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Tu eres la hacker. ЎAverigualo! Kalle B. 4 страница



Anders Jonasson se riу.

—No creo que sea muy probable. Debes entender lo siguiente: a Lisbeth Salander le han pegado un tiro en la cabeza. Yo le saquй una bala del cerebro, pero, a partir de ese momento, que sobreviviera o no era una loterнa. Sobreviviу y su evoluciуn ha sido extraordinariamente satisfactoria... tan buena que mis colegas y yo estбbamos dispuestos a darle el alta. Y justo ayer observamos un claro empeoramiento. Se quejу de un fuerte dolor de cabeza y, de repente, la fiebre le empieza a subir y bajar. Ayer por la tarde tenнa 38 y vomitу en dos ocasiones. Le bajу en el transcurso de la noche y se mantuvo casi sin fiebre, de modo que pensй que se trataba de algo pasajero. Pero cuando la examinй esta maсana le habнa subido a 39, lo cual es grave. Durante el dнa le ha vuelto a bajar.

—Entonces, їquй le pasa?

—No lo sй, pero el hecho de que su fiebre estй oscilando indica que no se trata de una gripe ni de nada parecido. No sabrнa decirte a quй se debe con exactitud, pero podrнa ser algo tan sencillo como una alergia a algъn medicamento o alguna otra cosa con la que haya tenido contacto.

Buscу una imagen en el ordenador y le mostrу la pantalla a Hans Faste.

—He mandado hacer un escбner craneal. Como puedes observar, justo aquн, en torno a la herida de la bala, hay una zona mбs oscura. No consigo saber de quй se trata. Podrнa ser la misma cicatrizaciуn, pero tambiйn una pequeсa hemorragia. Asн que, hasta que no sepamos quй es lo que ocurre, no le voy a dar el alta; por muy urgente que sea.

Hans Faste asintiу, resignado. No era cuestiуn de contradecir a un mйdico, una persona que tiene poder sobre la vida y la muerte y es lo mбs cercano al representante de Dios que hay sobre la tierra. A excepciуn de la policнa, tal vez. Fuera como fuese, Faste no tenнa ni competencia ni conocimientos para determinar la gravedad del estado de Lisbeth Salander.

—їY ahora quй va a pasar?

—He prescrito reposo absoluto y una interrupciуn de su rehabilitaciуn: necesita fisioterapia debido a las lesiones que la bala le produjo en el hombro y la cadera.

—De acuerdo... Debo contactar con el fiscal Ekstrцm de Estocolmo. Esto ha sido toda una sorpresa. їQuй le puedo decir?

—Hace dos dнas estaba dispuesto a autorizar su traslado para finales de esta semana. Pero, tal y como estбn las cosas, vamos a esperar mбs tiempo. Tienes que advertirle que de momento no voy a tomar ninguna decisiуn al respecto, y que quizб no os la podбis llevar a Estocolmo para ingresarla en prisiуn preventiva hasta dentro de dos semanas. Depende por completo de su evoluciуn.

—La fecha del juicio estб fijada para el mes de julio...

—Si no surge ningъn imprevisto, hay tiempo de sobra para que entonces ya estй en pie.

El inspector Jan Bublanski observу con desconfianza a la musculosa mujer que se hallaba al otro lado de la mesa. Estaban sentados en una terraza de Norr Mбlarstrand tomando cafй. Era viernes, 20 de mayo, y hacнa un calor veraniego. Ella lo habнa pillado a las cinco, justo cuando йl ya se iba a casa. Se identificу como Monica Figuerola, de la DGP/Seg, y le propuso una conversaciуn privada en torno a una taza de cafй.

