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PUTA 6 страница



La reuniуn no acabу hasta las siete y media. La pillaron completamente desprevenida cuando se abriу la puerta y saliу Hans Faste, seguido del doctor Peter Teleborian. A continuaciуn, un hombre mayor de pelo canoso al que Sonja Modig nunca habнa visto. En ъltimo lugar saliу el fiscal Richard Ekstrцm poniйndose una americana a la vez que apagaba la luz y cerraba la puerta con llave.

Sonja Modig sostuvo su mуvil frente a la rendija de la cortina e hizo dos fotos de baja resoluciуn de la gente que se encontraba frente a la puerta de Ekstrцm. Tardaron unos segundos en ponerse en marcha y recorrer el pasillo.

Contuvo el aliento cuando pasaron por la sala de reuniones donde ella se escondнa agachada. Cuando por fin oyу cerrarse la puerta de la escalera se percatу de que estaba envuelta en un sudor frнo. Se levantу con las rodillas temblando.

Bublanski llamу a Monica Figuerola poco despuйs de las ocho de la tarde.

—їQuerнas saber si Ekstrцm celebraba alguna reuniуn ?

—Sн —respondiу Monica Figuerola.

—Acaba de terminar. Se ha reunido con el doctor Peter Teleborian y mi ex colaborador, el inspector Hans Faste, asн como con una persona mayor a la que no conocemos.

—Un momento —le dijo Monica Figuerola para, a continuaciуn, tapar el auricular con la mano y volverse hacia los demбs—. Nuestra sospecha ha dado sus frutos. Teleborian ha ido directamente a ver al fiscal Ekstrцm.

—їSigues ahн?

—Perdуn. їHay alguna descripciуn de ese desconocido tercer hombre?

—Mejor. Te envнo una foto.

—їUna foto? ЎAnda, quй bien! Te debo un gran favor.

—Serнa mucho mejor que me dijeras quй estбis tramando.

—Ya te llamarй.

Permanecieron callados en torno a la mesa de reuniones durante un par de minutos.

—De acuerdo —acabу diciendo Edklinth—. Teleborian se reъne con la Secciуn y luego va directamente a ver al fiscal Ekstrцm. Darнa lo que fuera por saber de quй habrбn hablado.

—Tambiйn podrнas preguntбrmelo a mн —propuso Mikael Blomkvist.

Edklinth y Figuerola se quedaron mirбndolo.

—Se han reunido para darle el ъltimo retoque a la estrategia con la que pretenden noquear a Lisbeth Salander en el juicio que se celebrarб contra ella dentro de un mes.

Monica Figuerola lo contemplу. Luego hizo un lento gesto de asentimiento.

—Es una suposiciуn —dijo Edklinth—. A menos que tengas poderes paranormales.

—No es ninguna suposiciуn —replicу Mikael—. Se han visto para ultimar los detalles del informe psiquiбtrico forense sobre Salander. Teleborian acaba de terminarlo.

—No digas chorradas. Salander ni siquiera ha sido examinada.

Mikael Blomkvist se encogiу de hombros y abriу el maletнn de su ordenador.

—Ese tipo de nimiedades no suele detener a Teleborian. Aquн estб la ъltima versiуn del informe psiquiбtrico forense. Como podйis ver, estб fechada la misma semana en la que va a dar comienzo el juicio.

Edklinth y Figuerola se quedaron observando los documentos. Luego se intercambiaron las miradas y, acto seguido, miraron a Mikael Blomkvist.

—їY dуnde has conseguido este informe? —preguntу Edklinth.

—Sorry. Protecciуn de fuentes —dijo Mikael Blomkvist.

—Blomkvist... tenemos que poder fiarnos el uno del otro. Nos estбs ocultando informaciуn. їGuardas mбs sorpresas de este tipo?

—Sн, claro; tengo mis secretos. Al igual que estoy convencido de que tъ no me vas a dar carie blanche para que mire todo lo que tenйis aquн en la Sдpo. їA que no?

—No es lo mismo.

