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—Perdone, pero aъn no he formulado la pregunta —dijo Annika Giannini para, a continuaciуn, dirigirse de nuevo a Holger Palmgren:

—Holger, estбbamos hablando de que viste al jefe del doctor Teleborian, el mйdico jefe Caldin.

—Sн. Yo acababa de ser nombrado tutor de Lisbeth Salander. Todavнa no la conocнa; tan sуlo me habнa cruzado con ella un par de veces. Como a todos los demбs, me dio la impresiуn de que, psнquicamente, estaba muy enferma. Pero como iba a ser su tutor, deseaba informarme sobre su estado general de salud.

—їY quй te dijo el doctor Caldin?

—Pues que era la paciente del doctor Teleborian. El doctor Caldin no le habнa dedicado ninguna atenciуn especial; tan sуlo las habituales evaluaciones y cosas asн. Hasta pasado un aсo no empecй a hablar de cуmo rehabilitarla para volver a integrarla en la sociedad. Yo propuse una familia de acogida. No sй exactamente quй ocurriу en Sankt Stefan, pero, de repente, un dнa, cuando Lisbeth llevaba mбs de un aсo allн, el doctor Caldin empezу a interesarse por ella.

—їY cуmo se manifestу ese interйs?

—Me dio la sensaciуn de que йl hizo otra evaluaciуn distinta a la del doctor Teleborian. En una ocasiуn me contу que habнa decidido cambiar su tratamiento. No me di cuenta hasta mбs tarde de que se referнa a lo que aquн se ha venido llamando «inmovilizaciуn». Caldin decidiу, simplemente, que ella no fuera inmovilizada; que no habнa razones para hacerlo.

—Entonces, їse puso en contra del doctor Teleborian?

—Perdone, pero estб usted hablando de oнdas —objetу Ekstrцm.

—No —dijo Holger Palmgren—. No hablo de oнdas; le pedн que me redactara un escrito para ver cуmo se podrнa volver a integrar a Lisbeth Salander en la sociedad. Y el doctor Caldin me lo entregу. Todavнa lo conservo.

Le dio un papel a Annika Giannini.

—їPuedes contarnos lo que pone aquн?

—Es una carta del doctor Caldin dirigida a mн. Estб fechada en octubre de 1992, o sea, cuando Lisbeth Salander ya llevaba veinte meses en Sankt Stefan. En la carta el doctor Caldin escribe expresamente que (cito) «mi decisiуn de que no se inmovilice a la paciente ni se la alimente a la fuerza ha tenido tambiйn como resultado visible que ella estй tranquila. No hay necesidad de psicofбrmacos. Sin embargo, la paciente se muestra extremadamente cerrada y poco comunicativa, y necesita mбs medidas de apoyo». Fin de la cita.

—O sea, que deja bien patente que se trata de una decisiуn suya.

—Correcto. Tambiйn fue el doctor Caldin en persona el que tomу la decisiуn de que Lisbeth se integrara en la sociedad a travйs de una familia de acogida.

Lisbeth asintiу. Se acordaba del doctor Caldin de la misma manera que se acordaba de todos los detalles de su estancia en Sankt Stefan. Se habнa negado hablar con йl: era un loquero, otro mбs de la lista de batas blancas que querнan hurgar en sus sentimientos. Pero fue amable y bondadoso. Ella estuvo en su despacho y lo escuchу cuando йl le contу lo que opinaba de ella.

A Caldin pareciу dolerle cuando ella se negу a dirigirle la palabra. Al final, Lisbeth lo mirу a los ojos y le explicу su decisiуn:

—Jamбs hablarй contigo ni con ningъn otro loquero. No escuchбis lo que digo. Podйis tenerme encerrada aquн hasta el dнa en que me muera. No va a cambiar nada. No hablarй con vosotros.

Lleno de asombro, el doctor Caldin la mirу a los ojos. Luego asintiу con la cabeza como si se hubiese dado cuenta de algo.

