Хелпикс

Главная

Контакты

Случайная статья





Capítulo 10



 

Lleve a Jamie a su casa desde el orfanato má s tarde esa noche. Al principio no estaba seguro si debí a hacer el viejo movimiento del bostezo y poner mi brazo alrededor de su hombro, pero para ser sincero, no sabí a exactamente que sentí a ella por mí. Es cierto, me habí a dado el obsequio má s estupendo que alguna vez habí a recibido, y aunque sabí a que nunca lo abrirí a y nunca lo leerí a como ella lo hizo, sabí a que era como si ella me hubiera dado una parte de sí misma. Pero Jamie era el tipo de persona que donarí a un riñ ó n a un desconocido a quien vio pasar por la calle, si lo necesitara realmente. Así que no estaba muy seguro de hacer eso.

Jamie me habí a dicho una vez que no era una tonta, y supongo que llegué a la conclusió n de que definitivamente no lo era. Ella tal vez era… pues, diferente… Pero creo que ella se imaginaba lo que yo habí a hecho por los hué rfanos, y miraba hacia atrá s, y pienso que lo sabí a incluso desde que está bamos sentados sobre el piso de su sala. Cuando lo habí a llamado un milagro, supongo que estaba hablando de mí especí ficamente.

Hegbert entró en la habitació n cuando Jamie y yo está bamos hablando de eso, lo recuerdo, pero no tení a mucho que decir realmente. El viejo Hegbert no habí a sido é l mismo ú ltimamente, por lo menos hasta donde yo me daba cuenta. ¡ OH!, sus sermones todaví a eran sobre el dinero, y todaví a hablaba de los fornicadores, pero ú ltimamente sus sermones eran má s breves de lo usual, y ocasionalmente pausarí a justo en el centro de uno y esa mirada extrañ a se producirí a en é l, un poco como sí estuviera pensando en otra cosa, algo triste.

No supe qué hacer, siendo que no la conocí a tan bien realmente.

Y Jamie, cuando hablaba de é l, era como si describiera a otra persona completamente distinta.

No podí a imaginar a Hegbert con sentido del humor era como imaginar dos lunas en el cielo.

Así que como sea, é l entró en la habitació n mientras contamos el dinero, y Jamie se puso de pie con esas lá grimas en sus ojos, y Hegbert parecí a que ni siquiera se daba cuenta de que yo estaba ahí. Le dijo que estaba orgulloso de ella y que la querí a, pero luego regreso a la cocina para continuar trabajando en su sermó n. No saludó ni siquiera. Ahora, yo sabí a que no habí a sido el chico má s espiritual entre los feligreses, pero todaví a encontraba su comportamiento un poco raro.

Cuando estaba pensando en Hegbert, eché un vistazo a Jamie sentada a lado de mí. Estaba mirando por la ventana con una expresió n tranquila sobre su cara, un poco sonriente, pero lejana al mismo tiempo. Sonreí. Tal vez estaba pensando en mí. Mi mano empezó a recorrer el asiento acercá ndose a la suya, pero antes de que la alcanzara, Jamie rompió el silencio.

" Landon", preguntó de repente cuando se volvió hacia mí, " ¿ Alguna vez haz pensado en Dios? ".

Jalé mi mano.

Ahora, cuando yo pensaba en Dios, me lo imaginaba de la misma manera que esas pinturas viejas que habí a visto en las iglesias – un gigante que se cerní a sobre el paisaje, llevando una bata blanca, con el pelo largo y ondeando, y que señ alaba al cielo con su dedo o algo como eso – pero sabí a que ella no estaba hablando de eso. Estaba hablando del plan del Señ or. Me tomó un momento responder.

" Sí ", dije. " A veces, lo hago".

" ¿ Alguna vez te preguntaste por qué las cosas tienen que pasar de la manera en que lo hacen? ".

Asentí con la cabeza con aire vacilante.

" He estado pensando mucho en eso ú ltimamente".

¿ Incluso má s de lo usual? Querí a preguntar, pero no lo hice. Podí a adivinar que tení a má s cosas que decir, y me quedé callado silencioso.

" Sé que el Señ or tiene un plan para todos nosotros, pero a veces, só lo no comprendo cual puede ser el mensaje. ¿ Eso alguna vez te ha pasado? ".