—Sн. Es exactamente lo mismo. Se trata de una colaboraciуn. Como tъ bien dices, tenemos que poder fiarnos el uno del otro. Yo no oculto nada que pueda contribuir a tu misiуn de investigar a la Secciуn e identificar los diferentes delitos que se han cometido. Ya te he entregado todo el material que demuestra que, en 1991, Teleborian cometiу un delito en colaboraciуn con Bjцrck, y te he contado que van a contratarlo para hacer lo mismo esta vez. Y aquн tienes el documento que lo demuestra.

—Pero guardas secretos.

—Por supuesto. Tъ eliges: o lo aceptas o se interrumpe esta colaboraciуn.

Monica Figuerola levantу un diplomбtico dedo.

—Perdona, pero їesto significa que el fiscal Ekstrцm trabaja para la Secciуn?

Mikael frunciу el ceсo.

—No lo sй. Mбs bien me da la sensaciуn de que se trata de un idiota ъtil del que la Secciуn se aprovecha. Es un trepa, pero yo lo veo honrado, aunque un poco tonto. En cambio, una fuente me ha comentado que se tragу prбcticamente todo lo que Teleborian contу sobre Lisbeth Salander en una presentaciуn que йste hizo cuando todavнa la estaban buscando.

—Vamos, que no hace falta gran cosa para manipularlo. їNo es eso?

—Exacto. Y Hans Faste es un idiota que piensa que Lisbeth Salander es una lesbiana satбnica.

Erika Berger estaba sola en su chalet de Saltsjуbaden. Se sentнa paralizada e incapaz de concentrarse en ningъn tipo de actividad ъtil. Se pasaba las horas esperando a que alguien la llamara para contarle que ya habнan colgado sus fotos en alguna pбgina web de Internet.

Se sorprendiу pensando una y otra vez en Lisbeth Salander, y se dio cuenta de que habнa depositado en ella vanas esperanzas. Salander se hallaba encerrada en Sahlgrenska. Tenнa prohibidas las visitas y ni siquiera podнa leer los periуdicos. Pero era una chica asombrosamente rica en recursos; a pesar de su aislamiento habнa podido contactar con Erika a travйs del ICQ y luego tambiйn por telйfono. Y dos aсos antes, ella sуlita consiguiу acabar con el imperio de Wennerstrцm y salvar a Millennium.

A las ocho de la tarde, Susanne Linder llamу a la puerta. Erika se sobresaltу como si alguien hubiese disparado una pistola dentro de la habitaciуn.

—Hola, Berger. Mнrala, ahн sentada en la penumbra con esa cara tan triste...

Erika asintiу y encendiу la luz.

—Hola. Voy a preparar un poco de cafй...

—No. Ya lo hago yo. їHay alguna novedad?

Bueno, Lisbeth Salander se ha puesto en contacto conmigo y ha tomado el control de mi ordenador. Y tambiйn me ha llamado para informarme de que Teleborian y alguien llamado Joсas se iban a reunir en la estaciуn central esta misma tarde.

—No. Nada nuevo —dijo—. Pero hay algo que me gustarнa consultarte. —Tъ dirбs...

—їCrees que existe alguna posibilidad de que no sea un stalker sino alguien de mi cнrculo de conocidos que quiere fastidiarme?

—їCuбl es la diferencia?

—Para mн un stalker es un individuo desconocido que se ha obsesionado conmigo. La otra variante serнa que fuera alguien que quiere vengarse de mн o arruinarme la vida por razones personales.

—Una idea interesante. їCуmo se te ha ocurrido?

—Es que... hoy he hablado con una persona sobre mi situaciуn. No puedo dar su nombre, pero era de la opiniуn de que las amenazas de un verdadero stalker serнan diferentes. Sobre todo porque un tipo asн nunca le habrнa escrito esos correos a Eva Carlsson, la de Cultura. Lo cierto es que no tiene ningъn sentido.

Susanne Linder asintiу lentamente con la cabeza.

—No le falta razуn. їSabes?, la verdad es que nunca he leнdo esos correos. їMe los dejas ver?

Erika sacу su laptop y lo puso sobre la mesa de la cocina.

