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PUTA 10 страница



—їY no lo denunciaron?

Nystrуm negу con la cabeza.

—Giannini ha estado presente en los interrogatorios de Salander. Se muestra educada, pero no dice nada relevante. Y Salander no abre la boca.

—Pero eso juega a nuestro favor: cuanto mбs cierre el pico, mejor. їQuй dice Ekstrцm?

—Lo vi hace un par de horas; acababa de recibir la declaraciуn esa de Salander.

Seсalу la copia que Clinton tenнa en las rodillas.

—Ekstrцm estб desconcertado. Es una suerte que Salander no sepa expresarse por escrito. Para alguien no iniciado, ese texto parece una teorнa conspirativa completamente demencial y con ingredientes pornogrбficos. Aunque la verdad es que casi da en el blanco: cuenta con toda exactitud lo que pasу cuando fue encerrada en el Sankt Stefan, sostiene que Zalachenko trabajaba para la Sдpo y cosas por el estilo. Dice que debe de tratarse de una pequeсa secta dentro de la Sдpo, lo cual da a entender que sospecha que existe algo similar a la Secciуn. En general, hace una descripciуn muy acertada de todos nosotros. Pero, como decнa, no resulta creнble. Ekstrцm estб bastante confuso, ya que ese documento parece constituir tambiйn la defensa de Giannini en el juicio.

—ЎMierda! -—exclamу Clinton.

Inclinу la cabeza hacia delante y pensу intensamente durante varios minutos. Luego levantу la mirada.

—Joсas, sube a Morgongбva esta noche y averigua si estбn tramando algo. Si estбn imprimiendo Millennium, quiero una copia.

—Me llevo a Falъn.

—Bien. Georg, quiero que vayas a ver a Ekstrцm y lo tantees. Hasta ahora todo ha ido sobre ruedas, pero no puedo ignorar lo que me estбis contando.

—De acuerdo.

Clinton permaneciу callado un rato mбs. —Lo mejor serнa que no se celebrara el juicio... —acabу diciendo.

Alzу la vista y mirу a Nystrуm a los ojos. Este asintiу. Sandberg hizo lo mismo. Existнa un acuerdo tбcito entre ellos.

—Nystrуm, averigua quй posibilidades hay de que eso sea asн.

Joсas Sandberg y el cerrajero Lars Faulsson, mбs conocido como Falъn, aparcaron el coche cerca de la estaciуn de trenes y dieron una vuelta por Morgongбva. Eran las ocho y media de la tarde. Habнa demasiada luz y todavнa era pronto para entrar en acciуn, pero querнan inspeccionar el terreno y hacerse una idea general del lugar.

—Si tiene alarma, ni lo intento —dijo Falъn. Sandberg asintiу.

—En ese caso, es mejor que mires por la ventana y que si ves algo, tires una piedra, cojas lo que te interese y te vayas echando leches.

—Muy bien —dijo Sandberg.

—Si lo que quieres es sуlo un ejemplar de la revista, podrнamos ver si hay contenedores de basura en la parte trasera del edificio. Deben de haber tirado pruebas de imprenta o cosas asн.

Hallvigs Reklamtryckeri estaba situada en un edificio bajo de ladrillo. Se acercaron por la fachada sur desde la acera de enfrente. Sandberg estaba a punto de cruzar cuando Falъn lo agarrу del codo.

—Sigue todo recto —dijo.

—їQuй?

—Que sigas andando como si estuviйramos dando un paseo.

Pasaron Hallvigs y dieron la vuelta a la manzana.

—їQuй pasa? —preguntу Sandberg.

—Andate con mil ojos. No sуlo tienen alarma; hay un coche aparcado junto al edificio.

—їQuieres decir que hay alguien allн?

—Es un coche de Milton Security, tнo. ЎJoder, la imprenta estб vigilada!

—ЎMilton Security! —exclamу Fredrik Clinton. Fue como si le hubieran dado un mazazo en todo el estуmago.

—Si no hubiese sido por Falъn, habrнa caнdo directamente en sus brazos —dijo Joсas Sandberg.

