|
|||
EL PRIMER DIOS. EL TERCER DIOSEL PRIMER DIOS Sí, sí. Retiraré mi mano Hacia la eternidad, en donde las formas No se han vaciado todavía. En la campiña, que hasta este instante Ha permanecido virgen de huella alguna Asentaré mis plantas. ¿Qué felicidad puedo hallar en escuchar Las canciones ya escuchadas por otros, Y que el recordar del oído, Colecciona sus cantares, Antes que la brisa las dé Al oleaje del viento?
Mi espíritu ansía lo que no puede Imaginar ni inventar. No enviaré mi alma Mas que a la tierra incógnita, En donde no morará el recuerdo. No me tientes, te lo ruego, Con la gloria. No busques para mí Un consuelo en tus ensoñaciones o en las mías; Pues todo lo que en mí existe Y en la tierra, y todo lo que existía En el Cosmos, no podrá tentar a mi espíritu.
¡Oh, espíritu mío! Tu faz está silenciosa Y los nocturnos fantasmas Duermen detrás de tus párpados; Pero tu callar es horrible. Asimismo tú lo eres.
EL TERCER DIOS ¡Oh, hermanos míos! ¡Oh, hermanos augustos y solemnes! La doncella halló al cantante; Y en este momento goza, observando la cara de su amado. Ella camina como una tigresa, Su majestuoso andar la lleva Entre viñedos y acantilados. El la observa a través de la canción de su amor.
¡Oh, hermanos míos! ¡Oh hermanos atolondrados! ¿Se encontrará en ese lugar otra sufriente divinidad, Y que con su dolor ha tejido Ese vestido púrpura y blanco?
¿Cuál estrella tan fugaz, es ésa Que huyó enloquecidamente? ¿Quién puede separar el alba del crepúsculo Aún secretamente? ¿Quién puede posar su mano Sobre nuestro mundo?
|
|||
|