Al principio, Bublanski se mostrу reacio y malhumorado. Luego ella lo mirу a los ojos y le aclarу que no venнa a interrogarlo oficialmente y que, por supuesto, no necesitaba decirle nada si no querнa. El le preguntу de quй se trataba y ella le explicу con toda franqueza que su jefe le habнa encomendado la misiуn de averiguar, de forma extraoficial, quй habнa de falso y quй de verdadero en el asн llamado «asunto Zalachenko», tambiйn conocido en otras ocasiones como el «asunto Salander». Le explicу, asimismo, que ni siquiera estaba del todo claro que tuviera derecho a hacerle preguntas, y que si deseaba contestбrselas o no, era decisiуn suya.

—їQuй es lo que quieres saber? —preguntу Bublanski finalmente.

—Cuйntame lo que sepas de Lisbeth Salander, Mikael Blomkvist, Gunnar Bjцrck y Alexander Zalachenko. їCуmo encajan todas esas piezas?

Hablaron durante mбs de dos horas.

Torsten Edklinth reflexionу mucho sobre cуmo proseguir. Despuйs de cinco dнas de pesquisas, Monica Figuerola le habнa dado una serie de claros indicios de que algo iba extraordinariamente mal en la DGP/Seg. Comprendнa la necesidad de actuar con sumo cuidado hasta que no tuviera bien cubiertas las espaldas. En esos momentos, йl mismo se encontraba en medio de un apuro constitucional, ya que no estaba autorizado a llevar a cabo investigaciones operativas en secreto, sobre todo cuando iban en contra de sus propios compaсeros.

De manera que se hacнa imprescindible dar con una fуrmula que legitimara sus actividades. En caso de emergencia, siempre podrнa recurrir a su condiciуn de policнa y decir que el deber de todo miembro del cuerpo era siempre investigar un delito; sin embargo, ahora se trataba de un delito de una naturaleza tan extremadamente delicada desde un punto de vista constitucional que, si diera un solo paso en falso, lo mбs seguro es que acabara siendo relegado de su puesto. Pasу el viernes encerrado en su despacho cavilando en solitario.

Las conclusiones a las que llegу, por muy inverosнmiles que se le antojaran, fueron que Dragan Armanskij tenнa razуn: habнa una conspiraciуn en el seno de la DGP/Seg en la cual una serie de personas actuaban al margen de las actividades ordinarias del cuerpo. Como esta actividad venнa existiendo desde hacнa muchos aсos —por lo menos desde 1976, cuando Zalachenko llegу a Suecia— debнa de haber sido organizada desde mбs arriba y haber contado con el beneplбcito de las altas esferas. Pero no tenнa ni idea de hasta dуnde llegaba en la jerarquнa.

Escribiу tres nombres en un cuaderno que estaba sobre su mesa:

Gуran Mбrtensson, protecciуn personal. Inspector de policнa.

Gunnar Bjцrck, jefe adjunto del Departamento de extranjerнa. Fallecido. (їSuicidio?)

Albert Shenke, jefe administrativo, DGP/Seg.

Monica Figuerola habнa llegado a la conclusiуn de que por lo menos el jefe administrativo tenнa que haber manejado los hilos cuando Mбrtensson, de protecciуn personal, fue —en teorнa— trasladado al contraespionaje; algo que nunca llegу a ocurrir en realidad, pues se dedicу a vigilar al periodista Mikael Blomkvist, lo cual no tenнa nada que ver con el contraespionaje.

A la lista habнa que aсadirle otros nombres, esta vez ajenos a la DGP/Seg:

Peter Teleborian, psiquiatra. Lars Faulsson, cerrajero.

Teleborian fue contratado por la DGP/Seg como asesor psiquiбtrico en unas cuantas ocasiones a finales de los aсos ochenta y principios de los noventa. Eso ocurriу en tres momentos concretos, asн que Edklinth habнa sacado los informes del archivo para estudiarlos. La primera vez tuvo un carбcter extraordinario: el contraespionaje habнa identificado a un informador ruso dentro de la industria sueca de telecomunicaciones, y el pasado de aquel espнa inducнa a temer que tal vez se le manifestaran ciertas inclinaciones suicidas en el caso de que fuera desenmascarado. Teleborian efectuу un anбlisis —remarcable por su agudeza— en el que se sugerнa que se convirtiera al informador en agente doble. Las otras dos ocasiones en las que consultaron a Teleborian fueron evaluaciones psiquiбtricas en casos de menor importancia: una acerca de un empleado de la DGP/Seg que tenнa problemas con la bebida y la otra sobre el extraсo comportamiento sexual de un diplomбtico de un paнs africano.

