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MILLENNIUM 3 17 страница



A esas alturas, Ghidi ya habнa aprendido sueco y recibido asistencia mйdica por su maltrecha cadera. Lo habнan operado dos veces y podнa desplazarse sin muletas. Mientras tanto, en Suecia, tuvo lugar el debate de Sjуbo, surgido a raнz de que los gobernantes de ese municipio se hubieran negado a recibir emigrantes, varios centros de acogida de refugiados polнticos fuesen objeto de atentados y Bert Karlsson fundara el partido polнtico Nueva Democracia.

Que Idris Ghidi figurara en la hemeroteca se debнa, en concreto, a que, a ъltima hora, consiguiу un nuevo abogado que se dirigiу a los medios de comunicaciуn para explicar su situaciуn. Otros kurdos establecidos en Suecia se comprometieron con el caso, entre ellos algunos miembros de la combativa familia Baksi. Se convocaron reuniones de protesta y se redactaron varias peticiones a la ministra de Inmigraciуn Birgit Friggebo. Todo esto recibiу tanta atenciуn mediбtica que la Direcciуn General de Inmigraciуn cambiу de parecer y Ghidi obtuvo el permiso de residencia y de trabajo en el Reino de Suecia. En enero de 1992 abandonу el centro de refugiados de Upplands-Vбsby como un hombre libre.

Tras su salida del centro de refugiados empezу una nueva etapa: debнa encontrar un empleo al tiempo que continuaba yendo a fisioterapia por su cadera. Idris Ghidi no tardу en descubrir que el hecho de ser un ingeniero tйcnico bien preparado, con un buen expediente y muchos aсos de experiencia, no significaba absolutamente nada. Durante los siguientes aсos trabajу como repartidor de periуdicos, lavaplatos, limpiador y taxista. Tuvo que dejar el empleo de repartidor por algo tan simple como que no podнa subir y bajar escaleras al ritmo que se le exigнa. Le gustaba ser taxista excepto por dos cosas: desconocнa por completo el plano de las calles y carreteras de la regiуn de Estocolmo y era incapaz de permanecer mбs de una hora quieto en la misma posiciуn sin que el dolor de cadera se hiciera insufrible.

En el mes de mayo de 1998, Idris Ghidi se mudу a Gotemburgo. La razуn fue que un familiar lejano se compadeciу de йl y le ofreciу un empleo fijo en una empresa de limpieza. A Idris Ghidi le resultaba imposible trabajar a jornada completa, asн que le dieron un puesto a media jornada como encargado de un equipo de limpieza del hospital de Sahlgrenska con el que la empresa tenнa una contrata. Su trabajo era fбcil y rutinario y consistнa en fregar suelos, seis dнas por semana, en una serie de pasillos, entre ellos el 11 C.

Mikael Blomkvist leyу el resumen de Daniel Olofsson y examinу el retrato de Idris Ghidi que aparecнa en el registro de pasaportes. Luego entrу en la hemeroteca y descargу varios de los artнculos utilizados por Olofsson para su resumen. Los leyу con mucha atenciуn y se quedу reflexionando durante un buen rato. Encendiу un cigarrillo: con Erika Berger fuera, la prohibiciуn de fumar en la redacciуn no habнa tardado en ablandarse. Henry Cortez tenнa incluso —ostensiblemente— un cenicero sobre su mesa.

Por ъltimo, Mikael sacу la hoja que Daniel Olofsson habнa redactado sobre el doctor Anders Jonasson. La leyу con unos pliegues en la frente de lo mбs profundos.

El lunes, Mikael Blomkvist no vio el coche con la matrнcula KAB y no tuvo la sensaciуn de que lo estuvieran siguiendo pero, aun asн, decidiу jugar sobre seguro cuando, desde Akademibokhandeln, se dirigiу a la entrada lateral de los grandes almacenes NK, por donde accediу, para a continuaciуn salir por la puerta principal; harнa falta ser un superhombre para poder vigilar a una persona dentro de NK. Apagу sus dos mуviles y pasу por el centro comercial Gallerian hasta la plaza de Gustaf Adolf, llegу hasta el edificio del Riksdag y entrу en Gamla Stan. Por lo que pudo ver, nadie lo estaba siguiendo. Se fue metiendo por algunas pequeсas y estrechas calles y dando grandes rodeos hasta que llegу a la direcciуn correcta y llamу a la puerta de la editorial Svartvitt.

