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Capнtulo 23 Domingo, 3 de abril - Lunes, 4 de abrilCapнtulo 23 Domingo, 3 de abril - Lunes, 4 de abril Mikael preparу otros dos espressos. Encendiу un cigarrillo y le pidiу disculpas. Paolo Roberto se encogiу de hombros. Mikael lo observу pensativo. Paolo Roberto tenнa fama de ser un tipo chulo al que le gustaba decir sin rodeos lo que pensaba. Mikael se dio cuenta en seguida de que, en privado, resultaba igual de chulo, pero tambiйn de que era un hombre inteligente y humilde. Se acordу de que Paolo Roberto habнa intentado meterse en polнtica, en su dнa, presentбndose como candidato a diputado por el partido socialdemуcrata. A Mikael le produjo la impresiуn de ser un tipo inteligente, y se sorprendiу a sн mismo constatando que el tнo le caнa bien de primeras. —їPor quй vienes a mн con esta historia? —Salander estб metida en un buen lнo. No sй quй se puede hacer, pero me imagino que le vendrнa bien contar con un amigo en su rincуn del cuadrilбtero. Mikael asintiу con la cabeza. —їA ti quй te hace pensar que es inocente? —preguntу Paolo Roberto. —Es difнcil de explicar. Lisbeth es una persona muy intransigente, pero no me creo la historia de que ella matara a Dag y a Mia. Sobre todo a Mia. En primer lugar, no tenнa ningъn motivo... —Que nosotros sepamos. —De acuerdo, Lisbeth no dudarнa en emplear la violencia contra alguien que se lo mereciera. Pero no sй. He desafiado a Bublanski, el policнa a cargo de la investigaciуn. Creo que sн habнa un mуvil para asesinar a Dag y Mia. Y, en mi opiniуn, se encuentra en el reportaje en el que estaba trabajando Dag. —Si tienes razуn, Salander no sуlo necesitarб a alguien que la coja de la mano cuando la detengan; habrб que darle otro tipo de ayuda completamente distinto. —Ya lo sй. Un peligroso destello apareciу en los ojos de Paolo Roberto. —Pero si es inocente, joder... entonces habrб sido objeto de uno de los escбndalos jurнdicos mбs notorios de la historia. Ha sido seсalada como asesina por los medios de comunicaciуn y por la policнa, y encima se ha escrito tanta mierda sobre ella... —Ya lo sй. —їY quй podemos hacer? їPuedo ayudar de alguna manera? Mikael meditу la respuesta. —Hombre, la mejor forma de ayudarla serнa, por supuesto, encontrar un culpable alternativo. Estoy en ello. Y lo siguiente, serнa dar con ella antes de que algъn policнa la mate de un tiro. Como ya sabes, Lisbeth no pertenece, precisamente, a ese tipo de personas que se entregan voluntariamente. Paolo Roberto asintiу con la cabeza. —їY cуmo la encontramos? —Ni idea. Pero sн hay una cosa que podrнas hacer. Algo puramente prбctico, si tienes tiempo y ganas. —La semana que viene mi mujer estarб de viaje. Tengo tiempo y ganas. —De acuerdo, estaba pensando en que como eres boxeador... —їSн? —Lisbeth tiene una amiga, Miriam Wu, habrбs leнdo, sin duda, alguna que otra cosa sobre ella. —Mбs conocida como la bollera BDSM. Sн, algo sй. —Tengo su nъmero de mуvil y he intentado hablar con ella, pero cuelga en cuanto escucha que hay un periodista al otro lado de la lнnea. —La entiendo. —No tengo tiempo para perseguir a Miriam Wu. El caso es que he leнdo que practica kick-boxing, es profesional. Estaba pensando que si un famoso boxeador se pusiera en contacto con ella... —Ya entiendo, esperas que nos pueda conducir hasta Salander. —Cuando la policнa hablу con ella dijo que ignoraba por completo dуnde se habнa metido Salander. Aun asн, merece la pena intentarlo. —Dame su nъmero. La localizarй. Mikael le dio el nъmero de Miriam Wu y la direcciуn de Lundagatan.
Gunnar Bjцrck se habнa pasado todo el fin de semana analizando su situaciуn. Su futuro pendнa de un hilo y tenнa que jugar sus cartas con sumo cuidado. Por malas que fueran. Mikael Blomkvist era un cabrуn de primera. La duda residнa en si podrнa persuadirlo para que callara que... que Bjцrck habнa contratado los servicios de esas malditas putas. Lo que hizo era enjuiciable, y sabнa que lo despedirнan sin miramientos si eso saliera a la luz. La prensa lo destrozarнa. Un oficial de la Policнa de Seguridad de Suecia aprovechбndose de prostitutas adolescentes... Si, al menos, esos putos chochos no hubiesen sido tan jуvenes. Quedarse de brazos cruzados significaba sellar su destino. Bjцrck habнa tenido la suficiente astucia para no decirle nada a Mikael Blomkvist. Le habнa leнdo la cara y registrado su reacciуn; Blomkvist estaba angustiado. Querнa informaciуn. Pues tendrнa que pagar un precio. Y ese precio era su silencio. Era la ъnica salida que le quedaba. Zala creaba una ecuaciуn completamente nueva en la investigaciуn. Dag Svensson habнa estado persiguiendo a Zala. Bjurman habнa estado buscando a Zala. Y Bjцrck era la ъnica persona que sabнa que existнa una conexiуn entre Zala y Bjurman, lo que significaba que Zala se hallaba vinculado tanto a Enskede como a Odenplan. Aunque eso suponнa otro grave problema para el futuro bienestar de Gunnar Bjцrck. Fue йl quien le proporcionу a Bjurman la informaciуn sobre Zalachenko; lo hizo como un favor entre amigos sin tener en cuenta que dicha informaciуn seguнa siendo clasificada. Tal