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como si mi flecha, volando por encima

de la casa, hubiera herido a mi hermano.

LAERTES

Lo admito en mis sentimientos,

que son los que má s deberí an moverme

a la venganza. Respecto a mi honor

me reservo, y no deseo reconciliarme

hasta que voces de probada autoridad

emitan juicio y precedente de concordia

y mi buen nombre salga intacto. Hasta entonces

acojo como afecto el afecto declarado

y no lo menosprecio.

HAMLET

Lo acepto muy gustoso, y lucharé

abiertamente en este encuentro fraternal. –

Traed las espadas, vamos.

LAERTES

Venga, una para mí.

HAMLET

Laertes, os daré realce. Mi torpeza

hará que vuestro arte brille tanto

como un astro en la noche má s oscura.

LAERTES

Os burlá is, señ or.

HAMLET

No, os lo juro.

REY

Dales las espadas, joven Osric. Hamlet,

¿ conoces la apuesta?

HAMLET

Perfectamente, señ or.

Vuestra Majestad ha apostado por el dé bil.

REY

No me inquieta; os he visto a ambos.

Mas, como é l es un maestro, se te ha dado ventaja.

LAERTES

É sta es muy pesada. A ver otra.

HAMLET

É sta me gusta. ¿ Son todas del mismo largo?

OSRIC

Sí, Alteza.

 

Se disponen a luchar.

 

REY

Poned las jarras de vino en esa mesa.

Si Hamlet da el primer golpe o el segundo,

o se desquita en el tercer asalto,

que en todas las almenas disparen los cañ ones.

El rey beberá por el vigor de Hamlet

y en la copa echará una perla má s valiosa

que la que cuatro reyes sucesivos

en la corona danesa portaron.

Dadme las copas; el timbal hablará a la trompeta,

la trompeta al cañ ó n de la muralla,

el cañ ó n al cielo y el cielo a la tierra, diciendo:

«El rey bebe ahora por Hamlet. » Empezad.

Jueces, vosotros siempre vigilantes.

HAMLET

Vamos.

LAERTES

Vamos, señ or.

 

Luchan.

 

HAMLET

¡ Uno!

LAERTES

¡ No!

HAMLET

¿ Jueces?

OSRIC

Un punto, un punto muy claro.

LAERTES

Bien, sigamos.

REY

Alto. Traed el vino. Hamlet, tuya es esta perla.

Bebo a tu salud.

 

Suenan tambores y trompetas, y disparan una salva.

 

Dadle la copa.

HAMLET

Primero, este asalto. Dejadla a un lado. ‑

Vamos.

 

Vuelven a luchar.

 

Otro punto. ¿ Qué decí s?

LAERTES

Otro punto, lo confieso.

REY

Ganará nuestro hijo.

REINA

Está sudando y sin aliento[L96].

Hamlet, toma mi pañ uelo, sé cate la frente.

La reina bebe por tu suerte, Hamlet.

HAMLET

Gracias, madre.

REY

Gertrudis, no bebas.

REINA

Quiero beber, esposo; con permiso.

 

Bebe [y ofrece la copa a HAMLET].

 

REY [aparte]

Es la copa envenenada. Ya es tarde.

HAMLET

Aú n no me atrevo, señ ora. Beberé luego.

REINA

Ven, deja que te seque la cara.

LAERTES

Majestad, esta vez le toco.

REY

No lo creo.

LAERTES [aparte]

Esto va casi contra mi conciencia.

HAMLET

Vamos al tercero, Laertes. No dais en serio.

Os lo ruego, atacad con má s ardor.

Temo ser vuestro juguete.

LAERTES

¿ Eso creé is? Vamos.

 

Luchan.

 

OSRIC

Ningú n punto para nadie.

LAERTES

¡ En guardia[L97]!.

Hiere a HAMLET. Hay un forcejeo y se cambian los estoques. HAMLET hiere a LAERTES.

 

REY

¡ Separadlos! Está n furiosos.

HAMLET

No, sigamos.

 

Cae la REINA.

 

OSRIC

¡ Atended a la reina!

