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EL TERCER DIOSEL TERCER DIOS ¡Ha vencido el Amor! Ya fuere, el Amor, blanca pureza, O verdor esmeralda, a la vera de un claro lago: Ya fuere la majestad o la estilizada elegancia, En las altas torres; O si se hallara en un paraíso frecuentado Por la gente,
O en un desierto virgen de huella humana, El amor es nuestra Divinidad, Y nuestro Maestro En todos los instantes.
El amor es como una voluptuosa degustación Y transitorio deleite del cuerpo; No es las migajas del deseo, caídas Por la lucha entre el deseo y el yo. No, y tampoco es el cuerpo en armas Contra el Alma; Pues el amor no entiende de rebeldía; Pero sin embargo deja el sendero de los destinos antiguos, Para caminar en dirección del bosque santo, Y allí cantar y danzar Las melopeas de sus Arcanos En el oído del Infinito.
El Amor es como una Juventud Que ha cortado sus cadenas, En gallarda virilidad, Que se ha liberado del cansancio Y dolor de la tierra; Una femineidad apasionada, Abrasada por la santa llama, Iluminada por la luz de un. Cielo Que es más claro Que el nuestro.
El Amor es como una risa lejana y distante En las honduras de nuestra alma; El Amor es como una irresistible compulsión Que te conduce hasta el propio despertar. El Amor es como una nueva Aurora sobre la Tierra: Es un Día que no llegan a distinguir Ni mis o os ni tus ojos; Pero ha legado a los más santos Templos de ese Día, Por intermedio de su enorme alma.
¡Hermanos, hermanos míos! La doncella llega desde el espíritu De la Aurora, para encontrarse Con su amado, que desde el Poniente llega. Habrá boda en todo el valle Y un día más grandioso Que toda su historia.
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