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EL PRIMER DIOSEL PRIMER DIOS
Mi corazón se consume por la sed; Empero no es mi deseo beber la sangre débil De una estirpe bastarda; Pues la copa está sucia Y el vino que contiene, es amargo a mi gusto. Como tú soy: modelé el barro Y con él creé seres animados, Que respiran y jadean; Luego se escurrieron de entre mis dedos En las montañas y en las selvas. Al igual que tú, troqué en luz las tenebrosas Profundidades, en el Comienzo de la Vida, Vidas a las que después pude ver reptar Desde las cavernas y ascender a las elevadas Cimas de los montes. Yo, al igual que tú, convoqué a la Primavera, Para subyugar y fascinar a los jóvenes, Y le adjudiqué el don de la Belleza, Para incitarla a evolucionar y producir. Yo, al igual que tú, dirigí al hombre De un templo a otro templo, Y transformé a sus mudos terrores En algo indestructible, en Fe Que tiembla a causa nuestra, Sin que le fuera posible divisarnos ni comprendernos. Yo, al igual que tú, puse por sobre mi cabeza la Tormenta Huracanada para que se prosterne delante nuestro; E hice al suelo sacudirse bajo sus pies Para implorar y rogar nuestra ayuda. Yo, al igual que tú, induje al desenfrenado mar, Que anegó la cuna de su islote, Hasta que murió gimiendo E implorando Todo esto es, y mucho más aún, lo que hice; Pero todo fue estéril e inútil. ¡Inútil es el despertar! ¡Inútil es el descansar! Y tres veces es estéril e inútil el soñar
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