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Capнtulo 17 Domingo de Resurrecciуn, 27 de marzo - Martes, 29 de marzoCapнtulo 17 Domingo de Resurrecciуn, 27 de marzo - Martes, 29 de marzo El domingo por la maсana, tras una noche de inquietas cavilaciones, Dragan Armanskij se levantу pronto. Bajу sigilosamente a la cocina, sin despertar a su mujer, y preparу cafй y unos sбndwiches. Luego sacу su portбtil y se puso a escribir. Empleу el mismo formulario que utilizaba Milton Security para sus investigaciones personales. Completу su informe con todos los datos bбsicos que se le ocurrieron sobre la personalidad de Lisbeth Salander. A eso de las nueve bajу Ritva y se sirviу cafй de la cafetera elйctrica. Le preguntу quй estaba haciendo. Йl contestу evasivamente y siguiу escribiendo. Conocнa a su marido lo suficiente como para saber que ese dнa йl iba a estar aislado en su propio mundo.
Mikael se equivocу; hasta la maсana del domingo de Pascua los medios de comunicaciуn no descubrieron que era йl quien habнa hallado los cuerpos de Dag y Mia, cosa que, sin duda, se debнa a que estaban en Pascua y a que la jefatura de policнa permanecнa prбcticamente desierta. El primero en llamarlo fue un reportero de Aftonbladet, un viejo conocido de Mikael. —Hola, Blomkvist. Soy Nicklasson. —Hola, Nicklasson —dijo Mikael. —Fuiste tъ quien encontrу a la pareja de Enskede, їno? Mikael se lo confirmу. —Una de mis fuentes afirma que trabajaban para Millennium. —Tu fuente tiene razуn a medias: Dag Svensson estaba haciendo un reportaje como freelance y, sн, trabajaba para Millennium, pero Mia Bergman no. —Joder, pues es una bomba. —Supongo que sн —reconociу, fatigado, Mikael. —їPor quй no habйis emitido ningъn comunicado? —Dag Svensson era un buen amigo y un buen compaсero. Pensamos que era una cuestiуn de йtica periodнstica dejar que por lo menos la familia de йl y la de Mia se enteraran de lo ocurrido antes de que publicбramos algo. Mikael sabнa perfectamente que no iban a citar esas ъltimas palabras. —Vale. їEn quй estaba trabajando Dag? —En un reportaje para Millennium. —їDe quй se trataba? —їQuй scoop pensбis publicar maсana enAftonbladet? —O sea, que se trataba de un scoop. —Nicklasson, vete a la mierda. —Venga, Blomman, їcrees que los asesinatos tienen alguna relaciуn con el reportaje que estaba preparando Dag Svensson? —Si vuelves a llamarme Blomman otra vez, te cuelgo y no vuelvo a hablar contigo en lo que queda de aсo. —Bueno, perdona. їCrees que Dag Svensson fue asesinado por su trabajo como periodista de investigaciуn? —No tengo ni idea de por quй asesinaron a Dag. —El reportaje en el que andaba metido, їtenнa algo que ver con Lisbeth Salander? —No. Ni lo mбs mнnimo. —їSabes si Dag conocнa a esa loca de Salander? —No. —Dag ha escrito muchos textos sobre la delincuencia informбtica. їIba de eso? «Joder, tнo, no te rindes», pensу Mikael. Estaba a punto de mandar a Nicklasson a la mierda cuando, de repente, se contuvo y se incorporу sъbitamente en la cama. Le asaltaron dos ideas paralelas. Nicklasson volviу a decir algo. —Espera un segundo, Nicklasson. No cuelgues. Ahora vuelvo. Mikael se levantу y tapу el auricular con la mano. De pronto se encontrу en otro mundo. Desde que se habнan cometido los asesinatos, Mikael habнa estado dбndole vueltas a cуmo contactar con Lisbeth Salander. Se encontrara donde se encontrase, la posibilidad de que ella leyera lo que йl dijera era muy grande. Si negaba que la conocнa, ella podrнa interpretarlo como que йl la habнa abandonado o vendido. Si la defendнa, otros lo interpretarнan como que Mikael