Хелпикс

Главная

Контакты

Случайная статья





La reina en el palacio de las corrientes de aire 5 страница



—їQuiйn se encargarб de la investigaciуn de Salander?

—No lo sй. Supongo que la historia de Gosseberga le corresponde en primer lugar a Gotemburgo. Pero seguro que le encargan a alguien de Estocolmo que instruya el caso para procesarla.

—Entiendo. їQuй te juegas a que se la dan a la Sдpo?

Ella negу con la cabeza.

Poco antes de Alingsеs, Mikael se inclinу hacia ella.

—Sonja... creo que ya sabes cуmo acabarб todo esto. Si la historia de Zalachenko sale a la luz, estallarб un escбndalo de enormes dimensiones. Activistas de la Sдpo han colaborado con un psiquiatra para encerrar a Salander en el manicomio. Lo ъnico que pueden hacer es aferrarse a la afirmaciуn de que Lisbeth Salander estб loca de verdad y que su ingreso forzoso en 1991 estuvo justificado.

Sonja Modig hizo un gesto afirmativo.

—Voy a hacer todo lo que estй en mi mano para impedir que se salgan con la suya. Yo digo que Lisbeth Salander estб tan cuerda como tъ o como yo. Rara, eso sн, pero sus facultades mentales resultan incuestionables.

Sonja Modig volviу a asentir. Mikael hizo una pausa y la dejу asimilar lo que le acababa de comentar.

—Me harнa falta alguien de dentro en quien poder confiar —dijo.

Sus miradas se cruzaron.

—Yo no tengo competencia para decidir si Lisbeth Salander estб psнquicamente enferma o no —contestу ella.

—No, pero sн la tienes para evaluar si se han cometido contra ella abusos judiciales o no. —їY quй me propones?

—No pretendo que delates a tus colegas, pero si descubres que Lisbeth va a ser nuevamente objeto de una vulneraciуn de sus derechos, quiero que me lo comuniques.

Sonja Modig permaneciу callada.

—No quiero que me largues detalles que tengan que ver con aspectos tйcnicos de la investigaciуn ni nada por el estilo. Actъa segъn tu propio criterio. Pero necesito saber lo que va a pasar con el proceso judicial de Lisbeth Salander.

—No se me ocurre mejor idea para que me echen del cuerpo.

—Serбs una fuente. Jamбs revelarй tu nombre ni te meterй en un aprieto.

Sacу un cuaderno y escribiу una direcciуn de correo.

—Esta es una direcciуn de Hotmail anуnima. Si quieres contarme algo, utilнzala. No uses tu correo particular, ni el oficial. Te recomiendo que crees una cuenta temporal de Hotmail.

Ella cogiу el papel y se lo metiу en el bolsillo interior de su americana. No le prometiу nada.

 

 

Una llamada de telйfono despertу al inspector Marcus Erlander a las siete de la maсana del sбbado. Oyу unas voces en la tele y percibiу un aroma a cafй reciйn hecho procedente de la cocina, donde su mujer acababa de ponerse con las tareas matutinas. Erlander habнa regresado a su piso de Mуlndal a la una de la madrugada, asн que llevaba durmiendo poco mбs de cinco horas, despuйs de haber trabajado durante casi veintidуs. En consecuencia, no se sentнa en absoluto descansado cuando alargу la mano para coger el telйfono.

—Mбrtensson, del grupo de bъsquedas, turno de noche. їEstбs ya despierto?

—No —contestу Erlander—. Lo que estoy es dormido. їQuй pasa?

—Hay novedades. Han encontrado a Anita Kaspersson.

—їDуnde?

—Justo en las afueras de Seglora, al sur de Borеs.

Erlander visualizу el mapa en su cabeza.

—Se dirige hacia el sur —dijo—. Por las carreteras comarcales. Debe de haber cogido la 180 por Borеs y girado hacia el sur. їHemos avisado a Malmц?

—Y a Helsingborg, Landskrona y Trelleborg. Incluso a Karlskrona. Y tampoco podemos olvidarnos de los ferris que van al este.

Erlander se levantу y se frotу el cuello.

