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—Eso quiere decir que cuando recibamos la noticia de que han asesinado a Blomkvist tendremos que hacer teatro. Convocaremos una reuniуn de crisis y haremos creer que el desenlace de los acontecimientos nos ha dejado atуnitos. Especularemos sobre quiйn podrнa hallarse detrбs de los asesinatos, pero sin decir ni una palabra de drogas ni de nada por el estilo hasta que la policнa encuentre el material.

Mikael Blomkvist se despidiу de la de TV4 poco antes de las cinco. Habнan pasado juntos una buena parte de la tarde repasando los puntos del material que aъn no estaban del todo claros. Luego maquillaron a Mikael y ella grabу una larga entrevista con йl.

La de TV4 le hizo una pregunta que le costу contestar de una manera comprensible y tuvieron que repetirla varias veces.

ї Cуmo es posible que algunos funcionarios de la administraciуn pъblica lleguen al extremo de cometer un asesinato?

Mikael habнa estado dбndole muchas vueltas a esa cuestiуn bastante antes de que la de TV4 se la planteara. Seguro que la Secciуn habнa considerado a Zalachenko una amenaza insуlita, pero, aun asн, no era una respuesta satisfactoria. La que Mikael finalmente ofreciу tampoco resultу del todo satisfactoria.

—La ъnica explicaciуn razonable que puedo dar es que tal vez con el paso del tiempo la Secciуn haya llegado a convertirse en una secta en el propio sentido de la palabra. Algo parecido a lo que pasу en el pueblo de Knutby, o con la secta del pastor Jim Jones o con algъn otro caso similar. Dictan sus propias leyes, en las que conceptos como el bien y el mal han dejado de ser relevantes, y parecen estar completamente aislados del resto de la sociedad.

—їCasi como si se tratara de una especie de enfermedad mental?

—Es una descripciуn bastante acertada.

Luego cogiу el metro hasta Slussen y constatу que todavнa era pronto para ir a Samirs gryta. Se quedу un rato en Sуdermalmstorg. Estaba preocupado, pero al mismo tiempo sentнa que, de pronto, volvнa a estar contento con la vida. Hasta que Erika Berger regresу a Millennium no se dio cuenta de hasta quй catastrуfico punto la habнa echado de menos. Ademбs, la recuperaciуn del timуn por parte de Erika no habнa llevado a ningъn conflicto interno cuando Malin Ericsson volviу a su antiguo trabajo de secretaria de redacciуn. Todo lo contrario: Malin estaba mбs bien eufуrica gracias al hecho de que la vida —utilizando sus propias palabras— volviera a la normalidad.

La vuelta de Erika tambiйn les hizo descubrir lo terriblemente cortos de personal que habнan andado durante los tres ъltimos meses. Erika regresу a su puesto de Millennium con un arranque a todo gas y, con la ayuda de Malin Eriksson, consiguiу hacerse con parte de la sobrecarga de trabajo organizativo que habнan acumulado. Tambiйn celebraron una reuniуn de la redacciуn en la que se decidiу que Millennium ampliarнa su plantilla y contratarнa, al menos, a un nuevo colaborador o tal vez a dos. Sin embargo, no sabнan de dуnde iban a sacar el dinero.

Al final, Mikael saliу a comprar los periуdicos vespertinos y a tomar un cafй al Java de Hornsgatan para matar el tiempo mientras esperaba a Erika.

La fiscal Ragnhild Gustavsson, de la Fiscalнa General del Estado, dejу sus gafas de leer en la mesa y contemplу a los reunidos. Tenнa cincuenta y ocho aсos, la cara arrugada —aunque de sanas y sonrosadas mejillas— y el pelo corto y canoso. Hacнa veinticinco aсos que era fiscal y llevaba trabajando en la Fiscalнa General del Estado desde principios de los aсos noventa.

