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CUARTA PARTE 4 страницаAl dar la vuelta a la esquina de la calle Peachtree y mirar hacia Five Points, no pudo dejar de exhalar un grito de espanto. A pesar de todo lo que Frank le habнa dicho acerca de que la ciudad estaba totalmente quemada, ella no habнa imaginado una destrucciуn tan completa. En su mente, la ciudad que tanto amaba existнa aъn, con sus apretados edificios y sus bellas casas. Pero aquella calle Peachtree estaba ahora tan desconocida que era como si jamбs la hubiese visto anteriormente. La enlodada calle por la que ella habнa corrido con la cabeza inclinada y piernas temblorosas cuando las granadas reventaban sobre su cabeza durante el sitio, esa calle que ella habнa visto por ъltima vez bajo el calor, la premura y la angustia del trбgico dнa de la retirada, le era tan extraсa que sintiу ganas de llorar. Aunque habнan surgido muchos edificios nuevos en el aсo transcurrido desde que Sherman saliу de la ciudad incendiada y volvieron a ella los confederados, quedaban todavнa muchos solares alrededor de Five Points, y en ellos yacнan montones de ladrillos rotos entre un cъmulo de escombros, hierbas secas y trozos de escoba. Quedaban las ruinas de unos pocos edificios que Scarlett conocнa: paredes de ladrillos sin techos, ventanas sin cristales, chimeneas que se erguнan solitarias. Aquн y allб, sus ojos divisaban algo que le era familiar y que habнa sobrevivido a las granadas y al incendio, y que habнa sido reparado, destacбndose el rojo vivo de los ladrillos nuevos sobre el fondo antiguo... En nuevas tiendas y nuevos escaparates vio con placer nombres que conocнa de antes, pero eran pocos, especialmente sobre los rуtulos que seсalaban los despachos de doctores, abogados y comerciantes de algodуn. Hubo tiempos en que conocнa en Atlanta a casi todo el mundo, y el ver ahora tantos nombres extranjeros la deprimiу. Pero tambiйn la reconfortу observar los nuevos edificios levantados a lo largo de la calle. Habнa docenas de ellos, Ўy muchos tenнan hasta tres pisos! Por todas partes se construнa; cuando contemplу la calle en toda su largura, tratando de ajustar su mente a la nueva Atlanta, oyу martillazos y rechinar de sierras, vio andamios y hombres que trepaban por las escaleras con cestos de ladrillos sobre la espalda. Mirу con afecto la calle que le era familiar y sus ojos se humedecieron. «Te quemaron —pensу— y te arrasaron. Pero no te vencieron. No pueden vencerte. Revivirбs tan grande y tan atrevida como siempre fuiste. » Segъn caminaba por la calle Peachtree, seguida por los andares bamboleantes de Mamita, encontrу las aceras tan llenas de gente como lo estaban durante el agitado perнodo de la guerra. En la resucitada poblaciуn se percibнa el mismo aire de apresuramiento y de actividad que cuando llegу allн, mucho tiempo atrбs, para hacer su primera visita a la tнa Pitty. Los vehнculos que circulaban traqueteando sobre enlodados baches parecнan ser tantos como antes, excepto que ahora no se veнan allн las ambulancias de los confederados, y habнa tantos caballos y muнas como en otros tiempos, trabados a los postes de la acera frente a los tejadillos de madera que protegнan las tiendas del reflejo del sol. Aunque las aceras desbordaban de gente, las caras que Scarlett veнa eran tan desconocidas para ella como los rуtulos que leнa a su paso, gentes reciйn llegadas, muchos hombres de tipo ordinario, muchas mujeres vestidas chillonamente. Las calles estaban repletas de negros ociosos, apoyados en las paredes o sentados en el borde de la acera, viendo pasar los coches con la ingenua curiosidad de niсos que presencian el desfile de un circo. —Negros reciйn emancipados —comentу despreciativamente Mamita—. No han visto en su vida un carruaje de verdad. Y tienen cara de insolentes todos ellos. Tenнan, en efecto, cierto aire descarado, convino Scarlett, porque la contemplaban con insolencia, pero ella no les hizo caso, dominada por la repugnancia de ver allн tantos uniformes azules. La ciudad rebosaba de soldados yanquis, a caballo, a pie, en carros militares, vagabundeando por las calles, saliendo de las tabernas dando traspiйs. «Jamбs me acostumbrarй a verlos! —pensу—. ЎJamбs! » Y gritу por encima del hombro: —ЎMamita, date prisa! Salgamos de entre este gentнo. —Pronto me deshago yo a puntapiйs de toda esta basura negra —contestу Mamita en voz alta, esgrimiendo el saco de mano contra un negro presumido que se ponнa delante de ella y haciйndole saltar a un lado—. No me gusta esta ciudad, seсora Scarlett. Estб demasiado llena de yanquis y de negros de nuevo cuсo. —Serб mбs agradable en donde no haya tanta gente. Cuando lleguemos a Five Points, ya caminaremos mejor. Siguieron andando sobre las resbaladizas piedras que servнan de puente para cruzar el barrizal de la calle Decatur y continuaron por la calle Peachtree ya en su parte menos concurrida. Cuando llegaron a Wesley Chapel, en donde Scarlett se habнa detenido para recobrar el aliento aquel dнa de 1864 cuando corrнa en busca del doctor Meade, mirу el edificio y riу en voz alta, breve y sarcбsticamente. Los vivos ojos de Mamita buscaron los suyos con aire de interrogaciуn y de sospecha, pero su curiosidad no se vio satisfecha. Scarlett recordу con desdйn el terror que la habнa dominado aquel dнa. Estaba muerta de pavor, torturada por el miedo, aterrorizada por los yanquis, espantada por el prуximo nacimiento de Beau. Ahora se preguntaba por quй habнa estado tan asustada, tan aterrada como un chiquillo que oye un gran estruendo. ЎY quй inocente habнa sido al creer que los yanquis, y el incendio, y la derrota, eran lo peor que podнa acontecerle! ЎQuй cosas tan triviales eran йstas comparadas con la muerte de Ellen, la enajenaciуn mental de Gerald y la perpetua pesadilla de la inseguridad! ЎQuй fбcil serнa ahora mostrar bravura ante un ejйrcito invasor, pero quй difнcil afrontar el grave peligro que amenazaba a Tara! No, ya no podrнa jamбs asustarse de nada, excepto de la pobreza. Por la calle Peachtree subнa un carruaje cerrado, y Scarlett se aproximу al borde de la acera para ver si conocнa al ocupante, porque la casa de tнa Pitty todavнa quedaba a bastante distancia. Tanto ella como Mamita se inclinaron para mirar cuando el coche llegу a su nivel, y la cabeza de una mujer asomу un momento por la ventanilla, una mujer con los cabellos de un rojo demasiado vivo debajo de una magnнfica capota de piel. Scarlett dio un paso atrбs y en ambas fisonomнas se denotу el mutuo reconocimiento. Era Belle Watling, y Scarlett percibiу unas aletas de nariz dilatadas por el desagrado antes de que el coche pasara de largo. Era curioso que la de Belle fuese la primera cara conocida que encontrase. —їQuiйn es йsa? —preguntу Mamita con desconfianza—. Se ve que la conoce, pero no ha saludado. Jamбs he visto pelo de ese color en toda mi vida. Ni siquiera en la familia Tarleton. Para mн que ese pelo es teсido. —Lo es —dijo Scarlett lacуnicamente, caminando mбs de prisa. —їY usted trata a una mujer con el pelo teсido asн? Le he preguntado quiйn es. —Es una mala mujer, pero te doy palabra de que no la trato. De modo que cierra el pico. —ЎDios Todopoderoso! —exclamу Mamita, quedбndose con la boca abierta y mirando el carruaje con apasionada curiosidad. No habнa visto a una mala mujer profesional desde que saliу de Savannah con Ellen, hacнa mбs de veinte aсos, y sentнa en