Eran las dos y media de la tarde. Mikael llegу sin previo aviso, pero allн estaba el redactor Kurdo Baksi, a quien se le iluminу la cara cuando descubriу a Mikael Blomkvist.

—ЎHombre, mira quiйn ha venido! —exclamу Kurdo Baksi cariсosamente—. Ya nunca vienes a verme.

—їAh, no? їY quй es lo que estoy haciendo ahora? —dijo Mikael.

—Ya, pero han pasado por lo menos tres aсos desde la ъltima vez.

Se estrecharon la mano.

Mikael Blomkvist conocнa a Kurdo Baksi desde los aсos ochenta. El fue una de las personas que le echу una mano a Kurdo cuando йste empezу a sacar su revista Svartvitt haciendo fotocopias clandestinas por la noche en las oficinas del sindicato LO. Kurdo fue pillado in fraganti por Per-Erik Бstrуm, por aquel entonces secretario de investigaciуn de LO, quien aсos mбs tarde se convertirнa en cazador de pedуfilos y prestarнa sus servicios a la asociaciуn de ayuda a la infancia Rбdda Barnen. Una noche, ya tarde, Бstrуm entrу en la sala de la fotocopiadora y se encontrу con un cabizbajo Kurdo Baksi junto a montones de pбginas del primer nъmero de Svartvitt. Бstrуm le echу un vistazo a la pйsimamente maquetada portada y dijo que con esa puta pinta la revista no iba a ningъn sitio. Luego diseсу el logotipo que figurarнa en la cabecera de Svartvitt durante quince aсos, hasta que la revista pasу a mejor vida y se convirtiу en la editorial Svartvitt. Por esa йpoca, Mikael estaba atravesando un horrible perнodo como informador del gabinete de prensa de LO: su ъnica experiencia en el mundo de los informadores. Per-Erik Бstrуm lo convenciу para que corrigiera las pruebas y ayudara a Kurdo a editar Svartvitt. A partir de ese momento, Kurdo Baksi y Mikael Blomkvist se hicieron amigos.

Mikael Blomkvist se sentу en un sofб mientras Kurdo Baksi iba a por cafй a la mбquina del pasillo. Estuvieron charlando un rato de todo un poco, tal y como sucede cuando pasas mucho tiempo sin ver a un amigo, pero fueron interrumpidos una y otra vez porque el mуvil de Kurdo no parу de sonar y йl no hacнa mбs que mantener breves conversaciones telefуnicas en kurdo o posiblemente turco o бrabe o alguna otra lengua que Mikael no entendнa. Cada vez que Mikael visitaba la editorial Svartvitt se repetнa la misma historia: la gente llamaba de todo el mundo para hablar con Kurdo.

—Querido Mikael: te veo preocupado. їQuй te pasa? —acabу preguntando Kurdo.

—їPuedes apagar el mуvil durante cinco minutos para que hablemos tranquilos?

Kurdo apagу el telйfono.

—Vale... necesito que me hagas un favor. Un importante y urgente favor... Y el tema no puede salir de esta habitaciуn.

—Tъ dirбs.

—En 1989 un refugiado kurdo llamado Idris Ghidi llegу a Suecia procedente de Irak. Cuando estaba a punto de ser extraditado, tu familia le ayudу, gracias a lo cual consiguiу el permiso de residencia. No sй si fue tu padre u otro miembro de tu familia.

—Fue mi tнo, Mahmut Baksi. Conozco a Idris. їQuй le pasa?

—En la actualidad trabaja en Gotemburgo. Necesito que me haga un trabajo sencillo. Pagado, claro.

—їQuй tipo de trabajo? —Kurdo: їtъ confнas en mн? —Por supuesto. Somos amigos.