Sуlo habнan pasado tres semanas desde que la llamaron de repente al despacho del fiscal general para ver a Torsten Edklinth. Ese dнa estaba a punto de terminar unos asuntos rutinarios y de irse seis semanas de vacaciones a su casa de campo de Husarу. En su lugar, le fue encomendada la misiуn de investigar a un grupo de funcionarios que actuaban bajo el nombre de «la Secciуn». Todos sus planes de vacaciones fueron cancelados de inmediato. Le comunicaron que dicha investigaciуn serнa su principal tarea a partir de ese mismo instante y durante un tiempo indeterminado, y prбcticamente le dejaron las manos libres para que ella misma organizara el trabajo y tomara las decisiones oportunas.

—Йsta va a ser una de las investigaciones criminales mбs llamativas de la historia sueca —-le dijo el fiscal general.

Ella no pudo mбs que darle la razуn.

Con creciente asombro, escuchу el resumen que Torsten Edklinth le hizo sobre el tema, asн como sobre la investigaciуn que йste habнa realizado por encargo del primer ministro. Aъn no la habнa terminado, pero considerу que se encontraba lo suficientemente avanzada como para presentar el asunto ante un fiscal.

Al principio, Ragnhild Gustavsson intentу hacerse una idea general del material que Torsten Edklinth le habнa entregado. Cuando empezу a quedarle clara la magnitud de los delitos y de los crнmenes, se dio cuenta de que todo lo que hiciera y todas las decisiones que tomara se analizarнan con lupa en los futuros libros de historia del paнs. Desde entonces, habнa dedicado cada minuto disponible a intentar adquirir una visiуn general de la mбs bien incomprensible lista de crнmenes y delitos que le habнa tocado investigar. El caso era ъnico en la historia jurнdica sueca y, como se trataba de investigar a un grupo delictivo cuyas operaciones se habнan prolongado durante al menos treinta aсos, comprendiу que resultarнa necesario establecer una organizaciуn de trabajo especial. Se acordу de los investigadores estatales antimafia de Italia, que se vieron obligados a trabajar de manera casi clandestina para sobrevivir durante los aсos setenta y ochenta. Entendiу por quй Edklinth habнa tenido que trabajar en secreto: no sabнa en quiйn podнa confiar.

La primera medida qu tomу fue llamar a tres colaboradores de la Fiscalнa General del Estado. Eligiу a personas a las que conocнa desde hacнa muchos aсos. Luego contratу a un prestigioso historiador que trabajaba en el Consejo Nacional para la Prevenciуn de la Delincuencia con el fin de que la asesorara en temas que concernнan a la apariciуn de la policнa de segundad y su evoluciуn a lo largo de los aсos. Por ъltimo, nombrу formalmente a Monica Figuerola jefa de la investigaciуn policial.

De este modo, la investigaciуn sobre la Secciуn adquiriу una forma constitucionalmente vбlida: ya podнa ser considerada como cualquier otra investigaciуn policial, aunque se hubiera decretado el mбs absoluto secreto de sumario.

Durante las dos ъltimas semanas, la fiscal Gustavsson habнa convocado a un gran nъmero de personas a una serie de interrogatorios oficiales pero muy discretos. Por allн pasaron, aparte de Edklinth y Figuerola, el inspector Bublanski, Sonja Modig, Curt Svensson y Jerker Holmberg. Luego llamу a Mikael Blomkvist, Malin Eriksson, Henry Cortez, Christer Malm, Annika Giannini, Dragan Armanskij, Susanne Linder y Holger Palmgren. A excepciуn de los representantes de Millennium, quienes, por principio, no contestaron a ninguna pregunta que pudiera llevar a identificar a sus fuentes, todos dieron de muy buena gana cumplida cuenta de lo que sabнan, al tiempo que aportaron la documentaciуn de que disponнan.

