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Marzo 1. 2 de la mañana



Marzo 1

Ya estamos instalados en la casa nueva que se llama " departamento". Aquí uno topa a cada rato y es terriblemente limpio. No se puede tocar nada y uno no puede andar má s que con las manos en los bolsillos para no tocar.

Por suerte que volvió Domitila y nos trajo huevos del campo.

Nos compraron ropa nueva y fuimos a matricularnos a un colegio de internos. Tal vez sea mejor que vivir en un departamento. Aunque la cuestió n del ascensor es bastante encachada.

Parece que se mató un caballero por amor en el piso de arriba. Yo no me matarí a ni siquiera por un auto de 18 cilindros. Yo sé que matarse es el pecado má s grande que se puede cometer porque es el ú ltimo pecado que se comete. Ayer fuimos al cine y era todo de amor. La radio tambié n habla de amor y de besos y los cantos son igual. Antes no era así, pero ahora todo se vuelve puro amor.

Vinieron los jueces y la policí a a ver al caballero que se mató por amor, pero en el diario sale que se murió de funció n. En el diario lo alababan mucho. Siempre alaban a los muertos y a los vivos no.

Despué s se llevaron al muerto y resulta que el cajó n no cabí a en el ascensor y lo bajaron parado.

Resulta que Javier está enfermo con fiebre y hay que andar en puntillas para que el perla no despierte. Yo sé que no se piensa morir, pero é l se hace el moribundo de abusador que es.

De todas maneras, me hice amigo de Armando, un cabro del 5° que tiene tren elé ctrico y pasé todo el dí a con é l.

Marzo 3

Hasta mañ ana, cuando bajé a repartirle pan a los perros, habí a una mujer con cara de bruja y que los corrí a con un palo. Era negra y sucia y sus brazos parecí an cordeles podridos. Cuando los perros se acercaban, ella los amenazaba con el palo y, cuando se iban, ella recogí a el pan y lo echaba en su saco.

A mí me dio tanta rabia que le dije: —¿ Por qué le roba el pan a los perros? ¿ Con qué derecho?

—Con el derecho del hambre —me contestó, y tení a una cara de furia.

Entonces yo subí en el ascensor y le traje todo el pan y el queso que encontré y tambié n un vuelto que habí a en la cocina. Yo sé que tengo buen corazó n, pero no me gusta pensar en que soy bueno, porque me da por ser mejor y se me quitan las ganas de hacer lo que tengo gana y me da por regalar mis cosas, etc.

La mamá echó de menos el vuelto y le echó la culpa a la Domitila y se armó la pelea. Yo les dije que era yo el que lo habí a tomado, pero ellas ni me oyeron porque estaban furiosas. Ahora quiere irse la Domitila y resulta que es la ú nica que me quiere y me da cosas y me consuela cuando estoy triste.

Marzo 15

Ya estoy de interno. Nos trajo el papá esta mañ ana y habí a un enredo de gente y tanto eco de voces que uno se mareaba.

En este colegio no hay nadie conocido y uno se siente pé simo. El Padre Carlos dice a todo que " sí " mientras le hablan y está pensando en otra cosa.

Los chiquillos se creen muy sabios porque uno es nuevo y se secretean y se rí en, pero Javier le pegó a dos y ahora no se rí en tanto.

La comida es rica y el dormitorio bien grande. Yo no sé qué voy a hacer para encontrar mi cama. A ratos pienso que era má s feliz antes, pero, cuando pienso en que de todas maneras voy a crecer, y ser grande, y salir del colegio, me consuelo.

Tengo un amigo que se llama Roberto Ugarte y tiene dos dientes quebrados en un choque de autos. El tambié n es nuevo y tiene un papá terriblemente millonario y lo pasa estupendo en su casa y le dan cincuenta pesos todos los dí as. Su casa tiene cuatro telé fonos y cuatro má quinas de escribir y tres autos. Javier tambié n se hizo amigo de é l porque anda todo el tiempo conmigo ahora.

 

Marzo 16

Resulta que Ugarte no piensa en haber chocado en auto, sino que está mudando los dientes. Peleé con é l porque es un farsante que me dijo que tení a dos papas y dieciocho hermanos. Entonces me hice amigo con Fidel Rí os que es muy flaco y todos se rí en de é l. É l tampoco tiene ningú n amigo y ahora, porque soy su amigo, se rí en de los dos.

Hoy me dolió el estó mago y se me saltaron las lá grimas de pensar que no puedo contá rselo a mi mamá. Entonces hice promesa de no hablar para que se me quitara y se me quitó. Resulta que tuve que hablar porque se me olvidó lo de la promesa y me volvió a doler. Entonces hice promesa de no mirar nunca para atrá s y se me pasó de nuevo.

Fidel Rí os anda todo el tiempo detrá s de mí y ya me está cargando un poco. De todos modos, le estoy enseñ ando a pelear y a ser hombre, y le explico que cuando a uno le dicen una cosa que da como calor a la cabeza, hay que pegar un puñ ete.