HORACIO

Sangran ambos. ‑ ¿ Có mo está is, Alteza?

OSRIC

¿ Có mo está is, Laertes?

LAERTES

Como pajaro cogido en mi trampa, Osric.

Mi propia traicion me da justa muerte.

HAMLET

¿ Có mo está la reina?

 

REY

Se ha desmayado al verlos sangrar.

REINA

¡ No, no, el vino, el vino! ¡ Ah, mi buen Hamlet!

¡ El vino, el vino! ¡ Me ha envenenado!

 

Muere.

 

HAMLET

¡ Ah, infamia! ¡ Que cierren la puerta!

¡ Traició n! ¡ Descubridla!

 

[Sale OSRIC. ]

 

LAERTES

Está aquí, Hamlet. Hamlet, está s muerto.

No hay medicina que pueda salvarte.

No te queda ni media hora de vida.

El arma traidora está en tu mano,

con punta y envenenada. La vileza

se ha vuelto contra mí. Mira: yo,

caí do para siempre, y tu madre, envenenada.

No puedo má s. ¡ El rey, el rey es el cuí pable!

HAMLET

¿ Con punta y envenenada? ¡ Pues a lo tuyo, veneno!

 

Hiere al REY.

 

TODOS [LOS CORTESANOS]

¡ Traició n, traició n!

REY

¡ Amigos, defendedme! Só lo estoy herido.

HAMLET

¡ Toma, maldito dané s, criminal, incestuoso!

¡ Bé bete la pó cima!

 

[Obliga a beber al REY. ]

 

¿ Está ahí tu perla? Sigue a mi madre.

 

Muere el REY.

 

LAERTES

Recibió su merecido:

es veneno que é l mismo preparó.

Perdoné monos, mi noble Hamlet.

¡ No caigan sobre ti mi muerte ni la de mi padre,

ni la tuya sobre mí!

 

Muere.

 

HAMLET

El ciclo te absuelva. Voy a seguirte.

Me muero, Horacio. ‑ ¡ Adió s, pobre reina!

Vosotros, que palidecé is y temblá is

ante esta desdicha, comparsas o testigos

mudos de esta obra, si me quedara tiempo

(pues el esbirro de la muerte siempre arresta),

ah, os contarí a... Ya basta. Horacio, me muero;

tú vives: relata mi historia y mi causa

a cuantos las ignoran.

HORACIO

Nada de eso.

Má s que dané s soy antiguo romano.

Aú n queda bebida.

HAMLET

Como hombre que eres,

dame esa copa. ¡ Sué ltala! ¡ Por Dios, dá melal

¡ Ah, buen Horacio! Si todo queda oculto,

¡ qué nombre tan manchado dejaré!

Si por mí sentiste algú n cariñ o,

abstente de la dicha por un tiempo

y vive con dolor en el cruel mundo

para contar mi historia.

 

Marcha a lo lejos y cañ onazo.

 

¿ Qué es ese ruido de guerra?

 

Entra OSRIC.

 

OSRIC.

El joven Fortinbrá s, de vuelta victoriosa

de Polonia, dispara esta salva marcial

en honor de los embajadores de Inglaterra.

HAMLET

¡ Ah, ya muero, Horacio!

El fuerte veneno señ orea mi á nimo.

No viviré para oí r las nuevas de Inglaterra,

pero adivino que será elegido rey

Fortinbrá s. Le doy mi voto agonizante.

Dí selo, junto con todos los sucesos

que me han llevado... El resto es silencio.

 

[Lanza un hondo suspiro y ] muere.

 

HORACIO

Ha estallado un noble pecho. Buenas noches,

buen prí ncipe; que cá nticos de á ngeles

te lleven al reposo. ‑ ¿ Por qué vienen los tambores?

 

Entran FORTINBRÁ S y los EMBAJADORES de Inglaterra, con tambores, estandartes y acompañ amiento.

 

FORTINBRÁ S

¿ Dó nde está la escena?

HORACIO

¿ Qué queré is ver? Si es algo

de asombro o dolor, cese vuestra busca.