el alma no haberse fijado en Belle mбs detenidamente. —Ciertamente, va bien vestida y tiene un magnнfico coche con un cochero —murmurу—. No sй en lo que piensa el Seсor cuando permite que mujeres asн anden tan florecientes mientras nosotras, que somos buenas, andamos hambrientas y casi descalzas. —El Seсor dejу de pensar en nosotros hace muchos aсos —contestу Scarlett con amargura—. Y no empieces a decirme que mamб se agitarб en su sepultura al oнrme decir esto. Querнa sentirse virtuosa y superior a Belle, pero no podнa. Si sus planes salнan bien, quizб descendiese al mismo plano de Belle y fuera mantenida por el mismo hombre. Si bien no deploraba en lo mбs mнnimo su decisiуn, la cosa, vista en su verdadero aspecto, la inquietaba. «No quiero pensar en esto ahora», se dijo, y apresurу el paso. Pasaron por delante del solar en donde habнa estado la casa de los Meade y de la que sуlo quedaban los peldaсos de piedra y un caminito que no iba a ninguna parte. Donde se levantaba antes la casa de los Whiting existнa ahora un desnudo erial. Habнan desaparecido hasta las piedras de los cimientos y las chimeneas de ladrillo, y se veнa el surco de los carros que se habнan llevado los ъltimos restos del edificio. La casa de los Elsing, construida de ladrillos, estaba en pie, con un segundo piso y un tejado nuevos. La de los Bonnell, torpemente remendada y con un tejado de tablas en vez de texas, parecнa habitable a pesar de su maltrecha apariencia. Pero en ninguna de ellas se veнa un rostro en la ventana ni una figura viviente en el pуrtico, de lo cual se alegrу Scarlett. No querнa ahora hablar con nadie. Pronto, el nuevo tejado de pizarra de la casa de tнa Pitty, con sus paredes de rojos ladrillos, se hizo visible, y el corazуn de Scarlett palpitу. ЎQuй bueno fue Dios al no destruirla del todo! Saliendo del patio trasero, apareciу el tнo Peter con la cesta del mercado colgada del brazo, y cuando vio a Scarlett seguida de Mamita, una sonrisa tan amplia como incrйdula descompuso su negra fisonomнa. «Besarнa con gusto a ese viejo imbйcil, Ўcuбnta alegrнa me da verle! », pensу Scarlett gozosa, y le gritу: —ЎCorre a buscar el frasco de sales de la tнa, Peter! ЎSoy realmente yo! Aquella noche, la ineludible pasta de maнz y los guisantes secos aparecieron en la mesa de tнa Pittypat, y mientras Scarlett los comнa hizo el voto de que, en cuanto tuviese dinero otra vez, aquellos dos platos no volverнan a presentarse a su mesa. Por muchos sacrificios que eso le costara, ella tendrнa dinero otra vez, y dinero para algo mбs que pagar meramente los impuestos. De algъn modo, algъn dнa ella habrнa de tener mucho dinero, aunque para conseguirlo tuviese que asesinar a alguien. A la amarillenta luz de la lбmpara del comedor, preguntу a tнa Pitty acerca del estado de sus bienes, esperando contra toda esperanza que acaso la familia de Charles pudiese prestarle la suma que necesitaba. Las preguntas no pecaron de delicadas, pero Pitty, con el placer de tener a alguien de la familia con quien hablar, ni siquiera notу el atrevimiento de aquellas preguntas, y se sumergiу lacrimosamente en los detalles de sus infortunios. No sabнa exactamente adonde habнan ido a parar sus fincas rurales, sus casas urbanas y su dinero, pero todo habнa volado. Por lo menos, esto era lo que le habнa dicho su hermano Henry. No habнa podido pagar la contribuciуn sobre sus propiedades. A excepciуn de la casa en que habitaba, todo se lo habнa llevado el diablo, y Pitty jamбs se habнa detenido a pensar que esa casa no era suya, sino de Melanie y de Scarlett conjuntamente. Henry a duras penas conseguнa pagar la contribuciуn sobre la casa. Le pasaba una pequeсa cantidad al mes, para que su hermana