—El trabajo que necesito que haga es algo peculiar. Muy peculiar. No quiero contarte en quй consiste, pero te aseguro que no se trata de nada ilegal o que os vaya a crear problemas a ti o a Idris Ghidi.

Kurdo Baksi observу atentamente a Mikael Blomkvist.

—Entiendo. Y no quieres contarme de quй se trata.

—Cuanta menos gente lo sepa, mejor. Lo que necesito es que le hables a Idris de mн para que estй dispuesto a escuchar lo que tengo que decirle.

Kurdo reflexionу un momento. Luego se acercу a su mesa y abriу una agenda. Tardу poco tiempo en encontrar el nъmero de Idris Ghidi. Acto seguido levantу el auricular. La conversaciуn se mantuvo en kurdo y, a juzgar por la expresiуn del rostro de Kurdo, se iniciу con las habituales frases de saludo y cortesнa. Luego se puso serio y le explicу la razуn de su llamada.

—їCuбndo quieres verlo?

—Si es posible, el viernes por la tarde. Pregъntale si puedo ir a su casa.

Kurdo siguiу hablando un ratito mбs antes de despedirse y colgar.

—Idris Ghidi vive en Angered —dijo Kurdo Baksi—. їTienes la direcciуn?

Mikael asintiу.

—El viernes llegarб a casa sobre las cinco de la tarde. Estarб encantado de recibirte.

—Gracias, Kurdo —respondiу Mikael.

—Trabaja en el hospital de Sahlgrenska como limpiador —apostillу Kurdo Baksi.

—Ya lo sй —contestу Mikael.

—Bueno, no he podido evitar leer en los periуdicos que estбs implicado en esa historia de Salander. —Correcto.

—Le pegaron un tiro. —Eso es.

—Tengo entendido que estб ingresada en el Sahlgrenska.

—Tambiйn es correcto.

Kurdo Baksi tampoco se habнa caнdo de un guindo.

Comprendiу que Mikael Blomkvist estaba tramando algo; era su especialidad. Conocнa a Mikael desde la dйcada de los ochenta. Nunca habнan sido amigos нntimos, pero siempre se habнan llevado bien y cada vez que Kurdo le pedнa un favor ahн estaba Mikael. En todos esos aсos se habнan tomado alguna que otra cerveza juntos si habнan coincidido en alguna fiesta o en algъn bar.

—їMe vas a involucrar en algo que deberнa saber? —preguntу Kurdo.

—No te voy a involucrar en nada. Tu ъnico papel ha sido el de hacerme el favor de presentarme a uno de tus amigos. Y repito: no le voy a pedir a Idris que haga nada ilegal.

Kurdo asintiу. Eso le bastaba. Mikael se levantу. —Te debo una.

—Hoy por ti, maсana por mн —dijo Kurdo Baksi.

Henry Cortez colgу el telйfono y empezу a hacer tanto ruido al tamborilear con los dedos en el borde de la mesa que Monica Nilsson, molesta, arqueу una ceja y le clavу la mirada. Ella constatу que йl se encontraba profundamente absorto en sus pensamientos. Se sentнa algo irritada por todo en general, pero decidiу no pagarlo con йl.

Monica Nilsson sabнa que Blomkvist andaba chismorreando con Cortez, Malin Eriksson y Christer Malm sobre la historia de Salander, mientras que de ella y de Lottie Karim se esperaba que se encargaran del trabajo duro para el prуximo nъmero de una revista que se habнa quedado sin directora desde que Erika se marchу.

Malin era bastante buena, pero no tenнa la experiencia ni el peso de Erika Berger. Y Cortez no era mбs que un niсato.

La irritaciуn de Monica Nilsson no se debнa a que se sintiera excluida o a que ella quisiera el trabajo que hacнan ellos: nada mбs lejos de la realidad. Su misiуn consistнa en cubrir la informaciуn relativa al gobierno, al Riksdag y a las direcciones generales. Era un trabajo con el que se encontraba a gusto y que controlaba a la perfecciуn. Ademбs, andaba muy liada con otros encargos, como el de escribir una columna semanal para una revista sindical, diversos trabajos de voluntaria para Amnistнa Internacional y algunas cosas mбs. Eso era incompatible con ser redactora jefe de Millennium, lo cual significaba trabajar doce horas diarias como mнnimo y sacrificar los fines de semana y los dнas festivos.

