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Segunda parte 5 страница



—Lo primero que hice cuando empecй fue decirte que tenнa un especial interйs por todo lo relacionado con Lisbeth Salander. Te manifestй mi deseo de ser informada con antelaciуn de todos los artнculos previstos y te dije que querнa echarle un vistazo y dar mi visto bueno a todo lo que fuera a ser publicado. Y eso te lo he recordado por lo menos una docena de veces, la ъltima en la reuniуn del viernes pasado. їQuй parte de las instrucciones es la que no entiendes?

—Todos los textos programados o en vнas de producciуn se encuentran en la agenda de la intranet. Se te envнan siempre a tu ordenador. Estбs informada en todo momento.

—Y una mierda. Cuando esta maсana cogн el SMP de mi buzуn me encontrй con un artнculo a tres columnas sobre Salander y el desarrollo del asunto en torno a Stallarholmen publicado en el mejor espacio posible de Noticias nacionales.

—Sн, el texto de Margareta Orring. Ella esfreelance y no me lo dejу hasta las siete de la tarde.

—Margareta Orring llamу para proponer su artнculo a las once de la maсana de ayer. Tъ lo aprobaste y le encargaste el texto a las once y media. Y en la reuniуn de las dos de la tarde tъ no dijiste ni una palabra al respecto.

—Estб en la agenda del dнa.

—ї Ah, sн? Escucha lo que pone en la agenda del dнa: «Margareta Orring, entrevista con la fiscal Martina Fransson. Ref: confiscaciуn de droga en Sцdertдlje».

—Sн, claro, la idea original era una entrevista con Martina Fransson referente a una confiscaciуn de esteroides anabolizantes en la que se detiene a xinprospect de Svavelsjц MC.

—Exacto. Pero en la agenda del dнa no se dice ni una palabra sobre Svavelsjц MC ni que la entrevista se fuera a centrar en Magge Lundin y Stallarholmen y, por consiguiente, en la investigaciуn sobre Lisbeth Salander.

—-Supongo que eso saldrнa durante la entrevista...

—Anders, no entiendo por quй, pero me estбs mintiendo ante mis propias narices. He hablado con Margareta Orring. Te explicу claramente en quй se iba a centrar su entrevista.

—Lo siento; supongo que no me quedу claro que se fuera a centrar en Salander. Y, ademбs, me lo entregу muy tarde. їQuй querнas que hiciera? їAnularlo todo? La entrevista de Orring era muy buena.

—En eso estamos de acuerdo. El texto es excelente. Pero ya llevas tres mentiras en mбs o menos el mismo nъmero de minutos. Porque Orring lo dejу a las tres y veinte, o sea, mucho antes de que yo me fuera a casa a eso de las seis.

—Berger, no me gusta tu tono.

—ЎQuй bien! Porque, para tu informaciуn, te dirй que a mн no me gustan ni tu tono ni tus excusas ni tus mentiras.

—Me da la sensaciуn de que piensas que estoy maquinando alguna conspiraciуn contra ti.

—Sigues sin contestar a mi pregunta. Y otra cosa: este texto de Johannes Frisk ha aparecido sobre mi mesa. No recuerdo que hayamos hablado de ello en la reuniуn de las 14.00. їCуmo es posible que uno de nuestros reporteros se haya pasado todo el dнa trabajando sobre Salander sin que yo estй al corriente? johannes Frisk se rebullу en su asiento. Sin embargo, se quedу inteligentemente callado.

—Bueno... hacemos un periуdico y debe de haber cientos de textos que tъ no conozcas. En el SMP hay unos hбbitos a los que debemos adaptarnos todos. No tengo ni el tiempo ni la posibilidad de ocuparme de unos determinados textos de un modo especial.

—No te he pedido que trates ningъn texto de un modo especial. Te he exigido que, en primer lugar, me informes de todo lo relacionado con el caso Salander y luego que yo dй mi visto bueno a todo lo que se publica sobre el tema. En fin, una vez mбs: їquй parte de esas instrucciones es la que no entiendes?

