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Capнtulo 13 Jueves de Pascua, 24 de marzo



Capнtulo 13 Jueves de Pascua, 24 de marzo

A las siete de la maсana del jueves de Pascua, la instrucciуn del sumario del doble asesinato de Enskede ya se encontraba sobre la mesa del fiscal Richard Ekstrцm. El fiscal de guardia de esa noche, relativamente joven e inexperto, se habнa dado cuenta de que los crнmenes de Enskede se salнan de lo comъn. Llamу y despertу al fiscal provincial adjunto, quien, a su vez, llamу y despertу al adjunto del jefe provincial de la policнa. De comъn acuerdo, decidieron pasarle la pelota a un celoso y experimentado fiscal. Su elecciуn recayу sobre Richard Ekstrцm, de cuarenta y dos aсos.

Richard Ekstrцm era delgado, atlйtico, y medнa un metro y sesenta y siete centнmetros. Tenнa el pelo rubio, ralo, y perilla. Siempre iba inmaculadamente vestido y, debido a su reducida estatura, llevaba unos zapatos con alzas. Iniciу su carrera profesional como fiscal adjunto en Uppsala, desde donde fue llamado por el ministerio de Justicia para participar en la adaptaciуn de la legislaciуn sueca a la de la UE, y su labor fue tan buena que durante un tiempo trabajу como jefe de departamento. Llamу la atenciуn con un estudio sobre las carencias organizativas de la seguridad jurнdica en el que —en vez de exigir mбs recursos, como ciertas autoridades policiales reclamaban— abogaba por una mayor eficacia. Tras cuatro aсos en el ministerio de Justicia, pasу al ministerio fiscal de Estocolmo, donde se ocupу de numerosos casos relacionados con llamativos robos o delitos violentos.

Dentro de la Administraciуn se suponнa que era socialdemуcrata, pero, en realidad, Ekstrцm no tenнa el menor interйs por los partidos polнticos. Empezу a despertar cierta atenciуn mediбtica, y en los pasillos del poder comenzaron a fijarse en йl. Se trataba, sin lugar a dudas, de un buen candidato para ocupar cargos importantes, y, gracias a su supuesta vena ideolуgica, disfrutу de una amplia red de contactos en бmbitos tanto polнticos como policiales. Entre los policнas, las opiniones sobre la capacidad de Ekstrцm estaban divididas. Los informes que realizу para el ministerio de Justicia no habнan favorecido, precisamente, a aquellos cнrculos policiales que defendнan que la mejor manera de garantizar la seguridad jurнdica era reclutando mбs policнas. Pero, por otra parte, Ekstrцm se habнa distinguido por no andarse con chiquitas cada vez que llevaba un caso a juicio.

Cuando Ekstrцm recibiу el apresurado informe de la policнa criminal sobre los acontecimientos ocurridos en Enskede la noche anterior, constatу inmediatamente que se hallaba delante de un asunto que causarнa un gran revuelo en los medios de comunicaciуn. No se trataba de un asesinato cualquiera. Los dos muertos eran una criminуloga que estaba preparando su tesis doctoral y un periodista. Esta ъltima palabra que odiaba o amaba, dependiendo de la situaciуn.

Poco despuйs de las siete, Ekstrцm mantuvo una breve conversaciуn telefуnica con el jefe de la policнa criminal provincial. A las siete y cuarto Ekstrцm llamу y despertу al inspector Jan Bublanski, mбs conocido entre sus colegas con el apodo del agente Burbuja. En realidad, Bublanski tenнa esa Pascua libre para compensar la montaсa de horas extra que habнa acumulado durante todo el aсo. Le pidiу que interrumpiera sus vacaciones y se personara de inmediato en comisarнa para dirigir la investigaciуn de los asesinatos de Enskede.

Bublanski tenнa cincuenta y dos aсos, y llevaba trabajando como policнa mбs de la mitad de su vida, desde los veintitrйs. Estuvo seis en un radiopatrulla y habнa pasado tanto por la brigada de armas como por la brigada de robos antes de realizar unos cursos de formaciуn y ascender a la brigada de delitos violentos de la policнa criminal de la provincia de Estocolmo. Para ser exactos, durante los ъltimos diez aсos habнa participado en treinta y tres investigaciones de asesinatos u homicidios. De las diecisiete que dirigiу, se esclarecieron catorce y dos se consideraron resueltas desde un punto de vista policial, lo que significaba que la policнa sabнa quiйn era el asesino pero carecнa de suficientes pruebas para llevarlo a juicio. Ъnicamente en el caso restante, ocurrido hacнa seis aсos, Bublanski y sus hombres fracasaron. Se trataba de un conocido y alcohуlico camorrista al que mataron con un arma blanca en su domicilio de Bergshamra. El lugar del crimen fue una autйntica pesadilla de huellas digitales y rastros de ADN de varias docenas de personas que, durante aсos y aсos, se habнan emborrachado y peleado en el apartamento. Bublanski y sus colegas estaban convencidos de que el asesino pertenecнa al muy nutrido cнrculo social de alcohуlicos y drogadictos; pero, a pesar de su intenso trabajo de investigaciуn, el culpable continuaba burlando a la policнa. A efectos prбcticos la investigaciуn fue archivada.

En su conjunto, Bublanski contaba con una buena estadнstica de casos resueltos. Sus colegas lo veнan como sumamente competente.

Sin embargo, entre estos mismos, a Bublanski se le consideraba algo raro, cosa que, en parte, se debнa al hecho de que era judнo y a que, en determinados dнas festivos, lo habнan visto con su kippa por los pasillos de la comisarнa. En una ocasiуn esta circunstancia provocу la crнtica de un jefe de policнa, ahora retirado, de que resultaba inapropiado llevar una kippa en comisarнa, por la misma razуn que consideraba inadecuado que un policнa anduviera por allн con un turbante. El asunto, no obstante, no pasу de ahн y no dio lugar a debate alguno, pues un periodista que habнa oнdo el comentario se puso a hacer preguntas, ante lo cual, el susodicho jefe se retirу apresuradamente a su despacho.

Bublanski pertenecнa a la congregaciуn de la sinagoga de Sцdermalm y pedнa comida vegetariana si no habнa comida kosher. Sin embargo, no era tan ortodoxo como para negarse a trabajar en sabbat. Tambiйn йl se dio cuenta en seguida de que el doble asesinato de Enskede no se trataba de una investigaciуn cualquiera. Nada mбs cruzar la puerta, poco despuйs de las ocho, Richard Ekstrцm lo llevу a un despacho aparte.

—Una autйntica desgracia —le espetу Ekstrцm a modo de saludo—. La pareja a la que han matado a tiros eran un periodista y una criminуloga. Y hay mбs: los encontrу otro periodista.

