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DISPUESTO A TODO 22 страницаCuando supe que el titular estaba a punto de vender el negocio, me entró el pá nico. Necesito el trabajo, y para ser sinceros, es un trabajo que me gusta. Despué s de una larga charla con mi tí a, me sorprendí cuando me dijo que estarí a contenta de poder ayudarme econó micamente. Así que me tiré a la piscina. A partir de mañ ana comenzaré una nueva aventura, seré el titular del bar despué s de haber comprado el traspaso. He decidido llamarlo La rosa blanca. La elecció n del nombre no ha sido una casualidad, querí a recordarlo incluso en esta ocasió n. Decí a que yo era su rosa blanca. Me acaricio el vientre, hoy la pequeñ a ha decidido machacarme, creo que está bailando. Ahora la barriga se ve notablemente, no consigo creer que haya cambiado tanto. Me siento diferente, mi cuerpo se está modificando. Los costados, los muslos, y por no hablar de las mejillas. Estoy un poco hinchada. Cada vez que alguien se percata de mi estado, me plantean preguntas de cualquier tipo. Sin embargo, solo trato de evitar una pregunta como la peste: ¿ quié n es el padre del niñ o? Nunca sé lo que responder y cambio de tema. En la ú ltima visita, en la sala de espera, me encontré con una realidad muy dolorosa. Estaba sola. Observo las parejas con melancolí a. É l que le sonrí e, le acaricia la barriga y se preocupa por ella. Nunca podré sentir esta emoció n. Vuelvo a casa preguntá ndome có mo conseguiré superar todo esto. He conseguido alejarlo, pero tal vez no debí a, tení a el derecho de saberlo. Cegada por la rabia, no razoné con claridad y ahora no puedo volver atrá s. Estoy muy sensible en este periodo, no sé por qué, pero lloro a menudo. Estoy constantemente triste y con la cabeza en las nubes. Mi tí a dice que el embarazo puede producir cambios de humor continuos. Tengo que dejar de pensar en é l, es por esto que estoy mal y lloro. Esta noche estoy realmente agotada. Lo ú nico que quiero hacer es ducharme y meterme inmediatamente en la cama. Me niñ a me absorbe por completo. La he querido desde el primer instante. Estoy intentando construirme un futuro mejor para que no le falte de nada. Cierro los ojos y lo veo, pero con el paso de los dí as la imagen se desenfoca gradualmente. Estoy perdiendo incluso su recuerdo. Cada vez má s lejano y yo tengo miedo de olvidarlo.
CAPÍ TULO 17 ♠ ♠ ♠
Un nuevo dí a. Hoy es mi cumpleañ os y hace exactamente dos añ os que conocí al hombre que cambió mi vida para siempre. Me arrastro como un cadá ver hasta el bar aunque me habrí a quedado con mucho gusto en casa. Tengo que verme sin duda con el nuevo propietario del local. Mi tí a esta mañ ana me ha preguntado si me apetecí a celebrarlo en algú n sitio esta noche, pero mi mirada penetrante la ha convencido a acabar con la conversació n. Lo ú ltimo que quiero es celebrarlo. Me he despertado de pé simo humor, por momentos no me soporto ni a mí misma, y mucho menos a los demá s. —¡ Buenos dí as, Crystal! —Grita Anna en cuanto cruzo el umbral de la puerta. Oh no, por favor, ¡ dime que no es lo que estoy pensando! Demasiado tarde, no puedo escapar. —¡ Felicidades! —Grita mientras se acerca con una pequeñ a tarta en la mano con una vela encima. Es un sol. Esbozo una sonrisa y soplo sin perder tiempo. —Gracias Anna, ha sido un detalle precioso. Me abraza cariñ osamente y no consigo permanecer indiferente, me dejo mecer como una niñ a. —Antes de que me olvide… En el despacho está el señ or Abis. —Me informa. La miro perpleja. No sé quié n es. —¡ Cystal!, ¡ el propietario! —Exclama levantando los brazos en señ al de rendició n. Me sobresalto al recordar la persona de quien está hablando. ¡ Madre mí a!, ¿ por qué no lo he pensado antes? —¡ Voy inmediatamente! —Digo acercá ndome a la oficina. Me miro y pienso que mi aspecto da mucha pena, pero no puedo hacer nada. Entro en el despacho encontrá ndome con el hombre de espaldas. —Bueno dí as, señ or Abis. —Digo echando un vistazo a mi vestido. Dicen que la