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EL TERCER DIOS. EL SEGUNDO DIOS



EL TERCER DIOS

 

¡Hermanos! ¡Oh, hermanos terribles!

Los jóvenes cantan en el fondo

Del Valle; pero sus cantares ascienden

A las altas cumbres.

Con esa voz hacen tiritar al bosque

Hendiendo el centro mismo de los cielos,

Disolviendo las ensoñaciones de la tierra.

 

EL SEGUNDO DIOS

 

La abeja llena groseramente con el zumbar

Tus oídos.

En tu boca la miel tiene sabor a hiel.

Sería mi deseo el consolarte; pero... ¿de qué manera lograrlo?

Cuando los dioses hablan con los dioses

Solamente el Abismo los oye;

Pues las profundidades que distancian a los dioses

Son inconmensurables y sin fronteras.

 

El cosmos está callado: no sopla brisa.

Con todo ello quisiera consolarte.

Desearía hacer de tu mundo cubierto de nubarrones

Otro despejado y limpio;

Y sin embargo ser los dos iguales en fortaleza

Y en entendimiento, quisiera darte un consejo franco.

 

En el momento que la Tierra nació del Caos;

Y nosotros, hijos del Comienzo, nos conocimos

El uno al otro, en la luminosidad alba y pura,

En ese momento modulamos la primera voz, vibrante,

Que le dio vida a las corrientes del agua y del aire.

Después caminamos, el uno junto al otro,

En el techo del planeta joven, inexperto.

 

Del rumor de nuestros pasos

Surgió el Tiempo -una cuarta divinidad­-

Que siguió nuestro mismo sendero,

Oscureciendo con su sombra

Nuestros deseos y meditaciones,

Y no supo mirar sino por la luz de nuestros ojos.

 

Después llegó la Vida a la Tierra,

Y el espíritu se encarnó en la Vida.

El espíritu era una canción alada

En el Cosmos.

Y así gobernamos, reinando sobre la Vida

y el Espíritu.

Y nadie más que nosotros, nadie pudo entender

La longitud de los años,

Y las templanzas de las ensoñaciones

Nebulosas de las eras;

Hasta que llegó el séptimo siglo,

Entonces en la bajamar de su mediodía

Hicimos venir al mar con el sol;

Y del tálamo de esta santa unión

Creamos al ser humano, que, pese a su endeblez

Y fragilidad, prosigue llevando el signo

De la estirpe de sus padres.

 

Y por medio del ser humano que transita por la tierra,

A medida que sus ojos van pegados a los astros,

Hemos hallado senderos que llevan a los continentes

Más distantes del orbe.

 

Y del ser humano -él que es una humilde caña

Crecida en aguas turbias­-

Construimos una flauta, en cuyo vacío corazón

Siempre vertemos nuestra voz

Para ser trasladada a los cuatro puntos cardinales

Del Cosmos, callado y silencioso.

 

Y de las regiones del Norte

Que no tienen al sol,

A los médanos del Sur, por el sol calcinados;

Y desde la región de las flores de Loto

En donde nacen los días,

Puedes ver al hombre, de vacilantes sentimientos,

En nuestra razón y causa hacerse fuerte;

 

Se dirige mediante el laúd y el puñal,

Difundiendo nuestro capricho,

Propalando nuestra soberanía.

Los lechos de ríos que hollan sus amorosas plantas

Son arroyos que van a la mar

De nuestros ideales.

 

Acomodados en nuestra altura

Nos adormecemos en nuestras ensoñaciones,

En las horas de sueño del hombre

Excitamos sus días para que deje

La llanura del horizonte inalcanzable,

Y de esa manera buscar su mejoramiento en los montes.

 

Las manos nuestras conducen y encaminan

Las tormentas que destrozan el Cosmos;

Dirigen al hombre de la tranquilidad estancada

y yerma

A la acción productiva

Y desde ese lugar al Triunfo.

En los ojos nuestros hay visiones llenas de luz que

transforman

El hálito del ser humano en Hoguera;

Y lo encaminan a una soledad elevada y a una

Rebelde Profecía.

Y desde ese lugar al Calvario.

 

El ser humano ha nacido para ser esclavo;

Su honor y su retribución son dominio de la esclavitud.

En el ser humano exigimos el signo de lo que

Existe en nuestra esencia;

Por intermedio de la vida suya nosotros ansiamos hallar

Nuestro yo perfeccionado.

 

Si el polvo de la tierra acalla

Y silencia el alma del ser humano,

¿Qué alma podrá hacer repetir

La reverberancia de la Voz nuestra?

 

Y si la luz de los ojos del ser humano se ha apagado,

Por la tiniebla nocturna,

¿Quién podrá mirar el resplandor de nuestra Gloria?

 

¿Cuál es el destino que debemos dar al ser humano

Si es el primogénito de nuestra alma

Y fue concebido a nuestra imagen y semejanza?



  

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