Anders Holm suspirу y dejу ver un rostro un atormentado.

—De acuerdo —dijo Erika Berger—. Me expresarй con mбs claridad; no tengo la intenciуn de estar discutiendo continuamente contigo. A ver si entiendes este mensaje: si esto se repite una vez mбs, te destituirй del puesto de jefe de Noticias. Serб muy sonado y se armarб un revuelo de mil demonios, pero luego se calmarб y tъ acabarбs editando la pбgina de Familia, la de Humor o algo por el estilo. No quiero tener un jefe de Noticias en el que no confнo, que no estб dispuesto a colaborar y que, ademбs, se dedica a minar mis decisiones. їLo has entendido?

Anders Holm hizo un gesto con las manos que insinuaba que las amenazas de Erika Berger eran absurdas. —їLo has entendido? їSн o no? —Te estoy escuchando.

—Y yo te he preguntado si lo has entendido. їSн o no?

—-Crees realmente que vas a salirte con la tuya... Si este periуdico sale cada dнa es porque yo, y otras piezas indispensables de esta mбquina, nos matamos trabajando. La junta directiva va a...

—-La junta harб lo que yo diga. Estoy aquн para darle un nuevo aire al periуdico. Tengo una misiуn detalladamente formulada que hemos negociado y que me da derecho a introducir importantes cambios por lo que a los jefes de redacciуn se refiere. Puedo deshacerme de la carroсa y reclutar sangre nueva de fuera si asн lo deseo. Y te voy a decir una cosa, Holm: cuantos mбs dнas pasan, mбs carroсa me pareces.

Erika se callу. Su mirada se cruzу con la de Anders Holm. Parecнa furioso.

—Eso es todo —dijo Erika Berger—. Te sugiero que reflexiones sobre lo que te acabo de decir.

—No pienso...

—Tъ verбs. Eso es todo. Ahora vete.

Se dio la vuelta y saliу del cubo de cristal. Ella lo vio atravesar el inmenso mar que era la redacciуn y desaparecer en direcciуn a la sala de cafй. Johannes Frisk se levantу e hizo amago de seguirle los pasos.

—Tъ no, Johannes. Quйdate. Siйntate.

Sacу su texto y le echу nuevamente un vistazo.

—Tengo entendido que estбs haciendo una suplencia. —Sн. Llevo cinco meses aquн y йsta es la ъltima semana.

—їCuбntos aсos tienes? —Veintisiete.

—Lamento que hayas tenido que presenciar esta batalla entre Holm y yo. Cuйntame la historia de tu artнculo.

—Esta maсana me dieron un soplo y se lo comentй a Holm. Me dijo que continuara con la historia.

—Vale. Hablas de que la policнa estб investigando si Lisbeth Salander se ha visto implicada en la venta de esferoides anabolizantes. їTiene esto alguna relaciуn con el texto de ayer de Sцdertдlje donde tambiйn aparece el tema de los esteroides?

—Que yo sepa no, pero es posible. Esta historia de los esteroides tiene que ver con la relaciуn de Salander con los boxeadores: Paolo Roberto y sus amigos.

—їPaolo Roberto toma anabolizantes?

—їQuй?... No, claro que no. Se trata mбs bien del mundo del boxeo. Salander suele entrenarse con una serie de oscuros personajes de un club de Sуdermalm. Pero bueno, йse es el enfoque de la policнa; no el mнo. De ahн habrб surgido la sospecha de que ella podrнa estar implicada en la venta de anabolizantes.

—їDe modo que en lo ъnico que se apoya la historia es en un rumor?

—El hecho de que la policнa estй investigando esa posibilidad no es un rumor, es algo cierto. Ahora bien, no tengo ni idea de si se equivocan o no...

—De acuerdo, Johannes. Entonces quiero que sepas que lo que te estoy diciendo ahora no tiene nada que ver con mi relaciуn con Anders Holm. Creo que eres un excelente periodista. Escribes bien y tienes muy buen ojo para los detalles. En resumen: que йsta es una buena historia. Mi ъnico problema es que no me la creo.