Pero ni Teleborian ni Faulsson —en especial, Faulsson— ocuparon ningъn puesto en la DGP/Seg. Aun asн, a travйs de sus trabajos de asesoramiento, estaban vinculados a... їa quй?

La conspiraciуn estaba нntimamente ligada al difunto Alexander Zalachenko, agente ruso que desertу del GRU y que, segъn todas las fuentes, llegу a Suecia el dнa de las elecciones de 1976. Y del cual nunca nadie habнa oнdo hablar. ї Cуmo era posible?

Edklinth intentу imaginarse lo que podrнa haber pasado si йl hubiese estado al mando de la DGP/Seg en 1976, cuando Zalachenko desertу. їCуmo habrнa actuado? Mбxima confidencialidad. Algo fundamental. La deserciуn sуlo podrнa haber sido conocida por un reducido y exclusivo cнrculo; si no, la informaciуn corrнa el riesgo de ser filtrada a los rusos y... Pero їxuбn reducido era el cнrculo?

їUn departamento operativo?

їUn departamento operativo desconocido?

Si todo hubiese sido kpsher, el asunto Zalachenko deberнa haberse confiado al Departamento de contraespionaje. Lo mejor de todo habrнa sido, claro estб, que el servicio de inteligencia militar se hubiera ocupado del caso, pero allн no tenнan ni recursos ni competencia para dedicarse a ese tipo de actividades operativas. Asн que fue a la DGP/Seg.

No obstante, el asunto nunca llegу al contraespionaje. Bjцrck era la clave; йl fue, al parecer, una de las personas que tratу con Zalachenko. Aunque Bjцrck nunca habнa tenido nada que ver con el contraespionaje. Bjцrck constituнa un misterio. Formalmente, ocupу un cargo en el Departamento de extranjerнa desde los aсos setenta, pero lo cierto es que apenas se le vio por el departamento hasta los aсos noventa, cuando, de la noche a la maсana, se convirtiу en jefe adjunto.

Aun asн, Bjцrck constituнa la principal fuente de la informaciуn de Blomkvist. їCуmo habrнa convencido Blomkvist a Bjцrck para que le revelara esa bomba informativa? їA un periodista?

Las putas. Bjцrck iba con putas adolescentes y Millennium pensaba denunciarlo. Blomkvist tenнa que haber chantajeado a Bjцrck.

Luego entrу Salander en la historia.

El difunto letrado Nils Bjurman trabajу en el Departamento de extranjerнa al mismo tiempo que el difunto Bjцrck. Fueron ellos los que se encargaron de Zalachenko. Pero їdуnde lo metieron?

Alguien tuvo que tomar las decisiones. Con un desertor de esa categorнa, la orden debiу de llegar desde lo mбs alto.

Desde el gobierno. Tuvieron que contar con el apoyo gubernamental. Todo lo demбs resultaba impensable.

їO no?

Un escalofrнo de malestar recorriу el cuerpo de Edklinth. Desde un punto de vista formal todo eso resultaba comprensible. Un desertor de la talla de Zalachenko debнa ser tratado con la mбxima confidencialidad. Eso era lo que йl mismo habrнa decidido. Eso era lo que el gobierno de Fдlldin tenнa que haber decidido. Resultaba perfectamente lуgico.

Pero lo que ocurriу en 1991 no seguнa ninguna lуgica. Bjцrck contratу a Teleborian para meter a Lisbeth Salander en un hospital psiquiбtrico con el pretexto de que estaba psнquicamente enferma. Eso constituнa un delito. Y se trataba de un delito tan grave que Edklinth volviу a sentir un escalofrнo de malestar.