Sin embargo, tenнa la sensaciуn de que algo habнa cambiado en Millennium. De repente la revista le resultaba extraсa. Y no podнa precisar con exactitud quй era lo que estaba mal.

Mikael Blomkvist continuaba siendo tan irresponsable como siempre, desaparecнa en sus misteriosos viajes e iba y venнa como le daba la gana. Cierto: era copropietario de Millennium y podнa decidir lo que querнa hacer, pero, joder, algo de responsabilidad se le podнa pedir, їno?

Christer Malm era el otro copropietario y resultaba mбs o menos igual de ъtil que cuando estaba de vacaciones. Se trataba sin duda de una persona inteligente y, ademбs, habнa asumido el puesto de jefe cuando Erika se hallaba de vacaciones u ocupada con otras historias, pero lo que йl hacнa era mбs bien llevar a cabo lo que otras personas ya habнan decidido. Era brillante en todo lo relacionado con el diseсo grбfico y la maquetaciуn, pero completamente retrasado cuando se trataba de planificar una revista.

Monica Nilsson frunciу el ceсo.

No, estaba siendo injusta; lo que la sacaba de quicio era que algo habнa ocurrido en la redacciуn: Mikael trabajaba con Malin y Henry y, en cierto modo, todos los demбs se habнan quedado fuera. Habнan creado su propio cнrculo y se encerraban en el despacho de Erika... de Malin, y salнan todos callados. Con Erika la revista siempre habнa sido un colectivo. Monica no entendнa quй era lo que habнa ocurrido, aunque sн que la hubieran dejado al margen.

Mikael trabajaba en la historia de Salander y no soltaba prenda. Algo que, por otra parte, era lo mбs normal: tampoco dijo ni mu sobre el reportaje de Wennerstrцm -—ni siquiera a Erika—, pero esta vez tenнa a Malin y Henry como confidentes.

En fin, que Monica estaba irritada. Necesitaba unas vacaciones. Necesitaba cambiar de aires. Vio a Henry Cortez ponerse la americana de pana.

—Voy a salir un rato —le comentу—. Dile a Malin que estarй fuera un par de horas.

—їQuй pasa?

—-Creo que tengo una buena historia. Muy buena. Sobre inodoros. Quiero comprobar algunos detalles, pero, si todo sale bien, el nъmero de junio tendrб un buen reportaje.

—їInodoros? —preguntу Monica Nilsson, siguiйndolo con la mirada.

Erika Berger apretу los dientes y, lentamente, dejу en la mesa el texto sobre el inminente juicio contra Lisbeth Salander. Se trataba de un texto corto, a dos columnas, que aparecerнa en la pбgina cinco con las noticias nacionales. Se quedу mirбndolo un minuto y frunciу los labios. Eran las tres y media del jueves. Llevaba doce dнas trabajando en el SMP. Cogiу el telйfono y llamу al jefe de Noticias Anders Holm.

—Hola. Soy Berger. їPuedes buscarme al reportero Johannes Frisk y traйrmelo al despacho ahora mismo?

Colgу y esperу pacientemente hasta que Holm entrу en el cubo de cristal con paso tranquilo y despreocupado seguido de Johannes Frisk. Erika consultу su reloj.

—Veintidуs —dijo.

—їQuй? —preguntу Holm.

—Veintidуs minutos. Has tardado veintidуs minutos en levantarte de la mesa, caminar quince metros hasta la de Johannes Frisk y arrastrar tus pies hasta aquн.

—-No me has dicho que fuera urgente. Estoy bastante ocupado...

—No te he dicho que no fuera urgente. Te he dicho que buscaras a Johannes Frisk y que vinieras a mi despacho inmediatamente y cuando yo digo inmediatamente es inmediatamente, no esta noche ni la prуxima semana ni cuando a ti te plazca levantar el culo de la silla.