—Nos lleva casi veinticuatro horas de ventaja. Puede que ya haya salido del paнs. їCуmo dieron con Kaspersson?

—Empezу a llamar a golpes a la puerta de un chalet de la entrada de Seglora. —їQuй?

—Que empezу a llamar a golpes a...

—Sн, ya te he oнdo. їQuieres decir que vive?

—Perdona. Estoy cansado y no me expreso con mucha claridad. Anita Kaspersson entrу en Seglora dando tumbos a las 3.10 de la madrugada, empezу a darle patadas a la puerta de un chalet y asustу a una familia con niсos que se hallaba durmiendo. Iba descalza, estaba completamente congelada y llevaba las manos atadas a la espalda. Ahora mismo se encuentra ingresada en el hospital de Borеs. Su marido estб allн con ella.

—ЎJoder! Todos habнamos dado por descontado que no la encontrarнan con vida.

—A veces la vida te da sorpresas.

—Muy gratas.

—Bueno, ahora vienen las malas noticias. La jefa adjunta de la policнa, Spеngberg, lleva aquн desde las cinco de la maсana. Ha ordenado que te despiertes inmediatamente y que vayas a Borеs para interrogar a Kaspersson.

 

 

Como era sбbado por la maсana, Mikael supuso que la redacciуn de Millennium se encontrarнa vacнa. Llamу a Christer Malm cuando el X2000 pasу el puente de Бrsta para preguntarle a quй se debнa su SMS.

—їHas desayunado? —quiso saber Christer Malm.

—Uno de esos desayunos de tren.

—Vale. Pбsate por casa y te prepararй algo mбs consistente.

-—їDe quй se trata?

—Te lo contarй cuando vengas.

Mikael cogiу el metro hasta Medborgarplatsen y caminу hasta Allhelgonagatan. Fue el novio de Christer, Arnold Magnusson, quien le abriу la puerta. Por mucho que lo intentara, Mikael no podнa librarse de la sensaciуn de que se encontraba frente a un cartel publicitario: Arnold Magnusson habнa estado en el Real Teatro Dramбtico y era uno de los actores mбs solicitados de Suecia. Siempre le resultaba raro verlo en carne y hueso. Mikael no solнa dejarse impresionar por gente famosa, pero Arnold Magnusson tenнa un aspecto tan caracterнstico y estaba tan vinculado a ciertos papeles del cine y de la televisiуn —en particular el del colйrico pero justo comisario Gunnar Frisk de una serie televisiva muy popular— que Mikael siempre esperaba que Arnold se comportara como el poli de la tele.

—Hola, Micke —saludу Arnold.

—Hola —respondiу Mikael.

—En la cocina —dijo Arnold, dejбndolo entrar.

Christer Malm sirviу cafй y gofres reciйn hechos con confitura de moras boreales.

Se le hizo la boca agua incluso antes de que le diera tiempo a sentarse y se abalanzу sobre el plato. Christer Malm le preguntу por lo acontecido en Gosseberga. Mikael resumiу los detalles. Hasta que no se comiу el tercer gofre no se le ocurriу preguntar quй sucedнa.

—Ha surgido un pequeсo problema en Millennium mientras tъ estabas en Gotemburgo —dijo Christer.

Mikael arqueу las cejas. —їQuй pasa?

—Nada serio. Erika Berger ha sido nombrada redactora jefa del Svenska Morgуn-Posten. Ayer fue su ъltimo dнa en Millennium.

Mikael se quedу paralizado, con un gofre a medio camino entre el plato y la boca. Tardу varios segundos en comprender y asimilar por completo la importancia del mensaje.

—їY por quй no nos lo ha dicho? —preguntу finalmente.

—-Porque primero te lo querнa contar a ti, pero como hace unas cuantas semanas que andas corriendo de un lado para otro no ha visto el momento. Sin duda habrб pensado que ya tenнas bastante con la historia de Salander. Y como querнa comunicбrtelo a ti en primer lugar, no nos ha dicho nada a los demбs y los dнas han ido pasando... En fin... De buenas a primeras se ha visto metida en una situaciуn que le ha provocado un cargo de conciencia de la hostia y se ha sentido fatal. Y nosotros sin enterarnos...