—Algo traman —asegurу Georg Nystrуm—. No es lуgico que una pequeсa imprenta situada en un pueblo como Morgongбva contrate la vigilancia de Milton Security.

Clinton asintiу. Su boca era una lнnea rнgida. Eran las once de la noche y necesitaba descansar.

—Eso significa que Millennium estб preparando algo —dijo Sandberg.

—Eso ya lo he pillado —contestу Clinton—. Vale. Analicemos la situaciуn. Pongбmonos en lo peor: їquй pueden saber?

Mirу a Nystrуm con intimidaciуn.

—Tiene que ser por el informe sobre Salander de 1991 —dijo—. Han aumentado la seguridad despuйs de que robбramos las copias. Deben de haber supuesto que estaban vigilados. En el peor de los casos, tendrбn otra copia del informe.

—Pero Blomkvist parecнa desesperado por la pйrdida del informe.

—Ya lo sй. Pero puede que nos la hayan pegado. No descartemos esa posibilidad. Clinton asintiу. —De acuerdo. їSandberg?

—Por lo menos ya conocemos la defensa de Salander. Estб contando la verdad tal y como ella la ve. He vuelto a leer esa presunta autobiografнa. La verdad es que juega a nuestro favor: contiene unas acusaciones tan graves sobre una violaciуn y unos abusos de poder que, simplemente, parecerбn los delirios de una mitуmana.

Nystrуm asintiу.

—Ademбs, no puede probar ninguna de sus afirmaciones. Ekstrцm usarб el texto en su contra. Echarб por tierra su credibilidad.

—De acuerdo. El nuevo informe de Teleborian es excelente. Como es natural, existe la posibilidad de que Giannini se saque de la manga a un experto que afirme que a Salander no le pasa nada y que todo el asunto vaya a parar a la Direcciуn Nacional de Medicina Forense. Pero, insisto, si Salander no cambia de tбctica, se negarб tambiйn a hablar con ellos y llegarбn a la conclusiуn de que Teleborian tiene razуn y de que ella, efectivamente, estб loca. Ella misma es su peor enemiga.

—De todos modos, lo mejor serнa que no se celebrara ningъn juicio —dijo Clinton.

Nystrуm negу con la cabeza.

-—Eso resulta prбcticamente imposible. A Salander ya la han encerrado en la prisiуn de Kronoberg y no mantiene contacto con los otros prisioneros. Todos los dнas hace una hora de ejercicio en el patio de la azotea, pero ahн no podemos acceder. Y no tenemos ningъn contacto entre el personal.

—Entiendo.

—Si querнamos actuar contra ella, deberнamos haberlo hecho cuando estaba ingresada en el hospital. Ahora no podemos actuar a escondidas. Hay casi un ciento por ciento de probabilidades de que se detenga al asesino. їY dуnde vamos a encontrar a un shooter que acepte unas condiciones asн? Con tan poca antelaciуn resulta imposible montar un suicidio o un accidente.

—Me lo imaginaba. Y, ademбs, las muertes inesperadas tienden a despertar la curiosidad de la gente. Bien, veamos cуmo se desarrolla el juicio. Objetivamente nada ha cambiado. Siempre hemos esperado a que ellos muevan ficha. Y todo parece indicar que se trata de esta presunta autobiografнa.

—El problema es Millennium —dijo Joсas Sandberg.

Todos asintieron.

—Millennium y Milton Security —precisу Clinton, pensativo—. Salander ha trabajado para Armanskij y Blomkvist ha tenido una relaciуn con ella. їDebemos suponer que los dos han hecho causa comъn?

—Pues si Milton Security estб vigilando la imprenta donde se imprime Millennium, no parece del todo ilуgico. No puede ser una simple casualidad.

—De acuerdo. їY cuбndo piensan publicarlo? Sandberg, dijiste que se han retrasado dos semanas. Si suponemos que Milton Security estб vigilando la imprenta para impedir que nadie le eche el guante a Millennium con antelaciуn, significa, por una parte, que piensan publicar algo que no quieren revelar antes de tiempo, y, por otra, que la revista probablemente ya estй impresa.

—Cuando empiece el juicio —dijo Joсas Sandberg—. Es lo mбs lуgico. Clinton asintiу.