vez pareciera una tonterнa, pero eso implicaba que habнa violado la ley y podнa ser procesado. Ademбs, desde que Mikael Blomkvist lo visitara el viernes, habнa cometido otro acto delictivo. Йl era policнa y si poseнa informaciуn relacionada con la investigaciуn de un asesinato, su deber era contactar de inmediato con las fuerzas del orden y facilitar esa informaciуn. Pero si pasara la informaciуn a Bublanski o al fiscal Ekstrцm, йl mismo quedarнa, automбticamente, en evidencia. Todo saldrнa a la luz. No lo de las putas, sino todo el asunto Zalachenko. El sбbado hizo una visita apresurada a su lugar de trabajo, la Sдpo de Kungsholmen. Sacу todo el viejo material de Zalachenko y volviу a leerlo. Йl mismo habнa redactado los informes, pero de eso hacнa ya mucho tiempo. Los documentos mбs antiguos ya tenнan casi treinta aсos; el mбs reciente, diez. «Zalachenko.» Un cabrуn escurridizo. «Zala.» El propio Gunnar Bjцrck habнa apuntado el apodo en su informe, aunque no recordaba haberlo usado jamбs. La conexiуn estaba mбs clara que el agua. Con Enskede. Con Bjurman. Y con Salander. Gunnar Bjцrck reflexionу un instante. Seguнa sin saber cуmo encajar las piezas del puzle, pero creyу comprender por quй Lisbeth Salander fue a Enskede. Tampoco le costу mucho esfuerzo imaginarse que Lisbeth Salander fuera presa de un arrebato de furia y matara a Dag Svensson y Mia Bergman; quizб ellos se negaran a colaborar o la provocaran. Ella tenнa un mуvil que tal vez sуlo Gunnar Bjцrck y dos o tres personas mбs en todo el paнs entendнan. «Estб loca de atar. ЎPor el amor de Dios, espero que algъn policнa le pegue un tiro en cuanto la detengan! Ella lo sabe todo. Si habla, puede hacer saltar toda la historia por los aires.» Por muchas vueltas que le diera al tema, lo cierto era que Mikael Blomkvist constituнa su ъnica salida, y, en su actual situaciуn, eso acaparaba todo su interйs. Sintiу una creciente desesperaciуn. Habнa de convencer a Blomkvist para que lo tratara como una fuente confidencial y callara sus... «pнcaras correrнas» con aquellas malditas putas. «ЎJoder! ЎOjalб Salander le vuele los sesos a ese Blomkvist!» Mirу el nъmero de telйfono de Zalachenko y sopesу los pros y los contras. No fue capaz de decidirse.
Mikael habнa convertido en un hбbito anotar sistemбticamente el resultado de sus indagaciones. Cuando Paolo Roberto se fue, consagrу una hora a esa tarea. Sus notas eran un cuaderno de bitбcora, casi en forma de diario, donde dejaba volar libremente sus pensamientos al mismo tiempo que consignaba, con meticulosidad, todas las conversaciones, reuniones e investigaciones que realizaba. Encriptaba diariamente el documento con el PGP y le enviaba una copia a Erika Berger y otra a Malin Eriksson, para que sus colaboradoras estuviesen al dнa. Las semanas anteriores a su muerte, Dag Svensson se habнa centrado en Zala. El nombre saliу en la ъltima conversaciуn telefуnica con Mikael, tan sуlo dos horas antes del asesinato. Ademбs, Gunnar Bjцrck sabнa algo de Zala. Mikael dedicу quince minutos a resumir lo que habнa conseguido averiguar sobre Bjцrck; poca cosa. Gunnar Bjцrck naciу en Falun, tenнa sesenta y dos aсos y no estaba casado. Llevaba en la policнa desde los veintiuno. Empezу patrullando, pero luego estudiу Derecho y acabу ocupando un cargo secreto con tan sуlo veintisйis o veintisiete aсos. Corrнa el aсo 1969 o 1970, justo al final de la йpoca de Per Gunnar Vinge como jefe de la Sдpo. A Vinge le despidieron cuando, en una conversaciуn con el gobernador civil de la provincia de Norrbotten, Ragnar Lassinanti, sostuvo que Olof Palme trabajaba como espнa para los rusos. Luego estallу el caso IB, el de Holmйr, el del Cartero y mataron a Palme..., y se sucediу un escбndalo tras otro. Mikael no tenнa ni idea del papel que Gunnar Bjцrck habнa desempeсado —si es que habнa desempeсado alguno— en aquellos dramбticos acontecimientos de la policнa secreta de los ъltimos treinta aсos. La carrera de Bjцrck entre 1970 y 1985 era una hoja en blanco; algo que, tratбndose de la Sдpo, no resultaba extraсo, ya que todo lo referente a sus actividades estaba clasificado como secreto. Lo mismo podrнa haberse dedicado a sacar punta a los lбpices en un almacйn que haber sido agente secreto en China. Aunque esto ъltimo resultaba mбs bien poco probable. En el mes de octubre de 1985, Bjцrck se trasladу a Washington donde trabajу en la embajada de Suecia durante dos aсos. En 1988, ya se encontraba de vuelta en Estocolmo y en su puesto de la Sдpo. En 1996, se convirtiу en un personaje pъblico al ser nombrado director adjunto del Departamento de Extranjerнa. Mikael no sabнa a ciencia cierta en quй consistнa el trabajo de Bjцrck. A partir de ese mismo aсo, Bjцrck apareciу en los medios de comunicaciуn, en numerosas ocasiones, a raнz de la extradiciуn de algъn que otro бrabe sospechoso. En 1998, se colocу en el punto de mira con motivo de la expulsiуn de varios diplomбticos iraquнes. «їQuй tiene que ver todo eso con Lisbeth Salander y los asesinatos de Dag y Mia? Probablemente nada. »Pero Gunnar Bjцrck sabe algo de Zala. »Por lo tanto, tiene que existir una conexiуn.»
