Хелпикс

Главная

Контакты

Случайная статья





Capítulo 11



 

" Eres el primer chico a quien alguna vez he besado", me dijo.

Eran unos dí as antes del añ o nuevo, y Jamie y yo está bamos en el muelle de barcos de vapor en las orillas de Pine Knoll. Para llegar allí, habí amos tenido que cruzar el puente que cruza la Ví a Navegable Intracostal y conducir por la isla un poco.

En la actualidad el sitio tiene parte de la propiedad má s costosa frente a la playa en el estado entero, pero en aquel entonces eran principalmente dunas de arena pegadas al Bosque Nacional Marí timo.

" Pensé que podrí a haber sido", dije.

" ¿ Por qué? " Preguntó inocentemente. " ¿ Lo hice mal? " No creo que ella estarí a demasiado disgustada si hubiera dicho que sí, pero no hubiera sido la verdad.

" Eres muy buena besando", dije, dá ndole un toque a su mano.

Asintió con la cabeza y se volvió hacia el océ ano, sus ojos tení an esa expresió n de lejaní a otra vez. Habí a estado haciendo eso mucho ú ltimamente. La dejé así durante un tiempo antes de que el silencio me pegara.

" ¿ Está s bien, Jamie? " Pregunté un poco preocupado. En lugar de responder, cambió el tema.

" ¿ Alguna vez has estado enamorado? " Me preguntó.

Pasé mi mano por mi pelo y le di una de esas miradas. " ¿ Te refieres a antes de ahora? ".

Lo dije como James Dean lo habrí a hecho, de la misma forma en que Eric me habí a dicho que lo dijera si una chica alguna vez me hiciera esa pregunta. Eric era muy há bil con las chicas.

" Hablo en serio, Landon", dijo, lanzá ndome una mirada de soslayo.

Supongo que Jamie habí a visto esas pelí culas tambié n. Con Jamie, yo llegué a comprender, que ella siempre parecí a ir de arriba abajo y de nuevo arriba y de regreso en menos tiempo de lo que toma para aplastar un mosquito. No estaba muy seguro si me gustaba esa parte de nuestra relació n aú n, aunque para ser sincero, eso me mantení a de puntitas. Todaví a me estaba sintiendo desbalanceado cuando pensé en su pregunta.

" En realidad, lo he estado", dije finalmente.

Sus ojos todaví a estaban concentrados en el océ ano. Creo que pensaba que estaba hablando de Angela, pero mirando atrá s, me habí a dado cuenta de que lo que habí a sentido por Angela era totalmente diferente del lo que sentí a en ese tiempo con ella.

" ¿ Có mo sabí as que era amor? " Me preguntó.

Observé la brisa cambiar de lugar su pelo suavemente, y sabí a que no tení a tiempo para fingir algo que en realidad no era.

" Bien", dije seriamente, " tú sabes que es amor cuando todo lo que quieres hacer es pasar el tiempo con la otra persona, y sabes que la otra persona se siente de la misma manera".

Jamie pensó en mi respuesta antes de sonreí r dé bilmente.

" Ya veo", dijo sin hacer mucho ruido. Esperé que ella añ adiera otra cosa, pero no lo hizo, y llegué a otra conclusió n repentina.

Jamie no podrí a haber tenido demasiada experiencia con chicos, pero a decir verdad, sabí a muy bien como manejar las situaciones.

Durante los pró ximos dos dí as, por alguna razó n, llevó su pelo con la dona otra vez.

En la ví spera de añ o nuevo llevé a Jamie a la cena. Fue la primera cita legí tima que habí amos tenido, y fuimos a un restaurante pequeñ o en la costa de Morread City, un lugar llamado Flauvin's. El Flauvin’s era esa clase de restaurante con manteles y velas y cinco diferentes piezas de vajilla de plata por asiento. Los camareros se vestí an de negro y blanco, de la misma manera que los mayordomos, y cuando uno miraba las ventanas gigantes que cubrí an la pared totalmente, se podí a observar la luz de la luna reflejarse cambiando de lugar en el agua despacio.