Mikael cerrу los ojos.

—ЎMierda! —dijo.

—Ya... El caso es que tъ has sido el ъltimo en saberlo. Yo querнa ponerte al corriente para que entendieras lo que ha pasado y no pensaras que hemos actuado a tus espaldas.

—No, tranquilo; їcуmo voy a pensar eso? ЎDios mнo! Me alegro un montуn por ella si quiere trabajar para el SMP... pero їquй cono vamos a hacer ahora en la redacciуn?

—A partir del prуximo nъmero, Malin serб la redactora jefe en funciones.

—їMalin?

—A no ser que quieras tъ el puesto... —ЎJoder, no! En absoluto.

—Ya me lo imaginaba. De modo que Malin serб la redactora jefe.

—їY quiйn ocuparб su lugar?

—Henry Cortez serб el nuevo secretario de redacciуn. Lleva cuatro aсos con nosotros y ya no es precisamente un becario inexperto.

Mikael meditу las propuestas.

—їTengo algo que decir al respecto? —preguntу.

—No —contestу Christer Malm.

Mikael soltу una seca carcajada.

—Vale. Que sea como vosotros habйis decidido. Malin es dura, aunque insegura. Henry es demasiado impulsivo. Habrб que vigilarlos.

—Eso es, los vigilaremos.

Mikael se quedу en silencio. Pensу en lo tremendamente vacнa que se quedarнa la redacciуn sin Erika y en lo que pasarнa con la revista en el futuro.

—Tengo que llamar a Erika y...

—No, no la llames.

—їPor quй?

—Porque esta noche la pasa en la redacciуn. Mejor vas y la despiertas.

Mikael encontrу a una Erika Berger profundamente dormida en el sofб cama de su despacho. Habнa pasado la noche vaciando las estanterнas y recogiendo de su mesa sus pertenencias y los papeles que querнa guardar. Llenу cinco cajas. Antes de entrar, Mikael la contemplу un largo rato desde la puerta. Se sentу en el borde de la cama y la despertу.

—Ya que has decidido quedarte por aquн, їpor quй diablos no te vas a dormir a mi casa? —le preguntу.

—Hola, Mikael —dijo ella.

—Christer me lo ha contado.

Ella empezу a decir algo cuando йl se inclinу y la besу en la mejilla.

—їEstбs enfadado?

—Mucho —contestу йl secamente.

—Perdуname. Es que no podнa decir que no. Pero me siento fatal; es como si os dejara con la mierda hasta el cuello en el peor momento.

—No creo que yo sea la persona mбs adecuada para criticarte por abandonar el barco. Hace dos aсos yo tambiйn me marchй de aquн y te dejй sola con toda la mierda en una situaciуn considerablemente mбs complicada que la de ahora.

—Son cosas distintas: tъ te tomaste un descanso; yo me voy para siempre y te lo he ocultado. Lo siento muchнsimo.

Mikael permaneciу callado un instante. Luego le mostrу una pбlida sonrisa.

—Cuando llega la hora, llega la hora. A woman's gotta do what a woman's gotta do and all that crap.

Erika sonriу. Eran las mismas palabras que ella le soltу cuando йl se fue a Hedeby. Mikael extendiу la mano y le alborotу el pelo amistosamente.

—Entiendo que quieras dejar esta casa de locos, pero que quieras ocupar un puesto de jefa en el periуdico mбs soso, carca y machista de toda Suecia me llevarб algъn tiempo asimilarlo.

—Hay bastantes chicas que trabajan allн.

—Bah. Йchale un vistazo a la pбgina de Opiniуn. De los tiempos de Maricastaсa. Hay que ser masoca... їVamos a tomar un cafй?

Erika se incorporу.

—Me tienes que contar lo que pasу anoche en Gotemburgo.

—Estoy escribiйndolo —dijo Mikael—. Pero se va a armar una autйntica guerra cuando lo publiquemos.

—Cuando lo publiquemos no, cuando lo publiquйis.