sabнa de los asesinatos mucho mбs de lo que habнa dicho. Pero si hiciera el comentario adecuado, quizб Lisbeth se viera impulsada a contactar con йl. La ocasiуn era demasiado buena para desperdiciarla. Tenнa que decir algo. Pero їquй? —Perdуname, ya estoy aquн. їQuй decнas? —Te habнa preguntado si Dag Svensson estaba escribiendo sobre la delincuencia informбtica. —Si quieres un comunicado, te lo puedo dar. —Adelante. —Pero tienes que citarme literalmente. —Claro, їde quй otro modo podrнa hacerlo? —No me hagas contestar a esa pregunta. —їY quй es lo que quieres comunicar? —Te envнo un correo en quince minutos. —їQuй? —Que compruebes tu correo dentro de quince minutos —dijo Mikael y colgу. Se acercу a su mesa, encendiу su iBook y abriу el Word. Luego se concentrу dos minutos antes de empezar a redactar el texto: La redactora jefe de Millennium, Erika Berger, se encuentra profundamente conmocionada por el asesinato del ccuoaista freelance y colaborador Dag Svensson, y espera que los crнmenes se resuelvan rбpidamente. Fue el editor responsable de Millennium, Mikael Blomkvist, quien encontrу los cuerpos de su colega y de la novia de йste la vнspera del Jueves de Pascua. «Dag Svensson era un periodista fantбstico y una persona a la que querнa mucho», ha seсalado Erika Berger. «Tenнa muchas ideas para futuros reportajes. Entre otras cosas, trabajaba en un gran reportaje sobre la intrusiуn informбtica ilegal», ha declarado Mikael Blomkvist a Aftonbladet. Ni Mikael Blomkvist ni Erika Berger quieren especular sobre el presunto autor del crimen ni sobre los posibles motivos. Acto seguido, Mikael cogiу el telйfono y llamу a Erika Berger. —Hola, Ricky. Aftonbladet te acaba de entrevistar. —їAh sн? Le leyу rбpidamente las breves declaraciones. —їPor quй? —preguntу Erika. —Porque cada palabra es totalmente cierta. Dag trabajу durante diez aсos como freelance y uno de los campos en los que estaba especializado era precisamente la seguridad informбtica. Hablй con йl sobre ese tema varias veces y tambiйn contemplamos la idea de publicar un texto suyo despuйs de lo del trafficking. Permaneciу callado durante cinco segundos. —їConoces a alguien que estй tambiйn interesado en temas de intrusiуn informбtica? —preguntу. Erika Berger guardу silencio durante diez segundos. Luego se dio cuenta de lo que intentaba hacer Mikael. —Quй listo, Micke. ЎJoder, quй listo! De acuerdo. Adelante. Nicklasson volviу a llamar un minuto despuйs de haber recibido el correo de Mikael. —їEso es todo? —Es todo lo que te doy, lo cual es mбs de lo que le he dado a ningъn otro periуdico. O lo publicas нntegro o nada.
Acto seguido, Mikael se sentу a su mesa y encendiу su iBook. Meditу un momento y luego redactу una breve carta: Querida Lisbeth: Te escribo esta carta y la dejo en mi disco duro con la certeza de que tarde o temprano la leerбs. Recuerdo que hace dos aсos te metiste en el disco duro de Wennerstrцm y sospecho que aprovechaste la ocasiуn para piratear tambiйn el mнo. A estas alturas resulta obvio que no quieres tener nada que ver conmigo. Sigo sin saber por quй rompiste la relaciуn de esa manera, pero no te lo voy a preguntar y no hace falta que des explicaciones. Desgraciadamente, te guste o no, los acontecimientos de los ъltimos dнas nos han unido de nuevo. La policнa sostiene que has asesinado a sangre frнa a dos personas a las que yo querнa mucho. No pongo en duda la brutalidad de los crнmenes: fui yo quien encontrу a Dag y a Mia pocos minutos despuйs de que los mataran. El problema es que yo no creo que hayas sido tъ. O al menos eso es lo que espero. Si