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EL TERCER DIOS. EL PRIMER DIOS



EL TERCER DIOS

 

¡Hermanos! ¡Oh hermanos poderosos!

Los pies de la hermosa danzarina

Se emborracharon con el licor de los cantares,

Alarmando a las moléculas reverberantes del éter.

Ella es como una paloma,

Que cierne por sus alas,

Alzándose hacia lo alto.

 

EL PRIMER DIOS

 

La alondra que busca a otra alondra,

Pero el águila vuela sobre ella.

La alondra no para nunca para escuchar el cantar.

 

Tú pretendes proclamar el amor propio,

Y que sea continuado en la duración del ser humano,

De acuerdo con la esclavitud del ser humano.

 

Pero mi amor propio es ilimitado,

Es inconmensurable. Yo quiero alzarme por sobre lo perecedero

De mí, sobre la Tierra, y tomar para mí un trono

En lo alto. De esa manera abarcaré el Cosmos

Con mis manos y rodearé los mundos

 

Quiero hacer de la Vía Láctea mi arco,

Y de las centellas mis saetas,

Y con lo infinito pretendo hacerme dueño de lo infinito.

Pero tú no deseas hacer esto,

Aunque fuera tu voluntad el hacerlo.

 

La relación que existe entre hombre y hombre

Es idéntica a la existente entre dioses y dioses

Y tú deseas atraer a mi espíritu agotado

La remembranza de las escenas,

Que se sucedieron en la noche

En el momento que mi corazón trataba de hallarse a sí mismo

Entre los montes,

Y mis ojos han buscado su imagen

En las aguas serenas.

 

Pero la Amada de mi pasado,

Murió al nacer,

Y únicamente el silencio es visitante de su vientre,

Y el polvo que el viento arrastra,

Amamanta su seno.

 

¡Oh pasado mío! ¡Oh mi ayer perecedero!

¡Oh padre de mi divinidad esclavizada!

¿Qué Deidad Omnipotente te encarceló

 

En tu vuelo, y te obligó a nacer en una celda?

¿Qué Sol agigantado te contagió su calor,

En tu vientre para engendrarme?

 

No es tuya mi bendición, pero tampoco mi maldición,

Pues igual que has cargado mis hombros

Con la agobiante carga de la vida,

De esa forma yo he cargado los hombros del ser

humano.

Pero he sido más compasivo que tú,

Pues yo, inmortal, hice del ser humano,

Una sombra fugaz; en tanto que tú, el mortal,

Me has creado eterno.

 

¡Oh mi pasado! ¡Oh mi ayer perecedero!

¿Retornarás con el futuro distante?

Deseo llevarte para que te juzguen.

¿Despertarás con la segunda Alborada

De la vida, para quitar de la tierra

Tu recuerdo atado a la Tierra?

 

Desearía yo que tu resurrección tuviera lugar,

Junto a la de todos los antiguos cadáveres,

Para que de esa manera se ahogue la tierra,

Con sus frutas amargas,

Y se ensucien todos los océanos

Con la sangre de los que han sido sacrificados en ellos;

Y que la tristeza, con otra más grande,

Acaben con cuanto haya en la tierra

De inservible fertilidad.



  

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