Alguien tenнa que haber tomado las decisiones pertinentes. Y en ese caso, en absoluto podнa haber sido el gobierno... Ingvar Carlsson habнa sido primer ministro, y luego Cari Bildt. Pero ningъn polнtico se atreverнa ni siquiera a imaginar una decisiуn asн, que no sуlo iba en contra de toda ley y justicia, sino que tambiйn —si alguna vez se llegara a conocer— acabarнa provocando un verdadero escбndalo de catastrуficas dimensiones.

Si el gobierno se hubiese visto implicado, entonces Suecia no serнa ni un бpice mejor que cualquier dictadura del mundo.

No era posible.

Y luego estaban los acontecimientos del 12 de abril en Sahlgrenska. Zalachenko oportunamente asesinado por un trastornado obseso de la justicia justo en el momento en el que se producнa un robo en casa de Mikael Blomkvist y atracaban a Annika Giannini. En ambos casos robaron el extraсo informe de Gunnar Bjцrck de 1991. Era informaciуn con la que Dragan Armanskij habнa contribuido ojfthe record. No se habнa puesto ninguna denuncia policial.

Y al mismo tiempo, Gunnar Bjцrck va y se ahorca. Precisamente la persona con la que, mбs que con ninguna otra, desearнa hablar muy en serio.

Torsten Edklinth no creнa en una casualidad de tal megacalibre. El inspector Jan Bublanski no creнa en una casualidad asн. Mikael Blomkvist no creнa en ella. Edklinth volviу a coger el rotulador.

Evert Gullberg, 78 aсos. ї їїAsesor fiscal???

ї Quiйn diablos era Evert Gullberg?

Pensу en llamar al jefe de la DGP/Seg, pero se abstuvo de hacerlo por la simple razуn de que no sabнa hasta quй escalafуn llegaba la conspiraciуn dentro de la jerarquнa del cuerpo. En resumen: no sabнa en quiйn confiar.

Despuйs de haber rechazado la posibilidad de recurrir a alguien de la DGP/Seg, pensу por un instante en dirigirse a la policнa abierta. Jan Bublanski era el encargado de la investigaciуn sobre Ronald Niedermann y, naturalmente, deberнa estar interesado en toda la informaciуn relacionada con ella. Pero, por razones polнticas, resultaba imposible.

Sintiу un enorme peso sobre los hombros.

Por ъltimo, sуlo le quedaba una alternativa que era correcta desde un punto de vista constitucional y que tal vez pudiera servirle de protecciуn en el caso de que, en el futuro, llegara a caer en desgracia polнtica. Tenнa que dirigirse al jefe y conseguir un apoyo polнtico para lo que estaba haciendo.

Mirу el reloj: poco menos de las cuatro de la tarde del viernes. Levantу el auricular y llamу al ministro de Justicia, al que conocнa desde hacнa varios aсos y con el que habнa coincidido en varias presentaciones que habнa hecho en el ministerio. Consiguiу localizarlo en apenas cinco minutos.

—Hola, Torsten —le dijo el ministro de Justicia—. ЎCuбnto tiempo! їDe quй se trata?

—Sinceramente, creo que te estoy llamando para ver cuбnta credibilidad me otorgas.

—їCuбnta credibilidad? Quй pregunta mбs extraсa. Por lo que a mн respecta tienes una credibilidad muy grande. їA quй se debe esa pregunta?

—A una peticiуn urgente y extraordinaria. Necesito reunirme contigo y con el primer ministro. Y corre prisa.

—Vaya.

—Si no te importa, esperarй a tenerte frente a frente para explicбrtelo. Tengo un asunto sobre mi mesa tan desconcertante que considero que tanto tъ como el primer ministro debйis ser informados.

—Parece serio.

—Es serio.

—їTiene algo que ver con terroristas y amenazas?...

—No. Es mбs serio que todo eso. Con esta llamada estoy poniendo en juego no sуlo mi reputaciуn sino tambiйn toda mi carrera. No lo harнa si no fuera porque considero que la situaciуn es sumamente grave.