—Ya lo sй. Lo sacaremos cuando empiece el juicio. Supongo que no te llevarбs la historia al SMP. La verdad es que quiero que escribas algo sobre la historia de Zalachenko antes de que dejes Millennium.

—Micke, yo...

—Tu ъltimo editorial. Puedes escribirlo cuando te dй la gana. Pero lo mбs probable es que no se publique antes del juicio, sea cuando sea...

—No sй si es una buena idea. їDe quй debe tratar?

—De la moral —contestу Mikael Blomkvist—. Y del hecho de que uno de nuestros colaboradores haya sido asesinado porque hace quince aсos el Estado no hizo su trabajo.

No necesitaba mбs explicaciones; Erika Berger sabнa exactamente quй tipo de editorial querнa Mikael. Lo meditу un momento. Lo cierto era que ella estaba de redactora jefe cuando asesinaron a Dag Svensson. De repente, se sintiу mucho mejor.

—De acuerdo —asintiу—. Mi ъltimo editorial.


Capнtulo 4

Sбbado, 9 de abril — Domingo, 10 de abril

 

A la una del mediodнa del sбbado, la fiscal Martina Fransson de Sцdertдlje dejу de darle vueltas al tema. El cementerio del bosque de Nykvarn era un terrible caos y el departamento criminal habнa acumulado ya una enorme cantidad de horas extra desde ese miйrcoles en el que Paolo Roberto combatiу con Ronald Niedermann en aquel almacйn. Se trataba de, al menos, tres asesinatos de personas que luego fueron enterradas por los alrededores, secuestro con violencia y graves malos tratos de Miriam Wu, la amiga de Lisbeth Salander, y, por ъltimo, delito de incendio. A lo de Nykvarn habнa que sumarle el incidente de Stallarholmen —localidad que, en realidad, pertenecнa al distrito policial de Strбngnбs, en la provincia de Sцdermanland—, en el cual Carl-Magnus Lundin, de Svavelsjц MC, constituнa una pieza clave. En esos momentos, Lundin se hallaba ingresado en el hospital de Sцdertдlje con un pie escayolado y una barra de acero en la mandнbula. En cualquier caso, todos los delitos quedaban bajo la responsabilidad de la policнa regional, lo que significaba que serнa Estocolmo quien pronunciarнa la ъltima palabra.

El viernes se celebrу la vista oral y se dictу prisiуn preventiva. No habнa duda: Lundin estaba vinculado a Nykvarn. Al final quedу claro que el almacйn pertenecнa a la empresa Medimport, que a su vez era propiedad de Anneli Karlsson, de cincuenta y dos aсos de edad y residente en Puerto Banъs, Espaсa. Era prima de Magge Lundin, no se le conocнan antecedentes penales y parecнa, mбs bien, haber hecho de tapadera.

Martina Fransson cerrу la carpeta del sumario. Todavнa se encontraba en su fase inicial y serнa completado con unos cuantos centenares de pбginas mбs antes de que llegara la hora del juicio. Pero ya en ese momento, Martina Fransson se verнa obligada a tomar una decisiуn con respecto a algunas cuestiones. Mirу a sus colegas.

—Tenemos suficientes pruebas para dictar auto de procesamiento contra Lundin por haber participado en el secuestro de Miriam Wu. Paolo Roberto lo ha identificado como el hombre que conducнa la furgoneta. Tambiйn dictarй prisiуn preventiva por presunta implicaciуn en el delito de incendio. Para procesarlo por participaciуn en los homicidios de las tres personas desenterradas, esperaremos por lo menos a que las identifiquen.

Los policнas asintieron. Era la informaciуn que estaban esperando.

—їQuй hacemos con Sonny Nieminen?

Martina Fransson buscу a Nieminen entre la documentaciуn que se encontraba sobre la mesa.

—Es un seсor con un curriculum impresionante. Robo, tenencia ilнcita de armas, malos tratos, graves malos tratos, homicidio y trбfico de estupefacientes. Fue detenido en compaснa de Lundin en Stallarholmen. Estoy completamente convencida de su implicaciуn: lo contrario serнa inverosнmil. Pero el problema es que no tenemos nada que le podamos atribuir.

