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Capнtulo 16 Viernes de Pascua, 25 de marzo - Sбbado de Pascua, 26 de marzo



Capнtulo 16 Viernes de Pascua, 25 de marzo - Sбbado de Pascua, 26 de marzo

Malin Eriksson se reclinу en el sofб de Mikael Blomkvist. Inconscientemente, puso los pies sobre la mesa —como habrнa hecho en su casa— y acto seguido los bajу. Mikael Blomkvist sonriу.

—No pasa nada —dijo—. Relбjate y siйntete en tu casa.

Ella le devolviу la sonrisa y volviу a poner los pies en la mesa.

Durante el viernes de Pascua, Mikael se habнa traнdo todos los papeles de Dag Svensson de la redacciуn de Millennium. Organizу el material en el suelo del salуn. El sбbado de Pascua, Malin y йl se pasaron ocho horas examinando al dedillo correos electrуnicos, apuntes, los garabatos de los cuadernos y, sobre todo, los textos del futuro libro.

Por la maсana, Mikael recibiу la visita de su hermana, Annika Giannini. Llevaba consigo la primera ediciуn de los periуdicos vespertinos, en cuyas portadas aparecнa, a gran formato, la foto de Lisbeth Salander, acompaсada de devastadores titulares. Uno de los dos principales vespertinos se centraba en los hechos:

BUSCADA POR TRIPLE ASESINATO

El otro habнa aсadido un poco mбs de salsa al titular:

LA POLICНA BUSCA PSICУPATA ASESINA MЪLTIPLE

Hablaron durante una hora. Mikael le explicу su relaciуn con Lisbeth Salander y las razones por las que dudaba de que ella fuera culpable. Finalmente, le preguntу a su hermana si defenderнa a Lisbeth en el caso de que la detuvieran.

—He defendido a muchas mujeres en distintos casos de violaciones y malos tratos, pero no soy una abogada penalista —contestу Annika.

—Eres la abogada mбs lista que conozco y Lisbeth va a necesitar a alguien en quien confiar. Creo que ella te aceptarнa.

Annika Giannini reflexionу un instante antes de decir, con no pocas dudas, que, llegado el momento, tratarнa el tema con Lisbeth Salander.

A la una del mediodнa del sбbado de Pascua, la inspectora Sonja Modig llamу por telйfono para pasarse a recoger el bolso de Lisbeth Salander lo antes posible. Al parecer, la policнa habнa abierto y leнdo la carta que Mikael le enviу a la direcciуn de Lundagatan.

Apenas veinte minutos despuйs, Modig se presentу y Mikael la invitу a sentarse con Malin Eriksson junto a la mesa del comedor. Йl se acercу a la cocina a buscar el bolso de Lisbeth, que habнa colocado en un estante situado al lado del microondas. Dudу un instante y, acto seguido, lo abriу y sacу el martillo y el bote de gas lacrimуgeno. «Ocultaciуn de pruebas.» El espray estaba catalogado como arma ilegal y conllevarнa una sanciуn. El martillo confirmarнa, sin duda, el carбcter violento de Lisbeth. Eso no era necesario, pensу Mikael.

Invitу a Sonja Modig a tomar cafй.

—їPuedo hacerle unas preguntas? —dijo la inspectora.

—Adelante.

—En la carta a Salander que encontramos en Lundagatan, le escribe que estб en deuda con ella. їA quй se refiere?

—A que Salander me hizo un gran favor.

—їDe quй se trata?

—Un favor de carбcter puramente privado del que no tengo intenciуn de hablar.

Sonja Modig lo observу atentamente.

—Por si no lo recuerda, estamos investigando un crimen.

—Y espero que cojan cuanto antes al cerdo que asesinу a Dag y Mia.

—їNo piensa que Salander sea culpable?

—No.

—Y entonces, їquiйn cree usted que matу a sus amigos?

—No lo sй. Pero Dag Svensson pensaba denunciar a un gran nъmero de personas que tenнan mucho que perder. Alguna de ellas podrнa ser la culpable.

—їY por quй iba a matar una de esas personas al abogado Nils Bjurman?

—No lo sй. Todavнa.

La mirada de Mikael tenнa la firmeza de una inquebrantable fe. Sonja Modig sonriу. Conocнa el apodo de Kalle Blomkvist. De repente comprendiу por quй.

—Pero їpiensa averiguarlo?

—Si puedo, sн. Se lo puede decir a Bublanski.