—Entiendo. De ahн tu pregunta sobre la credibilidad... їCuбndo necesitas ver al primer ministro?

—Esta misma noche si es posible.

—Me estбs empezando a preocupar. —Por desgracia, tienes razones para ello. —їCuбnto tiempo durarб la reuniуn? Edklinth reflexionу.

—Me llevarб una hora resumir todos los detalles. —Te llamo dentro de un rato.

El ministro de Justicia volviу a llamar transcurridos quince minutos y le comunicу a Torsten Edklinth que el primer ministro podrнa recibirlo en su domicilio a las 21.30 horas de esa misma noche. A Edklinth le sudaba la mano cuando colgу. Bueno... Maсana por la maсana mi carrera podrнa finalizar.

Volviу a coger el telйfono y llamу a Monica Figuerola.

—Hola, Monica. Tienes servicio esta noche. Presйntate aquн a las 21.00. Correctamente vestida.

—Yo siempre voy correctamente vestida —dijo Monica Figuerola.

El primer ministro contemplу al jefe de protecciуn constitucional con un aire que mбs bien podrнa describirse como desconfiado. A Edklinth le dio la sensaciуn de que, tras las gafas del primer ministro, habнa unas ruedas dentadas girando a toda velocidad.

Luego, el primer ministro desplazу la mirada hasta donde estaba Monica Figuerola, que no habнa dicho nada en toda la hora que durу la presentaciуn. Vio a una mujer inusualmente alta y musculosa que le devolviу una mirada educada y expectante. Acto seguido, observу al ministro de Justicia, que se habнa puesto algo pбlido durante la presentaciуn.

Por ъltimo, el primer ministro inspirу profundamente, se quitу las gafas y permaneciу un largo instante mirando al vacнo.

—Creo que necesitamos mбs cafй —acabу diciendo.

—Sн, por favor —pidiу Monica Figuerola.

Edklint asintiу con la cabeza y el ministro de Justicia se lo sirviу de una cafetera termo que se hallaba sobre la mesa.

—Dйjeme resumнrselo para asegurarme de que lo he entendido bien —dijo el primer ministro—: sospecha usted que hay una conspiraciуn dentro de la policнa de seguridad que estб actuando al margen de su misiуn constitucional, y que esa conspiraciуn se ha dedicado durante muchos aсos a algo que se podrнa denominar actividades delictivas.

Edklinth asintiу.

—їY viene a verme a mн porque no confнa en la Direcciуn de la Policнa de Seguridad?

—Bueno —contestу Edklinth—. Decidн dirigirme directamente a usted porque esas actividades violan la Constituciуn, pero no conozco el objetivo de la conspiraciуn ni tampoco si he interpretado algo mal. A lo mejor resulta que la actividad es legнtima y estб autorizada por el gobierno. En ese caso, podrнa estar actuando basбndome en una informaciуn errуnea o en un malentendido y se correrнa el riesgo de que yo desvelara una operaciуn secreta en curso.

El primer ministro mirу al ministro de Justicia. Los dos entendнan que Edklinth estaba cubriйndose las espaldas.

—Nunca he oнdo hablar de nada parecido. їTъ sabes algo de todo esto?

—En absoluto —contestу el ministro de Justicia—. No he visto nada en ningъn informe de la policнa de seguridad que pueda hacer referencia a algo asн.

—Mikael Blomkvist piensa que se trata de una fracciуn dentro de la Sдpo. El los llama El club de Zalachenko.

—Ni siquiera he oнdo hablar jamбs de que Suecia haya recibido y mantenido a un desertor ruso de ese calibre.. . Asн que desertу durante el gobierno de Fдlldin.

—Me cuesta creer que Fдlldin ocultara semejante informaciуn —dijo el ministro de Justicia—. Una deserciуn asн deberнa haber sido un asunto de alta prioridad a la hora de informar al siguiente gobierno.

Edklinth carraspeу.