tъ eres una asesina psicуtica, como afirma la policнa, entonces es que o yo te he juzgado muy mal o has cambiado terriblemente durante el ъltimo aсo. Y si tъ no eres la asesina, entonces la policнa estб persiguiendo a la persona errуnea. Ante estas circunstancias, probablemente deberнa instarte a que te entregaras a la policнa. Sin embargo, sospecho que harбs oнdos sordos. Pero la realidad es que tu situaciуn resulta insostenible y, tarde o temprano, te detendrбn. Cuando lo hagan, necesitarбs un amigo. Si no quieres ningъn trato conmigo, tengo una hermana. Se llama Annika Giannini y es abogada. He hablado con ella y estб dispuesta a representarte si se lo pides. Puedes confiar en ella. Por lo que respecta a Millennium, hemos iniciado una investigaciуn propia para saber por quй Dag y Mia fueron asesinados. Lo que estoy haciendo ahora mismo es preparar una lista de todo aquel que pudiera tener buenas razones para acallar a Dag Svensson. No sй si ando bien encaminado, pero voy a comprobar la lista persona por persona. Mi problema es que no entiendo quй pinta en todo esto el abogado Nils Bjurman. No se le menciona en el material de Dag y no veo ningъn tipo de conexiуn entre йl y Dag y Mia. Ayъdame. Please. їCuбl es la conexiуn? Mikael P.S. Deberнas cambiar la foto del pasaporte. No te hace justicia. Reflexionу un rato y titulу el documento «Para Sally». Luego creу una carpeta a la que llamу «Lisbeth Salander» y la colocу a plena vista, en el escritorio de su iBook.
El martes por la maсana, Dragan Armanskij convocу a tres personas en la mesa de reuniones que tenнa en el despacho de Milton Security. Johan Frдklund, sesenta y dos aсos, y ex inspector de la policнa criminal de Solna, ostentaba ahora el cargo de jefe de la unidad operativa de Milton. Frдklund era el responsable general de la planificaciуn y el anбlisis. Hacнa diez aсos que Armanskij se lo habнa quitado a las fuerzas de seguridad del Estado y habнa llegado a considerarlo, sin comparaciуn, como uno de los mejores recursos de la empresa. Armanskij convocу, asimismo, a Sonny Bohman, de cuarenta y ocho aсos, y a Niklas Eriksson, de veintinueve. Bohman tambiйn era un antiguo policнa. Se habнa formado en la unidad de intervenciуn de la comisarнa de Norrmalm, en los aсos ochenta, y luego en la brigada de delitos violentos, donde dirigiу numerosas e importantes investigaciones. Bohman fue uno de los personajes clave a la hora de resolver el caso del Hombre Lбser, a principios de los aсos noventa, y en 1997, tras no poca labor de persuasiуn y la promesa de un salario considerablemente mayor, fue reclutado por Milton. Niklas Eriksson era considerado un rookie. Se formу en la academia de policнa, pero poco antes de graduarse se enterу de que padecнa una lesiуn cardнaca congenita que no sуlo requiriу una importante intervenciуn quirъrgica, sino que tambiйn fue el causante de que su futura carrera policial se fuera al traste. Frдklund —que habнa sido compaсero del padre de Eriksson— acudiу a Armanskij para pedirle que le diera a Eriksson una oportunidad. Como habнa un puesto vacante en la unidad de anбlisis, Armanskij dio su visto bueno. No habнa tenido motivos para arrepentirse. Eriksson llevaba cinco aсos trabajando en Milton. A diferencia de la mayorнa de los colaboradores de la unidad operativa, Eriksson carecнa de experiencia en el trabajo de campo. En cambio, destacaba por sus agudas dotes intelectuales. —Buenos dнas a los tres. Sentaos y empezad a leer —dijo Armanskij. Entregу a cada uno una carpeta que contenнa una cincuentena de pбginas con recortes de prensa