Habí a un pianista y un cantante, tambié n, no todas las noches o incluso los fines de semana, pero en dí as feriados cuando tocaban el sitio estarí a lleno. Tuve que hacer reservaciones, y la primera vez dijeron que estaban llenos, pero tuvo que llamarlos mamá, y cuando me di cuenta, algo habí a pasado. Supongo que el propietario necesitaba un favor de mi padre o algo así, o tal vez só lo no querí an hacerlo enfadar, sabiendo que mi abuelo todaví a estaba vivo y todo.

Fue en realidad la idea de mi mamá la de sacar a Jamie a algú n lugar especial. Hace un par de dí as, en uno de esos dí as en que Jamie llevaba su pelo con la dona, hablé con mi madre sobre las cosas por las que estaba pasando.

" Ella es todo en lo que pienso, mamá ", confesé. " Quiero decir, sé que le gusto, pero no sé si lo siente de la misma forma que yo lo hago".

" ¿ Significa tanto para ti? " Preguntó.

" Sí ", dije despacio.

" Bien, ¿ qué has intentado hasta ahora? ".

" ¿ Qué quieres decir mamá? ".

Mi mamá sonrí o. " Quiero decir que a las chicas jó venes como Jamie, les gusta que las hagan sentirse especiales".

Pensé en eso por un momento, un poco confundido. ¿ Eso no era lo que estaba tratando de hacer?

" Bueno, he estado yendo a su casa todos los dí as para visitarla", dije.

Mi mamá puso su mano sobre mi rodilla. Aunque no era una fenomenal ama de casa y me lo demostraba a veces, como dije antes era una dama realmente amable.

" Ir a su casa es una cosa bonita para hacer, pero no es la cosa má s romá ntica que hay. Debe hacer algo que la dejará saber có mo te sientes realmente por ella".

Mi mamá me sugirió comprar un poco de perfume, y aunque sabí a que Jamie serí a feliz al recibirlo, no me parecí a correcto. En primer lugar, debido a que Hegbert no permití a que ella llevara maquillaje – con la excepció n de la obra dramá tica de Navidad – era seguro que no podí a llevar perfume. Le dije a mamá sobre eso, y fue cuando habí a sugerido llevarla a la cena.

" No tengo mucho dinero", le dije con desaliento. Aunque mi familia era adinerada y me daban algú n dinero, nunca me dieron una gran cantidad sobre todo si lo gastaba rá pidamente. " Desarrolla la responsabilidad", decí a mi padre, explicá ndomelo alguna vez.

" ¿ Qué le pasó a tu dinero en el banco? ".

Suspiré, y mi madre se sentó en silencio mientras expliqué qué habí a hecho. Cuando terminé, una mirada de satisfacció n silenciosa cruzó su cara, como si ella, tambié n, supiera que estaba madurando definitivamente.

" Dé jame encargarme de eso", dijo suavemente. " Tú só lo tienes que encontrar algú n lugar a donde le gustarí a ir y si el Ministro Sullivan lo acepta. Y si ella puede, encontraremos una manera de hacerlo. Lo prometo".

Al dí a siguiente fui a la iglesia. Sabí a que Hegbert estarí a en su oficina. No habí a preguntado a Jamie aú n porque pensé que necesitarí a su permiso, y por alguna razó n querí a ser yo quien preguntara. Supongo que tení a que ver con el hecho de que Hegbert no me habí a estado dando la bienvenida con los brazos abiertos cuando la visité.

Siempre que me veí a llegando por el camino – é l como Jamie, tení a un sexto sentido sobre eso – é l echarí a una ojeada por las cortinas, entonces rá pidamente jalaba su cabeza detrá s de ellas, pensando que no lo habí a visto. Cuando tocaba, tomarí a un tiempo algo largo para que é l respondiera a la puerta, como si tuviera que venir desde la cocina. Me mirarí a por un momento largo, suspiraba profundamente y agitaba su cabeza antes de saludar definitivamente.