pudiese ir viviendo, y, por humillante que fuera para ella, tenнa que aceptarlo. —Mi hermano Henry dice que no sabe cуmo arreglбrselas con todas las cargas que tiene que soportar y con unos impuestos tan excesivos; pero, por supuesto, es muy posible que ande sobrado de dinero, aunque no me quiera dar mucho. Scarlett sabнa que el tнo Henry no mentнa. Las escasas cartas que de йl habнa recibido con referencia a las propiedades de Charles lo demostraban. El viejo abogado batallaba valientemente para salvar la casa y la ъnica parcela de propiedad urbana en donde se levantaba antes el almacйn, a fin de que a Scarlett y a Wade les quedase algo del naufragio. Scarlett sabнa que pagaba esas contribuciones con gran sacrificio personal. «Por supuesto, йl no tiene dinero —pensу Scarlett sobriamente—. Bien; tanto йl como tнa Pitty quedan eliminados de mi lista. No hay nadie mбs que Rhett. Tengo que hacerlo. Debo hacerlo. Pero no puedo pensar en ello ahora... Debo procurar que ella misma hable de Rhett, y asн podrй yo sugerir que le invite a visitarnos maсana. » Se sonriу y estrechу afectuosamente entre las suyas las regordetas manos de tнa Pitty. —Queridнsima tнa —le dijo—. No hablemos mбs de cosas tan penosas como el dinero. Olvidйmoslo y charlemos de otros temas mбs agradables. Tiene usted que contarme mбs noticias acerca de nuestros amigos. їCуmo estбn la seсora Merriwether y Maybelle? Me dijeron que el criollo de Maybelle habнa vuelto sano y salvo. їCуmo estбn los Elsing, y el doctor y la seсora Meade? Pittypat se animу con el cambio de tema, y su cara aniсada cesу de temblar con los lloros. Dio informes detallados acerca de sus antiguos vecinos, lo que hacнan, lo que vestнan, lo que comнan y lo que pensaban. Contу con horrorizado acento cуmo, antes de que Rene Picard regresase de la guerra, la seсora Merriwether y Maybelle iban tirando confeccionando tartas de dulce y vendiйndolas a los soldados yanquis. ЎEra tremendo! A veces, se veнan hasta dos docenas de yanquis en el patio trasero de la casa de los Merriwether, aguardando a que terminase la hornada. Ahora Rene, que habнa vuelto, guiaba todos los dнas un carro viejo hasta el campamento de los yanquis, y vendнa a los soldados tartas, pasteles y bizcochos. La seсora Merriwether decнa que en cuanto reuniese algъn dinerillo iba a abrir una tienda en el centro de la ciudad. Pitty no querнa criticar, pero a pesar de todo, ella, por su parte, preferнa morirse de hambre a tener tratos con los yanquis. Era para ella cosa de honor mirar con desdйn a todo soldado con quien se cruzaba, o atravesar la calle de la manera mбs insultante posible, aunque esto era incуmodo cuando hacнa mal tiempo. Scarlett pudo colegir que en lo que concernнa a la seсorita Pittypat, ningъn sacrificio, aunque fuese el de llenarse de barro los zapatos, era demasiado grande para mostrar su lealtad a la Confederaciуn. El doctor Meade y su esposa habнan perdido su casa cuando los yanquis incendiaron la ciudad, y no tenнan dinero ni alientos para reconstruirla, ahora que Phil y Darcy habнan muerto. La seсora Meade decнa que ya no querнa una casa grande, porque їquй era una casa sin hijos y nietos que la habitasen? Se sentнan muy solos, y habнan ido a vivir con los Elsing, que habнan reconstruido la parte deteriorada de su casa. El seсor y la seсora Whiting tambiйn tenнan en ella una habitaciуn, y la seсora Bonnel hablaba de trasladarse igualmente allн si tenнa la suerte de poder arrendar su casa a un oficial yanqui con su mujer. —Pero їcуmo pueden meterse allн todos? —exclamу Scarlett—. La seсora Elsing, Fanny, Hugh... —La seсora Elsing y Fanny duermen en el salуn y Hugh en el desvбn —exclamу Pitty, que conocнa los