—Doctor Teleborian... Constato que fue usted quien encerrу a Lisbeth Salander en una clнnica psiquiбtrica. Fue usted el que aportу al tribunal ese informe que constituyу la ъnica base para que se tomara esa decisiуn. їEs correcto?

—Es correcto en lo que se refiere a los hechos. Pero yo opino que...

—Luego tendrб tiempo de sobra para expresar su opiniуn. Cuando Lisbeth Salander estaba a punto de cumplir dieciocho aсos, usted volviу a intervenir en su vida e intentу de nuevo que la encerraran en una clнnica.

—En aquella ocasiуn no fui yo el que hizo la evaluaciуn mйdica forense...

—Cierto: el informe fue redactado por un tal doctor Jesper H. Lуderman, quien, casualmente, era uno de sus doctorandos por aquel entonces. Usted fue el director de su tesis; por lo tanto, que el informe fuese aprobado dependнa de usted.

—No hay nada que no fuera йtico ni correcto en esas evaluaciones. Se hicieron respetando todas las reglas del juego.

—Ahora Lisbeth Salander tiene veintisiete aсos y, por tercera vez, nos encontramos con que intenta convencer al tribunal de que ella estб psнquicamente enferma y de que debe ser ingresada en un centro psiquiбtrico.

El doctor Peter Teleborian inspirу profundamente. Annika Giannini venнa bien preparada; lo habнa sorprendido con una serie de insidiosas preguntas en las que habнa conseguido tergiversar sus respuestas. Ella, ademбs, no se habнa dejado seducir por sus encantos e ignorу por entero su autoridad. Йl estaba acostumbrado a que la gente asintiera de forma aprobatoria cuando hablaba.

ї Quй es lo que sabe?

Mirу de reojo al fiscal Ekstrцm, pero se percatу de que de йse era mejor no esperar ninguna ayuda. Tenнa que capear el temporal йl sуlito.

Se recordу a sн mismo que, a pesar de todo, йl era toda una autoridad.

Da igual lo que ella diga. Lo que cuenta es mi evaluaciуn.

Annika Giannini cogiу el informe psiquiбtrico forense de la mesa.

—Echemos un vistazo a su ъltimo informe. Dedica bastante energнa a analizar la vida espiritual de Lisbeth Salander. Una buena parte de este informe se ocupa de las interpretaciones que usted ha hecho sobre su persona, su comportamiento y sus hбbitos sexuales.

—Intentй ofrecer una visiуn general.

—Muy bien. Y partiendo de esa visiуn general llega usted a la conclusiуn de que Lisbeth Salander sufre de esquizofrenia paranoide.

—Bueno, no querнa ceсirme a un diagnуstico demasiado exacto.

—Pero usted no llegу a esa conclusiуn hablando con Lisbeth Salander, їa que no?

—Sabe usted muy bien que su dienta se niega a contestar cuando yo o cualquier otra autoridad intentamos hablar con ella. Ese comportamiento resulta, ya de por sн, bastante elocuente. Se puede interpretar como que los rasgos paranoicos de la paciente se manifiestan con tanta intensidad que es incapaz, literalmente, de llevar una sencilla conversaciуn con una persona de cierta autoridad. Piensa que todo el mundo quiere hacerle daсo y se siente tan amenazada que se encierra en su impenetrable caparazуn y se queda muda.

—Advierto que se expresa usted con sumo cuidado.

Ha dicho que ese comportamiento «se puede interpretar como...».

—Sн, es verdad: me expreso con prudencia. La psiquiatrнa no es una ciencia exacta y debo tener cuidado con mis conclusiones, si bien es cierto que los psiquiatras no hacemos suposiciones a la ligera.

—Tiene usted mucho cuidado en cubrirse las espaldas, cuando lo que sucede, en realidad, es que no ha intercambiado ni una sola palabra con mi dienta desde la noche en que cumpliу trece aсos, puesto que ella, con gran coherencia por su parte, se niega a hablar con usted.

—No sуlo conmigo. No es capaz de entablar una conversaciуn con ningъn psiquiatra.

—Eso significa, tal y como escribe usted aquн, que sus conclusiones se basan en su experiencia profesional y en la observaciуn de mi dienta.

