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Mikael pasу una hora en urgencias. Le hicieron radiografнas, le dejaron la cara hecha un emplasto y el dedo corazуn de la mano izquierda hecho un paquete de vendas. Sufrнa graves lesiones en la articulaciуn y lo mбs probable era que perdiera la uсa. Irуnicamente, el daсo mбs grave se lo hizo cuando Curt Svensson acudiу en su ayuda y le quitу de encima a Miro Nikolic. Como Mikael tenнa el dedo corazуn pillado con el gatillo del arma se lo rompiу en el acto. Fue un dolor infernal, pero su vida no corrнa precisamente peligro.

A Mikael, el shoc\ le sobrevino casi dos horas mбs tarde, una vez llegado al Departamento de protecciуn constitucional de la DGP/Seg y cuando estaba informando de los acontecimientos al inspector Bublanski y a la fiscal Ragnhild Gustavsson. De pronto, le entraron tiritonas y se sintiу tan cansado que estuvo a punto de dormirse entre pregunta y pregunta. Luego surgiу una cierta discusiуn.

—No sabemos lo que estбn tramando —dijo Monica Figuerola—. No sabemos si Blomkvist era la ъnica vнctima prevista o si tambiйn iba a morir Erika Berger. No sabemos si volverбn a intentarlo o si hay alguna otra persona de Millennium en el punto de mira... Y, ya puestos, їpor quй no matar tambiйn a Salander, que es quien constituye la verdadera amenaza para la Secciуn?

—Mientras atendнan a Mikael en el hospital he llamado a los colaboradores de Millennium y los he puesto al corriente de la situaciуn —dijo Erika Berger—. Todos van a estarse quietecitos hasta que salga la revista. No habrб nadie en la redacciуn, permanecerб vacнa.

La primera reacciуn de Torsten Edklinth fue ponerles enseguida un guardaespaldas a Mikael y Erika. Pero luego se dio cuenta —y Monica Figuerola tambiйn— de que contactar con el Departamento de protecciуn personal de la policнa de seguridad llamarнa la atenciуn y de que tal vez no fuera la jugada mбs inteligente.

Erika Berger resolviу el problema renunciando a ser escoltada por la policнa. Levantу el auricular, llamу a Dragan Armanskij y le explicу la situaciуn. Algo que dio lugar a que Susanne Linder fuese llamada en el acto, ya bien entrada la noche, para trabajar.

Mikael Blomkvist y Erika Berger fueron alojados en la planta alta de una safe house situada mбs allб de Drottningholm, de camino al centro de Ekerу. Se trataba de un chalet grande de los aсos treinta con vistas al lago Malaren, un jardнn impresionante y diversas construcciones y terrenos anexos. El inmueble era propiedad de Milton Security, pero estaba ocupado por una tal Martina Sjуgren, de sesenta y ocho aсos de edad y viuda del colaborador Hans Sjуgren, quien falleciу quince aсos antes en acto de servicio al pisar el suelo podrido de una casa abandonada de las afueras de Sala. Despuйs del entierro, Dragan Armanskij hablу con Martina Sjуgren y la contratу como ama de llaves y administradora general del inmueble. Ella vivнa gratis en un anexo de la planta baja y mantenнa la planta superior preparada para las ocasiones —pocas al aсo— en las que Milton Security, con muy poco tiempo de antelaciуn, avisaba de que necesitaba ocultar allн a alguna persona que, por razones reales o imaginadas, temнa por su seguridad.

Monica Figuerola los acompaсу. Se dejу caer en una silla de la cocina y aceptу el cafй que Martina Sjуgren le sirviу mientras Erika Berger y Mikael Blomkvist se instalaban en la planta de arriba y Susanne Linder comprobaba las alarmas y el equipo electrуnico de vigilancia de la casa.

—Hay cepillos de dientes y otros ъtiles de aseo en la cуmoda que estб fuera del cuarto de baсo —gritу Martina Sjуgren por la escalera.

Susanne Linder y los dos guardaespaldas de Milton Security se instalaron en las habitaciones de la planta baja.