Monica Figuerola escoltу a Mikael Blomkvist en su salida de la jefatura de policнa a eso de las diez de la noche. Se detuvieron en el mismo sitio del dнa anterior, en el parque de Kronoberg.

—Bueno, otra vez aquн. їPiensas salir corriendo para irte a trabajar o te apetece venir a mi casa y meterte en la cama conmigo?

—Bueno...

—Mikael, no te sientas presionada por mн. Si necesitas trabajar, adelante.

—Oye, Figuerola, eres muy pero que muy adictiva.

—Y a ti no te gustan las adicciones. їEs eso lo que quieres decir?

—No. No es eso. Pero esta noche hay una persona con la que tengo que hablar y me va a llevar un rato. Y seguro que antes de que termine tъ ya te habrбs dormido.

Ella asintiу.

—Ya nos veremos.

El le dio un beso en la mejilla y subiу hacia Fridhemsplan para coger el autobъs. —ЎBlomkvist! —gritу ella. —їQuй?

—Maсana tambiйn libro. Pбsate a desayunar si tienes tiempo.


Capнtulo 21

Sбbado, 4 de junio -Lunes, 6 de junio

 

Lisbeth Salander sintiу un cъmulo de malas vibraciones cuando le tocу el turno al jefe de Noticias Anders Holm. Tenнa cincuenta y ocho aсos, asн que en realidad quedaba fuera del grupo, pero de todas formas Lisbeth lo habнa incluido porque se habнa peleado con Erika Berger. Era un tipo que no hacнa mбs que tramar intrigas y enviar correos a diestro y siniestro para hablar de lo mal que alguien habнa hecho un trabajo.

Lisbeth constatу que a Holm le caнa mal Erika Berger y que dedicaba bastante espacio a realizar comentarios del tipo «ahora la tнa bruja ha dicho esto o ha hecho aquello». Cuando navegaba por la red se metнa exclusivamente en pбginas relacionadas con el trabajo. Si tenнa otros intereses, tal vez se entregara a ellos en su tiempo libre y en otro ordenador.

Lo guardу como candidato al papel de El boli venenoso, aunque no estaba muy convencida. Lisbeth meditу un rato sobre por quй no creнa que fuera йl y llegу a la conclusiуn de que Holm era tan borde que no necesitaba dar ese rodeo recurriendo a los correos anуnimos: si le apeteciera llamar puta a Erika Berger, se lo dirнa a la cara. Y no le pareciу de ese tipo de personas que se molestarнan en entrar sigilosamente en la vivienda de Erika Berger en plena noche.

Hacia las diez de la noche hizo una pausa, entrу en [La_Mesa_Chalada] y constatу que Mikael Blomkvist aъn no habнa vuelto. Se sintiу algo irritada y se preguntу quй andarнa haciendo y si le habrнa dado tiempo a llegar a la reuniуn de Teleborian.

Luego volviу al servidor del SMP.

Pasу al siguiente nombre, que era Claes Lundin, el secretario de redacciуn de deportes, de veintinueve aсos. Lisbeth acababa de abrir su correo cuando se detuvo y se mordiу el labio inferior. Dejу a Lundin y, en su lugar, se fue al correo electrуnico de Erika Berger.

Se centrу en los antiguos correos. Se trataba de una lista relativamente corta, ya que su cuenta habнa sido abierta el dos de mayo. Se iniciaba con una agenda de la maсana enviada por el secretario de redacciуn Peter Fredriksson. A lo largo de ese primer dнa, varias personas le habнan mandado a Erika mensajes de bienvenida.

Lisbeth leyу detenidamente cada uno de los mails recibidos por Erika Berger. Advirtiу que, ya desde el principio, subyacнa un tono hostil en la correspondencia mantenida con el jefe de Noticias Anders Holm. No parecнan estar de acuerdo en nada, y Lisbeth constatу que Holm le complicaba la vida enviбndole hasta dos y tres correos sobre temas que eran verdaderas nimiedades.