Bublanski asintiу. Eso prбcticamente garantizaba que el caso iba a ser seguido de cerca y analizado en detalle por los medios de comunicaciуn.

—Y para echar mбs sal en la herida: el periodista que encontrу a la pareja es Mikael Blomkvist, de la revista Millennium.

—ЎUfff! —soltу Bublanski.

—Famoso gracias a todo el circo que se montу con el caso Wennerstrцm.

—їSabemos algo del mуvil?

—De momento, nada. Ninguna de las vнctimas figura en nuestros archivos. Parece tratarse de una pareja normal y corriente. La mujer iba a presentar su tesis dentro de unas semanas. Hay que concederle a este asunto la mбxima prioridad.

Bublanski asintiу. Para йl un asesinato siempre tenнa mбxima prioridad.

—Vamos a constituir un grupo operativo. Deberбs trabajar lo mбs rбpidamente que puedas y yo me asegurarй de que dispongas de todos los recursos necesarios. Tendrбs a Hans Faste y Curt Svensson como ayudantes. Tambiйn a Jerker Holmberg; estб trabajando con un homicidio de Rinkeby, pero parece ser que el autor del asesinato ha huido al extranjero, y йl es muy brillante investigando el lugar del crimen. Si es necesario, tambiйn puedes contar con investigadores de la policнa criminal nacional.

—Quiero a Sonja Modig.

—їNo te parece demasiado joven?

Bublanski arqueу las cejas y mirу asombrado a Ekstrцm.

—Tiene treinta y nueve aсos, asн que sуlo es un par de aсos mбs joven que tъ. Ademбs, es muy eficiente.

—De acuerdo, tъ decides a quiйn quieres en el grupo, siempre y cuando seбis rбpidos. La Direcciуn ya estб encima.

Bublanski se lo tomу como una ligera exageraciуn. La Direcciуn, a esas horas de la maсana, apenas habнa tenido tiempo de abandonar la mesa del desayuno.

 

 

La investigaciуn policial empezу en serio poco antes de las nueve, cuando el inspector Bublanski convocу a su equipo en una sala. Bublanski contemplу a las personas reunidas. No le agradaba del todo la composiciуn del grupo.

De todos ellos, Sonja Modig era la persona en la que mбs confianza tenнa. Llevaba doce aсos de policнa, cuatro de los cuales los pasу en la brigada de delitos violentos, donde participу en varias investigaciones con Bublanski al mando. Era meticulosa y metуdica, y Bublanski se habнa dado cuenta de que tambiйn poseнa esas cualidades que йl consideraba de sumo valor en las investigaciones complicadas: imaginaciуn y capacidad de asociaciуn. En por lo menos dos casos, Sonja Modig habнa hallado curiosos y rebuscados vнnculos que otros pasaron por alto, cosa que se tradujo en decisivos avances. Ademбs, Sonja Modig tenнa un sutil e inteligente sentido del humor que Bublanski sabнa apreciar.

Bublanski tambiйn se alegraba de contar con Jerker Holmberg entre su tropa. Holmberg tenнa cincuenta y cinco aсos, y era oriundo del norte de Suecia, concretamente de la provincia de Еngermanland. Se trataba de una persona aburrida y de mente plana que carecнa por completo de esa imaginaciуn que hacнa tan valiosa a Sonja Modig. En cambio, segъn Bublanski, Holmberg quizб fuera el mejor investigador del lugar del crimen de toda la policнa de Suecia. Habнan colaborado en numerosas investigaciones y Bublanski estaba convencido de que si habнa algo que encontrar en el lugar de los hechos, Holmberg lo encontrarнa. Su tarea principal, por lo tanto, consistнa en dirigir todo el trabajo que habнa que realizar en el apartamento de Enskede.

El colega Curt Svensson era relativamente desconocido para Bublanski. Se trataba de un hombre callado de constituciуn fuerte con un pelo rubio cortado tan al rape que, a distancia, daba la sensaciуn de ser completamente calvo. Svensson tenнa treinta y ocho aсos y acababa de incorporarse a la brigada, reciйn llegado de Huddinge, donde habнa pasado varios aсos investigando la delincuencia de bandas. Tenнa fama de poseer un carбcter irascible y mano dura; un eufemismo para decir que tal vez usara con su clientela mйtodos no del todo acordes con el reglamento. En una ocasiуn, hacнa ya diez aсos, Curt Svensson fue denunciado por malos tratos, cosa que dio lugar a una investigaciуn en la que, no obstante, lo absolvieron de todos los cargos.

La reputaciуn de Curt Svensson se debнa, sin embargo, a un acontecimiento muy distinto. En octubre de 1999, Curt Svensson, en compaснa de otro colega, se fue a Alby con el objetivo de dar con un chorizo y someterlo a un interrogatorio. El tipo no era, ni mucho menos, desconocido en los cнrculos policiales. Llevaba aсos sembrando el pбnico entre los vecinos y provocando numerosas quejas por su comportamiento pendenciero. Ahora, gracias a un chivatazo, era sospechoso de haber robado en un video-club de Norsborg. Se trataba de una intervenciуn mбs o menos rutinaria que saliу rematadamente mal cuando el individuo, en lugar de acompaсar a los agentes por las buenas, sacу un arma blanca. El colega de Svensson, actuando en defensa propia, acabу con varias heridas en las manos y uno de los pulgares cortado, antes de que el malhechor dirigiera su atenciуn hacia Curt Svensson quien, por primera vez en su carrera, se vio obligado a utilizar su arma reglamentaria. Curt Svensson efectuу tres disparos. El primero de ellos fue de advertencia. El segundo, un disparo con intenciуn que, sin embargo, no alcanzу al malhechor; toda una hazaсa, ya que la distancia era inferior a tres metros. El tercer impacto le dio de lleno en el cuerpo con tan mala fortuna que le segу la aorta, cosa que provocу que el tipo muriera desangrado al cabo de pocos minutos. La posterior investigaciуn terminу eximiendo a Curt Svensson de cualquier responsabilidad, algo que desencadenу un debate mediбtico en el que se examinу con lupa el monopolio estatal de la violencia y donde se emparejaba a Curt Svensson con los dos brutales policнas implicados en la muerte de Osmo Vallo.

En un principio, Bublanski tuvo sus dudas sobre Curt Svensson pero, seis meses mбs tarde, todavнa seguнa sin descubrir nada que motivara su crнtica o su enojo. Mбs bien al contrario. Poco a poco Bublanski habнa empezado a tenerle cierto respeto a la discreta competencia de Curt Svensson.