Su puerta estaba parcialmente abierta, y lo vi sentado detrá s de su escritorio, con sus lentes apoyados sobre su nariz. Estaba mirando algunos papeles – que parecí an de tipo financiero – y pensé que estaba tratando de calcular el presupuesto de la iglesia durante el siguiente añ o. Incluso los Ministros tení an facturas para pagar.

Toqué la puerta, y miró con interé s, como si esperara a otro miembro de la congregació n, luego arrugó su frente cuando vio que era yo.

" Hola reverendo Sullivan", dije corté smente. " ¿ Usted tiene un momento? ".

Parecí a incluso má s cansado de lo usual, y supuse que no se sentí a bien.

" Hola, Landon", dijo algo cansado.

Me habí a vestido formalmente para la ocasió n, a propó sito, con una chaqueta y corbata. " ¿ Puedo entrar? ".

Asintió con la cabeza ligeramente, y entré en la oficina. Me sugirió que me sentara en la silla enfrente de su escritorio.

" ¿ Qué puedo hacer por ti? " Preguntó.

Me acomodé nerviosamente en la silla. " Bien, señ or, pues querí a pedirle algo".

Me miró fijamente, estudiá ndome antes de que hablara definitivamente. " ¿ Tiene que ver con Jamie? " Preguntó.

Tomé una respiració n honda.

" Sí, señ or. Querí a preguntar si estarí a bien para usted si la llevara a una cena en la ví spera de añ o nuevo".

Suspiró. " ¿ Eso es todo? " Dijo.

" Sí, señ or", dije. " La llevaré a su casa a la hora que usted me lo pida".

Se quitó sus lentes y les pasó un trapo con su pañ uelo antes de poné rselos de nuevo. Podí a ver que estaba tardando un momento para pensarlo.

" ¿ Tus padres estará n con ustedes? " Preguntó.

" No, señ or".

" Entonces pienso que eso no será posible. Pero gracias por pedir mi permiso primero". É l volvió a mirar los papeles, poniendo en claro que era tiempo de que me fuera. Estuve de pie frente a mi silla y me dirigí hacia la puerta. Cuando estaba a punto de irme, volteé hacia é l otra vez.

" ¿ Reverendo Sullivan? ".

Miró hacia arriba, sorprendido de que todaví a estaba ahí. " Estoy arrepentido de todas esas cosas que solí a hacer cuando era má s joven, y siento tanto que no traté a Jamie siempre de la misma forma en que debí a haber sido tratada. Pero desde ahora, las cosas cambiará n. Le prometo eso".

Parecí a mirar directo a mí. Pero no era así.

" La quiero", dije definitivamente, y cuando lo dije, su atenció n se concentró en mí otra vez.

" Sé que así es", respondió tristemente, " pero no quiero verla herida". Aunque debo haberlo estado imaginando, pensaba que vi sus ojos empezar a lagrimear.

" No le harí a eso", dije.

Aparto su vista de mí y miró por la ventana, mirando cuando el sol de invierno trataba de forzar su camino a travé s de las nubes. Era un dí a gris, frí o y amargo.

" Regré sala a casa a las diez", definitivamente dijo, como si supiera que habí a tomado la decisió n equivocada.

Sonreí y buscaba la manera de agradecerle, aunque no lo hice. Podí a darme cuenta de que querí a estar solo. Cuando eché un vistazo por encima de mi hombro en mi camino hacia la puerta, pude ver que puso sus manos sobre su cara.

Pregunté a Jamie una hora despué s. La primera cosa que dijo era que no pensaba que podrí a ir, pero le dije que ya habí a hablado con su padre. Parecí a sorprendida, y pienso que eso tuvo un efecto en la manera có mo me vio despué s de eso. La ú nica cosa que no le dije era que miré como si Hegbert estuviera llorando cuando me dirigí a hacia la puerta de salida. No só lo no lo comprendí a completamente, no querí a que ella se preocupara. Esa noche, sin embargo, despué s de hablar con mamá otra vez, ella me dio una explicació n posible, y para ser sincero, tení a bastante sentido. Hegbert debe haber llegado a la comprensió n de que su hija estaba creciendo y que la estaba perdiendo frente a mí. En cierto modo, esperé que eso fuera verdadero.

