarнa en absoluto a Salander. Al otro lado de la pared habнa una rejilla fijada con tornillos. Hiciera lo que hiciese, nunca serнa capaz de alcanzar el mуvil. A no ser que le dieran un destornillador de estrella y una escalera.

—Ya lo sй —le habнa dicho Mikael—. Pero ella no va a tocar el telйfono.

Idris Ghidi tenнa que repetir todos los dнas el mismo proceso hasta que Mikael Blomkvist le avisara de que ya no resultaba necesario.

Y por ese trabajo, Idris Ghidi se embolsarнa mil coronas por semana. Ademбs, una vez concluido el encargo, podrнa quedarse con el aparato.

Meneу la cabeza. Naturalmente, sabнa que Mikael Blomkvist estaba tramando algo, pero por mucho que lo intentara no podнa adivinar de quй se trataba. Colocar un mуvil en el conducto de ventilaciуn del cuarto de la limpieza, encendido pero no conectado, era una artimaсa de un nivel y una sutileza que Ghidi no alcanzaba a comprender. Si Blomkvist quisiera comunicarse con Lisbeth Salander, resultarнa bastante mбs sencillo sobornar a alguna de las enfermeras para que le pasara un mуvil. No habнa ninguna lуgica en toda esa maniobra.

Ghidi sacudiу la cabeza. Por otra parte no le importaba hacerle ese favor a Mikael Blomkvist mientras йste le pagara mil coronas por semana. Y no pensaba hacerle ni una pregunta.

El doctor Anders Jonasson aminorу algo el paso cuando descubriу a un tipo de unos cuarenta aсos apoyado contra la verja que habнa ante el portal de su domicilio de Hagagatan. El hombre le resultaba ligeramente familiar y йste lo saludу como si se conocieran.

—їEl doctor Jonasson?

—Sн, soy yo.

—Perdona que te aborde asн en plena calle delante de tu casa. Pero no querнa ir a molestarte a tu trabajo y necesito hablar contigo.

—їDe quй se trata y quiйn eres?

—Mi nombre es Mikael Blomkvist. Soy periodista y trabajo en la revista Millennium. Se trata de Lisbeth Salander.

—Ah, sн, ahora te reconozco. Tъ eres el que llamу a Protecciуn Civil cuando le pegaron el tiro. їFuiste tъ quien le puso la cinta plateada en la herida?

—Sн, fui yo.

—No estuvo nada mal pensado. Pero lo siento. No puedo hablar de mis pacientes con periodistas. Tendrбs que dirigirte al gabinete de prensa del hospital como todos los demбs.

—Me estбs malinterpretando. No quiero ninguna informaciуn; si he venido hasta aquн es por un asunto personal. No hace falta que me digas ni una sola palabra ni que me proporciones ninguna informaciуn. Es justo al revйs: soy yo el que te va a dar cierta informaciуn a ti.

Anders Jonasson frunciу el ceсo.

—Por favor —pidiу Mikael Blomkvist—. No tengo por costumbre abordar a cirujanos asн, en plena calle, pero es muy importante que hable contigo. Hay un cafй a la vuelta de la esquina. їTe puedo invitar a un cafй?

—їDe quй quieres hablar?

—Del futuro de Lisbeth Salander y de su bienestar. Soy su amigo.

Anders Jonasson dudу un buen rato. Se dio cuenta de que si hubiese sido otra persona —si un desconocido se hubiese acercado a йl de esa manera—, se habrнa negado. Pero el hecho de que Mikael Blomkvist fuera una persona conocida hizo que Anders Jonasson se sintiera razonablemente seguro de que no se trataba de nada malo.

—No aceptarй bajo ninguna circunstancia que me hagas una entrevista, y no voy a hablar de mi paciente.

—Me parece muy bien —dijo Mikael.

Al final, Anders Jonasson hizo un breve gesto de cabeza en seсal de aprobaciуn y acompaсу a Mikael Blomkvist al cafй en cuestiуn.

—їDe quй se trata? —preguntу Jonasson en un tono neutro cuando les sirvieron los cafйs—. Te escucho pero no pienso comentar nada.

—Tienes miedo de que te cite o te deje en evidencia en algъn artнculo... Permнteme que, ya desde el principio, te deje muy claro que eso no sucederб nunca. Por lo que a mн respecta, esta conversaciуn nunca ha tenido lugar.

