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11 de febrero. 14 de febrero. 15 de febrero. 16 de febrero11 de febrero
Myron Adler está de regreso. Ha llamado esta mañ ana y me ha dicho que vendrá a visitarme en cuanto le sea posible. Robbie Stillman ha vuelto tras seis meses en la Escuela de Oficiales. Se ha convertido en ingeniero. Su tarea consistirá en construir aeró dromos. Dice que la vida en el ejé rcito no es dura cuando te acostumbras a la disciplina. Has de aprender a someterte. Su hermano Ben está en alguna parte del interior de Brasil. No ha tenido noticias suyas desde octubre.
14 de febrero
Sin señ ales de Myron ni de nadie má s. Incluso Steidler parece haberme abandonado. Dos dí as sin visitantes, charla, interé s. Nada. Un par de vací os perfectos abiertos en el calendario. Basta para que uno ruegue por el cambio, el mero cambio, cualquier cambio, para que uno reverencie la experiencia en sí misma. Si fuera un poco menos obstinado, confesarí a mi fracaso y dirí a que no sé qué hacer con mi libertad.
15 de febrero
Carta de Abt, con abundancia de chismorreos washingtonianos y explicaciones de la polí tica actual. Por qué actuamos como lo hacemos en el norte de Á frica y hacia Españ a, De Gaulle, la Martinica. Me divierte captar el sutil orgullo con que menciona su familiaridad con figuras importantes. (Supongo que son importantes en los cí rculos oficiales; nunca he oí do hablar de ellas. )
16 de febrero
La vieja señ ora Kiefer se está «hundiendo como un plomo», segú n la señ ora Bartlett. —No puede durar má s de una o dos semanas, pero esto —hizo el gesto de clavarse una aguja en el brazo— no puede mantenerla con vida para siempre. Nos desplazamos por la casa con cautela. El capitá n Briggs ya no sale por la noche a fumar. Hace demasiado frí o.
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