Erika Berger no le habнa contado a nadie —ni siquiera a su marido, a quien, por regla general, no le ocultaba nada— que iba a irse a trabajar al Gran Dragуn, el Svenska Morgon-Posten. Le quedaba aproximadamente un mes en Millennium. Estaba angustiada. Sabнa que los dнas pasarнan volando y que, cuando se quisiera dar cuenta, su ъltimo dнa como redactor a jefe habrнa llegado. Tambiйn la acosaba una continua preocupaciуn por Mikael. Habнa leнdo su ъltimo correo con una sensaciуn deprimente. Reconocнa los sнntomas. Era la misma obstinaciуn con la que, dos aсos antes, se aferrу a lo de Hedestad, y la misma obsesiуn con la que fue a por Wennerstrцm. Desde el Jueves de Pascua, lo ъnico que existнa en el mundo para йl era la misiуn de averiguar quiйn habнa asesinado a Dag y Mia, y asн exculpar a Lisbeth Salander. Aunque Erika simpatizaba por completo con su propуsito —Dag y Mia tambiйn habнan sido amigos suyos—, habнa una faceta en йl con la cual ella no se sentнa del todo cуmoda; Mikael mostraba una total falta de escrъpulos en cuanto olнa la sangre. Desde el mismo instante en el que la llamу el dнa anterior y le comentу que habнa desafiado a Bublanski —midiйndose con йl como si se tratara de un maldito cowboy—, supo que la caza de Lisbeth Salander lo iba a mantener ocupado las veinticuatro horas del dнa durante mucho tiempo. Ella sabнa por experiencia que serнa imposible tratar con йl hasta que no resolviese el problema. Mikael oscilarнa entre el egocentrismo y la depresiуn. Y en algъn punto de esa ecuaciуn tambiйn se expondrнa a riesgos innecesarios. їY Lisbeth Salander? Erika sуlo la habнa visto una vez y no conocнa lo suficiente a esa peculiar chica como para poder compartir la convicciуn de Mikael sobre su inocencia. їY si Bublanski llevara razуn? їY si fuera culpable? їY si Mikael consiguiera dar con ella y se encontrara cara a cara con una chiflada enferma mental, aramada con una pistola? La inesperada llamada de Paolo Roberto de esa misma maсana tampoco la habнa tranquilizado. Claro que era positivo que Mikael no fuera el ъnico en estar de parte de Salander, pero Paolo Roberto tambiйn era uno de esos malditos machos de mierda. Ademбs, debнa buscar a un sustituto que pudiera hacerse con el timуn de Millennium. Empezaba a ser urgente. Pensу en llamar a Christer Malm y discutir el asunto con йl. Pero cayу en la cuenta de que no podнa comunicбrselo a йl si se lo seguнa ocultando a Mikael. Mikael era un reportero brillante; sin embargo, como jefe serнa un desastre. En ese aspecto Christer y ella se asemejaban mucho mбs, pero no estaba segura de que Christer fuera a aceptar la oferta. Malin era demasiado joven e insegura. Monika Nilsson, demasiado egocйntrica. Henry Cortez era un buen reportero; no obstante, se le antojaba extremadamente joven e inexperto. Lottie Karim parecнa demasiado blanda. Y Erika no sabнa si Christer y Mikael aceptarнan reclutar a alguien de fuera. Un embrollo de mil demonios. No querнa terminar asн su etapa en Millennium.
El domingo por la noche, Lisbeth Salander decidiу abrir el Asphyxia 1.3 y accediу al espejo del disco duro de «MikBlom/Laptop». Constatу que йl no estaba conectado a la red, asн que dedicу un rato a repasar las novedades de los ъltimos dнas. Leyу el cuaderno de bitбcora de la investigaciуn de Mikael y se preguntу si no lo estarнa redactando con tanto detalle por ella; y si asн fuera, quй querнa decirle. Йl estaba al tanto de que Lisbeth entraba en su ordenador y, por eso, la conclusiуn lуgica era que йl deseaba que ella leyera sus apuntes. Sin embargo, el quid de la cuestiуn residнa en lo que no escribнa. Ya que sabнa que ella se colaba en su ordenador, tal vez estuviera omitiendo la informaciуn. Advirtiу que —aparte de haber desafiado a Bublanski a un duelo sobre la inocencia de ella— no parecнa haber avanzado mucho. Por alguna razуn, eso la irritу; Mikael Blomkvist no basaba sus conclusiones en hechos, sino en sentimientos. «Quй tonto y quй ingenuo eres.» Pero tambiйn habнa centrado su objetivo en Zala. «Bien hecho, Kalle Blomkvist.» Se preguntу si se habrнa fijado en Zala si ella no le hubiera enviado el nombre. Luego, reparу con una ligera sorpresa en que Paolo Roberto habнa aparecido de pronto en escena. Una agradable noticia. De repente, Lisbeth sonriу. Ese chulo cabrуn le caнa muy bien; un macho de los pies a la cabeza. Paolo solнa castigarla bastante cuando se veнan en el cuadrilбtero. Las pocas veces que acertaba, claro. Luego, al desencriptar y leer el ъltimo correo de Mikael a Erika Berger, se incorporу sъbitamente en la silla. «Gunnar Bjцrck, de la Sдpo, tiene informaciуn sobre Zala.» «Gunnar Bjцrck conoce a Bjurman.» Lisbeth desenfocу la vista y, mentalmente, trazу un triбngulo. Zala. Bjurman. Bjцrck. «Yes, that makes sense.» Nunca habнa visto el problema desde ese бngulo. Puede que, a fin de cuentas, Mikael Blomkvist no fuera tan tonto. Pero, por supuesto, йl no entendнa la historia del todo; ni ella misma la tenнa clara, a pesar de tener un conocimiento de los sucesos muy superior. Pensу un rato en Bjurman y se dio cuenta de que el hecho de que conociera a Bjцrck lo convertнa en un elemento mucho mбs imprevisible de lo que se habнa imaginado. Era mбs que probable que se viera obligada a realizar una visita a Smеdalarц. Mбs tarde, entrу en el disco duro de Mikael y creу un nuevo documento en la carpeta «Lisbeth Salander» que bautizу como «Rincуn del cuadrilбtero». La prуxima vez que Mikael encendiera su iBook lo descubrirнa. 1. Alйjate de Teleborian. Es malvado. 