primera impresió n es todo. Una mujer embarazada deberí a inspirar ternura, tal vez me haga un descuento. Levanto la mirada mientras el hombre se vuelve hacia mí. Mi corazó n late aceleradamente, pero despué s se detiene inmediatamente. ¡ Dios mí o!, ¡ estoy a punto de sufrir un infarto! Dos ojos azules, profundos como el abismo, se clavan en mí dejá ndome sin escapatoria. —¡ Hola, Crystal! —Exclama acercá ndose con paso firme. Estoy inmó vil como una estatua, no consigo moverme. Lo miro incré dula y tengo la sensació n de tener alucinaciones. —Tú … ¡ Tú está s aquí! —Consigo decir. Trago saliva. ¡ Dios, é l está aquí! Su cuerpo roza el mí o y una descarga elé ctrica recorre mi cuerpo. Me besa dulcemente en la mejilla y luego retrocede. —Acomodé monos. Tenemos muchas cosas de las que hablar. Su tono es tranquilo, estable. Tengo que reconocer que es intimidante, no ha perdido el estilo. Indica las sillas a sus espaldas y yo obedezco todaví a desconcertada. Me siento en otra dimensió n, si todo saltara por los aires no me importarí a. Observo sus ojos fascinada mientras se acomoda junto a mí. No ha perdido su encanto, me parece todaví a má s atractivo que antes. Su mirada se posa en mi vientre, los mú sculos del rostro se contraen. Aquí llega el primer problema que debo afrontar: el embarazo. Se enfurecerá cuando descubra la verdad, sobre todo porque no tengo intenció n de mentir. Miro la puerta y examino la posibilidad de escapar. Pé sima idea, no podrí a hacerlo aunque quisiera. —Ni lo pienses, Crystal. He realizado un largo viaje para llegar hasta aquí y no escapará s una vez má s. Ahora quisiera que me despejaras la curiosidad que no me deja dormir desde hace un mes. Se detiene y entrelaza los dedos. Frunce el ceñ o y me mira severo, ¡ Oh, oh, on, problemas a la vista! —A menos que tú no te hayas comido una sandí a, jurarí a que está s embarazada —Comenta. Sonrí o encogié ndome de hombros. Me mira, pero la situació n es tensa. Entrecierra sus ojos y veo có mo sus hombros se tensionan. —Dime que es hijo nuestro. —No, mira, era de uno que pasaba por la calle… No resisto a la tentació n de responder con sarcasmo. ¿ Pero qué diantres?, ¡ claro que es suyo!, ¿ de quié n si no? —Crystal. No creo que sea el momento de bromear. —Sentencia severo. Uhm, vaya, ¡ cuando se enfada es tan sexy!, ¿ qué?, ¿ he pensado seriamente algo así?, ¿ ahora?, ¡ Oh, vamos!, ¿ pero qué problemas mentales tengo? —¿ Crees que me he vuelto una prostituta en estos cinco meses?, ¡ claro que es tuyo! —Respondo. ¿ Có mo puede tener dudas despué s de todo lo que ha pasado? —¿ Por qué no me dijiste que estabas embarazada? —Pregunta acercá ndose. Me acaricia el brazo con los dedos, pero se limita solo a eso. —Yo… No consigo hablar. Repentinamente he perdido el uso de la palabra. Con los dedos me coge la barbilla y la acerca a su rostro. —Te he hecho una pregunta muy simple, Crystal, no me gusta repetir las cosas. Oh, mira por dó nde, Alexander Volkov está todaví a entre nosotros. Tiemblo, pero no por el miedo, es pura excitació n. Lo echaba en falta y tambié n este lado suyo. —No querí a que nuestro hijo creciera en tu mundo, querí a protegerlo. Con el pulgar me acaricia el labio inferior mientras continuamos mirá ndonos a los ojos. —Deberí as calmarte, dentro de poco se te saldrá el corazó n del pecho. — Comenta riendo. No creo que consiga tranquilizarme hasta que no sepa sus intenciones. Trago saliva mientras su mano desciende sobre mi vientre. —Puedo tocarlo. —Pregunta titubante. Asiento mientras acaricia la superficie. Es una extrañ a sensació n, su toque es agradable y reconfortante. Apoyo las manos en las suyas mientras las muevo delicadamente alrededor de nuestro hijo. Estoy yendo má s lejos de lo permitido, soy consciente, pero parece tan natural y hermoso. Se sitú a detrá s de mí llevando las manos en mi vientre y continú a acariciá ndome. —Es una sensació n ú nica. —Susurra apoyando la barbilla en mi hombro. — Inolvidable. Su cuerpo se apoya en el mí o y mi