Pasу por alto la publicidad, el spam y las agendas puramente informativas. Se concentrу en todo tipo de correspondencia personal. Leyу cбlculos presupuestarios internos, los resultados del departamento de publicidad y marketing y una correspondencia mantenida con el jefe de economнa, Christer Sellberg, que se prolongу durante una semana entera y que mбs bien se podrнa describir como una tormentosa pelea sobre la reducciуn de personal. Habнa recibido tambiйn irritantes correos del jefe de la redacciуn de asuntos jurнdicos acerca de un sustituto llamado Johannes Frisk al que Erika Berger, al parecer, habнa puesto a trabajar en algъn reportaje que no gustaba. Exceptuando los primeros mensajes de bienvenida, ninguno de los correos provenientes de los distintos jefes de departamento resultaba agradable: ni uno solo de ellos veнa nada positivo en los argumentos o en las propuestas de Erika.

Al cabo de un rato, Lisbeth volviу al principio e hizo un cбlculo estadнstico. Constatу que de todos los jefes del SMP que Erika tenнa a su alrededor, sуlo habнa cuatro que no se dedicaban a minar su posiciуn: el secretario de redacciуn Peter Fredriksson, el jefe de la secciуn de Opiniуn Gunnar Magnusson, el jefe de Cultura Sebastian Strandlund y, por ъltimo, Borgsjу, el presidente de la junta directiva.

їNo habнan oнdo hablar de las mujeres en el SMP? Todos los jefes son hombres.

La persona con quien Erika tenнa menos que ver era con el jefe de cultura, Sebastian Strandlund. Durante todo el tiempo que Erika llevaba trabajando allн sуlo habнa intercambiado dos correos con йl. Los mбs amables y los mбs manifiestamente simpбticos procedнan de Magnusson, el redactor de las pбginas de Opiniуn. Borgsjу era parco en palabras y arisco. Todos los demбs jefes se dedicaban al tiro encubierto de forma mбs o menos abierta.

їPara quй cono se les ha ocurrido a estos tнos contratar a Erika Berger si luego resulta que lo ъnico que quieren hacer con ella es destrozarla por completo?

La persona con la que parecнa tener mбs relaciуn era el secretario de redacciуn Peter Fredriksson. La acompaсaba a las reuniones como si fuera su sombra; preparaba la agenda con ella, la ponнa al corriente sobre distintos textos y problemas, y, en general, hacнa girar los engranajes de toda aquella maquinaria.

Fredriksson intercambiaba a diario una docena de correos con Erika.

Lisbeth agrupу todos los correos de Peter Fredriksson dirigidos a Erika y los leyу uno por uno. En mбs de una ocasiуn ponнa alguna objeciуn a una decisiуn tomada por Erika. El le presentaba sus argumentos. Erika Berger parecнa tener confianza en йl, ya que a menudo modificaba sus decisiones o aceptaba por completo los razonamientos de Fredriksson. Nunca se mostrу hostil. En cambio, no existнa ni el mбs mнnimo indicio de que tuviera una relaciуn personal con Erika.

Lisbeth cerrу el correo de Erika Berger y meditу un breve instante.

Abriу la cuenta de Peter Fredriksson.

Plague llevaba toda la tarde mangoneando sin demasiado йxito en los ordenadores de casa de diversos colaboradores del SMP. Habнa conseguido meterse en el del jefe de Noticias Anders Holm, ya que йste tenнa una lнnea abierta de forma permanente con el ordenador de la redacciуn para poder entrar en cualquier momento y enmendar algъn texto. El ordenador privado de Holm era uno de los mбs aburridos que Plague habнa pirateado en toda su vida. Sin embargo, habнa fracasado con el resto de los dieciocho nombres de la lista que le habнa proporcionado Lisbeth Salander. Una de las razones de ese fracaso era el hecho de que ninguna de las personas a cuyas puertas llamу estaba conectada a Internet esa tarde de sбbado. Habнa empezado a cansarse un poco de esa misiуn imposible cuando Lisbeth Salander le hizo clin a las diez y media de la noche. —їQuй?

—Peter Fredriksson. —De acuerdo.

—Pasa de todos los demбs. Cйntrate en йl.