—їQuй pondrбn en la revista? їCuбl serнa el peor escenario posible?

Los tres reflexionaron durante un largo rato. Fue Nystrуm quien rompiу el silencio.

—En el peor de los casos, les queda una copia del informe de 1991.

Clinton y Sandberg hicieron un gesto afirmativo; habнan llegado a la misma conclusiуn.

—La cuestiуn es cuбnto provecho le pueden sacar —dijo Sandberg—. Ese informe compromete a Bjцrck y a Teleborian. Bjцrck estб muerto. Atacarбn duramente a Teleborian, aunque йl puede afirmar que simplemente realizу un examen psiquiбtrico forense normal y corriente. Serб su palabra contra la de ellos, y, por descontado, Teleborian se desentenderб de todas esas acusaciones.

—їCуmo debemos actuar si publican el informe? —preguntу Nystrуm.

—Creo que tenemos las de ganar —dijo Clinton—. Si el informe provoca algъn revuelo, se centrarбn en la Sдpo, no en la Secciуn. Y cuando los periodistas empiecen a hacer preguntas, la Sдpo sacarб el informe de sus archivos...

—Y no serб el mismo informe —dijo Sandberg.

—Shenke ha metido el otro en el archivo; o sea, el modificado, la versiуn que ha leнdo el fiscal Ekstrцm. Y se le ha dado un nъmero de registro. De ese modo podremos sembrar, con bastante rapidez, una gran cantidad de desinformaciуn en los medios de comunicaciуn... Porque nosotros tenemos el original, el que pillу Bjurman, y Millennium sуlo tiene una copia. Incluso podrнamos difundir alguna informaciуn que insinuara que Blomkvist ha falsificado el informe.

—Bien. їQuй mбs podrнa saber Millennium?

—No pueden saber nada de la Secciуn. Es imposible. Asн que se centrarбn en la Sдpo, lo que harб que Blomkvist parezca un tipo obsesionado con las conspiraciones y la Sдpo sostendrб que estб chalado.

—Es bastante conocido —dijo Clinton lentamente—. Despuйs del caso Wennerstrцm goza de una alta credibilidad.

Nystrуm asintiу.

—їHabrнa alguna manera de reducir esa credibilidad? —preguntу Joсas Sandberg.

Nystrуm y Clinton intercambiaron miradas. Luego los dos asintieron. Clinton volviу a mirar a Nystrуm.

—їCrees que podrнas conseguir... digamos unos cincuenta gramos de cocaнna?

—Tal vez de los yugoslavos.

—Vale. Intйntalo. Pero urge. El juicio empieza dentro de dos dнas.

—No entiendo... —dijo Joсas Sandberg.

—Es un truco tan viejo como el oficio. Pero sigue siendo enormemente eficaz.

—їMorgongбva? —preguntу Torsten Edklinth, frunciendo el ceсo. Estaba en casa, sentado en el sofб con la bata puesta y leyendo la autobiografнa de Salander por tercera vez, cuando lo llamу Monica Figuerola. Como eran mбs de las doce de la noche, dio por sentado que no se trataba de nada bueno.

—Morgongбva —repitiу Monica Figuerola—. Sandberg y Lars Faulsson subieron hasta allн a eso de las siete de la tarde. Curt Svensson, del equipo de Bublanski, los estuvo siguiendo todo el camino, tarea facilitada por el hecho de que tenemos instalada una emisora en el coche de Sandberg. Aparcaron cerca de la vieja estaciуn de trenes, dieron un paseo por los alrededores y luego volvieron al coche y regresaron a Estocolmo.

—Entiendo. їSe encontraron con alguien o... ?

—No. Eso es lo raro. Se bajaron del coche, dieron una vuelta y, acto seguido, volvieron al coche y regresaron a Estocolmo.

—Aja. їY por quй me llamas a las doce y media de la noche para contarme eso?

—Tardamos un rato en comprenderlo. Pasaron por delante del edificio en el que se encuentra Hallvigs Reklamtryckery. He hablado con Mikael Blomkvist; es allн donde imprimen Millennium.