FORTINBRÁ S

Esta sangre pregona matanza. Muerte altiva,

¿ qué festí n preparas en tu celda infernal,

que con tal violencia hieres a la vez

a tantos prí ncipes?

EMBAJADOR

El cuadro es angustioso y nuestra embajada de Inglaterra llega tarde.

Sordos está n los oí dos que nos deben

dar audiencia, pues su orden fue cumplida

y Rosencrantz y Guildenstern han muerto.

¿ Quié n nos dará las gracias?

HORACIO

Su boca, no, aunque en ella

hubiera vida para agradecé roslo;

é l nunca dio la orden de matarlos.

Mas, puesto que llegá is en hora tan sangrienta,

vos, de la guerra con Polonia, y vos,

de Inglaterra, disponed que los cadá veres

sean expuestos en alto a la vista de todos

y permitid que cuente al mundo, pues lo ignora,

todo cuanto sucedió. De este modo sabré is

de actos lascivos, sangrientos e inhumanos,

castigos fortuitos, muertes casuales

y otras que se deben a engañ os y artificios;

y, por ú ltimo, de intrigas malogradas

vueltas contra sus autores. Todo esto

fielmente os contaré.

FORTINBRÁ S

Apresuré monos a oí rlo,

y que esté presente toda la nobleza.

En cuanto a mí, acojo mi destino con dolor.

Sobre este reino tengo derechos histó ricos

y ahora es la sazó n para reivindicarlos.

HORACIO

Hablaré tambié n de ello

y del voto que otros muchos atraerá.

Mas cumplamos sin tardanza lo propuesto,

ahora que los á nimos se encienden, no sea

que a estas tramas sucedan má s desdichas.

FORTINBRÁ S

Cuatro capitanes portará n

a Hamlet marcialmente al catafalco,

pues, de habé rsele brindado, habrí a sido

un gran rey. Su muerte será honrada

con sones militares y ritos de guerrero.

Llevaos los cadá veres. Esta escena,

má s propia de batalla, aquí disuena.

Vamos, que disparen los soldados.

 

Salen en marcha solemne, seguida de una salva de cañ ó n.

 

 

[L1]Segú n Dover Wilson, la figura solitaria y abatida de Francisco prefigura a Hamlet.

[L2]Difunto rey de Dinamarca y padre del Prí ncipe Hamlet.

[L3]Se han dado diversas explicaciones sobre este ademá n. Lo má s probable es que sea un aviso del espectro para que Horacio no se acerque.

[L4]Aunque bastantes editores interpretan esta observació n como un aparte, otros creen que Hamlet dirige al rey sus enigmá ticas palabras para desconcertarle. Por lo demá s, Hamlet puede referirse tanto a sí mismo como al rey.

[L5]Tal vez «el sol de la corte» o «el sol del favor real».

[L6]Sobre esta referencia a Abel, muerto por su hermano Caí n, volverá Shakespeare en el monó logo del rey (III. iii. ) y en la escena del cementerio (V. i. ).

[L7]Fundada en 1502, era conocida como la universidad de Lutero y la cuna del protestantismo. Sin embargo, Shakespeare menciona la cé lebre universidad alemana porque, al parecer, era la preferida de los daneses que estudiaban fuera de su paí s.

[L8]Es decir, igual que el dios del sol comparado a un ser lascivo. Hiperió n, uno de los titanes de la mitologí a griega, era exactamente padre de Helio, dios del sol, pero a veces se le identificaba con é ste.

[L9]Segú n la mitologí a griega, Ní obe estaba tan afligida por la muerte de sus numerosos hijos que no dejaba de llorar.

[L10]El matrimonio de una viuda con su cuñ ado se consideraba inces­tuoso y estaba prohibido por la Iglesia, tanto la cató lica como la protes­tante (en Inglaterra este tipo de matrimonio no se legalizó hasta la «Marriage Enabling Act» de 1960).

[L11]Ciudad y puerto de Dinamarca, a unos veinticinco kiló metros al norte de Copenhague. Elsenor y Elsinore son, respectivamente, las ver­siones españ ola e inglesa del topó nimo dané s Helsingor.