—No he parado desde que me despertaron a las cuatro de esta maсana —comentу Susanne Linder—. Repartios los turnos de guardia como querбis, pero, por favor, dejadme dormir por lo menos hasta las cinco de la maсana.

—Puedes dormir toda la noche; nosotros nos encargamos de esto —respondiу uno de los guardaespaldas.

—Gracias —dijo Susanne Linder para, acto seguido, irse a la cama.

Monica Figuerola escuchaba distraнdamente mientras los dos guardaespaldas conectaban las alarmas de detecciуn de movimientos en el jardнn y echaban a suertes a quiйn le tocarнa el primer turno. El que perdiу se preparу un sandwich y se sentу en una habitaciуn con televisiуn que se hallaba junto a la cocina. Monica Figuerola estudiу las floreadas tazas de cafй. Ella tampoco habнa parado desde primera hora de la maсana y se sentнa bastante hecha polvo. Pensу en volver a casa cuando Erika Berger bajу y se sirviу una taza de cafй. Se sentу al otro lado de la mesa.

—Mikael se ha quedado frito en cuanto se ha metido en la cama.

—El bajуn de la adrenalina... —dijo Monica Figuerola.

—їY ahora quй pasarб?

—Os tendrйis que ocultar durante un par de dнas. Dentro de una semana todo esto habrб pasado, acabe como acabe. їCуmo te encuentras?

—Bueno. Sigo estando un poco tocada. Este tipo de cosas no me pasa todos los dнas. Acabo de llamar a mi marido para explicarle por quй no irй a casa esta noche.

—Mmm.

—Estoy casada con...

—Sй con quiйn estбs casada.

Silencio. Monica Figuerola se frotу los ojos y bostezу. —Tengo que ir a casa a dormir —dijo ella. —ЎPor Dios! Dйjate de tonterнas y acuйstate con Mikael —dijo Erika.

Monica Figuerola la contemplу.

—їTan obvio es? —preguntу.

Erika asintiу con la cabeza.

—їTe ha dicho algo Mikael?...

—Ni una palabra. Suele ser bastante discreto. Pero a veces es como un libro abierto. Y tъ me miras con una mбs que evidente hostilidad... Es obvio que intentбis ocultar algo.

—Es por mi jefe —dijo Monica Figuerola.

—їTu jefe?

—Sн. Edklinth se pondrнa furioso si supiera que Mikael y yo nos hemos... —Entiendo. Silencio.

—No sй lo que hay entre tъ y Mikael, pero no soy tu rival —dijo Erika. —їNo?

—Mikael y yo nos acostamos de vez en cuando. Pero no estoy casada con йl.

—Tengo entendido que vuestra relaciуn es especial. Me hablу de vosotros cuando estuvimos en Sandhamn.

—їHas estado en Sandhamn con йl? Entonces es serio.

—No me tomes el pelo.

—Monica: espero que tъ y Mikael... Intentarй mantenerme al margen.

—їY si no puedes?

Erika Berger se encogiу de hombros.

—Su ex esposa flipу cuando Mikael le fue infiel conmigo. Lo echу a patadas. Fue culpa mнa. Mientras Mikael estй soltero y sin compromiso no pienso tener ningъn remordimiento de conciencia. Pero me he prometido que si йl inicia una relaciуn seria con alguien, yo no me pondrй en medio.

—No sй si atreverme a apostar por йl.

—Mikael es especial. їEstбs enamorada de йl?

—Creo que sн.

—Pues ya estб. Dale una oportunidad. Ahora vete a la cama.

Monica meditу el tema durante un rato. Luego subiу a la planta de arriba, se desnudу y se metiу bajo las sбbaсas con Mikael. Йl murmurу algo y le puso un brazo alrededor de la cintura.

Erika Berger permaneciу sola en la cocina reflexionando un largo rato. De pronto, se sintiу profundamente desgraciada.