—Descuida. Y si Lisbeth Salander se pone en contacto con usted espero que nos avise.

—No cuento con que ella se comunique conmigo y se confiese culpable de los asesinatos, pero si asн fuera, harй todo lo que estй en mi mano para convencerla de que se rinda y se entregue a la policнa. En ese caso tambiйn intentarй ayudarla por todos los medios posibles. Necesitarб un amigo.

—їY si dice que no es culpable?

—Entonces, espero que pueda arrojar luz sobre los hechos.

—Oiga, seсor Blomkvist, entre nosotros, y sin hacer una montaсa de un grano de arena, espero que entienda que hay que detener a Salander. Asн que no haga nada estъpido si ella contacta con usted. Si se equivoca y resulta que es culpable, no tomarse la situaciуn en serio puede exponerlo a un peligro mortal.

Mikael hizo un gesto de asentimiento.

—Espero que no sea necesario vigilarlo. Supongo que sabe que es ilegal ayudar a una persona sobre la que pesa una orden de busca y captura. Se le podrнa procesar por proteger a un criminal.

—Y yo espero que ustedes dediquen unos minutos a reflexionar sobre los posibles autores alternativos.

—Lo haremos. Siguiente pregunta: їtiene idea de con quй ordenador trabajaba Dag Svensson?

—Tenнa un Mac iBook 500 de segunda mano, blanco, de 14 pulgadas. Igual que el mнo pero con una pantalla mбs grande.

Mikael seсalу su portбtil, que se hallaba allн mismo, sobre la mesa del salуn.

—їTiene alguna idea de dуnde guardaba ese ordenador?

—Dag solнa llevarlo en una mochila negra. Supongo que estarб en su casa.

—No, allн no lo hemos encontrado. їTal vez en su lugar de trabajo?

—No. He registrado su mesa y ni rastro.

Permanecieron un rato en silencio.

—їDebo sacar la conclusiуn de que el ordenador de Dag Svensson ha desaparecido? —preguntу finalmente Mikael.

 

 

Mikael y Malin habнan identificado a un considerable nъmero de personas que, teуricamente, podнan tener motivos para matar a Dag Svensson. Todos los nombres habнan sido escritos en unas grandes hojas que Mikael habнa pegado con cinta adhesiva en la pared del salуn. La nуmina estaba compuesta, de principio a fin, por hombres que eran o puteros o chulos y que figuraban en el libro. A las ocho de la noche, ya tenнan una lista de treinta y siete nombres, veintinueve de los cuales podнan ser identificados; los ocho restantes sуlo aparecнan bajo seudуnimo. Veinte de los tipos identificados eran puteros que se habнan aprovechado de alguna de las chicas en diferentes ocasiones.

Tambiйn hablaron de si podrнan imprimir el libro de Dag Svensson o no. El problema prбctico residнa en que gran nъmero de las afirmaciones se basaba en el conocimiento que, a tнtulo personal, tenнan Dag o Mia sobre el tema, razуn por la cual sуlo ellos eran capaces de formularlas, pero que un escritor menos ducho en la materia desearнa verificar o estudiar con mбs profundidad.

Constataron que aproximadamente el ochenta por ciento del manuscrito podrнa editarse sin mayores problemas, pero que se necesitarнa una investigaciуn mбs exhaustiva para que Millennium se atreviera a publicar el restante veinte por ciento. Sus dudas no se debнan a una falta de confianza en la veracidad del material, sino ъnica y exclusivamente a su escaso conocimiento del tema. Si Dag Svensson viviera, habrнan podido publicarlo sin la menor vacilaciуn. Dag y Mia se habrнan ocupado de rechazar eventuales objeciones o crнticas.

Mikael mirу por la ventana. Habнa oscurecido y estaba lloviendo. Le preguntу a Malin si querнa mбs cafй. Su respuesta fue negativa.

—De acuerdo —dijo Malin—. Tenemos el manuscrito bajo control. Pero no hemos encontrado rastro alguno del asesino de Dag y Mia.

—Podrнa ser alguno de los nombres de la pared —sugiriу Mikael.

—Podrнa ser alguien que no tenga nada que ver con el libro. O podrнa ser tu amiga.

—Lisbeth —precisу Mikael.