arreglos domйsticos de sus amigos—. Hija mнa, siento tener que decнrtelo, pero... la seсora Elsing los llama «invitados de pago». —Aquн la voz de la seсorita Pitty se convirtiу en un cuchicheo—. No son mбs que huйspedes, en el sentido vulgar de la palabra. ЎLa seсora Elsing tiene una casa de huйspedes! їNo es eso horrible? —Lo considero magnнfico —contestу Scarlett con viveza—. ЎYa quisiera yo tener huйspedes de pago en Tara, en vez de tenerlos gratuitos! Acaso no serнamos tan pobres ahora. —Scarlett, їcуmo puedes decir estas cosas? ЎTu pobre madre se removerнa en su tumba al mero pensamiento de cobrar dinero por la hospitalidad de Tara! Por supuesto, la seсora Elsing se vio literalmente forzada a hacerlo asн, porque aunque probaron a defenderse cosiendo en casa y con los bordados de Fanny y el poco dinero que sacaba Hugh vendiendo leсa a domicilio, les fue imposible cubrir gastos. ЎY Hugh que se preparaba para ejercer de abogado! Es cosa de ponerse a llorar el ver lo que ahora tienen que hacer nuestros pobres muchachos. Scarlett pensу en todas aquellas hileras de algodуneros bajo el deslumbrante sol de Tara y en cуmo le dolнan los riсones de tanto inclinarse. Recordу el contacto de los mangos del arado en sus manos, y pensу que Hugh Elsing no merecнa compasiуn especial. ЎQuй pobre imbйcil era la tнa Pitty y, a pesar de toda la devastaciуn ocurrida en derredor suyo, quй protegida habнa estado! —Si no le gusta vender de casa en casa, їpor quй no ejerce la abogacнa? їO es que ya no se puede ejercer en Atlanta? —ЎOh, sн! Se ejerce mucho. Casi todo el mundo pleitea con los demбs, hoy en dнa. Como se ha quemado todo y no existen ya lнneas de demarcaciуn, nadie sabe exactamente en dуnde principia y en dуnde acaba su propiedad. Pero no se puede sacar dinero de los litigios judiciales porque nadie tiene dinero. Y por eso Hugh tiene que seguir de vendedor ambulante... ЎOh, casi lo olvidaba! їNo te lo escribн? Fanny Elsing se casa maсana por la noche y, por supuesto, debes asistir a la boda. La seсora Elsing se alegrarб mucho de verte cuando sepa que estбs en la ciudad. Espero que habrбs traнdo otros vestidos, ademбs del que llevas. No es que йste no te vaya bien, pero... parece algo gastado. ЎAh!, їtienes un vestido elegante? Me alegro, porque йsta va a ser la primera boda que valga la pena, despuйs de la caнda de la ciudad. Habrб pasteles, y vino, y baile despuйs. No sй cуmo pueden permitнrselo los Elsing; son tan pobres... —їCon quiйn se casa Fanny? Creн que despuйs de que Dallas Mac-Lure muriera en Gettysburg... —Querida, no debes criticar a Fanny. Todo el mundo no es tan fiel a sus muertos como tъ lo eres al pobre Charles. Espera. їCуmo se llama? Nunca puedo acordarme de los nombres... Tom no sй quй mбs. Conocн mucho a su madre, estudiamos juntas en el Instituto Lagrange. Era una Tomlinson y su padre se llamaba..., espera..., їPerkins, Parkins, Parkinson? Eso es. De Sparta. Muy buena familia, pero, sin embargo..., no debнa decirlo, pero Ўno sй cуmo Fanny pudo pensar en casarse con йl! —їEs bebedor, o quй? —No, por cierto. Su conducta es perfecta, pero, verбs, fue herido, recibiу una herida de granada y esto hace que sus piernas..., bueno, siento tener que emplear esta palabras, pero las piernas le han quedado «espatarradas». Eso le da una apariencia vulgar cuando camina, hace feo... No sй por quй Fanny se casa con йl. —Las chicas solteras tienen que casarse con alguien. —No veo por quй —dijo Pitty, altanera—. Yo nunca me sentн obligada a hacerlo. —ЎQuerida tнa, no me referнa a usted! ЎTodo el mundo sabe cuбntos admiradores tenнa usted, y aun ahora...! El mismo juez Carlton le ponнa a usted ojos de carnero hasta que yo... —ЎOh, cбllate, Scarlett! ЎEse