Capнtulo 25

Miйrcoles, 13 de julio — Jueves, 14 de julio

 

Mikael Blomkvist siempre se habнa preguntado por quй los altavoces de los tribunales tenнan un volumen tan bajo y eran tan discretos. Le costу oнr las palabras que avisaban de que el juicio del caso contra Lisbeth Salander comenzarнa a las 10.00 en la sala 5. No obstante, consiguiу llegar a tiempo y colocarse junto a la entrada. Fue uno de los primeros a los que dejaron pasar. Se sentу en el lugar destinado al pъblico, en el lado izquierdo de la sala, desde donde mejor se veнa la mesa de la defensa. Los otros sitios se fueron llenando con rapidez; el interйs de los medios de comunicaciуn habнa ido aumentando gradualmente al acercarse el juicio y, en la ъltima semana, el fiscal Richard Ekstrцm habнa sido entrevistado a diario.

Ekstrцm habнa hecho sus deberes.

A Lisbeth Salander se le imputaban los delitos de lesiones y lesiones graves en el caso Carl-Magnus Lundin; de amenazas ilнcitas, intento de homicidio y lesiones graves en el caso del fallecido Karl-Axel Bodin, alias Alexander Zalachenko; dos cargos de robo: por una parte, en la casa de campo que el difunto letrado Nils Bjurman poseнa en Stallarholmen, y por otra, en el piso que tenнa en Odenplan; utilizaciуn ilнcita de vehнculos de motor ajenos —una Harley-Davidsson propiedad de un tal Sonny Nieminen, miembro de Svavelsjц MC—; tres delitos de tenencia ilнcita de armas: un bote de gas lacrimуgeno, una pistola elйctrica y la P-83 Wanad polaca que se hallу en Gosseberga; un delito de robo u ocultaciуn de pruebas —la descripciуn de йste se habнa efectuado en tйrminos poco precisos, pero se referнan a la documentaciуn que encontrу en la casa de campo de Bjurman—; asн como una serie de delitos menores. En total, a Lisbeth Salander se le imputaban diecisйis cargos.

Ekstrцm tambiйn habнa filtrado una serie de datos que insinuaban que el estado mental de Lisbeth Salander dejaba bastante que desear. Por una parte, se apoyaba en el examen psiquiбtrico forense realizado por el doctor Jesper H. Lуderman el dнa en que Lisbeth cumpliу dieciocho aсos, y, por otra, en un informe que habнa sido redactado por el doctor Peter Teleborian, tal y como decidiу el tribunal en una reuniуn anterior. Como esa chica enferma, fiel a su costumbre, se negaba categуricamente a hablar con los psiquiatras, el anбlisis se efectuу basбndose en «observaciones» que ya comenzaron a hacerse un mes antes del juicio, desde el mismo momento en que ingresу en Kronoberg, Estocolmo, en rйgimen de prisiуn preventiva. Teleborian, cuya experiencia en tratar a la paciente se retrotraнa a muchos aсos, determinу que Lisbeth Salander sufrнa un grave trastorno psнquico, y para definir su naturaleza exacta empleaba tйrminos como psicopatнa, narcisismo patolуgico y esquizofrenia paranoide.

Los medios de comunicaciуn tambiйn informaron de que se le habнan realizado siete interrogatorios policiales. En todos ellos, la acusada ni siquiera se dignу decir buenos dнas. Los primeros fueron realizados en Gotemburgo mientras que el resto tuvo lugar en la jefatura de policнa de Estocolmo. Las grabaciones de los interrogatorios daban fe de los amables intentos de persuasiуn de los agentes, de promesas y amenazas encubiertas y de numerosas e insistentes preguntas. Ni una sola respuesta.

Ni siquiera un carraspeo.

En algunas ocasiones se oнa la voz de Annika Giannini en las cintas cuando ella hacнa constar que, como era obvio, su dienta no tenнa intenciуn de contestar a ninguna cuestiуn. La acusaciуn contra Lisbeth Salander se basaba exclusivamente, por lo tanto, en las pruebas forenses y en aquellos hechos que la investigaciуn policial habнa podido determinar.