sobre la caza de Lisbeth Salander, asн como un resumen de tres folios de su historial. Armanskij se habнa pasado el lunes de Pascua preparando la documentaciуn. Eriksson terminу de leer el primero y dejу la carpeta. Armanskij esperу a que tambiйn Bohman y Frдklund acabaran. —Supongo que los titulares de los vespertinos de este fin de semana no os han pasado desapercibidos —dijo Dragan Armanskij. —Lisbeth Salander —apuntу Frдklund con voz sombrнa. Sonny Bohman negу con la cabeza. Niklas Eriksson dirigiу la mirada al vacнo, con una impenetrable expresiуn, y esbozу una triste sonrisa. Dragan Armanskij contemplу al grupo fijamente. —Una de nuestras empleadas —dijo—. їHasta quй punto llegasteis a conocerla durante los aсos que trabajу aquн? —En una ocasiуn intentй bromear con ella —contestу Niklas Eriksson con una leve sonrisa—. No le hizo mucha gracia. Creн que me iba a arrancar la cabeza de un mordisco. Era una cascarrabias tremenda. En total no habrй intercambiado con ella mбs de diez frases. —Era bastante suya —admitiу Frдklund. Bohman se encogiу de hombros. —Una loca de atar. Una peste. Sabнa que estaba chalada, pero no que llegara a esos extremos. Dragan Armanskij asintiу. —Iba a su bola —dijo—. No resultaba fбcil de manejar. Pero la contratй porque era la mejor investigadora que he visto en mi vida. Siempre entregaba resultados por encima de lo normal. —Nunca lleguй a entender eso —comentу Frдklund—. No me cabнa en la cabeza cуmo podнa ser tan buena investigando y a la vez tan desastrosa en el trato social. Los tres asintieron. —La explicaciуn reside, naturalmente, en su estado psнquico —dijo Armanskij, dando unos golpecitos con el dedo sobre una de las carpetas—. Fue declarada incapacitada. —No tenнa ni idea —declarу Eriksson—. No quiero decir que tuviera que ir con un letrero en la espalda anunciando que era incapacitada, pero tъ nunca nos comentaste nada. —No —reconociу Armanskij—. Porque pensй que no era necesario estigmatizarla mбs de lo que ya estaba. Todos tenemos derecho a una oportunidad. —Y el resultado de ese experimento lo vimos en Enskede —apuntу Bohman. —Tal vez —replicу Armanskij.
Armanskij dudу un momento. No querнa revelar su debilidad por Lisbeth Salander ante los tres profesionales que ahora lo observaban llenos de expectaciуn. Habнan mantenido un tono bastante neutro durante la conversaciуn, pero Armanskij sabнa que los tres, al igual que todos los demбs empleados de Milton Security, odiaban profundamente a Lisbeth Salander. No debнa mostrarse dйbil o confuso; se trataba de presentar el tema de manera que creara una dosis de entusiasmo y profesionalidad. —Por primera vez en mi vida, he decidido utilizar una parte de los recursos de Milton para un asunto interno —dijo—. Esto no debe alcanzar sumas astronуmicas dentro del presupuesto, pero mi intenciуn es dispensaros a vosotros dos, Bohman y Eriksson, de vuestros cometidos ordinarios. Ahora vuestra misiуn, formulada de modo general, consistirб en «hallar la verdad» sobre Lisbeth Salander. Bohman y Eriksson miraron a Armanskij con escepticismo. —Quiero que tъ, Frдklund, seas el responsable de la investigaciуn y que la coordines. Quiero saber quй sucediу y quй provocу que Lisbeth Salander asesinara a su administrador y a la pareja de Enskede. Ha de haber una explicaciуn lуgica. —Perdona, pero esto suena a misiуn puramente policial —objetу Frдklund. —Sin duda —replicу Armanskij de inmediato—. Con la diferencia de que le sacamos cierta ventaja a la policнa: conocemos a Lisbeth Salander y tenemos una idea de cуmo funciona. —Bueno, no sй —dijo Bohman con