A Ragnhild Gustavsson no le hizo ni pizca de gracia el hecho de que le presentaran un calendario, establecido por Millennium, por el que se veнa obligada a detener a un nъmero concreto de personas en una fecha determinada. Ella consideraba que habrнa necesitado unos cuantos meses mбs de preparaciуn antes de llegar a esa fase de la investigaciуn, pero en este caso no tenнa elecciуn. Mikael Blomkvist, de la revista Millennium, fue intransigente. El no estaba sometido a ningъn decreto o reglamento estatal y tenнa la intenciуn de publicar el reportaje el tercer dнa del juicio contra Lisbeth Salander. De forma que Ragnhild Gustavsson se vio obligada a adaptarse y a actuar al mismo tiempo para que no desaparecieran ni las personas sospechosas ni las posibles pruebas. Sin embargo, Blomkvist recibiу el curioso apoyo de Edklinth y Figuerola, y, al cabo de un tiempo, la fiscal empezу a ser consciente de que el modelo de Blomkvist ofrecнa ciertas ventajas. Como fiscal se beneficiarнa de un apoyo mediбtico bien orquestado que le irнa muy bien para continuar con el proceso. Ademбs, todo serнa tan rбpido que no habrнa tiempo para que la delicada investigaciуn se filtrara por los pasillos de la administraciуn y acabara en manos de la Secciуn.

—Para Blomkvist se trata, en primer lugar, de desagraviar a Lisbeth Salander y de que se haga justicia con ella. Noquear a la Secciуn no es mбs que una consecuencia de lo primero —constatу Monica Figuerola.

El juicio contra Lisbeth Salander comenzarнa el miйrcoles, dos dнas mбs tarde, y la reuniуn de ese lunes tenнa como objetivo hacer un repaso general del material disponible y repartir las tareas.

Trece personas participaron en ella. Desde la Fiscalнa General del Estado, Ragnhild Gustavsson se habнa llevado a dos de sus colaboradores mбs cercanos. En representaciуn de protecciуn constitucional participaron la jefa de la investigaciуn policial, Monica Figuerola, y sus colaboradores Stefan Bladh y Anders Berglund. El jefe de protecciуn constitucional, Torsten Edklinth, asistiу en calidad de observador.

Sin embargo, Ragnhild Gustavsson habнa decidido que un asunto de este calibre —cuestiуn de credibilidad-— no podнa limitarse a la DGP/Seg. Por eso habнa convocado al inspector Jan Bublanski y a su equipo, compuesto por Sonja Modig, Jerker Holmberg y Curt Svensson, de la policнa abierta, pues llevaban trabajando en el caso Salander desde Pascua y estaban familiarizados con la historia. Y tambiйn habнa llamado a la fiscal Agneta Jervas y al inspector Marcus Erlander de Gotemburgo; la investigaciуn sobre la Secciуn tenнa una relaciуn directa con la investigaciуn sobre el asesinato de Alexander Zalachenko.

Cuando Monica Figuerola mencionу que tal vez hubiera que tomarle declaraciуn al anterior primer ministro, Thorbjуrn Falldin, los policнas Jerker Holmberg y Sonja Modig se rebulleron inquietos en sus sillas.

Durante cinco horas se analizу a cada uno de los individuos que habнan sido identificados como activistas de la Secciуn, tras lo cual se precisу quй delitos se habнan cometido y se tomу la decisiуn de llevar a cabo las pertinentes detenciones. En total, siete personas fueron identificadas y vinculadas al piso de Artillerigatan. Ademбs de йstas, se determinу la identidad de no menos de nueve sujetos que, en teorнa, tenнan relaciуn con la Secciуn, aunque nunca acudнan al piso de Artillerigatan. Se trataba en su mayorнa de gente que trabajaba en la DGP/Seg de Kungsholmen, pero que se habнa reunido con alguno de los activistas de la Secciуn.

—Resulta todavнa imposible determinar el alcance de la conspiraciуn. Ignoramos las circunstancias bajo las cuales estas personas se reъnen con Wadensjуу o con algъn otro miembro de la Secciуn. Pueden ser informadores o puede que les hayan hecho creer que se encontraban trabajando en alguna investigaciуn interna o algo por el estilo. De manera que la duda que tenemos sobre su implicaciуn sуlo podrб resolverse si se nos brinda la oportunidad de tomarles declaraciуn. Ademбs, cabe mencionar que se trata tan sуlo de las personas que hemos podido descubrir durante las semanas que la investigaciуn ha estado abierta, asн que es posible que haya mбs gente implicada cuya identidad aъn desconocemos.