—Correcto.

—їY quй conclusiones se pueden sacar observando a una chica que estб sentada y cruzada de brazos y que se niega a hablar?

Peter Teleborian suspirу y, con un gesto en su rostro, dio a entender que le resultaba muy cansado tener que explicar obviedades. Sonriу.

—De una paciente que permanece callada sуlo se puede sacar la conclusiуn de que se trata de una paciente que es buena en el arte de permanecer callada. Eso es, ya de por sн, un comportamiento perturbado, pero yo no baso mis conclusiones en eso.

—Esta tarde llamarй a declarar a otro psiquiatra. Se llama Svante Branden, es mйdico jefe de la Direcciуn Nacional de Medicina Forense y especialista en psiquiatrнa forense. їLo conoce usted?

Peter Teleborian volviу a sentirse seguro. Sonriу. Habнa dado por hecho que Giannini iba a llamar a otro psiquiatra para intentar cuestionar sus conclusiones. Era una situaciуn para la que ya venнa preparado; podrнa confrontar, palabra por palabra y sin ningъn tipo de problema, cada objeciуn que se le hiciera. Serнa incluso mбs fбcil tratar el tema con un compaсero de profesiуn en una distendida disputa entre colegas que con alguien como Annika Giannini, que no tenнa ninguna clase de inhibiciуn y que estaba dispuesta a burlarse de sus palabras.

—Sн. Es un psiquiatra forense de reconocido prestigio. Pero debe entender, seсora Giannini, que hacer una evaluaciуn de este tipo es un proceso acadйmico y cientнfico. Usted puede estar en desacuerdo con mis conclusiones, y hasta es posible que otro psiquiatra interprete un comportamiento o un acontecimiento de una manera distinta a como lo harнa yo. Se trata de diferentes puntos de vista o, tal vez, incluso, de hasta quй punto conoce un mйdico a su paciente. Quizб йl llegue a una conclusiуn completamente distinta sobre Lisbeth Salander. No serнa nada raro dentro de la psiquiatrнa.

—No lo he llamado para eso. No ha visto ni examinado a Lisbeth Salander y no va a sacar ninguna conclusiуn sobre su estado psнquico.

—Ah...

—Le he pedido que lea su informe y toda la documentaciуn que usted ha aportado sobre Lisbeth Salander y que le eche un vistazo al historial de los aсos en los que estuvo ingresada en Sankt Stefan. Le he pedido que haga una evaluaciуn, no sobre el estado de salud de mi dienta, sino sobre si, desde un punto de vista estrictamente cientнfico, las conclusiones a las que usted ha llegado se sostienen.

Peter Teleborian se encogiу de hombros.

—Con todos mis respetos... creo que tengo mejores conocimientos sobre Lisbeth Salander que ningъn otro psiquiatra del paнs. He seguido su evoluciуn desde que tenнa doce aсos y, por desgracia, mis conclusiones han sido siempre confirmadas por su comportamiento.

—Muy bien —-dijo Annika Giannini—. Entonces veamos esas conclusiones. Dice usted en su informe que el tratamiento se interrumpiу cuando ella tenнa quince aсos y fue destinada a una familia de acogida.

—Correcto. Fue un grave error. Si hubiйsemos podido terminar el tratamiento, quizб hoy no estarнamos aquн.

—їQuiere usted decir que si hubiese tenido posibilidad de mantenerla inmovilizada con correas un aсo mбs, tal vez se habrнa vuelto mбs dуcil?

—Йse ha sido un comentario de muy mal gusto.

—Le pido disculpas. Cita extensamente el informe que su doctorando, Jesper H. Lуderman, realizу cuando Lisbeth Salander estaba a punto de cumplir dieciocho aсos. Escribe usted que «el abuso de alcohol y drogas, asн como la promiscuidad a la que ella se ha entregado desde que saliу de Sankt Stefan, no hacen sino confirmar su comportamiento autodestructivo y antisocial». їA quй se refiere con eso?

Peter Teleborian permaneciу callado durante unos segundos.