—Te puedo asegurar que es ciento por ciento verdadera.

—Pues yo voy a explicarte por quй hay un error fundamental en el artнculo. їQuiйn te dio el soplo? —Una fuente policial. —їQuiйn?

Johannes Frisk dudу. Era una reacciуn automбtica. Al igual que todos los demбs periodistas del mundo, se mostraba reacio a revelar el nombre de su fuente. Pero, por otra parte, Erika Berger era la redactora jefe y, por consiguiente, una de las pocas personas que podнan requerirle esa informaciуn.

—Un policнa de la brigada de delitos violentos llamado Hans Faste.

—їTe llamу йl a ti o lo llamaste tъ a йl?

—Me llamу йl a mн.

Erika Berger moviу afirmativamente la cabeza. —їPor quй crees que te llamу?

—Lo entrevistй un par de veces cuando perseguнan a Salander. Sabe quiйn soy.

—Y sabe que tienes veintisiete aсos, que estбs haciendo una suplencia y que te puede utilizar a su antojo cada vez que quiere sacar a la luz una informaciуn que al fiscal le interesa difundir.

—Sн, ya, todo eso lo entiendo. Pero, mira, un policнa me da un soplo, voy a tomar un cafй con Faste y me cuenta todo esto. їQuй otra cosa podнa haber hecho? Lo he citado tal cual.

—Estoy convencida de que lo has citado tal cual. Pero lo que deberнas haber hecho es llevarle la informaciуn a Anders Holm, quien, a su vez, deberнa haber llamado a mi puerta para explicarme la situaciуn y juntos deberнamos haber decidido cуmo actuar.

—Entiendo. Pero yo...

—Le diste el material a Holm, el jefe de Noticias. Tъ hiciste lo que debнas; es Holm quien actuу mal. Pero analicemos tu artнculo. Primero, їpor quй quiere Faste filtrar esa informaciуn?

Johannes Frisk se encogiу de hombros.

—їQuй quiere decir eso: que no lo sabes o que pasas del tema?

—Que no lo sй.

—Vale. Y si yo te digo que esta historia es completamente falsa y que Salander no tiene nada que ver con los anabolizantes, їquй me dices?

—No puedo demostrar lo contrario.

-—Exacto. Con lo cual me estбs diciendo que tъ crees que debemos publicar una historia que tal vez sea falsa sуlo porque carecemos de conocimientos sobre lo contrario.

—No, tenemos una responsabilidad periodнstica. Pero se trata de buscar el equilibrio. No podemos renunciar a publicar cuando existe una fuente que, de hecho, afirma explнcitamente algo.

—Filosofнa pura. Podrнamos preguntarnos por quй le interesa a esa fuente que esa informaciуn salga a la luz. Dйjame que te explique por quй he dado la orden de que todo lo que estй relacionado con Salander pase por mi mesa: da la casualidad de que yo tengo ciertos conocimientos sobre el tema que nadie mбs de esta redacciуn tiene. Los de la redacciуn de temas jurнdicos estбn al corriente de ello y saben que no puedo contarles nada. Millennium va a publicar un reportaje que, por razones contractuales, no puedo revelarle al SMP, a pesar de estar trabajando aquн. Recibн la informaciуn en calidad de redactora jefe de Millennium y ahora mismo me encuentro entre dos tierras. їEntiendes lo que te quiero decir?

—Sн.

—Y esos conocimientos mнos de cuando yo estaba en Millennium me permiten afirmar, sin el menor atisbo de duda, que esa historia es una mentira y que su ъnico objetivo es hacerle daсo a Lisbeth Salander ante el inminente juicio.

—No es fбcil hacerle daсo a Lisbeth Salander despuйs de todas las cosas que se han dicho sobre ella...