—Pero el jefe administrativo y el jefe de presupuesto...

—Respecto a esos dos podemos afirmar con seguridad que trabajan para la Secciуn.

Eran las seis de la tarde del lunes cuando Ragnhild Gustavsson decidiу que se tomaran un descanso de una hora para cenar, despuйs de lo cual se retomarнan las deliberaciones.

Fue en el momento en que todos se levantaron y se disponнan a salir cuando el colaborador de Monica Figuerola de la unidad operativa del Departamento de protecciуn constitucional, Jesper Thoms, solicitу su atenciуn para informarla de las novedades de las pesquisas realizadas en las ъltimas horas.

—Clinton se ha pasado gran parte del dнa en diбlisis y ha vuelto a Artillerigatan sobre las cinco. El ъnico que ha hecho algo de interйs ha sido Georg Nystrуm, aunque no estamos seguros de quй.

—Vale —dijo Monica Figuerola.

—A las 13.30 horas, Nystrуm fue a la estaciуn central y se reuniу con dos personas. Fueron andando hasta el hotel Sheraton y tomaron cafй en el bar. La reuniуn durу algo mбs de veinte minutos, tras lo cual Nystrуm volviу a Artillerigatan.

—Muy bien. Y їquiйnes son esas dos personas?

—No lo sabemos. Caras nuevas. Dos hombres de unos treinta y cinco aсos que, a juzgar por su aspecto, parecen ser de la Europa del Este. Desafortunadamente, nuestro hombre los perdiу de vista cuando bajaron al metro.

—De acuerdo —dijo Monica Figuerola, cansada.

—Aquн estбn las fotos —comentу Jesper Thoms mientras le entregaba una serie de fotografнas realizadas por el agente que seguнa a Nystrуm.

Ella observу las imбgenes ampliadas de unos rostros que no habнa visto en su vida.

—Bien, gracias —dijo para, a continuaciуn, dejar las fotos sobre la mesa y levantarse en busca de algo para cenar.

Curt Svensson se encontraba justo a su lado y contemplу las fotos.

—ЎAnda! —dijo—. їEstбn metidos los hermanos Nikolic en eso?

Monica Figuerola se detuvo.

—їQuiйnes?

—Esos dos; son dos elementos de mucho cuidado —dijo Curt Svensson—. Tomi y Miro Nikolic. —їSabes quiйnes son?

—Sн. Dos hermanos de Huddinge. Serbios. Los estuvimos buscando mбs de una vez cuando yo trabajaba en la unidad de bandas callejeras; por aquella йpoca tendrнan unos veinte aсos. Miro Nikolic es el mбs peligroso de los dos. Por cierto, desde hace mбs de un aсo estб en busca y captura por un delito de lesiones graves. Pero creнa que los dos se habнan ido a Serbia para meterse a polнticos o algo asн.

—їPolнticos?

—Sн. Se fueron a Yugoslavia durante la primera mitad de los aсos noventa para poner su granito de arena en las labores de limpieza йtnica. Trabajaron para Arkan, el jefe de la mafia yugoslava, que lideraba algъn tipo de milicia fascista particular. Adquirieron fama deshooters. —їShooters?

—Sн. O sea, sicarios. Luego han estado yendo de un lado para otro entre Belgrado y Estocolmo. Su tнo lleva un restaurante en Norrmalm para el que trabajan oficialmente de vez en cuando. Nos han dado unos cuantos soplos sobre su participaciуn en por lo menos dos asesinatos relacionados con ajustes de cuentas internos entre los propios yugoslavos en la llamada «guerra del tabaco», pero nunca hemos podido cogerlos por nada.

Monica Figuerola contemplу las fotos en silencio. Luego, de repente, se puso lнvida. Se quedу mirando fijamente a Torsten Edklinth.

—ЎBlomkvist! —gritу con pбnico en la voz—. ЎNo se van a contentar con desacreditarlo! ЎPiensan matarlo y dejar que la policнa encuentre la cocaнna y saque sus propias conclusiones cuando el crimen sea investigado!

Edklinth le devolviу una mirada fija.