—Bueno... dйjeme que haga memoria. Desde que se le dio el alta de Sankt Stefan, Lisbeth Salander tuvo, tal y como yo predije, problemas con el alcohol y las drogas. Fue detenida por la policнa en repetidas ocasiones. Ademбs, un informe de los servicios sociales determinу que mantenнa, sin ningъn tipo de control, relaciones sexuales con hombres mayores, y que era muy probable que se dedicara a la prostituciуn.

—Analicemos eso. Dice usted que abusaba del alcohol. їCon quй frecuencia se emborrachaba?

—їPerdуn?

—їEstaba borracha todos los dнas desde que saliу de Sankt Stefan y hasta que cumpliу los dieciocho aсos? їSe emborrachaba una vez por semana?

—Eso, como usted comprenderб, no lo sй.

—Pero ha dado por sentado que abusaba del alcohol...

—Era menor de edad y, en repetidas ocasiones, fue detenida en estado de embriaguez por la policнa.

—Es la segunda vez que comenta que fue detenida en repetidas ocasiones. їCuбntas veces ocurriу? їUna vez por semana... una vez cada dos semanas?...

—No, no tantas...

—Lisbeth Salander fue detenida por embriaguez en dos ocasiones cuando contaba, respectivamente, diecisйis y diecisiete aсos de edad. En una de ellas se encontraba tan borracha que la llevaron al hospital. Йsas son todas las «repetidas ocasiones» a las que usted se refiere. їEstuvo borracha algъn dнa mбs?

-—No lo sй, pero uno puede sospechar que su comportamiento. ..

—Perdone, їhe oнdo bien? No sabe si en toda su adolescencia estuvo ebria en mбs de dos ocasiones, pero sospecha que asн fue. Y, aun asн, se atreve a afirmar que Lisbeth Salander se encuentra en un cнrculo vicioso de alcohol y drogas.

—Bueno, йsas fueron las conclusiones de los servicios sociales. No las mнas. Se trataba de ver en su conjunto la situaciуn en la que Lisbeth Salander se encontraba. Como cabнa esperar, desde que se le interrumpiу el tratamiento y su vida se convirtiу en un cнrculo vicioso de alcohol, intervenciones policiales y una descontrolada promiscuidad, su pronуstico no resultaba nada alentador.

—їA quй se refiere con lo de «descontrolada promiscuidad» ?

—Sн... Es un tйrmino que indica que no tenнa control sobre su propia vida. Mantenнa relaciones sexuales con hombres mayores.

—Eso no es ilegal.

—No, pero es un comportamiento anormal para una chica de diecisйis aсos. De modo que nos podemos preguntar si mantenнa esas relaciones por su propia voluntad o si era coaccionada.

—Pero usted afirmу que era prostituta.

—Quizб fuera una consecuencia lуgica de su falta de formaciуn, de su incapacidad para asimilar las enseсanzas del colegio y, por lo tanto, de continuar con sus estudios, y de la dificultad para encontrar un trabajo. Es posible que viera a esos hombres mayores como figuras paternales y que las recompensas econуmicas por los servicios sexuales prestados las viera tan sуlo como una bonificaciуn extra. En cualquier caso, lo considero un comportamiento neurуtico.

—їQuiere decir que una chica de diecisйis aсos que mantiene relaciones sexuales es una neurуtica?

—Estб tergiversando mis palabras.

—Pero їno sabe si ella recibiу alguna vez una recompensa econуmica por sus servicios sexuales?

—Nunca la detuvieron por prostituciуn.

—Algo por lo que difнcilmente podrнan haberla detenido, ya que no constituye delito.

—Eh, sн; eso es verdad. Pero en su caso se trata de un compulsivo comportamiento neurуtico.

—Y partiendo de ese pobre material no ha dudado ni un instante en sacar la conclusiуn de que Lisbeth Salander es una enferma mental. Cuando yo tenнa diecisйis aсos cogн una cogorza de muerte bebiйndome media botella de vodka que le robй a mi padre. їQuiere eso decir que soy una enferma mental?