una voz algo dubitativa—. No creo que nadie de esta empresa llegara a conocer a Salander o a tener mucha idea de lo que pasaba por esa cabecita suya. —No importa —contestу Armanskij—. Salander trabajaba para Milton Security y creo que es nuestra responsabilidad dar con la verdad. —Salander lleva... їcuбntos?, casi dos aсos sin trabajar aquн —dijo Frдklund—. No me parece que seamos responsables de lo que haga. Y no creo que a la policнa le haga mucha gracia que nos entrometamos en su investigaciуn. —Todo lo contrario —replicу Armanskij. Era el as que llevaba en la manga y habнa que jugarlo bien. —їPor quй? —quiso saber Bohman. —Ayer hablй largo y tendido con el instructor del sumario, el fiscal Ekstrцm, y con el inspector Bublanski, que estб al mando de la investigaciуn. Ekstrцm estб sometido a mucha presiуn. No se trata de un simple ajuste de cuentas entre gбnsteres, sino de un acontecimiento muy mediбtico, en el que un abogado, una criminуloga y un periodista han sido asesinados. Les comentй que, como el principal sospechoso era una ex empleada de Milton Security, nosotros tambiйn habнamos decidido iniciar una investigaciуn. Armanskij hizo una pausa antes de continuar. —Ekstrцm y yo estamos de acuerdo en que ahora lo importante es detener a Lisbeth Salander lo antes posible, antes de que se haga mбs daсo a sн misma o se lo cause a los demбs. Como nuestro conocimiento personal sobre ella es mayor que el que posee la policнa, podemos aportar algo a la investigaciуn. Por lo tanto, Ekstrцm y yo hemos acordado que vosotros dos —seсalу a Bohman y a Eriksson— os trasladйis a Kungsholmen y os unбis al equipo de Bublanski. Los tres miraron asombrados a Armanskij. —Perdona, una pregunta tonta... pero somos civiles —dijo Bohman—. їLa policнa piensa dejarnos participar en la investigaciуn de un asesinato asн como asн? —Trabajarйis bajo las уrdenes de Bublanski, pero tambiйn me mantendrйis informado a mн. Tendrйis total acceso a la investigaciуn. Todo el material que obra en nuestro poder, asн como el que vosotros encontrйis, se lo darйis a йl. Para la policнa eso sуlo significa que el equipo de Bublanski recibe refuerzos totalmente gratis. Y ninguno de los tres sois precisamente civiles. Vosotros, Frдklund y Bohman, habйis trabajado como policнas durante muchos aсos antes de empezar aquн. Y tъ, Eriksson, estudiaste en su academia. —Pero va en contra de los principios... —En absoluto. A menudo la policнa recurre a asesores civiles externos. Puede tratarse de psicуlogos en casos de delincuencia sexual, o de intйrpretes para investigaciones donde hay extranjeros implicados. Simplemente, serйis unos asesores civiles con conocimientos especiales sobre la principal sospechosa. Frдklund asintiу lentamente. —De acuerdo. Milton se une a la investigaciуn policial e intenta contribuir a que se detenga a Salander. їAlgo mбs? —Una cosa. Vuestra misiуn es averiguar la verdad. Nada mбs. Quiero saber si Salander ha matado a esas tres personas. Y en el caso de que asн sea, por quй. —їAlguien duda de su culpabilidad? —preguntу Eriksson. —Los indicios que tiene la policнa la ponen en una situaciуn muy delicada. Pero yo quiero saber si existe otra dimensiуn en toda esta historia: si hay algъn cуmplice que no conocemos, si fue йl quien empuсу el arma homicida, o si se dieron otras circunstancias que ignoramos. —Creo que va a ser difнcil encontrar atenuantes en un triple asesinato como йse —dijo Frдklund—. Si eso ocurriera, tendrнamos que considerar la posibilidad de que sea inocente del todo. Y eso sн que no me lo creo. —Yo tampoco —reconociу