—Dice que nunca ha estado en el almacйn de Nykvarn y que sуlo acompaсу a Lundin a dar una vuelta con las motos —aсadiу el inspector responsable de la investigaciуn de Stallarholmen para la policнa de Sцdertдlje—. Sostiene que no tenнa ni idea de lo que iba a hacer Lundin en Stallarholmen.

Martina Fransson se preguntу si habrнa alguna manera de pasarle ese asunto al fiscal Richard Ekstrцm, de Estocolmo.

—Nieminen se niega a hacer declaraciones sobre lo ocurrido, pero niega tajantemente haber participado en ninguna actividad delictiva —aclarу el inspector.

—No, la verdad es que mбs bien parece que las vнctimas del delito de Stallarholmen han sido Lundin y йl —soltу Martina Fransson, tamborileando irritadamente sobre la mesa con las yemas de los dedos.

—Lisbeth Salander —aсadiу con aparente duda en la voz—. A ver, estamos hablando de una chica que ni siquiera tiene pinta de haber entrado en la pubertad, que mide un metro y medio y que ni de lejos posee la fuerza que se necesitarнa para dominar a Nieminen y Lundin.

—Si no fuera armada... Con una pistola puede compensar en gran medida su frбgil constituciуn.

—Ya, pero no encaja muy bien en la reconstrucciуn de los hechos.

—No. Ella utilizу gas lacrimуgeno. A continuaciуn, le dio un puntapiй a Lundin en toda la entrepierna y, acto seguido, otro en la cara, ambos con tanta rabia que el primero le reventу un testнculo y el segundo le rompiу la mandнbula. El tiro que le pegу en el pie debiу de producirse despuйs del maltrato. Pero me cuesta creer que fuera ella la que iba armada.

—El laboratorio ha identificado el arma con la que se disparу a Lundin. Es una P-83 Wanad polaca con municiуn Makarov. Fue encontrada en Gosseberga, en las afueras de Gotemburgo, y tiene las huellas dactilares de Salander. Podemos dar prбcticamente por sentado que fue ella quien la llevу a Gosseberga.

—Ya, pero el nъmero de serie demuestra que la pistola fue sustraнda hace cuatro aсos en el robo en una armerнa de Orebro. Pillaron al culpable poco tiempo despuйs, pero para entonces ya se habнa deshecho de las armas. Resultу ser toda una promesa local: un tipo con problemas de droga que se movнa en los cнrculos de Svavelsjц MC. A mн me convence mбs endosarle la pistola a Lundin o a Nieminen.

—Lo que tal vez ocurriera es, simplemente, que Lundin llevase la pistola, que Salander intentara quitбrsela y que se disparara por accidente y le diese en el pie. Quiero decir que, en cualquier caso, la intenciуn de Salander no era matarlo, ya que, de hecho, sigue con vida.

—O que tal vez le pegara un tiro en el pie por puro sadismo. ЎYo quй sй! Pero їcуmo se las arreglу con Nieminen? El no presenta daсos visibles.

—La verdad es que sн: tiene dos pequeсas quemaduras en el tуrax.

—Yo dirнa que producidas por una pistola elйctrica.

—Asн que hemos de suponer que Salander iba armada con una pistola elйctrica, gas lacrimуgeno y una pistola. їCuбnto pesarб todo eso?... No, yo estoy bastante convencida de que Lundin o Nieminen llevaban el arma y de que ella se la quitу. Lo que ocurriу exactamente cuando Lundin recibiу el disparo no lo podremos aclarar del todo hasta que alguno de los implicados hable.

—Vale.

—En fin, la situaciуn actual es la siguiente: dictarй prisiуn preventiva para Lundin por las razones que mencionй antes. En cambio, contra Nieminen no tenemos nada de nada. Asн que pienso ponerlo en libertad esta misma tarde.