2. Miriam Wu no tiene absolutamente nada que ver en este asunto. 3. Haces bien en centrar tu objetivo en Zala. Йl es la clave. Pero no lo encontrarбs en ningъn registro. 4. Hay alguna conexiуn entre Bjurman y Zala. No sй cuбl, pero estoy en ello. їBjцrck? 5. Importante: hay un comprometedor informe de una investigaciуn policial sobre mi persona que data de febrero de 1991. No sй el nъmero de registro y no lo encuentro. їPor quй no lo ha filtrado Ekstrцm a la prensa? Respuesta: no estб en su ordenador. Conclusiуn: no lo conoce. їCуmo es posible? Meditу un instante y luego aсadiу un pбrrafo. P.S. Mikael, no soy inocente. Pero no he matado ni a Dag ni a Mia y no tengo nada que ver con sus asesinatos. Los vi aquella misma noche, poco antes de que se cometieran los crнmenes. Cuando los mataron yo ya me habнa ido. Gracias por confiar en mн. Saluda a Paolo y dile que su gancho izquierdo es muy blandengue. Continuу reflexionando un rato. Para una adicta a la informaciуn de su calibre, le reconcomнa demasiado no saberlo con certeza. Asн que aсadiу otra lнnea: P.S. 2: їCуmo te enteraste de lo de Wennerstrцm? Mikael Blomkvist encontrу el documento de Lisbeth unas tres horas despuйs. Leyу la carta, lнnea a lнnea, por lo menos cinco veces. Al fin, hacнa una declaraciуn transparente: no habнa asesinado a Dag y Mia. La creyу y sintiу un enorme alivio. Se habнa dignado a hablar con йl, aunque crнpticamente. Como siempre. No se le escapу que sуlo negaba los asesinatos de Dag y Mia y no mencionaba nada respecto a Bjurman. Mikael suponнa que se debнa a que йl, en su correo, sуlo se hubiera referido a Dag y Mia. Tras un momento de reflexiуn, creу «Rincуn del cuadrilбtero 2». Hola, Sally: Gracias por decir, por fin, que eres inocente. Yo confiaba en ti, pero incluso a mн me ha afectado todo ese ruido mediбtico y he llegado a tener mis dudas. Perdуname. Quй bien oнrlo directamente de tu teclado. Ahora sуlo nos queda descubrir al verdadero asesino; ya lo hemos hecho antes. Me facilitarнa la labor que no fueras tan crнptica. Supongo que lees el diario de mi investigaciуn, asн que ya sabes, mбs o menos, lo que estoy haciendo y lo que pienso. Creo que Bjцrck sabe algo; volverй a hablar con йl dentro de unos dнas. їVoy desencaminado con los puteros? Lo del informe de la investigaciуn policial me desconcierta. Voy a poner a mi colaboradora Malin Eriksson a buscarlo. Tъ tendrнas їunos doce o trece aсos? їDe quй iba la investigaciуn? Tomo nota de tu consejo sobre Teleborian. M. P.S. Tuviste un descuido en tu golpe a Wennerstrцm. Yo ya sabнa lo que habнas hecho cuando estuvimos en Sandhamn esas Navidades, pero no te lo preguntй porque no comentaste nada. Y no pienso contarte cuбl fue tu error a menos que quedes conmigo para tomar un cafй. La respuesta llegу tres horas mбs tarde. Olvнdate de los puteros. El importante es Zala. Y un gigante rubio. Pero el informe de la investigaciуn policial es interesante, porque parece que alguien quiere ocultarlo. No puede ser una casualidad.
El fiscal Ekstrцm estaba de un humor pйsimo cuando reuniу a la tropa de Bublanski para los maitines del lunes. Las pesquisas que se habнan efectuado, durante mбs de una semana, en pos de una sospechosa identificada con nombre y apellido, y con un peculiar aspecto fнsico, habнan resultado infructuosas. El humor de Ekstrцm no mejorу cuando Curt Svensson, que habнa estado de guardia durante el fin de semana, informу del desarrollo de los ъltimos acontecimientos. —їIntrusiуn? —exclamу Ekstrцm con sincero asombro. —Un vecino llamу el domingo por la noche cuando, por casualidad, se dio cuenta de que habнan cortado el precinto policial de la puerta de Bjurman. Fui allн a comprobarlo. —їY quй? —La cinta habнa sido cortada por tres sitios. Todo apunta que fue con una cuchilla de afeitar o un cъter. Un trabajo muy bien hecho: no era fбcil descubrirlo. —їUn robo? Algunos ladrones se especializan en personas fallecidas... —De robo nada. Registrй el piso. Todos los objetos de valor, el vнdeo y esas cosas, seguнan allн. En cambio, la llave del coche de Bjurman estaba sobre la mesa de la cocina. —їLa llave del coche? —preguntу Ekstrцm. —Jerker Holmberg estuvo en la casa el miйrcoles para cerciorarse de que no se nos habнa pasado nada. Entre otras cosas, registrу el coche. Jura y perjura que allн no habнa ninguna llave cuando abandonу el piso y lo precintу. —їY no se la olvidarнa encima de la mesa? Nadie es perfecto. —Holmberg nunca utilizу esa llave. Usу la del llavero de Bjurman, que ya obraba en nuestro poder. Bublanski se frotу la barbilla. —Entonces їno ha sido el tнpico robo? —Intrusiуn. Alguien entrу en el domicilio de Bjurman y estuvo curioseando. Eso debiу de ocurrir entre el miйrcoles y el domingo por la noche, cuando el vecino advirtiу que habнan cortado el precinto. —O sea, que alguien ha estado buscando algo. їJerker? —Allн no hay nada que no hayamos requisado ya. —Que nosotros sepamos, por lo menos. El mуvil de los asesinatos sigue pendiente de determinar. Hemos partido de la suposiciуn de que Salander es una psicуpata, pero incluso los psicуpatas necesitan un mуvil. —їY cuбl es tu teorнa? —No lo sй. Me desconcierta que alguien se tome la molestia de registrar el apartamento de Bjurman. Asн que necesitamos responder a dos preguntas. Primera, їquiйn? Segunda, їpor quй? їQuй se nos ha pasado? Se hizo el silencio un breve instante. —Jerker... Jerker Holmberg suspirу resignadamente. —De acuerdo. Irй al piso de Bjurman y lo volverй a examinar. Con lupa.