—No, claro que no.

—їNo es cierto que usted mismo, en Uppsala, cuando tenнa diecisiete aсos, estuvo en una fiesta en la que se emborrachу tanto que se fue con un grupo al centro y todos juntos se pusieron a romper cristales en una plaza? їY no es menos cierto que lo detuvo la policнa, lo metieron en el calabozo hasta que se le pasу la borrachera y luego le pusieron una multa?

Peter Teleborian pareciу quedarse perplejo.

—їA que sн?

—Sн... Uno hace tantas tonterнas cuando se tienen diecisiete aсos____Pero...

—Pero eso no le indujo a deducir que sufrнa una grave enfermedad mental, їverdad?

Peter Teleborian estaba irritado. Esa maldita... abogada tergiversaba constantemente sus palabras y se centraba en detalles insignificantes. Se negaba a ver el caso en su conjunto. Insertaba razonamientos por completo irrelevantes, como lo de que йl se habнa emborrachado... їCуmo diablos se habнa enterado ella de eso? Carraspeу y alzу la voz.

—Los informes de los servicios sociales resultaron inequнvocos y confirmaron en todo lo esencial que Lisbeth Salander llevaba una vida que giraba en torno al alcohol, las drogas y la promiscuidad. Los servicios sociales tambiйn dejaron claro que Lisbeth Salander era prostituta.

—No. Los servicios sociales nunca afirmaron que ella fuera prostituta.

—Fue detenida en...

—No. No fue detenida. La cachearon en una ocasiуn, cuando contaba diecisiete aсos, porque la sorprendieron en Tantolunden en compaснa de un hombre considerablemente mayor. Durante el mismo aсo fue detenida por embriaguez. En esa ocasiуn tambiйn se encontraba acompaсada de un hombre bastante mayor. Los servicios sociales temнan que quizб se dedicara a la prostituciуn. Pero nunca ha salido a la luz ninguna prueba que confirme esa sospecha.

»Tenнa una vida sexual muy libertina en la que mantenнa relaciones con una gran cantidad de personas, tanto chicos como chicas.

—En su informe —cito de la pбgina cuatro— usted se detiene en los hбbitos sexuales de Lisbeth Salander.

Sostiene que su relaciуn con su amiga Miriam Wu confirma los temores de que padeciera una psicopatнa sexual. їPodrнa ser mбs explнcito?

De repente Peter Teleborian se callу.

—Espero sinceramente que no piense defender que la homosexualidad es una enfermedad mental... Ese tipo de afirmaciones podrнa ser punible.

—No, claro que no. Me refiero a los ingredientes de sadismo sexual de su relaciуn.

—їQuiere decir que ella es sбdica?

—Yo...

—Tenemos la declaraciуn que la policнa le tomу a Miriam Wu. No existнa ninguna violencia en su relaciуn.

—Se dedicaban al sexo BDSM y...

—Ahora creo de verdad que se ha pasado leyendo los tabloides. En determinadas ocasiones Lisbeth Salander y su amiga Miriam Wu se entregaban a unos juegos sexuales en los que Miriam Wu ataba a mi dienta y la satisfacнa sexualmente. No es ni especialmente raro ni estб prohibido. їEs por eso por lo que quiere encerrar a mi dienta?

Peter Teleborian hizo un gesto de rechazo con la mano.

—Si me lo permite, le hablarй de mi vida personal: cuando estaba en el instituto me emborrachй varias veces. Con diecisйis aсos cogн una cogorza de campeonato. He probado las drogas. He fumado marihuana y en una ocasiуn, harб ya unos veinte aсos, tomй cocaнna. Perdн mi virginidad con un compaсero de clase cuando tenнa quince aсos, y, con veinte, tuve una relaciуn con un chico que me ataba las manos al cabecero de la cama. Con veintidуs aсos mantuve una relaciуn de varios meses con un hombre que tenнa cuarenta y siete... En otras palabras, їsoy una enferma mental?

—Seсora Giannini: estб usted frivolizando sobre el tema; sus experiencias sexuales son irrelevantes en este caso.

