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PUTA 16 страница



—Sн, asн lo tengo entendido —dijo el juez Iversen.

—Doctor Teleborian, їes cierto que no tuvo usted ninguna posibilidad de realizarle a mi dienta alguna prueba u observaciуn antes del 6 de junio? Como ya sabemos, ella estuvo aislada en el hospital de Sahlgrenska hasta ese mismo dнa...

—Sн.

—Durante el tiempo que mi dienta permaneciу en el Sahlgrenska, usted intentу hablar con ella en dos ocasiones. En ambas le negaron el acceso. їEs eso cierto?

—Sн.

Annika Giannini abriу de nuevo su maletнn y sacу un documento. Rodeу la mesa y se lo entregу al juez Iversen.

—Muy bien —asintiу Iversen—-. Esta es una copia del informe del doctor Teleborian. їQuй se supone que va a demostrar este documento?

—Quiero llamar a dos testigos que estбn esperando en la puerta del tribunal.

—їQuiйnes son esos testigos?

—Mikael Blomkvist, de la revista Millennium, y el comisario Torsten Edklinth, jefe del Departamento de protecciуn constitucional de la policнa de seguridad.

—їY estбn esperando ahн fuera?

—Sн.

—Hбgalos entrar —dijo el juez Iversen. —Eso es antirreglamentario —protestу el fiscal Ekstrцm, que llevaba un largo rato callado.

Prбcticamente en estado de shock^, Ekstrцm se habнa dado cuenta de que Annika Giannini estaba a punto de fulminar a su testigo clave. La pelнcula resultaba demoledora. Iversen ignorу a Ekstrцm y, con la mano, le hizo una seсa al conserje para que abriera la puerta. Mikael Blomkvist y Torsten Edklinth entraron en la sala.

—Quiero llamar, en primer lugar, a Mikael Blomkvist.

—Entonces tendrй que pedirle a Peter Teleborian que se retire un momento.

—їYa han terminado ustedes conmigo? —preguntу Teleborian.

—No, ni de lejos —dijo Annika Giannini.

Mikael Blomkvist ocupу el lugar de Teleborian en el banquillo de los testigos. El juez pasу rбpidamente por todas las formalidades y Mikael pronunciу las palabras por las que juraba decir toda la verdad.

Annika Giannini se acercу a Iversen y le pidiу que le devolviera el informe que le acababa de entregar. Acto seguido, se lo dio a Mikael.

—-їHas visto este documento con anterioridad?

—Sн, lo he visto. Tengo tres versiones en mi poder. La primera me la dieron alrededor del 12 de mayo, la segunda el 19 de mayo y la tercera, que es йsta, el 3 de junio.

—їPuedes contarnos cуmo conseguiste esta copia?

—Lo recibн en calidad de periodista; me la dio una fuente que no voy a revelar.

Lisbeth Salander mirу fijamente a Peter Teleborian: estaba lнvido.

—їQuй hiciste con el informe?

—Se lo di a Torsten Edklinth, del Departamento de protecciуn constitucional.

—Gracias, Mikael. Me gustarнa llamar ahora a Torsten Edklinth —dijo Annika Giannini, volviendo a coger el informe. Se lo dio a Iversen, que lo sostuvo en la mano, pensativo.

Se repitiу el procedimiento del juramento.

—-Comisario Edklinth, їes correcto afirmar que Mikael Blomkvist le dio un informe psiquiбtrico pericial sobre Lisbeth Salander?

—Sн.

—їCuбndo lo recibiу?

—Se registrу en la DGP/Seg con fecha de 4 de junio.

—їY se trata del mismo informe que acabo de entregarle al juez Iversen?

—Si mi firma figura al dorso, se trata del mismo informe.

Iversen le dio la vuelta al documento y constatу que la firma de Torsten Edklinth se encontraba allн.

—Comisario Edklinth, їpuede usted explicarme cуmo es posible que reciba en mano un informe psiquiбtrico pericial sobre una persona que sigue aislada en el hospital de Sahlgrenska?

—Sн, puedo.