El ъltimo miembro del equipo de Bublanski era Hans Faste, todo un veterano de cuarenta y siete aсos que llevaba quince de servicio en la brigada de delitos violentos. Faste constituнa el motivo del descontento de Bublanski. Tenнa el susodicho una cosa a favor y otra en contra. A su favor jugaba su amplia experiencia y sus tablas para abordar investigaciones complicadas. En su contra, Bublanski habнa tomado nota de que Faste era egocйntrico y de que tenнa un burdo sentido del humor que podнa importunar a cualquier persona de inteligencia normal y que molestaba mucho a Bublanski. Habнa en Faste alguna que otra actitud y ciertas caracterнsticas personales que, simplemente, a Bublanski no le gustaban. Pero, vale, de acuerdo: cuando se le ataba en corto resultaba un competente investigador. Ademбs, Faste se habнa convertido en una especie de mentor para Curt Svensson, a quien no le parecнa desagradar su tosquedad. Solнan formar pareja durante las investigaciones.

A la reuniуn se habнa convocado tambiйn a la inspectora de guardia Anita Nyberg, para que informara de los interrogatorios mantenidos con Mikael Blomkvist durante la pasada noche, al igual que al comisario Oswald Mеrtensson, quien debнa dar cuenta de lo ocurrido in situ una vez recibido el aviso. Los dos estaban agotados y querнan marcharse cuanto antes a casa para descansar. No obstante, Anita Nyberg ya se habнa hecho con unas fotos del lugar del crimen que circularon entre el grupo.

Tras treinta minutos de conversaciуn ya tenнan claro el desarrollo de los acontecimientos. Bublanski lo resumiу:

—Con la reserva de que la investigaciуn forense del lugar del crimen continъa en marcha, parece que ocurriу de la siguiente manera: un desconocido que ninguno de los vecinos ni otros testigos vieron entrу en el apartamento de Enskede y matу a Svensson y Bergman.

—Seguimos sin saber si el revуlver encontrado coincide con el arma homicida, pero ya se ha mandado al Laboratorio Nacional de Investigaciуn Forense para que lo analicen —intervino Anita Nyberg—. Tiene mбxima prioridad. Tambiйn hemos hallado, relativamente intacto en la pared que da al dormitorio, un trocito de la bala que impactу en Dag Svensson. En cambio, la bala que alcanzу a Mia Bergman estб tan fragmentada que dudo que nos sea ъtil.

—Muchas gracias, Anita. El Colt Magnum es uno de esos malditos revуlveres de vaqueros que deberнa estar totalmente prohibido. їTenemos el nъmero de serie?

—Todavнa no —dijo Oswald Mеrtensson—. Mandй por mensajero el arma y el fragmento de bala al laboratorio desde allн mismo. Me pareciу mejor que se encargaran ellos en vez de que yo empezara a toquetearla.

—Muy bien. Aъn no he tenido tiempo de ir a ver el lugar de los hechos, pero vosotros dos habйis estado allн. їCuбles son vuestras conclusiones?

Anita Nyberg y Oswald Mеrtensson intercambiaron miradas. Nyberg le cediу la palabra a su colega de mбs edad.

—Para empezar pensamos que se trata de un solo asesino. Ha sido una verdadero ejecuciуn. Me da la sensaciуn de que es una persona que ha tenido un importante motivo para matar a Svensson y Bergman, y que obrу con gran determinaciуn.

—їY en quй te basas para esa sensaciуn? —preguntу Hans Faste.

—El piso estaba en orden. No se tratу de un robo, ni de malos tratos, ni de nada por el estilo. Para empezar, sуlo se dispararon dos tiros. Ambos alcanzaron su objetivo con gran precisiуn. En otras palabras, se trata de alguien que sabe manejar armas.

—Vale.

—Si echamos un vistazo al croquis... Lo hemos reconstruido de la siguiente manera: al hombre, Dag Svensson, le dispararon a una distancia muy corta; probablemente le pusieran el caсуn en la cabeza. Hay quemaduras alrededor del orificio de entrada. Saliу despedido contra la mesa del comedor; supuestamente fue a йl a quien mataron en primer lugar. El asesino debнa de estar en el umbral del salуn o puede que se hubiera adentrado un poco.

—Vale.

—Segъn los testigos, los disparos se produjeron con un intervalo de muy pocos segundos. A Mia Bergman le dispararon a distancia. Lo mбs probable es que estuviera en la entrada del dormitorio y se diera media vuelta para alejarse y evitar el tiro. La bala le penetrу por debajo de la oreja izquierda y le saliу justo por encima del ojo derecho. El impacto la impulsу hasta el dormitorio, donde fue encontrada. Cayу contra los pies de la cama y, de ahн, al suelo.

—Un tirador experimentado —seсalу Faste.

—Mбs que eso. Ni siquiera hay huellas que indiquen que el asesino entrara en el dormitorio para comprobar que la habнa matado. Sabнa que no habнa fallado, se dio media vuelta y abandonу la casa. O sea, dos tiros, dos muertos y fuera. Ademбs...

—їSн?

—Sin adelantarme a la investigaciуn forense, sospecho que el asesino ha empleado municiуn de caza. La muerte debe de haber sido instantбnea. Las dos vнctimas presentaban unas heridas espantosas.

Un breve silencio se instalу alrededor de la mesa. Era un tema que nadie del grupo deseaba recordar. Existen dos tipos de municiуn: las balas duras, completamente revestidas, que penetran en el cuerpo y causan daсos relativamente modestos, y las balas blandas, que se expanden en el interior de la vнctima y provocan daсos descomunales. Hay una diferencia muy grande entre una persona alcanzada por una bala de nueve milнmetros de diбmetro y otra alcanzada por una bala que se expande hasta los dos centнmetros, quizб tres, de diбmetro. A este ъltimo tipo se le llama «municiуn de caza» y su objetivo es causar un desangramiento masivo, algo que se considera humano en la caza del alce, ya que ahн lo que se pretende es abatir a la presa de la manera mбs rбpida e indolora posible. La municiуn de caza, por el contrario, estб prohibida como armamento bйlico por una ley internacional, puesto que el pobre que es alcanzado por una bala expansiva fallece inevitablemente, sea cual sea la parte del cuerpo afectada.

Sin embargo, hace dos aсos, la policнa sueca —haciendo gala de su gran sabidurнa— incorporу la municiуn de caza a su arsenal. El motivo exacto no quedу del todo claro. Lo que sн estб claro, en cambio, es que si al famoso manifestante Hannes Westberg —que en 2001 fue herido en el abdomen durante los disturbios callejeros de Gotemburgo— le hubiesen disparado con municiуn de caza, no habrнa sobrevivido.

—Asн que, en otras palabras, el objetivo era matar —dijo Curt Svensson.