—De acuerdo.

—Quiero pedirte un favor. Pero antes de hacerlo debo explicarte exactamente por quй, para que puedas considerar si te parece aceptable desde un punto de vista moral.

—No me gusta el cariz que estб tomando esta conversaciуn.

—Sуlo te pido que me escuches. Como mйdico de Lisbeth Salander, tu trabajo consiste en velar por su salud fнsica y mental. Como amigo de Lisbeth Salander, mi trabajo consiste en hacer lo mismo. No soy mйdico y, por lo tanto, no puedo hurgar en su cabeza para sacarle balas ni nada por el estilo, pero tengo otras aptitudes que son igual de importantes, si no mбs, para su bienestar.

—Vale.

—Soy periodista y he averiguado la verdad de lo que le ocurriу.

—De acuerdo.

—Puedo contarte a grandes rasgos de quй va para que te hagas tu propia idea. —Bien.

—Tal vez deberнa empezar comunicбndote que Annika Giannini es la abogada de Lisbeth Salander. Ya la conoces.

Anders Jonasson asintiу.

—Annika es mi hermana y soy yo quien le paga para que defienda a Lisbeth Salander. —їAh, sн?

—Que es mi hermana lo puedes comprobar en el registro civil. El favor que te voy a pedir no puedo pedнrselo a ella. Annika no habla de Lisbeth conmigo: ella tambiйn se acoge al secreto profesional y, ademбs, se rige por un reglamento completamente distinto al mнo.

—Mmm.

—Supongo que has leнdo la historia de Lisbeth en los periуdicos.

Jonasson hizo un gesto afirmativo.

—La han descrito como una asesina en masa lesbiana, psicуtica y enferma mental. Tonterнas. Lisbeth Salander no es ninguna psicуtica y sin duda estб tan cuerda como tъ o como yo. Y sus preferencias sexuales no son asunto de nadie.

—Si lo he entendido bien, creo que se han reconsiderado los hechos. Ahora parece ser que se relaciona a ese alemбn con los crнmenes.

—Lo cual es totalmente correcto. Ronald Niedermann es culpable; no es mбs que un asesino sin ningъn tipo de escrъpulos. Pero Lisbeth tiene enemigos muy malos. Pero malos malos de verdad. Algunos de esos enemigos se encuentran dentro de la policнa sueca de seguridad.

Anders Jonasson arqueу las cejas, escйptico.

—Cuando Lisbeth tenнa doce aсos la encerraron en una clнnica psiquiбtrica de Uppsala porque habнa tropezado con un secreto que la Sдpo querнa mantener oculto a cualquier precio. Su padre, Alexander Zalachenko, el mismo que acaba de ser asesinado en tu hospital, es un espнa ruso que desertу, una reliquia de la guerra frнa. Tambien era un maltratador de mujeres que, aсo tras aсo, maltratу a la madre de Lisbeth. Lisbeth le devolviу el golpe cuando tenнa doce aсos e intentу matar a Zalachenko con una bomba incendiaria de gasolina. Fue por eso por lo que la encerraron en la clнnica.

—їY dуnde estб el problema? Si intentу matar a su padre, tal vez no faltaran razones para que la ingresaran y recibiera tratamiento psiquiбtrico.

—Mi historia, la que voy a publicar, es que la Sдpo sabнa lo que habнa estado ocurriendo pero optaron por proteger a Zalachenko porque йl era una importante fuente de informaciуn. De manera que se inventaron un falso diagnуstico y se aseguraron de que Lisbeth fuera recluida.

Anders Jonasson puso una cara tan escйptica que Mikael no pudo reprimir una sonrisa.

—Tengo pruebas de todo lo que te estoy contando. Y voy a publicar un extenso reportaje para cuando se celebre el juicio de Lisbeth. Crйeme: se va a armar la de Dios.

—Me lo imagino.

—Voy a poner en evidencia y atacar duramente a dos mйdicos que han hecho de chico de los recados para la Sдpo y que colaboraron para encerrar a Lisbeth en el manicomio. Los voy a denunciar y serй implacable con ellos. Uno de esos mйdicos es una persona muy conocida y respetada. Pero, en fin, ya tengo toda la documentaciуn que necesito.