—Cuйntenoslo.

—El informe psiquiбtrico pericial de Peter Teleborian es una falsificaciуn que йl redactу en colaboraciуn con una persona llamada Joсas Sandberg, al igual que hizo en 1991 con la ayuda de Gunnar Bjцrck.

—Eso es mentira —protestу ligeramente Teleborian.

—їEs mentira? —preguntу Annika Giannini a Torsten Edklinth.

—No, en absoluto. Quizб deba mencionar que Joсas Sandberg es una de las aproximadamente diez personas que han sido detenidas hoy por decisiуn del fiscal general del Estado. Estб detenido por haber participado en el asesinato de Gunnar Bjцrck. Forma parte de un grupo ilegal que ha operado dentro de la policнa de seguridad y que ha protegido a Alexander Zalachenko desde los aсos setenta. Se trata de la misma banda que anduvo detrбs de la decisiуn de encerrar a Lisbeth Salander en 1991. Tenemos abundantes pruebas, al igual que la confesiуn del jefe de ese grupo.

Un silencio sepulcral se extendiу por toda la sala.

—їDesea el seсor Peter Teleborian comentar algo al respecto? —quiso saber Iversen.

Teleborian negу con la cabeza.

—En ese caso, le comunico que va a ser denunciado por perjurio y es muy posible que tambiйn por otros cargos —dijo el juez Iversen.

—Con la venia... —intervino Mikael Blomkvist.

—їSн? —preguntу Iversen.

—Peter Teleborian tiene problemas mбs grandes que йsos. En la puerta hay dos policнas que quieren llevбrselo para interrogarlo.

—їMe estб pidiendo que los haga pasar? —preguntу el juez Iversen.

—Creo que serнa una buena idea.

Iversen le hizo una seсa al conserje con la mano para que dejara entrar a la inspectora Sonja Modig y a una mujer que el fiscal Ekstrцm reconociу enseguida. Su nombre era Lisa Collsjу, inspectora de la brigada de asuntos especiales, una unidad de la Direcciуn General de la Policнa cuya misiуn, entre otras cosas, era ocuparse de los abusos sexuales cometidos contra los niсos y de los delitos de pornografнa infantil.

—Bien, їa quй se debe su presencia aquн?

—Hemos venido a detener a Peter Teleborian, siempre y cuando eso no interfiera en el desarrollo de esta vista oral. iversen mirу de reojo a Annika Giannini. -—Todavнa no he terminado del todo con йl, pero vale.

—Adelante —dijo Iversen.

Lisa Collsjу se acercу a Peter Teleborian.

—-Queda usted detenido por cometer un delito grave contra la ley de pornografнa infantil.

Peter Teleborian se quedу mudo. Annika Giannini constatу que toda la luz que pudiera haber en sus ojos se habнa apagado por completo.

—Concretamente, por tenencia de mбs de ocho mil fotografнas de pornografнa infantil en su ordenador.

Se inclinу hacia delante y cogiу el maletнn del ordenador portбtil que Teleborian llevaba consigo.

—-Este ordenador queda confiscado —dijo.

Mientras era conducido fuera de la sala y salнa por la puerta del tribunal, la mirada de Lisbeth Salander le abrasу como fuego la espalda.


Capнtulo 28

Viernes, 15 de julio — Sбbado, 16 de julio

 

El juez Jуrgen Iversen golpeу el borde de la mesa con el bolнgrafo para acallar el murmullo que habнa surgido a raнz del arresto de Peter Teleborian. Luego guardу silencio durante un buen rato, dando evidentes muestras de que no sabнa cуmo proceder. Se dirigiу al fiscal Ekstrцm.

—їTiene algo que aсadir a lo que ha sucedido durante la ъltima hora?

Richard Ekstrцm no tenнa ni idea de quй decir. Se levantу, mirу a Iversen y luego a Torsten Edklinth antes de volver la cabeza y encontrarse con la implacable mirada de Lisbeth Salander. Comprendiу que la batalla ya estaba perdida. Dirigiу la mirada a Mikael Blomkvist y se dio cuenta, con repentino terror, de que tambiйn corrнa el riesgo de acabar apareciendo en la revista Millennium ... Algo que serнa una verdadera catбstrofe.