[L12]Tanto aquí como en IV. v y en V. ii, Shakes­peare tiene en cuenta el cará cter electivo de la monarquí a danesa. Segú n la versió n de Belleforest, el Hamlet legendario, tras matar a su tí o, llega a ser rey por aclamació n pú blica.

[L13]Segú n la mitologí a clá sica, matar esta fiera temible fue el primero de los doce trabajos de Hé rcules.

[L14]En la mitologí a griega, rí o del olvido.

[L15]En su excitació n, Hamlet se burla del grito de Horacio como si hubiera sido la llamada del cetrero a su halcó n.

[L16]Exactamente, sobre la cruz de la espada.

[L17]Só lo Dios y el diablo podí an estar «aquí y en todas partes», la pregunta de Hamiet expresarí a sus dudas sobre la verdadera naturaleza del espectro.

[L18]La inclusió n de este arte entre los «deslices bulliciosos y alocados» de la «libre juventud» se explica, entre otras razones, porque llevaba a las peleas y a los duelos.

[L19]Al En la é poca de Shakespeare era costumbre llevar puesto el som­brero en presencia de otros, aun en interiores. Vé ase al respecto el comienzo del diá logo entre Hamlet y Osric en V. ii. igual que la esgrima (vé ase nota anterior), el tenis solí a asociar­se con los jó venes juerguistas.

[L20]En la epoca de Shakespeare era costumbre llevar puesto el sombrero en presencia de otros, aun en interiores. Vease al respecto el comienzo del diá logo entre Hamlet y Osirie en V. ii

[L21]Entié ndase alrededor de la Tierra, segú n la astronomí a de To­lomeo. La moderna teorí a del sistema solar, de Copé rnico, publicada en el siglo XVI, invirtió esta antigua creencia.

[L22]Se ha interpretado el original («fishmonger») como «alcahue­te», y se ha explicado (Jenkins) que introduce la secuencia «pescade­ro > hija > concepció n». Sin embargo, las posibles connotaciones del té rmino no han podido demostrarse de modo concluyente. Lo que aquí importa es la incongruencia de llamar pescadero a un dignatario real y, seguramente, la sospecha de Hamlet (cierta, como sabemos lectores y pú blico) de que está n intentando espiarle y sonsacarle.

[L23]Este juego de ingenio podrí a explicarse así: si se parte de que la ambició n es la sombra de una sombra, los ú nicos mortales que tendrí an cuerpo será n los mendigos, que son los menos ambiciosos; por tanto, los reyes y los hé roes, a quienes mueve la ambició n, será n «sombras de mendigos». Pero, como observa Hibbard, los que no entienden del todo este pasaje está n en buena compañ í a: la de Coleridge, entre otros.

[L24]Seguramente, la ciudad de Wittenberg, donde estudió Hamiet.

[L25]Probable referencia a sucesos teatrales o polí ticos del Londres de la é poca, tal vez la rebelió n del conde de Essex contra la reina Isabel en 1601.

[L26]En la mitologí a clá sica, Hé rcules llevó el mundo sobre sus hombros para que Atlas cogiera las manzanas del Jardí n de las Hespé rides. Al parecer, la imagen de Hé rcules «con su carga» aparecí a en el escudo del Teatro del Globo de Londres, en el que actuaba la compañ í a de Shakespeare.

[L27]Probable cita de alguna balada perdida.

[L28]La primera suele explicarse como la obra teatral que respeta la unidad de lugar, mientras que la segunda serí a la que no se atiene a ninguna de las tres unidades.

[L29]Sé neca en la tragedia y Plauto en la comedia eran los dos drama­turgos de la literatura clá sica que má s influyeron en el teatro isabelino. Ademá s, el drama de Sé neca inspiró la tragedia isabelina de venganza.