—Oye, me parece que...

—Cierra la puerta.

Erika esperу hasta que Anders Holm hubo cerrado la puerta. Lo examinу en silencio. Sin duda, era un jefe de Noticias muy competente y su papel consistнa en asegurarse de que el SMP se llenara cada dнa con los textos adecuados, redactados de modo comprensible y presentados en el orden y con el espacio estipulados en la reuniуn matutina. En consecuencia, Anders Holm tenнa cada dнa entre sus manos una tremenda cantidad de tareas con las cuales hacнa malabarismos sin que ninguna de ellas se le cayera.

El problema de Anders Holm era que ignoraba de forma sistemбtica las decisiones tomadas por Erika Berger. Durante esas dos semanas ella habнa tratado de encontrar una fуrmula para colaborar con йl: habнa razonado amablemente, habнa probado a darle уrdenes directas, lo habнa animado a que se replanteara las cosas por sн mismo. Lo habнa intentado todo para que йl entendiera cуmo querнa ella que fuera el periуdico.

Sin ningъn resultado.

El texto que ella rechazaba por la tarde acababa, a pesar de todo, yendo a la imprenta por la noche, en cuanto ella se iba a casa. «Se nos cayу un texto y nos quedу un hueco que tenнa que llenar con algo.»

El titular que Erika habнa decidido se veнa, de pronto, ignorado y sustituido por otro completamente distinto. Y no era que la elecciуn resultara siempre errуnea, pero se llevaba a cabo sin consultar con ella. Y se hacнa de forma ostensiva y desafiante.

Siempre se trataba de pequeсos detalles. La reuniуn de la redacciуn prevista para las 14.00 se adelantaba de repente a las 13.50 sin que nadie se lo comunicara, de manera que, cuando ella llegaba, ya se habнan tomado casi todas las decisiones. «Lo siento... entre una cosa y otra se me pasу avisarte.»

Por mucho que lo intentara, Erika Berger no alcanzaba a entender el motivo por el que Anders Holm habнa adoptado esa actitud hacia ella, pero constatу que ni las distendidas conversaciones ni las reprimendas en tono amable surtнan efecto. Hasta ahora siempre habнa preferido no discutir delante de los otros colaboradores de la redacciуn e intentar dejar su irritaciуn para las conversaciones privadas. Eso no habнa dado ningъn fruto, asн que ya iba siendo hora de expresarse con mayor claridad, esta vez ante el colaborador Johannes Frisk, algo que garantizaba que el contenido de la conversaciуn se extendiera por toda la redacciуn.

—Lo primero que hice cuando empecй fue decirte que tenнa un especial interйs por todo lo relacionado con Lisbeth Salander. Te manifestй mi deseo de ser informada con antelaciуn de todos los artнculos previstos y te dije que querнa echarle un vistazo y dar mi visto bueno a todo lo que fuera a ser publicado. Y eso te lo he recordado por lo menos una docena de veces, la ъltima en la reuniуn del viernes pasado. їQuй parte de las instrucciones es la que no entiendes?

—Todos los textos programados o en vнas de producciуn se encuentran en la agenda de la intranet. Se te envнan siempre a tu ordenador. Estбs informada en todo momento.

—Y una mierda. Cuando esta maсana cogн el SMP de mi buzуn me encontrй con un artнculo a tres columnas sobre Salander y el desarrollo del asunto en torno a Stallarholmen publicado en el mejor espacio posible de Noticias nacionales.

—Sн, el texto de Margareta Orring. Ella esfreelance y no me lo dejу hasta las siete de la tarde.

—Margareta Orring llamу para proponer su artнculo a las once de la maсana de ayer. Tъ lo aprobaste y le encargaste el texto a las once y media. Y en la reuniуn de las dos de la tarde tъ no dijiste ni una palabra al respecto.

—Estб en la agenda del dнa.

—ї Ah, sн? Escucha lo que pone en la agenda del dнa: «Margareta Orring, entrevista con la fiscal Martina Fransson. Ref: confiscaciуn de droga en Sцdertдlje».