Lo cierto era que no comprendнa lo que habнa ocurrido; cuando se iniciу el juicio, entrу con la certeza de que controlaba todos los entresijos de la historia.

Tras las numerosas y sinceras conversaciones previamente mantenidas con el comisario Georg Nystrуm, habнa conseguido entender el delicado equilibrio que la seguridad del reino requerнa. Le aseguraron que el informe que se hizo sobre Salander en 1991 era una falsificaciуn. Le proporcionaron la informaciуn inside que йl necesitaba. Hizo muchas preguntas —cientos de preguntas— y se las contestaron todas. Un engaсo. Y ahora Nystrуm, segъn la abogada Giannini, se hallaba detenido. Habнa confiado en Peter Teleborian, que le habнa parecido tan... tan competente y tan preparado. Tan convincente.

Dios mнo. їEn quй lнo me he metido?

Y luego:

ї Cуmo cono voy a salir de йl?

Se pasу la mano por la barba. Carraspeу. Se quitу lentamente las gafas.

—Lo lamento, pero parece ser que me han informado mal sobre unos importantes aspectos de esta investigaciуn.

Se estaba preguntando si podrнa echarles la culpa a los policнas investigadores y le vino a la mente el inspector Bublanski. Pero йl jamбs lo apoyarнa. Si Ekstrцm diera un paso en falso, Bublanski convocarнa una rueda de prensa. Lo hundirнa.

La mirada de Ekstrцm se cruzу con la de Lisbeth Salander. Ella aguardaba pacientemente con una mirada que revelaba tanto curiosidad como deseo de venganza.

Sin contemplaciones.

Pero todavнa podrнa conseguir que la declararan culpable por el delito de lesiones graves de Stallarholmen. Y probablemente pudiera lograr que la condenaran por el intento de homicidio de su padre en Gosseberga. Eso significaba que se verнa obligado a cambiar toda su estrategia sobre la marcha y dejar todo lo que tuviera que ver con Peter Teleborian. Y eso, a su vez, significaba que todas esas afirmaciones que aseguraban que ella era una loca psicуpata se vendrнan abajo; y tambiйn querнa decir que la versiуn de Lisbeth se reforzarнa hasta llegar a 1991. Toda su declaraciуn de incapacidad se desmoronarнa y con eso...

Y tenнa esa maldita pelнcula que... Acto seguido cayу en la cuenta.

ЎDios mнo! ЎEs inocente!

—Seсor juez: no sй lo que ha ocurrido, pero acabo de darme cuenta de que ni siquiera me puedo fiar ya de los papeles que tengo en la mano.

—їNo? —dijo Iversen en un tono seco.

—Creo que me voy a tener que ver obligado a pedir una pausa o que el juicio se interrumpa hasta que me haya dado tiempo a averiguar con exactitud quй es lo que ha ocurrido.

—їSeсora Giannini? —dijo Iversen.

—Exijo que mi dienta sea absuelta de todos los cargos y que sea puesta en libertad inmediatamente. Tambiйn exijo que el tribunal se pronuncie sobre la declaraciуn de incapacidad de la seсorita Salander. Considero que debe ser resarcida del daсo que se le ha hecho.

Lisbeth Salander mirу al juez Iversen.

Sin contemplaciones.

El juez Iversen le echу un ojo a la autobiografнa de Lisbeth Salander. Luego mirу al fiscal Ekstrцm.

—Yo tambiйn creo que es una buena idea averiguar exactamente quй es lo que ha ocurrido. Pero mucho me temo que usted no es la persona mбs adecuada para realizar esa investigaciуn.

Meditу un rato.