Malin le echу una mirada furtiva. Habнa empezado a trabajar en Millennium hacнa ya dieciocho meses, en medio de aquel tremendo caos surgido a raнz del caso Wennerstrцm. Tras varios aсos de suplencias y alguna que otra colaboraciуn esporбdica, Millennium representaba el primer empleo fijo de su vida. Allн se encontraba a gusto. Trabajar en Millennium era sinуnimo de estatus. Tenнa una relaciуn cercana con Erika Berger y el resto de la plantilla, pero siempre se habнa sentido un poco incуmoda en compaснa de Mikael Blomkvist. No habнa un motivo claro, pero de todos los colaboradores, Mikael se le antojaba el mбs reservado e inaccesible.

Durante el ъltimo aсo, siempre llegaba tarde y pasaba mucho tiempo solo en su despacho, o bien en el de Erika Berger. Se ausentaba con bastante asiduidad y, durante los primeros meses, a Malin le dio la sensaciуn de que lo veнa mбs en algъn estudio de televisiуn que en carne y hueso. Viajaba con cierta frecuencia o se hallaba aparentemente ocupado fuera de la redacciуn. No daba pie a una relaciуn mбs cordial y, segъn los comentarios que pillaba de los demбs colaboradores, Mikael habнa cambiado. Se habнa vuelto mбs callado y retraнdo.

—Si voy a intentar averiguar por quй mataron a Dag y Mia, necesito saber mбs de Salander. No sй muy bien por dуnde empezar, si no...

Dejу la frase en el aire. Mikael la mirу de reojo. Al final йl se sentу en un sillуn situado perpendicularmente a ella, levantу los pies y los puso junto a los de Malin.

—їTe encuentras a gusto en Millennium? —le preguntу de pronto—. Quiero decir, llevas aсo y medio trabajando con nosotros pero como yo no he parado de andar de un lado para otro nunca hemos tenido tiempo de conocernos de verdad.

—Me encanta —dijo Malin—. їVosotros estбis contentos conmigo?

Mikael sonriу.

—Erika y yo hemos podido constatar, una y otra vez, que nunca hemos tenido una secretaria de redacciуn tan competente. Pensamos que eres todo un hallazgo. Y perdуname por no habйrtelo dicho antes.

Malin sonriу, contenta. Halagos del gran Mikael Blomkvist.

—Pero no era eso lo que querнa saber —dijo ella.

—Lo que quieres saber es quй relaciуn existe entre Lisbeth Salander y Millennium.

—Tanto tъ como Erika Berger sois muy parcos con la informaciуn.

Mikael asintiу y la mirу. Tanto йl como Erika tenнan plena confianza en Malin Eriksson, pero habнa cosas que no se podнan tratar con ella.

—Estoy de acuerdo. Si vamos a indagar en los asesinatos de Dag y Mia, necesitas mбs informaciуn. Yo soy una fuente de primera mano y, ademбs, soy el vнnculo entre ella y Dag y Mia. Empieza a hacerme preguntas y te las intentarй responder hasta donde pueda. Y cuando no pueda contestarte te lo dirй.

—їPor quй todo este secretismo? їQuiйn es Lisbeth Salander y quй tiene que ver con Millennium?

—Verбs, hace dos aсos contratй a Lisbeth Salander como investigadora para un trabajo extremadamente complicado. Y aquн estб ya el problema: no te puedo contar quй tipo de trabajo realizу Lisbeth para mн. Erika sabe de quй se trata pero se comprometiу a guardar silencio.

—Hace dos aсos... fue antes de que dejaras KO a Wennerstrцm. їDebo suponer que ella se dedicaba a investigar ese tema?

—No, no debes suponer eso. No voy ni a confirmar ni a negar nada. Pero lo que sн te puedo decir es que contratй a Lisbeth para un asunto completamente distinto y que hizo un trabajo fantбstico.

—Vale. Por aquel entonces tъ residнas en Hedestad y, por lo que tengo entendido, vivнas corno un ermitaсo. Y aquel verano Hedestad no pasу precisamente inadvertido en el mundo mediбtico. Harriet Vanger resucitando de entre los muertos y todo eso. Curiosamente, en Millennium no escribimos ni una sola palabra de su resurrecciуn.

—Como ya te he comentado... no te voy a decir ni mu. Puedes pasarte la vida entera haciendo cabalas pero la probabilidad de que aciertes la considero prбcticamente nula —Mikael sonriу—. Pero si no hemos escrito nada sobre Harriet, es porque pertenece a nuestra junta. Dejemos que sean otros medios de comunicaciуn quienes se ocupen de ella. Y en cuanto a Lisbeth, confнa en mi palabra. Lo que ella hizo por mн no tiene nada que ver con lo ocurrido en Enskede. Simplemente, no hay ningъn tipo de conexiуn.