—Cosas que, en su mayorнa, son falsas y retorcidas. Hans Faste es uno de los responsables de que se hayan extendido todas esas ideas de que Lisbeth Salander es una paranoica y violenta lesbiana que se dedica al satanismo y al sexo BDSM. Y los medios de comunicaciуn han comprado la campaсa de Faste por la sencilla razуn de que se trata de una fuente aparentemente seria y porque siempre resulta divertido escribir sobre sexo. Y ahora lo que pretende es darle un nuevo enfoque para continuar minando la imagen que la opiniуn pъblica tiene de Lisbeth Salander, y quiere que el SMP le ayude a difundirlo. Sorry, pero conmigo no.

—Entiendo.

—ї Ah, sн? Bien. Entonces te lo resumirй en una sola frase: tu misiуn como periodista consiste en cuestionarlo y examinarlo todo con sentido crнtico, no en repetir lo primero que alguien te diga, por muy bien situado que estй en la administraciуn del Estado. Que no se te olvide nunca. Escribes muy bien, pero ese talento no tendrб ningъn valor si olvidas tu misiуn.

—Ya.

—Voy a suprimir tu artнculo. —Vale.

—No se sostiene. No me creo el contenido. —De acuerdo.

—Eso no significa que no confнe en ti. —Gracias.

—Por eso voy a mandarte a tu mesa y proponerte un nuevo artнculo. —їAh, sн?

—Estб relacionado con mi contrato con Millennium. No puedo revelar, por lo tanto, lo que sй de la historia de Salander. Al mismo tiempo, soy redactora jefe de un periуdico que corre el riesgo de patinar considerablemente porque la redacciуn no tiene la informaciуn de la que yo dispongo. —Mmm.

—Y eso no puede ser. Nos hallamos ante una situaciуn ъnica y que sуlo ataсe a Salander. Por eso he decidido buscar a un reportero al que guiar por el buen camino para que no nos pillen con los pantalones bajados y el culo al aire cuando Millennium publique la historia.

—їY tъ crees que Millennium va a publicar algo remarcable sobre Salander?

—No es que lo crea; lo sй. Millennium estб preparando un scoop que le darб la vuelta a la historia de Salander y me saca de quicio no poder hacerlo yo. Pero, simplemente, resulta imposible.

—Pero acabas de decir que suprimes mi artнculo porque sabes que es falso... Con lo cual has dado a entender que hay algo en esta historia que todos los periodistas han pasado por alto.

—Exacto.

—Perdуname, pero me cuesta creer que todos los medios de comunicaciуn de Suecia hayan caнdo en la misma trampa...

—Lisbeth Salander ha sido objeto de una persecuciуn mediбtica. En esos casos las normas establecidas dejan de tener vigencia y cualquier sinsentido va a parar a primera pбgina.

—їMe quieres decir que Lisbeth Salander no es lo que parece?

—Empieza por imaginarte que es inocente de los cargos de los que se la acusa, que la imagen que se ha dado de ella en las portadas de los periуdicos es una tonterнa y que hay en movimiento otras fuerzas muy diferentes a las que han salido a la luz hasta ahora.

—їEso es lo que piensas?

Erika Berger asintiу con la cabeza. —Entonces eso significa que lo que acabo de escribir es parte de una continua campaсa contra ella. —Exacto.

—Pero їno me puedes decir de quй va la historia?

—No.

Pensativo, Johannes Frisk se rascу un instante la cabeza. Erika Berger esperу.

—De acuerdo... їQuй quieres que haga?

—Vuelve a tu mesa y ponte a pensar en otro reportaje. No te estreses, pero poco antes del juicio me gustarнa poder publicar un largo texto, tal vez de dos pбginas enteras, que analice el grado de veracidad de todas las afirmaciones que se han hecho hasta ahora sobre Lisbeth Salander. Empieza por los recortes de prensa: haz una lista de todas las cosas que se han dicho sobre ella y luego las vas repasando una por una.

—Vale...

—Piensa como un periodista. Averigua quiйn difunde la historia, por quй lo hace y a quiйn beneficia.

—Pero no estarй en el SMP cuando empiece el juicio. Como ya te he dicho, йsta es mi ъltima semana de suplencia.