—En todos los aсos que llevo de jurista y de juez, jamбs he vivido, ni de lejos, una situaciуn jurнdica similar a la del caso que nos ocupa. Debo admitir que no sй quй hacer. Ni siquiera habнa oнdo hablar de que el testigo principal del fiscal fuera arrestado ante el tribunal, en pleno juicio, y de que lo que parecнan ser unas pruebas convincentes resultaran ser unas simples falsificaciones. Sinceramente, no sй lo que quedarб de los cargos de la acusaciуn del fiscal en este momento.

Holger Palmgren carraspeу.

—їSн? —preguntу Iversen.

—Como representante de la defensa, no puedo hacer otra cosa que compartir sus opiniones. A veces hay que dar un paso hacia atrбs y dejar que la cordura y el sentido comъn se impongan sobre las formalidades. Quiero seсalar que usted, como juez, sуlo ha visto el principio de un caso que va a sacudir los cimientos de la Suecia oficial. A lo largo del dнa de hoy se ha detenido a diez policнas de la Sдpo. Serбn procesados por asesinato y por una serie tan larga de delitos que, sin duda, pasarб mucho tiempo antes de que se pueda terminar la investigaciуn.

—Supongo que ahora deberнa levantar la sesiуn y hacer una pausa.

—Con todos mis respetos, creo que serнa una decisiуn desafortunada.

—Le escucho.

Obviamente, a Palmgren le costaba encontrar las palabras. Pero hablaba despacio, de modo que no se le trababan.

—Lisbeth Salander es inocente. Su «fantasiosa autobiografнa», palabras con las que el seсor Ekstrцm ha rechazado con tanto desprecio lo que nuestra dienta ha contado, es, de hecho, la ъnica verdad. Y se puede documentar. Lisbeth ha sido objeto de un escandaloso abuso judicial. Como tribunal, lo que podemos hacer ahora es atenernos a las formalidades y continuar con el juicio hasta que resulte absuelta, o bien... la alternativa es obvia, dejar que una nueva investigaciуn se encargue de todo lo relacionado con Lisbeth Salander. Esa investigaciуn ya estб en marcha, pues forma parte de todo este lнo que la Fiscalнa General tiene ahora ante sн.

—Entiendo lo que quiere decir.

—Como juez que es, usted decide. Lo mбs sensato en este caso serнa no aprobar el sumario del fiscal e instarle a que se fuera a casa e hiciera sus deberes.

El juez Iversen contemplу pensativo a Ekstrцm.

—Lo justo es poner en libertad a nuestra dienta a efectos inmediatos. Ademбs, se merece una disculpa, aunque supongo que el desagravio llevarб su tiempo y de­penderб del resto de la investigaciуn.

—Entiendo su punto de vista, letrado Palmgren. Pero antes de que pueda absolver a su clienta tengo que tener clara toda la historia. Y me temo que eso me llevarб un tiempo...

Dudу y contemplу a Annika Giannini.

—Si decido suspender el juicio hasta el lunes y les complazco en parte decidiendo que no hay razones para que su dienta permanezca en prisiуn preventiva, lo que significa que, por lo menos, no se la va a sentenciar a ninguna pena de cбrcel, їpuede usted garantizarme que ella se presentarб para continuar el proceso cuando se la llame?

—Por supuesto —respondiу Holger Palmgren rбpi­damente.

—No —dijo Lisbeth Salander con un severo tono de voz.

Todas las miradas se dirigieron hacia la persona pro­tagonista de todo aquel drama.

—їCуmo? —preguntу el juez Iversen.

—En cuanto me sueltes, me irй de viaje. No pienso dedicar ni un solo minuto mбs a este juicio.

El juez Iversen mirу asombrado a Lisbeth Salander.

—їSe niega usted a presentarse?

—Correcto. Si quieres que conteste a mбs preguntas, tendrбs que mantenerme en prisiуn preventiva. Desde el mismo instante en que me liberes todo esto serб his­toria para mн. Y eso no incluye estar un indefinido tiempo a tu disposiciуn, ni a la de Ekstrуm, ni a la de un policнa.

El juez Iversen suspirу. Holger Palmgren parecнa aturdido.

—Estoy de acuerdo con mi dienta —dijo Annika Giannini—. Es el Estado y las autoridades quienes han abusado de Lisbeth Salander, no al revйs. Se merece salir por esa puerta con una absoluciуn en la maleta y dejar atrбs toda esta historia.