—Sн, claro, la idea original era una entrevista con Martina Fransson referente a una confiscaciуn de esteroides anabolizantes en la que se detiene a xinprospect de Svavelsjц MC.

—Exacto. Pero en la agenda del dнa no se dice ni una palabra sobre Svavelsjц MC ni que la entrevista se fuera a centrar en Magge Lundin y Stallarholmen y, por consiguiente, en la investigaciуn sobre Lisbeth Salander.

—-Supongo que eso saldrнa durante la entrevista...

—Anders, no entiendo por quй, pero me estбs mintiendo ante mis propias narices. He hablado con Margareta Orring. Te explicу claramente en quй se iba a centrar su entrevista.

—Lo siento; supongo que no me quedу claro que se fuera a centrar en Salander. Y, ademбs, me lo entregу muy tarde. їQuй querнas que hiciera? їAnularlo todo? La entrevista de Orring era muy buena.

—En eso estamos de acuerdo. El texto es excelente. Pero ya llevas tres mentiras en mбs o menos el mismo nъmero de minutos. Porque Orring lo dejу a las tres y veinte, o sea, mucho antes de que yo me fuera a casa a eso de las seis.

—Berger, no me gusta tu tono.

—ЎQuй bien! Porque, para tu informaciуn, te dirй que a mн no me gustan ni tu tono ni tus excusas ni tus mentiras.

—Me da la sensaciуn de que piensas que estoy maquinando alguna conspiraciуn contra ti.

—Sigues sin contestar a mi pregunta. Y otra cosa: este texto de Johannes Frisk ha aparecido sobre mi mesa. No recuerdo que hayamos hablado de ello en la reuniуn de las 14.00. їCуmo es posible que uno de nuestros reporteros se haya pasado todo el dнa trabajando sobre Salander sin que yo estй al corriente? johannes Frisk se rebullу en su asiento. Sin embargo, se quedу inteligentemente callado.

—Bueno... hacemos un periуdico y debe de haber cientos de textos que tъ no conozcas. En el SMP hay unos hбbitos a los que debemos adaptarnos todos. No tengo ni el tiempo ni la posibilidad de ocuparme de unos determinados textos de un modo especial.

—No te he pedido que trates ningъn texto de un modo especial. Te he exigido que, en primer lugar, me informes de todo lo relacionado con el caso Salander y luego que yo dй mi visto bueno a todo lo que se publica sobre el tema. En fin, una vez mбs: їquй parte de esas instrucciones es la que no entiendes?

Anders Holm suspirу y dejу ver un rostro un atormentado.

—De acuerdo —dijo Erika Berger—. Me expresarй con mбs claridad; no tengo la intenciуn de estar discutiendo continuamente contigo. A ver si entiendes este mensaje: si esto se repite una vez mбs, te destituirй del puesto de jefe de Noticias. Serб muy sonado y se armarб un revuelo de mil demonios, pero luego se calmarб y tъ acabarбs editando la pбgina de Familia, la de Humor o algo por el estilo. No quiero tener un jefe de Noticias en el que no confнo, que no estб dispuesto a colaborar y que, ademбs, se dedica a minar mis decisiones. їLo has entendido?

Anders Holm hizo un gesto con las manos que insinuaba que las amenazas de Erika Berger eran absurdas. —їLo has entendido? їSн o no? —Te estoy escuchando.

—Y yo te he preguntado si lo has entendido. їSн o no?

—-Crees realmente que vas a salirte con la tuya... Si este periуdico sale cada dнa es porque yo, y otras piezas indispensables de esta mбquina, nos matamos trabajando. La junta directiva va a...

—-La junta harб lo que yo diga. Estoy aquн para darle un nuevo aire al periуdico. Tengo una misiуn detalladamente formulada que hemos negociado y que me da derecho a introducir importantes cambios por lo que a los jefes de redacciуn se refiere. Puedo deshacerme de la carroсa y reclutar sangre nueva de fuera si asн lo deseo. Y te voy a decir una cosa, Holm: cuantos mбs dнas pasan, mбs carroсa me pareces.

Erika se callу. Su mirada se cruzу con la de Anders Holm. Parecнa furioso.