—-їPor quй? Cuando leo la evaluaciуn psiquiбtrica, por llamarla de alguna manera, que le hizo a Lisbeth Salander me encuentro con que, sacados de su contexto, todos los puntos encajan perfectamente conmigo. їPor quй estoy yo sana y Lisbeth Salander es una sбdica peligrosa?

-—No son йsos los detalles decisivos; usted no ha intentado matar a su padre en dos ocasiones...

—Doctor Teleborian: lo cierto es que no debe usted meterse en con quiйn se acuesta Lisbeth Salander; eso no es asunto suyo. Como tampoco lo es saber de quй sexo es su pareja o a quй prбcticas se entregan en sus relaciones sexuales. Pero, aun asн, saca usted de contexto detalles de su vida y los utiliza como pruebas de que ella es una enferma mental.

—La vida escolar de Lisbeth Salander, desde que estaba en primaria, se reduce a una serie de anotaciones en expedientes que hablan de violentos ataques de rabia contra profesores y compaсeros de clase.

—Un momento...

De pronto, la voz de Annika Giannini sonу como una rasqueta quitando la capa de hielo de los cristales del coche.

—Mire a mi dienta.

Todos dirigieron la mirada hacia Lisbeth Salander.

—Mi dienta se criу en unas circunstancias familiares terribles, con un padre que, sistemбticamente, durante aсos, sometiу a su madre a graves maltratos.

—Es...

—No me interrumpa. Alexander Zalachenko aterrorizaba a la madre de Lisbeth Salander. Ella no se atrevнa a protestar. No se atrevнa a ir al mйdico. No se atrevнa a contactar con un centro de acogida de mujeres. La fue destrozando poco a poco y al final la maltratу de forma tan brutal que sufriу daсos cerebrales irreparables. La persona que tuvo que asumir la responsabilidad, la ъnica persona que intentу asumir la responsabilidad de la familia, mucho antes de ni siquiera llegar a la pubertad, fue Lisbeth Salander. Y lo tuvo que hacer sola, ya que el espнa Zalachenko era mбs importante que la madre de Lisbeth.

—Yo no puedo...

—Nos encontramos, entonces, con que la sociedad abandona a la madre de Lisbeth y a sus hijas. їLe sorpren­de que Lisbeth tuviera problemas en el colegio? Mнrela. Es pequeсa y flaca. Siempre ha sido la chica mбs pequeсa de la clase. Era retraнda y rara y no tenнa amigos. їSabe usted cуmo suelen tratar los niсos a los compaсeros de clase que son diferentes?

Peter Teleborian suspirу.

—Puedo volver a mirar los expedientes del colegio y repasar, unos tras otro, los casos en los que Lisbeth dio muestras de violencia —dijo Annika Giannini—; todos ellos estuvieron precedidos por provocaciones. Reco­nozco muy bien las seсales del acoso escolar. їSabe usted una cosa?

—їQuй?

—Yo admiro a Lisbeth Salander. Ella es mбs dura que yo. Si a mн, con trece aсos, me hubieran inmovili­zado con correas durante un aсo, sin duda me habrнa de­rrumbado por completo. Lisbeth devolviу el golpe con la ъnica arma que tenнa a su disposiciуn: su desprecio hacia usted. Ella se niega a hablar con usted.

De repente Annika Giannini alzу la voz. Hacнa ya tiempo que su nerviosismo se habнa disipado. Ahora sen­tнa que controlaba la situaciуn.

—En la declaraciуn que hizo usted esta maсana in­sistiу bastante en sus fantasнas; dejу bien claro, por ejem­plo, que la descripciуn de Lisbeth sobre la violaciуn co­metida por el abogado Bjurman es una fantasнa.

—Correcto.

—їEn quй basa esa conclusiуn?

—En mi experiencia de cуmo ella suele fantasear.

—Su experiencia de cуmo ella suele fantasear... їY cуmo sabe usted cuбndo fantasea ella? Cuando ella dice que ha pasado trescientos ochenta dнas, con sus respecti­vas noches, inmovilizada con unas correas, їes, segъn su opiniуn, una fantasнa, a pesar de que su propio historial demuestre que su afirmaciуn es cierta?