Se referнa a Enskede pero, al mismo tiempo, reconocнa su postura en el silencioso debate que tenнa lugar alrededor de la mesa.

Tanto Anita Nyberg como Oswald Mеrtensson movieron la cabeza afirmativamente.

—Y luego estб la secuencia cronolуgica —dijo Bublanski.

—Exacto. Despuйs de efectuar los disparos, el asesino abandonу inmediatamente la casa, bajу las escaleras, tirу el arma y desapareciу en la noche. Acto seguido —quizб estemos hablando de unos segundos— llegaron Blomkvist y su hermana en el coche.

—Mmm —murmurу Bublanski.

—Una posibilidad es que el asesino desapareciera por el sуtano. Hay una entrada lateral que tal vez utilizara para salir al patio trasero, atravesar el cйsped y llegar a una calle paralela. Pero eso implica presuponer que tenнa la llave de la puerta del sуtano.

—їHay algъn indicio que induzca a pensar que el asesino se escapara por ahн?

—No.

—De modo que no contamos ni con una mнnima pista —dijo Sonja Modig—. Pero їpor quй tirу el arma? Si se la hubiese llevado —o si sуlo la hubiese arrojado a cierta distancia del inmueble—, habrнamos tardado bastante en encontrarla.

Todos se encogieron de hombros. Era una pregunta que nadie podнa contestar.

—їQuй debemos pensar de Blomkvist? —inquiriу Hans Faste.

—Se hallaba en aparente estado de shock —contestу Mеrtensson—, pero actuу correcta y lъcidamente, y lo que me dijo me pareciу creнble. Su hermana confirmу la llamada telefуnica y el viaje en coche. No creo que estй implicado.

—Es un famoso periodista —intervino Sonja Modig.

—Esto se va a convertir en un circo mediбtico —previo Bublanski—. Razуn de mбs para que lo resolvamos cuanto antes. De acuerdo... Jerker, tъ, naturalmente, te encargarбs del lugar del crimen y de los vecinos. Faste, tъ y Curt os ocuparйis de las vнctimas; averiguad quiйnes eran, a quй se dedicaban, en quй cнrculos sociales se movнan y quiйn podнa tener motivos para matarlos. Sonja, tъ y yo repasaremos los testimonios aportados. Luego averiguaras las actividades que Dag Svensson y Mia Bergman realizaron durante las ъltimas veinticuatro horas antes de que los asesinaran. Nos reuniremos de nuevo a las dos y media.

 

 

Mikael Blomkvist se sentу en la mesa que le habнan asignado a Dag Svensson en la redacciуn. Primero permaneciу quieto un buen rato, como si no fuese realmente capaz de acometer la tarea. Luego encendiу el ordenador.

Dag Svensson tenнa un portбtil propio y casi siempre se quedaba trabajando en casa, pero tambiйn acudнa a la redacciуn mбs o menos dos dнas por semana, y ъltimamente mбs a menudo. En Millennium tenнa a su disposiciуn un viejo PowerMac G3 que se encontraba en aquella mesa y que los colaboradores ocasionales podнan usar. Mikael encendiу el viejo G3. Se encontrу con algunas de las cosas con las que habнa trabajado Dag Svensson. Principalmente habнa empleado el G3 para realizar bъsquedas por Internet, pero allн tambiйn habнa algunas carpetas que habнa copiado de su portбtil. Sin embargo, Dag Svensson tenнa una copia de seguridad completa en dos discos zip que guardaba bajo llave en los cajones de la mesa. A diario hacнa copias del material nuevo y del que iba actualizando. Como no habнa pasado por la redacciуn durante los ъltimos dнas, la copia de seguridad mбs reciente databa del domingo por la noche. Faltaban tres dнas.

Mikael hizo una copia de los zips y los guardу bajo llave en el armario de seguridad de su despacho. Luego dedicу cuarenta y cinco minutos a repasar el contenido del disco original: una treintena de carpetas e incontables subcarpetas. Se trataba de la investigaciуn realizada por el propio Dag Svensson durante cuatro aсos para su libro sobre el trafficking. Mikael leyу los nombres de los documentos buscando algo que pudiera contener material sensible: los nombres de las fuentes protegidas de Dag Svensson. Advirtiу que Dag Svensson habнa sido muy meticuloso con las fuentes; todo ese material estaba en una carpeta denominada «Fuentes/secreto». En la carpeta habнa ciento treinta y cuatro documentos de diverso tamaсo, la mayorнa bastante pequeсos. Mikael los marcу todos y los eliminу. No los enviу a la papelera de reciclaje; los llevу a un icono del programa Burn que, no sуlo los tiraba a la papelera, sino que los borraba byte a byte.

Luego se metiу en el correo de Dag Svensson. A Dag le habнan dado una direcciуn temporal en millennium.se, que usaba tanto en la redacciуn como en su ordenador portбtil. Tambiйn disponнa de una contraseсa personal, algo que a Mikael, sin embargo, no le representaba ningъn problema ya que podнa acceder al servidor. Descargу el correo electrуnico de Dag Svensson y lo copiу en un Cd.

Por ъltimo, le metiу mano a la montaсa de papeles que, como material de referencia, apuntes, recortes de prensa, sentencias y correspondencia, habнa ido acumulando Dag Svensson. Para curarse en salud, se acercу a la fotocopiadora e hizo una copia de todo lo que le pareciу importante, en total unas dos mil pбginas. De modo que tardу tres horas.

Separу todo el material que, de una u otra manera, podrнa estar relacionado con alguna fuente secreta. Eso supuso mбs de cuarenta pбginas, principalmente apuntes de dos cuadernos A4 que Dag guardaba bajo llave en su mesa. Mikael lo introdujo en un sobre y se lo llevу a su despacho. Luego dejу el resto del material en la mesa.

Entonces pudo respirar tranquilo; bajу al 7-Eleven, donde tomу cafй y se comiу un trozo de pizza. Suponнa, errуneamente, que la policнa llegarнa en cualquier momento para registrar la mesa de Dag.

 

 

Apenas pasadas las diez de la maсana, a Bublanski se le abriу una inesperada luz en sus pesquisas, cuando el doctor Lennart Granlund, del Laboratorio Nacional de Investigaciуn Forense de Linkцping, lo llamу.

—Es referente al doble asesinato de Enskede.

—їYa?

—Recibimos el arma esta maсana temprano y todavнa no he terminado el anбlisis, pero tengo informaciуn que tal vez te pueda interesar.

—Bien. Cuйntame tus conclusiones —lo animу el agente Burbuja.

—Se trata de un Colt 45 Magnum, fabricado en Estados Unidos en 1981.

—Ajб.