—Eso es todo —dijo Erika Berger—. Te sugiero que reflexiones sobre lo que te acabo de decir.

—No pienso...

—Tъ verбs. Eso es todo. Ahora vete.

Se dio la vuelta y saliу del cubo de cristal. Ella lo vio atravesar el inmenso mar que era la redacciуn y desaparecer en direcciуn a la sala de cafй. Johannes Frisk se levantу e hizo amago de seguirle los pasos.

—Tъ no, Johannes. Quйdate. Siйntate.

Sacу su texto y le echу nuevamente un vistazo.

—Tengo entendido que estбs haciendo una suplencia. —Sн. Llevo cinco meses aquн y йsta es la ъltima semana.

—їCuбntos aсos tienes? —Veintisiete.

—Lamento que hayas tenido que presenciar esta batalla entre Holm y yo. Cuйntame la historia de tu artнculo.

—Esta maсana me dieron un soplo y se lo comentй a Holm. Me dijo que continuara con la historia.

—Vale. Hablas de que la policнa estб investigando si Lisbeth Salander se ha visto implicada en la venta de esferoides anabolizantes. їTiene esto alguna relaciуn con el texto de ayer de Sцdertдlje donde tambiйn aparece el tema de los esteroides?

—Que yo sepa no, pero es posible. Esta historia de los esteroides tiene que ver con la relaciуn de Salander con los boxeadores: Paolo Roberto y sus amigos.

—їPaolo Roberto toma anabolizantes?

—їQuй?... No, claro que no. Se trata mбs bien del mundo del boxeo. Salander suele entrenarse con una serie de oscuros personajes de un club de Sуdermalm. Pero bueno, йse es el enfoque de la policнa; no el mнo. De ahн habrб surgido la sospecha de que ella podrнa estar implicada en la venta de anabolizantes.

—їDe modo que en lo ъnico que se apoya la historia es en un rumor?

—El hecho de que la policнa estй investigando esa posibilidad no es un rumor, es algo cierto. Ahora bien, no tengo ni idea de si se equivocan o no...

—De acuerdo, Johannes. Entonces quiero que sepas que lo que te estoy diciendo ahora no tiene nada que ver con mi relaciуn con Anders Holm. Creo que eres un excelente periodista. Escribes bien y tienes muy buen ojo para los detalles. En resumen: que йsta es una buena historia. Mi ъnico problema es que no me la creo.

—Te puedo asegurar que es ciento por ciento verdadera.

—Pues yo voy a explicarte por quй hay un error fundamental en el artнculo. їQuiйn te dio el soplo? —Una fuente policial. —їQuiйn?

Johannes Frisk dudу. Era una reacciуn automбtica. Al igual que todos los demбs periodistas del mundo, se mostraba reacio a revelar el nombre de su fuente. Pero, por otra parte, Erika Berger era la redactora jefe y, por consiguiente, una de las pocas personas que podнan requerirle esa informaciуn.

—Un policнa de la brigada de delitos violentos llamado Hans Faste.

—їTe llamу йl a ti o lo llamaste tъ a йl?

—Me llamу йl a mн.

Erika Berger moviу afirmativamente la cabeza. —їPor quй crees que te llamу?

—Lo entrevistй un par de veces cuando perseguнan a Salander. Sabe quiйn soy.

—Y sabe que tienes veintisiete aсos, que estбs haciendo una suplencia y que te puede utilizar a su antojo cada vez que quiere sacar a la luz una informaciуn que al fiscal le interesa difundir.

—Sн, ya, todo eso lo entiendo. Pero, mira, un policнa me da un soplo, voy a tomar un cafй con Faste y me cuenta todo esto. їQuй otra cosa podнa haber hecho? Lo he citado tal cual.

—Estoy convencida de que lo has citado tal cual. Pero lo que deberнas haber hecho es llevarle la informaciуn a Anders Holm, quien, a su vez, deberнa haber llamado a mi puerta para explicarme la situaciуn y juntos deberнamos haber decidido cуmo actuar.

—Entiendo. Pero yo...