Armanskij—. Pero vuestro trabajo es ayudar a la policнa en todo lo que estй en vuestra mano, y contribuir a que Lisbeth sea detenida cuanto antes. —їPresupuesto? —preguntу Frдklund. —Corriente. Quiero que me mantengбis informado de los gastos. Si se dispararan, nos verнamos obligados a abandonar. Pero contad con que, de ahora en adelante, trabajarйis en esto a tiempo completo durante una semana como mнnimo. Volviу a dudar un momento. —Yo soy el que mejor conoce a Salander. Eso quiere decir que tenйis que considerarme como uno de los personajes de la historia, asн que yo debo ser una de las personas a las que interroguйis —dijo para concluir.
Una estresada Sonja Modig recorriу el pasillo e irrumpiу en la sala de interrogatorios justo cuando cesaba el rumor de sillas arrastrбndose. Se sentу junto a Bublanski, que habнa convocado a todo el grupo de investigaciуn, incluido el instructor del sumario. Hans Faste le echу una irritada mirada y luego empezу con la introducciуn. La reuniуn se celebraba por iniciativa suya. Йl habнa seguido hurgando en los eternos enfrentamientos entre la burocracia encargada de atender las necesidades sociales y Lisbeth Salander, la llamada «pista psicуpata», tal como la calificaba Faste. E, innegablemente, habнa conseguido reunir un considerable material. Hans Faste se aclarу la voz. —Йste es el doctor Peter Teleborian, mйdico jefe de la clнnica psiquiбtrica del hospital Sankt Stefan de Uppsala. Ha tenido la amabilidad de venir hasta Estocolmo para ayudarnos en la investigaciуn con sus conocimientos sobre Lisbeth Salander. Sonja Modig mirу a Peter Teleborian. Era un hombre de baja estatura, con pelo castaсo rizado, gafas de montura metбlica y una pequeсa perilla. Iba vestido informalmente, con una americana beige de pana, unos vaqueros y una clara camisa de rayas con el cuello desabotonado. Tenнa una cara afilada y un aspecto juvenil. Sonja habнa visto a Peter Teleborian en alguna que otra ocasiуn, pero nunca llegу a hablar con йl. Una vez —cuando ella estudiaba el ъltimo aсo en la academia de policнa— йl dio unas conferencias sobre trastornos psнquicos; y otra, en un curso de formaciуn profesional, les hablу de los psicуpatas y de los comportamientos psicуpatas entre los jуvenes. En otra ocasiуn ella tambiйn asistiу como oyente a un juicio contra un violador en serie al que Teleborian habнa sido convocado como experto en la materia. Tras varios aсos de participaciуn en debates pъblicos se habнa convertido en uno de los psiquiatras mбs conocidos del paнs. Se habнa distinguido por su fuerte crнtica a los recortes de la asistencia psiquiбtrica, los cuales habнan provocado que se cerraran hospitales psiquiбtricos y que personas con evidente necesidad de atenciуn mental fueran abandonadas a su suerte en la calle, predestinadas a convertirse en vagabundos y marginados sociales. Despuйs del asesinato de la ministra de Asuntos Exteriores, Anna Lindh, Teleborian pasу a ser miembro de la comisiуn estatal que investigaba el deterioro de la asistencia psiquiбtrica. Peter Teleborian saludу a los allн congregados con un movimiento de cabeza y se sirviу agua Ramlцsa en un vaso de plбstico. —Vamos a ver en quй puedo contribuir a la investigaciуn —empezу prudentemente—. Odio que mis pronуsticos se cumplan. —їSe cumplen sus pronуsticos? —preguntу Bublanski. —Sн. Resulta paradуjico. La misma noche en la que tuvieron lugar los asesinatos de Enskede, yo participй en un debate televisivo sobre esa bomba de relojerнa que hace tictac en cualquier parte de nuestra sociedad. Es terrible. No es que estuviera pensando