Javier ya tiene un amigo y ni se acerca a mí. Nos preguntaron la lecció n y por suerte la contesté bien. Uno se siente muy gallito.

En la noche hubo rosca en el dormitorio porque a un chiquillo le metieron unos chocolates reventados en la cama y le robaron el pijama.

É l se acostó sin pijama y, cuando se fueron los curas, se levantó en calzoncillos y agarró a golpes a Souza, creyendo que era é l. Los partidarios de Souza les pegaron a los partidarios del sin pijama y se armó como una guerra. Hasta que llegó un cura y todos se hicieron los dormidos, pero un poco tarde. Nos castigaron a todos para mañ ana.

Es raro, pero cuando uno está interno no importa que lo castiguen. Uno queda tan poco feliz como antes.

Marzo 17

Esta mañ ana comulgamos y cantaron unos gallos en la misa y me dio casi é xtasis. Era tanto lo santo que me sentí a que hice promesa gratis de no comer chocolate y ni siquiera me acordé que era domingo. Y justo que en la tarde vino a vernos la mamá y nos trajo chocolates.

Tuve que probar los chocolates para que mi mamá viera que no estaba enfermo y entonces tuve que dejar la promesa para cuando se me acabaran.

Los chiquillos tienen los papas y las mamá s má s raros que los vienen a ver y unas hermana con carteras y pinches en el pelo. Debe ser bien raro tener hermanas. Son tan mironas y se rí en cuando debí an estar serias.

Fidel Rí os seguí a detrá s de mí hasta que me dio la rabia y le dije: " ¿ Sois cola mí a, acaso? ", y llegó Rí os y me plantó un golpe. De todas maneras, me habrí a caí do sin su bofetada, porque estaba tan a la orilla de la grada del patio, que una mosca me podí a hacer caer. Ahora resulta que Rí os se cree un mató n y ni se acuerda di que yo le enseñ é a pelear.

2 de la mañ ana

Pasó algo tan terrible que es mejor que lo escriba en mi diario porque me gustarí a contá rselo mi mamá, y se me puede olvidar.

Está bamos durmiendo muy tranquilos cuando, de repente, despertamos con un ruido atroz. Es decir, Rí os y yo, porque los demá s seguí a durmiendo. El cuarto se iluminaba con una luz refulgente y despué s entraban unas sombras de fantasmas con olor a azufre. Al poco rato, volví a a oí rse el ruido tremendo. Rí os y yo nos metimos en mi cama llenos de miedo y, aunque querí amos despertar a los demá s, no nos atreví amos a bajarnos al suelo. Nos temblaba el catre y no sabí amos si está bamos soñ ando una pesadilla. Ni podí amos hablar porque volví an las luces y los fantasmas y el olor y el ruido. Pero los demá s seguí an durmiendo. De repente, se abrió de par en par una ventana y entró un fantasma enorme y mojado. Tení a mil pies pequeñ os que pataleaban en el suelo como si escribieran a má quina y su respiració n era tan helada que nos metimos debajo de la ropa. A travé s de la ropa se veí an las luces, los golpes nos hací an saltar y ese ruido terrible que se acercaba y se acercaba. Yo le dije a Rí os al oí do:

—Este es el fin del mundo. Recemos.

—Reza tú. A mí se me olvidó —me contestó y, junto con oí r esto yo, tambié n me olvidé hasta el Padrenuestro. Y todo el tiempo se oí an golpes y má s golpes y luces y estampidos. El pobre Rí os tiritaba tanto que me hací a tintar a mí. En esto, empezó un lamento muy grande y muy largo que vení a desde lejos y se acercaba como un avió n. Yo apreté los ojos y los dientes y me tapé los oí dos y Rí os comenzó a gritar má s fuerte que el lamento.

Hasta que por fin se despertó el Mocho y encendió la luz del dormitorio. Cerró la ventana, sacó a Rí os de mi cama y le dio unas gotas en un vaso de agua y dijo que era muy nervioso.

—No es má s que una tempestad elé ctrica —dijo riendo con su cara ancha como de rana y se quedó muy convencido. Es claro que é l despertó con los gritos de Rí os y no vio ni oyó nada de lo terrible que habí a pasado antes. Por eso lo llamó tempestad elé ctrica. De todas maneras, se veí a tan raro en camisó n de noche que a uno se le borraban los fantasmas que acababa de ver, por mirarlo a é l que parecí a un barrilito con patas. Pero de ninguna manera se puede dormir cuando uno ha visto y oí do lo que yo vi y oí y uno se queda como esperando que vuelva el fenó meno y aparezcan de nuevo los fantasmas, las luces, el aliento helado y el monstruo con mil pies.

Si mi mamá supiera lo que pasa en este colegio embrujado despué s de medianoche...



  

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