—Lo entiendo. Serнa una vergьenza para todo el cuerpo que un mйdico hubiera estado implicado en algo asн.

—No, yo no creo en la culpa colectiva. Es una vergьenza para los implicados. Eso mismo se puede aplicar a la Sдpo. No me cabe duda de que hay buena gente trabajando para la Sдpo. Pero esto va de un grupo de sectarios. Cuando Lisbeth tenнa dieciocho aсos intentaron encerrarla de nuevo. Esta vez fracasaron, pero fue sometida a tutela administrativa. En el juicio volverбn a intentar echar toda la mierda que puedan sobre ella. Yo voy a... o mejor dicho, mi hermana va a luchar para que Lisbeth sea absuelta y se anule su declaraciуn de incapacidad.

—Me parece bien.

—Pero necesita municiуn. En fin, ya conoces las reglas de este juego. Tal vez deberнa mencionar tambiйn que en esta batalla hay unos cuantos policнas que estбn de su parte. Pero no el fiscal que instruye el caso contra ella.

—Ya.

—Lisbeth necesita ayuda en el juicio. —De acuerdo, pero yo no soy abogado. —No. Pero eres mйdico y tienes acceso a Lisbeth. Los ojos de Anders Jonasson se entornaron. —Lo que quiero pedirte es algo no йtico y es posible que incluso se vea como una violaciуn de la ley. —Vaya.

—Pero es lo correcto desde un punto de vista moral. Los derechos de Lisbeth estбn siendo conscientemente vulnerados por las personas que deberнan protegerla.

—їAh, sн?

—Puedo ponerte un ejemplo. Como ya sabes, Lisbeth tiene prohibidas las visitas y no puede leer los periуdicos ni comunicarse con el exterior. Ademбs, el fiscal tambiйn ha conseguido que se imponga a su abogada la obligaciуn de guardar silencio. Annika estб respetando el reglamento estoicamente. En cambio, ese mismo fiscal es la principal fuente de filtraciуn de los periodistas que siguen publicando mierda sobre Lisbeth Salander.

—їDe veras?

—Esta historia, sin ir mбs lejos —Mikael le enseсу uno de los periуdicos vespertinos de la semana anterior—. Una fuente de dentro del equipo de investigaciуn afirma que Lisbeth estб trastornada, lo que se traduce en que se estбn creando toda una serie de especulaciones sobre su estado mental.

—He leнdo el artнculo. No dice mбs que tonterнas.

—Entonces, їno piensas que Salander estй loca?

—Ahн no me puedo pronunciar. En cambio, sн sй que no se le ha hecho ningъn tipo de evaluaciуn psiquiбtrica. Asн que el artнculo es una chorrada.

—Vale. Pero yo puedo documentar que es un policнa que se llama Hans Faste y que trabaja para el fiscal Ekstrцm el que ha filtrado esas informaciones.

—Vaya.

—Ekstrцm va a solicitar que el juicio se celebre a puerta cerrada, lo cual significa que nadie de fuera podrб examinar y evaluar las pruebas que hay contra ella. Pero lo peor es que... ahora el fiscal ha aislado a Lisbeth, de modo que no va a poder hacer la investigaciуn que necesita para poder defenderse.

—Si no me equivoco, es su abogada la que debe encargarse de eso.

—Como seguramente te habrб quedado ya claro a estas alturas, Lisbeth es una persona muy especial. Tiene secretos que yo conozco pero que no puedo revelarle a mi hermana. En cambio, Lisbeth puede elegir si quiere utilizarlos como defensa en el juicio.

—Aja.

—Y para hacerlo, Lisbeth necesita esto.

Mikael puso sobre la mesa el ordenador de mano Palm Tungsten T3 de Lisbeth Salander y un cargador de baterнa.

—Esta es el arma mбs importante con que cuenta Lisbeth en su arsenal. La necesita.

Anders Jonasson mirу con suspicacia el ordenador.

—їPor quй no se lo das a su abogada?

—Porque sуlo Lisbeth sabe cуmo acceder a las pruebas.

Anders Jonasson permaneciу callado durante un buen rato sin tocar el ordenador de mano.

—Dйjame que te hable del doctor Peter Teleborian —dijo Mikael mientras sacaba la carpeta donde habнa reunido todo el material importante.



  

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