—Ese gobierno de centroderecha cediу el poder al gobierno de Olof Palme. No es ningъn secreto que algunos de los que me precedieron en la DGP/Seg albergaban unas ideas bastante curiosas sobre Palme...

—їQuiere eso decir que a alguien se le olvidу informar al gobierno socialdemуcrata?...

Edklinth asintiу.

—Quiero recordarles que Fдlldin estuvo en el poder durante dos mandatos. Y en ambos se resquebrajу el gobierno de coaliciуn. Al principio le entregу el poder a Ola Ullsten, quien liderу un gobierno de minorнa en 1979. Luego, el gobierno volviу a romperse una vez mбs, cuando el Partido Moderado abandonу y Fдlldin gobernу con los liberales. Lo mбs seguro es que, durante el traspaso de poderes al gobierno entrante se produjera un cierto caos en la Cancillerнa del gobierno. Es incluso posible que un asunto como el de Zalachenko se mantuviese dentro de un cнrculo tan reducido que, simplemente, el primer ministro Fдlldin no estuviera muy al corriente y que por eso no tuviera en realidad nada sustancial sobre lo que informar a Palme.

—Y en ese caso їquiйn es el responsable? —preguntу el primer ministro.

Todos menos Monica Figuerola negaron con la cabeza.

—Supongo que resulta inevitable que esto se filtre a los medios de comunicaciуn —dijo el primer ministro.

—Lo van a publicar Mikael Blomkvist y Millennium. Dicho de otro modo: nos encontramos en una situaciуn que nos obliga a actuar.

Edklinth se afanу en incluir las palabras «nos encontramos». El primer ministro asintiу. Se dio cuenta de la gravedad de la situaciуn.

—Bueno, ante todo debo agradecerle que haya venido a informarme de este asunto con tanta celeridad. No suelo aceptar este tipo de visitas apresuradas, pero el ministro de Justicia me dijo que usted era una persona sensata y que algo extraordinario tenнa que haber ocurrido para que quisiera verme saltбndose todos los cauces normales.

Edlinth suspirу algo aliviado. Pasara lo que pasase, por lo menos no serнa objeto de la ira del primer ministro.

—Ahora sуlo nos queda decidir cуmo actuar. їTiene alguna idea?

—Quizб —-contestу Edklinth dubitativo.

Permaneciу callado tanto tiempo que Monica Figuerola carraspeу.

—їPodrнa decir algo?

—Adelante —le respondiу el primer ministro.

—Si resulta que el gobierno no estб al tanto de esta operaciуn, entonces es ilegal. El responsable en esos casos es el delincuente, o sea, el o los funcionarios que hayan sobrepasado sus lнmites. Si podemos verificar todas las afirmaciones que hace Mikael Blomkvist, un grupo de empleados de la policнa de seguridad se ha dedicado a realizar actividades delictivas. A partir de ahн el problema se divide en dos.

—їQuй quiere usted decir?

—Primero hay que responder a la pregunta de cуmo ha sido posible todo esto. їDe quiйn es la responsabilidad? їCуmo ha podido surgir una conspiraciуn asн dentro del marco de una organizaciуn policial establecida? Quiero recordarles que yo misma trabajo para la DGP/Seg y que estoy orgullosa de hacerlo. їCуmo ha podido prolongarse durante tanto tiempo? їCуmo han podido ocultar y financiar las actividades?

El primer ministro asintiу.

—Por lo que se refiere a ese primer aspecto, ya se escribirбn libros sobre todo eso —prosiguiу Monica Figuerola—. Pero una cosa estб clara: tiene que haber una financiaciуn y estamos hablando, como poco, de varios millones de coronas al aсo. He echado un vistazo al presupuesto de la policнa de seguridad y no he encontrado nada que pueda hacer referencia al club de Zalachenko. Pero, como usted bien sabe, hay una serie de fondos ocultos a los que tienen acceso el jefe administrativo y el jefe de presupuesto, pero no yo.