corazó n está a punto de explotar. Sofocos, adrenalina, miedo de descubrir que es solo un sueñ o. —¿ Por qué está s aquí, Alex? —Pregunto con voz temblorosa. —Por ti. —Responde simplemente. Las ú nicas palabras que he soñ ado durante meses. Está aquí por mí, pero tambié n sabemos que me querrá llevar con é l. Si piensa hacerme cambiar de idea, se equivoca. Y luego ha descubierto la existencia del niñ o, oh no, me obligará a seguirlo. Alarmada me apartando bruscamente interponiendo distancia entre nosotros. —No volveré a Rusia contigo. Sigo retrocediendo prestando atenció n a donde pongo los pies. Me mira, inclina la cabeza de lado y se muerde el labio inferior. Parece otra persona, tiene un comportamiento particular. —Alexander Volkov murió dentro de su local mientras comprobaba algunos documentos… —Explica avanzando hacia mí. —¿ Qué está s diciendo? —Pregunto en voz alta retrocediendo un paso. Es una locura. —Estoy diciendo que para el mundo entero Alexander Volkov se quedó atrapado mientras su local saltaba por los aires. —Avanza un paso hacia mí. —Te estoy diciendo que para tenerte estoy dispuesto a todo. —Concluye sin vacilaciones. Estoy sin palabras. ¿ De verdad ha hecho algo así? Me tiemblan las piernas, no consigo estar en pie. Me agarra por los brazos atrayé ndome hacia é l. —Quiero ser el hombre que te mereces, pero necesito tu consenso. Elí geme, Crystal, y yo te haré feliz. —Suplica abrazá ndome. Estoy sorprendido y en shock. Ha renunciado a su vida por mí. No me lo puedo creer, lo ha hecho realmente. Creí a que un sueñ o de ese tipo nunca se cumplirí a, y sin embargo, está aquí ante mis ojos. —Pequeñ a, ¿ está s bien? —Pregunta preocupado. No es que no esté bien, estoy sin palabras. Uno como é l ha renunciado a todo por mí, ¿ có mo es posible? —Por favor, di algo, me estoy preocupando. —Suplica acariciá ndome el rostro. No encuentro las palabras para describir lo que siento. Y antes de que pueda detener las lá grimas, estas fluyen como un rí o. Quisiera detenerme, pero no lo logro. ¿ Son lá grimas de felicidad? No lo sé, estoy confundida. Dejo que sus manos me acaricien porque siento la necesidad. Le he echado mucho en falta y ahora quisiera detener el tiempo y permanecer entre sus brazos para siempre. —No sabes lo que he tenido que hacer para liberarme de mi vida de una vez por todas. En estos meses lo ú nico que he hecho ha sido contar los dí as que me separaban de ti y he corrido el riesgo de enloquecer. —Explica sonriendo nuevamente. Parece feliz, no lo veo apenado por haber olvidado lo que era su vida. —Y ahora la pregunta: ¿ quieres iniciar una vida conmigo? —Pregunta mirá ndome a los ojos. Que alguien me diga que no estoy soñ ando. ¿ Es posible que todo esté yendo por el buen camino? No parece ni siquiera é l. El hombre que conocí a no tiene nada que ver con el que es ahora. Parece tranquilo, feliz. Y lo que es má s increí ble, sonrí e continuamente, lo que es comparable a un milagro. —Tú … tú has dejado todo... —Repito aturdida. Sonrí e como un tonto, parece divertirse con mi reacció n. Me ha dejado sin palabras. —¡ Te amo! —Declara acercá ndose a mis labios. —Y estoy a punto de besarte. Tienes una ú ltima posibilidad para echarte atrá s. ¡ Ahora o nunca, Crystal! — Susurra. Acaricia mis labios, me apartado ligeramente pero no me alejo. El tiempo se detiene, el mundo desaparece y permanecemos nosotros solos. Nuestros ojos se cruzan mientras su mano se desliza por mi nuca. Atrapada, para siempre. —Te arrebaté todo sin pedirte permiso. Prometo que esta es la ú ltima vez porque creo que es la mejor decisió n para ambos. Dicho esto se acerca uniendo nuestros labios. En un primer momento me paralizo, pero luego el miedo deja espacio al deseo. Un beso pasional como si fuera el ú ltimo de nuestra vida. El miedo, las dudas y los pensamientos dejan espacio a la paz y a la serenidad. É l, nuestra hija y yo. —¿ Puedo deducir que la respuesta es sí? —Pregunta riendo entre beso y beso. Qué descarado, pero lo quiero tambié n por ser