La recogí a la hora acordada. Y aunque no le habí a pedido que soltara su cabello, lo habí a hecho para mí. En silencio condujimos sobre el puente, por la costa hasta el restaurante. Cuando llegamos al lugar, el mismo propietario apareció y nos llevó camino a nuestra mesa. Era uno de los mejores lugares en el sitio.

Estaba atestado ya para la hora en que llegamos, y por todas partes las personas se estaban divirtiendo. En el Añ o Nuevo las personas se vestí an a la moda, y é ramos los ú nicos dos adolescentes en el lugar. No pensaba que parecié ramos demasiado fuera de lugar, sin embargo.

Jamie nunca antes habí a estado en Flauvin's, y le tomó só lo algunos minutos para mirarlo todo. Parecí a nerviosamente feliz, y supe en ese instante que mamá habí a hecho la sugerencia correcta.

" Esto es maravilloso", me dijo. " Gracias por invitarme".

" Fue un placer", dije sinceramente.

" ¿ Haz estado aquí antes? ".

" Pocas veces. A mamá y papá les gusta venir aquí a veces cuando mi padre vuelve a casa de Washington". Miró por la ventana y observó fijamente un bote que estaba pasando por el restaurante, sus luces encendidas. Por un momento parecí a perdida en el asombro. " Es hermoso aquí ", dijo.

" No tanto como tú ", contesté. Jamie se ruborizó.

" Tú no crees eso".

" Sí ", dije cariñ osamente, " lo hago".

Sujetamos nuestras manos mientras esperamos la cena, y Jamie y yo hablamos de algunas de las cosas que habí an ocurrido en los ú ltimos meses. Se rí o cuando hablamos del baile de bienvenida, y admití la razó n por la que la habí a invitado en primer lugar. No tuvo una mala reacció n por eso – se habí a reí do de ello alegremente – y yo sabí a que ella ya lo habí a adivinado sola.

" ¿ Tú querrí as llevarme otra vez? " me dijo bromeando.

" Completamente".

La cena fue deliciosa – pedimos platillos de mar y ensaladas, y cuando el camarero retiró nuestros platos definitivamente, la mú sica se puso en marcha. Tení amos una hora antes de que tuviera que llevarla a su casa, y le ofrecí mi mano.

Al principio é ramos los ú nicos sobre la pista, todos mirá ndonos cuando bailá bamos. Pienso que supieron lo que sentí amos el uno por el otro, y les recordó cuá ndo eran jó venes tambié n. Podí a verlos sonreí r con nostalgia. Las luces eran tenues, y cuando el cantante empezó una melodí a lenta, la sujeté cerca de mí con los ojos cerrados, preguntá ndome si alguna vez algo en mi vida habí a sido tan perfecto y sabiendo al mismo tiempo que no lo habí a.

Estaba enamorado, y el presentimiento era incluso má s estupendo de lo que alguna vez imaginé que podí a ser.

Despué s del Añ o Nuevo pasamos la semana y medí a siguiente juntos, haciendo las cosas que las parejas jó venes hací an tiempo atrá s, aunque de vez en cuando parecí a cansada y lá nguida. Pasamos el tiempo por el rí o de Neuse, tirando piedras en el agua, mirando las ondas mientras hablá bamos, o í bamos a la playa cerca de Fort Macon.

Aunque era invierno, el océ ano era color acero, y era algo que ambos disfrutá bamos hacer. Despué s de una hora o un poco má s Jamie me pedirí a que la llevara a casa, y sujetarí amos nuestras manos en el auto. A veces, parecí a, que se quedarí a dormida antes de que llegá ramos a su casa mientras que otras veces echaba un torrente de plá tica que yo apenas y podí a conseguir decir unas palabras.

Por supuesto, pasar el tiempo con Jamie tambié n implicaba hacer las cosas que ella disfrutaba tambié n. Aunque no irí a a su clase de Biblia – no querí a parecer un idiota en frente de ella – visitamos el orfanato dos veces má s, y cada vez que fuimos allí, me sentí a como en casa. Una vez, sin embargo, habí amos tenido que partir temprano, porque le estaba dando una fiebre leve. Incluso a mis ojos sin tener ninguna clase de experiencia, era claro que su cara estaba colorada.