En algunos momentos, el silencio de Lisbeth puso a su abogada en una situaciуn incуmoda, ya que la obligaba a permanecer casi tan callada como su dienta. Lo que Annika Gianninni y Lisbeth Salander trataron en privado era confidencial.

Ekstrцm tampoco ocultaba que lo que йl ambicionaba era, en primer lugar, exigir asistencia psiquiбtrica forzosa para Lisbeth Salander y, en segundo lugar, una considerable sentencia penitenciaria. El procedimiento normal era el inverso, pero Ekstrцm considerу que en el caso de Salander existнan unos trastornos psнquicos tan manifiestos y un informe psiquiбtrico forense tan claro que no le quedaba otra alternativa. Era extremadamente raro que un tribunal se pronunciara en contra de un informe psiquiбtrico forense.

Considerу asimismo que la declaraciуn de incapacidad de Salander no deberнa ser anulada. En una entrevista explicу, con cara de preocupaciуn, que en Suecia habнa un gran nъmero de personas sociуpatas con unos trastornos psнquicos tan graves que constituнan un peligro no sуlo para sн mismos sino tambiйn para el resto de la poblaciуn, y que a la ciencia no le quedaba mбs alternativa que mantenerlas encerradas. Mencionу el caso de Anette, una chica violenta que protagonizу todo un culebrуn mediбtico en la dйcada de los setenta y que, treinta aсos despuйs, todavнa seguнa ingresada en una instituciуn psiquiбtrica. Cualquier intento de aligerar las restricciones tenнa como resultado que Anette, fuera de sн y de la manera mбs violenta posible, la emprendiera contra familiares y empleados o intentara hacerse daсo a sн misma. Ekstrцm consideraba que Salander sufrнa una forma de trastorno psicopбtico parecido.

El interйs de los medios de comunicaciуn habнa aumentado tambiйn por la sencilla razуn de que la abogada de Salander, Annika Giannini, no se habнa pronunciado. En todas las ocasiones en las que se le brindу la oportunidad de presentar las opiniones de la defensa se negу a ser entrevistada. Los medios de comunicaciуn se hallaban, consecuentemente, en una complicada situaciуn en la que la parte de la acusaciуn los colmaba de informaciуn mientras que la parte de la defensa no habнa ofrecido, ni una sola vez, la menor insinuaciуn sobre lo que Salander pensaba de los cargos que se le imputaban ni sobre la estrategia que la defensa iba a utilizar.

Estas circunstancias fueron comentadas por el experto jurнdico que uno de los periуdicos vespertinos contratу para cubrir el asunto. En una de sus crуnicas, el experto constatу que aunque Annika Giannini era una respetada abogada defensora de los derechos de la mujer, carecнa por completo de experiencia en casos penales fuera de ese бmbito, lo cual le llevу a extraer la conclusiуn de que resultaba inapropiada para defender a Lisbeth Salander. Mikael Blomkvist tambiйn supo a travйs de su hermana que numerosos abogados famosos se habнan puesto en contacto con ella para ofrecerle sus servicios. Annika Giannini, por encargo de su dienta, habнa declinado amablemente todas esas ofertas.

Mientras esperaba que se iniciara el juicio, Mikael mirу por el rabillo del ojo al resto del pъblico asistente. En el sitio mбs cercano a la salida descubriу a Dragan Armanskij.

Sus miradas se cruzaron un instante.

Ekstrцm tenнa un considerable montуn de papeles sobre su mesa. Con un movimiento de cabeza, saludу a unos periodistas en seсal de reconocimiento.

Annika Giannini se hallaba sentada en su mesa, justo enfrente de Ekstrцm. Estaba organizando sus papeles y no mirу a nadie. Mikael tuvo la sensaciуn de que su hermana estaba algo nerviosa. El tнpico miedo escйnico, pensу.

Luego entraron en la sala el presidente del tribunal, el asesor y los vocales. El presidente era el juez Jуrgen Iversen, un hombre canoso de cincuenta y siete aсos de edad, de rostro demacrado y paso firme. Mikael habнa preparado un texto sobre su trayectoria profesional y constatу que se trataba de un juez muy correcto y experimentado que habнa presidido numerosos y cйlebres juicios.