Dijo eso como si fuera algo en lo que pensara constantemente.

" Bien", dije, tratando de fanfarronear, " no pienso que se tan fá cil que podamos comprenderlo. Pienso que a veces só lo tenemos que tener fe".

Era una muy buena respuesta, lo admito. Supongo que mis sentimientos hacia Jamie estaban haciendo trabajar mi cerebro un poco má s rá pido de lo usual. Pude notar que ella estaba pensando en mi respuesta.

" Sí ", dijo finalmente, " tienes razó n".

Me sonreí a mí mismo y cambié el tema, desde cuando hablar de Dios era la cosa que hací a a una persona sentirse romá ntica.

" Tú sabes", dije con toda tranquilidad, " fue realmente lindo esta noche cuando está bamos sentados al lado del á rbol".

" Sí, lo fue", dijo. Su mente todaví a estaba en otro lado.

" Y te veí as realmente linda tambié n".

" Gracias".

Eso no estaba yendo demasiado bien.

" ¿ Puedo hacerte una pregunta? " Dije finalmente, con esperanzas tenerla de vuelta.

" Sí ", dijo. Tomé una respiració n honda.

" Despué s de la iglesia mañ ana, y, bueno… Despué s de que hayas pasado un poco de tiempo con tu padre… Digo…" Pausé y la miré. " ¿ Te agradarí a venir a casa para la cena de Navidad? ".

Aunque su cara todaví a estaba hacia la ventana, podí a ver los rastros dé biles de una sonrisa tan pronto como lo habí a dicho.

" Sí, Landon, me agradarí a mucho".

Suspiré con alivio, no creyendo lo que le habí a preguntado en realidad y todaví a preguntá ndome có mo habí a ocurrido todo eso. Conduje por las calles donde las ventanas fueron decoradas con luces de Navidad, y por la plaza de Beaufort. Un par de minutos má s tarde cuando a travé s del asiento tomé su mano, para así completar la noche perfecta, ella no la separó.

Cuando paramos en frente de su casa, las luces en la sala todaví a estaban encendidas y podí a ver a Hegbert detrá s de las cortinas. Supuse que estaba esperando despierto porque querí a escuchar có mo habí a sido la noche en el orfanato. Eso, o é l querí a asegurarse de que no besara su hija sobre el umbral. Sabí a que desaprobarí a eso.

Estaba pensando sobre eso – sobre como nos í bamos a despedir esa noche – cuando salimos del auto y nos dirigimos hacia la puerta. Jamie iba callada y contenta al mismo tiempo, y pienso que era feliz por que le habí a pedido que fuera el dí a siguiente a casa. Debido a que habí a sido tan lista como para saber lo qué habí a hecho para los hué rfanos, pensé que tal vez tambié n habí a sido lista como para darse cuenta del porque la invité al baile. En su mente, pienso que ella se dio cuenta de que esa era la primera vez en que le habí a pedido que se reuniera conmigo por propio gusto.

Justo cunado está bamos a unos pasos, vi a Hegbert echar una ojeada desde atrá s de las cortinas y esconder su cara. Como algunos padres, como los de Angela, por ejemplo, eso querí a decir que sabí an que uno estaba en casa y tení as aproximadamente otro minuto o poco má s antes de que abrieran la puerta. Por lo general esto daba a ambos el tiempo para quitarse los nervios y darse un beso. Pero eso por lo general tomaba má s tiempo.

Ahora yo no sabí a si Jamie me besarí a; a decir verdad, dudaba que lo hiciera. Pero con ella vié ndose tan bonita, con su pelo caí do y todo, y todo lo que habí a ocurrido esa noche, no querí a dejar pasar la oportunidad si se acercara. Podí a sentir las mariposas empezar a formarse en mi estó mago cuando Hegbert abrió la puerta.

" Los escuché llegar", dijo con voz un poco baja. Su piel tení a ese color amarillento, como de costumbre, pero parecí a cansado.

" Hola reverendo Sullivan", dije con desaliento.

" Hola, papá ", dijo Jamie con felicidad un segundo despué s. " Desearí a que pudieras haber venido esta noche. Fue estupendo".