tonto! —exclamу la tнa Pitty, riendo complacida—. Despuйs de todo, Fanny era tan popular que podнa haber encontrado mejor partido, y no creo que ella estй enamorada de ese Tom... como se llame... No creo que se haya consolado de la muerte de Dallas MacLure, pero no es como tъ, querida. Tъ has sido fiel a la memoria del pobre Charles, aunque hubieras podido volverte a casar una docena de veces. Melly y yo nos hemos maravillado muchas veces de tu lealtad a su memoria, cuando todo el mundo decнa que eras una coqueta sin corazуn. Scarlett no hizo caso de tal confidencia indelicada y, con destreza, fue pasando de un conocido a otro, pero, entretanto, ardнa de impaciencia por llevar la conversaciуn hacia Rhett. No convenнa que ella preguntase directamente acerca de йl nada mбs llegar. Ello podнa llevar a la vieja a pensar en cosas que valнa mбs no tocar. Sobraba tiempo para despertar las sospechas de Pitty si Rhett rehusaba casarse con ella. La tнa Pitty continuу charlando a su gusto, feliz como un chiquillo al tener quien la escuchase. Las cosas en Atlanta habнan llegado a los peores extremos, con todas las maldades que segъn decнa ella cometнan los republicanos. Lo peor de todo eran las ideas que metнan en la cabeza de los pobres negros. —Querida, Ўquieren dejar a los negros que voten! їHas oнdo jamбs algo mбs absurdo? Aunque no sй, porque ahora que me acuerdo, el tнo Peter tiene mucho mбs sentido comъn que ningъn republicano que yo conozca y modales mucho mejores; pero, por supuesto, el tнo Peter estб demasiado bien educado para querer votar. Mas el proyecto ha trastornado a los negros. ЎY algunos se han vuelto tan insolentes...! No hay seguridad en las calles en cuanto anochece, y aun en pleno dнa empujan a las seсoras de las aceras y las obligan a caminar por el barro. Y si algъn caballero se atreve a protestar lo detienen y... їte dije, querida, que el capitбn Butler estб en la cбrcel? —їRhett Butler? Aun a pesar de tan mala noticia. Scarlett agradeciу que su tнa le hubiese evitado el tener que sacar ese nombre a colaciуn. —ЎEl mismo! —La excitaciуn coloreу las mejillas de Pitty, que se habнa incorporado—. Y a estas horas estб preso por matar a un negro, y pueden ahorcarlo. ЎImagнnate, el capitбn Butler en la horca! Por un instante, Scarlett se quedу sin respiraciуn, y no pudo hacer mбs que mirar con asombro a tнa Pitty, que se sentнa a todas luces halagada por el efecto que causaban sus noticias. —No lo han probado todavнa, pero alguien matу a ese negro que habнa insultado a una mujer blanca. Y los yanquis estбn muy apurados porque han matado recientemente a muchos negros insolentes. No tienen pruebas contra el capitбn Butler, pero quieren que alguien sirva de ejemplo, dice el doctor Meade. Dice tambiйn que si los yanquis lo cuelgan serб la primera buena obra que hayan hecho, pero, vamos, no sй... ЎY pensar que el capitбn Butler estuvo aquн pocos dнas antes y me trajo como regalo la codorniz mбs gorda que he visto en mi vida, y preguntу por ti, y dijo que temнa haberte ofendido la noche del sitio, y que acaso tъ no quisieses perdonбrselo nunca...! —їCuбnto tiempo estarб en la cбrcel? —Nadie lo sabe. Es posible que lo ahorquen y es posible que no puedan probar nada despuйs de todo. No obstante, no parece preocuparles mucho a los yanquis si las personas son culpables o no, siempre que puedan ahorcar a alguien. Estбn tan inquietos... —Pitty bajу aquн la voz misteriosamente— con el Ku Klux Klan. їTenйis el Klan allн, en vuestro condado? Estoy segura de que sн, querida, y de que Ashley nada os dice a vosotras. Los miembros del Klan tienen la consigna de no decir nada. Van a caballo por la noche, vestidos de fantasmas, y