Por ъltimo, Lisbeth Salander fue conducida a la sala.

A pesar de que Mikael estaba acostumbrado a la capacidad que tenнa Lisbeth Salander para vestirse de forma escandalosa, le dejу perplejo el hecho de que Annika Giannini le hubiera permitido aparecer enfundada en una negra minifalda de cuero rota por las costuras y una camiseta de tirantes con el texto / am irritated que no ocultaba casi nada de sus tatuajes. Llevaba unas botas, un cinturуn de remaches y unos calcetines altos, hasta la rodilla, a rayas negras y lilas. Tenнa una buena decena de piercings en las orejas y unos cuantos aritos en los labios y las cejas. Lucнa una especie de hirsuto y enmaraсado rastrojo de pelo negro de tres meses que no se cortaba desde la operaciуn. Ademбs, iba mбs maquillada de lo habitual: un lбpiz de labios gris, las cejas pintadas y un rнmel negro azabache mucho mбs abundante que lo que Mikael le habнa visto jamбs. En la йpoca en la que estuvieron juntos, ella siempre mostrу un interйs mбs bien escaso por el maquillaje.

Ofrecнa un aspecto ligeramente vulgar, por expresarlo de manera diplomбtica. Digamos que gуtico. Parecнa una vampiresa sacada de alguna artнstica pelнcula del popart de los aсos sesenta. Mikael advirtiу que en cuanto ella hizo acto de presencia, algunos de los reporteros que se encontraban entre el pъblico contuvieron el aliento asombrados mientras sonreнan entretenidos. Cuando por fin pudieron ver a esa chica de tan mala reputaciуn y sobre la que habнan corrido tantos rнos de tinta, todas sus expectativas quedaron de sobra cubiertas.

Luego se dio cuenta de que, en realidad, Lisbeth Salander se habнa disfrazado. Por regla general, solнa vestirse de modo descuidado y, al parecer, sin gusto. Mikael siempre habнa dado por descontado que no lo hacнa por seguir ninguna moda, sino para afirmar su identidad. Lisbeth Salander marcaba su propio territorio como si fuera un dominio hostil. Mikael siempre habнa considerado las tachuelas de su chupa de cuero iguales al mecanismo de defensa de las pъas del erizo. Una seсal de advertencia para con su entorno: «No intentes acariciarme. Te dolerб.»

Sin embargo, al entrar en la sala del tribunal llevaba una vestimenta tan exagerada que a Mikael le resultу mбs bien algo parуdica.

Entonces fue consciente de que no era una casualidad, sino parte de la estrategia de Annika.

Si Lisbeth Salander hubiese llegado con el pelo engominado, una blusa de lazos y unos impecables zapatos, habrнa dado la impresiуn de ser una estafadora que intentaba venderle una historia al tribunal. Simple cuestiуn de credibilidad. Ahora se presentaba ante ellos tal cual era. Aunque de manera algo exagerada, la verdad; para que no se le escapara a nadie. No fingнa ser algo que no era. El mensaje que enviaba a los miembros del tribunal estaba bien claro: no tenнa por quй avergonzarse ni hacerles la pelota; le traнa sin cuidado que tuvieran algъn problema con su aspecto. La sociedad la habнa acusado de ciertas cosas y el fiscal la habнa arrastrado hasta allн. Con su simple presencia ya habнa dejado claro que tenнa la intenciуn de rechazar los argumentos del fiscal por considerarlos meras tonterнas.

Caminу segura de sн misma y se sentу en el lugar que le correspondнa, junto a su abogada. Barriу al pъblico con la mirada; no habнa en ella ni el menor atisbo de curiosidad. Dio mбs bien una impresiуn desafiante, como si estuviera tomando buena nota mental de las personas que ya la habнan condenado en las pбginas de los periуdicos.