—Hemos obtenido huellas dactilares y posiblemente de ADN, pero analizarlo nos llevarб algo mбs de tiempo. Tambiйn hemos echado un vistazo a las balas con las que mataron a la pareja. Como era de esperar, proceden del revуlver. Suele ser asн cuando encontramos un arma en la escalera del escenario del crimen. Las balas estбn muy fragmentadas pero tenemos un trozo para comparar. Es probable que sea el arma homicida.

—Un arma ilegal, supongo. їTienes el nъmero de serie?

—Es completamente legal, propiedad de un tal Nils Eric Bjurman, abogado, y fue adquirida en 1983. Es miembro del club de tiro de la policнa. Reside en Upplandsgatan, cerca de Odenplan.

—їQuй coсo estбs diciendo?

—Tambiйn tenemos, como ya te he dicho, varias huellas dactilares en el arma. Pertenecen, como mнnimo, a dos personas.

—A menos que el arma haya sido robada o vendida, informaciуn de la que carezco, lo mбs lуgico es suponer que una de las series de huellas pertenece a Bjurman.

—Vale. En otras palabras: estamos delante de lo que en la jerga policial se viene llamando «una pista».

—Para la otra persona tenemos una coincidencia en el registro criminal: las huellas del pulgar y el нndice de la mano derecha.

—їDe quiйn se trata?

—De una mujer nacida el 30 de abril de 1978. La detuvieron en Gamia Stan por malos tratos en 1995 y fue entonces cuando se le tomaron las huellas.

—їTienes su nombre?

—Sн. Se llama Lisbeth Salander.

El agente Burbuja arqueу las cejas y apuntу el nombre y el nъmero de identificaciуn personal en un cuaderno que estaba sobre su mesa.

 

 

Cuando Mikael Blomkvist regresу a la redacciуn tras su tardнa comida, se fue directamente a su despacho y cerrу la puerta, una inequнvoca seсal de que no deseaba que lo molestaran. Aъn no habнa tenido tiempo de ocuparse de toda la informaciуn complementaria que se encontraba en el correo electrуnico y en los apuntes de Dag Svensson. Lo que debнa hacer ahora era sentarse y examinar, con nuevos ojos, tanto el libro como los artнculos, sin olvidar la desgraciada circunstancia de que su autor estaba muerto y de que, por lo tanto, serнa incapaz de contestar a las preguntas que se derivaran de los pasajes mбs complicados.

Tenнa que decidir si en un futuro serнa posible publicar el libro. Tambiйn debнa determinar si habнa algo en todo aquel material que pudiera constituir el mуvil del asesinato. Abriу su ordenador y se puso a trabajar.

 

 

Jan Bublanski mantuvo una breve conversaciуn con el fiscal instructor del sumario, Richard Ekstrцm, para informarlo de los resultados del laboratorio. Decidieron que el propio Bublanski y su colega Sonja Modig fueran a buscar a Bjurman para tomarle declaraciуn —que podrнa convertirse en un interrogatorio o incluso acabar en detenciуn si lo estimaban necesario—, mientras que Hans Faste y Curt Svensson se centrarнan en Lisbeth Salander, para pedirle que explicara por quй sus huellas dactilares aparecнan en el arma homicida.

En un principio, encontrar al abogado Bjurman no presentaba mayor problema; su direcciуn constaba en Hacienda, en el registro de armas y en el departamento de Trбfico. Ademбs, venнa, sin ningъn tipo de restricciуn, en la guнa telefуnica. Bublanski y Modig se desplazaron hasta Odenplan y consiguieron entrar en el inmueble de Upplandsgatan justo cuando un hombre joven salнa por el portal.

Luego la cosa se complicу. Al llamar a la puerta, nadie abriу. Por eso se dirigieron al bufete de Bjurman, en Sankt Eriksplan, y repitieron el proceso, con el mismo desmoralizante resultado.

—Quizб estй en los juzgados —aventurу la inspectora Sonja Modig.

—Quizб haya huido a Brasil despuйs de haber cometido un doble asesinato —replicу Bublanski.

Sonja Modig asintiу y mirу de reojo a su colega. Estaba a gusto en su compaснa. No le habrнa importado tirarle los tejos si no fuera porque era madre de dos niсos y tanto ella como йl se hallaban, cada uno por su lado, felizmente casados. De reojo dirigiу la mirada a las placas de latуn que lucнan las otras puertas de la planta y constatу que los vecinos mбs cercanos eran un dentista llamado Norman, una empresa denominada N-Consulting y un abogado que atendнa al nombre de Rune Hеkansson.

Llamaron a la puerta de Hеkansson.

—Buenos dнas, me llamo Modig y йste es el inspector Bublanski. Somos de la policнa y estamos buscando a su vecino, el abogado Bjurman. їNo sabrб usted, por casualidad, dуnde podrнamos localizarlo?

Hеkansson negу con la cabeza.

—De un tiempo a esta parte lo veo poco. Cayу gravemente enfermo hace dos aсos y prбcticamente ha abandonado sus actividades. La placa permanece en la puerta, pero no pasa por aquн mбs que una vez cada dos meses.

—їEstб gravemente enfermo? —preguntу Bublanski.

—No lo sй a ciencia cierta. Siempre estaba trabajando a toda mбquina y luego enfermу. Cбncer o algo asн, supongo. No tengo mucho trato con йl.

—їCree que tuvo cбncer o lo sabe con certeza? —preguntу Sonja Modig.

—Bueno... no lo sй. Tenнa una secretaria, Britt Karlsson o Nilsson, o algo asн; una mujer mayor. La despidiу. Fue ella quien me comentу que se habнa puesto enfermo, pero no sй de quй. Eso sucediу en la primavera de 2003. No lo volvн a ver hasta finales de ese mismo aсo y entonces me dio la sensaciуn de que tenнa diez aсos mбs; estaba demacrado y, de repente, le habнan salido canas. Saquй mis conclusiones. їPorquй? їHa hecho algo?

—Que nosotros sepamos, no —contestу Bublanski—. Sin embargo, lo estamos buscando por un asunto de cierta urgencia.

Volvieron al piso de Odenplan y llamaron de nuevo a la puerta del piso de Bjurman. Siguieron sin obtener respuesta. Al final, Bublanski sacу su mуvil y marcу el nъmero del de Bjurman. Le saliу el consabido mensaje: «En estos momentos el abonado no se encuentra disponible. Por favor, vuelva a intentarlo pasados unos minutos».

Probу con el fijo. Desde la escalera oyeron unas lejanas llamadas que sonaron al otro lado de la puerta, hasta que se puso en marcha un contestador que pidiу al que llamaba que dejara un mensaje. Se miraron y se encogieron de hombros.