Sin contemplaciones.

El juez Iversen mirу su reloj.

—Son poco mбs de las tres. No me deja mбs alter­nativa que la de mantener a su dienta en prisiуn preven­tiva.

—Si йsa es su decisiуn la aceptaremos. Como repre­sentante de Lisbeth Salander, exijo que sea absuelta de los delitos de los que la acusa el fiscal Ekstrуm. Exijo que ponga en libertad a mi dienta sin ningъn tipo de restric­ciуn y a efectos inmediatos. Y exijo que la anterior decla­raciуn de incapacidad se anule y que ella recupere de in­mediato sus derechos civiles.

—La cuestiуn de su declaraciуn de incapacidad es un proceso considerablemente mбs largo. No puedo deci­dirlo asн como asн. Necesito primero que los expertos psi­quiбtricos la examinen y elaboren un informe.

—No —dijo Annika Giannini—. No lo aceptamos.

—їCуmo?

—Lisbeth Salander debe tener los mismos derechos civiles que todos los demбs suecos. Ha sido vнctima de un delito. La declararon incapacitada basбndose en docu­mentos falsos; ya lo hemos demostrado. Por lo tanto, la decisiуn de someterla a tutelaje y administraciуn carece de base legal y debe ser anulada sin condiciones. No hay ninguna razуn para que mi dienta se someta a un exa­men psiquiбtrico forense. No hay nada que obligue a na­die a demostrar que no estб loco cuando es vнctima de un delito.

Iversen meditу el asunto un breve instante.

—Seсora Giannini —dijo Iversen—. Me doy cuenta de que esta situaciуn es excepcional. Ahora voy a con­ceder una pausa de quince minutos para que podamos estirar las piernas y serenarnos un poco. No tengo nin­gъn deseo de mantener esta noche a su dienta en prisiуn preventiva si es inocente, pero entonces esta sesiуn de hoy deberб continuar hasta que hayamos terminado. —Muy bien —dijo Annika Giannini.

En el descanso, Mikael Blomkvist le dio un beso en la mejilla a su hermana. —їQuй tal ha ido?

—Mikael, estuve brillante contra Teleborian. Lo fulminй por completo.

—Ya te dije yo que ibas a ser invencible en este juicio. Al fin y al cabo, esta historia no va de espнas y sectas estatales, sino de la violencia que se comete habitualmente contra las mujeres y de los hombres que lo hacen posible. En lo poco que pude verte estuviste fantбstica. Lisbeth va a ser absuelta.

—Sн. No hay duda.

Tras el descanso, el juez Iversen golpeу la mesa con la maza.

—їSerнa usted tan amable de contarme esta historia de principio a fin para que me quede claro quй es lo que realmente ocurriу?

—Con mucho gusto —dijo Annika Giannini—. Empecemos con el asombroso relato de un grupo de policнas de seguridad que se hace llamar la Secciуn y que se ocupу de un desertor soviйtico a mediados de los aсos setenta. La historia al completo ha aparecido publicada hoy en la revista Millennium. Algo me dice que esta noche serб la principa] noticia de todos los informativos.

A eso de las seis de la tarde, el juez Iversen decidiу poner a Lisbeth Salander en libertad y anular su declaraciуn de incapacidad.

No obstante, la decisiуn se tomу con una condiciуn: el juez Jуrgen Iversen exigнa que Lisbeth Salander se sometiera a un interrogatorio formal en el que diera cuenta de lo que sabнa del asunto Zalachenko. Al principio, Lisbeth se negу en redondo. Esa negaciуn indujo a un momento de discusiуn hasta que el juez Iversen alzу la voz. Se inclinу hacia delante y le clavу una severa mirada.