—ЎJoder! —dijo Edklinth.

Comprendiу en el acto lo que eso implicaba.

—Como lo acompaсaba Falъn, supongo que pensaban hacer una visita a la imprenta, pero interrumpieron la expediciуn —dijo Monica Figuerola.

—їPor quй?

—Porque Mikael Blomkvist le ha pedido a Dragan Armanskij que vigile la imprenta hasta que se distribuya la revista. Probablemente descubrieran el coche de Milton Security. He pensado que te gustarнa saberlo de inmediato.

—Tienes razуn. Eso significa que han empezado a sospechar que hay moros en la costa...

—O, como poco, que se les activaron las alarmas cuando descubrieron el coche. Sandberg dejу a Faulsson en el centro y luego volviу al edificio de Artillerigatan. Sabemos que Fredrik Clinton estб allн. Georg Nystrуm llegу mбs o menos al mismo tiempo. La cuestiуn es saber cуmo van a actuar.

—El juicio empieza el martes... їPuedes llamar a Blomkvist y decirle que aumente las medidas de seguridad en Millennium ? Por si acaso.

—Ya tienen una seguridad bastante buena. Y su manera de echar cortinas de humo alrededor de sus telйfonos pinchados es de profesionales. La verdad es que Blomkvist se ha vuelto tan paranoico que ha desarrollado unos mйtodos para desviar la atenciуn de los que tambiйn podrнamos sacar provecho nosotros.

—De acuerdo. Pero llбmalo de todos modos.

Monica Figuerola colgу su mуvil y lo dejу encima de la mesilla de noche. Levantу la mirada y contemplу a Mikael Blomkvist, que estaba tumbado desnudo con la cabeza apoyada a los pies de la cama.

—Que te llame para decirte que aumentes las medidas de seguridad de Millennium —le dijo.

—Gracias por la idea —respondiу algo seco.

—Te lo digo en serio. Si empiezan a sospechar que hay moros en la costa, corremos el riesgo de que empiecen a actuar de forma improvisada. Y entonces puede que recurran al robo.

—Henry Cortez duerme allн esta noche. Y tenemos una alarma conectada con Milton Security, que estб a tres minutos de Millennium.

Permaneciу callado un segundo.

—Paranoico... —murmurу.


Capнtulo 24

Lunes, 11 de julio

 

Eran las seis de la maсana cuando Susanne Linder llamу al Tнo azul de Mikael Blomkvist desde Milton Security.

—їTъ nunca duermes o quй? —preguntу Mikael medio dormido.

Mirу de reojo a Monica Figuerola, que ya se encontraba de pie y que ya se habнa puesto unos pantalones cortos de deporte pero no la camiseta.

—Sн. Pero me despertу el que estaba de guardia. La alarma silenciosa que instalamos en tu casa se activу a las tres de la maсana.

—їSн?

—Asн que tuve que ir hasta allн para echar un vistazo. Es un poco complicado de explicar. їPuedes pasarte por Milton Security esta maсana? Es bastante urgente.

—Esto es muy serio —dijo Dragan Armanskij.

Eran poco mбs de las ocho cuando se sentaron ante un televisor de una sala de reuniones de Milton Security. Allн estaban Armanskij, Mikael Blomkvist y Susanne Linder. Armanskij tambiйn habнa convocado a Johan Frбklund —sesenta y dos aсos, ex inspector de la policнa criminal de Solna y actual jefe de la unidad operativa de Milton Security-— y al tambiйn ex inspector Sonny Bohman, de cuarenta y ocho aсos, que habнa seguido el caso Salander desde el principio. Todos reflexionaban sobre la grabaciуn de la cбmara de vigilancia que Susanne Linder les acababa de enseсar.

—Lo que hemos visto ha sido a Joсas Sandberg abriendo la puerta de la casa de Mikael Blomkvist a las 03.17 de la madrugada. Y tenнa llaves... їOs acordбis de que ese cerrajero llamado Faulsson hizo un molde de las llaves de reserva de Blomkvist cuando entrу con Gуran Mбrtensson en la casa hace ya algunas semanas?

Armanskij asintiу con cara adusta.