Erika abriу una funda de plбstico que sacу de un cajуn de su mesa y le dio un papel a Johannes Frisk.

—He prolongado tu suplencia tres meses mбs. Continъa esta semana con tu trabajo y el lunes vienes a verme.

—Vale...

—Bueno, si es que quieres que prolonguemos tu contrato. ..

—Claro que sн.

—Se te contratarб para hacer una investigaciуn al margen del habitual trabajo de redacciуn. Estarбs bajo mis уrdenes directas. Cubrirбs de modo especial el juicio de Salander por encargo del SMP.

—Me parece que el jefe de Noticias tendrб algo que objetar...

—No te preocupes por Holm. He hablado con el jefe de la redacciуn de temas jurнdicos para que no surja ningъn conflicto. Pero vas a investigar el fondo, no a cubrir las noticias. їTe parece bien?

—Me parece fenomenal.

—Bueno, pues... venga, ya estб. Nos vemos el lunes.

Le hizo seсas para que se fuera del cubo de cristal. Al levantar la vista sorprendiу a Anders Holm observбndola desde el otro lado del mostrador central. El bajу la mirada y fingiу no haberla visto.


Capнtulo 11

Viernes, 13 de mayo — Sбbado, 14 de mayo

 

Mikael Blomkvist tuvo mucho cuidado en asegurarse de que no lo vigilaban cuando el viernes por la maсana, muy temprano, fue andando desde la redacciуn de Millennium hasta la antigua casa de Lisbeth Salander en Lundagatan. Debнa ir a Gotemburgo para ver a Idris Ghidi. El problema era dar con un medio de transporte seguro con el que no corriera el riesgo de ser observado ni de dejar huellas. Tras pensarlo bien, decidiу rechazar la opciуn del tren, ya que no querнa usar ninguna tarjeta de crйdito. Por lo general, solнa coger el coche de Erika Berger, algo que, sin embargo, ya no era posible. Pensу en pedirle a Henry Cortez, o a quien fuera, que le alquilara uno, pero siempre aparecнa el inconveniente de que todo ese papeleo dejarнa una huella.

Al final, se le ocurriу la soluciуn mбs obvia. Tras sacar una considerable suma de dinero de un cajero automбtico de Gуtgatan, utilizу las llaves de Lisbeth Salander para abrir la puerta de su Honda color burdeos, que llevaba abandonado en la calle, delante de su antigua casa, desde el mes de marzo. Ajustу el asiento y advirtiу que el depуsito de gasolina estaba medio lleno. Por ъltimo, dio marcha atrбs, se incorporу al trбfico y se dirigiу hacia la E4 por el puente de Liljeholmen.

Al llegar a Gotemburgo aparcу en una calle perpendicular a Avenyn a las 14.50. Se tomу un almuerzo tardнo en el primer cafй que encontrу. A las 16.10, cogiу el tranvнa que iba a Angered y se bajу en el centro. Tardу veinte minutos en encontrar la direcciуn donde vivнa Idris Ghidi. Llegу a su cita con йl con un retraso de poco mбs de diez minutos.

Idris Ghidi cojeaba. Le abriу la puerta, estrechу la mano de Mikael y lo invitу a pasar a un salуn amueblado de forma espartana. En una cуmoda que estaba junto a la mesa ante la cual Idris lo invitу a sentarse habнa una docena de fotografнas enmarcadas que Mikael estudiу.

—Mi familia —dijo Idris Ghidi.

Hablaba con un fuerte acento. Mikael sospechaba que no sobrevivirнa al examen de lengua sueca que proponнa el Partido Liberal.

—їSon tus hermanos?

—Los dos de la izquierda fueron asesinados por Sadam en los aсos ochenta, al igual que mi padre, el del centro. Y mis dos tнos tambiйn fueron asesinados por Sadam, pero en los aсos noventa. Mi madre muriу en el aсo 2000. Mis tres hermanas viven. Residen en el extranjero: dos en Siria, y la otra, la menor, en Madrid.

