|
|||
EL SEGUNDO DIOS. EL PRIMER DIOS. EL TERCER DIOS⇐ ПредыдущаяСтр 22 из 22 EL SEGUNDO DIOS
Fue así desde la primera mañana, He dejado en libertad a la tierra llana Para que fuera a las montañas y valles Y de esa manera será hasta la marea de la tarde postrera, El postrer crepúsculo.
Nuestras raíces hicieron reverdecer Las ramas que en el valle danzan; Somos los capullos y los perfumes del cantar Que desborda lo alto.
Lo perenne y lo perecedero Son dos ríos paralelos que buscan Continuamente la mar.
En medio de una búsqueda y otra búsqueda No existe el vacío, sino en el oído. La Temporalidad educa nuestros oídos Para mayor seguridad, Añadiendo aún más a sus ansias.
La voz no se calla en la garganta muerta Que no duda; Pero nosotros nos hemos alzado Por encima de la duda.
El hombre es el hijo más pequeño De nuestra alma. El ser humano es una deidad Que se eleva gravemente A su propia divinidad. Entre su sufrimiento y su felicidad Reposamos, soñando Nuestras ensoñaciones.
EL PRIMER DIOS
Permite que el cantante module, Y que la bailarina dance, Permíteme estar un momento en paz. Mi espíritu quiere reposar esta noche; Puede ser que el sueño sea más fuerte que yo. En mis ensoñaciones construyo un mundo Mucho más luminoso que éste: Seres más hermosos que los Nuestros llegan veladamente A ocupar mis reflexiones.
EL TERCER DIOS
En este momento me elevo, y me libero De las fronteras del tiempo y el espacio. Danzaré en aquella huerta que no ha sido hollada Por pie de hombre alguno.
Con los míos, se moverán los pies de la danzarina. Haré música en el centro de ese elevado mundo. Quizá alguna humana voz se acoplará a mi voz. Rebasaremos al horizonte distante, Quizá nos despertaríamos en la aurora De un mundo lejano.
Mas el Amor perdura, y nunca se olvidarán Las marcas de sus dedos. El santo fuego arde, Y cada chispa que vuela Es un sol apagado.
Más nos conviniera, Más aconsejable sería Para nuestro gobierno Encontrar un minúsculo escondrijo En donde poder dormir nuestra Terráquea divinidad, Postergando los inconvenientes del Reinado nuestro Para el día siguiente, En aras de ese Amor de la endeble humanidad.
|
|||
|