—Seсorita Salander, que yo anule su declaraciуn de incapacidad significa que, a partir de ahora, tiene usted exactamente los mismos derechos que los demбs ciudadanos. Pero tambiйn significa que tiene las mismas obligaciones. Es decir, que es su maldito deber responsabilizarse de su economнa, pagar impuestos, acatar la ley y colaborar con la policнa en casos de delitos graves. En otras palabras: la convocarй a prestar declaraciуn como cualquier otra ciudadana que disponga de informaciуn ъtil para una investigaciуn.

La lуgica de la argumentaciуn hizo efecto en Lisbeth Salander. Se mordiу el labio inferior y pareciу disgustarse, pero dejу de discutir.

—Cuando la policнa tenga su testimonio, el instructor del sumario, en este caso, la Fiscalнa General, considerarб si debe llamarla como testigo en un posible y futuro juicio. Como todos los demбs ciudadanos suecos, usted podrб negarse a acudir; cуmo decida usted actuar no es asunto mнo, pero ha de saber que no tiene carta blanca. Si se niega a personarse, podrб, al igual que cualquier persona mayor de edad, ser condenada por desobediencia a la ley o perjurio. No hay excepciones.

Lisbeth Salander se enfurruсу todavнa mбs.

—Usted dirб —concluyу Iversen.

Tras un minuto de reflexiуn asintiу secamente.

De acuerdo, una pequeсa concesiуn.

Durante el repaso del asunto Zalachenko de esa tarde, Annika Giannini atacу duramente al fiscal Ekstrцm.

Al cabo de cierto tiempo, el fiscal Ekstrцm admitiу que habнa ocurrido mбs o menos como Annika Giannini lo relatу: recibiу la ayuda del comisario Georg Nystrуm en la instrucciуn del sumario y aceptу informaciуn de Peter Teleborian. En el caso de Ekstrцm no existнa ninguna conspiraciуn; como instructor del sumario se habнa dejado manipular, de buena fe, por la Secciуn. Cuando realmente comprendiу la envergadura del asunto, decidiу sobreseer los cargos contra Lisbeth Salander. La decisiуn significу que se podrнa prescindir de bastantes formalidades burocrбticas. Iversen pareciу aliviado.

Holger Palmgren estaba agotado tras su primer dнa en una sala de tribunal despuйs de muchos aсos. Tuvo que volver a la cama de la residencia de Ersta. Lo llevу un vigilante uniformado de Milton Security. Antes de irse, puso la mano en el hombro de Lisbeth Salander. Se miraron un rato. Luego, ella asintiу y sonriу ligeramente.

A las siete de la tarde, Annika Giannini le hizo una apresurada llamada a Mikael Blomkvist y le comunicу que Lisbeth Salander habнa sido absuelta de todos los cargos, pero que tendrнa que permanecer en la jefatura de policнa unas cuantas horas mбs para prestar declaraciуn.

La llamada se produjo cuando todos los colaboradores de Millennium se encontraban en la redacciуn. Los telйfonos no habнan cesado de sonar desde que, a la hora de la comida, empezaron a distribuir, por mensajero, los primeros ejemplares de la revista a las otras redacciones periodнsticas de Estocolmo. A lo largo de la tarde, TV4 habнa emitido en exclusiva las primeras noticias sobre Zalachenko y la Secciуn. Aquello era una autйntica fiesta mediбtica.

Mikael se situу en medio de la redacciуn, se metiу los dedos en la boca y silbу.

—Me acaban de avisar de que Lisbeth Salander ha sido absuelta de todos los cargos.

Hubo un aplauso espontбneo. Luego todos siguieron hablando por telйfono como si no hubiese pasado nada.

Mikael alzу la vista y se centrу en la televisiуn que habнa encendida en la sala. El especial informativo de Nyheterna de TV4 acababa de empezar. En los titulares se mostraba un pequeсo fragmento de la pelнcula en la que se veнa a Joсas Sandberg colocando la cocaнna en el apartamento de Bellmansgatan.

—-En la imagen pueden ustedes observar cуmo un funcionario de la Sдpo esconde cocaнna en casa del periodista Mikael Blomkvist, de la revista Millennium.

Acto seguido apareciу en imagen la presentadora.