—їPor quй?

—Un presentimiento.

—Eso me va a llevar tiempo.

—Hay un atajo: Fredriksson es secretario de redacciуn y trabaja con un programa que se llama Integrator para poder controlar su ordenador del SMP desde casa. —No sй nada de Integrator.

—Un pequeсo programa que apareciу hace unos aсos. Ahora estб completamente anticuado. Integrator tiene un bug. Estб en el archivo de Hacker Rep. En teorнa puedes invertir el programa y entrar en su ordenador de casa desde el trabajo.

Plague suspirу: la que un dнa fuera su alumna estaba mбs puesta que йl.

—Vale. Lo intentarй.

—Si encuentras algo, dбselo a Mikael Blomkvist si yo ya no estoy conectada.

Mikael Blomkvist habнa vuelto al piso de Lisbeth Salander de Mosebacke poco antes de las doce. Estaba cansado y empezу dбndose una ducha y poniendo la cafetera elйctrica. Luego abriу el ordenador de Lisbeth Salander e hizo clin en su ICQ.

—Ya era hora.

—Sorry.

—їDуnde has estado metido todo este tiempo? —En la cama con una agente secreto. Y cazando a Joсas.

—їLlegaste a la reuniуn?

—Sн. ї ї їAvisaste tъ a Erika???

—Era la ъnica manera de contactar contigo.

—Muy lista.

—Maсana me meterбn en el calabozo. —Ya lo sй.

—Plague te ayudarб con la red. —-Estupendo.

—Entonces ya no queda mбs que el final.

Mikael asintiу para sн mismo.

—Sally... Vamos a hacer lo que hay que hacer.

—Ya lo sй. Eres muy previsible. —Y tъ un encanto, como siempre. —їHay algo mбs que deba saber? —No.

—En ese caso, todavнa me queda un poco de trabajo en la red.

—Vale. Que lo pases bien.

Susanne Linder se despertу sobresaltada por un pitido de su auricular de botуn. Alguien habнa hecho saltar la alarma que ella misma habнa colocado en la planta baja del chalet de Erika Berger. Se apoyу en el codo y vio que eran las 5.23 de la maсana del domingo. Se levantу sigilosamente de la cama y se puso unos vaqueros, una camiseta y unas zapatillas de deporte. Se metiу el bote de gas lacrimуgeno en el bolsillo trasero y se llevу la porra telescуpica consigo.

En silencio, pasу ante la puerta del dormitorio de Erika Berger y vio que estaba cerrada, lo que significaba que la llave seguнa echada.

Luego se detuvo en la escalera y se quedу escuchando. De pronto, oyу un ligero clic en la planta baja seguido de un movimiento. Bajу muy despacio las escaleras y volviу a detenerse en la entrada aguzando el oнdo.

En ese momento, alguien arrastrу una silla en la cocina. Sostuvo firmemente la porra con la mano y, silenciosa, se acercу hasta la puerta de la cocina, donde vio a un hombre calvo y con barba de un par de dнas sentado la mesa con un vaso de zumo de naranja y leyendo el SMP. Advirtiу su presencia y levantу la mirada.

—їY tъ quiйn diablos eres? —preguntу el hombre.

Susanne Linder se relajу y se apoyу en el marco de la puerta.

—Greger Backman, supongo... Hola. Me llamo Susanne Linder.

—Aja. їMe vas a dar un porrazo en la cabeza o quieres un vaso de zumo?

—Con mucho gusto —dijo Susanne, dejando la porra—. El zumo, quiero decir...

Greger Backman se estirу para coger un vaso del fregadero y se lo sirviу de un tetrabri\.

—Trabajo para Milton Security —dijo Susanne Linder—. Creo que es mejor que tu esposa te explique el porquй de mi presencia.

Greger Backman se levantу.

—їLe ha pasado algo a Erika?

—Tranquilo, estб bien. Pero ha tenido unos problemillas. Te hemos estado buscando en Parнs.

—їParнs? ЎPero si he estado en Helsinki, joder!

—їAh, sн? Perdona, pero tu mujer pensaba que se trataba de Parнs.