—Iba a reunirse con Erika Berger en el Samirs gryta -—exclamу Monica Figuerola, cogiendo a Curt Svensson del hombro.

—їVas armado?

—Sн...

-—Acompбсame.

Monica Figuerola saliу coriendo de la sala de reuniones. Su despacho se hallaba tres puertas mбs allб, en ese mismo pasillo. Abriу su despacho y sacу su arma reglamentaria de un cajуn del escritorio. En contra de toda normativa, dejу abierta la puerta de par en par al dirigirse a toda velocidad hacia los ascensores. Curt Svensson se quedу indeciso durante algъn que otro segundo.

—ЎVete con ella! —le dijo Bublanski a Curt Svensson—. ЎSonja: acompбсalos!

Mikael Blomkvist entrу en Samirs gryta a las seis y veinte. Erika Berger acababa de llegar y habнa encontrado una mesa libre junto a la barra, cerca de la entrada, Mikael le dio un beso en la mejilla. Pidieron cervezas y guiso de cordero. Les pusieron las cervezas.

—їQuй tal la de TV4? —preguntу Erika Berger.

—Tan frнa como siempre.

Erika Berger se riу.

—Si no tienes cuidado, te vas a obsesionar con ella. Imagнnate: existe una chica que no cae rendida a los pies de Mikael Blomkvist.

—La verdad es que hay mбs chicas que tampoco han caнdo —dijo Mikael Blomkvist—-. їQuй tal tu dнa?

—Desperdiciado. Pero he aceptado participar en un debate sobre el SMP en el Publicistklubben. Serб mi ъltima contribuciуn a ese tema.

—Quй bien.

—Es que no te puedes imaginar lo que me alegra estar de vuelta en Millennium —dijo ella.

—Pues tъ ni te imaginas lo que yo me alegro de que hayas vuelto. Aъn no me lo puedo creer.

—Ha vuelto a ser divertido ir a trabajar.

—Mmm.

—Soy feliz.

—Tengo que ir al baсo —dijo Mikael, levantбndose.

Dio unos pasos y casi chocу con un hombre de unos treinta y cinco aсos que acababa de entrar. Por su aspecto, Mikael imaginу que provenнa de la Europa del Este y se lo quedу mirando. Luego descubriу la ametralladora.

Al pasar Riddarholmen, Torsten Edklinth los llamу y les explicу que ni Mikael Blomkvist ni Erika Berger tenнan disponibles sus mуviles. Tal vez los hubieran apagado para cenar.

Monica Figuerola soltу un taco y pasу Sуdermalmstorg a mбs de ochenta kilуmetros por hora sin quitar la mano del claxon. Enfilу Hornsgatan dando un violento giro. Curt Svensson tuvo que apoyar la mano contra la puerta. Sacу su arma reglamentaria para comprobar que estaba cargada. Sonja Modig hizo lo mismo en el asiento de atrбs.

—Tenemos que pedir refuerzos —comentу Curt Svensson—. Los hermanos Nikolic son de mucho cuidado. Monica Figuerola asintiу.

—Esto es lo que vamos a hacer —dijo—: Sonja y yo entramos directamente en Samirs gryta... y esperemos que estйn allн sentados. Curt, como tъ conoces a los hermanos Nikolic, te quedarбs fuera vigilando.

—De acuerdo.

—Si todo estб tranquilo, meteremos inmediatamente a Blomkvist y a Berger en el coche y nos los llevaremos a Kungsholmen. Cualquier cosa rara que veamos, nos quedamos dentro y pedimos refuerzos.

—Vale —respondiу Sonja Modig.

Monica Figuerola se encontraba todavнa en Hornsgatan cuando la emisora policial chisporroteу bajo el cuadro de mandos:

«A todas las unidades. Aviso de tiroteo en Tavastgatan, Sуdermalm. En el restaurante Samirs gryta.»

Monica Figuerola sintiу un repentino pinchazo en el estуmago.

Erika Berger vio cуmo Mikael Blomkvist se dirigнa a los aseos y chocaba junto a la entrada con un hombre de unos treinta y cinco aсos. Sin saber muy bien por quй, frunciу el ceсo: le pareciу que el desconocido se quedaba mirando fijamente a Mikael con cara de asombro. Erika se preguntу si se conocerнan.