—Durante el dнa de hoy se ha detenido a una decena de agentes de la policнa de seguridad acusados de numerosos delitos de gravedad; entre ellos, varios asesinatos. Bienvenidos a este informativo especial que hoy tendrб una duraciуn mayor de lo habitual.

Mikael quitу el sonido justo cuando la de TV4 entrу en imagen y se vio a sн mismo sentado en un sillуn del estudio. Ya sabнa lo que habнa dicho. Desplazу la mirada hasta la mesa donde Dag Svensson habнa estado trabajando. No quedaba ni el menor rastro de su reportaje sobre traffickjng; el escritorio habнa vuelto a ser un vertedero de revistas y desorganizados montones de papeles de los que nadie se querнa hacer cargo.

Fue en esa misma mesa donde el caso Zalachenko empezу para Mikael. Deseу que Dag Svensson hubiera podido vivir aquel final. Algunos ejemplares de su reciйn impreso libro sobre el trajfickjng se encontraban ya allн, junto al libro sobre la Secciуn.

Te habrнa encantado todo esto.

Oyу que el telйfono de su despacho estaba sonando, pero le dio pereza cogerlo. Cerrу la puerta, entrу en el despacho de Erika Berger y se dejу caer en uno de los cуmodos sillones que habнa al lado de la mesita, junto a la ventana. Erika estaba hablando por telйfono. Mirу a su alrededor. Ya hacнa un mes que ella habнa vuelto, pero aъn no habнa tenido tiempo de abarrotar la estancia con todos esos objetos personales que habнa recogido cuando dejу su trabajo en abril: tenнa vacнa la librerнa y todavнa no habнa colgado ningъn cuadro.

—їQuй tal? —preguntу Erika cuando colgу.

—Creo que soy feliz —dijo.

Ella se riу.

—La Secciуn va a arrasar. Estбn como locos en todas las redacciones. їQuieres ir a Aktuellt a las nueve para hacer una entrevista?

—No.

—Me lo imaginaba.

—Vamos a tener que hablar de esto durante meses. No hay prisas. Ella asintiу.

—їQuй vas a hacer esta noche? —No lo sй.

Mikael se mordiу el labio inferior. —Erika... Yo...

—-Figuerola —dijo Erika Berger, y sonriу.

El asintiу.

—їVa en serio?

—No lo sй.

—Ella estб enamoradнsima de ti. —Creo que yo tambiйn estoy enamorado de ella —dijo йl.

—Me mantendrй alejada hasta que lo tengas claro.

Йl hizo un gesto afirmativo.

—Bueno, a lo mejor —aclarу ella.

A las ocho, Dragan Armanskij y Susanne Linder llamaron a la puerta de la redacciуn. Consideraron que el momento exigнa champбn y traнan una bolsa de Systembolaget con botellas. Erika Berger abrazу a Susanne Linder y le enseсу la redacciуn mientras Armanskij se sentaba en el despacho de Mikael.

Tomaron champбn. Nadie dijo nada en un buen rato. Fue Armanskij quien rompiу el silencio.

—їSabes, Blomkvist? Cuando nos conocimos a raнz de aquella historia de Hedestad me caнste fatal.

—їSн?

—Subisteis a firmar cuando contrataste a Lisbeth como investigadora.

—Me acuerdo perfectamente.

—Creo que me diste envidia. Hacнa tan sуlo un par de horas que la conocнas y ella ya se reнa contigo. Yo llevaba aсos intentando ser su amigo y ni siquiera logrй que sonriera.

—Bueno... yo tampoco he tenido mucho йxito que digamos.

Permanecieron un rato en silencio.

—Quй bien que esto haya acabado —dijo Armans-

—Amйn —zanjу Mikael.

Fueron los inspectores Jan Bublanski y Sonja Modig los que realizaron el interrogatorio formal de la testigo Lisbeth Salander. No habнan hecho mбs que llegar a sus respectivas casas, despuйs de una jornada laboral particularmente larga, cuando tuvieron que volver casi enseguida a jefatura.