[L30]Segú n la Biblia (Jueces, 11, 30‑ 40), Jefté hizo voto a Jehová de que si derrotaba a los amonitas, sacrificarí a a quien saliera de su casa a recibirle cuando é l regresara. Salió su ú nica hija, quien, antes de ser sacrificada, «llorá su virginidad por los montes». Hamlet pasa a recitar versos de una balada popular basada en la historia de Jefté.

[L31]Es decir, el hecho de que, como Jefté, tengá is una hija no significa que la querá is tanto. Segú n un comentarista, no se deduce que Polonio sea como Jefté en querer a su hija, sino en sacrificarla. Por lo demá s Hamlet finge no entender y continú a con lo que «sigue» en la balada.

[L32]Es decir, el actor ha crecido bastante: el chapí n era un zapato de suela muy alta que llevaban las mujeres. Hamlet se ha dirigido al actor adolescente que representaba los papeles femeninos.

[L33]Segú n algunos, la referencia indica que a los cetreros franceses se les atribuí a má s entusiasmo que arte. Pero el contexto parece indicar tambié n que a los franceses se les tení a por expertos en cetrerí a, si se entiende que Hamlet invita a los actores a improvisar y está seguro de que sabrá n hacerlo.

[L34]En el segundo libro de la Eneida de Virgilio, Eneas le cuenta a Dido, reina de Cartago, la muerte del anciano Prí amo, rey de Troya. Prí amo murió a manos de Pirro, hijo de Aquiles y uno de los que entró en la mí tica ciudad encerrado en el cé lebre caballo de madera.

[L35]De Hircania, paí s del Asia antigua.

[L36]Shakespeare usa aquí «herá ldica» en el sentido de variedad de colores herá ldicos. Así, en el recitado: «sable» = negro, «guies» = rojo.

[L37]Troya, aunque aquí Shakespeare parece referirse má s bien a la ciudadela o al palacio real.

[L38]En la mitologí a griega, los cí clopes eran seres enormes de un solo ojo que forjaban toda clase de objetos para los dioses (a Zeus le propor­cionaron el rayo y el trueno).

[L39]Esposa del anciano Prí amo y reina de Troya.

[L40]Segú n el contexto, el libro serí a un devocionario. Al final del cé lebre monó logo que sigue, Hamlet ve a Ofelia como si ella estuviese rezando.

[L41]Serí a en este punto donde Hamlet sospecha que le está n espiando y, por tanto, que Ofelia se ha prestado al juego. La sospecha podrí a motivarla algú n movimiento de cortinas, siempre que é ste no sea demasiado evidente: lo que dramá ticamente importa es evitar que la sospecha se convierta en certeza.

[L42]Supuesto dios de los sarracenos, presentado en el teatro medieval como personaje estruendoso y violento. Lo mismo cabe decir de Herodes como personaje teatral, al que Hamlet se refiere a continuació n.

[L43]Hamlet se excusa por adelantado: la irreverencia consistirí a en insinuar, como hace despué s, que a los hombres no los hizo Dios.

[L44]El de cartó n, sin patas y con un hueco de arriba abajo por el que se mete una persona y lo lleva a la altura de la cintura, tal como aú n se ve en algunas fiestas populares. El «epitafio» que cita Hamlet parece lamentar la desaparició n de esta figura en el antiguo baile inglé s conoci­do como «morris dance».

[L45]En el teatro isabelino los papeles femeninos los representaban actores adolescentes que aú n no habí an mudado la voz.

[L46]En la mitologí a clá sica, Febo Apolo era el dios del sol; Neptuno, el del mar, y Gea, la de la Tierra (en el original, «Tellus», diosa romana identiricada con la griega Gea).

[L47]En el teatro isabelino, el «coro» era el personaje que explicaba al pú blico loque se iba a representar (como en Romeo y Julieta y en Enrique V, de Shakespeare). Pero Hamlet se vuelve contra Ofelia al insinuar que si la viera con su amado actuando como en un espectá culo de tí teres, é l serí a el titiritero que dijese el diá logo.

[L48]La ví ctima, no el envenenador.