Mikael moviу afirmativamente la cabeza. Idris Ghidi sirviу cafй turco.

—Kurdo Baksi te manda saludos.

Idris Ghidi asintiу.

—їTe explicу lo que yo querнa?

—Kurdo me comentу que querнas contratarme para un trabajo, pero no de quй se trataba. Dйjame que te diga, ya desde el principio, que no lo voy a aceptar si es algo ilegal. No me puedo permitir implicarme en una cosa asн.

Mikael volviу a asentir.

—No hay nada ilegal en lo que te quiero pedir, pero es raro. El encargo que te voy a hacer durarб un par de semanas y tendrбs que realizarlo todos los dнas. Pero sуlo te llevarб poco mбs de un minuto y estoy dispuesto a pagarte mil coronas a la semana. El dinero te lo darй en mano de mi propio bolsillo y no lo declararй a Hacienda.

—Entiendo. їQuй quieres que haga?

—Tъ trabajas como limpiador en el hospital de Sahlgrenska.

Idris Ghidi hizo de nuevo un gesto afirmativo con la cabeza.

—Una de tus tareas consiste en limpiar todos los dнas, o seis dнas a la semana si lo he entendido bien, el pasillo iiC, que es donde estб la unidad de cuidados intensivos.

Idris Ghidi asintiу.

—Esto es lo que quiero que hagas.

Mikael Blomkvist se inclinу hacia delante y se lo explicу.

El fiscal Richard Ekstrцm contemplу pensativo a su visita: un rostro arrugado enmarcado en un pelo corto y canoso. Era la tercera vez que se encontraba con el comisario Georg Nystrуm. Йste lo visitу por primera vez durante los dнas que siguieron al asesinato de Zalachenko. Le mostrу una placa que confirmaba que trabajaba para la DGP/Seg. Y mantuvieron una larga y discreta conversaciуn.

—Es importante que comprendas que yo no intento influir en absoluto en tu manera de actuar o de hacer tu trabajo —le aclarу Nystrуm.

Ekstrцm asintiу.

—Tambiйn debo subrayar que, bajo ninguna circunstancia, puedes hacer pъblica la informaciуn que te voy dar. —Entiendo —dijo Ekstrцm.

A decir verdad, Ekstrцm debнa reconocer que no lo entendнa muy bien, pero no querнa parecer un idiota haciendo demasiadas preguntas. Lo que sн le habнa quedado claro era que el tema de Zalachenko debнa ser tratado con la mбxima discreciуn. Y tambiйn que las visitas de Nystrуm eran totalmente informales, aunque con el beneplбcito de las mбs altas autoridades de la policнa de seguridad.

—Estamos hablando de vidas humanas —le explicу Nystrуm ya en la primera reuniуn—. Por lo que a la policнa de seguridad respecta, todo lo que concierne a la verdad del caso Zalachenko estб clasificado. Te puedo confirmar que es un antiguo agente que desertу del espionaje militar ruso y una de las personas clave en la ofensiva rusa contra la Europa occidental de los aсos setenta.

—Vale... Eso es, por lo visto, lo que Mikael Blomkvist sostiene.

—Y en este caso tiene toda la razуn. Es periodista y se ha tropezado con uno de los asuntos mбs secretos de toda la historia de la defensa sueca.

—Va a publicarlo.

—Por descontado. El representa a los medios de comunicaciуn con todas sus ventajas y desventajas. Vivimos en una democracia y, naturalmente, no podemos influir en lo que escribe la prensa. La desventaja en este caso es, por supuesto, que Blomkvist sуlo conoce una pequeсa parte de la verdad sobre Zalachenko y que gran parte de lo que sabe es mentira.

—Entiendo.

—Pero lo que Blomkvist no entiende es que si la verdad sobre Zalachenko sale a la luz, los rusos podrбn identificar a los informadores y a las fuentes que tenemos en Rusia. Eso quiere decir que ciertas personas que se juegan la vida luchando por la democracia corren el riesgo de morir.