precisamente en Lisbeth Salander en ese momento, pero ofrecн una serie de ejemplos (anуnimos, por supuesto) de pacientes que deberнan estar recluidos en instituciones en vez de sueltos por la calle. Me atreverнa a decir que ustedes mismos, sin ir mбs lejos, en sуlo este aсo van a tener que investigar, por lo menos, media docena de asesinatos u homicidios cuyos autores pertenecerбn a ese grupo de pacientes bastante reducido desde el punto de vista numйrico. —їNos estб diciendo que Lisbeth Salander es una de esas locas? —preguntу Hans Faste. —La palabra «loca» no es la mбs apropiada. Pero sн, ella pertenece a ese grupo que ha sido abandonado por la sociedad. Ella representa, sin duda, a uno de esos trastornados individuos a los que yo no habrнa soltado si hubiera dependido de mн. —їQuiere decir que la deberнan haber encerrado antes de que cometiera algъn delito? —inquiriу Sonja Modig—. No es del todo compatible con los principios de una sociedad de derecho. Hans Faste frunciу el ceсo y le echу una irritada mirada. Sonja Modig se preguntу por quй Faste parecнa lanzar continuamente sus dardos contra ella. —Tiene toda la razуn —contestу Teleborian, acudiendo indirectamente a su rescate—. No es compatible con la sociedad de derecho, por lo menos en su forma actual. Se trata de mantener el equilibrio entre el respeto por el individuo y el respeto por las potenciales vнctimas que una persona psнquicamente enferma puede dejar tras de sн. Ningъn caso se parece al otro y cada paciente debe ser tratado segъn sus particularidades. Estб claro que dentro de la asistencia psiquiбtrica tambiйn cometemos errores y soltamos a personas que no deberнan andar por la calle. —Bueno, no creo que sea el mejor momento para profundizar en polнtica social —dijo Bublanski tнmidamente. —Tiene razуn —convino Teleborian—. Ahora estamos hablando de un caso concreto. Pero dйjenme que les diga una cosa: es importante que entiendan que Lisbeth Salander es una persona enferma que necesita un tratamiento; al igual que lo necesita un paciente con dolor de muelas o con insuficiencia cardнaca. Puede recuperarse del todo y podrнa haberse curado si hubiese recibido la ayuda adecuada cuando todavнa resultaba posible tratarla. —O sea, que fue su mйdico —dijo Hans Faste. —Yo soy una de las muchas personas que han tenido que ver con Lisbeth Salander. Fue mi paciente en sus primeros aсos de adolescencia y yo fui uno de los mйdicos que la evaluу cuando se decidiу ponerla bajo tutela administrativa al cumplir los dieciocho aсos. —Hбblenos de ella —pidiу Bublanski—. їQuй la podrнa haber impulsado a ir a Enskede y matar a dos desconocidos, y quй la podrнa haber llevado a asesinar a su administrador? Peter Teleborian se riу. —No puedo contestarle a eso. Hace muchos aсos que no sigo su evoluciуn y no sй en quй grado de psicosis se encuentra. Lo que sн puedo decir, no obstante, es que dudo que la pareja de Enskede le fuese desconocida. —їQuй le hace decir eso? —quiso saber Hans Faste. —Uno de los puntos dйbiles del tratamiento de Lisbeth Salander es que nunca se ha hecho un diagnуstico completo sobre ella. Eso se debe al hecho de que nunca se ha mostrado receptiva al tratamiento. Siempre se ha negado a contestar a las preguntas y a participar en cualquier tipo de terapia. —їAsн que no saben si realmente estб enferma? —preguntу Sonja Modig—. Quiero decir, que como no hay un diagnуstico... —Mнrelo de la siguiente manera —dijo Peter Teleborian—: Lisbeth Salander me llegу justo cuando ella iba a cumplir trece aсos. Era psicуtica, tenнa algunas obsesiones y sufrнa de una manifiesta