Era la primera vez que Mikael la veнa desde que ella yaciera como una sangrante muсeca de trapo sobre el banco de la cocina de Gosseberga. Sin embargo, habнa pasado mбs de un aсo y medio desde la ъltima vez que la vio en circunstancias normales. Si es que la expresiуn «circunstancias normales» resultaba adecuada tratбndose de Lisbeth Salander... Se cruzaron las miradas unos segundos. Ella le sostuvo la suya un breve instante sin darle ni la mбs mнnima muestra de que lo conocнa. Examinу, en cambio, los intensos moratones que Mikael tenнa en la mejilla y la sien, y la tirita que le atravesaba la ceja derecha. Por espacio de un segundo, Mikael creyу intuir el asomo de una sonrisa en los ojos de Lisbeth. Pero no estaba seguro de si se lo habнa imaginado. Luego el juez Iversen golpeу la mesa con la maza y comenzу el juicio.

El pъblico estuvo presente en la sala un total de treinta minutos. Pudo escuchar la exposiciуn inicial de los hechos del fiscal Ekstrцm, en la que presentу los cargos de la acusaciуn.

Aunque ya los conocнan, todos los reporteros, a excepciуn de Mikael Blomkvist, los apuntaron, aplicados. Mikael ya tenнa escrito su reportaje y sуlo habнa ido al juicio para hacerse notar y cruzar su mirada con la de Lisbeth.

La exposiciуn inicial de Ekstrцm durу poco mбs de veintidуs minutos. Luego le tocу el turno a Annika Giannini. Su rйplica durу treinta segundos. Su voz fue firme.

—Esta defensa rechaza todos los cargos a excepciуn de uno: mi dienta se declara culpable de la tenencia ilнcita de armas que supone el bote de gas lacrimуgeno. En la totalidad de los demбs cargos de los que se la acusa, mi dienta niega cualquier responsabilidad o intenciуn criminal. Vamos a demostrar que las afirmaciones del fiscal son falsas y que mi dienta ha sido objeto de graves abusos judiciales. Exijo que se la declare inocente, que se anule su declaraciуn de incapacidad y que sea puesta en libertad.

Un crujir de papel de cuaderno se oyу entre los reporteros. Por fin se habнa revelado la estrategia de la abogada Giannini, aunque no era la que ellos esperaban. La conjetura mбs extendida habнa sido la de que Annika Giannini utilizarнa la enfermedad mental de su dienta para explotarla a su favor. De repente, Mikael sonriу.

—Bien —dijo el juez Iversen antes de tomar nota.

Mirу a Annika Giannini.

—їHa terminado?

-—Esa es mi peticiуn.

—їQuiere el fiscal aсadir algo? —preguntу Iversen.

Fue en ese momento cuando el fiscal Ekstrцm pidiу que la vista se realizara a puerta cerrada. Alegу que se trataba de proteger el estado psнquico y el bienestar de una persona vulnerable, asн como algunos detalles que podнan ir en detrimento de la seguridad del Estado.

—Supongo que se refiere usted al llamado caso Zalachenko —-dijo Iversen.

—Correcto. Alexander Zalachenko llegу a Suecia buscando protecciуn como refugiado polнtico tras haber huido de una terrible dictadura. Aunque el seсor Zalachenko ya haya fallecido, algunos de los aspectos que conciernen al trato que se le dio, a sus relaciones personales y a cuestiones similares siguen estando clasificados. Por esa razуn solicito que la vista oral se realice a puerta cerrada y que se considere el secreto profesional para aquellos puntos del juicio que presentan un carбcter particularmente delicado.

—Entiendo —dijo Iversen, arrugando la frente.

—Ademбs, una gran parte del juicio tratarб sobre la tutela de la acusada. Afecta a temas que, en circunstancias normales, son clasificados casi de forma automбtica. Como muestra de deferencia con la acusada me gustarнa celebrar el juicio a puerta cerrada.

—їQuй postura adopta la abogada Giannini respecto a la peticiуn del fiscal ?

—Por nuestra parte no hay ningъn inconveniente.

El juez Iversen reflexionу un breve instante. Consultу a su asesor y luego comunicу, para gran irritaciуn de los reporteros presentes, que aceptaba la peticiуn del fiscal. En consecuencia, Mikael Blomkvist abandonу la sala del juicio.