Sonny Nieminen estaba de un humor de perros cuando abandonу el calabozo de la jefatura de policнa de Sцdertдlje. Tenнa ademбs la boca tan seca que su primera parada fue un quiosco donde comprу una Pepsi que se bebiу allн mismo. Tambiйn se llevу un paquete de Lucky Strike y una cajita de Gцteborgs rapй. Abriу el mуvil, comprobу el estado de la baterнa y luego marcу el nъmero de Hans-Еke Waltari, de treinta y tres aсos de edad y Sergeant at Arms de Svavelsjц MC, el nъmero tres, por lo tanto, en la jerarquнa interna. Sonу cuatro veces antes de que Waltari se pusiera.

—Nieminen. He salido.

—Felicidades.

—їDуnde estбs?

—En Nykцping.

—їY quй cono haces en Nykцping?

—Cuando os detuvieron a ti y a Magge, tomamos la decisiуn de estarnos quietecitos hasta que supiйramos con mбs exactitud cуmo andaban las cosas.

—Bueno, ya sabes cуmo andan las cosas. їDуnde estбn los demбs?

Hans-Еke Waltari le dijo dуnde se encontraban los restantes cinco miembros de Svavelsjц MC. La explicaciуn no tranquilizу ni contentу a Sonny Nieminen.

—їY quiйn cono se encarga de los negocios mientras vosotros os escondйis como gallinas?

—Eso no es justo. Tъ y Magge os metйis en un puto curro del que no tenemos ni idea y, de buenas a primeras, os veis implicados en un tiroteo con esa jodida tнa a la que busca todo quisquн, y a Magge le pegan un tiro y a ti te detienen. Y luego los maderos se ponen a desenterrar cadбveres en nuestro almacйn de Nykvarn.

—Y empezamos a preguntarnos si Magge y tъ nos habйis ocultado algo a los demбs.

—їY quй cojones se supone que es? Oye, que conste que somos nosotros los que conseguimos los curros.

—Ya, pero a mн no se me ha dicho ni jota de que el almacйn fuera tambiйn un cementerio. їQuiйnes son los muertos?

Sonny Nieminen estuvo a punto de soltar una cбustica rйplica, pero se contuvo. Aunque Hans-Еke Waltari era gilipollas y bastante corto, la situaciуn no era la mбs idуnea para ponerse a discutir con йl; ahora se trataba de reunir a las fuerzas rбpidamente. Ademбs, despuйs de haberse pasado cinco interrogatorios negбndolo todo, no resultaba demasiado inteligente por su parte anunciar a bombo y platillo por el mуvil, a doscientos metros de la comisarнa, que tenнa informaciуn sobre el tema.

—A la mierda los muertos —dijo—. De eso no sй nada. Pero Magge estб metido hasta el cuello en toda esa mierda. Pasarб una temporadita en el trullo y en su ausencia yo serй el jefe.

—De acuerdo. їY ahora quй? —preguntу Waltari.

—їQuiйn vigilarб el cuartel general si os habйis largado todos?

—Benny Karlsson estб allн y mantiene nuestras posiciones. La policнa hizo un registro el mismo dнa en que os detuvieron. No encontraron nada.

—ЎBenny K.! —exclamу Nieminen—. ЎJoder! Pero si no es mбs que un puto rookie al que no le han salido ni los dientes.

—Tranquilo. Estб con el rubio; ya sabes, ese cabrуn con el que Magge y tъ solйis relacionaros.

Sonny Nieminen se quedу helado. Echу un vistazo rбpido a su alrededor y se alejу unos cuantos pasos de la puerta del quiosco.

—їQuй has dicho? —preguntу en voz baja.

—Ese cabrуn rubio al que tъ y Magge solйis ver... Apareciу de repente pidiйndonos que lo escondiйramos.

—Joder, Waltari, si lo estбn buscando por todo el puto paнs por el asesinato de un poli...

—Bueno... por eso querнa esconderse. їQuй podнamos hacer? Joder, es amigo tuyo y de Magge.

Sonny Nieminen cerrу los ojos diez segundos. A lo largo de los aсos, Ronald Niedermann le habнa dado a Svavelsjц MC mucho trabajo y proporcionado muy buenos beneficios. Pero en absoluto se trataba de un amigo. Era un tipo de mucho cuidado, ademбs de un psicуpata; y, por si fuera poco, un psicуpata al que la policнa buscaba con una lupa de mil aumentos. Sonny Nieminen no se fiaba ni un pelo de Ronald Niedermann. Lo mejor serнa que alguien le pegara un tiro en la cabeza. Asн, por lo menos, la atenciуn policial disminuirнa un poco. —їY dуnde lo habйis metido?