[L49]El fogueo es a un disparo de verdad lo que el teatro a la vida real. Por tanto, no es só lo que la obra sea inofensiva y no vaya dirigida contra el rey, como algunos comentan, sino má s bien que, si todo esto ha sido una prueba, el verdadero disparo vendrá despué s.

[L50]Se ha interpretado «esto» como el fragmento recitado y, con mayor convicció n, como el é xito de Hamlet. En cuanto a las plumas en el sombrero y las rosetas en los zapatos, parece ser que formaban parte del atuendo de los actores.

[L51]En los teatros de la é poca de Shakespeare los actores solí an tener participació n («share») en los beneficios en vez de sueldo. Un actor consumado podí a aspirar a una participació n entera (por ejemplo, a un ocho por ciento de los ingresos), mientras que otros tení an que confor­marse con media: esto es lo que Horacio le adjudica a Hamlet, tal vez porque é ste debe su é xito a la colaboració n de los actores.

[L52]Alusió n a la historia clá sica de Damó n y Pitias, personajes de la Edad de Oro a quienes uní a una profunda amistad.

[L53]Neró n mandó matar a su madre Agripina.

[L54]Fue Polonio quien se lo sugirió al rey (al final de III. i. )

[L55]Segunda referencia al asesinato de Abel por Caí n.

[L56]Referencia al padrenuestro, en el que se pide no «caer en la tentació n» y el perdó n de «nuestras deudas».

[L57]Aunque en alguna representació n del siglo XVIII las imá genes fue­ran cuadros de los dos reyes colgados en la pared, en el teatro Hamlet y la reina suelen llevar una cadena de la que penden, respectivamente, la miniatura del difunto rey Hamlet y la del rey Claudio.

[L58]La aparició n del espectro «en ropa de noche», ademá s de informar sobre có mo se mostraba é ste en el teatro de la é poca, indica en su «domesticidad» que el espí ritu va a tener un papel muy distinto de la figura marcial del primer acto.

[L59]El del espectro cuando, tras recordar a Hamlet su venganza pen­diente, le manda que atienda a su desconcertada madre.

[L60]La historia a que alude Hamlet no se conserva, pero, por lo visto, trataba de un mono que pretendí a imitar el vuelo de los pá jaros saltando al vací o desde una jaula.

[L61]Se sobreentiende el cadá ver de Polonio.

[L62]Rosencrantz y Guildenstern son có mplices y espí as del rey. En II. ii Hamlet les hizo confesar que estaban colaborando con Claudio.

[L63]Al parecer, fó rmula para el juego del escondite. Segú n algunos editores, Hamlet sale corriendo seguido por sus antiguos compañ eros.

[L64]Juego de palabras basado en la coincidencia de «worms» (gusanos) con Worms, ciudad alemana en la que el emperador Carlos V convocó una Dieta (asamblea) en 1521 para tratar de resolver pací ficamente el problema de la Reforma protestante.

[L65]Los querubines eran á ngeles que se caracterizaban por su pleno conocimiento de los asuntos divinos y humanos.

[L66]Vé ase al respecto II. ii

[L67]Insignias del peregrino de Santiago, sobre todo la concha venera, que se llevaba cosida a la esclavina o al ala del sombrero (como sugiere exactamente el original «Cockle hat»). Se ha señ alado que, tal como cuentan antiguas baladas y podrí a insinuar el contexto, disfrazarse de peregrino era un recurso para llevar a efecto intrigas amorosas.

[L68]Antiguos usos en los enterramientos, mencionados en las baladas y el folklore.

[L69]Referencia a un viejo cuento, en el que la hija de un panadero fue convertida en lechuza en castigo por su cicaterí a. Se sospecha que la historia alude a la pé rdida de la virginidad.

[L70]La canció n alude a una vieja costumbre, segú n la cual la primera muchacha a quien veí a un hombre en el dí a de San Valentí n se convertí a en su amada.

[L71]Es decir, sea el pueblo el que elija rey. Referencia al cará cter electivo de la monarquí a danesa.

[L72]Se creí a que el pelí cano hembra alimentaba a sus crí as con su propia sangre.

[L73]La parte «enviada» serí a la cordura perdida de Ofelia, que ha seguido a la muerte de su padre.