Nos besamos otras veces, aunque no todo el tiempo lo hací amos, y nunca pensé en tratar de llegar a segunda base. No habí a necesidad de hacerlo. Habí a algo bonito cuando la besaba, algo apacible y hermoso, y eso era suficiente para mí. Cuanto má s lo hací a, má s me di cuenta de que Jamie habí a sido malinterpretada su vida entera, no só lo por mí sino por todos.

Jamie no só lo era la hija del Ministro, alguien que leí a la Biblia e hizo su mayor esfuerzo para ayudar a otros. Jamie era tambié n una chica de diecisiete añ os con las mismas esperanzas y dudas que las demá s. Por lo menos, eso es lo que yo asumí, hasta que me lo dijo definitivamente.

Nunca olvidaré ese dí a por la forma tan silenciosa en que habí a estado, y tuve el gracioso sentir todo el dí a de que algo importante estaba en su mente.

La estaba acompañ ando a casa de regreso de la cafeterí a de Cecil el sá bado antes de que la escuela se pusiera en marcha otra vez, un dí a tempestuoso con un viento feroz y penetrante. Un norte habí a estado soplando desde la mañ ana anterior, y mientras caminamos, habí amos tenido que ir pegaditos de pie para mantenernos tibios. Jamie puso su brazo entrelazado con el mí o, y está bamos caminando despacio, incluso mucho má s despacio de lo usual, y pude distinguir que no se sentí a bien otra vez. No habí a querido ir conmigo debido al clima, pero yo la habí a invitado debido a mis amigos. Era el tiempo, recuerdo, en que ya sabí an lo de nosotros. El ú nico problema, como el destino lo querí a, era que nadie má s estaba en la cafeterí a de Cecil. Como en muchas comunidades costeras, las cosas eran silenciosas en medio del invierno.

Se quedaba callada cuando caminamos, y sabí a que estaba pensando en una manera de decirme algo. No esperaba que ella empezara la conversació n cuando lo hizo.

" Las personas piensan que soy extrañ a, no como ellos", dijo, rompiendo el silencio definitivamente.

" ¿ A quié n te refieres? " Pregunté, aunque sabí a la respuesta.

" Las personas en la escuela".

" No", mentí.

Besé su mejilla cuando la apreté un poco má s a mí. Hizo una mueca de dolor, y pude distinguir que la lastimaba de algú n modo.

" ¿ Está s bien? " Pregunté, interesado.

" Estoy bien", dijo, recuperando su serenidad y llevando las cosas por buen camino.

" ¿ Me harí as un favor, de todas maneras? ".

" Seguro", dije.

" ¿ Prometes decirme la verdad desde ahora? ¿ Me refiero a siempre? ".

" Sí ", dije.

Me paró repentinamente y me miró. " ¿ Está s mintié ndome ahora mismo? ".

" No", dije a la defensiva, preguntá ndome a dó nde estaba yendo todo eso. " Prometo que desde ahora, te diré la verdad siempre".

De algú n modo, cuando lo dije, sabí a que lo lamentarí a.

Empezamos a caminar otra vez. Cuando nos movimos por la calle, eché un vistazo a su mano, que estaba entrelazada con la mí a, y vi un moretó n grande justo debajo de su dedo anular. No tení a idea de dó nde habí a venido, ya que no estaba ahí el dí a anterior. Por un segundo pensaba que podrí a haber sido causado por mí, pero luego me di cuenta de que no la habí a tocado allí ni siquiera.

" Las personas piensan que soy extrañ a, ¿ no? " Preguntó otra vez.

Mi respiració n estaba saliendo en forma de nubes pequeñ as.

" Sí ", contesté. Me lastimó decirlo.

" ¿ Por qué? " Parecí a casi abatida.

Pensé en eso. " Las personas tienen razones diferentes", dije vagamente, haciendo todo lo posible para no ir demasiado lejos.