—Pero їno es Rusia hoy en dнa una democracia? Quiero decir que si esto hubiese ocurrido durante la йpoca comunista.. .

—Eso son ilusiones. Se trata de gente que es culpable de espionaje contra Rusia y no hay rйgimen en el mundo que acepte eso, aunque haya pasado mucho tiempo. Y varias de esas fuentes siguen en activo...

Ya no existнan agentes asн, pero eso no lo podнa saber el fiscal Ekstrцm. Tenнa que fiarse de la palabra de Nystrуm. Y tampoco podнa remediar sentirse halagado por compartir, de manera informal, informaciуn sobre uno de los secretos mejor guardados de toda Suecia. Le sorprendнa un poco que la defensa sueca hubiera conseguido infiltrarse en la defensa rusa del modo que insinuaba Nystrуm, y entendнa que, naturalmente, se trataba de informaciуn que no debнa difundirse bajo ningъn concepto.

—Cuando me encargaron que contactara contigo ya habнamos hecho una completa evaluaciуn de tu persona —dijo Nystrуm.

El arte de la seducciуn siempre consiste en dar con los puntos dйbiles de los seres humanos. La debilidad del fiscal Ekstrцm radicaba en lo convencido que estaba de su propia importancia y en el hecho de que йl, como cualquier persona, apreciara los halagos. Se trataba de conseguir que se sintiera elegido.

—Y hemos podido constatar que cuentas con una gran confianza dentro de la policнa... y, por supuesto, en los cнrculos gubernamentales —aсadiу Nystrуm.

Ekstrцm parecнa contento. Que personas anуnimas de los cнrculos gubernamentales tuvieran confianza en йl era una informaciуn que, de forma tбcita, insinuaba que podнa contar con cierta gratitud en el caso de que jugara bien sus cartas. Era un buen presagio para el futuro de su carrera profesional.

—Entiendo... ї Y quй es lo que en realidad quieres?

—Mi misiуn es, dicho en pocas palabras, ayudarte de la manera mбs discreta posible con mis conocimientos. Ya sabes lo increнblemente complicada que se ha vuelto esta historia. Por una parte, se estб realizando, como es debido, la instrucciуn de un sumario del que tъ eres el mбximo responsable. Nadie, ni el gobierno ni la policнa de seguridad ni ningъn otro, puede entrometerse en cуmo la estбs llevando a cabo. Tu trabajo consiste en encontrar la verdad y procesar a los culpables. Es una de las funciones mбs importantes de un Estado de derecho.

Ekstrцm asintiу.

—Por otra parte, serнa una catбstrofe nacional de proporciones mбs bien incomprensibles que toda la verdad sobre el caso Zalachenko saliera a la luz.

—Entonces, їxuбl es el objetivo de tu visita?

—Primero, concienciarte de lo delicado del asunto. Creo que Suecia no se ha encontrado en una situaciуn tan delicada desde la segunda guerra mundial. Podrнamos decir que el destino de nuestro paнs estб, en cierta medida, en tus manos.

—їQuiйn es tu jefe?

—Lo siento, pero no se me permite revelar el nombre de las personas que estбn trabajando en este tema. Dйjame decirte tan sуlo que mis instrucciones proceden de la mбxima autoridad imaginable.

ЎDios mнo! Actъa por orden del gobierno. Pero no lo puede decir porque provocarнa una catбstrofe polнtica.

Nystrуm vio que Ekstrцm mordнa el anzuelo.

—Lo que sн puedo hacer, en cambio, es proporcionarte alguna informaciуn. Tengo amplios poderes para, siguiendo mi propio criterio, iniciarte en el conocimiento de cierto material que se cuenta entre lo mбs secreto de este paнs.

—De acuerdo.

—Eso significa que cuando tengas dudas sobre algo, sea lo que sea, es a mн a quien debes dirigirte. No hablarбs con nadie mбs dentro de la policнa de seguridad; sуlo conmigo. Mi misiуn consiste en guiarte por este laberinto y, si se produce un choque de diferentes intereses, nos ayudaremos mutuamente a encontrar soluciones.