hacen inopinadas visitas a los yanquis reciйn venidos que roban dinero y a los negros que se muestran demasiado insolentes. A veces no hacen mбs que asustarles y advertirles que deben marcharse de Atlanta; pero cuando no se comportan bien, les dan una tunda y —cuchicheу Pitty—, a veces, los matan y los dejan en donde puedan ser encontrados fбcilmente, con la tarjeta del Ku Klux Klan sobre el cadбver... Y los yanquis estбn furiosos, y quieren hacer un escarmiento con alguien... Pero Hugh Elsing me dijo que no creнa que ahorcaran al capitбn Butler, porque los yanquis creen que йl sabe dуnde estб el dinero, aunque no quiere decirlo. Estбn tratando de obligarle a que lo diga. —їEl dinero? —їNo lo sabнas? їNo te lo escribн? Querida, Ўhas estado tan enterrada en Tara...! La ciudad se quedу realmente asombrada cuando el capitбn Butler regresу aquн con un magnнfico coche y un buen caballo y con los bolsillos repletos de dinero, mientras todos los demбs no sabнamos de dуnde saldrнa la comida del dнa siguiente. Todo el mundo se puso rabioso al ver que un especulador que siempre decнa pestes de la Confederaciуn tuviese tanto cuando nadie tenнa nada. Todos estaban intrigados por saber cуmo se las compuso para salvar su dinero, pero nadie tuvo valor para preguntбrselo... excepto yo. Y йl se riу y me dijo: «De ningъn modo honrado; puede usted estar segura de ello. » Ya sabes lo difнcil que es lograr que hable en serio. —Debiу de ganar el dinero con el bloqueo... —Desde luego, hijita, al menos parte de йl. Pero no fue mбs que una gota de agua en comparaciуn con lo que hoy posee realmente. Todo el mundo, incluso los yanquis, creen que tiene millones en oro, pertenecientes a la Confederaciуn, escondidos en alguna parte. —їMillones... en oro? —Dime, hijita, їadonde fue a parar todo el oro de la Confederaciуn? Alguien lo tiene y el capitбn Butler debe de ser uno de ellos. Los yanquis pensaron que el presidente Davis lo tenнa al salir de Richmond, pero cuando capturaron al pobre hombre vieron que apenas tenнa un cйntimo. No habнa dinero en el Tesoro cuando terminу la guerra, y todo el mundo cree que alguno de los que burlaban el bloqueo lo guarda y se calla. —ЎMillones... en oro! Pero їcуmo? —їNo llevу el capitбn Butler millones de balas de algodуn a Inglaterra y a Nassau para venderlas en nombre del Gobierno confederado? —preguntу tнa Pitty triunfalmente—. No solamente algodуn suyo, sino del Gobierno tambiйn. Y ya sabes quй precios alcanzу el algodуn en Inglaterra durante la guerra. ЎEl precio que se querнa pedir! Йl era un agente libre que trabajaba para el Gobierno y se suponнa que habнa de vender el algodуn y con su importe comprar caсones y municiones y traйrnoslos. Bueno, cuando el bloqueo se estrechу, no podнa ya traer las armas y de todos modos no pudo haber gastado en ellas ni la centйsima parte del dinero del algodуn, y quedaron por lo tanto millones de dуlares en los bancos ingleses, puestos allн por esos agentes y por el capitбn Butler, en espera de que el bloqueo perdiera intensidad. Y nadie me dirб que lo pusieron a nombre de la Confederaciуn. Lo pusieron a nombre suyo, y allн estб... Todo el mundo ha venido hablando de ello desde la rendiciуn y criticando a los agentes muy severamente, y, cuando los yanquis detuvieron al capitбn Butler por haber matado al negro, debнan de estar enterados del rumor, porque han querido forzarle a que diga dуnde estб el dinero. їNo ves que todos los fondos confederados pertenecen ahora a los yanquis... o por lo menos asн lo creen los yanquis? Pero el capitбn Butler dice que йl no sabe nada... El doctor Meade asegura que debieran ahorcarlo de todos modos, aunque la horca es cosa demasiado buena para un