—Benny K. se ha encargado de йl. Lo ha llevado a casa de Viktor.

Viktor Gцransson, que vivнa en las afueras de Jдrna, era el tesorero y el experto del club en asuntos econуmicos. Habнa hecho el bachillerato especializado en economнa e iniciado su carrera profesional como asesor financiero de un mafioso yugoslavo, rey del mundo de la restauraciуn, hasta que cogieron a la banda por graves delitos econуmicos. Conociу a Magge Lundin en la cбrcel de Kumla a principios de los noventa. Era el ъnico miembro de Svavelsjц MC que vestнa traje y corbata.

—Waltari, coge el coche y vete a Sцdertдlje. Te espero delante de la estaciуn de trenes de cercanнas dentro de cuarenta y cinco minutos.

—Vale. їYa quй vienen esas prisas?

—A que tenemos que recuperar el control de la situaciуn cuanto antes.

 

 

Ya en el coche, Hans-Еke Waltari mirу de reojo a Sonny Nieminen, que permaneciу completamente callado mientras se dirigнan a Svavelsjц. A diferencia de Magge Lundin, Nieminen no solнa mostrar un trato demasiado campechano. Era guapo y de aspecto frбgil, pero se trataba de un tipo peligroso que estallaba con mucha facilidad, en especial cuando habнa bebido. En esos momentos estaba sobrio, pero Waltari estaba preocupado teniendo a alguien como Sonny al mando. En cierto modo, Magge siempre habнa sabido mantenerlo a raya. Se preguntу quй les depararнa el futuro con Nieminen ejerciendo de presidente en funciones.

No se veнa a ningъn Benny K. en el club. Sonny lo llamу dos veces al mуvil, pero no obtuvo respuesta.

Se fueron a la casa de Nieminen, a poco mбs de un kilуmetro de allн. La policнa habнa realizado un registro domiciliario sin hallar nada de valor para la investigaciуn relacionado con Nykvarn. La verdad era que los agentes no encontraron nada que pudiera confirmar una actividad delictiva, razуn por la cual Nieminen se encontraba en libertad.

Se duchу y se cambiу de ropa mientras Waltari lo esperaba pacientemente en la cocina. Luego se adentraron algo mбs de ciento cincuenta metros en el bosque que habнa detrбs de la finca de Nieminen y, con las manos, quitaron la capa de tierra que cubrнa un baъl profundamente enterrado que contenнa seis armas de fuego —una de las cuales era un AK5—, una gran cantidad de municiуn y mбs de dos kilos de explosivos. Era el pequeсo almacйn armamentнstico de Nieminen. Dos de las armas eran unas P-83 Wanad polacas. Pertenecнan al mismo lote que esa pistola que Lisbeth Salander le quitara en Stallarholmen.

Nieminen apartу de su pensamiento a Lisbeth Salander. Era un tema desagradable. En la celda de la comisarнa de Sцdertдlje habнa repasado mentalmente, una y otra vez, la escena en la que йl y Magge Lundin llegaban a la casa de campo de Nils Bjurman y se encontraban con Lisbeth en el patio.

El desarrollo de los acontecimientos habнa sido completamente imprevisible. Obedeciendo las уrdenes de ese rubio de mierda, Nieminen acompaсу a Magge Lundin para quemar la maldita casa de campo de Bjurman. Y se toparon con la jodida Salander: sola, un metro y medio de altura y flaca como un palillo. Nieminen se preguntу cuбntos kilos pesarнa en realidad. Luego todo se fue al garete y estallу en una orgнa de violencia que ninguno de los dos habнa previsto.

Tйcnicamente podнa explicar el curso de los acontecimientos: Salander tenнa un bote de gas lacrimуgeno que le vaciу a Magge Lundin en la cara. Magge deberнa haber estado mбs alerta, pero no fue asн. Ella le propinу dos patadas, y no hace falta mucha fuerza para partirle la mandнbula a alguien de una patada. Lo cogiу desprevenido. Se podнa explicar.