—Eso es otra cosa. No existe ni el menor atisbo de prueba forense que demuestre que Bjurman violara a Lisbeth Salander. Quiero decir que unas agujas en los pezones y esa violencia tan grave de la que habla ha­brнan necesitado, sin duda, un traslado urgente en am­bulancia al hospital... Es obvio que eso no pudo haber tenido lugar.

Annika Giannini se dirigiу al juez Iversen.

—He pedido que se me facilitara un proyector para hacer una presentaciуn visual de un DVD...

—Ahн lo tiene —dijo Iversen.

—їPodemos correr las cortinas?

Annika Giannini abriу su PowerBook y conectу los cables del proyector. Se volviу hacia su dienta.

—Lisbeth, vamos a ver una pelнcula. їEstбs prepa­rada?

—Ya lo he vivido —dijo Lisbeth secamente. —їY me das tu consentimiento para que la enseсe? Lisbeth Salander asintiу. No hacнa mбs que mirar fi­jamente a Peter Teleborian.

—їPuedes contarnos cuбndo se grabу esta pelнcula? —El 7 de marzo de 2003. —їY quiйn la grabу?

—Yo. Usй una cбmara oculta, uno de esos equipos es­tбndar de Milton Security.

—ЎUn momento! —gritу el fiscal Ekstrуm—. ЎEsto empieza a parecer un circo!

—їQuй es lo que vamos a ver? —quiso saber el juez Iversen, empleando un tono severo.

—Peter Teleborian afirma que lo relatado por Lisbeth Salander es una fantasнa. Yo voy a demostrar, en cambio, con un documento grбfico, que es verdadero palabra por palabra. La pelнcula tiene noventa minutos; mostrarй tan sуlo ciertos pasajes. Advierto que contiene algunas escenas desagradables.

—їEs esto algъn tipo de truco? —preguntу Ekstrцm.

—Hay una buena manera de averiguarlo —respondiу Annika Giannini y metiу el DVD en el ordenador.

—Ni siquiera te enseсaron las horas en el colegio —dijo a modo de saludo el abogado Bjurman con desabrido tono.

Al cabo de nueve minutos, el juez Iversen golpeу la mesa con la maza justo en el momento en que el abogado Nils Bjurman quedaba inmortalizado para la posteridad al introducir violentamente un consolador en el ano de Lisbeth Salander. Annika Giannini habнa puesto el volumen bastante alto. Los gritos medio apagados que Lisbeth dejaba escapar a travйs de la cinta adhesiva que cubrнa su boca resonaron en toda la sala.

-—ЎQuite la pelнcula! —dijo Iversen con un tono de voz muy alto y firme.

Annika Giannini pulsу la tecla de stop. Se encendieron las luces. El juez Iversen se habнa sonrojado. El fiscal Ekstrцm se habнa quedado petrificado. Peter Teleborian estaba lнvido.

—Abogada Giannini, їquй duraciуn ha dicho que tiene esa pelнcula? —-preguntу el juez Iversen.

—Noventa minutos. La violaciуn propiamente dicha tuvo lugar repetidamente a lo largo de unas cinco o seis horas; no obstante, mi dienta recuerda de forma muy vaga la violencia de las ъltimas horas.

Annika Giannini se volviу hacia Peter Teleborian.

—Aunque sн estб la escena en la que Bjurman atraviesa el pezуn de mi dienta con una aguja y que el doctor Teleborian sostiene que es una muestra mбs de la exagerada fantasнa de Lisbeth Salander. Tiene lugar en el minuto setenta y dos y estoy dispuesta a mostrar esa escena ahora mismo.

—Gracias, pero no va a ser necesario —dijo Iversen—. Seсorita Salander...

Se quedу callado un segundo sin saber cуmo continuar.

—Seсorita Salander, їpor quй grabу usted esa pelнcula?