Eran las once de la maсana del lunes cuando Lisbeth se despertу. Se quedу en la cama remoloneando media hora antes de levantarse, encender la cafetera elйctrica y meterse bajo la ducha. Nada mбs salir del cuarto de baсo, se preparу dos sбndwiches y se sentу ante su PowerBook para ponerse al dнa de todo lo que ocurrнa en el ordenador del fiscal Ekstrцm y para echarles un vistazo a las ediciones digitales de unos cuantos periуdicos matutinos. Se percatу de que el interйs por los asesinatos de Enskede habнa disminuido. Luego, abriу la carpeta de investigaciуn de Dag Svensson y leyу detenidamente las notas de su encuentro con el periodista Per-Еke Sandstrцm, el putero que hacнa de chico de los recados para la mafia del sexo y que tenнa informaciуn sobre Zala. Cuando acabу de leer, se sirviу mбs cafй y se sentу en el alfйizar de la ventana a reflexionar. A las cuatro ya habнa terminado. Necesitaba dinero. Tenнa tres tarjetas de crйdito. Una de ellas estaba a nombre de Lisbeth Salander, asн que era inutilizable. En otra figuraba como titular Irene Nesser, pero Lisbeth evitaba usarla puesto que entonces no le quedarнa mбs remedio que identificarse con el pasaporte de la susodicha, lo que conllevaba su riesgo. La tercera habнa sido emitida a nombre de Wasp Enterprises y estaba asociada a una cuenta con mбs de diez millones de coronas en la que se podнan realizar operaciones a travйs de Internet. Cualquier persona podrнa usar la tarjeta pero, por supuesto, deberнa identificarse. Entrу en la cocina, abriу un bote de galletas y sacу un fajo de billetes. Tenнa novecientas cincuenta coronas, muy poca cosa. Por fortuna, tambiйn le quedaban mil ochocientos dуlares norteamericanos que habнan estado tirados por allн desde que volviera a Suecia; se podнan cambiar de forma anуnima en cualquier oficina de Forex. Eso mejoraba la situaciуn. Se colocу la peluca de Irene Nesser y se vistiу acorde al personaje. Preparу una muda y una caja con maquillaje de teatro que metiу en una mochila. Acto seguido, iniciу la segunda expediciуn desde Mosebacke. Fue a pie hasta Folkungagatan y continuу hasta Erstagatan, donde entrу en Watski poco antes de la hora de cierre. Comprу cinta aislante, una polea y ocho metros de maroma de algodуn. Regresу en el 66. En Medborgarplatsen vio a una mujer en la parada del autobъs. Al principio no la reconociу, pero en algъn lugar de su cabeza se activу una alarma y cuando volviу a mirar identificу a Irene Flemstrцm, empleada del Departamento de Contabilidad de Milton Security. Lucнa un corte de pelo distinto y mбs moderno. Lisbeth se escabullу discretamente mientras Flemstrцm subнa. Puso especial cuidado, recorriу una y otra vez los alrededores con la mirada buscando caras que pudieran resultarle conocidas. Pasу por el arco de Bofill y caminу hasta Sцdra Station, donde cogiу el tren de cercanнas con direcciуn al norte.
La inspectora Sonja Modig estrechу la mano de Erika Berger, quien de inmediato le ofreciу cafй. Se dirigieron a la pequeсa cocina, donde Sonja reparу en que no habнa dos tazas iguales; todas tenнan publicidad de distintos partidos polнticos, organizaciones sindicales y empresas. —Proceden de diversas noches electorales y de varias entrevistas —explicу Erika Berger, ofreciйndole una que tenнa el logotipo de la asociaciуn de jуvenes liberales. Sonja Modig pasу tres horas en la mesa de trabajo de Dag Svensson. La ayudу la secretaria de redacciуn, Malin Eriksson; en parte, para explicarle de quй iban el libro y el artнculo de Dag y en parte, para ayudarla a navegar por el material de investigaciуn. Sonja Modig se quedу asombrada ante la avalancha de documentaciуn. El hecho de que el ordenador de Dag Svensson hubiera desaparecido y de que, de ese modo, su trabajo pareciera inaccesible, habнa frustrado una vнa de la investigaciуn policial. En realidad, las copias de seguridad de casi todo ese material siempre se hallaron en las oficinas de Millennium. Mikael Blomkvist no estaba en la redacciуn pero Erika Berger le proporcionу a Sonja Modig una relaciуn del material que Mikael habнa retirado de la mesa de Dag Svensson; no eran mбs que notas referidas a la identidad de las fuentes. Al final, Modig llamу a Bublanski y le explicу la situaciуn. Por razones inherentes a la investigaciуn decidieron requisar todo lo que habнa en la mesa de Dag Svensson, incluido el ordenador de Millennium. Y si el instructor del sumario considerara legнtimo exigir tambiйn el material que habнa cogido Mikael, tendrнa que volver para reclamarlo y negociar su entrega. Luego, Sonja Modig redactу un acta de confiscaciуn y Henry Cortez la ayudу a bajar las cosas al coche.
El lunes por la noche, Mikael sentнa una frustraciуn insondable. Desde la semana anterior, habнa despachado diez de los nombres que Dag Svensson pretendнa denunciar. En todos los casos, se encontrу con hombres preocupados, indignados y en estado de shock. Constatу que los ingresos medios de esos individuos rondaban las cuatrocientas mil coronas al aсo. Era un patйtico grupo de hombres asustados. Sin embargo, en ningъn momento le dio la impresiуn de que tuvieran algo que ocultar en relaciуn con los asesinatos de Dag Svensson y Mia Bergman. Todo lo contrario, varios de ellos parecнan pensar que a partir de ese instante su situaciуn no harнa mбs que empeorar pues, en la caza de brujas que imaginaban que iba a desatar la prensa, sus nombres aparecerнan asociados a los crнmenes. Mikael abriу su iBook y comprobу si habнa recibido algъn mensaje de Lisbeth. No. En su anterior escrito, habнa dicho que los puteros carecнan de interйs y que eran una pйrdida de tiempo. La maldijo con una retahila que Erika Berger habrнa calificado de sexista, pero tambiйn de innovadora. Tenнa hambre, y no le apetecнa cocinar. Ademбs, llevaba dos semanas sin hacer la compra, a excepciуn de algъn que otro cartуn de leche en la tienda del barrio. Se puso la americana, bajу a la taberna griega de Hornsgatan y pidiу cordero a la brasa.
Lo primero que hizo Lisbeth Salander fue inspeccionar la escalera; despuйs, al anochecer, dio dos discretas vueltas por los inmuebles vecinos. Eran unos edificios de apartamentos de tres alturas, en los cuales —sospechaba— se oirнa mucho cualquier ruido. No resultaban nada oportunos para sus intenciones. El periodista Per-Еke Sandstrцm vivнa en un apartamento de una de las esquinas de la tercera planta, la mбs alta. La escalera continuaba hasta una puerta que conducнa a un trastero. Le podнa servir. El problema residнa, naturalmente, en que todas las ventanas del apartamento estaban a oscuras, lo que daba a entender que el propietario no estaba en casa. Paseу unas cuantas manzanas hasta una pizzerнa, donde pidiу una hawaiana y se sentу en un rincуn a leer los periуdicos vespertinos. Poco antes de las nueve pillу un caffи latte en Pressbyrеn y regresу al edifмcio. El apartamento seguнa a oscuras. Entrу en la escalera y se sentу en el rellano del trastero, desde donde veнa la puerta de la vivienda de Per-Еke Sandstrцm un piso mбs abajo. Mientras esperaba se tomу el cafй.