manнa persecutoria. Fue mi paciente durante dos aсos, mientras estuvo recluida a la fuerza en Sankt Stefan. Su internamiento se debiу a que ella habнa manifestado durante toda su infancia un comportamiento sumamente violento contra sus compaсeros de colegio, sus profesores y sus conocidos. En repetidas ocasiones fue denunciada por malos tratos. Pero en todos esos casos la violencia se dirigiу a personas de su entorno, o sea, a alguien que dijo o hizo algo que ella percibiу como una ofensa. Por eso creo que hay algъn vнnculo entre ella y la pareja de Enskede. No nos consta que haya atacado nunca a una persona completamente desconocida. —Excepto aquella agresiуn que cometiу en el metro cuando tenнa diecisiete aсos —precisу Hans Faste. —Supongo que ahн podemos considerar que fue a ella a quien atacaron y que no hizo mбs que defenderse —respondiу Teleborian—. La persona en cuestiуn era un conocido delincuente sexual. Pero tambiйn constituye un buen ejemplo de su manera de reaccionar. Podrнa haberse alejado de allн o buscado protecciуn entre los demбs pasajeros del vagуn. En su lugar, optу por atacarlo. Cuando se siente amenazada reacciona con una desmesurada violencia. —їQuй es en realidad lo que tiene? —preguntу Bublanski. —Como ya he dicho, carecemos de un verdadero diagnуstico. Yo dirнa que sufre de esquizofrenia y que se encuentra constantemente al lнmite de una psicosis. Carece de empatнa y, en muchos sentidos, podrнa describirse como una sociуpata. Tengo que reconocer que me parece sorprendente que se las haya apaсado tan bien desde que cumpliу los dieciocho aсos. Quiero decir que, aunque sometida a tutela administrativa, ha estado suelta durante ocho aсos sin cometer ningъn acto que haya conducido a una denuncia policial o a un arresto. Pero su pronуstico... —їSu pronуstico? —Durante todo este tiempo no ha recibido tratamiento alguno. Mi teorнa es que esa enfermedad, que quizб podrнamos haber vencido y tratado hace diez aсos, ahora es parte integrante de su personalidad. Yo vaticino que en cuanto sea detenida, no la condenarбn a prisiуn. Deben tratarla. —Entonces, їcуmo diablos pudo el tribunal ponerla de patitas en la calle? —murmurу Hans Faste. —Supongo que habrнa que verlo como una combinaciуn de tres cosas: un abogado con mucha labia, una manifestaciуn mбs de los recortes presupuestarios y de una constante liberalizaciуn. De todas maneras, fue una decisiуn a la que me opuse cuando los mйdicos forenses me consultaron. Pero no me hicieron caso. —Pero ese pronуstico del que estб hablando es una conjetura, їno? —intervino Sonja Modig—. Quiero decir... realmente no sabe nada de su vida desde que tenнa dieciocho aсos. —Es mбs que una conjetura. Es mi experiencia. —їEs autodestructiva? —preguntу Sonja Modig. —їSe refiere a si es capaz de suicidarse? No, lo dudo. Es mбs bien una psicуpata egomanнaca. Lo importante es ella. Todas las demбs personas de su entorno carecen de importancia. —Ha dicho que puede reaccionar con un exceso de violencia —comentу Hans Faste—. En otras palabras, їdebemos considerarla peligrosa? Peter Teleborian se quedу observбndolo durante unos instantes. Luego inclinу la cabeza y se frotу la frente antes de contestar. —No pueden imaginar lo difнcil que resulta determinar exactamente cуmo va a reaccionar una persona. No quiero que a Lisbeth Salander le pase nada cuando la detengan... pero sн, en este caso yo me asegurarнa de que la detenciуn se lleve a cabo con la mayor cautela posible. Si va armada, el riesgo de que use el arma es muy elevado.
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