—Sandberg permanece en la casa durante mбs de ocho minutos. Durante ese tiempo hace lo siguiente: en primer lugar, coge de la cocina una pequeсa bolsa de plбstico donde mete algo. Luego, con un destornillador, quita la parte trasera de uno de los altavoces que tienes en el salуn, Mikael. Y coloca la bolsa ahн.

—Mmm —dijo Mikael Blomkvist.

—El hecho de que vaya a buscar la bolsa a la cocina resulta significativo.

—Es una bolsa de Konsum en la que tenнa unos panecillos —dijo Mikael—. Suelo guardarlas para meter en ellas el queso y cosas asн.

—-Ya, yo tambiйn lo hago. Pero lo significativo, claro estб, es que la bolsa tiene tus huellas dactilares. Luego se dirige al vestнbulo y coge un periуdico viejo de la papelera. Utiliza una pбgina para envolver un objeto que coloca en lo alto del armario.

—Mmm —volviу a murmurar Mikael Blomkvist.

—Otra vez lo mismo: el periуdico lleva tus huellas dactilares.

—Entiendo —dijo Mikael Blomkvist.

—Fui a tu casa sobre las cinco. Y me encontrй con que lo que habнa en tu altavoz eran unos ciento ochenta gramos de cocaнna. He cogido una muestra de un gramo.

Colocу una pequeсa bolsa sobre la mesa.

—їY quй hay en el armario? —preguntу Mikael.

—Unas ciento veinte mil coronas en metбlico.

Armanskij le hizo un gesto a Susanne Linder para que apagara la televisiуn. Mirу a Frбklund.

—O sea, que Mikael Blomkvist estб implicado en el trбfico de drogas —dijo Frбklund de muy buen humor—. Es evidente que han empezado a sentir algъn tipo de inquietud por lo que estб haciendo Blomkvist.

—Se trata de un contraataque —dijo Mikael Blomkvist.

—їUn contraataque?

—Ayer por la tarde descubrieron a los vigilantes de Milton en Morgongбva.

Les contу lo que habнa sabido por boca de Monica Figuerola sobre la expediciуn de Sandberg a Morgongбva.

—Un pillo muy aplicado —dijo Sonny Bohman.

—Pero їpor quй ahora?

—No hay duda de que les preocupa lo que Millennium pueda montar cuando empiece el juicio —contestу Frбklund—. Si detienen a Blomkvist por trбfico de drogas, su credibilidad disminuirб drбsticamente.

Susanne Linder asintiу. Mikael Blomkvist pareciу dudar.

—Entonces, їquй hacemos? —preguntу Armanskij.

—De momento, nada —sugiriу Frбklund—. Tenemos un as en la manga: un excelente documento que muestra cуmo Sandberg coloca el material inculpatorio en tu casa, Mikael. Dejemos que se pillen bien los dedos. Si hace falta, probaremos tu inocencia en el acto y, por si fuera poco, ofreceremos con ello una prueba mбs del comportamiento delictivo de la Secciуn. Me encantarнa ser el fiscal cuando sienten en el banquillo a esos granujas.

—No sй —dijo Mikael Blomkvist lentamente—. El juicio empieza pasado maсana. Millennium saldrб el viernes, dos dнas despuйs. Si piensan colgarme lo del narcotrбfico, deben hacerlo antes... y no voy a tener tiempo para explicar que se trata de un montaje antes de que salga la revista. Eso quiere decir que corro el riesgo de ser detenido y de perderme el principio del juicio.

—En otras palabras, que hay mбs de una razуn para que te quites de en medio esta semana —propuso Armanskij.

—Bueno, no... Es que tengo que preparar un trabajo con TV4 y algunas otras cosas. Serнa muy poco conveniente. ..

—Pero їpor quй justo ahora?— inquiriу Susanne Linder.

—їQuй quieres decir? —preguntу Armanskij.

—Han tenido tres meses para echar por tierra la reputaciуn de Blomkvist. їPor quй actъan justo ahora? Hagan lo que hagan no van a poder impedir la publicaciуn.

Permanecieron callados un rato.