—De acuerdo.

—Dйjame que te dй un consejo: no adivines, no saques conclusiones. Quйdate solamente con que ella trabajaba para mн y que yo no puedo contarte de lo que se trataba. Dйjame decirte tambiйn que ella hizo otra cosa por mн. En un momento dado me salvу la vida. Literalmente. Tengo una enorme deuda de gratitud con ella.

Malin puso unos ojos como platos. En Millennium no habнa oнdo ni una sola palabra al respecto.

—O sea, que, si no lo he entendido del todo mal, la conoces bastante bien.

—Todo lo bien que se puede conocer a Lisbeth Salander, supongo —contestу Mikael—. Probablemente se trate de la persona mбs cerrada que he conocido en mi vida.

De repente, Mikael se levantу y desviу la mirada hacia la oscuridad exterior.

—No sй si te apetecerб o no, pero yo pienso servirme un vodka con lima —dijo finalmente.

Malin sonriу.

—Vale. Mejor eso que mбs cafй.

 

 

Dragan Armanskij dedicу las fiestas de Pascua a reflexionar sobre Lisbeth Salander en la casa de campo que poseнa en la isla de Blidц. Sus hijos ya eran adultos y habнan optado por no pasarlas con sus padres. Ritva, su mujer desde hacнa ya veinticinco aсos, no tenнa mayores dificultades en aceptar que su marido, en determinadas ocasiones, se hallara a aсos luz de ella: se sumнa en silenciosas cavilaciones y le contestaba sin mucha atenciуn cuando le dirigнa la palabra. Todos los dнas cogнa el coche e iba hasta la tienda del pueblo para comprar los periуdicos. Se sentaba junto a la ventana del porche y leнa los artнculos sobre la caza de Lisbeth Salander.

Dragan Armanskij estaba decepcionado consigo mismo. Le decepcionaba el hecho de haber juzgado tan rotundamente mal a Lisbeth Salander. Que ella tenнa problemas psнquicos lo sabнa desde hacнa ya muchos aсos. Tampoco le era ajena la idea de que podнa volverse violenta y daсar a alguien que la estuviera amenazando. Que hubiera atacado a su administrador —al que ella, sin duda, habrнa considerado una persona que se entrometнa en sus asuntos personales— resultaba, a cierto nivel intelectual, comprensible. Ella veнa sus intentos de gobernar su vida como verdaderas provocaciones y tal vez, incluso, como hostiles ataques.

Sin embargo, no le entraba en la cabeza quй la podrнa haber llevado a ir a Enskede y matar a tiros a dos personas que, segъn todas las informaciones, le eran completamente desconocidas.

Dragan Armanskij seguнa esperando que se estableciera una conexiуn entre Salander y la pareja de Enskede: que alguno de ellos hubiese tenido algo que ver con ella o que hubiese actuado de tal manera que ella se enfureciera. Pero semejante conexiуn no aparecнa en los periуdicos. En su lugar, se especulaba con que la enferma mental Lisbeth Salander hubiera sufrido algъn tipo de crisis.

Llamу dos veces al inspector Bublanski para enterarse del desarrollo de la investigaciуn, pero tampoco йl era capaz de establecer ninguna conexiуn entre Salander y Enskede. Excepto la de Mikael Blomkvist. Era ahн donde la investigaciуn daba en hueso. Mikael Blomkvist conocнa tanto a Salander como a la pareja de Enskede, pero no habнa ninguna evidencia de que, a su vez, Lisbeth Salander conociera a Dag Svensson y Mia Bergman, o de que ni siquiera hubiese oнdo hablar de ellos. Por lo tanto, al equipo investigador le estaba costando mucho trabajo explicar el correcto curso de los acontecimientos. Si no hubiese existido ni el arma homicida con sus huellas dactilares ni el indiscutible vнnculo con su primera vнctima, el abogado Bjurman, la policнa habrнa ido dando palos de ciego.

 

 

Malin Eriksson hizo una visita al cuarto de baсo de Mikael y luego regresу al sofб.

—Resumiendo —dijo—, la tarea consiste en decidir si Lisbeth Salander asesinу a Dag y Mia como afirma la policнa. No tengo ni idea de por dуnde empezar.