Era la una del mediodнa.

—їCafй?

—Mejor una hamburguesa.

Se fueron paseando hasta el Burger King de Odenplan. Sonja Modig se comiу una Whopper y Bublanski una hamburguesa vegetariana antes de regresar a Kungs-holmen.

 

 

El fiscal Ekstrцm convocу una reuniуn en su despacho para las dos de la tarde. Bublanski y Modig se sentaron, uno junto al otro, al lado de la ventana. Curt Svensson llegу dos minutos despuйs y se sentу enfrente. Jerker Holmberg entrу con una bandeja de cafйs en vasos de papel. Acababa de hacer una breve visita a Enskede y tenнa la intenciуn de volver mбs tarde, cuando los tйcnicos hubiesen terminado.

—їDуnde estб Faste? —preguntу Ekstrцm.

—En la comisiуn de servicios sociales. Ha llamado hace cinco minutos y ha dicho que llegarнa con un poco de retraso —contestу Curt Svensson.

—De acuerdo. Empecemos de todos modos. їQuй tenemos? —inquiriу Ekstrцm sin mбs preбmbulos. Seсalу a Bublanski en primer lugar.

—Hemos buscado al abogado Nils Bjurman. No estб en casa y tampoco en su despacho. Segъn un vecino suyo, abogado, enfermу hace dos aсos y en la prбctica ha abandonado todas sus actividades.

Sonja Modig continuу:

—Bjurman tiene cincuenta y seis aсos de edad, carece de antecedentes penales. Es, principalmente, abogado de empresas. No me ha dado tiempo a averiguar mбs.

—Pero їes el propietario del arma que se usу en Enskede?

—Afirmativo. Tiene licencia y es miembro del club de tiro de la policнa —aсadiу Bublanski—. He hablado con Gunnarsson, de la brigada de armas; como ya sabйis, es presidente del club y conoce muy bien a Bjurman. Nuestro hombre entrу en el club en 1978 y ejerciу de tesorero de la junta directiva entre 1984 y 1992. Gunnarsson lo describe como un excelente tirador, tranquilo, sensato y sin ninguna rareza.

—їLe interesan las armas?

—Gunnarsson me ha dicho que veнa a Bjurman interesado mбs bien en la vida social del club que en el propio tiro. Le gusta competir pero no parece ser un fetichista de las armas. En 1983 participу en los Campeonatos de Suecia y quedу en decimotercera posiciуn. Durante los ъltimos diez aсos ha reducido sus visitas al club de tiro y sуlo se ha dejado ver en juntas anuales y cosas por el estilo.

—їTiene mбs armas?

—Desde que se afiliу al club ha tenido licencia para cuatro armas cortas. Aparte del Colt, una Beretta, una Smith & Wesson y una pistola de competiciуn de la marca Rapid. Estas tres las vendiу hace diez aсos en el club y las licencias pasaron a otros miembros. Ahн no hay nada raro.

—Desconocemos, sin embargo, su paradero actual.

—Correcto. Pero sуlo llevamos buscбndolo desde las diez de esta maсana, asн que puede que estй paseando por Djurgеrden, o ingresado en un hospital o quй sй yo...

En ese momento entrу Hans Faste. Parecнa jadear.

—Perdуname por el retraso. їPuedo comentar una cosa directamente?

Ekstrцm lo invitу a hacerlo con un gesto de la mano.

—Lisbeth Salander es un nombre realmente interesante. Me he pasado toda la maсana con los servicios sociales y con la comisiуn de tutelaje.

Se quitу la cazadora de cuero y la colgу en el respaldo de la silla antes de sentarse y abrir un cuaderno.

—їComisiуn de tutelaje? —preguntу Ekstrцm, arqueando las cejas.

—Se trata de una tнa verdaderamente sonada —dijo Hans Faste—. La declararon incapacitada y estб bajo la tutela de un administrador. Adivina quiйn —hizo unapausa teatral—: el abogado Nils Bjurman. Esto es, el propietario del arma empleada en Enskede.

Todos los presentes arquearon las cejas.

A Hans Faste le llevу quince minutos dar toda la informaciуn que le habнan facilitado sobre Lisbeth Salander.

—Resumiendo —dijo Ekstrцm una vez que Faste concluyу—, tenemos huellas dactilares en el arma homicida procedentes de una mujer que pasу su adolescencia entrando y saliendo del psiquiбtrico, que supuestamente se gana la vida prostituyйndose y que fue declarada incapacitada por el Tribunal de Primera Instancia; ademбs, estб documentado que posee un carбcter violento. їQuй diablos hace en la calle una tнa asн?

—Presenta tendencia a la violencia desde la escuela primaria —aсadiу Faste—. Estб para que la encierren.

—Pero aъn no tenemos nada que la vincule a la pareja de Enskede. —Ekstrцm tamborileу con las yemas de los dedos sobre la mesa—. Bueno, a lo mejor resulta que este doble asesinato no es tan difнcil de resolver. їTenemos alguna direcciуn de Salander?

—Estб empadronada en Lundagatan, en Sцdermalm. Hacienda indica que ha estado empleada periуdicamente en Milton Security, la empresa de seguridad.

—їY quй diablos habrб hecho para ellos?

—No lo sй. Pero obtuvo unos ingresos anuales bastante modestos durante un par de aсos. Tal vez trabajara de limpiadora o algo asн.

—Mmm —dijo Ekstrцm—. Eso ya lo averiguaremos. Me parece que ahora mismo lo que urge es encontrarla.

—Estoy de acuerdo —convino Bublanski—. Ya tendremos tiempo de ocuparnos de los detalles mбs adelante. Ahora contamos con un sospechoso. Faste, vete con Curt a Lundagatan y traed a Salander. Tened cuidado. Ignoramos si tiene mбs armas y no sabemos hasta quй punto estб loca.

—De acuerdo.

—Burbuja —interrumpiу Ekstrцm—, el jefe de Milton Security se llama Dragan Armanskij. Lo conocн a raнz de una investigaciуn que hicimos hace unos aсos. Es de confianza. Acйrcate a verlo y habla con йl. En privado. A ver si lo pillas antes de que se vaya a casa.

Bublanski parecнa mosqueado, cosa que, por una parte, se debнa a que Ekstrцm habнa usado su apodo y, por otra, a que habнa formulado su propuesta como una orden. Luego asintiу secamente con la cabeza y mirу a Sonja Modig.

—Modig, tъ tendrбs que seguir buscando al abogado Bjurman. Llama a las puertas de los vecinos. Creo que tambiйn urge encontrarlo.

—De acuerdo.