Pero luego ella tambiйn se ocupу de йl, Sonny Nieminen: un tipo al que incluso los mбs fornidos dudarнan en atacar. Ella se moviу muy rбpidamente. El se las vio y se las deseу para poder sacar su arma. Ella lo dejу fuera de combate con la misma humillante facilidad con la que se aparta un mosquito. Tenнa una pistola elйctrica. Tenнa...

Cuando se despertу no recordaba casi nada. Magge Lundin habнa recibido un tiro en el pie y llegу la policнa. Tras ciertas discusiones entre los maderos de Strбngnбs y Sцdertдlje fue a parar a los calabozos de Sцdertдlje. Y encima, ella le robу la Harley-Davidson a Magge. Y cortу el logotipo de Svavelsjц MC de su chupa de cuero: el mismo sнmbolo que hacнa que la gente le dejara colarse para entrar en los clubes y que le otorgaba un estatus que un sueco normal y corriente ni siquiera serнa capaz de comprender. Ella lo habнa humillado.

De repente, Sonny Nieminen hirviу por dentro. Durante los interrogatorios de la policнa habнa permanecido callado. Nunca jamбs podrнa contar lo que pasу en Stallarholmen. Hasta ese momento, Lisbeth Salander no habнa significado nada para йl. Ella no era mбs que un trabajillo extra del que se ocupaba —otra vez por encargo del maldito Niedermann— Magge Lundin. Ahora la odiaba con una pasiуn que lo asombrу. Solнa ser frнo y analнtico, pero sabнa que algъn dнa se le presentarнa la posibilidad de vengarse y reparar la deshonra. Aunque primero tenнa que poner orden en ese caos que Salander y Niedermann habнan provocado en Svavelsjц MC.

Nieminen sacу las dos armas polacas restantes, las cargу y le dio una a Waltari.

—їTenemos algъn plan?

—Vamos a ir a hablar con Niedermann. No es uno de los nuestros y nunca ha sido detenido por la policнa. No sй cуmo reaccionarб si lo pillan, pero como cante nos puede pringar a todos. Nos meterбn en el trullo pitando.

—їQuieres decir que vamos a... ?

Nieminen ya habнa decidido que Niedermann desapareciera, pero se dio cuenta de que no convenнa asustar a Waltari hasta que llegaran al lugar.

—No lo sй. Hay que tantearlo. Si tiene un plan para largarse al extranjero echando leches, le ayudaremos. Pero mientras exista el riesgo de que la policнa lo pueda detener, representa una amenaza para nosotros.

La casa de Viktor Gцransson, a las afueras de Jдrna, se hallaba a oscuras cuando Nieminen y Waltari entraron en el patio al caer la noche. Eso en sн mismo era ya un mal presagio. Se quedaron un rato esperando en el coche.

—Quizб hayan salido —dijo Waltari.

—Seguro. Habrбn salido por ahн a tomar algo con Niedermann —le contestу Nieminen para, acto seguido, abrir la puerta del coche.

La puerta de la casa no tenнa echado el cerrojo. Nieminen encendiу la luz. Fueron de habitaciуn en habitaciуn. Todo estaba perfectamente limpio y recogido, algo que sin duda era obra de esa mujer —se llamara como se llamase— con la que vivнa Viktor Gцransson.

Encontraron a Viktor Gцransson y su pareja en el sуtano, concretamente en el cuarto destinado a la lavadora.

Nieminen se agachу y contemplу los cadбveres. Con un dedo tocу a la mujer cuyo nombre no recordaba: estaba helada y rнgida. Tal vez llevaran muertos unas veinticuatro horas.

Nieminen no necesitaba ningъn informe forense para determinar cуmo habнan fallecido: a ella le habнan partido el cuello con un giro de cabeza de ciento ochenta grados. Se hallaba vestida con una camiseta y unos vaqueros y, segъn pudo apreciar Nieminen, no presentaba mбs lesiones.



  

© helpiks.su При использовании или копировании материалов прямая ссылка на сайт обязательна.