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Desde que empezó hasta hoy, ¿ha cambiado mucho como escritor?



Desde que empezó hasta hoy, ¿ ha cambiado mucho como escritor?

Cuando escribí Hijos de la medianoche era un obseso de la té cnica. Lo fundamental para mí era la arquitectura del relato, que tení a que ser de una perfecció n absoluta. La estructura de la novela tení a que estar resuelta antes de ponerme a escribir la primera lí nea. Con el tiempo ha dejado de ser así. Ahora cuando escribo, improviso má s, de manera parecida a como hacen los mú sicos de jazz. Mientras voy creando, espero a ver qué pasa. Cuando la té cnica deja de ser un problema, no es necesario pensar en ella y se crea con mucha má s libertad. Me empezó a pasar cuando escribí a El ú ltimo suspiro del Moro. No era yo quien tomaba las decisiones, sino que esperaba a ver qué pasaba en la pá gina y lo ­disfrutaba.

La publicació n de Los versos satá nicos marcó su carrera y su vida. Fue condenado a muerte, vié ndose obligado a llevar una existencia clandestina durante 12 añ os. El libro hizo de usted una figura cé lebre fuera y dentro de la literatura. Ahora que hace tiempo que se levantó la fetua y puede llevar una vida normal, ¿ có mo ve aquel episodio?

Lo iró nico de Los versos satá nicos es que ni quienes me condenaron a muerte por haber escrito el libro ni los faná ticos que estaban dispuestos a ejecutar la sentencia lo habí an leí do. Reconozco que era una obra polé mica, pero tambié n lo eran mis novelas anteriores. Recuerdo que cuando le enseñ é el manuscrito a Edward Said, el gran crí tico palestino, profesor de Columbia University y muy amigo mí o, me dijo: “Este libro va a hacer ruido”. A lo que contesté: “¿ No es esa una de las funciones de la literatura, provocar debates pú blicos? ”. Pero lo que ocurrió con Los versos satá nicos fue distinto. El revuelo que se causó como consecuencia de la fetua, atentados, asesinatos, disturbios, hizo que resultara imposible hablar del libro como tal. Tuvo que pasar mucho tiempo, pero ahora resulta por fin posible hablar de Los versos satá nicos como lo que es, es decir, un libro que la gente puede leer. Se sigue editando, se estudia en las universidades. Que guste o no es lo de menos. Lo importante es que por fin es lo que tení a que haber sido desde el principio: un libro.



  

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