—Quizб se deba a que no les ha quedado muy claro lo que vas a publicar, Mikael —dijo Armanskij pausadamente—. Saben que estбs tramando algo... pero tal vez piensen que lo ъnico que tienes es el informe de Bjцrck de 1991.

Aunque algo escйptico, Mikael asintiу con la cabeza.

—Ni se imaginan que tu intenciуn es denunciar a toda la Secciуn. Si sуlo se tratara del informe de Bjцrck, les bastarнa con crear desconfianza hacia tu persona. Tus denuncias se ahogarнan en tu detenciуn y tu arresto. Gran escбndalo: el famoso reportero Mikael Blomkvist detenido por trбfico de drogas. De seis a ocho aсos de cбrcel.

—їMe podrнas dar dos copias de la pelнcula? —pidiу Mikael.

—їQuй vas a hacer?

—Le voy a dar una a Edklinth. Y la otra es para TV4; los voy a ver dentro de tres horas. Creo que no estarнa de mбs que lo tuviйsemos todo preparado para sacarlo en la tele en cuanto la bomba estalle.

Monica Figuerola apagу el DVD y dejу el mando sobre la mesa. Estaban reunidos en el local provisional de Fridhemsplan.

—ЎCocaнna! —dijo Edklinth—. Juegan fuerte. Monica Figuerola parecнa pensativa. Mirу de reojo a Mikael.

—Creн que era mejor que estuvieseis al tanto —dijo йl, encogiйndose de hombros.

—Esto no me gusta nada —contestу ella—. Eso quiere decir que estбn desesperados y que no se lo han pensado bien; deberнan darse cuenta de que si te detienen por trбfico de drogas, no vas a quedarte de brazos cruzados ni dejar que te encierren sin mбs en el bunker de Kumla.

—Ya —dijo Mikael.

—Aunque te condenen, se arriesgan a que la gente crea en lo que dices. Y tus colegas de Millennium no se van a callar.

—Y ademбs, eso les cuesta mucho dinero —dijo Edklinth—. Lo que significa que tienen un presupuesto que les permite gastar sin pestaсear ciento veinte mil coronas, aparte de lo que valga la droga.

—Ya lo sй —dijo Mikael—. Pero lo cierto es que el plan no estб nada mal. Cuentan con que Lisbeth Salander acabe en el psiquiбtrico y que yo desaparezca envuelto en una nube de sospechas y desconfianzas. Ademбs, creen que toda la posible atenciуn la va a acaparar la Sдpo, no la Secciуn. Como punto de partida es bastante bueno.

—Pero їcуmo van a convencer a la brigada de estupefacientes para que realice un registro domiciliario en tu casa? Quiero decir que no basta con dar un aviso anуnimo para que alguien eche abajo a patadas la puerta de la casa de un periodista famoso. Y para que el plan funcione es necesario que te conviertas en un sospechoso en los prуximos dнas.

—Bueno, la verdad es que no sabemos gran cosa sobre su planificaciуn temporal —dijo Mikael.

Se sentнa cansado y deseaba que todo pasara ya. Se levantу.

—їAdonde vas ahora? —preguntу Monica Figuerola—. Me gustarнa saber dуnde vas a estar.

—He quedado a mediodнa con los de TV4. Y a las seis cenarй un guiso de cordero en Samirs gryta con Erika Berger. Tenemos que redactar el comunicado de prensa que vamos a sacar. El resto de la noche lo pasarй en la redacciуn, supongo.

Al oнr el nombre de Erika Berger, los ojos de Monica Figuerola se cerraron ligeramente.

—Quiero que te mantengas en contacto con nosotros durante todo el dнa. La verdad es que preferirнa que estuviйsemos en permanente contacto hasta que empiece el juicio.

—Vale. Quizб pueda mudarme a tu casa un par de dнas —respondiу Mikael, sonriendo como si se tratara de una broma.

A Monica Figuerola se le ensombreciу la mirada. De reojo, mirу rбpidamente a Edklinth.

—Monica tiene razуn —dijo Edklinth—. Creo que lo mejor serнa que te mantuvieras mбs o menos invisible hasta que todo esto haya pasado. Si los de la brigada de estupefacientes te detuvieran, tendrнas que permanecer callado hasta que empiece el juicio.