—Le diste el material a Holm, el jefe de Noticias. Tъ hiciste lo que debнas; es Holm quien actuу mal. Pero analicemos tu artнculo. Primero, їpor quй quiere Faste filtrar esa informaciуn?

Johannes Frisk se encogiу de hombros.

—їQuй quiere decir eso: que no lo sabes o que pasas del tema?

—Que no lo sй.

—Vale. Y si yo te digo que esta historia es completamente falsa y que Salander no tiene nada que ver con los anabolizantes, їquй me dices?

—No puedo demostrar lo contrario.

-—Exacto. Con lo cual me estбs diciendo que tъ crees que debemos publicar una historia que tal vez sea falsa sуlo porque carecemos de conocimientos sobre lo contrario.

—No, tenemos una responsabilidad periodнstica. Pero se trata de buscar el equilibrio. No podemos renunciar a publicar cuando existe una fuente que, de hecho, afirma explнcitamente algo.

—Filosofнa pura. Podrнamos preguntarnos por quй le interesa a esa fuente que esa informaciуn salga a la luz. Dйjame que te explique por quй he dado la orden de que todo lo que estй relacionado con Salander pase por mi mesa: da la casualidad de que yo tengo ciertos conocimientos sobre el tema que nadie mбs de esta redacciуn tiene. Los de la redacciуn de temas jurнdicos estбn al corriente de ello y saben que no puedo contarles nada. Millennium va a publicar un reportaje que, por razones contractuales, no puedo revelarle al SMP, a pesar de estar trabajando aquн. Recibн la informaciуn en calidad de redactora jefe de Millennium y ahora mismo me encuentro entre dos tierras. їEntiendes lo que te quiero decir?

—Sн.

—Y esos conocimientos mнos de cuando yo estaba en Millennium me permiten afirmar, sin el menor atisbo de duda, que esa historia es una mentira y que su ъnico objetivo es hacerle daсo a Lisbeth Salander ante el inminente juicio.

—No es fбcil hacerle daсo a Lisbeth Salander despuйs de todas las cosas que se han dicho sobre ella...

—Cosas que, en su mayorнa, son falsas y retorcidas. Hans Faste es uno de los responsables de que se hayan extendido todas esas ideas de que Lisbeth Salander es una paranoica y violenta lesbiana que se dedica al satanismo y al sexo BDSM. Y los medios de comunicaciуn han comprado la campaсa de Faste por la sencilla razуn de que se trata de una fuente aparentemente seria y porque siempre resulta divertido escribir sobre sexo. Y ahora lo que pretende es darle un nuevo enfoque para continuar minando la imagen que la opiniуn pъblica tiene de Lisbeth Salander, y quiere que el SMP le ayude a difundirlo. Sorry, pero conmigo no.

—Entiendo.

—ї Ah, sн? Bien. Entonces te lo resumirй en una sola frase: tu misiуn como periodista consiste en cuestionarlo y examinarlo todo con sentido crнtico, no en repetir lo primero que alguien te diga, por muy bien situado que estй en la administraciуn del Estado. Que no se te olvide nunca. Escribes muy bien, pero ese talento no tendrб ningъn valor si olvidas tu misiуn.

—Ya.

—Voy a suprimir tu artнculo. —Vale.

—No se sostiene. No me creo el contenido. —De acuerdo.

—Eso no significa que no confнe en ti. —Gracias.

—Por eso voy a mandarte a tu mesa y proponerte un nuevo artнculo. —їAh, sн?

—Estб relacionado con mi contrato con Millennium. No puedo revelar, por lo tanto, lo que sй de la historia de Salander. Al mismo tiempo, soy redactora jefe de un periуdico que corre el riesgo de patinar considerablemente porque la redacciуn no tiene la informaciуn de la que yo dispongo. —Mmm.

—Y eso no puede ser. Nos hallamos ante una situaciуn ъnica y que sуlo ataсe a Salander. Por eso he decidido buscar a un reportero al que guiar por el buen camino para que no nos pillen con los pantalones bajados y el culo al aire cuando Millennium publique la historia.



  

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