—Entiendo. En ese caso es mi deber comunicarte que agradezco que tъ y tus colegas estйis dispuestos a facilitarme la labor de esa manera.

—Queremos que el proceso judicial siga su curso, aunque la situaciуn es difнcil.

—Bien. Te aseguro que voy a ser muy discreto; no es la primera vez que manejo informaciуn clasificada...

—No, ya lo sabemos.

En ese primer encuentro Ekstrцm le habнa hecho docenas de preguntas que Nystrуm apuntу con total meticulosidad y que luego intentу contestar en la medida de lo posible. En esta tercera visita le responderнa a varias de ellas. La mбs importante de todas se referнa al grado de veracidad del informe de Bjцrck de 1991.

—Eso es un problema —dijo Nystrуm.

Parecнa preocupado.

—Tal vez deba empezar por explicarte que, desde que ese informe saliу a flote, hemos tenido un grupo de anбlisis trabajando prбcticamente dнa y noche con la ъnica misiуn de averiguar lo que en realidad sucediу. Y estamos llegando a un punto en el que ya podemos empezar a sacar conclusiones. Y son conclusiones muy desagradables.

—Eso lo puedo entender, pues ese informe afirma que la policнa de seguridad y el psiquiatra Peter Teleborian conspiraron para meter a Lisbeth Salander en una clнnica psiquiбtrica.

—ЎOjalб no fuera mбs que eso! —dijo Nystrуm con una ligera sonrisa.

—їOjalб?

—Sн. Porque, si fuera asн, la cosa serнa muy sencilla. Entonces se habrнa cometido un delito que llevarнa a un proceso. El problema es que el informe no concuerda con los que se encuentran en nuestros archivos.

—їQuй quieres decir?

Nystrуm sacу una carpeta azul y la abriу.

—Este es el verdadero informe que Gunnar Bjцrck redactу en 1991. Aquн tambiйn estбn los documentos originales de la correspondencia que mantuvo con Teleborian y que guardamos en nuestro archivo. El problema es que las versiones no se corresponden. —Aclбrame eso.

—Lo peor de la historia es que Bjцrck se ahorcara. Suponemos que no pudo hacer frente al hecho de que se descubrieran sus deslices sexuales. Millennium pensaba ponerlo en evidencia. Aquello lo condujo a una desesperaciуn tan profunda que optу por quitarse la vida.

—Sн...

—El informe original es una investigaciуn sobre los intentos de Lisbeth Salander de matar a su padre, Alexander Zalachenko, con una bomba incendiaria. Las primeras treinta pбginas del informe que Blomkvist encontrу concuerdan con el original. En ellas no hay nada raro. Es a partir de la pбgina treinta y tres, cuando Bjцrck extrae sus conclusiones y hace una serie de recomendaciones, donde surge la discrepancia.

—їCуmo?

—En la versiуn original, Bjцrck recomienda claramente cinco cosas. No tenemos por quй ocultar que lo que se pretendнa era suavizar el asunto Zalachenko en los medios de comunicaciуn. Bjцrck propone que la rehabilitaciуn de Zalachenko, pues sufrнa graves quemaduras, se efectuara en el extranjero. Y cuestiones por el estilo. Tambiйn propone que se le ofrezcan a Lisbeth Salander los mejores cuidados psiquiбtricos imaginables.

—Vale...

—El problema es que se han modificado, muy sutilmente, unas cuantas frases. En la pбgina treinta y cuatro hay un pasaje donde Bjцrck parece sugerir que Salander sea tachada de psicуtica con el fin de echar por tierra su credibilidad en el caso de que alguien empezara a hacer preguntas sobre Zalachenko.

—їY ese pasaje no figura en el informe original?

—Eso es. Gunnar Bjцrck nunca escribiу nada semejante. Ademбs, habrнa constituido una vulneraciуn de la ley. Lo que йl propuso fue que ella tuviera la asistencia que en realidad necesitaba. En la copia de Blomkvist eso se ha convertido en una conspiraciуn.



  

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