—Eso es el mes que viene.

Greger se levantу y se dispuso a salir de la cocina. —La puerta del dormitorio estб cerrada con llave. Necesitas un cуdigo para abrirla —dijo Susanne Linden —їUn cуdigo?

Le dio las tres cifras que debнa marcar. Greger subiу corriendo por la escalera hasta la planta superior. Susanne Linder alargу la mano y cogiу el SMP de la mesa.

A las diez de la maсana del domingo, el doctor Anders Jonasson entrу a ver a Lisbeth Salander.

—Hola, Lisbeth.

—Hola.

—Sуlo querнa advertirte de que la policнa vendrб a la hora de comer.

—Vale.

—No pareces muy preocupada. —No.

—Tengo un regalo para ti.

—їUn regalo? їPorquй?

—Has sido uno de los pacientes que mбs me ha entretenido en mucho tiempo.

—їAh sн? —dijo Lisbeth Salander con suspicacia.

—Tengo entendido que te interesa el ADN y la genйtica.

—їQuiйn se ha chivado? Supongo que esa tнa, la psicуloga.

Anders Jonasson asintiу.

—Si te aburres en la prisiуn... йste es el ъltimo grito en la investigaciуn del ADN.

Le dio un un tocho titulado Spirals: mysteries ofDNA, escrito por Yoghito Takamura, un catedrбtico de la Universidad de Tokio. Lisbeth Salander abriу el libro y estudiу el нndice del contenido.

—Guay —dijo.

—Serнa interesante saber alguna vez a quй se debe que estйs leyendo a investigadores a los que ni siquiera yo entiendo.

En cuanto Anders Jonasson abandonу la habitaciуn, Lisbeth sacу el ordenador de mano. Un ъltimo esfuerzo. Gracias al departamento de recursos humanos del SMP, Lisbeth se enterу de que Peter Fredriksson llevaba seis aсos trabajando allн. Durante esa йpoca habнa estado de baja durante dos largos perнodos: dos meses en 2003 y tres meses en 2004. Consultando los expedientes personales, Lisbeth averiguу que en ambas ocasiones se habнa debido a estrйs. En una de ellas, el predecesor de Erika Berger, Hбkan Morander, habнa cuestionado si Fredriksson podrнa seguir ocupando el cargo de secretario de redacciуn.

Palabras. Palabras. Palabras. Nada concreto. A las dos menos cuarto, Plague le hizo clin. —їQuй?

—їSigues en Sahlgrenska? —їTъ quй crees?

—Es йl.

—їEstбs seguro?

—Entrу en el ordenador del trabajo desde el de casa hace media hora. Aprovechй la ocasiуn y me metн en su ordenador de casa. Tiene escaneadas unas fotos de Erika Berger en el disco duro.

—Gracias.

—Estб bastante buena. —ЎPlague!

—Ya lo sй. Bueno, їquй hago?

—їHa colgado las fotos en la red?

—Por lo que he visto no.

—їPuedes minar su ordenador?

—Eso ya estб hecho. Si intenta enviar fotos por correo o colgar en la red algo que pase de veinte kilobytes, petarб el disco duro.

—Muy bien.

—Querнa irme a dormir. їTe las arreglas sola? —Como siempre.

Lisbeth se desconectу del ICQ. Mirу el reloj y se dio cuenta de que pronto serнa la hora de comer. Se apresurу en redactar un mensaje que dirigiу al foro de Yahoo [La_Mesa_Chalada]:

Mikael. Importante. Llama ahora mismo a Erika Berger y dile que Peter Fredriksson es El boli venenoso.

En el mismo instante en que enviу el mensaje oyу movimiento en el pasillo. Levantу su Palm Tungsten T3y besу la pantalla. Luego lo apagу y lo colocу en el hueco de detrбs de la mesilla.

—Hola, Lisbeth —dijo su abogada Annika Giannini desde la puerta.

—Hola.

—La policнa te vendrб a buscar dentro de un rato. Te he traнdo ropa. Espero que sea de tu talla.