Luego vio al hombre retroceder un paso y dejar caer una bolsa al suelo. Al principio no entendiу lo que estaba sucediendo. Se quedу paralizada cuando el hombre levantу un arma automбtica contra Mikael Blomkvist.

Mikael Blomkvist reaccionу por puro instinto. Alzу su mano izquierda, agarrу el caсуn y lo elevу hacia el techo. Hubo una fracciуn de segundo en la que la boca del arma pasу por delante de su cara.

El repiqueteo de la ametralladora resultу ensordecedor dentro del pequeсo local. Una lluvia de yeso y cristal de las lбmparas cayу sobre Mikael cuando Miro Nikolic soltу una rбfaga de once balas. Durante un breve instante, Mikael Blomkvist se quedу mirando a su atacante a los ojos.

Luego Miro Nikolic tirу del arma dando un paso hacia atrбs y consiguiу arrebatбrsela a Mikael, al que pillу completamente desprevenido. De pronto se dio cuenta de que se encontraba en peligro de muerte. Se abalanzу sin pensбrselo sobre su agresor en vez de intentar buscar protecciуn. Mбs tarde comprendiу que si hubiese reaccionado de otra manera, si se hubiese agachado o hubiese retrocedido, Nikolic lo habrнa acribillado a tiros allн mismo. Consiguiу hacerse de nuevo con el caсуn de la ametralladora. Usу el peso de su cuerpo para acorralar al hombre contra la pared. Oyу otros seis o siete disparos y tirу desesperadamente del arma para dirigir el caсуn hacia el suelo.

Al producirse la segunda tanda de tiros, Erika Berger se agachу de forma instintiva. Se cayу y se dio con una silla en la cabeza. Luego se acurrucу en el suelo y, al alzar la mirada, descubriу en la pared tres impactos de bala justo en el sitio donde ella estaba hacнa un instante.

En completo estado de shock^, volviу la cabeza y vio a Mikael Blomkvist luchando con aquel hombre junto a la entrada. Mikael habнa caнdo de rodillas y tenнa agarrado el caсуn de la ametralladora con las dos manos mientras intentaba quitбrsela a su agresor. Erika vio cуmo йste luchaba para soltarse. No dejaba de darle a Mikael puсetazos en la cara y la cabeza.

Monica Figuerola frenу en seco frente a Samirs gryta y, abriendo la puerta del coche de un golpe, echу a correr hacia el restaurante. Llevaba su Sig Sauer en la mano y, al reparar en el vehнculo que se encontraba aparcado justo delante del restaurante, le quitу el seguro al arma.

En cuanto vio a Tomi Nikolic. al volante, al otro lado del parabrisas, le apuntу en la cara con la pistola.

—-ЎPolicнa! ЎArriba las manos! —le gritу.

Tomi Nikolic las levantу.

—ЎSal del coche y tъmbate en el suelo! —aullу con rabia en la voz.

Volviу la cabeza, le echу una rбpida mirada a Curt Svensson y le dijo:

—ЎEl restaurante!

Curt Svensson y Sonja Modig echaron a correr cruzando la calle.

Sonja Modig pensу en sus hijos. Iba contra cualquier instrucciуn policial entrar corriendo en un edificio con el arma en alto sin contar de antemano con un buen refuerzo en el lugar y sin tener chalecos antibalas y un buen dominio de la situaciуn...

Luego oyу el estallido de un disparo dentro del restaurante.

Mikael Blomkvist consiguiу meter el dedo entre el gatillo y el aro cuando Miro Nikolic. volviу a disparar. Oyу unos cristales romperse a sus espaldas. Sintiу un tremendo dolor en el dedo, ya que aquel hombre apretу el gatillo una y otra vez y se lo pillу; pero mientras el dedo permaneciera allн, el arma no podrнa dispararse. Le llovieron puсetazos en uno de los lados de la cabeza y de repente sintiу que tenнa cuarenta y cinco aсos y que estaba en muy mala forma fнsica.