" Estoy tan feliz por ti". Parecí a triste y luego aclaró su garganta.

" Les daré un poco de tiempo para decir buenas noches. Dejaré la puerta abierta para ti".

Dio media vuelta y se metió en la sala. En donde se sentó, sabí a que todaví a podí a vernos. Fingió estar leyendo, aunque no podí a ver qué estaba en sus manos.

" Hoy pasé una noche estupenda, Landon", dijo Jamie.

" Igual yo", contesté, sintiendo los ojos de Hegbert sobre mí. Me preguntaba si sabí a que habí a estado sujetando su mano durante el trayecto a casa.

" ¿ A qué hora debo ir mañ ana? " Preguntó.

La ceja de Hegbert se levantó só lo un poco.

" Vendré para llevarte. ¿ A las cinco está bien? ".

Miraba sobre su hombro. " Papá, ¿ me permitirí as visitar a Landon y sus padres mañ ana? ".

Hegbert se llevó su mano a sus ojos y empezó a frotarlos. Suspiró.

" Si es importante para ti, puedes ir", dijo.

No fue el má s conmovedor voto de confianza que habí a escuchado, pero bueno era suficientemente para mí.

" ¿ Qué debo llevar? " Preguntó. En el sur era una tradició n hacer esa pregunta siempre.

" No necesitas traer algo", contesté. " Te recogeré al cuarto para las cinco". Estuvimos de pie allí por un momento sin decir otra cosa, y pude ver que Hegbert se estaba poniendo un poco impaciente. No habí a pasado una pá gina del libro desde que habí amos estado parados allí.

" Te veré mañ ana", dijo definitivamente.

" Está bien", dije.

Echó un vistazo a sus pies por un momento, entonces me miró de nuevo. " Gracias por traerme a casa", dijo.

Con eso, dio media vuelta y caminó dentro. Pude ver una sonrisa leve a un lado de sus labios cuando echó una ojeada por la puerta, justo cuando estaba a punto de cerrar.

El dí a siguiente la recogí a la hora que quedamos y fue una grata sorpresa ver que su pelo estuviera suelto otra vez. Llevaba el sué ter que le habí a regalado, justo como lo habí a prometido.

Tanto mamá como papá estaban un poco sorprendidos cuando les habí a preguntado si estarí a bien si Jamie nos visitara para la cena. No era gran cosa – cuando papá estaba por aquí, mamá tendrí a a Helen, nuestra cocinera, para hacer suficiente comida como para un ejé rcito pequeñ o.

Supongo que no les habí a mencionado antes sobre la cocinera, creo. En nuestra casa tení amos una empleada y una cocinera, no só lo porque mi familia podí a permití rselos sino tambié n porque mi mamá no era la mejor ama de casa del mundo entero. Era má s o menos buena para hacer sá ndwiches para mi almuerzo de vez en cuando, pero habí a habido veces cuando la mostaza mancharí a sus uñ as, y tardarí a al menos tres o cuatro dí as hablando de eso. Sin Helen habrí a crecido comiendo puré de papas quemadas y filete tostado. Mi padre, afortunadamente, se habí a dado cuenta de eso tan pronto como se casaron, y tanto la cocinera como la empleada habí an estado con nosotros desde antes de que yo hubiera nacido.

Aunque nuestra casa era má s grande que la mayorí a, no era un palacio o algo, y ni la cocinera ni la empleada vivieron con nosotros porque no tení amos habitaciones para la servidumbre o eso. Mi padre habí a comprado la casa debido a su valor histó rico. Aunque no fue la casa donde Barba Negra habí a vivido una vez, que habrí a sido má s interesante para alguien como yo, la nuestra era una de las casas de Richard Dobbs Spaight, que habí a firmado la Constitució n. Spaight poseí a una granja fuera de New Bern, que estaba aproximadamente a 60 kiló metros de aquí, y que era donde fue enterrado. Nuestra casa no podrí a haber sido tan famosa como donde Dobbs Spaight fue enterrado, pero todaví a daba algo de que presumir a mi padre en los salones del congreso, y siempre que caminaba por el jardí n, podí a verlo soñ ar con el legado que querí a dejar. En cierto modo me puso triste, porque no importaba que hiciera, nunca superarí a al viejo Richard Dobbs Spaight.