El primer ministro asintiу apesadumbrado. їPor quй la gestiуn de la Sдpo tenнa que ser siempre una pesadilla?

—-El otro aspecto del problema versa sobre las personas involucradas. O, mбs concretamente, sobre las que habrнa que detener.

El primer ministro hizo una mueca.

—Desde mi punto de vista, todas esas cuestiones dependen de la decisiуn que usted tome durante los prуximos minutos.

Torsten Edklinth contuvo la respiraciуn. Si hubiese podido darle una patada en la espinilla a Monica Figuerola, lo habrнa hecho: al afirmar que el responsable era el primer ministro en persona, se acababa de cargar de un solo golpe toda la retуrica. El ya habнa pensado llegar a la misma conclusiуn, pero no sin antes dar un largo rodeo diplomбtico.

—їY quй decisiуn piensa usted que deberнa tomar? —preguntу el primer ministro.

—Tenemos intereses comunes. Llevo tres aсos trabajando en protecciуn constitucional y considero que es una misiуn de capital importancia para la democracia sueca. Durante los ъltimos aсos la policнa se ha portado bien en contextos constitucionales. Como es natural, no quiero que el escбndalo afecte a la DGP/Seg. Para nosotros es importante destacar que se trata de una actividad delictiva llevada a cabo por ciertos individuos a tнtulo personal.

—Definitivamente, una actividad de este tipo no cuenta con la autorizaciуn del gobierno -—aclarу el ministro de Justicia.

Monica Figuerola asintiу con la cabeza y reflexionу unos segundos.

—Desde su perspectiva, supongo que resulta importante que el escбndalo no afecte al gobierno, que es lo que sucederнa si se intentara ocultar la historia —dijo ella.

—El gobierno no suele ocultar actividades criminales —le respondiу el ministro de Justicia.

—No, pero partamos de la hipуtesis de que quisiera hacerlo: se convertirнa en un escбndalo de enormes proporciones.

—Continъe —dijo el primer ministro.

—La situaciуn actual se complica por el hecho de que, para poder investigar esta historia, los de protecciуn constitucional, en la prбctica, nos vemos obligados a ir en contra de nuestro reglamento. Queremos que se haga de forma jurнdica y constitucionalmente correcta.

—Todos lo queremos —apostillу el primer ministro.

—En tal caso, propongo que usted, en calidad de primer ministro, le ordene a protecciуn constitucional que investigue todo este lнo cuanto antes. Denos una orden por escrito y concйdanos las competencias necesarias.

—No estoy seguro de que lo que usted propone sea legal —dijo el ministro de Justicia.

—Sн. Es legal. El gobierno tiene poder para tomar medidas de gran alcance en el caso de que la Constituciуn se vea amenazada de ser modificada de una forma ilegнtima. Si un grupo de militares o policнas empieza a llevar una polнtica exterior independiente, lo que tenemos, defacto, es que en nuestro paнs se ha producido un golpe de Estado.

—їUna polнtica exterior?... —preguntу el ministro de Justicia.

El primer ministro asintiу de repente.

—Zalachenko era desertor de un paнs extranjero —le recordу Monica Figuerola—. La informaciуn que йl iba revelando se entregaba, segъn Mikael Blomkvist, a servicios de inteligencia extranjeros. Si el gobierno no estaba informado, nos encontramos con que se ha dado un golpe de Estado.

—Entiendo su argumentaciуn —dijo el primer ministro—-. Ahora dйjeme hablar a mн.

Se levantу y dio una vuelta alrededor de la mesa del salуn. Al final se detuvo delante de Edklinth.

—-Tiene usted una colaboradora muy inteligente. Ademбs, no se anda con rodeos.

Edklinth tragу saliva y asintiу. El primer ministro se volviу hacia su ministro de Justicia.

—Llama a tu secretario de Estado y al director jurнdico. Maсana por la maсana quiero un documento que le otorgue a protecciуn constitucional poderes extraordinarios para actuar en este asunto. La misiуn consiste en estudiar el grado de veracidad de las afirmaciones que hemos comentado hoy, recabar documentaciуn acerca de su envergadura e identificar a las personas que son responsables o estбn implicadas.