así. —No deberí as estar tan contento. Estoy embarazada y constantemente de mal humor, creo que te volverá s un saco de boxeo… ¡ Por no hablar de que te haré pagar amargamente todo lo que has hecho! —Respondo molesta. Rí e con ganas. —Estoy dispuesto a enfrentarme a tu ira. Solo necesito que tú esté s conmigo para siempre. Es extrañ o verlo tan sonriente y feliz. En sus ojos hay un resplandor diferente. —Dime, Alex, ¿ cuá les son tus proyectos para el futuro? —Pregunto. —¿ Sinceramente? No tengo ni idea. Me gustarí a decidirlos contigo. Interesante. Me gusta mucho el nuevo Alex. —¿ Qué piensas si comenzamos por algo que no ha pasado? —Pregunto. Veamos si quiere cambiar de verdad. Nunca dejaré de provocarlo, y lo que es má s importante, nunca renunciaré a la diversió n de verlo enfadarse. Extiendo la mano hacia é l. —Hola. Me llamo Crystal, ¡ espero una niñ a y hoy cumplo veinte añ os! —Digo de manera teatral. —Es un placer conocerte. Yo soy Alexander, ¡ tengo treinta y uno y estoy loco por ti! —Responde riendo. —Alexander loco por mí, ¿ querrí as dar un paseo como dos personas normales y conocernos? —Pregunto cogié ndolo por el brazo. Sonrí e y me besa en la frente. —Con placer mi pequeñ a y dulce Crystal. —Te amo, Alexander, te amo loca e irremediablemente. —Declaro posando la mano en su pecho. Locura es la palabra exacta para definir nuestra historia, pero amo esta locura má s que otra cosa. EPÍ LOGO
—¡ No mires! —Ordena mientras sus manos me agarran aú n con má s fuerza. —Alex, por favor… ¡ Quiero saber lo que es! —Suplico impacientemente. No resisto má s. Me ha cogido del brazo a pesar de estar embarazada y llevado a un lugar que desconozco. Ha dicho que tení a una sorpresa para mí y estoy muriendo de la curiosidad. Me ha pedido, o mejor, exigido que no abriera los ojos hasta que é l no lo diga. —Solo un momento, pequeñ a peste. —Lo siento reí r mientras me besa la frente. Han cambiado muchas cosas en poco tiempo. Hemos decido que el dí a de mi cumpleañ os será nuestro aniversario. Para ambos, nuestra historia, la verdadera, comenzó aquel dí a dentro de la oficina. Fue como renacer. É l es dulce, atento, aunque a veces el verdadero Alexander Volkov aparece. Es muy gracioso ver có mo intenta arreglarlo cuando se da cuenta de sus transformaciones, y yo aprovecho para que me mime aú n má s. Mis pies tocan por fin el suelo. —¡ Ahora puedes mirar! —Susurra besá ndome la nariz. Abro los ojos de sopetó n, ojalá no lo hubiera hecho. Me ha cegado la luz, maldició n. Cuando consigo enfocar, lo primero que veo es una casita con un bonito jardí n. Vaya, ¡ se parece a la de mis sueñ os! Una casita no muy grande con un bonito jardí n para llenarlo de rosas. Es como si quisiera… Me vuelvo hacia é l. ¡ No me lo creo, lo ha hecho! —¿ Es lo que pienso? —Pregunto petrificada. Asiente. ¡ Madre mí a!, ¡ una casa entera para nosotros! —Aplaudo feliz como nunca antes. —Cuando la pequeñ a Irina llegue, podremos iniciar nuestra vida en nuestra casa. He decidido que nuestra hija se llamará como su madre y é l está contento de esta decisió n. Me acaricia y observa la casa. —Sé perfectamente lo que te cuesta estar lejos de mí y estoy contenta de que hayas respetado mi decisió n. —Digo acariciá ndole el rostro. Cierra los ojos por un instante y se deja acariciar. Mi petició n lo habí a sorprendido, pero no objetó. Querí a hacer las cosas con calma, por eso le propuse comportarnos como una pareja normal que se estaba conociendo. Yo seguirí a viviendo con mi tí a un poco má s y é l cogerí a un apartamento por su cuenta. Sé que ha sido difí cil pero ha aceptado. El nacimiento de nuestra pequeñ a Irina está previsto para dentro de un mes. Necesitamos una casa para crear nuestra familia y creo que ha llegado el momento. —Tengo curiosidad de verla por dentro. ¿ Vamos? —Vamos. Agarra mi mano y caminamos hacia nuestra casa. Estoy esperando la fatí dica pregunta, veamos cuá nto tarda. Lo miro de reojo mientras su mirada se vuelve seria. Ya está, falta poco. Se detiene