El inspector Hans Faste logrу, por fin, localizar a Cilla Norйn —veintiocho aсos y lнder de la banda satбnica Evil Fingers— en el estudio de Recent Trash Records, ubicado en una nave industrial de Дlvsjц. Supuso todo un choque cultural de mбs o menos las mismas proporciones que el primer encuentro entre los portugueses y los indios caribeсos. Tras varios intentos fallidos en la casa de los padres de Cilla Norйn, Faste consiguiу, con la ayuda de la hermana, averiguar que estaba en el estudio donde, segъn la informaciуn recibida, «colaboraba» en la producciуn de un Cd de la banda Cold Wax de Borlдnge. Faste no habнa oнdo hablar del grupo, pero tuvo oportunidad de comprobar que estaba compuesto por unos chavales que rondaban los veinte aсos. Nada mбs entrar en el pasillo que daba al estudio, le recibiу un espantoso estruendo que le cortу la respiraciуn. Observу a Cold Wax a travйs de un cristal y aguardу hasta que se abriу un hueco en la cortina de ruido. Cilla Norйn tenнa el pelo largo, de color azabache con mechas rojas y verdes, y usaba maquillaje negro. Estaba algo entrada en carnes, pero llevaba un jersey corto que dejaba su barriga al descubierto con un pirsin en el ombligo. Lucнa un cinturуn de remaches a la altura de la cadera. Parecнa un personaje reciйn salido de una pelнcula francesa de terror. Faste enseсу su placa y pidiу hablar con ella. Cilla estaba masticando chicle mientras lo observaba escйpticamente. Al final seсalу una puerta y lo condujo a un cuartito que habнa para tomar cafй, donde Faste estuvo apunto de tropezar con una bolsa de basura que alguien habнa dejado justo al lado de la entrada. Cilla Norйn llenу de agua una botella de plбstico, se bebiу mбs o menos la mitad, se sentу a una mesa y encendiу un cigarrillo. Fijу sus ojos azul claro en Hans Faste. De pronto, Faste no supo por dуnde empezar. —їQuй es Recent Trash Records? Cilla parecнa aburrida. —Es una discogrаfica que produce a nuevos grupos jуvenes. —їCuбl es tu papel aquн? —Soy tйcnica de sonido. Faste se quedу mirбndola. —їTienes formaciуn para eso? —No. Lo he aprendido por mi cuenta. —їDa para ganarse la vida? —їPor quй lo preguntas? —Por nada, simple curiosidad. Supongo que has leнdo lo de Lisbeth Salander. Asintiу con la cabeza. —Nos han informado de que tъ la conoces. їEs cierto? —Tal vez. —їEs cierto o no? —Depende de lo que estйs buscando. —Estoy siguiendo la pista de una loca, que ademбs es una triple asesina. Quiero informaciуn sobre Lisbeth Salander. —No sй nada de ella desde el aсo pasado. —їCuбndo la viste por ъltima vez? —Durante el otoсo de hace dos aсos. En el Kvarnen. Solнa ir por allн, pero luego desapareciу. —їHas intentado contactar con ella? —La he llamado al mуvil varias veces. El nъmero ya no existe. —їY no sabes dуnde localizarla? —No. —їQuй es Evil Fingers? Cilla Norйn parecнa entretenida. —їNo lees los periуdicos? —їPor quй? —Porque dicen que somos un grupo de satбnicas. —їY es asн? —їTengo yo pinta de satбnica? —їQuй aspecto tiene una satбnica? —Bueno, no sй quiйn es mбs tonto, їlos periуdicos o la policнa? —Escъchame bien, seсorita. Te he hecho una pregunta seria. —їSi somos satбnicas? —Contйstame a la pregunta y dйjate ya de tonterнas. —їY cuбl era la pregunta? Hans Faste cerrу los ojos un instante y recordу la visita que le hizo a la policнa durante sus vacaciones en Grecia unos cuantos aсos atrбs. Las autoridades griegas, a pesar de todos sus problemas, tenнan una gran ventaja en comparaciуn con las suecas. Si Cilla Norйn se hubiese hallado en Grecia y hubiera mostrado la misma actitud, йl la habrнa esposado y la habrнa golpeado tres veces con la porra. La mirу. —їLisbeth Salander formaba parte de Evil Fingers? —No lo creo. —їQuй quieres decir? —Probablemente Lisbeth sea la persona con menos oнdo para la mъsica que he visto en toda mi vida. —їNo tiene oнdo? —Sabe diferenciar una trompeta de una baterнa, pero su talento musical no va mбs allб. —Te he preguntado si formaba parte del grupo Evil Fingers. —Y yo acabo de contestarte. їQuй coсo crees que era Evil Fingers? —Cuйntamelo tъ. —O sea, que llevas una investigaciуn policial leyendo los estъpidos artнculos de la prensa. —Contesta a la pregunta. —Evil Fingers era un grupo de rock. Йramos una pandilla de chicas a las que les gustaba el rock duro y que tocaban para divertirse. Nos promocionamos con pentagramas y con un poco de sympathy for the Devil. Luego, todas dejamos la banda. Yo soy la ъnica que sigue vinculada a la mъsica. —їY Lisbeth Salander no estaba en el grupo? —Ya te lo he dicho. —Entonces їpor quй afirman nuestras fuentes que Salander sн formaba parte? —Porque tus fuentes son igual de tontas que los periуdicos. —Explнcate. —En el grupo, йramos cinco chicas y hemos seguido viйndonos de vez en cuando. Antes quedбbamos un dнa por semana en el Kvarnen. Ahora se ha reducido a mбs o menos uno al mes. Pero mantenemos el contacto. —їY quй hacйis cuando os reunнs? —їY quй crees tъ que se hace en el Kvarnen? Hans Faste suspirу. —Asн que os juntбis para beber alcohol. —Solemos tomar unas cervezas. Y charlar. їTъ quй haces cuando ves a tus amigos? —їY cuбndo entra Lisbeth Salander en toda esta historia? —La conocн en la escuela de adultos, cuando yo tenнa dieciocho aсos. Aparecнa de vez en cuando por el Kvarnen y se tomaba una cerveza con nosotras. —Entonces їEvil Fingers no ha de considerarse una organizaciуn? Cilla Norйn lo contemplу como si йl fuera de otro planeta. —їSois bolleras? —їQuieres que te parta la cara? —Contesta a la pregunta. —No es asunto tuyo lo que somos. —Dйjalo. No puedes provocarme. —їOiga? Sн, mire, la policнa afirma que Lisbeth Salander ha matado a tres personas y un agente se me ha presentado y me ha preguntado por mis preferencias sexuales... ЎVete a la mierda! —Oye, їsabes que te puedo detener por...? —їPor quй? Por cierto, se me olvidу comentarte que estudio Derecho desde hace tres aсos y que mi padre es Ulf Norйn, del bufete Norйn y Knape. See you in court. —Creнa que trabajabas en la industria musical. —Lo hago porque me gusta. їPiensas que puedo vivir de esto? —No tengo ni la mбs remota idea de quй vives. —Desde luego, no de ser una satбnica lesbiana, si es eso lo que pensabas. Y si йse es el punto de partida que tiene la policнa para cazar a Lisbeth Salander, ahora entiendo por quй no la habйis cogido. —їConoces su paradero? Cilla Norйn empezу a mecerse en la silla al tiempo que subнa las manos ante ella. —Siento su presencia... Espera, estoy comprobando mi capacidad telepбtica. —Dйjate de tonterнas. —Oye, ya te he dicho que llevo mбs de dos aсos sin saber nada de ella. No tengo ni idea de dуnde se encuentra. їQuieres algo mбs?