Dragan Armanskij esperу a Mikael Blomkvist al pie de las escaleras del juzgado. El calor de julio era abrasador y Mikael vio que el sudor de sus axilas le empezaba a manchar la camisa. Nada mбs salir, sus dos guardaespaldas se unieron a йl. Saludaron a Dragan Armanskij con un movimiento de cabeza y se pusieron a escudriсar los alrededores.

—Me resulta raro andar con dos guardaespaldas —dijo Mikael—. їCuбnto me va a costar todo esto?

—Invita la empresa —dijo Armanskij—. Tengo un interйs personal en mantenerte con vida. Pero la verdad es que nos hemos gastado unas doscientas cincuenta mil coronas pro bono durante los ъltimos meses. Mikael asintiу.

—їUn cafй? —preguntу, seсalando el cafй italiano de Bergsgatan.

Armanskij asintiу. Mikael pidiу un caffй latte y Armanskij eligiу un espresso doble con una cucharadita de leche. Se sentaron en la terraza, a la sombra. Los guardaespaldas se situaron en una mesa contigua. Tomaron Coca-Cola.

—A puerta cerrada —constatу Armanskij.

—Era de esperar. Pero nos favorece porque asн podremos controlar mejor el flujo informativo.

—Bueno, da igual, pero el fiscal Richard Ekstrцm me empieza a caer cada vez peor.

Mikael estaba de acuerdo. Se tomaron los cafйs mirando hacia el juzgado donde se iba a decidir el futuro de Lisbeth Salander.

—Custer's last stand —dijo Mikael.

—Va bien preparada —lo consolу Armanskij—. Y debo admitir que tu hermana me ha impresionado. Cuando empezу a planear la estrategia creн que lo decнa en broma, pero cuanto mбs lo pienso mбs inteligente me parece.

—Este juicio no se va a decidir ahн dentro —dijo Mikael.

Llevaba meses repitiendo esas palabras como si fuera un mantra.

—Te van a llamar como testigo —dijo Armanskij.

—Ya lo sй. Estoy preparado. Pero eso no sucederб hasta pasado maсana; o eso es al menos lo que esperamos.

El fiscal Richard Ekstrцm habнa dejado olvidadas sus gafas bifocales en casa y tuvo que subirse a la frente las que tenнa y entornar los ojos para poder leer algo de las notas que habнa tomado con letra mбs pequeсa. Antes de volver a ponerse las lentes y recorrer la sala con la mirada, se pasу la mano rбpidamente por su rubia barba.

Lisbeth Salander se hallaba sentada con la espalda recta y contemplбndolo con una impenetrable mirada. Su cara y sus ojos permanecнan inmуviles. No parecнa estar del todo presente. Habнa llegado la hora de su interrogatorio.

—Quiero recordarle, seсorita Salander, que habla usted bajo juramento —empezу, por fin, a decir Ekstrцm.

Lisbeth Salander no se inmutу. El fiscal Ekstrцm pareciу esperar algъn tipo de respuesta y aguardу unos cuantos segundos. Arqueу las cejas.

—Bueno... Como ya he dicho, habla usted bajo juramento —repitiу.

Lisbeth Salander ladeу ligeramente la cabeza. Annika Giannini estaba ocupada leyendo algo en las actas del sumario y no daba la impresiуn de tener ningъn interйs en lo que hacнa el fiscal Ekstrцm. Йste recogiу sus papeles. Tras un instante de incуmodo silencio se aclarу la voz.

—Bueno —dijo Ekstrцm con un tono de voz razonable—. Vayamos directamente a los acontecimientos de la casa de campo del difunto letrado Bjurman, en las afueras de Stallarholmen, ocurridos el seis de abril de este mismo aсo y que constituyen el punto de partida de la exposiciуn que realicй esta maсana. Intentemos aclarar las razones que la llevaron a ir a Stallarholmen y pegarle un tiro a Carl-Magnus Lundin.