" ¿ Pero por qué, exactamente? ¿ Es debido a mi padre? ¿ O es porque trato de ser simpá tica con las personas? ".

No querí a meterme mucho con eso.

" Supongo", fue todo que pude decir. Me sentí a un poco mareado. Jamie parecí a desalentada, y caminamos un poco má s en silencio.

" ¿ Tu tambié n piensas que soy extrañ a? " Me preguntó.

La manera en que lo dijo hizo que me doliera má s que lo que pensaba. Está bamos casi en su casa antes de que la parara y la sujeté cerca de mí. La besé, y cuando nos separamos, ella miró al suelo.

Puse mi dedo debajo de su barbilla, levanté su cabeza y hacié ndola mirarme otra vez.

" Eres una persona estupenda, Jamie. Eres hermosa, eres amable, eres apacible… eres todo lo que me gustarí a ser. Si a las personas no les agradas, o piensan que eres extrañ a, entonces é se es su problema".

En el brillo grisá ceo de un dí a de invierno, podí a ver su labio inferior empezar a temblar. El mí o estaba haciendo la misma cosa, y me di cuenta de que mi corazó n tambié n se estaba acelerando repentinamente. Miré sus ojos, sonriendo con todo el sentimiento que tení a, sabiendo que no podí a mantener las palabras dentro por má s tiempo.

" Te amo, Jamie", le dije. " Eres lo mejor que alguna vez me ha pasado".

Fue la primera vez que habí a dicho esas palabras para otra persona ademá s de un miembro de mi familia inmediata. Cuando habí a imaginado decirlo a otra persona, habí a pensado de algú n modo que serí a difí cil, pero no lo fue. Nunca habí a estado má s seguro de algo.

Tan pronto como dije las palabras, sin embargo, Jamie inclinó su cabeza y empezó a llorar, inclinando su cuerpo en el mí o. Envolví mis brazos alrededor de ella, preguntá ndome qué habí a hecho mal. Era delgada, y me di cuenta por primera vez que mis brazos podí an dar vuelta alrededor de ella. Habí a perdido peso, incluso en la ú ltima semana y media, y recordé que apenas habí a tocado su comida antes. Continuó llorando en mi pecho lo que me parecí a mucho tiempo. No estaba seguro qué pensar, o incluso si ella sentí a lo mismo que yo. Aú n así, no lamentaba las palabras. La verdad es siempre la verdad, y acababa de prometerle que nunca le mentirí a otra vez.

" Por favor no digas eso", me dijo. " Por favor…".

" Pero eso siento", dije, pensando que no me habí a creí do.

Empezó a llorar incluso má s fuerte. " Lo siento", murmuró a travé s de sus sollozos disonantes. " Estoy tan, tan arrepentida…".

Mi garganta se puso seca repentinamente.

" ¿ Por qué lo sientes? " Pregunté, repentinamente desperado por comprender qué la estaba molestando.

" ¿ Es debido a mis amigos y lo que dirá n? No me preocupa má s – realmente no me importa". Estaba buscando entenderla, confundido y, sí – asustado.

Tomó otro momento largo para ella dejar de llorar, y entonces me miró. Me besó suavemente, casi de la misma manera que la respiració n en ese frí o invierno, pasó sus dedos sobre mi mejilla.

" No puedes estar enamorado de mí, Landon", dijo a travé s de ojos rojos e hinchados.

" Podemos ser amigos, podemos vernos… Pero no puedes amarme".

" ¿ Por qué no? " Grité roncamente, no comprendiendo nada de eso.

" Porque", dijo al fin y de manera muy baja, " estoy muy enferma, Landon".

La cosa era tan completamente extrañ a que no podí a comprender lo que estaba tratando de decir.

" ¿ Y eso qué? Só lo será n algunos dí as…".

Una sonrisa triste cruzó su cara, y supe justo entonces qué estaba tratando de decirme otra cosa.

Sus ojos nunca dejaron de mirar los mí os cuando dijo las palabras que aturdirí an mi alma definitivamente.

" Me estoy muriendo, Landon".

 



  

© helpiks.su При использовании или копировании материалов прямая ссылка на сайт обязательна.