Con cierto reparo, Lisbeth le echу un vistazo a una selecciуn de pulcros pantalones oscuros y de blusas claras.

Fueron dos uniformadas agentes de la policнa de Gotemburgo las que vinieron a buscar a Lisbeth Salander. Su abogada tambiйn la iba a acompaсar a la prisiуn.

Cuando salieron de su habitaciуn y pasaron por el pasillo, Lisbeth reparу en que varios empleados la observaron con curiosidad. Con un movimiento de cabeza, los saludу amablemente y alguno que otro le devolviу el saludo con la mano. Por pura casualidad, Anders Jonasson se encontraba en la recepciуn. Se miraron y se saludaron con la cabeza. Aъn no habнan doblado la esquina cuando Lisbeth advirtiу que Anders Jonasson ya se estaba dirigiendo a su habitaciуn.

Lisbeth Salander no pronunciу palabra alguna ni cuando las agentes vinieron a buscarla ni tampoco durante su traslado.

Mikael Blomkvist cerrу su iBook y dejу de trabajar a las siete de la maсana del domingo. Se quedу sentado un rato ante el escritorio de Lisbeth Salander mirando fijamente al vacнo.

Luego entrу en el dormitorio y se puso a contemplar la enorme cama de matrimonio. Al cabo de un rato volviу al despacho, abriу el mуvil y llamу a Monica Figuerola.

—Hola. Soy Mikael.

—Hombre. їYa estбs levantado?

—Acabo de terminar de trabajar y me voy a acostar. Sуlo querнa saludarte.

—Cuando un hombre llama tan sуlo para saludar es porque tiene alguna otra cosa en mente.

Mikael se riу.

—Blomkvist, si quieres puedes venirte a dormir aquн.

—-Voy a ser una compaснa muy aburrida.

—Ya me acostumbrarй.

Cogiу un taxi hasta Pionjбrgatan.

Erika Berger pasу el domingo en la cama con Greger Backman. Estuvieron charlando y medio durmiendo. Por la tarde se vistieron y dieron un largo paseo hasta el muelle del barco de vapor y luego una vuelta por el pueblo.

—Lo del SMP ha sido un error —dijo Erika Berger cuando llegaron a casa.

—No digas eso. Ahora es duro, pero eso ya lo sabнas. Cuando le hayas cogido el ritmo todo te parecerб mбs llevadero.

—No es por el trabajo; me las arreglo bien. Es por la actitud.

-Mmm.

—No estoy a gusto. Pero no puedo dimitir a las pocas semanas de haber entrado.

Abatida, se sentу a la mesa de la cocina y mirу apбticamente al vacнo. Greger Backman nunca la habнa visto tan resignada.

El inspector Hans Faste vio por primera vez a Lisbeth Salander a las doce y media del domingo, cuando una policнa de Gotemburgo la llevу al despacho de Marcus Erнander.

—ЎJoder, lo que nos ha costado dar contigo! —le soltу Hans Faste.

Lisbeth Salander se lo quedу mirando un largo rato y concluyу que era idiota y que no iba a dedicar muchos segundos a preocuparse por su existencia.

—La inspectora Gunilla Wбring os acompaсarб hasta Estocolmo —dijo Erнander.

—Bueno —apremiу Faste—. Vamonos ya. Hay unas cuantas personas que quieren hablar seriamente contigo, Salander.

Erlander se despidiу de Lisbeth Salander. Ella lo ignorу.

Para mayor comodidad, habнan decidido trasladar a la prisionera en coche hasta Estocolmo. Gunilla Waring conducнa. Hans Faste iba sentado en el asiento del copiloto y se pasу los primeros momentos del viaje con la cabeza vuelta hacia atrбs intentando hablar con Lisbeth Salander. A la altura de Alingsеs ya habнa empezado a sentir tortнcolis y desistiу.

Lisbeth Salander contemplaba el paisaje por la ventanilla lateral. Era como si Faste no existiera en su mundo.

«Teleborian tiene razуn. Esta tнa es retrasada, joder —pensу Hans Faste—. Ya verб cuando lleguemos a Estocolmo.»