—Hemos de averiguar si existe algъn vнnculo entre Salander y la pareja de Enskede. Y debemos situar a Salander en Enskede a la hora del asesinato. Jerker, hazte con fotografнas de ella y ensйсaselas a los vecinos. Esta tarde toca operaciуn puerta a puerta. Llevaos a unos cuantos agentes uniformados y que os ayuden.

Bublanski hizo una pausa y se rascу la nuca.

—Joder, con un poco de suerte esta misma noche ya habremos resuelto todo este follуn. Yo pensaba que el asunto irнa para largo.

—Otra cosa —dijo Ekstrцm—, los medios de comunicaciуn nos estбn presionando. Les he prometido una rueda de prensa a las tres. Me puedo encargar yo si me proporcionan a alguien del gabinete de prensa para acompaсarme. Supongo que habrб periodistas que tambiйn os llamen directamente a vosotros. Lo de Salander y Bjurman nos lo callamos mientras podamos, їvale?

Todos asintieron.

 

 

Dragan Armanskij habнa pensado salir pronto de la oficina. Era jueves de Pascua y йl y su mujer habнan planeado ir a Blidц, a su casa de campo, durante las fiestas. Acababa de cerrar su maletнn y ponerse el abrigo cuando lo llamaron desde la recepciуn comunicбndole que un tal Jan Bublanski, inspector de la policнa criminal, deseaba verlo. Armanskij no conocнa a Bublanski, pero el hecho de que un inspector viniera a hablar con йl era suficiente para suspirar y volver a colgar el abrigo en la percha. No le apetecнa nada recibirlo, pero Milton Security no se podнa permitir desatender a la policнa. Saliу a buscarlo al ascensor.

—Gracias por dedicarme un poco de su tiempo —saludу Bublanski—. Le traigo saludos de mi jefe, el fiscal Richard Ekstrцm.

Se estrecharon la mano.

—Ekstrцm. Sн, nos habremos encontrado en un par de ocasiones. Hace ya algunos aсos que lo vi por ъltima vez. їQuiere cafй?

Armanskij se detuvo delante de la mбquina de cafй y cogiу dos vasos antes de abrir la puerta de su despacho y pedirle a Bublanski que se sentara en el cуmodo sillуn que tenнa destinado para las visitas, junto a la mesa de la ventana.

—Armanskij... їes un nombre ruso? —preguntу Bublanski con curiosidad—. Yo tambiйn tengo un apellido terminado en «ski».

—Mi familia es de Armenia. їY la suya?

—De Polonia.

—їQuй puedo hacer por usted?

Bublanski sacу un cuaderno y lo abriу.

—Estoy investigando los asesinatos de Enskede. Supongo que ha oнdo las noticias.

Armanskij asintiу brevemente con la cabeza.

—Ekstrцm me ha dicho que usted no es de los que se van de la lengua.

—En mi posiciуn uno no gana nada creбndose enemigos en la policнa. Sй guardar un secreto si es a eso a lo que se refiere.

—Muy bien. Ahora mismo estamos buscando a una persona que, por lo visto, trabajaba antes con usted. Su nombre es Lisbeth Salander. їLa conoce?

Armanskij sintiу como si un bloque de cemento se le formara en el estуmago. No se inmutу.

—їPor quй razуn estб buscando a la seсorita Salander?

—Digamos que tenemos motivos para considerarla importante en la investigaciуn.

El bloque de cemento del estуmago de Armanskij se expandiу. Casi le dolнa. Desde el dнa en que conociу a Lisbeth Salander habнa tenido el presentimiento de que su vida se encaminaba hacia una catбstrofe. Pero siempre la habнa imaginado como vнctima, no como autora. Siguiу sin inmutarse.

—O sea, que sospechan de Lisbeth Salander como autora del doble asesinato de Enskede. їEs asн?

Bublanski dudу un instante antes de asentir.

—їQuй me puede contar de Salander?

—їQuй quiere saber?

—Primero... їcуmo puedo contactar con ella?

—Vive en Lundagatan. Debo buscar la direcciуn exacta. Tengo su nъmero de mуvil.

—Ya tenemos su direcciуn. Lo del mуvil es interesante.

Armanskij se acercу a su mesa y buscу el nъmero. Se lo dictу mientras Bublanski apuntaba.

—їTrabaja para usted?

—Ahora tiene su propia empresa. Pero desde 1998, y hasta harб aсo y medio aproximadamente, le he encargado trabajos de vez en cuando.

—їQuй tipo de trabajos?

—De investigaciуn.

Bublanski levantу la mirada del cuaderno y arqueу las cejas, asombrado.

—їDe investigaciуn? —repitiу.—Concretamente, investigaciones personales.

—Un momento... їhablamos de la misma chica? —preguntу Bublanski—. La Lisbeth Salander que nosotros buscamos no tiene certificado escolar y fue declarada incapacitada.

—Ya no se dice asн —seсalу Armanskij plбcidamente.

—їQuй mбs da cуmo se diga? La chica que nosotros buscamos aparece en la documentaciуn como una persona profundamente trastornada e inclinada a la violencia. Ademбs disponemos de un informe de la comisiуn de los servicios sociales donde se da a entender que, a finales de los aсos noventa, fue prostituta. No hay ningъn documento que indique que fuera capaz de realizar un trabajo cualificado.

—Los documentos son una cosa. Las personas, otra.

—їQuiere decir que es capaz de realizar investigaciones personales para Milton Security?

—No sуlo eso. Es la mejor investigadora que he conocido en mi vida. Sin punto de comparaciуn.

Bublanski bajу lentamente el bolнgrafo y frunciу el ceсo.

—Parece que le tiene... respeto.

Armanskij bajу la vista y se mirу las manos. Esa afirmaciуn lo ponнa en una encrucijada. Siempre habнa sabido que, tarde o temprano, Lisbeth Salander acabarнa metida en un buen lнo. No le entraba en la cabeza quй la podнa haber llevado a verse implicada en un doble asesinato en Enskede —como autora del crimen o lo que fuera—, pero tambiйn era consciente de que no tenнa demasiada informaciуn sobre su vida privada. «їEn quй lнo se habrб metido?» A Armanskij le vino a la memoria aquella repentina visita a su despacho en la que ella le explicу misteriosamente que tenнa dinero de sobra y que no necesitaba trabajo.

Lo inteligente y sensato en ese momento serнa mantener las distancias con todo lo que tuviera que ver con Lisbeth Salander, no tanto por lo que le afectaba a йl personalmente como por Milton Security. Armanskij pensу que tal vez Lisbeth Salander fuera la persona mбs solitaria que conocнa.

—Le tengo respeto por lo competente que es. Eso no figura en sus notas escolares ni en su curriculum vitae.

—O sea, que conoce su historial.