No aguanto mбs. Tengo que terminar con esto, pensу.

Fue su primera idea racional desde que descubriу al hombre de la ametralladora.

Apretу los dientes e introdujo el dedo aъn mбs allб por detrбs del gatillo.

Luego hizo fuerza con las piernas, presionу su hombro contra el cuerpo del hombre y se forzу a ponerse otra vez de pie. Soltу el arma, que habнa agarrado con su mano derecha, y se protegiу con el codo de los puсetazos. Nikolic le golpeу entonces en la axila y en las costillas. Por un segundo volvieron a encontrarse cara a cara.

Acto seguido, Mikael notу que alguien le quitaba de encima al hombre. Sintiу un ъltimo y desolador dolor en el dedo y vio el enorme cuerpo de Curt Svensson. Agarrбndolo con firmeza por el cuello, Svensson levantу literalmente a Miro Nikolic y le golpeу la cabeza contra la pared que habнa junto al marco de la puerta. Miro Nikolic se desplomу sobre el suelo como un fardo.

—ЎTъmbate! —le oyу gritar a Sonja Modig—. ЎPolicнa! ЎEstate quieto!

Volviу la cabeza y la vio con las piernas abiertas y sosteniendo el arma con las dos manos mientras intentaba adquirir una visiуn general de la caуtica situaciуn. Al final, apuntу al techo con el arma y dirigiу la mirada a Mikael Blomkvist.

—їEstбs herido? —preguntу.

Mikael se la quedу mirando aturdido. Sangraba por las cejas y la nariz.

—Creo que me he roto el dedo —dijo antes de sentarse en el suelo.

Monica Figuerola recibiу la ayuda de la policнa de Sуdermalm menos de un minuto despuйs de haber forzado a Tomi Nikolic a tumbarse en la acera. Se identificу, dejу que los uniformados agentes se ocuparan del prisionero y a continuaciуn entrу corriendo en el restaurante. Se detuvo en la entrada e intentу hacerse una idea general de la situaciуn.

Mikael Blomkvist y Erika Berger se hallaban sentados en el suelo. Йl tenнa la cara llena de sangre y parecнa encontrarse en estado de shoc\. Monica respirу aliviada: estaba vivo. Luego, al ver cуmo Erika Berger pasaba un brazo alrededor del hombro de Mikael, frunciу el ceсo.

Sonja Modig se hallaba agachada y examinу la mano de Blomkvist. Curt Svensson estaba esposando a Miro Nikolic, que tenнa el aspecto de haber sido atropellado por un tren expreso. Vio una ametralladora tirada en el suelo del mismo modelo que utilizaba el ejйrcito sueco.

Alzу la mirada y vio al personal del restaurante tambiйn en estado de shock y a los clientes aterrorizados, asн como vajilla rota, sillas y mesas volcadas y otros destrozos causados por el tiroteo. Percibiу el olor de la pуlvora. Pero no vio ningъn muerto o herido. Los agentes del furgуn de la policнa de Sуdermalm empezaron a entrar en el restaurante con las armas apuntando al techo. Alargу la mano y tocу el hombro de Curt Svensson. Йl se levantу.

—їDijiste que Miro Nikolic estaba en busca y captura ?

—Correcto. Por un delito de lesiones graves hace mбs o menos un aсo. Una pelea en Hallunda.

—De acuerdo. Haremos lo siguiente: yo me largo de aquн echando leches con Blomkvist y Berger. Tъ te quedas. La versiуn oficial de lo ocurrido serб que tъ y Sonja Modig vinisteis aquн para cenar juntos y tъ reconociste a Nikolic de tu йpoca en la unidad de bandas callejeras. Cuando intentaste detenerlo, йl sacу el arma y se puso a disparar. Tъ lo desarmaste y lo redujiste.

Curt Svensson puso cara de asombro.

—No se lo van a creer... Hay testigos.

—Los testigos hablarбn de alguien que se peleaba y de alguien que disparaba. Sуlo hace falta mantener esta versiуn hasta que salgan los periуdicos maсana. La historia es que los hermanos Nikolic fueron detenidos por pura casualidad porque tъ los reconociste.