ladrуn y un sinvergьenza como йse... Pero, querida, Ўtienes una cara tan extraсa! їTe sientes mareada? їTe he trastornado hablбndote asн? Ya sй que era un admirador tuyo, pero tenнa entendido que todo se habнa acabado hacнa tiempo. Personalmente, no me gusta mucho porque es un pillastre... —No es amigo mнo —dijo Scarlett haciendo un esfuerzo—. Tuve una disputa con йl durante el sitio, despuйs que usted se fuera a Macуn. їDуnde... dуnde estб? —En el cuartel de bomberos, cerca de la plaza. —їEn el cuartel de bomberos? La tнa Pitty se echу a reнr ruidosamente. —Sн, en el cuartel de bomberos. Los yanquis lo emplean ahora como prisiуn militar. Estбn acampados en tiendas por todos los alrededores del Ayuntamiento, en la plaza, y el cuartel de bomberos estб un poco mбs abajo, y allн tienen al capitбn Butler. Y ayer, Scarlett, oн la cosa mбs cуmica que puedas figurarte acerca del capitбn. No recuerdo quiйn me lo contу. Sabes lo atildado que andaba siempre...; era muy elegante, realmente... Pues ahora no le permiten baсarse, y йl todos los dнas insiste en que necesita un baсo, y finalmente lo sacaron del cuartel y lo condujeron a la plaza, en donde hay un gran abrevadero para los caballos, en el que ya se habнa baсado todo el regimiento, en la misma agua. Y le dijeron que podнa baсarse allн, y йl dijo que no, que preferнa su propia suciedad a la suciedad yanqui, y... Scarlett escuchaba la alegre y charlatana voz, pero sin enterarse de las palabras que decнa. En su mente no habнa mбs que dos ideas. Rhett tenнa todavнa mбs dinero del que ella esperaba, y estaba preso. El hecho de que se hallara en la cбrcel y pudiera ser ahorcado podнa alterar algo el aspecto de las cosas, incluso hacerlas mбs favorables. No le producнa mucho efecto lo del posible ahorcamiento. Su necesidad de dinero era demasiado apremiante y desesperada para que ella se inquietase por la suerte de Butler. Ademбs, casi compartнa la opiniуn del doctor Meade de que la horca era demasiado buena para Rhett. Un hombre capaz de dejar a una mujer que huye, abandonada entre dos ejйrcitos en plena noche, sуlo por ir a combatir por una causa que ya estaba perdida, merecнa la horca... Si pudiese componйrselas para casarse con Rhett en la misma cбrcel, todos aquellos millones serнan suyos y sуlo suyos, en el caso de que a йl lo matasen. Y, si el matrimonio no era posible, acaso pudiera conseguir de йl un prйstamo bajo la promesa de casarse con йl cuando quedase en libertad, o prometiйndole... Ўoh, prometiйndole todo lo que йl quisiese! Si lo ahorcaban, el ajuste de cuentas no tendrнa lugar jamбs. Por un momento, su imaginaciуn se inflamу al pensar en quedarse viuda gracias a la amable intervenciуn del Gobierno yanqui. ЎMillones en oro! Podrнa hacer reparaciones en Tara, alquilar peones y plantar muchas hectбreas de algodуn. Y podrнa tener magnнficos vestidos, comer tanto como se le antojase, y lo mismo Suellen y Carreen. Y Wade podrнa tomar cosas nutritivas para redondear sus demacradas mejillas, y tener ropas de abrigo, y una institutriz, y despuйs ir a la universidad en lugar de crecer descalzo e ignorante como un labrador cualquiera. Un buen mйdico podrнa atender a su padre y en cuanto a Ashley... Ўquй no podrнa hacer por Ashley! La tнa Pittypat interrumpiу su monуlogo interior, al preguntar: —їQuй hay, Mamita? Y Scarlett, retornando de sus ensueсos, vio a Mamita de pie en el quicio de la puerta con las manos bajo el delantal y una mirada penetrante y alerta en sus ojos. Se preguntу cuбnto tiempo llevarнa la negra allн y cuбnto habrнa podido escuchar y observar. Todo, probablemente, a juzgar por el fulgor de sus cansados ojos.
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