—Tranquilo —contestу Mikael—. No voy a ser presa del pбnico ni estropear nada a estas alturas. Si os ocupбis de lo vuestro, yo me ocuparй de lo mнo.

La de TV4 apenas fue capaz de ocultar su excitaciуn por el nuevo material grabado que Mikael Blomkvist le acababa de entregar. A Mikael le hizo gracia su hambre informativa. Durante una semana habнan luchado como fieras para hacerse con un material comprensible sobre la Secciуn que fuera adecuado para un uso televisivo. Tanto su productor como el jefe de Noticias de TV4 se habнan dado cuenta de la envergadura del scoop. El reportaje se preparaba con el mбximo secreto, con tan sуlo unos pocos implicados. Habнan aceptado la exigencia de Mikael de que no lo emitieran hasta la noche del tercer dнa de juicio. Y decidieron realizar un programa especial del informativo Nyheterna de una hora de duraciуn.

Mikael ya le habнa dado a ella una gran cantidad de fotografнas con las que trabajar, pero nada se podнa comparar a una imagen en movimiento: un vнdeo de una extrema nitidez que mostraba cуmo un policнa con nombre y apellido colocaba cocaнna en el apartamento de Mikael Blomkvist casi le hizo dar saltos de alegrнa.

—ЎEsto es televisiуn de primera! —dijo ella—. Ya me imagino los titulares: «Aquн podemos ver a la Sдpo colocando cocaнna en el apartamento del reportero».

—La Sдpo no, la Secciуn —corrigiу Mikael—. No cometas el error de confundirlas.

—Pero joder, Sandberg es de la Sдpo —replicу ella.

—Ya, pero en la prбctica se le puede considerar un infiltrado. Debes separarlas con precisiуn milimйtrica.

—Vale, el reportaje es de la Secciуn, no de la Sдpo. Mikael, їme puedes explicar por quй siempre te ves envuelto en este tipo de sensacionales scoops? Tienes razуn: esto va a hacer mбs ruido que lo del caso Wennerstrцm.

—Uno, que tiene talento... Por irуnico que pueda parecer, esta historia tambiйn empieza con un Wennerstrцm: el espнa de los aсos sesenta.

A las cuatro de la tarde llamу Erika Berger. Estaba en una reuniуn con los de la patronal Tidningsutgivarna para ciarles su opiniуn sobre las reducciones de plantilla previstas en el SMP, algo que habнa provocado un intenso conflicto sindical desde que Erika dimitiу. Le comunicу a Mikael que iba a llegar tarde a la cita que tenнan para cenar en el Samirs gryta a las seis; hasta las seis y media no podrнa llegar.

Joсas Sandberg ayudу a Fredrik Clinton cuando йste se pasу de la silla de ruedas a la camilla que habнa en ese cuarto de descanso que constituнa el puesto de mando de Clinton en el cuartel general de la Secciуn, en Artillerigatan. Clinton se habнa pasado todo el dнa en su sesiуn de diбlisis y acababa de regresar. Se sentнa viejнsimo e infinitamente cansado. Apenas habнa dormido durante los ъltimos dнas y lo ъnico que deseaba era que todo terminara de una vez por todas. No habнa terminado de acomodarse en la cama cuando Georg Nystrуm se incorporу al grupo.

Clinton concentrу sus fuerzas.

—їYa estб? —preguntу.

Georg Nystrуm hizo un gesto afirmativo.

—Acabo de ver a los hermanos Nikolic —dijo—. Nos va a costar cincuenta mil.

—Nos lo podemos permitir —respondiу Clinton.

Si yo fuera joven... ЎJoder!

Volviу la cabeza y examinу, por este orden, a Georg Nystrуm y a Joсas Sandberg.

—їRemordimientos de conciencia? —preguntу.

Los dos negaron con la cabeza.

—їCuбndo? —preguntу Clinton.

—Dentro de veinticuatro horas —dijo Nystrуm—. Resulta tremendamente difнcil dar con el paradero de Blomkvist; en el peor de los casos, lo tendrбn que hacer delante de la redacciуn.