—Tуmatelo como un trabajo periodнstico. No vamos a realizar ninguna investigaciуn policial. Sin embargo, vamos a estar encima de la policнa y averiguar lo que ellos saben. Como siempre, aunque con la diferencia de que no vamos a publicar necesariamente todo lo que averigьemos.

—Pero si Salander los ha asesinado, tiene que existir un vнnculo entre ella y Dag y Mia. Y el ъnico que hay eres tъ.

—Y en este caso no soy exactamente un vнnculo. Llevo mбs de un aсo sin ver a Lisbeth. Hasta ignoro cуmo conocнa ella la existencia de Dag y Mia.

De pronto Mikael se callу. A diferencia de todos los demбs, sabнa que Lisbeth Salander era una hacker de categorнa mundial. De repente se dio cuenta de que su iBook estaba repleto de correspondencia con Dag Svensson, asн como de las distintas versiones del libro de Dag. Allн habнa, ademбs, una copia electrуnica de la tesis de Mia. Desconocнa si Lisbeth habнa entrado en su ordenador, pero, en el caso de que lo hubiera hecho, podнa haber sacado la conclusiуn de que conocнa a Dag Svensson.

Sin embargo, le resultaba imposible imaginar que Lisbeth tuviera algъn motivo para ir a Enskede y matar a Dag y Mia. Todo lo contrario: trabajaban en un reportaje sobre la violencia contra las mujeres que Lisbeth Salander apoyarнa de todas todas. Si es que Mikael Blomkvist la conocнa lo mбs mнnimo.

—Tienes cara de haber descubierto algo —comentу Malin.

Mikael no pensaba decir ni una palabra sobre las cualidades de Lisbeth en el mundo informбtico.

—No, es sуlo que estoy cansado y algo mareado —contestу.

—Bueno, no sуlo sospechan de ella por el asesinato de Dag y Mia sino tambiйn por el de su administrador, y ahн la conexiуn estб clarнsima. їQuй sabes de йl?

—Nada de nada. Nunca he oнdo hablar del abogado Bjurman y ni siquiera sabнa que Lisbeth tuviera un administrador.

—Pero la probabilidad de que otra persona haya matado a los tres es нnfima. Aunque alguien asesinara a Dag y Mia por sus reportajes, no existe el mбs mнnimo motivo en el mundo para cargarse al administrador de Lisbeth Salander.

—Ya lo sй, y me he devanado los sesos hasta mбs no poder. Pero me puedo imaginar al menos un escenario en el que un extraсo matarнa tanto a Dag y Mia como al administrador de Lisbeth.

—їCuбl?

—Digamos que Dag y Mia murieron porque hurgaron en el comercio sexual y que Lisbeth se vio de algъn modo implicada. Si Bjurman era el administrador de Lisbeth, existe una posibilidad de que ella confiara en йl y de que eso lo llevara a convertirse en testigo o a enterarse de algo que habrнa provocado su asesinato.

Malin meditу un instante.

—Entiendo lo que quieres decir —dijo, dudando—. Pero no tienes nada que pruebe esa teorнa.

—No. Nada.

—їY tъ quй crees? їEs culpable o no?

Mikael meditу su respuesta largo rato.

—Si me estбs preguntando si es capaz de matar, la respuesta es sн. Lisbeth Salander tiene un carбcter violento. La he visto en acciуn cuando...

—їCuбndo te salvу la vida?

Mikael asintiу.

—No te puedo contar de quй se trataba. Pero habнa un hombre que me querнa matar y estuvo a punto de conseguirlo. Ella intervino y le dio una buena paliza con un palo de golf.

—їY no le has contado nada de eso a la policнa?

—En absoluto. Es algo entre tъ y yo.

—De acuerdo.

Mikael le lanzу una penetrante mirada.

—Malin, en este tema necesito poder confiar en ti.

—No voy a revelarle a nadie nada de lo que me cuentes. Ni siquiera a Anton. No sуlo eres mi jefe. Tambiйn te tengo aprecio y no pienso hacerte daсo.

Mikael hizo un gesto de conformidad.

—Perdуname —dijo йl.

—Deja de pedir perdуn.

Mikael se riу y acto seguido volviу a ponerse serio.

—Estoy convencido de que si hubiese sido necesario, ella lo habrнa matado para defenderme a mн.