Salander se encontraba acompaсada por Annika Giannini, quien, sin embargo, no tuvo que hacer muchos comentarios. Lisbeth Salander contestу con precisiуn a todas las preguntas que Bublanski y Modig le formularon.

Mintiу sistemбticamente respecto a dos cuestiones principales. Al describir lo ocurrido en Stallarholmen se obstinу en mantener que habнa sido Sonny Nieminen el que, por error, le disparу en el pie a Carl-Magnus «Magge» en el mismo instante en el que ella le daba con una pistola elйctrica. їQue de dуnde habнa sacado la pistola elйctrica? Se la habнa quitado a Magge Lundin, explicу.

Tanto Bublanski como Modig se mostraron escйpticos. Pero no existнan pruebas ni testigos que pudieran contradecir su explicaciуn. Si acaso, Sonny Nieminen, pero йl se negу a pronunciarse sobre el incidente. La verdad era que no tenнa ni idea de lo que sucediу unos segundos despuйs de que la descarga de la pistola elйctrica lo dejara K.O.

Por lo que a Gosseberga se referнa, Lisbeth explicу que su objetivo habнa sido ir hasta allн para enfrentarse a su padre y persuadirlo de que se entregara a la policнa.

Lisbeth Salander puso carita de inocente.

Nadie podнa determinar si decнa la verdad o no. Annika Giannini no tenнa nada que decir al respecto.

El ъnico que sabнa con certeza que Lisbeth Salander habнa ido hasta Gosseberga con la intenciуn de terminar de una vez por todas sus relaciones con йl era Mikael Blomkvist. Pero a йl lo habнan echado del juicio poco despuйs de que la vista se hubiese retomado. Nadie sabнa que йl y Lisbeth Salander habнan mantenido largas conversaciones nocturnas por Internet mientras ella estuvo aislada en Sahlgrenska.

Los medios de comunicaciуn se perdieron por completo la puesta en libertad de Lisbeth. Si se hubiese conocido la hora, un nutrido grupo de periodistas habrнa ocupado el edificio de la jefatura de policнa. Pero los reporteros estaban agotados tras el caos surgido en esa jornada en la que habнa salido Millennium y algunos miembros de la Sдpo habнan sido detenidos por otros miembros de la Sдpo.

La de TV4 era la ъnica periodista que, como venнa siendo habitual, sabнa de quй iba la historia. Su programa, de una hora de duraciуn, se convirtiу en un clбsico y unos meses despuйs le valiу el premio al mejor reportaje informativo de televisiуn del aсo.

Sonja Modig sacу a Lisbeth Salander de jefatura. Bajу con ella y Annika Giannini hasta el garaje y luego las llevу al bufete que la abogada tenнa en Kungsholms Kyrkoplan. Allн se subieron al coche de Annika Giannini. Antes de arrancar, Annika esperу a que Sonja Modig hubiera desaparecido. Acto seguido enfilу rumbo a Sуdermalm.

Cuando estaban a la altura del edificio del Riksdag, Annika rompiу el silencio.

—їAdonde? —preguntу.

Lisbeth reflexionу unos segundos.

—Dйjame en Lundagatan.

—Miriam Wu no estб.

Lisbeth mirу de reojo a Annika Giannini.

—Se fue a Francia poco despuйs de que le dieran el alta en el hospital. Vive con sus padres, si quieres contactar con ella.

—їPor quй no me lo has contado?

—No me lo preguntaste.

—Mmm.

—Necesitaba distanciarse de todo. Esta maсana Mikael me ha dado esto y me ha dicho que probablemente quisieras recuperarlo.

Annika le dio un juego de llaves. Lisbeth lo cogiу sin pronunciar palabra.

—Gracias. їMe puedes dejar entonces en algъn sitio de Folkungagatan?

—їNi siquiera a mн me quieres contar dуnde vives?

—Otro dнa. Ahora quiero estar sola.

—Vale.

Annika habнa encendido su mуvil despuйs del interrogatorio, justamente cuando abandonaron el edificio de jefatura de policнa. Empezу a pitar cuando pasу Slussen. Mirу la pantalla.



  

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