Curt Svensson barriу con la mirada todo aquel caos. Luego asintiу brevemente.

Ya en la calle, Monica Figuerola se abriу camino entre los policнas y metiу a Mikael Blomkvist y Erika Berger en la parte trasera de su coche. Se dirigiу al oficial que estaba al mando de los agentes, hablу con йl en voz baja durante unos treinta segundos e hizo un movimiento de cabeza seсalando su vehнculo. El oficial dio la sensaciуn de hallarse desconcertado, pero al final hizo un gesto afirmativo. Cogiу el coche, se fue hasta Zinkensdamm, aparcу y volviу la cabeza.

—їEstбs muy mal?

—Me ha dado unos cuantos puсetazos. Pero los dientes siguen intactos. Me he hecho daсo en el dedo meсique.

—Vamos a urgencias, al Sankt Gуran.

—їQuй ha pasado? —murmurу Erika Berger—. їY tъ quiйn eres?

—Perdуn —dijo Mikael—. Erika, йsta es Monica Figuerola. Trabaja en la Sдpo. Monica, йsta es Erika Berger.

—Me lo imaginaba —dijo Monica Figuerola con una voz neutra. Ni siquiera la mirу.

—Monica y yo nos hemos conocido a raнz de la investigaciуn. Es mi contacto en la Sдpo.

—Entiendo —-dijo Erika Berger antes de entrar en un repentino estado de shoc\ y ponerse a temblar.

Monica Figuerola mirу fijamente a Erika Berger.

—їQuй es lo que ha pasado? —preguntу Mikael.

—Hemos malinterpretado lo que pretendнan con la cocaнna —dijo Monica Figuerola—•. Creнmos que querнan tenderte una trampa para desprestigiarte. En realidad pensaban matarte y dejar que la policнa encontrara la cocaнna cuando registraran tu casa.

—їQuй cocaнna? —preguntу Erika Berger.

Mikael cerrу los ojos un momento.

—Llйvame al Sankt Gуran —dijo.

—їDetenidos? —-exclamу Fredrik Clinton. Sintiу una pequeсa presiуn, leve como una mariposa, en la zona cardнaca.

—-Creemos que no pasarб nada —dijo Georg Nystrуm—. Parece haber sido pura casualidad. —їCasualidad?

—Miro Nikolic estaba en busca y captura por una vieja historia de una agresiуn. Un madero de la violencia callejera lo ha reconocido por casualidad y lo ha detenido al entrar en Samirs gryta. Nikolic ha sido presa del pбnico y ha intentado liberarse a tiros.

—їBlomkvist?

—No estб involucrado. Ni siquiera sabemos si se encontraba en el restaurante cuando se realizу la detenciуn.

—No me lo puedo creer, joder —dijo Fredrik Clinton-—. їQuй saben los hermanos Nikolic?

—їDe nosotros? Nada. Creen que tanto el encargo de Bjцrck como el de Blomkvist eran trabajos relacionados con el trafficking.

—Pero saben que Blomkvist era el objetivo.

—Cierto. Pero veo difнcil que se pongan a decir que estaban allн para cometer un asesinato por encargo. Creo que se quedarбn callados hasta el juicio. Los condenarбn por tenencia ilнcita de armas y supongo que tambiйn por agredir a un funcionario.

—ЎMenudo par de payasos! —dijo Clinton.

—Sн, han metido la pata. De momento tendremos que dejar a Blomkvist en paz, aunque en realidad no ha pasado nada.

Eran las once de la noche cuando Susanne Linder y dos fornidos tipos del Departamento de protecciуn personal de Milton Security fueron a buscar a Mikael Blomkvist y Erika Berger a Kungsholmen.

—ЎHay que ver lo que te mueves! —le dijo Susanne Linder a Erika Berger.

—Sorry —contestу Erika, cariacontecida.

En el coche, de camino al hospital de Sankt Gуran, Erika habнa sufrido un serio shoc\. De repente reparу en que tanto ella como Mikael Blomkvist podrнan haber muerto.



  

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