bruscamente volvié ndose hacia mí. —Te mudará s hoy mismo, ¿ verdad? —Pregunta serio. Me entran ganas de reí r, no resisto má s. —Vendré hoy mismo y viviremos juntos para siempre. —Digo sonriendo mientras me acaricia el vientre. Necesita que lo reconforten siempre, y a veces tiene miedo de que pueda escapar. —No te rí as… ¡ Me estoy volviendo loco! —Murmura agarrando mi mano y apretá ndola entre las suyas. —¿ Sabes que te quiero? —Pregunto posando la cabeza en su hombro. —¿ Y tú sabes lo que te quiero yo? —¡ Con locura! —¡ Con locura! —Repite besá ndome la mano. Nos miramos a los ojos y el tiempo se detiene encadená ndonos en nuestro mundo perfecto donde podemos ser nosotros mismos, libres de barreras y secretos. —¡ Quiero casarme contigo! —Susurra con malicia acercá ndose a mis labios. Sonrí o, amo este lado suyo presuntuoso y listillo, sin embargo, é l sabe que no lo conseguirá tan fá cilmente. —Lo que quieres, lo coges. —Comento arqueando una ceja. É l entrecierra los ojos consciente de que lo estoy desafiando. —¡ No quiero casarme contigo! —Miento poco convencida mientras retrocedo. El á ngulo de su boca se levanta. Está sonriendo y es algo maravilloso. —Oh, sí que lo quieres, pequeñ a… —¿ Y quié n lo dice?, ¿ tú? Vamos, Crystal, demué strale lo fuerte que eres. Me enderezo y me cruzo de brazos. —¿ Piensas pasar toda tu vida decidiendo por ambos? —Pregunto aparentemente seria. Me fí o de é l, pero la idea de provocarlo es irresistible. No puedo hacer nada, me divierte verlo alterado mientras trata de mantener el control con todas sus fuerzas. Los mú sculos del rostro se contraen mientras avanza hacia mí con decisió n. ¡ Oh, oh, el lobo se ha despertado! —Decido por ambos cuando tengo la percepció n de que es lo que quieres tú tambié n, cariñ o mí o. Evitemos estas escenitas. Cá sate conmigo porque me amas como te amo yo. Cá sate conmigo porque quiero ser tu marido…— Posa la mano en la mejilla y con el pulgar acaricia la piel. —Cá sate conmigo porque no podemos vivir el uno sin el otro. Sus labios está n pegados a los mí os, los posee y los atormenta en un largo beso. Habí a decidido casarme con é l en el momento exacto en el que pronunció esa palabra. Durante mucho tiempo he realizado suposiciones equivocadas sobre Alexander. La vida que ha llevado no es justificable, pero có mo inició, sí. Siempre se ha sacrificado por el bien de la familia. Estoy segura de que será un padre fabuloso y un marido cariñ oso, aunque gruñ ó n. En mi interior siempre he sabido que su corazó n es noble, pero era demasiado cobarde como para correr el riesgo. Ahora todo es diferente, nosotros somos diferentes. Nunca renunciarí a a nuestro amor y casarme con é l corrobora solo lo que ya sabemos. He conocido el sentimiento má s ambicioso y valioso que existe. Mi corazó n está confundido y atormentado como el mundo que ha sido vulnerado, invadido y encadenado por amor. Un sentimiento que no entra en razó n y no conoce confines. Esta es nuestra historia y no importa có mo inició, lo importante es có mo sigue. Lo quiero, me quiere. Fin de la historia. Agradecimientos
Quisiera dar las gracias a todas las personas que ocupan un lugar en mi corazó n. Es una hazañ a, pero no perdá is la esperanza. Antes o despué s conseguiré daros las gracias a todos. En primer lugar, quiero nombrar a los lectores: cada dí a conseguí s emocionarme con vuestras palabras, gracias de corazó n. Un agradecimiento especial a mi amiga Anna. Eres mi apoyo, confidente y psicó loga en tu tiempo libre. Una mujer maravillosa y con un corazó n generoso que ayuda sin pretender nada a cambio. Sin su ayuda serí a como un barco sin comandante. Quisiera dar las gracias tambié n a los diversos grupos, blogs y watppad por el apoyo. Os estoy muy agradecida por haber leí do la serie Moya.
ERES MÍ A Nota del autorTramaCAPÍ TULO 1CAPÍ TULO 2CAPÍ TULO 3CAPÍ TULO 4CAPÍ TULO 5CAPÍ TULO 6CAPÍ TULO 7CAPÍ TULO 8CAPÍ TULO 9CAPÍ TULO 10CAPÍ TULO 11CAPÍ TULO 12
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