Sonja Modig habнa encendido el ordenador de Dag Svensson y dedicу la tarde a hacer un inventario del contenido del disco duro y los archivos comprimidos. Se quedу hasta las once de la noche leyendo el borrador del libro de Dag Svensson. Descubriу dos cosas. Dag Svensson era un escritor brillante que describнa los mecanismos que regнan el comercio sexual con una objetividad cautivadora. Ojalб pudiera haber dado una conferencia en la Academia de policнa; sus conocimientos habrнan constituido una aportaciуn impagable a las enseсanzas recibidas. Hans Faste, sin ir mбs lejos, era una de las personas a las que los conocimientos de Dag Svensson le habrнan resultado de gran utilidad. Y ademбs, de repente, comprendiу el argumento de Mikael Blomkvist de que la investigaciуn de Dag Svensson podrнa ser el mуvil del asesinato. La exposiciуn pъblica de los puteros que Dag Svensson planeaba no sуlo iba a hacer daсo a unas cuantas personas; tambiйn era una denuncia sin concesiones. Algunos de los actores principales —que habнan presidido tribunales en casos de delitos sexuales o participado en debates pъblicos sobre el tema— serнan completamente aniquilados. Mikael Blomkvist tenнa razуn; el contenido del libro albergaba motivos de sobra para asesinar. La ъnica objeciуn era que, aunque un putero que corrнa el riesgo de ser denunciado hubiese decidido asesinar a Dag Svensson, no existнa conexiуn alguna con el abogado Nils Bjurman. Ni siquiera figuraba en el material de Dag Svensson, un factor que reducнa drбsticamente la fuerza de la argumentaciуn de Mikael Blomkvist, y que, de hecho, reforzaba la imagen que se tenнa de Lisbeth Salander como la ъnica sospechosa posible. Aunque los motivos para asesinar a Dag Svensson y Mia Bergman no estaban nada claros, Lisbeth Salander habнa sido vinculada al lugar del crimen y al arma homicida. Resultaba difнcil malinterpretar unos datos forenses tan unнvocos; ponнan de manifiesto que Salander era la persona que habнa realizado los disparos mortales en el apartamento de Enskede. Ademбs, el arma era un vнnculo directo con el asesinato del abogado Bjurman. En ese caso, no cabнa duda de que existнa una conexiуn personal y, ademбs, un mуvil. A juzgar por la decoraciуn artнstica del abdomen de Bjurman, podнa tratarse de alguna forma de agresiуn sexual o de algъn tipo de relaciуn sadomasoquista entre ellos. Costaba imaginar que Bjurman se hubiese prestado, voluntariamente, a ser tatuado de esa singular manera. Obligaba a presuponer que o habнa encontrado algъn tipo de placer en esa humillaciуn o que Salander —si es que fue ella la que hizo el tatuaje— lo habнa dejado totalmente indefenso. Modig no querнa especular sobre cуmo habrнa sucedido. Sin embargo, Peter Teleborian afirmaba que la violencia de Lisbeth Salander se dirigнa contra personas que, por la razуn que fuera, ella consideraba una amenaza o que la habнan ultrajado. Sonja Modig meditу un momento el dictamen de Peter Teleborian sobre Lisbeth Salander. Le habнa producido la impresiуn de tener una actitud verdaderamente protectora con su antigua paciente y de no desear que sufriera ningъn daсo. Por otra parte, la investigaciуn se habнa basado, en gran medida, en el juicio que йl emitiу sobre ella; una sociуpata al borde de la psicosis. Pero la teorнa de Mikael Blomkvist resultaba atractiva desde el punto de vista emocional. Se mordiу con cuidado el labio inferior mientras intentaba visualizar otro escenario distinto en el que Lisbeth Salander no fuera la ъnica asesina. Al final cogiу un bolнgrafo Bic y, dubitativa, escribiу unas palabras en un cuaderno que tenнa ante sн. «їDos mуviles completamente diferentes? їDos asesinos? ЎUn arma homicida!» Un razonamiento escurridizo que no lograba atrapar la rondaba sin descanso; tenнa intenciуn de plantear esa hipуtesis en los maitines de Bublanski. No sabнa muy bien cуmo explicar por quй de pronto se sentнa tan incуmoda con la idea de Lisbeth Salander como ъnica culpable. Decidiу que por ese dнa ya estaba bien. Apagу el ordenador sin dilaciуn y guardу los discos bajo llave en el cajуn de la mesa. Se puso la chaqueta y tambiйn apagу la lбmpara de la mesa. Estaba a punto de cerrar con llave la puerta de su despacho, cuando percibiу un ruido al fondo del pasillo. Frunciу el ceсo; creнa que estaba sola en el departamento. Se acercу hasta el despacho de Hans Faste. Su puerta estaba entreabierta y Sonja lo oyу hablar por telйfono. —Eso, sin duda, conecta las cosas —le oyу decir. Permaneciу indecisa un breve instante antes de inspirar profundamente y dar unos toques en el marco de la puerta. Asombrado, Hans Faste alzу la vista. Ella lo saludу levantando dos dedos, que moviу en el aire. —Modig estб todavнa aquн —dijo Faste a su interlocutor mientras escuchaba y asentнa con la cabeza sin desviar la mirada de Sonja Modig—. De acuerdo. Se lo dirй. Colgу. —Burbuja —dijo a modo de explicaciуn—. їQuй quieres? —їQuй es lo que conecta las cosas? —preguntу. Faste la observу inquisitivamente. —їEstabas escuchando detrбs de la puerta? —No, la tenнas abierta y lo dijiste justo cuando llamй. Faste se encogiу de hombros. —He llamado a Burbuja para informarle de que el laboratorio nos ha dado, al fin, algo de provecho. —їSн? —Dag Svensson tenнa un mуvil de tarjeta prepago de Comviq. Han conseguido extraer una lista de