Ekstrцm intimidу a Lisbeth Salander con la mirada. Ella siguiу sin inmutarse. De repente, el fiscal pareciу resignarse. Hizo un gesto con las manos y pasу a contemplar al presidente del tribunal: al juez Jуrgen Iversen se lo veнa pensativo. Acto seguido, mirу de reojo a Annika Giannini, que seguнa inmersa en la lectura de sus papeles, ajena por completo a su entorno.

El juez Iversen carraspeу. Luego se dirigiу a Lisbeth Salander:

—їDebemos entender su silencio como que no quiere contestar a las preguntas? —preguntу.

Lisbeth Salander girу la cabeza y se enfrentу con la mirada del juez Iversen.

—Contestarй con mucho gusto a las preguntas —le respondiу.

El juez Iversen asintiу.

—Entonces, їpor quй no contesta a mi pregunta? —terciу el fiscal Ekstrцm.

Lisbeth Salander volviу a mirar a Ekstrцm. Permaneciу callada.

—їHace usted el favor de contestar a la pregunta? —intervino el juez Iversen.

Lisbeth girу nuevamente la cabeza hacia el presidente de la sala y arqueу las cejas. Su voz sonу fuerte y clara.

—їQuй pregunta? Hasta ahora —seсalу con un movimiento de cabeza a Ekstrцm— no ha hecho mбs que una serie de afirmaciones no confirmadas. Yo no he oнdo ninguna pregunta.

Annika Giannini alzу la vista. Puso un codo en la mesa y apoyу la cara en la mano mostrando un repentino interйs con la mirada.

El fiscal Ekstrцm perdiу el hilo durante unos cuantos segundos.

—їPuede hacer el favor de repetir la pregunta? —propuso el juez Iversen.

—Yo le he preguntado si... їFue usted a la casa de campo que el abogado Bjurman tenнa en Stallarholmen con el objetivo de disparar a Carl-Magnus Lundin?

—No, has dicho que querнas aclarar las razones que me llevaron a ir a Stallarholmen y pegarle un tiro a Carl-

Magnus Lundin. Eso no es una pregunta. Es una afirmaciуn general en la que te adelantas a mi respuesta. Yo no soy responsable de las afirmaciones que tъ quieras hacer.

—No sea tan impertinente. Conteste a la pregunta.

—No.

Silencio.

—їNo?

—Es la respuesta a la pregunta.

El fiscal Richard Ekstrцm suspirу. Iba a ser un dнa largo. Lisbeth Salander lo observaba expectante.

—Tal vez sea mejor que empecemos por el principio —dijo—. їEstuvo usted en la casa de campo que el difunto letrado Bjurman tenнa en Stallarholmen la tarde del seis de abril?

—Sн.

—їCуmo se desplazу hasta allн?

—Fui en un tren de cercanнas hasta Sцdertдlje y luego cogн el autobъs que va a Strбngnбs.

—їPor quй razуn fue a Stallarholmen? їHabнa quedado con Carl-Magnus Lundin y su amigo Sonny Nieminen?

—No.

—їY a quй se debнa la presencia de esos dos hombres allн?

—Eso se lo tendrбs que preguntar a ellos. —Ahora se lo pregunto a usted. Lisbeth Salander no contestу. El juez Iversen carraspeу.

—Supongo que la seсorita Salander no contesta porque, desde un punto de vista semбntico, ha vuelto a realizar usted una afirmaciуn -—terciу el juez Iversen con amabilidad.

De repente, Annika Giannini soltу una risita lo bastante alta como para que se oyera. Enseguida guardу silencio y volviу a concentrarse en sus papeles. Ekstrцm la mirу irritado.

—їPor quй cree que Lundin y Nieminen aparecieron por la casa de campo de Bjurman?

—No lo sй. Supongo que fueron allн para provocar un incendio. En el maletнn de su Harley-Davidsson, Lundin llevaba un litro de gasolina metido en una botella.

Ekstrцm arrugу el morro.

—їPor quй fue usted a la casa de campo del abogado Bjurman?



  

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