[L74]Otra referencia a casos de decepció n o engañ o amoroso. No se conserva ninguna balada o historia a la que podrí a aludir Ofelia.

[L75]El «embajador» es el propio Hamlet.

[L76]Segú n la astronomí a tolemaica, cada astro o planeta giraba alre­dedor de la Tierra llevado en una esfera envolvente de la que era inse­parable.

[L77]Posible referencia a la petrificació n causada por las capas de cal que depositaba el agua de algunas fuentes.

[L78]El nombre sugiere el francé s «La mort». Este detalle es apropiado a una obra en que la muerte es uno de los temas principales, especial­mente en esta parte, en que comienza a ser insistente.

[L79]El encuentro se realizará con las antiguas espadas de esgrima (despuntadas), no con los floretes modernos provistos de botó n en la punta.

[L80]En 1579 se ahogó en el Avon, cerca de Stratford, una tal Katharine Hamlett. La escena y las circunstancias de su muerte parecen haber inspirado este relato.

[L81]En el original «Clownes». Esta palabra significaba «campesino, rú stico», pero, tanto en la vida real como en los espectá culos, el rú stico siempre ha sido objeto de risa, y en el teatro inglé s pasó a designar al actor có mico que representaba este papel.

[L82]En ofensa propia. El sepulturero quiere decir «se defendendo» (en defensa propia).

[L83]Todas estas razones del enterrador son una parodia de los argu­mentos legales aducidos sobre la muerte de Sir John Hale, que se ahogó en 1554 en estado de enajenació n mental.

[L84]Entié ndase, «de la que me trajeron», tal como figura en el poema original del que procede la letra de la canció n.

[L85]Tercera referencia al primer fratricidio. Segú n una vieja tradició n inglesa, Caí n mató a Abel con una quijada de asno. Pero, Hamlet no parece referirse a una quijada de asno, sino a la de Caí n, ahora maltratada por un «asno».

[L86]En el original «Boxe», explicado como crá neo, ataú d, fosa o archi­vador de escrituras.

[L87]En la mitologí a griega, montañ a muy alta sobre la cual los gigantes colocaron el monte Osa para llegar al Olimpo.

[L88]En el original, «Hamlet the Dane». Como observan muchos co­mentaristas, Hamlet hace valer sus derechos al trono de Dinamarca.

[L89]La paloma pone dos huevos y, al nacer, el plumó n de los polluelos es de color dorado.

[L90]El sentido de este enigma se ha explicado así: nadie, ni Hé rcules, puede interrumpir el curso natural de las cosas. Pero tambié n parece que Hamlet concibe a Laertes como un pequeñ o Hé rcules a pesar del cual é l acabará imponié ndose.

[L91]A Rosencrantz y Guildenstern.

[L92]La de ser rey.

[L93]El estoque se llevaba en la mano derecha y serví a para atacar; con la daga, llevada en la izquierda, se paraban los golpes del contrincante.

[L94]Dando por supuesto que Laertes es mejor esgrimista que Hamlet, el rey apuesta por una diferencia de puntos favorable a aqué l no superior a tres (es decir, Laertes debe ganarle por un mí nimo de ocho a cuatro). Por su parte, Laertes parece haber subido la ventaja: é l ganará al menos nueve de los doce asaltos. El original es confuso y ha suscitado explica­ciones diversas.

[L95]Segú n Hamlet, son má s bien las mujeres las que tienen estas corazonadas. Pero, como puede verse a continuació n («si viene aho­ra ... »), es el presentimiento de su propia muerte lo que parece haber inquietado a Hamlet.

[L96]En el original, «He's fat, and scant of breath», donde «fat» no parece significar «gordo», sino má s bien «sudoroso» o «acalorado», como explican numerosos editores y comentaristas, y como exige el verso que sigue.

[L97]«Haue at you now». No es que Laertes acompañ e con estas palabras un inesperado ataque por sorpresa a Hamlet, como suele entenderse, sino que é stas son el aviso del que se dispone a atacar.



  

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