llamadas. Confirma la realizada a Mikael Blomkvist a las 20.12, o sea, cuando Blomkvist estaba cenando en casa de su hermana. —Muy bien. Pero no creo que Blomkvist tenga nada que ver con los asesinatos. —Yo tampoco. Pero esa noche Dag Svensson telefoneу a alguien mбs. A las 21.34. La conversaciуn durу tres minutos. —їA quiйn? —Llamу al telйfono de casa del abogado Nils Bjurman. Lo que significa que existe un vнnculo entre los dos asesinatos. Sonja Modig se sentу en la silla de visitas de Hans Faste. —Ay, sн, perdona. Siйntate, por favor. Modig lo ignorу. —Muy bien. La cronologнa es como sigue: poco despuйs de las ocho, Dag Svensson llama a Mikael Blomkvist y quedan mбs tarde. A las nueve y media, Svensson llama a Bjurman. Unos instantes antes de la hora de cierre, a las diez de la noche, Salander compra tabaco en el estanco de Enskede. A las once y muy pocos minutos, Mikael Blomkvist y su hermana llegan a Enskede, y a las 23.11, йl llama a la central. —Parece correcto, miss Marple. —Nada encaja. Segъn el forense, Bjurman fue asesinado entre las diez y las once de la noche. Entonces, Salander ya estaba en Enskede. Siempre hemos partido de la suposiciуn de que Salander matу primero a Bjurman y luego a la pareja de Enskede. —Eso no significa nada. No encontramos a Bjurman hasta el dнa siguiente por la tarde, casi veinticuatro horas despuйs. He vuelto a hablar con el forense y dice que la hora de su muerte puede presentar un margen de error de hasta sesenta minutos. —Pero Bjurman tuvo que ser la primera vнctima, puesto que encontramos el arma homicida en Enskede. Significarнa que ella matу a Bjurman despuйs de las 21.34 y que, acto seguido, se fue a Enskede a comprar tabaco.їHay alguna posibilidad de trasladarse desde Odenplan hasta Enskede en tan poco tiempo? —Sн que la hay. Ella no fue en transporte pъblico tal y como pensбbamos. Tenнa coche. Sonny Bohman y yo acabamos de recorrer esa misma distancia y nos ha sobrado tiempo. —Y luego espera una hora antes de matar a Dag Svensson y Mia Bergman. їQuй hizo mientras tanto? —Tomу cafй con ellos. Tenemos sus huellas dactilares en una de las tazas. Faste la mirу triunfante. Sonja Modig suspirу y permaneciу en silencio un minuto. —Hans, tъ consideras esto como una especie de juego de prestigio. A veces puedes ser un maldito cabrуn y sacar de quicio a la gente, sin embargo, para ser sincera, he llamado a tu puerta para pedirte disculpas por la bofetada. No estaba justificada. Faste la contemplу durante un largo rato. —Modig, tal vez a ti te parece que yo soy un cabrуn. Yo pienso que tъ eres poco profesional y que no pintas nada en el cuerpo. Al menos en este nivel. Sonja Modig sopesу unas cuantas contestaciones, pero al final se encogiу de hombros y se levantу. —Vale. Ahora ya sabemos lo que pensamos el uno del otro —dijo ella. —Ya lo sabemos. Y crйeme, no te queda mucho tiempo aquн. Sonja Modig cerrу tras de sн dando un portazo mбs fuerte de lo que pretendнa. «No dejes que este hijo de puta te altere.» Bajу al garaje a por su coche. Hans Faste mirу hacia la puerta y sonriу, contento.
Mikael Blomkvist acababa de llegar a casa cuando sonу su mуvil. —Hola, soy Malin. їPuedes hablar? —Claro. —Ayer se me ocurriу una cosa. —Cuйntame. —Repasй la colecciуn de recortes sobre la caza de Salander que tenemos en la redacciуn y encontrй una doble pбgina sobre su pasado en la clнnica psiquiбtrica. —їY? —Tal vez esto te parezca un poco rebuscado, pero me pregunto por quй existe una laguna tan grande en su biografнa. —їUna laguna? —Sн. Hay gran profusiуn de detalles acerca de todos esos lнos en los que se metнa durante sus aсos escolares; altercados con profesores, peleas con compaсeros de clase y cosas por el estilo. —Sн, me acuerdo de eso. Habнa una profesora de quinto o sexto que decнa que le tenнa miedo a Lisbeth. —Birgitta Miееs. —Eso es. —Y hay bastante informaciуn sobre Lisbeth de la etapa que pasу internada en la clнnica psiquiбtrica infantil. Ademбs de muchos detalles relativos a las familias de acogida en las que estuvo durante su adolescencia, al incidente de la agresiуn de Gamia Stan y a todo eso. —Sн. їAdonde quieres llegar? —La internan en la clнnica cuando estб a punto de cumplir los trece aсos. —Sн. —Pero no escriben ni una palabra sobre el motivo del ingreso. Mikael permaneciу callado un rato. —їQuieres decir que...? —Quiero decir que si se interna a una niсa de doce aсos en una clнnica de psiquiatrнa infantil, lo mбs probable es que ocurriera algo que motivara ese ingreso. Y tratбndose de Lisbeth seguro que fue uno de sus tremendos arrebatos, con lo cual deberнa aparecer en su biografнa. Pero no se hace ni la menor alusiуn al respecto. Mikael frunciу el ceсo. —Malin, por una fuente fidedigna sй que existe un informe policial sobre Lisbeth realizado en febrero de 1991, cuando tenнa doce aсos. No figura en el registro. Pensaba pedirte que lo buscaras. —Si existe un informe, tiene que figurar en el registro. Cualquier otra cosa serнa ilegal. їHas mirado bien? —No, pero mi fuente dice que no estб allн. Malin permaneciу callada un instante. —їY tu fuente es buena? —Muy buena. Malin guardу nuevamente silencio. Mikael y Malin llegaron al mismo tiempo a la misma conclusiуn. —ЎLa Sдpo! —dijo Malin. —ЎBjцrck! —precisу Mikael.
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