A intervalos regulares, mirу de reojo a Lisbeth Salander e intentу hacerse una idea de la mujer que llevaba tanto tiempo persiguiendo. Hasta йl tuvo sus dudas al ver a esa chica flaca. Se preguntу cuбnto pesarнa. Se recordу a sн mismo que era lesbiana y, por lo tanto, no una mujer de verdad.

En cambio, puede que eso del satanismo fuera una exageraciуn. No daba la impresiуn de ser muy satбnica.

Irуnicamente, se dio cuenta de que habrнa preferido mil veces mбs haberla arrestado por los tres asesinatos por los que la buscaron en un principio, pues una chica flaca tambiйn puede usar una pistola, pero la realidad habнa acabado imponiйndose en esa investigaciуn. Ahora estaba detenida por maltratar gravemente a los jefes supremos de Svavelsjц MC, un delito del que ella, sin duda, era culpable y del que —-en el caso de que negara su culpabilidad— tambiйn existнan pruebas tйcnicas.

Monica Figuerola despertу a Mikael Blomkvist a eso de la una del mediodнa. Ella habнa estado sentada en el balcуn terminando el libro sobre el deнsmo de la Antigьedad mientras Mikael roncaba en el dormitorio; habнa tenido un placentero momento de paz. Cuando entrу y lo mirу fue consciente de que Mikael la atraнa mбs de lo que lo habнa hecho ningъn otro hombre en muchos aсos.

Era una sensaciуn agradable pero inquietante. Mikael Blomkvist no le parecнa un elemento estable en su vida.

Cuando йl se despertу, bajaron a Norr Mбlarstrand a tomar cafй. Luego ella se lo llevу a casa e hizo el amor con йl hasta bien entrada la tarde. Mikael la dejу a eso de las siete de la tarde. Ella ya empezу a echarlo de menos desde el mismo instante en el que йl le dio un beso en la mejilla y cerrу la puerta.

A eso de las ocho de la tarde del domingo, Susanne Linder llamу a la puerta de la casa de Erika Berger. No iba a pasar la noche en el chalet, ya que Greger Backman habнa vuelto, asн que la visita no tenнa nada que ver con el trabajo. Durante las largas conversaciones que mantuvieron en la cocina, las noches que Susanne estuvo en casa de Erika, llegaron a intimar bastante. Susanne Linder habнa descubierto que Erika le caнa bien, y veнa a una mujer desesperada que se disfrazaba para ir impasible al trabajo, pero que, en realidad, no era mбs que un nudo de angustia andante.

Susanne Linder sospechaba que esa angustia no sуlo tenнa que ver con El boli venenoso. Pero ella no era psicуloga, y ni la vida ni los problemas vitales de Erika Berger eran asunto suyo. Asн que cogiу el coche y se acercу a casa de Berger tan sуlo para saludarla y preguntarle cуmo se encontraba. Ella y su marido se hallaban en la cocina, callados y bajos de бnimo. Daban la impresiуn de haber pasado el domingo hablando de cosas serias.

Greger Backman preparу cafй. Susanne Linder sуlo llevaba un par de minutos en la casa cuando el mуvil de Erika empezу a sonar.

A lo largo del dнa, Erika Berger habнa contestado a todas las llamadas con una creciente sensaciуn de inminente cataclismo.

—Berger.

—Hola, Ricky.

Mikael Blomkvist. Mierda. No le he contado que la carpeta de Borgsjу ha desaparecido. —Hola, Micke.

—Ya han trasladado a Lisbeth Salander a la prisiуn de Gotemburgo y maсana se la llevarбn a Estocolmo. —Vaya...

—Te ha mandado un... un mensaje.

—їAh sн?

—Es muy crнptico.

—їQuй?

—Dice que El boli venenoso es Peter Fredriksson.

Erika Berger permaneciу callada durante diez segundos, mientras un cъmulo de pensamientos irrumpнa en su cabeza. Imposible. Peter no es asн. Salander tiene que haberse equivocado.

—їAlgo mбs?

—No. Eso es todo. їSabes quй ha querido decir? —Sн.



  

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