—Entiendo.

—Pero al mismo tiempo la veo completamente racional. Rara, sн, pero completamente racional segъn sus propios principios. Empleу la violencia porque resultaba necesario, no porque le diera la gana. Para matar, le harнa falta un motivo: que alguien la provocara y la amenazase en extremo.

Meditу un rato mбs. Malin lo observaba pacientemente.

—No puedo pronunciarme sobre su administrador. No sй absolutamente nada de йl. Pero no me la imagino matando a tiros a Dag y a Mia. Simplemente, no me lo creo.

Permanecieron en silencio durante mucho tiempo. Malin consultу su reloj con el rabillo del ojo y vio que eran las nueve y media de la noche.

—Es tarde. Deberнa irme a casa —dijo.

Mikael asintiу.

—Llevamos trabajando todo el dнa. Podemos seguir devanбndonos los sesos maсana. No, deja eso. Ya lo fregarй yo.

 

 

La madrugada del sбbado al domingo de Pascua, Armanskij estaba en la cama escuchando los suaves ronquidos de Ritva. No podнa pegar ojo. Tampoco йl conseguнa formarse una idea clara de los acontecimientos. Al final se levantу, se puso las zapatillas y el albornoz, y saliу al salуn. Hacнa frнo y echу un par de troncos en la chimenea de esteatita. Abriу una cerveza sin alcohol, se sentу y se puso a mirar la oscuridad del estrecho de Furusund. «їQuй es lo que sй?»

Dragan Armanskij podнa confirmar a ciencia cierta que Lisbeth Salander estaba chalada y que resultaba imprevisible. De eso no cabнa duda.

No sabнa exactamente quй, pero imaginaba que algo sucediу en aquel invierno de 2003 cuando, de pronto, dejу de trabajar para йl, se tomу un aсo sabбtico y se fue al extranjero. Estaba convencido de que Mikael Blomkvist tenнa algo que ver con aquella desapariciуn, pero Mikael tambiйn ignoraba lo que habнa ocurrido.

Lisbeth regresу y le hizo una visita. Afirmу ser «econуmicamente independiente», algo que Armanskij interpretу como que tenнa suficiente dinero para arreglбrselas durante un tiempo.

Tambiйn estuvo visitando a Holger Palmgren. Pero ni siquiera se habнa puesto en contacto con Blomkvist.

Habнa matado a tres personas, dos de las cuales, al parecer, le eran completamente desconocidas.

«No encaja. No hay ninguna lуgica.»

Armanskij tomу un trago de cerveza directamente de la botella y encendiу un purito. Tambiйn tenнa remordimientos, cosa que habнa contribuido a su sensaciуn de malestar durante esos dнas.

Cuando Bublanski lo visitу, йl aportу, sin dudarlo ni un instante, toda la informaciуn que pudo para que se arrestara a Lisbeth Salander. Que habнa que detenerla lo veнa claro; cuanto antes mejor. Pero tenнa remordimientos de conciencia porque la imagen que se habнa formado de ella era tan mala que lo habнa llevado a aceptar, sin cuestionбrselo lo mбs mнnimo, su culpabilidad. Armanskij era realista. Si la policнa se presentaba sosteniendo que una determinada persona era sospechosa de asesinato, la probabilidad de que resultara cierto se consideraba alta. Por lo tanto, Lisbeth Salander era culpable.

Sin embargo, lo que la policнa no habнa analizado era si ella tenнa motivos para actuar asн: si podrнa existir alguna circunstancia atenuante o, por lo menos, una explicaciуn lуgica de su arrebato de violencia. La misiуn de la policнa era detenerla y probar que fue ella quien disparу, no la de hurgar en su psique para explicar con exactitud el porquй. Se contentarнan con dar con un motivo medianamente razonable de sus actos; pero, ante la ausencia de explicaciones, estarнan dispuestos a considerarlo todo como un acto de locura. «Lisbeth Salander, otra loca asesina mъltiple siguiendo los pasos de Mattias Flink.» Armanskij meneу la cabeza.

No le gustaba esa explicaciуn.

Lisbeth Salander nunca hacнa nada en contra de su voluntad y sin analizar las consecuencias. «Especial, sн. Loca, no.»

Por lo tanto, tenнa que existir alguna explicaciуn, por oscura e inaccesible que le pareciera a alguien de fuera.

De repente, a eso de las dos de la madrugada, tomу una decisiуn.



  

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