Edklinth asintiу con la cabeza.

—En el documento no figurarб que estб usted trabajando en la instrucciуn de un sumario; puede que me equivoque, pero creo que es tan sуlo el fiscal general quien puede designar al instructor de un sumario en esta situaciуn. No obstante, lo que sн puedo hacer es encomendarle la tarea de formar una comisiуn unipersonal para averiguar la verdad. De modo que lo que realizarб serб la investigaciуn de una comisiуn estatal. їEntiende?

—Sн. Pero permнtame mencionar que en el pasado yo he sido fiscal.

—-Mmm. Tenemos que pedirle al director jurнdico que le eche un vistazo a esto y que determine quй serнa lo formalmente correcto. En cualquier caso, usted serб el ъnico responsable de esta investigaciуn; usted mismo designarб a cuantos colaboradores necesite. Si encuentra pruebas de actividades delictivas, deberб ponerlo en conocimiento del fiscal general, quien decidirб si dictar auto de procesamiento o no.

—Tengo que consultar el procedimiento legal exacto, pero creo que hay que informar al presidente del Riksdag y a la comisiуn constitucional... Esto se va a filtrar rбpidamente —apostillу el ministro de Justicia.

—En otras palabras, debemos actuar ya —concluyу el primer ministro.

—Mmm —dijo Monica Figuerola.

—їQuй? —preguntу el primer ministro.

—Hay dos problemas... Primero, la publicaciуn de Millennium puede entrar en conflicto con nuestra investigaciуn, y segundo, el juicio contra Lisbeth Salander empieza dentro de un par de semanas.

—їSerнa posible averiguar para cuбndo tiene prevista Millennium la publicaciуn?

—Podrнamos preguntarlo —contestу Edklinth—. Lo que menos deseamos es meternos en la actividad de los medios de comunicaciуn.

—Por lo que se refiere a esa tal Salander... —empezу diciendo el ministro de Justicia para, acto seguido, reflexionar un breve instante antes de seguir— serнa terrible que hubiese sido objeto de los abusos de los que habla Millennium... їCabe la posibilidad de que eso sea realmente cierto?

-—Me temo que sн —respondiу Edklinth.

—En ese caso, tenemos que asegurarnos de que sea indemnizada y, sobre todo, de que no vuelva a ser vнctima de otra vulneraciуn de sus derechos —dijo el primer ministro.

—їY eso cуmo se hace? —preguntу el ministro de Justicia—. El gobierno no debe, bajo ninguna circunstancia, intervenir en un proceso jurнdico en curso. Serнa una violaciуn de la ley.

—їY si hablamos con el fiscal?...

—No —contestу Edklinth—. Como primer ministro no debe influir en el proceso jurнdico de ninguna manera.

—En otras palabras, Salander tendrб que pelear sus asaltos en la sala del tribunal —dijo el ministro de Justicia—. Hasta que no pierda el juicio y recurra al gobierno no podemos intervenir para indultarla u ordenarle al fiscal general que investigue si hay razones para celebrar un nuevo juicio.

Luego aсadiу algo:

—Pero eso sуlo valdrб en el caso de que la condenen a prisiуn. Si dictan una sentencia de internamiento en una clнnica psiquiбtrica, el gobierno no podrб hacer nada: se tratarнa de una cuestiуn mйdica y el primer ministro no tiene competencia para decidir si estб loca o no.

A las diez de la noche del viernes, Lisbeth Salander oyу una llave introduciйndose en la cerradura. Apagу inmediatamente el ordenador de mano y lo metiу bajo la almohada. Al levantar la vista, vio a Anders Jonasson cerrar la puerta.

—Buenas noches, seсorita Salander —saludу—. їCуmo te encuentras esta noche?

—Tengo un terrible dolor de cabeza y tambiйn fiebre —dijo Lisbeth.

—Eso no suena nada bien.



  

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