Los eventos histó ricos como firmar la Constitució n llegan solamente unas pocas veces cada algunos cientos de añ os, y no importa como lo intentes, es difí cil ser de los pocos privilegiados.

Incluso alguien como yo sabí a eso.

La casa estaba en el Registro Histó rico Nacional – sigue ahí, supongo – y aunque Jamie habí a estado ahí una vez, todaví a estaba un poco impresionada cuando caminó dentro. Mi madre y padre estaban tan bien vestidos, como yo, y mi madre le dio un beso a Jamie en la mejilla. Mi madre habí a marcado un tanto antes de que yo lo hiciera, no podí a dejar de pensarlo cuando la observé hacerlo.

Tuvimos una buena cena, bastante formal con cuatro platillos, aunque no estaba lleno ni nada. Mis padres y Jamie llevaban una buena conversació n y aunque traté de inyectar mi propio sentido del humor, no fue recibido demasiado bien, por lo menos no por mis padres. Jamie, sin embargo, se reirí a, y tomé eso como una buena señ al.

Despué s de la cena invité a Jamie a caminar alrededor del jardí n, aunque era invierno y nada estaba floreciendo. Despué s de ponernos nuestros abrigos, caminamos en el aire de invierno helado. Podí a ver nuestras respiraciones convertirse en nubes pequeñ as.

" Tus padres son personas estupendas", me dijo. Supongo que no llevaba los sermones de Hegbert en el corazó n.

" Son agradables", respondí, " muy a su manera. Mi mamá es especialmente amable". Dije eso no só lo porque era verdadero sino tambié n porque fue la misma cosa que los niñ os dijeron sobre Jamie.

Paró para mirar los rosales. Parecí an palos retorcidos, y no supe qué le interesaba de ellos.

" ¿ Es verdad lo de tu abuelo? " Me preguntó. " ¿ Las historias que las personas cuentan? ".

" Sí ", dije, tratando de no mostrar mi decepció n.

" Eso es triste", dijo de manera sencilla. " Hay má s en la vida que el dinero".

" Lo sé ".

Me miró. " ¿ Tú lo haces? ".

No pude mirarla a los ojos cuando respondí. No me pregunten por qué.

" Sé que lo que mi abuelo hizo estuvo mal".

" ¿ Pero no quieres arreglarlo, verdad? ".

" No he pensado en eso realmente, para serte sincero".

" ¿ Lo harí as? "

No respondí de momento, y Jamie volteó hacia otro lado. Estaba mirando fijamente los rosales con sus palos retorcidos otra vez, y me di cuenta de que habí a querido que yo dijera que sí. Es lo que debí haber hecho sin pensarlo dos veces.

" ¿ Por qué haces cosas así? " Le solté antes de que me arrepintiera, la sangre entraba precipitadamente en mis mejillas. " Hacerme sentir culpable, quiero decir. No fui yo quien lo hizo. Só lo nací en esta familia".

Extendió la mano y tocó una secció n. " Eso no quiere decir que tú no puedas repararlo", dijo suavemente, " cuando tengas la oportunidad".

Su punto estaba claro, incluso para mí, y en el fondo sabí a que tení a razó n. Pero esa decisió n, si alguna vez la tomara, me llevarí a mucho tiempo. A mi manera de pensar, tení a cosas má s importantes en mi mente. Cambié el tema a algo que podrí a interesarme má s.

" ¿ A tu padre le agrado? " Pregunté. Querí a saber si Hegbert permitirí a que yo la viera otra vez.

Tardó un momento para responder.

" Mi padre", dijo despacio, " se preocupa mucho por mí ".

" ¿ No todos los padres lo hacen? " Pregunté.

Miró sus pies, y luego otra vez se volvió hacia mí. " Pienso que con é l, es diferente que con la mayorí a. Pero a mi padre le agradas, y sabe que me hace feliz verte. Esa es la razó n por la que me dejó venir a tu casa a cenar esta noche".

" Me alegro que le agrade", dije, convencido.

" A mi tambié n".

Nos miramos bajo la luz de una luna creciente, y casi la besé justo en ese momento, pero ella se apartó y dijo algo que me confundió.