—Que estб bajo administraciуn y que ha tenido una infancia complicada, sн.

—Y aun asн la contratу.

—Precisamente por eso la contratй.

—Explнquemelo.

—Su anterior administrador, Holger Palmgren, era el abogado del viejo J. F. Milton. Йl se ocupу de ella cuando era adolescente y me convenciу para que le diera trabajo. Al principio la contratй para que se encargara del correo, de la fotocopiadora y de cosas asн. Luego resultу que poseнa talentos ocultos. Y olvнdese de ese informe de los servicios sociales que dice que se dedicaba a la prostituciуn. No son mбs que chorradas. Lisbeth Salander pasу una adolescencia complicada y sin duda era algo salvaje, cosa que, sin embargo, no puede considerarse una infracciуn de la ley. La prostituciуn es, sin lugar a dudas, lo ъltimo a lo que recurrirнa.

—Su nuevo administrador se llama Nils Bjurman.

—No lo conozco. Palmgren sufriу una hemorragia cerebral harб un par de aсos. Poco tiempo despuйs, Lisbeth Salander redujo el nъmero de trabajos que realizaba para mн. El ъltimo fue en octubre, hace ahora aсo y medio.

—їPor quй dejу de darle trabajos?

—No fue decisiуn mнa. Fue ella quien rompiу la relaciуn y se marchу al extranjero sin decir una palabra.

—їSe marchу al extranjero?

—Se pasу fuera mбs de un aсo.

—No puede ser. El abogado Bjurman estuvo enviando sus informes mensuales durante todo el aсo. Tenemos copias en Kungsholmen.

Armanskij se encogiу de hombros y esbozу una ligera sonrisa.

—їCuбndo la vio la ъltima vez?

—Harб unos dos meses, a principios de febrero. Apareciу de la nada. Vino a hacerme una visita de cortesнa. Yo llevaba un aсo sin saber nada de ella. Se lo pasу en el extranjero viajando por Asia y el Caribe.

—Perdуneme, pero me deja desconcertado. Cuando lleguй aquн tenнa la impresiуn de que Lisbeth Salander era una chica psнquicamente enferma que ni siquiera habнa obtenido el certificado escolar y que estaba bajo la tutela de un administrador. Y ahora va y me dice que la contratу como investigadora altamente cualificada, que tiene su propia empresa y que ganу el suficiente dinero como para cogerse un aсo sabбtico y viajar alrededor del mundo. Y todo esto sin que su administrador dй la alarma. Aquн hay algo que no cuadra.

—Hay muchas cosas que no cuadran cuando se trata de Lisbeth Salander.

—Puedo preguntarle... їquй opina usted de ella?

Armanskij meditу un momento la respuesta.

—Sin duda es una de las personas con mбs carбcter que he conocido en mi vida. Te saca de quicio —acabу respondiendo.

—їCarбcter?

—No hace absolutamente nada que no le apetezca hacer. No se preocupa lo mбs mнnimo de lo que los demбs piensen de ella. Es muy competente, extraordinariamente. Y no es, en absoluto, como los demбs.

—їEstб loca?

—їQuй entiende usted por locura?

—їEs capaz de asesinar a dos personas a sangre frнa?

Armanskij guardу silencio durante un largo instante.

—Lo siento —se excusу finalmente—. No puedo contestarle a esa pregunta. Soy un cнnico. Yo creo que todas las personas tenemos una fuerza interior que nos puede hacer matar a otras personas. Por desesperaciуn o por odio o, por lo menos, en defensa propia.

—їQuiere decir que no excluye la posibilidad?

—Lisbeth Salander no hace nada sin motivo. Si ha asesinado a alguien, es que ha considerado que tenнa una buena razуn para hacerlo. їPuedo preguntarle... en quй se basan las sospechas de que ella estб involucrada en los asesinatos de Enskede?

Bublanski dudу un momento. Su mirada se cruzу con la de Armanskij.

—Esto es confidencial.

—Por supuesto.

—El arma homicida pertenece a su administrador. Pero sus huellas estбn allн.

Armanskij apretу los dientes. Eso era un agravante.

—Tan sуlo he oнdo hablar de los asesinatos en la radio, concretamente en Ekot. їDe quй se trata? їDrogas?

—їAnda metida en drogas?

—Que yo sepa, no. Pero como ya le he comentado, tuvo una adolescencia conflictiva y fue detenida por embriaguez en un par de ocasiones. Supongo que en su historial constarб si tambiйn consume drogas.

—El problema es que ignoramos el mуvil de los asesinatos. Se trataba de una pareja completamente normal. Ella era criminуloga y estaba a punto de defender su tesis doctoral. Йl era periodista. Dag Svensson y Mia Bergman. їLe suenan?

Armanskij negу con la cabeza.

—Intentamos entender quй conexiуn puede existir entre ellos y Lisbeth Salander.

—Nunca he oнdo hablar de ellos.

Bublanski se levantу.

—Gracias por dedicarme su tiempo. Ha sido una conversaciуn realmente provechosa. No sй si me ha ayudado a aclararme las ideas, pero espero que todo esto quede entre nosotros.

—Descuide.

—Volverй a ponerme en contacto con usted si fuera necesario. Y, por supuesto, si supiera algo de Lisbeth Salander...

—Claro —contestу Dragan Armanskij.

Se dieron la mano. Bublanski habнa llegado a la puerta cuando se detuvo y se volviу hacia Armanskij.

—їPor casualidad no sabrб algo sobre las personas con las que solнa relacionarse Lisbeth Salander? Amigos, conocidos...

Armanskij negу con la cabeza.

—No sй absolutamente nada de su vida privada. Una de las pocas personas que significan algo para ella es Holger Palmgren. Seguro que ha contactado con йl. Estб en una residencia de Ersta.

—їNunca recibiу visitas mientras trabajaba aquн?

—No. Trabajaba desde casa y venнa aquн mбs que nada para entregar algъn informe. Con pocas excepciones ni siquiera veнa a los clientes. A no ser que...

De repente a Armanskij se le ocurriу una idea.

—їQuй?

—Tal vez exista otra persona con la que es posible que se haya puesto en contacto. Un periodista con el que se relacionу hace dos aсos y que la ha estado buscando mientras ella se encontraba en el extranjero.

—їPeriodista?

—Su nombre es Mikael Blomkvist. їSe acuerda del caso Wennerstrцm?

Bublanski soltу la manilla de la puerta y regresу lentamente a la mesa de Dragan Armanskij.

—Fue Mikael Blomkvist quien encontrу a la pareja en Enskede. Acaba de establecer una conexiуn entre Salander y las vнctimas.

Armanskij sintiу en su estуmago todo el peso del bloque de cemento.



  

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