—Bjurman ya me habнa violado una vez, pero querнa mбs. En aquella primera ocasiуn el muy asqueroso me obligу a hacerle una mamada. Creн que me obligarнa a hacerle lo mismo una vez mбs, de modo que pensй que asн podrнa conseguir unas pruebas lo suficientemente buenas como para poder chantajearlo y mantenerlo alejado de mн. Lo juzguй mal.

—Pero teniendo una documentaciуn tan... tan convincente, їpor quй no puso una denuncia policial por grave violaciуn?

—Yo no hablo con policнas —contestу Lisbeth Salander con voz monуtona.

De repente, Holger Palmgren se levantу de la silla de ruedas. Se apoyу contra el borde de la mesa. Su voz sonу muy clara:

—Por principio, nuestra dienta no habla con policнas ni con ninguna otra autoridad estatal ni, sobre todo, con los psiquiatras. La razуn es muy sencilla: desde que era niсa intentу, una y otra vez, hablar con policнas, psicуlogos y las autoridades que fueran para explicar que su madre era maltratada por Alexander Zalachenko. En todas esas ocasiones fue castigada porque los funcionarios del Estado habнan decidido que Zalachenko era mбs importante que Salander.

Carraspeу y siguiу.

—Y cuando al final se dio cuenta de que nadie la escuchaba, la ъnica salida que le quedу para intentar salvar a su madre fue la de utilizar la violencia contra Zalachenko. Y entonces ese cabrуn que se llama a sн mismo doctor —seсalу con el dedo a Teleborian— redacta un falso informe psiquiбtrico que la declara mentalmente enferma y que le brinda la posibilidad de tenerla amarrada a una camilla de Sankt Stefan durante trescientos ochenta dнas. ЎQuй asco!

Palmgren se sentу. Iversen pareciу sorprenderse por el exabrupto que acababa de soltar Palmgren. Se dirigiу a Lisbeth Salander.

—Tal vez quiera usted descansar...

-—їPor quй? —preguntу Lisbeth.

—De acuerdo, prosigamos. Abogada Giannini: la pelнcula serб examinada. Quiero un informe tйcnico que certifique su autenticidad. Pero continuemos...

—Con mucho gusto. A mн tambiйn me resulta muy desagradable todo esto. Pero la verdad es que mi dienta ha sido vнctima de abuso fнsico, psicolуgico y judicial. Y la persona que mбs culpa tiene en todo esto es Peter Teleborian. Traicionу su juramento hipocrбtico y traicionу a su paciente. Junto con Gunnar Bjцrck, colaborador de un grupo ilegal de la policнa de seguridad, redactу un informe psiquiбtrico pericial con el propуsito de encerrar a una testigo difнcil. Creo que este caso debe de ser ъnico en la historia jurнdica sueca.

—Esas acusaciones son tremendas —dijo Peter Teleborian—. Yo he intentado ayudar a Lisbeth Salander de la mejor manera que he sabido. Ella intentу matar a su padre. Resulta obvio que algo le pasaba...

Annika Giannini lo interrumpiу.

-—Ahora me gustarнa atraer la atenciуn del tribunal con el segundo informe psiquiбtrico pericial que el doctor Teleborian realizу sobre mi dienta, el mismo informe que se ha presentado hoy en esta sala. Yo afirmo que es falso, al igual que la falsificaciуn de 1991. —ЎPero bueno, esto es...!

—Juez Iversen, їpuede pedirle al testigo que deje de interrumpirme?

—Seсor Teleborian...

—Ya me callo. Pero estas acusaciones son inauditas. No le extraсe que me indigne...

—-Seсor Teleborian, guarde silencio hasta que se le haga una pregunta. Prosiga, abogada Giannini.

—Este es el informe psiquiбtrico pericial que el doctor Teleborian le ha presentado al tribunal. Se basa en las llamadas observaciones que se le realizaron a mi dienta, las cuales tuvieron lugar, en teorнa, a partir del mismo momento en que la trasladaron a la prisiуn de Kronoberg, el 6 de junio, y hasta, supuestamente, el 5 de julio.



  

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