" Mi padre se preocupa por ti, tambié n, Landon". La manera en que lo dijo – fue suave y triste al mismo tiempo – me dejó saber que no era simplemente porque pensaba que era irresponsable, o que me escondí a detrá s de los á rboles y le gritaba cosas, o incluso que era un miembro de la familia Carter.

" ¿ Por qué? " Pregunté.

" Por la misma razó n que yo lo hago", dijo. No aclaró nada má s, y entonces supe que ella me estaba ocultando algo, algo que no podí a decirme, algo que la puso triste. Pero fue hasta má s tarde que supe su secreto.

Estar enamorado de una niñ a como Jamie Sullivan era sin una duda la cosa má s extrañ a que alguna vez me habí a pasado. No só lo por que era una niñ a en la que nunca habí a pensado antes de ese añ o – aunque habí amos crecido juntos – pero habí a algo diferente en la manera en que mis sentimientos hacia ella se desarrollaron. Eso no era como estar con Angela, a quien habí a besado por primera vez en la primera vez que habí a estado solo con ella. Todaví a no habí a besado a Jamie. No la habí a abrazado ni la habí a llevado a comer con Cecil o incluso a ver una pelí cula siquiera. No habí a hecho ningunas de las cosas que normalmente hice con otras chicas, pero de algú n modo me habí a enamorado.

El problema fue, que todaví a no sabí a lo que ella sentí a por mí.

¡ OH! sí, habí a algunas señ ales, y no habí an pasado desapercibidas para mí. La Biblia era, por supuesto, la má s clara, pero tambié n era la manera en que me habí a mirado cuando habí a cerrado la puerta en la Nochebuena, y que me habí a dejado sujetar su mano en el orfanato. A mi manera de pensar definitivamente habí a algo ahí – só lo que no estaba muy seguro de cual serí a el pró ximo paso.

Cuando la llevaba a su casa despué s de la cena de Navidad, le habí a preguntado si estarí a bien si la visitara de vez en cuando, y habí a dicho que estarí a bien. Fue exactamente có mo lo habí a dicho – " Eso estarí a bien". No tomé la carencia de entusiasmo como algo personal – Jamie tení a la costumbre hablar como un adulto, y yo pensaba que era por qué pasaba la mayor parte de su tiempo con personas adultas, y pienso que por eso ella tambié n se expresaba como un adulto.

Al dí a siguiente fui caminando a su casa, y la primera cosa que notaba era que el automó vil de Hegbert no estaba en la entrada. Cuando respondió a la puerta, sabí a perfectamente que no tení a ni que preguntar si podí a entrar.

" Hola, Landon", dijo cuando abrió, como si fuera una sorpresa verme.

Otra vez su pelo estaba suelto, y tomé eso como una señ al positiva.

" Hola, Jamie", dije con toda tranquilidad.

Ella hizo señ as a las sillas. " Mi padre no está en casa, pero podemos sentarnos sobre el pó rtico si lo deseas…".

No me pregunten có mo ocurrió, porque todaví a no puedo explicarlo. Un segundo estaba de pie allí en frente de ella, esperando ir caminando a un lado del pó rtico, y al pró ximo segundo no lo estaba. En lugar de dirigirme hacia las sillas, di un paso má s cerca de ella y busqué su mano para tomarla. La tome de la mano y la miré, movié ndome só lo un poquito má s cerca. Ella no se hizo para atrá s, pero sus ojos se abrieron só lo un poquito, y por solo un momento, parpadeé un poco y pensaba que habí a hecho la cosa equivocada y me debatí si llegar má s lejos. Me detuve y sonreí, y me dispuse a inclinar mi cabeza, y la pró xima cosa que pasó fue que habí a cerrado sus ojos y estaba inclinando su cabeza tambié n, y que nuestras caras se estaban moviendo acercá ndose má s.

No habí a pasado mucho tiempo, y no era esa clase de beso que ustedes ven en las pelí culas en estos dí as, pero era estupendo en cierta manera, y todo lo que puedo acordarme de aquel momento es cuando nuestros labios se tocaron por vez primera, sabí a que ese recuerdo durarí a para siempre.

 



  

© helpiks.su При использовании или копировании материалов прямая ссылка на сайт обязательна.