Clinton asintiу.

—-Esta misma tarde, dentro de dos horas, se nos va a presentar una oportunidad —dijo Joсas Sandberg. —їAh, sн?

—Erika Berger lo acaba de llamar hace un rato. Van a cenar en el Samirs gryta. Es un restaurante cerca de Bellmansgatan.

—Berger... —dijo Clinton, pensativo.

—Por Dios, espero que ella no... —intervino Georg Nystrуm.

—Tampoco estarнa mal del todo —interrumpiу Joсas Sandberg.

Clinton y Nystrуm lo miraron.

—Estamos de acuerdo en que Blomkvist es la persona que mayor amenaza representa contra nosotros y que resulta probable que publique algo en el prуximo nъmero de Millennium. No podemos detener la publicaciуn. Asн que tenemos que desacreditarle. Si es asesinado como consecuencia de lo que parecerб un ajuste de cuentas del mundo del hampa y luego la policнa encuentra drogas y dinero en su casa, la investigaciуn sacarб sus propias conclusiones. En cualquier caso, lo ъltimo que harбn serб buscar conspiraciones en el seno de la policнa de seguridad.

Clinton asintiу.

—No olvidemos que Erika Berger es la amante de Mikael Blomkvist—dijo Sandberg, subrayando las palabras—. Estб casada y es infiel. Que ella tambiйn falleciera de repente darнa lugar a un sinfнn de especulaciones que no nos vendrнan mal.

Clinton y Nystrуm se intercambiaron las miradas. Sandberg tenнa un talento innato para crear cortinas de humo. Aprendiу rбpido. Pero tanto Clinton como Nystrуm tenнan sus dudas: Sandberg se mostraba demasiado despreocupado a la hora de decidir sobre la vida y la muerte. Eso no estaba bien. La medida extrema que constituнa un asesinato no era algo que se fuera a aplicar simplemente porque se presentara la oportunidad de hacerlo. No se trataba de una panacea universal, sino de una medida a la que tan sуlo se podнa recurrir cuando no existнan otras alternativas.

Clinton negу con la cabeza.

«Collateral damage», pensу. De pronto, sintiу asco de todo ese sucio trapicheo.

Despuйs de haber servido toda una vida a la naciуn, aquн estamos, como simples sicarios. Lo de Zalachenko era necesario. Lo de Bjцrck habнa sido... lamentable, pero Gullberg tenнa razуn: habrнa cedido a la presiуn. Lo de Blomkvist era... probablemente tambiйn necesario. Pero Erika Berger no era mбs que una espectadora inocente.

Mirу de reojo a Joсas Sandberg. Esperaba que el joven no se convirtiera en un psicуpata.

—їQuй es lo que saben los hermanos Nikolic?

—Nada. De nosotros, quiero decir. Yo soy el ъnico al que han visto, pero he usado otra identidad y es imposible que den conmigo. Creen que el asesinato tiene algo que ver con el traffickjng.

—їY quй pasarб con ellos despuйs del asesinato?

—Abandonarбn Suecia inmediatamente —dijo Nystrуm—. Lo mismo que ocurriу despuйs de lo de Bjцrck. Si luego resulta que la investigaciуn policial no da sus frutos, podrбn volver de forma discreta dentro de unas cuantas semanas.

—їY el plan?

—Modelo siciliano: se acercarбn sin mбs a Blomkvist, le vaciarбn el cargador y se irбn de allн. Asн de sencillo. —їArma?

—Tienen una automбtica. No sй de quй tipo. —Espero que no acribillen a todo el restaurante. —Tranquilo. Son profesionales y saben cуmo hacerlo. Pero si Berger estб en la misma mesa que Blomkvist... «Collateral damage.»

—Escucha —dijo Clinton—: es importante que Wadensjуу no se entere de que estamos implicados en esto. Sobre todo si resulta que Erika Berger se convierte en una de las vнctimas. Estб ya tan tenso que un dнa de йstos va a explotar. Me temo que vamos a tener que jubilarlo cuando todo esto acabe. Nystrуm asintiу.



  

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